Nota
El cazador oculto
En su nuevo documental «Sonata en si menor» Patricio Escobar muestra la relación entre periodismo y dictadura a partir de testimonios reveladores.
Nadie le puede decir que no a Patricio Escobar. Porque insiste, porque busca hasta encontrar, porque vuelve a insistir, porque argumenta, porque llama mil veces y otras mil más, porque es un obrero que con pico y pala destruye cada excusa hasta quedar una vez más frente a frente y, como un chico, repetir una y otra vez: ¿y por qué no? Lo dice en el tono exacto, con el gesto indicado, sin ser pesado ni pegajoso, ni mendaz. Rompebolas, tal vez, pero esa es una virtud periodística que lo llevó a registrar testimonios reveladores, como el caso del editor de política del diario Clarín, Julio Blank, en su primer documental La crisis causó 2 nuevas muertes, donde Patricio deja en claro la trama del discurso periodístico que intentó cubrir de impunidad los crímenes de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, aquel 26 de junio de 2002 y de la Masacre de Puente Pueyrredón. Ahora, esa virtud característica le permitió obtener un valioso documento histórico que se puede resumir en el antológico corte de mangas que hace a la cámara el periodista Alfredo Serra, editor de la revista Gente desde los tiempos de la dictadura hasta hoy.
Ese fue justamente el primer ladrillo que construyó el nuevo documental de Patricio, Sonata en si menor, donde revela la historia del secuestro de 15 argentinos en Montevideo en un operativo que representa no sólo el huevo de la serpiente del Plan Cóndor: es la primera vez que queda claramente demostrado el rol de la prensa en la cobertura de un delito de lesa humanidad.
La historia de esta historia comenzó el día en que Patricio llegó a MU con una propuesta. Fue días después del testimonio de Claudia Acuña en el Juicio Ético que organizó la Asociación Madres de Plaza de Mayo en 2010, y el proyecto de Patricio era utilizar el material allí expuesto para desarrollar un documental sobre el tema prensa y dictadura. La respuesta fue una propuesta: “Lo único interesante que queda por hacer es hablar con quienes estuvieron en esas redacciones en ese momento y siguen ahí ahora”. Patricio respondió: ¿y por qué no?
Un mes después, regresó con una noticia: “Tengo el testimonio de Alfredo Serra”.
El aporte de Patricio fue recibido con otra pregunta: ¿para qué hacer un documental sobre prensa y dictadura?
Imaginan qué respondió.
Rosario, Dri y Estrella
Reconstruir la historia de aquel secuestro, pedirle a los sobrevivientes que revivan sus torturas ante la cámara, implicaba, en este caso particular, involucrar a mujeres que eran niñas en aquel momento. “La única manera de justificar hacer algo así es que eso les sirva a ellas para algo. Ellas no necesitan un documental: necesitan verdad y justicia”.
¿Y por qué no?
Patricio destinó los recursos de producción del documental para financiar el viaje a Uruguay de los sobrevivientes de aquel operativo. El objetivo era doble: presentar una denuncia penal que investigara la desaparición, el secuestro, la tortura y el traslado clandestino a la ESMA y filmar un documental de un caso que involucra a 5 mujeres, 5 hombres y 5 niñas.
Esto implicó, entre otras cosas, coordinar con Raúl Olivera Alfaro, secretario de Derechos Humanos de la central de trabajadores uruguaya PIN CNT, para que acompañara la denuncia penal y poder así garantizar el seguimiento de su trámite. Involucró también redactar las declaraciones y coordinar las fechas de los viajes con las audiencias en los tribunales. Las primeras en llegar a Montevideo desde Caracas fueron Rosario Quiroga y dos de sus tres hijas: María Virginia y María Paula. Rosario había sido secuestrada en el balneario de Lagomar el 17 de diciembre de 1977 a las 8 de la mañana. Sus hijas fueron capturadas a la madrugada del siguiente día, junto a otras 2 niñas, Alejandrina Barry y María Laura, que en aquella época era una bebé de 4 meses. Volver a esa casa 35 años después significó para ellas un intento de sanar las heridas que todavía tienen: no recuerdan nada. Y ese agujero negro en su memoria es dolor y es algo más: es la herida que deja la impunidad.
