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Comisión de Diputados en Esquel: «La hipótesis más fuerte que investiga el juez es la desaparición forzada»

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La Comisión de Derechos Humanos del Congreso Nacional sesionó en Esquel, a 72 días de la desaparición forzada de Santiago Maldonado. También se reunieron con el juez Gustavo Lleral, quien les aseguró que la principal hipótesis en la investigación apunta a Gendarmería y que decidió que los abogados de la fuerza nacional ya no tengan vista de la causa. Una comitiva de la Comisión visitó en prisión al lonko  Facundo Jones Huala y también escuchó a las querellas y a representantes de las comunidades mapuche, en una reunión abierta a la comunidad. Las primeras conclusiones de las y los representantes de todos los bloques parlamentarios fueron expresadas en un comunicado consensuado, que resalta la necesidad de que «las instituciones del Estado construyan un vínculo de confianza” con la comunidad mapuche y que la paz se alcanzará “con una  resolución definitiva sobre el tema de las tierras”. Las impresiones que dejó este viaje en las y los legisladores y la comunidad Pu Lof en Resistencia.

La Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de la Nación con el juez Gustavo Lleral


“Le pregunté al juez si la hipótesis principal era la de desaparición forzada y dijo que sí: esa es la hipótesis que ellos están investigando”, dijo a lavaca la diputada y presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Nación, Victoria Donda (Libres del Sur), tras la reunión de los representantes de todos los bloques parlamentarios  con el juez Gustavo Lleral, que instruye la investigación por la desaparición forzada de Santiago Maldonado. Precisó Donda: “La hipótesis del juez es que Santiago fue visto por última vez durante la represión de Gendarmería”.  La Comisión de DDHH sesionó en Esquel a 72 días de la desaparición forzada del joven de 28 años y recibió los testimonios de integrantes de la Pu Lof en Resistencia del Departamento de Cushamen, de la abogada de la familia Maldonado, Verónica Heredia, de organismos de derechos humanos y también de Noelia, una amiga de Santiago, quien advirtió: “Caerán gendarmes, pero no los verdaderos responsables”.
De esta sesión extraordinaria de la Comisión participaron además de su presidenta, Victoria Donde, los diputados Daniel Lipovetzky (Cambiemos), Facundo Moyano y Horacio Alonso (Frente Renovador), Juan Carlos Giordano y Nathalia González Seligra (FIT), Silvia Horne (Movimiento Evita) y Santiago Igon, Walter Santillán y Oscar Martínez (FpV). Algunxs diputadxs visitaron al lonko Facundo Jones Huala en la Unidad 14 de Esquel, preso desde el 27 de junio a la espera de un juicio de extradición a Chile, causa por la que fue juzgado el año pasado.
Las primeras conclusiones de este viaje fueron sintetizadas en un comunicado consensuado por todos los legisladores que participaron:
“Los miembros de la comisión de Derechos Humanos aquí presentes queremos expresar la necesidad de construir un vínculo de confianza entre las distintas expresiones del Estado y la comunidad mapuche. Es la única manera de lograr el esclarecimiento sobre las circunstancias que lamentablemente terminaron con la desaparición de Santiago Maldonado, así como lo que permitirá arribar prontamente a una solución de fondo. No obstante, la síntesis de ese encuentro es que la resolución definitiva sobre el tema de la tierra es lo que va a traer paz a los sectores hoy en conflicto, comunidades que se encuentran desde hace tiempo en evidente vulneración de sus derechos humanos más básicos.”

La reunión con el juez Lleral


Sobre la visita Soraya Maicoño, vocera de la comunidad Pu Lof en Resistencia, sintentizó en una entrevista realizada por Radio Kalewche: “La Comisión realizó dos hechos concretos y, en ese sentido, importantes. El primero, visitar en prisión al lonko Jones Huala, poniéndose al tanto de la persecución política hacia el pueblo mapuche en general y hacia él en particular. Nos pareció interesante e importante que lo hayan escuchado y hayan observado la situación. Y luego, en la reunión que se realizó después, también pudieron escuchar a todos los hermanos mapuche presentes, denunciando sus problemáticas, que para todos es la misma, y que plantearon la situación con claridad y con precisión. Duró casi tres horas, con gran cantidad de público. Ahora lo que esperamos es que no quede en la nada, sino seguir trabajando con compromiso. Creo que pudieron entender lo fundamental: a Santiago Maldonado lo desaparecieron en el contexto de un reclamo concreto, no sólo en cuanto al reclamo de la tierra, sino de la criminalización y judicialización de ese reclamo por nuestros derechos que el Estado incumple”.

