Nota
Recuerdos de la Esma
Esta semana y en Tucumán se proyectará el documental Sonata en si menor, dirigido por Patricio Escobar sobre una investigación periodística de lavaca. Las actividades tienen una características especial: estarán presentes los protagonistas de la historia, sobrevivientes del secuestro y cautiverio en el centro clandestino ESMA durante la dictadura.
Esta semana y en Tucumán se proyectará el documental Sonata en si menor, dirigido por Patricio Escobar sobre una investigación periodística de lavaca. Las actividades tienen una características especial: estarán presentes los protagonistas de la historia, sobrevivientes del secuestro y cautiverio en el centro clandestino ESMA durante la dictadura. La película toma esta historia para analizar el rol que tuvo la prensa. Jaime Dri llega desde Panamá, Rosario Quiroga y sus hijas, desde Venezuela. En Tucumán se suman a Miguel Ángel Estrella, quien los invitó especialmente a su concierto del 9 de julio. De regreso a Buenos Aires, el debate y la proyección con la presencia de los protagonistas será en Mu.Punto de Encuentro, el próximo miércoles 16 de julio, a las 18.30, con entrada libre. En esta nota contamos su historia.
Hacer historia
La primera noticia sobre el secuestro y traslado clandestino de un grupo de argentinos que estaba en Montevideo me llegó en forma casual, revisando el archivo en una editorial donde comencé a trabajar cuando agonizaba la dictadura. Yo era cronista y sentado a mi lado tenía al redactor especial Luis Castellanos, un petiso pelado y de anteojos, como George, el amigo de Seinfield, pero canchero y borracho. Poco después me enteré de que era uno de los periodistas que más frecuentaba la Esma.
Para conjurar ese asco que no tuve entonces porque “no sabía” (justamente yo, que venía de los bordes de la General Paz donde la dictadura era un retén cotidiano, un amigo chupado, un vecino metido a golpes en un baúl, un grito de auxilio ahogado en la madrugada), comencé a investigar esa noticia que no era noticia.
Recuerdo que me parecía obvio que había algo más. Recuerdo que las primeras en denunciarlo fueron las sobrevivientes de la ESMA que declararon en Francia en 1979 e incluso mencionaron a Castellanos como colaborador militar. Y recuerdo también que me pareció obvio que todo, al fin, había sido revelado en Recuerdos de la muerte, el libro de Miguel Bonasso, publicado en 1984.

Jaime Dri, el protagonista de Recuerdo de la Muerte, hoy. Vive en Panamá, tiene un hijo de 4 años y da clases de contabilidad en la universidad
Si la retomo ahora es porque no me parece obvio analizar qué rol jugó el periodismo en ese operativo que implicó secuestro, tortura, cárcel, muerte y desaparición forzada de 5 mujeres, 5 hombres y 5 niñas. Ellas, en especial, estuvieron en mí todos estos años, no sé si como un peso o un motor.
Fue Bonasso, entonces, el primero que nos dijo, como antes Walsh:
-Hay un fusilado que vive.
Nos contaba así la historia de Jaime Dri, el militante montonero que había sido secuestrado en Montevideo, trasladado al ESMA, sometido a “préstamo” al grupo de tareas que operó en la Quinta de Funes, bajo el mando del nefasto Galtieri en la periferia de Rosario, y devuelto a los sótanos de la Marina; él único que había logrado fugarse de allí y vivir para contarlo.
Dri es el muerto que habla en Recuerdos de la muerte, el Livagra de Operación Masacre.
Ahora que lo tengo enfrente, que lo he visto reírse a carcajadas y llorar con mocos, se lo digo con todas las letras y él se queda mirándome fijo, unos segundos eternos. Entiendo por qué.
Si retomo esta historia es porque tampoco parece obvio analizar qué valor tiene un sobreviviente del terrorismo de Estado. Digámoslo entonces rápido y claro: son la respuesta al grito de “Aparición con vida”. Son también el motor que encendió la justicia, la principal prueba, el dedo acusador. En la jerga judicial son testigos. En la historia social, son las víctimas que se ponen de pie y dicen “Yo acuso”. ¿Se puede entonces pedirles explicaciones sobre por qué están vivos?
Se puede.
Lo que no sabe el que los interroga es que la respuesta está en la pregunta: sobrevivir, nos interpela sobre cómo vivir después de una dictadura; pero fundamentalmente, sobre cuándo es ese después y cuánto su fin depende de nosotros.