Rosario y sus hijas se presentaron al juzgado, dando inicio a una causa que todavía espera justicia. Fue el primer paso. El segundo lo dio un mes después Jaime Dri, el protagonista de Recuerdos de la muerte, el hombre que escapó a los represores de la ESMA y el que, 35 años después volvió a abrazarse con su compañero de torturas, el pianista Miguel Ángel Estrella. Cuando fueron secuestrados y trasladados a un sótano del montevideano barrio de Carrasco, estaban con los ojos vendados. Estrella lo cuenta en cámara: “Vos me escuchabas rezar”. Le responde Dri: “A los gritos, rezabas a los gritos”. Estrella y Dri comparten el desayuno en la embajada argentina en Montevideo. El día anterior, el pianista había dado un concierto, que incluyó la obra que le da título al documental: Sonata en si menor. La didáctica, amorosa explicación que da Estrella de esa pieza compuesta por Liszt es lo que justifica la elección de Patricio.
Drí llegó desde Panamá y regresó por primera vez al lugar donde fue baleado y secuestrado. Encontró la casa a donde intentó refugiarse, se detuvo a mirar la ventanita por la que intentó escaparse y conversó con vecinos que todavía hoy recordaban el terror del aquel operativo. También presentó su declaración en tribunales y, como Rosario y sus hijas, ofreció una conferencia de prensa, entrevistas en televisión, radios, diarios y revistas. El objetivo de todos era el mismo: difundir el pedido de justicia es una tarea más para lograr la condena social que construya la condena judicial.
De regreso a Buenos Aires y como broche de oro, Patricio regisró el testimonio del periodista Eduardo Paredes, editor de la revista Somos. Lo encontró dictando un curso de redacción para jubilados, organizado por la municpalidad de Avellaneda.
Nunca más y después
Patricio decidió utilizar todo ese material para poner a prueba su licenciatura en Periodismo Documental, que terminó de cursar el año pasado. Fue su tesis y también el material que usó en varias materias para aprovechar así tiempo y recursos que le permitieran afrontar la difícil tarea de resumir un caso tan embrollado, difícil, duro, en apenas una hora y 20 de edición. En ese contexto pudo pensar un recurso para resolver el tema principal: cómo explicar el operativo que involucraba 4 diferentes lugares y 3 grupos de personas, que a su vez, sufrieron destinos diversos. Unos fueron presos en Montevideo, otros prisioneros desaparecidos en la ESMA. Imaginó un tablero de ajedrez gigante que reprodujera esa manipulación de cuerpos y destinos. El lugar para hacerlo lo consiguió gracias a la ayuda de la agrupación HIJOS: la Casa de la Militancia de la ESMA.
Su mujer, Carolina Fernández, productora de todos sus documentales, fue la encargada de seleccionar entre amigos y conocidos a los no actores que representaron a cada una de las víctimas. El actor Armando Díaz es quien representa al periodista anónimo que redacta las notas de prensa que se leen tal cual fueron publicadas en aquel momento. Claudia Acuña fue convocada para explicar qué pasó en cada lugar con cada quien. Sin ensayo y sin saber ni Patricio ni los no-actores qué se iba a decir, comenzó el rodaje en el gran galpón de la ex ESMA. El resultado es producto de la emoción y del clima que logró crear Patricio en ese momento.
El objetivo del documental, dirá Patricio ahora, es el mismo de siempre: que se proyecte y debata. Para lograrlo se programaron una serie de funciones gratuitas que comenzaron en el Centro Cultural Haroldo Conti, en el marco de la celebración de los 10 años de recuperación de la ex ESMA, seguirán en Mu y continuarán donde haya espacio para pensar preguntas.
No es el pasado lo que pretende interrogar Patricio en este documental. Su intención es clara: construir colectivamente el significado del Nunca Más.
Y el después.
Fotos de Lina Etchesuri
La crítica de «Sonata en si menor», por Eduardo Rojas
“Pues aun cuando ningún hombre puede ser todo, le es dable, avanzando hacia lo infinito, comprenderlo todo, incluso aquello que él no es ni puede ser. Este comprender no se verifica en la indiferencia, sino en la participación posible. Por eso mi comprensión está, fundamentalmente, abierta aun a lo para mí excluido o vedado. Quiero conocerlo y reconocerlo y solo desecharlo si parece fútil o malo”.
Karl Jaspers
En el principio hay una pantalla oscura y la voz de un hombre que habla sobre la sonata en si menor de Franz Lizst: “una de las grandes piezas del romanticismo” dice, y también que la pieza trata sobre el hombre, dios y el diablo. La música empieza a sonar, la pantalla incorpora figuras y color y muestra a Miguel Ángel Estrella sentado en el piano, tocando. Está en el patio de la Embajada Argentina en Uruguay y lo rodea una pequeña multitud de oyentes entre la que se destaca el presidente Mujica. Al fondo, contra la pared y sobre los costados, como si no integraran esa multitud sino que la vigilaran, hay muchos militares vestidos con uniformes diferentes, exhibiendo sus entorchados, distendidos, sorprendidos, sonrientes. Es una primera imagen extraña, simple y contradictoria a la vez. Muchos de los hombres allí presentes han sido víctimas hace casi cuarenta años de las dictaduras latinoamericanas, la represión y la muerte. Ahora están todos allí, amuchados, cumpliendo diferentes papeles. Uno de ellos ha sido preso político y ahora es presidente de su país; otro fue desaparecido, torturado y luego encarcelado; ahora ejercita otra vez la magia de la música empleando esas mismas manos que sus captores, los militares (otros distintos a esos que ahora lo escuchan) amenazaron con cortarle.