Victoria Donda (Libres del Sur): “El tipo penal de la desaparición forzada debe incluir a las y los funcionarios que por acción y omisión permiten que el delito se siga cometiendo”
¿Cuál es la importancia que la Comisión viajara y sesionara en Esquel?
Victoria Donda: Es importante haber tomado contacto con la comunidad. Los abogados defensores en la ciudad de Esquel tienen que ver que hay un respaldo político. Y, también, involucrarnos y esforzarnos para obtener una solución de fondo, que es la tenencia de la tierra. Eso también se está discutiendo: la desaparición de Santiago Maldonado y la detención de Facundo Jones Huala tienen que ver con la discusión sobre la propiedad de la tierra. Eso es lo que no resuelve el Estado: al dejar el problema latente, cada vez se va agravando más.
¿Cuál es el rol del Poder Legislativo, en tanto uno de los tres poderes del Estado, en el marco de una desaparición forzada en democracia?
Victoria Donda: Primero, evaluar si la legislación que tenemos hoy es acorde a las necesidades. La evidencia es que no. Hay que modificar el artículo N° 142 ter del Código Penal (el que tipifica la desaparición forzada de personas) para que el tipo penal incluya a los funcionarios que, por acción u omisión, permiten que se continúe cometiendo el delito de desaparición forzada. Eso fue lo que expuso en la sesión la abogada de la familia Maldonado, Verónica Heredia. En segundo lugar, también, evaluar la importancia de contar con un protocolo de actuación para fijar cuáles son las acciones que tiene que llevar adelante el Estado ante un caso de desaparición forzada. Como no lo tenemos, cada actor termina haciendo lo que quiere.

La reunión donde escucharon a las querellas y a representantes de diferentes comunidades mapuche.