Depende, nada menos, no del peso de nuestras preguntas, sino del motor que enciende nuestras respuestas.
La mía, ahora, es abrazar a Dri.

Dos de las hijas de Dri -María Virginia y María Paula- junto a su madre Rosario Quiroga. Todas fueron secuestradas en Montevideo y trasladadas ilegalmente al centro clandestino. Un día después, Astiz entregó a las nenas a una tía monja. Rosario fue una detenida-desaparecida hasta enero de 1979, cuando sus captores le permitieron viajar a Caracas, donde hoy viven todas.
Las personas
Jaime Dri, nacido en Chajarí, Entre Rios, 14 hermanos, uno cura, cinco monjas, hijo de un sobreviviente de los bombardeos del 55, padre de Vanesa y Fernando, que fueron secuestrados el de 10 enero de 1977, cuando tenían 6 y 4 años; posteriormente liberados y enviados a Panamá, de donde era oriunda su entonces compañera, Olimpia Díaz. Dri fue elegido diputado provincial por el Chaco, cargo que ejerció hasta el día del golpe y era responsable de la columna nordeste de Montoneros. Viajó a Montevideo, vía Concordia-Salto, para reunirse con su responsable político, Alejandro Barry, a quien sólo conocía por su apodo: El Sopita.
Alejandro Barry había llegado a Montevideo junto a su compañera, Susana Matta, y su hija, Alejandrina, de 4 años. A Susana, Dri la llamaba La Pelada y a su hijita, La Peladita.
Rosario Quiroga, sanjuanina, familia devota, tía monja (ya veremos qué milagro provocó). Trabajaba en la biblioteca de la Universidad de San Juan hasta que fue cesanteada por la Ley de Seguridad del Estado sancionada por la dictadura para perseguir activistas. Su primer compañero y padre de sus tres hijas fue José Luis Herrero, desaparecido en Mendoza el 9 de marzo de 1976. Formó pareja luego con Oscar De Gregorio, a quien todos llamaban El Sordo, responsable de otra de las columnas montoneras. Oscar tenía un hijo, Juan Manuel, por entonces de 7 años, y una compañera del movimiento. Cuando decidió separarse fue sancionado por la conducción: perdió su jerarquía en la organización, aunque no sus responsabilidades. Oscar y Rosario habían escapado de Argentina cuatro meses antes, esquivando la represión. Viajaron a Brasil y luego a Montevideo, donde alquilaron una casa en la zona céntrica, a pocas cuadras de la avenida 18 de julio y a dos del jardín de infantes a donde enviaron a las nenas: María Paula, de 5, María Elvira, de 4 y María Virginia, de 3.
Miguel Ángel Estrella, tucumano, nieto de árabes, pianista virtuoso, discípulo de la francesa Nadia Boulanger (ya veremos qué milagros provocó), joven viudo, padre de 2 hijos -Javier, de 11 años, y Paula, de 8- exiliado en Montevideo luego del golpe. En su chalet del coqueto barrio de Carrasco le dio refugio a una joven pareja que huía de la persecución de los militares argentinos: Jaime Bracony y Luisana Olivera. Otra joven estudiante entrerriana, Raquel Odasso, lo ayudaba cuidando a sus hijos.
María del Huerto Milesi y Rolando Pisarello habían llegado días antes, huyendo con su hija María Laura, por entonces una bebé de 4 meses.

1977, ESMA: foto tomada por el represor Jorge Tigre Acosta. Las nenas fueron secuestradas en Uruguay en un operativo del Plan Cóndor.
Los hechos
Esta historia comienza igual y para todos.
Y comienza con fe.
Primero como católicos, luego como militantes, finalmente como montoneros, cada mujer y cada hombre enredado en este ovillo siguió el hilo que tejía su tiempo y su convicción.
Esta historia no comienza con un secuestro sino con una militancia que hoy recuerdan con orgullo y autocríticas. Cuando llegó la tiniebla del golpe, la mayoría tenía responsabilidades en su militarizada organización y eso los sometió a rígidas disciplinas y aún más rígidas medidas de seguridad. Así llegaron a Montevideo, con documentos falsos y haciendo política clandestinamente.
Lo que comienza, entonces, el 16 de noviembre de 1977 es el horror.