Desde esa promiscuidad, acaso feliz, arranca Patricio Escobar su película. En este tiempo de mixturas en el que muchas veces parece difícil distinguir lo bueno de lo otro, habrá que recurrir a la historia para saber que el presente sigue teniendo justos y réprobos, canallas y hombres libres. Será por eso que hay una palabra muchas veces repetida durante la película: verdad. La verdad sin matices ni mediadores será la partera de esta historia. Además del leit motiv visual y sonoro del recital de Estrella -una columna vertebral de belleza grave y reflexiva-, otros dos recursos narrativos se alternarán en su búsqueda: uno es la reconstrucción del secuestro de un grupo de cinco hombres, cinco mujeres y cuatro niñas ocurrido en Montevideo en 1977. Casi todos ellos eran militantes montoneros, el más notorio, Jaime Dri, protagonista de “Recuerdos de la muerte”, la novela de Miguel Bonasso. También Miguel Angel Estrella. Este tramo de la película está contado desde el relato de los tres adultos sobrevivientes -Dri, Estrella y Rosario Quiroga-, y de dos de sus hijas que viven en Venezuela desde su liberación. El otro recurso es la reconstrucción de los hechos sobre una superficie en la que están dibujados los diagramas de cada lugar y donde un grupo de actores representa las muertes y secuestros. En el medio, otro actor, un “periodista” de la época, teclea en su máquina de escribir un informe con la versión oficial de esos hechos; que es una mentira, por supuesto.
Testimonios de las víctimas en tiempo presente, reconstrucción ficcional con algo de teatro clásico griego, y recital de Estrella en la embajada; los tres recursos se mezclan enlazados por la sonata de Liszt en un crescendo dramático que se acentúa con la aparición de otro personaje, la periodista Claudia Acuña, que se incorpora al relato interpelando al “periodista” ficcional. La de Acuña es la más fuerte irrupción de la verdad, la que pone en su lugar a los hechos tal como ellos fueron. Pero al mismo tiempo es un durísimo cuestionamiento ético y un análisis riguroso sobre el papel de la prensa, en dictadura o en cualquier otra época.
Como en La crisis causó dos nuevas muertes (codirigida con Damián Finvarb en 2006), Escobar pone en el centro de la escena las maquinaciones de los llamados medios de información, lo hace con el rigor y el conocimiento de quien es parte de los mismos desde un lugar marginal por elección, alejado de esa enorme maquinaria que minimiza a la verdad transformándola en un bien de intercambio. Escobar y Acuña no pretenden ser los dueños de ninguna verdad; apenas son periodistas ejerciendo su integridad profesional, artística y personal, la que en casos como estos tiene el tono de las verdades de a puño.
Investigar, atenerse a los hechos e informarlos. ¿Qué otra cosa debería ser el periodismo? Para responder a esta pregunta Escobar le entrega la cámara a Eduardo Paredes, editor de la revista “Somos” durante la dictadura, y a Alfredo Serra, editor histórico de “Gente”, ambas de Editorial Atlántida. Las verdades de ambos son sostenidas con distante calma por Paredes y con un énfasis de tribuno (que deja muy atrás el cinismo de Julio Blanck en la famosa entrevista de La crisis causó…) por Alfredo Serra (quien, entre otros desbordes menores, dice poco más o menos que “Gente” fue la pionera del nuevo periodismo latinoamericano).
Investigar, alterar los hechos e informar según los partes de inteligencia; hacerlo, eso sí, con convicción y hasta orgullo. Tal es otra forma posible de la verdad. ¿La canalla también tiene derecho a difundirla? ¿Es tal el alcance y la necesidad de la voz del otro según la cita de Jaspers que encabeza esta nota? Sí, dice la Sonata de Escobar; este revulsivo ejercicio nos complementa y nos acerca a la utopía de la verdad. Asumir ese desafío es un ejemplo de comprensión y sagacidad creativa, también un infrecuente ejercicio de humanidad. En la fuerza de su denuncia, en su total ausencia de maniqueísmo y su coraje, Sonata en si menor va mucho más lejos que la notable La crisis… Es periodismo documental y es también un thriller político de una potencia dramática y una pericia narrativa que la ponen en la línea de la mejor tradición argentina en esos géneros: la de Rodolfo Walsh.
