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Resistencia, la ciudad de las mujeres: día uno.

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A manera de diario de viaje, este relato intenta transmitir cómo se vive y se siente el Encuentro Nacional, que este año tiene en Resistencia, Chaco, su cita número 32 y que ya logró reunir a más de 70 mil mujeres en la ceremonia de apertura. Y se esperan más. Qué representa esta ceremonia que convierte a los cuerpos en grito y al espacio público en escenario de intercambio, debate y aprendizaje. Esta es la producción las enviadas especiales de lavaca, con textos de Florencia Paz Landeira, y Lucía Prieto y Luciana Leiras a cargo del reportaje fotográfico.

Resistencia, la ciudad de las mujeres: día uno.

Fotos: Luciana Leiras y Lucía Prieto, para lavaca


En ruta. El Encuentro y las redes que genera exceden por mucho los tres días pautados por cronograma. Y en esa longitud más amplia y profunda, el viaje hacia la ciudad elegida constituye un momento singular. Este año el movimiento hacia Resistencia tuvo sus particularidades. El día anterior estuvo marcado por la noticia del paro de pilotos, que dejó a muchas sin viajar e implicó la suspensión y reorganización de ciertas actividades. En paralelo, para las que se trasladaban en colectivos, fueron otras las preocupaciones. Por distintos medios – grupos de whatsapp, redes sociales, radios – circularon mensajes sobre controles y cacheos excesivos de Gendarmería en las rutas que, más allá de su veracidad difícil de comprobar, generaron miedo. Ya en viaje, a unas cuantas nos sorprendió un accidente vial que detuvo por completo el tránsito durante alrededor de cinco horas. Sin embargo, la frustración que generaba saber que nos perderíamos buena parte de la buena jornada se matizó con la alegría festiva de la auto organización.
Resistencia, la ciudad de las mujeres: día uno.

Fotos: Luciana Leiras y Lucía Prieto, para lavaca


Colectivo. Para las que viajamos desde Buenos Aires, el camino era largo. Una vez subidas a los colectivos, se abrieron espacios, formas de hablar y de mirarnos, apropiaciones del tiempo que ya en sí emergieron como disruptivos. Uno de los tópicos fue compartir experiencias de Encuentros previos, la revolución subjetiva que generó el primero, pero también las tensiones vividas en los últimos años por la represión policial de las marchas de cierre. Aún así, en las narraciones lo que prima es la vivencia de sentirnos poderosas, de terminar el Encuentro con la sensación de quedar investidas del poder de sabernos sujetas políticas inscriptas en un movimiento colectivo.
Resistencia, la ciudad de las mujeres: día uno.

Fotos: Luciana Leiras y Lucía Prieto, para lavaca


Debates. Con tantas horas de ruta y la cadencia del micro, los debates políticos – como la discusión entre abolicionismo y reglamentarismo –, el intercambio de saberes – en torno a los alcances de la Interrupción Legal del Embarazo (ILE), por ejemplo – se mechan con momentos lúdicos y de distensión. Practicar los cánticos para la marcha, tocar la guitarra, compartir la comida, tomar primero mate, después mate con café y ya, al final, algo más cercano a un tereré. Tiene lugar también un intercambio generacional y las distintas formas de participar del movimiento de mujeres. En el mismo colectivo, nuestras edades van desde los 13 hasta los 60, con distintas formas de hacer política y de participar del movimiento de mujeres. En ese compartir y en los diálogos entre generaciones, se gesta un conocimiento mutuo, un lazo que será la base para la experiencia de los días posteriores.
Resistencia, la ciudad de las mujeres: día uno.

Fotos: Luciana Leiras y Lucía Prieto, para lavaca


Desborde. Aunque los talleres se constituyan en espacios más formales de discusión, es afuera, en las calles, en los micros, en las plazas, en las escuelas, donde se definen los temas, donde se reconoce y legitima aquello que vale la pena discutir. La agenda la gestamos entre todas y solo se traduce en propuestas, demandas y hasta políticas y programas de Estado cuando todas las que participamos la discutimos desde nuestros cuerpos. De esta forma colectiva, disputada y vivencial, transformamos nuestras preocupaciones, experiencias e ideas en problemas sociales y políticos. Y bien, en ese camino le iremos a demandar institucionalidad al Estado, pero la legitimidad la construimos nosotras.
Resistencia, la ciudad de las mujeres: día uno.

Fotos: Luciana Leiras y Lucía Prieto, para lavaca


Cuerpos. Los Encuentros, quizás antes que nada, son verdaderas revoluciones de los cuerpos y de las formas de habitar el espacio. La presencia y el movimiento masivo de mujeres, lesbianas, trans y travestis que se generan estos tres días de octubre desafían y trastocan las narrativas y los mapas hegemónicos sobre el comportamiento cotidiano en las ciudades. En estos días, no solamente “ocupamos” los principales espacios públicos de Resistencia, sino que también los hacemos nuestros, los transformamos, de la misma forma en que nosotras somos transformadas por el Encuentro. Un “estar ahí”, por otro lado, que no se da en el vacío, sino siempre en relación a la ciudad que nos recibe, a sus habitantes, a sus gobernantes, a sus políticas y en particular a la reacción que nuestra presencia genera en todxs ellxs.
Resistencia, la ciudad de las mujeres: día uno.