Ese día Oscar De Gregorio regresaba de Buenos Aires a Montevideo. En el puerto de Colonia lo esperaba su compañera, Rosario, que había dejado a las nenas al cuidado de una vecina. Lo vio bajar a las 13.30 del aliscafo y caminar rumbo a Inmigraciones, donde lo detuvieron. Las versiones siempre hablaron de que le habían encontrado una granada dentro de un termo, pero Rosario no cree que sea cierto. Su hijo Juan Manuel me dice ahora que un funcionario del ministerio de Defensa de tiempos de Tabaré Vázquez le contó otra versión: en la guardia había un oficial que sospechó del nombre -Manuel del Corazón de Jesús Mántara, demasiado largo y complicado- y le pasó el documento a otro que, mala suerte, era experto en falsificación.
Rosario vio cómo se llevaban a Oscar hacia otro lado del esperado y decidió no perder tiempo. Tomó un micro, llegó a su casa y le confesó a su vecina la verdad: quién era y qué pasaba. La mujer la ayudó a levantar la casa y cargar a las nenas. Cuando volvimos a Montevideo este abril, buscamos sin suerte la casa. Rosario tenía la esperanza de encontrar a la vecina y agradecerle todo. Especialmente que no le haya preguntado nada.
Luego, se instaló en un 3 ambientes con jardín que alquiló en la zona balnearia de Lagomar, distante a sólo 22 kilómetros de Montevideo, y buscó contactarse con sus compañero. Fue entonces cuando visitó el coqueto chalet de Miguel Ángel Estrella.
Ellos no lo sabían, aunque todos los vecinos se los habían advertido: el chalet de Estrella estaba vigilado. Me lo cuenta ahora un cincuentón amable, que actúa incluso el diálogo que tuvo con Estrella en los días previos a la redada:
– Yo siempre estaba acá, sentado en este muro con mi mate, joven al cuete, cuando lo veo pasar Estrella y le digo: `Están dando vueltas unos tipos raros desde hace días. O te vienen a buscar a vos o me vienen a buscar a mí, así que hay que tener cuidado”.
Estrella recuerda el diálogo y sonríe. “Si hasta mis hijos me abrazaban y decían: ´no quiero perderte también a vos papá´. Por eso estábamos levantando la casa, con la idea de irnos a Europa aprovechando unos conciertos que tenía ya pactados”. La parsimonia de Estrella en medio de este clima de persecución no es solo producto de su filosofía tucumana, que también, sino de su lejana pertenencia a la organización que en esos días parecía ser el único objetivo de la represión. Parecía, pero no.

El abrazo de Dri con Estrella fue en la residencia del embajador argentino en Uruguay, donde compartieron desayuno y recuerdos.
El intento de fuga
Fue Martín Gras, otro detenido-desaparecido en la ESMA, hoy funcionario de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, quien declaró ante un juez uruguayo que fue trasladado clandestinamente a Montevideo y obligado por sus represores a reconocer a quien ilegalmente habían detenido. La declaración de Gras coincide con lo que le contó el funcionario de Tabaré a Juan Manuel, el hijo de De Gregorio: Gras llegó junto al represor argentino Antonio Pernía a un galpón que tenía el cuerpo de Fusileros Navales (FUSNA) en el puerto de Montevideo, donde lo recibió el capitán de navío Jorge Troccoli, un represor uruguayo que escapó a Italia y eludió un pedido de extradición, hoy prófugo de la justicia Ahí se enteró que minutos antes, Oscar había salido con unos militares en auto a marcar una cita. Pernía se puso furioso porque imaginó lo que vendría. Lo que sigue es el relato de Gras: “Pernía salió a buscarlos y en una calle reconoció el coche de los uruguayos sin nadie adentro. Escuchó un disparo: De Gregorio le había pegado al oficial uruguayo; escapó, corrió, entró a un zaguán y ahí el uruguayo le pegó un tiro. En el momento en que Pernía llegó al zaguán, el oficial iba a rematar a Oscar, que ya estaba malherido. Pernía se le tiró encima para evitarlo. El chofer casi le dispara también a él, que estaba de civil”.
Oscar fue trasladado al Hospital Militar en la mañana del 18 de noviembre de 1997. La bala le había perforado los intestinos y el bazo, que le terminaron extirpando, según consta en el parte médico de ese hospital y que forma parte de los documentos que le entregó la Armada uruguaya al presidente Tabaré Vázquez en setiembre de 2005.