Historias, tiempo presente, voces, el dolor de los sobrevivientes y la soberbia de los cómplices. Las manos intactas de Estrella como una amalgama de todo, como una triste e inevitable cura en si menor.
Nota
Resultados en la Cumbre Científica de Naciones Unidas: Argentina con agrotóxicos al 100%

El total (100%) de participantes argentinos en una investigación internacional sobre agrotóxicos “presentó un rango de 6 a 13 plaguicidas en orina, un rango de 2 a 10 plaguicidas en sangre y un rango de 0 a 18 plaguicidas en materia fecal”. El problema incluye a personas que viven lejos de las fumigaciones, por lo que se consideró a estos plaguicidas como «omnipresentes». Se encontraron además los venenos en los alimentos, el polvo del hogar, los granos de cultivos, animales, alimentos para animales, suelos y agua.
A través de una conferencia virtual desde Nueva York, durante más de 3 horas, el proyecto SPRINT reveló este miércoles 27 -Día de la Salud Ambiental- los resultados del estudio realizado en Europa y en la provincia de Buenos Aires (como principal exportadora de soja para alimentación animal).
Entre los venenos detectados están obviamente el glifosato (genotóxico y probable cancerígeno) y el clorpirifos (que pese a estar prohibido en Argentina se sigue vendiendo hasta en los supermercados). El informe señala además los “cócteles”, que mezclan químicos para aumentar la potencia de cada veneno, reuniendo hasta 120 plaguicidas.
La dirección del INTA prohibió a la doctora Virgina Aparicio (que integró en la investigación) participar en cualquier instancia actual del proyecto, y hablar con la prensa, siendo que se trata de un tema de salud pública.
Algunos de los datos que, pese al silencio y a la mordaza oficial, se revelaron en el marco de la Cumbre Científica de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
En alimentos: “el total de participantes argentinos presentó un rango de 6 a 22 plaguicidas en la muestra de alimentos”.
En el polvo del hogar: “el total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 43 a 86 plaguicidas en polvo del hogar”.
Granos de cultivos: “el total de muestras analizadas en Argentina presentó un rango de 0 a 8 plaguicidas en grano”.
En animales: “el total de animales analizados en Argentina presentó un rango de 1 a 12 plaguicidas en orina, un rango de 0 a 16 plaguicidas en materia fecal”. (Los de sangre continúan pendientes).
En alimento para animales: “un rango de 5 a 25 plaguicidas en alimento animal”.
En suelos: “el total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 0 a 12 plaguicidas en suelo”.
Agua superficial: en “el total de muestras analizadas presentó un rango de 10 a 28 plaguicidas en agua superficial”.
Por Anabel Pomar

Resultado global presentado sobre las concentraciones de glifosato en seres humanos. Argentina lidera esa tabla con absoluta comodidad.
En el día de la celebración del día de la salud ambiental, miércoles 27 de septiembre, en Nueva York, EE. UU., en el marco de la Cumbre Científica de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGA78) por primera vez para grandes audiencias pudieron conocerse parte de los resultados del proyecto europeo SPRINT (siglas en inglés de Transición Sostenible de Protección Vegetal: Un Enfoque de Salud Global 2020/2025).
¿Qué es el SPRINT? Es un proyecto financiado por La Unión Europea (UE) que busca identificar los residuos de los agrotóxicos, en ecosistemas y en humanos, y analizar el peligro de la sinergia (la combinación o mezcla) entre los plaguicidas hallados. Esto último, algo jamás contemplado a la hora de aprobar esos peligrosos venenos en el mercado, ni en el llamado “viejo continente”, ni en nuestro país.
En 2021 los muestreos en el marco de ese proyecto además de realizarse en los 10 países europeos participantes se ampliaron a la provincia de Buenos Aires.
¿Por qué se incluyó a nuestro país? Por ser el principal exportador de soja para alimentación animal al mercado europeo.
Entre las principales conclusiones del evento de este miércoles en NY, pudieron escucharse las voces de expertas y académicos participantes de ese proyecto. Contaron, basados en rigurosa información, cómo los agrotóxicos usados en la agricultura veneno-dependiente están contaminándolo todo. Cuerpos, comida y ambientes. Una de las palabras que más se repitió en las presentaciones, fue “omnipresente”. Los agrotóxicos están en todos lados: incluso en donde no son utilizados.