Daniel Lipovetzky (Cambiemos) : “Estamos aquí para darle apoyo al nuevo juez y mayor seguridad a los testigos”
La diputada Donda contó que efectivos de civil siguieron a su comitiva hasta un bar y les sacaronn fotos. Consultado al respecto, el diputado de Cambiemos, Daniel Lipovetzky, dijo a lavaca: “Hay un clima de preocupación, y eso lo transmitieron las comunidades: desde hace mucho tiempo  hay cuestiones vinculadas a investigaciones e  inteligencia ilegal. Nos contaban que hay una causa donde están involucradas desde el año 2015 un agente de la AFI, dos miembros de la policía y dos fiscales. Es una causa que hay que seguir de cerca, porque es muy grave”.
¿Qué importancia tuvo para usted la sesión en Esquel?
Daniel Lipovetzky: Luego de la primera reunión que tuvimos después de la desaparición de Santiago, yo fui uno de los que dijo que me parecía importante reunirnos en Esquel para darle mayor seguridad a muchos testigos que tenían miedo de declarar. Pasó un tiempo y ahora estamos aquí para darle apoyo al nuevo juez: lamentablemente se perdieron muchos días valiosos con Otranto, que no estuvo a la altura de las circunstancias.
¿Qué evaluación hace de la reunión con el juez Lleral?
Daniel Lipovetzky: Muy medido con sus declaraciones porque no puede prejuzgar, por supuesto, pero sí dijo algunas cosas interesantes. Primero, le preguntamos cuál era el grado de apoyo que tenía de los diferentes poderes, sobre todo del Ejecutivo y las fuerzas de seguridad: dijo que absoluta. Nos dejó tranquilos con respecto a que los tres poderes están consustanciados con la aparición con vida de Santiago Maldonado. Y, por supuesto, que va a profundizar las hipótesis. En base a lo que investigó cree que hay algunas hipótesis que tienen más fortalezas que otras, y sobre esas va a tomar medidas más fuertes.
¿Qué hipótesis tiene más fortaleza que otras?
Daniel Lipovetzky: No lo dijo, pero creo que son las que tienen que ver con las cosas que van surgiendo: una de las posibilidades es que sea una posible intervención de algún miembro de Gendarmería. Otra que va a investigar: va a pedirle información a Chile sobre si hay posibilidad de que Santiago esté allí. También adelantó que va  profundizar la búsqueda de Santiago en los lugares donde posiblemente haya desaparecido, que es en el lugar del corte y del río.
Usted ¿qué evaluación hace del caso?
Daniel Lipovetzky: Hay que investigar todas las hipótesis, incluida la más alta calificación que se le ha puesto a la causa, que es la de desaparición forzada. Por supuesto, en lo personal, no coincido con esa calificación porque no creo que el Estado tomara una decisión de encubrir ni participar en la desaparición. Pero más allá de eso, cuando la Justicia investiga, tiene que investigar hasta la hipótesis más grave, en este caso la desaparición forzada, para ir descartando cualquiera de ellas hasta llegar a la verdad. Desde ahí, me parece que está bien encaminado todo lo que se está haciendo hoy desde la Justicia.
Ante una hipótesis de desaparición forzada, sí hay una participación del Estado: la Gendarmería es una fuerza nacional y quienes participaron son agentes del Estado.
Daniel Lipovetzky: Sí, pero no es una participación institucional orgánica. Todo esto tiene que probarse de manera fáctica, pero lo que yo creo que se va a terminar acreditando, si se certifica la intervención Gendarmería, es la de un miembro que pudo haber cometido un hecho ilícito. Y por ese hecho ilícito tiene que ser juzgado y, si se comprueba, condenado. En Argentina se terminó la impunidad de todo tipo: de los uniformados, de los sindicalistas mafiosos y de los funcionarios corruptos. En ese marco, si hubo un miembro de Gendarmería que cometió un delito tiene que ser juzgado y condenado, pero eso no significa que haya habido una voluntad orgánica de participar en esta desaparición.
El Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU sí puntualizó en el accionar posterior del Estado, en particular sobre el Ministerio de Seguridad, y manifestó su alta preocupación. Un ejemplo: aseguró que el Ministerio introdujo falsas hipótesis dentro del expediente.
Daniel Lipovetzky: El Comité tiene que expresar su preocupación, es lógico. Por eso también como Comisión de Derechos Humanos estamos acá. Habrán hecho algunas consignaciones que le generan preocupación. No tengo tan claro que haya cuestiones en el expediente que hayan sido implantadas desde el Ministerio de Seguridad. De todas maneras, lo que luego hay que hacer es una evaluación, tanto jurídica y política, para ver qué pasó. Pero esa es una evaluación que hay que hacer una vez que se determine qué pasó con Santiago Maldonado.
La propia ministra de Seguridad ubicó a su jefe de Gabinete, Pablo Noceti, en el lugar de los hechos que culminaron con la desaparición de Maldonado. Él también lo reconoció en diversas entrevistas e incluso Gendarmería confirmó en documentos internos que estuvo coordinando las acciones en la Patagonia.
Daniel Lipovetzky: Él vino a una reunión vinculada con la seguridad regional en Bariloche, luego se trasladó a Esquel, pero no por el proceso de desalojo del 1 de agosto que hubo en el corte. Pareciera que ese argumento tiene sentido teniendo en cuenta que si bien era una orden dada por el juez, no parecía tan importante como para que el jefe de Gabinete de la ministra de Seguridad esté acá. De todas maneras, otro miembro de la Comisión le preguntó al juez sobre esto: dijo que lo va a investigar, no en esta causa, sino en la de desaparición forzada. Ahí es donde deberá determinarse si tuvo o no algún tipo de participación. Está bien que haya una hipótesis a investigar: la causa por desaparición forzada tendrá que seguir esta línea.
¿Qué evaluación hace del accionar de la ministra Bullrich?
Daniel Lipovetzky: Hoy le pregunté al juez sobre qué grado de apoyo tenía del Estado y dijo que tenía apoyo absoluto. Y en ese punto es una buena evaluación de lo que está haciendo la ministra hoy, apoyando la investigación judicial. Después – y esperemos que Santiago aparezca con vida y se sepa lo que pasó-, hay evaluaciones que tendrá que hacer el propio Presidente, no ahora sino con la investigación judicial resuelta. Por supuesto que pudo haber habido alguna declaración mejor que otra, pero en general uno tiene que evaluar lo que hizo: sumarios a los gendarmes y poner a disposición de la Justicia el Ministerio. Todo lo otro son evaluaciones políticas que tendrá que hacer el Presidente.