Plan Cóndor en acción
Cuando fue al chalet de Estralla, Rosario no sabía que el secuestro de Oscar había puesto en marcha esa tenebrosa maquinaria llamada Plan Cóndor. El pianista estaba de viaje y la recibió Jaime Bracony y Luisiana Olivera, que la pusieron en contacto con Alejandro Barry. La cita fue en un restaurante céntrico y reunió a la mayoría de los protagonistas de esta historia. Dri, que había llegado a Montevideo ese día, María del Huerto y Rolando Pisarello, también recién llegados, más Rosario y Alejandro, que era el máximo responsable político del grupo. Fue él quien decidió que el matrimonio Pisarello y su bebé fueran a vivir con Rosario, porque le parecía segura esa casa de Lagomar, que el caído Oscar desconocía. También ahí se arregló que Dri iría a la casa que los Barry habían alquilado en Atlántida, aunque nadie en el grupo sabía en ese momento dónde vivían. Rosario partió con la pareja a Lagomar, Dri fue caminando con Rolando hasta la casa de Estrella, que tampoco estaba, y regresó a su hotel a esperar que llegue otro día y su cita: quedó en encontrarse con El Nariz en ese mismo restaurante a las 2 de la tarde.
La redada
El operativo comenzó el 15 de diciembre de 1977 y a las 8 y pico de la mañana, cuando Rosario y Rolando salieron de la casa de Lagomar y caminaron hasta la ruta. Rosario siempre creyó que habían sido 2 cuadras, pero son más de 500 metros los que separan la casa con 3 cuartos, jardín y patio trasero de la Avenida Giannattasio. Ahora que estamos allí, conversando con los vecinos de la época, nos enteramos que desde la noche anterior un grupo de militares uruguayos, de civil y armados, había obligado a la señora de enfrente a esconderlos, para vigilar desde allí los movimientos de la casa. Le dijeron que era una cuestión de drogas y la señora sospechó lo peor: no podía ser verdad porque ella había visto en el jardín jugar a las nenas.
A pocos metros de la parada del colectivo con el que pensaban llegar a Montevideo escucharon un grito. Alto. Comenzaron a correr, pero detrás del refugio de la parada se asomaron otros hombres armados. A Rosario la agarraron de los pelos, la encapucharon y la tumbaron en una camioneta, al igual que a Rolando.

La tapa de Mu 55, junio 2012
Nota
Perú: racismo, criminalización y disciplinamiento como trasfondo de más de 60 muertes

Lavaca habló con dirigentes sociales y campesinas, que analizan la represión desatada tras la crisis institucional que dejó al menos 60 muertos, miles de heridos y centenares de detenidos, con imágenes de tanques entrando a la universidad pública incluidas. El rol del Congreso, la figura de Dina Boluarte, la raíz histórica, racista y clasista de la derecha peruana. La ligazón con la agenda extractivista con la desestabilización actual que busca criminalizar y disciplinar a las voces de comunidades y organizaciones sociales que denuncian la situación como «dictadura cívico-militar».
Dina Boluarte tiene más muertos en Perú por la violencia institucional, que días de gestión.
Según la Defensoría del Pueblo de Perú al momento son al menos 56 los muertos por la represión, miles de heridos, y centenares de detenidos. Organizaciones sociales reportan, por su parte, más de 60 muertes. Todo ocurrió en menos de cincuenta días: desde que la vice Dina Boluarte asumió el Ejecutivo el 7 de diciembre de 2022, cuando fue detenido el entonces presidente Pedro Castillo.
Mientras tanto las calles siguen siendo un escenario de marchas y repudios contínuos: solamente el martes 24 de enero la Defensoría del Pueblo registró 85 cortes de rutas nacionales, además de movilizaciones y bloqueos en 39 vías provinciales.
¿Cómo interpretar lo que está ocurriendo?
Melania Canales es dirigenta social de la región de Ayacucho; diez de los muertos pertenecen a esa localidad. Además, es ex presidenta de la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú. Sintetiza así para lavaca los reclamos sociales de los cuales además fue protagonista:
- “Uno de los principales reclamos es que haya un referéndum para la Asamblea constituyente; existe hoy una Constitución de 1993, hecha por el dictador Fujimori, que ha privatizado todo en Perú: luz, agua, carreteras, pistas, empresas mineras. Esa es la Constitución que le da todo el poder al empresariado, es la peor Constitución de América Latina, el empresariado se lleva sus ganancias y no paga nada”.