Entre los cuadros con centenares de nombres de moléculas químicas usadas en la agricultura, destacan algunos de los agrotóxicos más fumigados en nuestro país. El herbicida glifosato, y su metabolito AMPA, en los primeros puestos. Y para los muestreos en Argentina, en cantidades hasta tres veces superiores en algunas matrices. También el clorpirifos, recientemente prohibido en el país pero que se puede seguir comprando en cualquier góndola de supermercado en el sector de insecticidas.

Resultados de plaguicidas en las muestras en orina.
El momento de la presentación es importante ya que este próximo 13 de octubre la Unión Europea deberá votar si decide re-autorizar el uso del glifosato. Desde la coordinación del SPRINT aseguraron que a la brevedad la información –que ya fue presentada en la euro-cámara– será publicada y distribuida al público general para lograr mayor difusión. También aseguraron que esperan que tales resultados impidan que se concrete la renovación del peligroso herbicida.
Omnipresentes
Ver la presentación de esos estudios que respaldan una afirmación que muestra la magnitud del daño, estremece. Hasta las personas que consumen o producen alimentos sin usar agrotóxicos tienen sus cuerpos contaminados. Y aquellas que consumen alimentos libres de agrotóxicos, también. El cuadro completo muestra que la exposición ambiental llega a todas las personas, no solo a quienes producen con venenos o viven en zonas rurales. Y por todas las rutas de exposición.

Los resultados de los venenos en materia fecal.
En los hogares
Como ejemplo se puede mencionar lo que se encontró al medir el polvo de hogares, presentado por Daniel M. Figueiredo, de la Universidad de Utrecht de Países Bajos. Los resultados indican que los agrotóxicos llegan a impactar en los organismos más por los ambientes que por la dieta misma: también son una ruta de exposición directa. El más detectado es el glifosato y su metabolito AMPA, en un cóctel de sustancias químicas peligrosas en un rango de entre 25 y 120 plaguicidas.
Otra constante: los cócteles de agroquímicos. No hay una sola sustancia sino decenas o cientos, mezcladas para aumentar la potencia del veneno. En el caso presentado impactaban tanto a los vecinos de producciones convencionales cómo orgánicas.
A su turno, Hans Mol de la Universidad de Wageningen de Países Bajos, en la presentación de lo hallado en muestras de fluidos humanos –en los que el glifosato vuelve a estar entre lo más detectado. Los resultados señalan que hay presencia del herbicida genotóxico y probable cancerígeno en orina en el 86,1% de los argentinos muestreados y en el 35,2% de los europeos, mientras al analizar las heces humanas se detecta ese plaguicida en el 70,5% de las personas residentes en Europa y en el 100% de los bonaerenses.
Para el caso del clorpirifos, el 3,7% de europeos tiene en sus heces ese tóxico, mientras que para la Argentina el número asciende a 37,7%. Nuevamente salimos campeones, esta vez de otro podio tóxico.
La mordaza
En la conferencia virtual –toda en inglés– que duró tres horas y a la que asistió lavaca y aproximadamente un centenar de personas conectadas desde distintas partes del mundo, no estuvo la investigadora a cargo del proyecto en Argentina, la doctora Virginia Aparicio.
Lavaca consultó a la investigadora del INTA el porqué de su ausencia que para la decena de personas conectadas desde Argentina no pasó desapercibida. Aparicio no tiene autorizado por orden directa de la dirección de ese organismo estatal participar de ninguna instancia del SPRINT, ni hablar con la prensa.
Lavaca se comunicó con el INTA (socio número 16 identificado como CSS11-Buenos Aires dentro del proyecto SPRINT) pero nuevamente, como sucede desde hace meses, no hubo respuesta oficial.
El organismo público impidió que hasta el día de hoy los resultados de lo muestreado en nuestro país se difunda. En julio de este año, pese a esa censura oficial, la vaca pudo conocer los resultados de ese muestreo en territorio y población bonaerense y publicarlo.
Del muestreo en Argentina participaron 73 personas. De las 73, 1/3 consumidoras, 1/3 habitantes de pueblos pequeños y “vecinos de productores”. Y 1/3 productores agropecuarios de los cuales la mitad usa plaguicidas y la otra mitad trabaja agroecológicamente. También se incluyó un monitoreo en 14 establecimientos rurales. Se tomaron pruebas en ambiente, alimentos, grano y muestras biológicas en animales.
“El total de participantes argentinos presentó un rango de 6 a 13 plaguicidas en orina, un rango de 2 a 10 plaguicidas en sangre y un rango de 0 a 18 plaguicidas en materia fecal” es una de las revelaciones de la investigación.