Fotos: Luciana Leiras y Lucía Prieto, para lavaca


Encuentro. Nuestros cuerpos no solo ocupan un espacio, sino que son espacios en sí mismos, desde los cuales nos constituimos en sujetas colectivas, desde donde experimentamos nuestras emociones y desde donde elegimos enlazarnos con múltiples otras. Es en nuestros cuerpos donde las relaciones sociales – como otras – se practican y se viven. Llegamos a Resistencia sabiendo que este Encuentro de cuerpos agitará y enriquecerá nuestros mapas, nuestros deseos, nuestras ideas, nuestras luchas. Llegamos a Resistencia, dispuestas corporal y afectivamente a la transformación.
Resistencia, la ciudad de las mujeres: día uno.

Fotos: Luciana Leiras y Lucía Prieto, para lavaca


Resistencia. Después de 18 horas de micro, a través de la ventanilla una divisó un cartel con la palabra «Resistencia» y se desató la fiesta.
Aplausos, cantos, gritos y sobre todo sonrisas de bocas enteras.
Finamente, estacionamos frente a la escuela asignada y nos bajamos. Con una cadena humana, fuimos pasando los bolsos, las cajas de leche, té y galletitas y los bidones de agua. Nos movimos rápido para acomodar las cosas; queríamos llegar pronto al centro y vernos a la cara con las otras miles de mujeres que vinieron al Encuentro.
Salimos – en grupo, como mandata la regla principal de autocuidado – y la señora encargada de las llaves de la escuela nos acompañó hasta la parada del colectivo. Ella también sabe que siempre es mejor movernos juntas. Lo enganchamos justo, así que corrimos para subir todas.
Veinte minutos después, una chica local nos indicó que ya nos teníamos que bajar. Ella estaba yendo a trabajar, pero nos deseó que lo disfrutáramos. “Nos vemos después”, nos dijo con una sonrisa.
Resistencia, la ciudad de las mujeres: día uno.

Fotos: Luciana Leiras y Lucía Prieto, para lavaca


Aprender. Entramos a la plaza copada por la feria de artesanías y comida. Nos apuramos a ubicar en el mapa las escuelas más cercanas donde se desarrollaban los talleres. No nos queríamos perder de nada.
Un rato después, volvimos con termos recargados para seguir la ronda de mates.
En la plaza central de Resistencia se genera un círculo de movimiento, un remolino.
En uno de los sectores se concentran mujeres de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), con el objetivo de intercambiar sus experiencias. El micrófono circula cargado de emoción y de reconocimiento. En este contexto, los nervios y los silencios se contrarrestan con gritos y aplausos que dan fuerza. «Somos las mujeres de los feriazos, de los verdurazos, de todos los quilombos – dice una con sonrisa orgullosa – y éste es el mejor lugar donde podemos estar». Nos comparten sus estrategias para pensar las formas en que se entrecruzan su posición como mujeres y sus demandas por la tierra, por puestos de trabajo, por mejores condiciones de vivienda y de vida. La Leo, referente de la Cooperativa 18 de abril, comparte que éste es su tercer año; que los Encuentros son para «aprender, compartir, conocernos, darnos fuerza e irnos renovadas y más juntas que nunca”. Cuenta cómo muchas construyeron su militancia como mujeres desde su condición de madres, por asumir las circunstancias desiguales a las que se enfrentan para garantizar el cuidado y alimento de sus hijos y también por querer mostrarles a ellos la importancia del trabajo digno.
Resistencia, la ciudad de las mujeres: día uno.

Fotos: Luciana Leiras y Lucía Prieto, para lavaca


Potencia. Entre abrazos, música y baile, la jornada del sábado se va cerrando y arrancamos la vuelta a las escuelas. Otra vez llenamos un colectivo y lo hacemos nuestro. Cantamos por el aborto legal, por que se acabe la violencia machista y por la unidad de la lucha feminista.
Cantamos, nos miramos y sobre todo, nos reímos como locas.
Por el placer y la alegría de sabernos tantas, tan distintas y tan potentes.
Resistencia, la ciudad de las mujeres: día uno.

Fotos: Luciana Leiras y Lucía Prieto, para lavaca


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Fotos: Luciana Leiras y Lucía Prieto, para lavaca


Resistencia, la ciudad de las mujeres: día uno.

Fotos: Luciana Leiras y Lucía Prieto, para lavaca


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Fotos: Luciana Leiras y Lucía Prieto, para lavaca


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Resistencia, la ciudad de las mujeres: día uno.

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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