- ”Esta Constitución ha permitido que la salud y la educación sean un negocio. Prácticamente nos despoja de nuestros territorios colectivos de los pueblos y mujeres indígenas, y no nos permite la participación del pueblo organizado en espacios de poder de decisión. También nos criminaliza. Por eso exigimos referéndum y buscamos una nueva Constitución”.
- “Pedimos también la renuncia de la traidora y asesina Dina Boluarte. Y la renuncia de la mesa directiva del Congreso”.
- “Y exigimos paz. Una paz con justicia. Eso exigimos en el Perú”.
La Universidad atacada
A la cadena de violencia desde el gobierno se sumó la última semana la brutal represión en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) que incluyó el ingreso de 400 policías junto a fuerzas especiales con tanques que derribaron las puertas, disparos y gases lacrimógenos, y donde más de 205 estudiantes fueron detenidos.
Natali Durand es docente de antropología en la Universidad. Dos estudiantes de su clase fueron detenidos, y ella describe: “Ha sido un atropello a la autonomía de la Universidad. Los estudiantes habían abierto las puertas para alojar a las personas que estaban llegando de distintas regiones para marchar”.
Desde todo el país llegaban delegaciones a lo que se denominó la Nueva Marcha de los Cuatro Suyos, y la Universidad funcionaba como alojamiento y espacio de encuentro y logística. Pero cuando entró la policía, explica Natali “quedaban pocos manifestantes, eran más los alumnos que se encontraban dentro de la Universidad, algunos en la toma, otros en la residencia universitaria, eso es muy preocupante porque entraron a la residencia universitaria”. Desde entonces parte de los docentes y estudiantes piden la destitución de la actual rectora Jeri Ramón.
El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) condenó la represión y expresó que “la entrada de la policía a la sede universitaria es una violación flagrante de la autonomía”. Además rechazó la “decisión del gobierno de recurrir a la violencia para enfrentar la crisis en el país”. Y remató: “La actitud del gobierno del Perú se coloca al margen del respeto a los Derechos Humanos”.
La traición de Dina
¿Dónde se encuentra la semilla del actual conflicto?
Responde Natalí Durand: “Para entender la semilla de esto podríamos irnos hasta 200 años atrás, pero creo que ahorita lo más grave ha sido la descomposición política que tuvimos desde 2016 cuando el partido de la señora Keiko Fujimori (hija del ex dictador) ganó la mayoría absoluta en el Congreso. Desde 2016 lo que se generó fue un desbalance de poder a favor del Ejecutivo”.
Sin embargo (o tal vez por eso mismo) el profesor y político Pedro Castillo, con el partido Perú Libre, ganó las elecciones en segunda vuelta a la misma Fujimori, y gobernó desde el 28 de julio de 2021 hasta la declaración de su “permanente incapacidad moral” por parte del Congerso, el 7 de diciembre de 2022. Castillo fue docente de escuela primaria, presidente del Comité de Lucha del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú (SUTEP) y encabezó la huelga docente de 2017.
El 7 de diciembre de 2022 Castillo fue detenido y destituido luego de 16 meses de gobierno. Horas antes había anunciado el cierre temporal del Congreso, pero ante esto sus propios ministros comenzaron a renunciar y a calificar la situación como un autogolpe. Con las fuerzas armadas y la policía en contra, el Congreso trató, una vez más, la moción de vacancia contra el entonces presidente bajo la acusación de “incapacidad moral”. Castillo fue detenido y destituido; juró entonces quien era su vicepresidenta, Dina Boluarte quien, entre otras cosas, tenía en el propio Congreso denuncias por presunta infracción constitucional que fueron rápidamente archivadas.
Dice Natalí Durand: “Si bien es legítima sucesora, se había dicho que iba a renunciar y pedir elecciones. A su asunción la gente la asume como una traición. A su vez, en la derecha no la ven como parte: en el momento en que no le sirva más la van a soltar. Ahora ella les sirve porque el presidente del Congreso no puede ejercer funciones de presidente, tiene que llamar a elecciones en un periodo de 3 a 9 meses como máximo. Ella no quiere renunciar porque sabe que, si renuncia, la van a dejar sola y le espera un proceso judicial fuertísimo”.