En los ambientes en los que esas personas se mueven a diario, “el total de participantes argentinos presentó un rango de 7 a 53 plaguicidas en las pulseras” de detección.
La vida cotidiana asediada
En las consideraciones preliminares de esos estudios personales que trascendieron se consigna: “Las mezclas de residuos de plaguicidas están presentes en los cuerpos humanos. Las personas se exponen a los plaguicidas en su vida cotidiana (datos de pulseras). La mayoría de los residuos son peligrosos para el ecosistema y los humanos”.
En alimentos, “el total de participantes argentinos presentó un rango de 6 a 22 plaguicidas en la muestra de alimentos”.
En el polvo del hogar, en “el total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 43 a 86 plaguicidas en polvo del hogar”.
Granos de cultivos, en “el total de muestras analizadas en Argentina presentó un rango de 0 a 8 plaguicidas en grano”.
En animales, en “el total de animales analizados en Argentina presentó un rango de 1 a 12 plaguicidas en orina, un rango de 0 a 16 plaguicidas en materia fecal”. (Los de sangre continúan pendientes).
En alimento para animales, en “un rango de 5 a 25 plaguicidas en alimento animal”.
En suelos, “el total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 0 a 12 plaguicidas en suelo”.
Agua superficial (en la zona de trabajo de SPRINT) en “el total de muestras analizadas presentó un rango de 10 a 28 plaguicidas en agua superficial”.
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Tucumán: condenan a un funcionario judicial y en el fallo recomiendan colgar placas en Tribunales que digan «un ambiente violento de trabajo afecta el servicio de justicia»
Un funcionario judicial de Tucumán fue condenado por abuso sexual: 4 años, obligación de reparación económica, capacitación y placas en Tribunales. El hecho no es aislado: el Observatorio Lucía Pérez lleva adelante un registro que incluye 420 funcionarios (integrantes del Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Poder Judicial, de las cúpulas de las Fuerzas de Seguridad y de la Iglesia Católica) denunciados por violencia de género. Los argumentos e implicancias de un fallo ejemplar.
Jorge Edmundo Mistretta, exjefe de despacho de la Secretaría Electoral del Juzgado Federal N° 1 de Tucumán, jubilado desde 2019, fue condenado a cuatro años por abuso sexual contra dos de sus empleadas. Los abusos ocurrieron en 2013 y 2015: incluye tocarle los pechos a una de ellas y querer besarla, comentarios sexuales groseros, e intento de tocar a otra de las denunciantes.
En el fallo del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Tucumán, compuesto por la jueza María Noel Costa, y los jueces Carlos Enrique Jiménez Montilla y Enrique Lilljedhal, se ordenó:
- La inmediata detención, aunque cumplirá prisión domiciliaria por su estado de salud.
- Una indemnización de $4.4 millones de pesos y 3.6 millones de pesos para cada una de las víctimas.
- La realización de un programa de capacitación sobre perspectiva de género y en política de prevención, sanción y eliminación de la violencia contra la mujer.
- Se solicitó a Recursos Humanos de la Corte Suprema de Justicia Nacional que “se arbitren los mecanismos administrativos necesarios por una medida restaurativa que contemple la incorporación a una de las oficinas judiciales de esa jurisdicción -de la Cámara o del Tribunal Oral -, debiendo garantizar la ‘no revictimización’ de una de las víctimas”.
- Además se recomendó que se coloquen placas en tribunales donde sucedieron los hechos que digan: “Un ambiente violento de trabajo afecta el servicio de justicia. No a la violencia ni al acoso”.
Los fundamentos se conocerán el próximo 29 de septiembre.
El “caso” no es aislado. El Observatorio Lucía Pérez lleva adelante un registro de denuncias por violencia de género contra integrantes del Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Poder Judicial, de las Fuerzas de Seguridad y de la Iglesia Católicas.
El registro incluye ya 420 funcionarios denunciados, entre intendentes, diputados, fiscales, sargento, jueces, asesores, concejales, cabos, decano, sacerdotes y un largo etcétera. De todos los denunciados 99 son del Poder Judicial, al igual que Jorge Edmundo Mistretta; 139 del Poder Ejecutivo; 62 del Poder Legislativo; 67 de la Iglesia Católica; y 53 de las cúpulas de las fuerzas de seguridad.