La sesión de la Comisión en Esquel


Nathalia González (FIT): “Le preguntamos al juez por el rol de Noceti”
“Vinimos con muchas expectativas de poder hablar con las comunidades. Es difícil conocer la realidad que viven sin venir al territorio”, dijo a lavaca la diputada Nathalia González, del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT). “Por otro lado, la expectativa era también política: queríamos poder impactar en la región y poder generar un hecho político para conmover al Poder Judicial y al poder político. Eso significaba, también, darle fortaleza a la comunidad para avanzar en encontrar la verdad en la investigación de la desaparición de Maldonado y determinar la responsabilidad de los efectivos de Gendarmería, de los máximos responsables de esa fuerza y de los responsables políticos. Hablando con los vecinos aquí en Esquel la desaparición es una cuestión que a todos angustia, preocupa: han recibido la visita de innumerable cantidad de fuerzas. Es muy intimidatorio y, lo que notamos, es una situación de alerta permanente”.
La diputada González subrayó la dificultad que contó la Comisión para trasladarse a Esquel. “No contábamos con el aval institucional, pero vinimos. Fue gratificante: estuvimos con los organismos que desde el día 1 han denunciado toda la situación de represión y lo que ocurrió con Santiago. También hablaron decenas de referentes de las comunidades de las zonas: no sólo plantearon la urgencia por la aparición con vida de Santiago, sino también las denuncias por el hostigamiento brutal que sufren, incluso estos días. Hubo testimonios de referentes de la comunidad Vuelta del Río, a quienes les quemaron las viviendas después de denunciar el allanamiento del 18 de septiembre. Viven una situación de amedrentamiento y faltas de garantías permanente”.
¿Le comunicaron ese amedrentamiento al juez Lleral?
Nathalia González: Es una cuestión preocupante que le llevamos. Lamentablemente no nos dio respuesta. Preguntamos qué medidas iba a tomar para garantizar la integridad tanto de los testigos como de la familia de Santiago. El juez planteó que él mismo considera que no tiene todas las garantías, que no las puede dar y que está tratando de instruirse en la causa. Es un sabor amargo: no planteaba herramientas para que la comunidad se sienta protegida y poder seguir denunciando. Dijo que tendió un diálogo con la comunidad: él mismo dijo que tenía que hacer toda una serie de maniobras para llegar sin las fuerzas de seguridad, lo que habla de la militarización de la zona. También le preguntamos si tenía una línea de investigación alrededor del principal responsable del operativo donde desaparece Santiago, que es Noceti: se reservó a contestarme. Lo que sí hay que rescatar es que dio lugar a una demanda concreta de la familia: apartó a Gendarmería del acceso de la causa. El juez accedió a ese planteo.
¿Qué dijo sobre la hipótesis de desaparición forzada?
Nathalia González: Se lo preguntamos explícitamente: dijo que desde el día en que asumió la causa hasta el momento no tiene probatoria de otra hipótesis.

Expone ante la Comisión Julio Saquero de la APDH. en la mesa, la abogada de la familia Maldonado, Verónica Heredia.