La actual presidenta no tiene bancada propia en el Congreso ni un partido que la apoye.
La pregunta entonces es quién tiene el poder hoy en Perú.
La voz desde las calles
Melania Canale, dirigenta social de la región de Ayacucho, remarca que la situación actual puso luz sobre el “racismo y el clasismo en nuestro país”. Sigue: “Perú ha sido el centro del colonialismo: cuando se creó la república peruana hace 200 años se hizo con los descendientes de los españoles, los ‘mistis’ y los criollos, y los pueblos indígenas y afro estuvimos ausentes. Entonces lo que vino fue una dominación de una clase media alta privilegiada. Hay una desigualdad grande, que se ha agudizado, los derechos se convirtieron en negocios, como la educación, la salud, y la participación política”.
Melania define a Pedro Castillo como el primer “marrón” (por el color de su piel) que llegó a la presidencia. Y define: “Hemos sentido que al marrón no lo aguantaban”. A la actual presidenta la llama “la usurpadora”. Dice: “En estos momentos, aunque ella ganó junto a Castillo, representa a la derecha. El Congreso ha sido un obstáculo que a Pedro Castillo no lo dejó gobernar, siempre estaba ahí promoviendo su vacancia. Dina tenía una denuncia, pero la archivaron en el Congreso. Realmente esto se veía venir. Acá, la derecha política del Perú es una derecha arrastrada, que siempre se entrega por completo a la oligarquía”
¿Tiene relación el problema con las agendas extractivistas?
Está muy ligado. Hace poco una funcionaria de Estados Unidos ha dicho que en Sudamérica están el agua dulce, los minerales, el litio. Aquí están paralizadas varias mineras por los reclamos de las comunidades. Hay también contaminación de los ríos, de la tierra, mucha gente con metales pesados en la sangre, y además estos empresarios no dejan nada…
¿A qué atribuís la actual represión?
Es una caza de brujas. En Ayacucho hay 8 detenidos dirigentes y dirigentas de organizaciones, los han llevado hasta Lima, acusados de terroristas. No somos asesinos, no somos terroristas. Están buscando descabezar a las organizaciones, meter miedo, criminalizar y perseguirnos, inventando fantasmas. No hay libertad en este país: por eso decimos que estamos viviendo una dictadura cívico militar.
Nota
Las cosas que hay que hacer para trabajar – Capítulo 1

La nueva serie documental de lavaca: El mundo de la autogestión en Argentina a través de ocho capítulos sobre experiencias recientes de diferentes cooperativas que lograron recuperar empresas vaciadas o quebradas por las patronales. Dirigida por Patricio Escobar, autor de La crisis causó 2 nuevas muertes.
Las cosas que hay que hacer para trabajar Dirección: Patricio Escobar.
Producción integral de Cooperativa de Trabajo Lavaca: Claudia Acuña, Sergio Ciancaglini, Anabella Arrascaeta, Lina Etchesuri, Sebastian Smok, María del Carmen Varela, Franco Ciancagini, Lucas Pedulla.
Fotografía: Lina Etchesuri y Sebastian Smok. Cámara: Patricio Escobar, Guillermo Guevara, Sebastian Smok.
Música: Guido Donato y Tomás Lobov.
Edición: Damián Finvarb.
Nota
Cuatro años de in-justicia por el femicidio de Carla Soggiu

En la Plaza de la Memoria de Pompeya, junto a vecinos, vecinas, otras familias víctimas de femicidios y organismos de derechos humanos del barrio, se recordó este domingo a Carla Soggiu frente al mural que hizo el barrio, a cuatro años del femicidio. Estuvo presente Alfredo Soggiu (foto) el padre de Carla. Sin culpables por el crimen, y sin siquiera un fiscal que lleve adelante la causa, la familia se transformó en querellante e impulsa que se investigue la responsabilidad de Diego Santilli, por entonces Ministro de Seguridad porteño, por la falla en el sistema del botón antipánico que debía protegerla. El ex marido de Carla fue acusado por violación, pero el crimen sigue impune. La idea sobre quién cuida a lxs vecinxs.

“A pesar de que pasaron cuatro años cada día siento más injusta su partida, que le hayan quitado la vida. Tanto su pareja, como el gobierno de la Ciudad, como la justicia, todos la mataron un poco a mi hija”.