El padrón de funcionarios denunciados se puede ver acá

El Estado argentino se comprometió en 2020 a llevar un registro público de funcionarios judiciales denunciados por violencia de género como parte de un acuerdo amistoso alcanzado en el marco de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Hasta el momento lo hizo de forma incompleta y escasa, por ello comenzó a realizarlo, de manera autogestiva, el Observatorio Lucía Pérez que sumó además otros poderes para completarlo y con esa información reflexionar acerca de qué relación hay entre la ausencia de políticas públicas de contención y prevención y estas prácticas impunes.
Lo que se ve: la consigna “El Estado es responsable” se hace carne en la sistematización de esta información. No lo es solamente por omisión, o ineficaz: es un Estado violento.
Nota
El escenario y la vida: el universo Cárdenas
Dos obras teatrales de un mismo autor nos invitan conectar con su universo personal: Martín Flores Cárdenas, dramaturgo y director, no se define como actor pero actúa, o como prefiere decirlo “está en escena”. El duelo por la muerte de su abuelo, la propuesta para montar una obra en Brasil y lxs amigxs como tesoro y sostén son algunos de los temas que aborda en No hay banda; mientras que en La fuerza de la gravedad el desafío fue escribir una obra y dedicársela a una amiga actriz, que se convierte en la protagonista. Cómo llevar la vida al escenario —o el escenario a la vida— para que la experiencia traspase la propia piel.
Fotos: Nora Lezano
“No creo que sea teatro documental. Tampoco una conferencia performática. En realidad, no es nada”, afirma el dramaturgo y director Martín Flores Cárdenas. Se refiere a su obra No hay banda, primera entrega del ciclo Obras Truncas, que está actualmente en cartelera junto a La fuerza de la gravedad, otra de sus producciones. Ambas transcurren en Casa Teatro Estudio, tres palabras que definen lo que sucede en Guardia Vieja 4257. Martín vive en la parte de arriba, pero aclara que la sala teatral es como si fuera una extensión de su casa: “Como lo son las obras, también, forman parte de uno: extensiones o sucursales de uno”.
Desde 2019 y junto al escenógrafo brasileño Ruslan Alastair Silva coordina esta sala artística del barrio de Almagro. “Es un espacio —cuenta Martín— que da la posibilidad de experimentar, sobre todo, nuevas formas de producción. Y eso, a veces con suerte, genera cosas reveladoras en el lenguaje escénico. Reveladoras para nosotros. Lo que más nos interesa es ir por caminos alternativos a los que ofrece la lógica de ´el mercado´. O al menos, tratar de producir sin que esas lógicas contaminen lo que hacemos. Es una sala re chiquita que permite crear sin presión de fechas ni, no sé… de objetivos económicos”.
No hay banda y La fuerza de la gravedad podrían encuadrarse en las clasificaciones de teatro documental o de “conferencia performática”. También como un biodrama, docuficción o teatro autobiográfico. Vamos a hacerle caso a Martín y dejaremos de lado las etiquetas que definen el género de una obra teatral. Sí vamos a decir que ambas abren una puerta —en sentido literal y simbólico— y nos permite instalarnos allí con agrado. Son invitaciones a navegar por un rato en el universo personal de quien las sintió, las escribió y puso el cuerpo en escena para contarnos parte de su vida. Y esa parte incluye la muerte de un ser querido: su abuelo.

Banda sonora
Imposible no identificarse con este duelo y sus reflexiones, incluso las más bizarras en un contexto de pérdida reciente, porque también hemos tenido esos pensamientos absurdos que dispara el dolor. Martín utiliza recursos eficientes para su narrativa, nos distrae, nos distiende, y nos vuelve a traer a una zona donde la piel se eriza y el corazón cruje. “No hay banda apareció como posibilidad de desobturar la escritura. Por más que quisiera escribir otras cosas, siempre aparecía aquella obra trunca como un tapón. Un duelo mal hecho que esta nueva obra me ayudó a atravesar. Como me parecía imposible ensayar solo, busqué un dispositivo que me contuviera. Me junté con amigos a armar los videos, a grabar los audios. Y, texto en mano, empecé a leer la obra a amigas, amigos. A mostrar lo que había pensado. Algo de esa combinación entre lo ultrapremeditado o realizado y la fragilidad del estar ahí y lo improvisado se volvió lo que es hoy la obra”.