Silvia Horne (Movimiento Evita): “El conflicto que subyace todo es el problema de la tierra de las comunidades originarias”.
“Pudimos oír los testimonios y el conflicto que subyace y atraviesa todo: el problema de la tierra de las comunidades originarias”, dijo a lavaca Silvia Horne, diputada por Río Negro del Movimiento Evita. “También pudimos reunirnos con el juez, a quien le transmitimos algunas de las preocupaciones que recogimos el día anterior, sobre todo la situación de temor que hay en la población por el nivel de militarización que tiene la zona. Nuestra preocupación era la presencia de Gendarmería en la investigación, pero aclaró que resolvió que no interviniera más ni tomara vista en el expediente. También hicimos hincapié en investigar las comunicaciones del jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, Pablo Noceti, y de la ministra Bullrich, ya que está absolutamente constatado la presencia de Noceti en el lugar, confirmada no sólo por él sino por el ministro de Gobierno de Chubut, Pablo Durán, en su interpelación en la Legislatura”.
Horne dejó en claro que el juez Lleral debe actuar de “forma independiente”. Y agregó: “Nos confirmó que la hipótesis principal es que Santiago Maldonado fue visto con vida por última vez en el operativo que hizo Gendarmería en la zona”.
La diputada fue una de las que visitó al lonko Jones Huala en la Unidad 14. “Nos queda la preocupación de que no corresponde que esté sometido por segunda vez al mismo proceso. Tampoco creemos que corresponda la extradición”.
Horne resaltó que la Comisión estuvo “muy completa”, ya que contó con los bloques con representación en el Congreso. “Estamos muy conformes con haber ido. La comunidad de Esquel también esperaba una respuesta, un espacio donde poder expresarse. Es muy grave que a muchos años de recuperada la democracia hoy estemos viendo estos hechos con una persona desaparecida en un operativo de seguridad. Y ocultando el conflicto de tierras. Argentina tiene una deuda constitucional, ya que el Estado asumió el reconocimiento a la preexistencia étnica y cultural de los pueblos originarios, mientras que el Código Civil reconoce los títulos comunitarios”.

La sesión de la Comisión de Derechos Humanos fue pública.


 

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Sí, podemos: 20 años del No a la Mina de Esquel

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Esquel está cumpliendo 20 años del histórico plebiscito en el que por más del 81% de los sufragios la comunidad votó «No a la Mina» y rechazó así la instalación de la megaminería en la región. A qué le dijeron que «Sí», desde la nota histórica que se hizo desde MU en uno de los tantos viajes, el primero, a la madre de muchas batallas.

El 23 de marzo se cumplieron 20 años del rechazo a la megaminería en Esquel, símbolo de lucha contra los proyectos contaminantes, inconsultos, impuestos en silencio y con violencia, y símbolo también de la democracia participativa, la organización y una lucha que se contagió a otros lugares del país.

En estos días hubo recitales, charlas, caminatas, marcha el 23 de marzo, y este domingo culminará la celebración con un ascenso al cerro Calfu Mahuida, un modo de simbolizar ese contacto permanente de la comunidad de Esquel con la naturaleza.

La historia viva cuenta que un puñado de vecinas y vecinos, que fueron cada vez más, comenzaron a reunirse, a estudiar la situación, a ir a escuelas, clubes, barios, difundiendo capilarmente, en una movilización a la vez inmensa, lo que se estaba tramando para hundir a Esquel en la megaminería. El 4 de diciembre de 2002 fue la primera marcha que reunió a más de 6.000 personas. Nunca desde entonces se dejó de marchar el 4 de cada mes.

Esa creación de movilización involucró otro hecho histórico: se había formado la Asamblea No a la Mina, grupo apartidario, horizontal, democrático, diverso, expresión de las nuevas formas de organización social que emergían en el país tras la crisis de 2001.  

El mecanismo asambleario en el que participaba todo el que quisiera, llevó a presionar la situación hasta obtener la posibilidad de la que se celebraron ahora 20 años: el 23 de marzo de 2003 se realizó un plebiscito en el que la comunidad rechazó por más del 81% de los votos al proyecto que intentaban imponer la empresa Meridian Gold y el Estado. Esquel hizo nacer aquel No, pero además generó un contagio en diferentes lugares en que se manifestaban  conflictos ambientales en todo el país (Gualeguaychú, Famatina, Andalgalá, como emblemas de una actitud ciudadana no ha dejado de crecer hasta hoy frente a diferentes situaciones territoriales, de salud, y hasta de derechos humanos). Se ponía en foco al modelo extractivo.