Alfredo, papá de Carla Soggiu, está parado en la Plaza de la Memoria del barrio porteño de Pompeya, a cuadras de donde su hija murió. Desde ahí habla. Frente a él vecinos y vecinas que escuchan; a su lado, familiares de otras víctimas de femicidios; y en su espalda, el mural desde donde su hija mira al barrio junto a letras negras que dicen: verdad y justicia.
Ni botón ni GPS
El 15 de enero de 2019, cuatro años atrás, Carla Soggiu pidió ayuda 5 veces apretando el botón antipánico que tenía después de haber denunciado a su pareja. Pese a que el sistema contaba con ubicación GPS, la empresa no pudo ubicarla. Carla estuvo desaparecida hasta que un barrendero encontró su cuerpo en el riachuelo. Según la autopsia, murió por “asfixia mecánica por sumersión”.
Ella tenía un botón antipánico porque días antes, el 26 de diciembre de 2018, su ex pareja, Sergio Nicolás Fuentes, la secuestró, violó y golpeó brutalmente, con su hija menor como testigo. Carla tenía hidrocefalia, los golpes destrozaron la válvula. Cuando logró huir lo denunció ante la la Oficina de Violencia Doméstica, y le dieron el botón antipánico que días después no la protegió.
Con el Poder Judicial en contra
Sergio Nicolás Fuentes fue condenado por la violación a seis años de prisión, pero la causa por el femicidio fue archivada, cuando la familia se enteró ya había pasado un año.
Pidieron entonces que la justicia porteña investigue por qué no funcionó el botón antipánico: el fiscal de primera instancia archivó el pedido.
Apelaron, el fiscal de Cámara también lo archivó.
Fue cuando alegaron que la Ley de Víctimas autoriza que se abra la investigación sin asistencia de un fiscal, y así lograron que se los acepte como querellantes.
En ese punto están ahora, sin fiscal el impulso de la causa depende de la familia. El objetivo es que se investigue la responsabilidad de Diego Santilli, por entonces Ministro de Seguridad porteño, por la falla en el sistema del botón antipánico que debía proteger a Carla.
Dice Alfredo, papá de Carla: “Después de tanto tiempo de lucha, con el acompañamiento de un montón de gente incondicional, recién logramos meter una causa contra uno de los asesinos de mi hija. Más que nunca necesitamos el acompañamiento de todos, que nos ayuden a caminar. Por mis nietos, por mi señora, también por mí. Lo necesito, que me acompañen”.
A su lado están Susana y Daniel, padres de Cecilia Basaldúa, víctima también de un femicidio y de un Poder Judicial que intenta garantizar impunidad en lugar de justicia. Susana explica: “Las familias sentimos mucha impotencia, esto no tiene que pasar más. Tenemos que luchar y acompañarnos porque es lo que nos hace fuertes”. Susana se detiene para nombrar a Roxana, mamá de Carla Soggiu que no está presente, se quedó cuidando a sus dos nietos, hijes de Carla, que hoy tienen 6 y 8 años. Sigue: “Nuestras hijas no pueden volver a la vida pero queremos que descansen en paz, y lo van a hacer cuando haya justicia”.

Vecinos cuidándose
Vecinos y vecinas del barrio forman un semicírculo para escuchar. Entre ellos están presentes los integrantes del Instituto de la Memoria de Pompeya, responsables de cuidar y crear la Plaza de la Memoria donde ocurre este ritual de abrazo hacia la familia. Además del de Carla hay murales dedicados a Ezequiel Demonty (el joven asesinado por la Policía en el Riachuelo), por la Noche de los Lápices, por Hebe de Bonafini, entre otros.
“La lucha se sostiene con amor, con alegría y con memoria”, dice Alberto, integrante del espacio, y cuenta que fue en 2006 cuando se propusieron visibilizar a les desaparecides del barrio, crearon la plaza, y empezaron a marchar juntos.
Pronto se dieron cuenta de cómo aparece la violencia institucional y estatal hoy, dice: “A veces reflota en estas formas: femicidios, travesticidios, desaparición de jóvenes en situación de calle. Los únicos que nos cuidamos somos los vecinos a los vecinos”.
Luego, la foto de Carla se levanta alto y se grita presente, con su sonrisa y su mirada desde la pared.

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