La muerte de su abuelo y una llamada para proponerle montar una obra en Brasil. Ambas circunstacias sucedieron casi al mismo tiempo. El fin de una vida, el comienzo de un proyecto. “Me interesaba problematizar el concepto de existencia. Suena re pretencioso, ya sé. Un clásico. Pero bueno… Traté de ser honesto cuando la escribía y pensaba y trato de ser honesto ahora respondiendo esta entrevista. La existencia de una obra primero ¿Qué hace que una obra exista? ¿Dónde o cómo existe lo que imaginamos? ¿En qué momento una obra empieza a ser y cuando muere o termina? Y desde ahí poder dialogar con la relación entre existencia y materia. La existencia de aquellos que murieron y cuya falta generó una obra. Y la materialidad del cuerpo en general y del autor en particular que, bueno, en este caso soy yo. Que no soy actor pero estoy en escena. Me gusta decirlo así: estar en escena. Porque de alguna manera plantea o propone algo ¿Qué es estar en escena? ¿No es actuar acaso? Pensar el cuerpo en escena. Autor que escribe e interpreta. No hay límites o bueno… Esa es otra pregunta. Son muchas: no hay un sólo tema o eje, como verás”.
En los próximos meses No hay banda se va a presentar en Madrid, en el Festival Iberoamericano de Cádiz y en Alicante, España. “Tanto No hay banda como La Fuerza de la gravedad se hacen cuando se puede. El público tiene que estar atento a las fechas que aparecen en Alternativa Teatral. Porque como tenemos estos viajes pueden estar una semana sí y a la siguiente no y así”. Martín asegura que ambas obras tuvieron procesos muy diferentes y comparten dos elementos en común: el lugar desde donde fueron creadas y que no se puede determinar una fecha de estreno ya que comenzó a mostrarlas y se fue sumando público.


El otro como un territorio a descubrir
La fuerza de la gravedad es una pieza teatral cuya materia prima es la ternura. Un abrazo que nos incluye a quienes estamos sentadxs frente a la actriz Laura López Moyano y su pila de hojas A4 de las que irá descubriendo hilos de vivencias con la amistad como protagonista. Martín: “Apareció primero como una idea. Yo hacía mucho tiempo quería hacer una obra para mis amigos. Y tenía la idea de este dispositivo en la cabeza. Pero recién cuando se me ocurrió que Laura podía ser la amiga que pondría el cuerpo me puse a escribir. Es una obra dedicada a mis amigxs pero sobre todo a ella. Las ideas son ideas… Están ahí. Gracias a ella, a que existe y es mi amiga, existe esta obra”. La amistad como territorio a descubrir, como un vínculo necesario y elegido. “Quería hablar del vínculo con la otredad. No me gusta cómo suena esa palabra pero creo que es la que le hace más justicia. No hablar sólo de la amistad. En todo caso, usar ese vínculo misterioso para mí, para hablar de otros vínculos. La relación con la naturaleza, el planeta o el espacio. Poder pensar al otrx como un territorio desconocido. Y que mi relación con ese cuerpo me constituye”.
Sin espoilear diremos que el final de esta obra es un momento infinitamente disfrutable, de regresión al universo infantil, ese paraíso que puede no estar perdido si se lo sabe buscar. ¿Cómo se elabora en la escena lo personal y lo ficcional? ¿Te sentís cómodo trabajando con esos elementos? “No sé si es cómodo. Justamente por eso es divertido, supongo. O útil para hacer algo. Lo pienso en relación a mí pero también a Laura. Para ella no fue fácil ni cómodo. Pero lo quiso hacer, lo encontró o encontramos necesario. Forma parte del trabajo. Cómodo no era y justamente por eso nos dieron ganas de encararlo. Esa decisión nos permite meternos en lugares nuevos, propios o bueno… singulares, me gusta decir. Claro que hay otras de formas de hacerlo. No sé: nosotros elegimos esta”.
En ambas obras lxs amigxs están presentes, colaboran, aconsejan, observan, actúan. ¿Qué significan en tu vida tus amigxs?
Difícil responder esta pregunta. Todo lo que pienso suena mal. Me gusta la idea del amigo como algo que también es uno. Una parte de mí. Soy mis amigos, también. ¡No! Soy con mis amigos. Sin ellos no soy. Eso. Pero también con los otros. Los desconocidos. Estamos todos comprometidos. Los gravísimos problemas ambientales, sociales, económicos que sufrimos deberían hacernos tomar consciencia. Te lo digo a vos y me lo digo a mí que como ciudadano o terrícola no soy ejemplo de nada, la verdad. Pero bueno. Tenerlo presente, pensarlo me ayuda a hacer algo… Por el otro, otra. Hacer un poco más. Algo que nos vuelva menos mierda. Como amigos, como habitantes de este mundo.
Casa Teatro Estudio
Guardia Vieja 4257, CABA
No hay banda
Lunes, 20.30 hs, hasta el 9/10/23
La fuerza de la gravedad
Sábados, 18 y 20.30 hs, hasta el 7/10/23
@tatofc
@moyanolaura
@casateatroestudio
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