Desde aquellos años Esquel ha pasado por situaciones de todo tipo que han sido reflejadas tanto en lavaca.org como en la revista MU:

  • la intención de dar vuelta la decisión de la población a través de campañas de acción psicológica y desinformación;
  • el espionaje a vecinas y vecinos que integraban la Asamblea, por parte de la AFI, como forma de amedrentamiento y control social;
  • las presiones políticas y hasta laborales que sufría toda persona involucrada con el proceso asambleario;
  • el contagio fundamental de la acción de Esquel a toda Chubut, que se pobló de asambleas en todo el territorio, incluyendo a las comunidades de pueblos originarios, siempre rechazando los proyectos y negociados minero-estatales;
  • las trampas legislativas detectadas cuando se obtuvo la foto del diputado Gustavo Muñiz (del Frente para la Victoria) chateando por celular con el gerente Gastón Berardi de Yamana Gold, la empresa que había asumido el proyecto para impedir y ningunear la Iniciativa Popular presentada por la ciudadanía para que se convirtiera en Ley;
  • las represiones a los manifestantes en Rawson, cuando la lucha debió concentrarse en la capital provincial; el acoso mediático a toda esta movida en defensa de la naturaleza por parte de buena parte del sistema mediático, dependiente de pautas publicitarias estatales y privadas.
  • Y, por nombrar algo de lo más relevante en los últimos tiempos, el Chubutazo, o “Chubutaguazo”, con que la provincia movilizada logró dar vuelta de un modo comovedor en 2020 un nuevo intento de legislación que bajo el disfraz de una “zonificación” provincial buscaba lo de siempre: ir por la minería. La ciudadanía logró tumbar esa intentona y reponer la ley que prohíbe los megaproyectos extractivos.
  • Otro detalle de estos tiempos: ya hay una tercera generación de integrantes de las asambleas participando plenamente, un sub-17 que demuestra el alcance de todo lo que se ha realizado, también desde el punto de vista inter-generacional.

Esquel fue el nacimiento de la resistencia de Chubut, que no significa solamente un rechazo al saqueo y la contaminación, un No, sino también múltiples Sí:

  • Sí: sí a la vida.
  • Sí a la reivindicación por la positiva de otras formas de producción que no impliquen la destrucción.
  • Sí a la necesidad de licencia social para cualquier proyecto, de cuidado de ambiente como forma de preservación de la vida y el trabajo.
  • Sí a nuevas formas de relación entre lo humano y la naturaleza. A nuevas relaciones también entre las personas para plasmar la idea de que el agua vale más que el oro, y de que el futuro es posible.

Como homenaje a todo eso aquí puede verse la primera de las notas publicadas en MU sobre la asamblea de Esquel: “La madre del No”, para conocer esa experiencia histórica hecha de resistencia, inteligencia, generosidad y, también, alegría.  

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24 de marzo de 2023: Que la memoria (los) ilumine

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Crónica de un nuevo 24 de marzo desde la voz de la gente, que habla de todo: de cuánto estaba el chori la marcha pasada a cuánto está hoy; de la pesificación de los fondos jubilatorios y de las elecciones por venir; de las dos marchas, y de la realidad. La necesidad de seguir enfrentando al fascismo, ¿cada vez más presente?, y la energía que da la calle. El recuerdo de Hebe, la presencia y las palabras de Nora Cortiñas, la partida sin condena de Carlos Blaquier. Lo pendiente: los juicios aún en curso, la falta de respuestas del Poder Judicial y de la política, les desparecides de hoy. La presencia de niñas y niños como herencia de una sana costumbre: memoria, verdad y justicia, ahora y siempre.

Y si de vos
me dijeran que no exististe,
les gritaría que me quedan,
tus ojos tristes,
tu caminar lento,
tu sonrisa apenas esbozada,
tu caricia leve,
y una espera,
una larga espera
de la que no volveremos
nunca,
o tal vez sí…

“Octubre 1976”, de Ana María Ponce, desaparecida.
24 de marzo de 2023: una de las intervenciones callejeras con el Nunca Más como bandera. Foto: Sol Tunni

Ahora es marzo de 2023.

24 de marzo de 2023.

Un pibe alto camina lento, con ojos tristes; el frente y el dorsal de su musculosa negra, cuenta: “Son 30.000 y uno es mi abuelo”. Al lado, su mamá, camina lento, con una sonrisa apenas esbozada. Su musculosa gris, cuenta: “Son 30.000 y uno es mi papá”. Caminan lento porque hay un océano de cabezas, pies y corazones que se dirigen desde el Congreso de la Nación hacia Plaza de Mayo, a reivindicar la Memoria, la Verdad y la Justicia, a 47 años de la noche más sombría.

El pibe alto se llama Thomas Aballay y sostiene un cartel que contiene la foto de su abuelo, cuya sonrisa es tan ancha que parece desbordarse de la imagen. Se lee: “Jorge Oscar Tanco, detenido desaparecido, 16/09/1976”. Dice: “Pertenezco a la agrupación de Nietos de desaparecidos, conmueve un montón estar acá. El Nunca Más no debe quedar en el aire, por eso hay que seguir luchando”. Lo escucha su mamá, Maika Tanco, la hija de Jorge. Plantea deudas de esta democracia en relación a los castigos por los crímenes de lesa humanidad: “Necesitamos hablar no sólo del pasado, sino del presente y del futuro. La cárcel para los genocidas debe ser definitiva; cárcel común, no que estén en sus casas. Además, los juicios están retrasados. En los últimos cuatro años no hubo adelantos significativos y eso quedó manifiesto en que el empresario Carlos Blaquier acaba de morir sin ser juzgado por su complicidad con la dictadura. 47 años después, no es justicia. Y él ni siquiera la tuvo; falleció como inocente, y no lo fue”.

Lo que plantea Maika, minutos después lo confirman en números desde Sobrevivientes, Familiares Compañerxs y Amigxs del Centro Clandestino de Detención «El Olimpo”, emplazado en el barrio porteño de Floresta: “Hoy, 8 de cada 10 condenados por delitos de lesa humanidad están en sus casas cumpliendo las penas que debieran completar en cárcel común”. Desde que se reabrieron los juicios, entre 2006 y 2022 hubo 283 sentencias dictadas, 1115 personas condenadas y 171 absueltas. Hay 15 juicios en curso y 75 causas aguardan fecha de debate. En relación a la falta de celeridad, se debe a la escasez de tribunales orales disponibles. Un ejemplo es el proceso judicial por las violaciones de derechos humanos en el Centro Clandestino “Puente 12”, en La Matanza. El debate, pactado para principios de 2022, recién comenzará el próximo 3 de abril “por cuestiones de agenda”.

Como el mundial

El olor a humo que emana de decenas de parrillas acompañan toda la marcha. Hay olor a chori, hay olor a un pueblo que, pese a ser una fecha que evoca la peor de las crueldades, se hermana, se abraza. Se trata de una fecha para encontrarse y reencontrarse, con unx mismo y con el resto. El barro que se multiplica con el paso de las horas en varios sectores de la Plaza de Mayo refleja la masividad de la cita ineludible. Hay mil banderas de organizaciones sociales, de partidos, de sindicatos; pasacalles, stencils, graffitis viejos y que acaban de nacer; bombos, cánticos, intervenciones artísticas; hay sueños compartidos: “La importancia de estar acá es mostrar que la derecha, los milicos, la policía, no tiene la cancha libre; desearía que fueran menos, pero no lo son, siguen teniendo mucho poder. Entonces, la única defensa que tenemos es la calle”, alza Cecilia, 69 años, de Florida Norte. Y profundiza: “Hay que apuntar a la igualdad social como eje; tenemos alimentos para millones de personas, pero la mitad de nuestra población infantil es pobre. Alguien se la está llevando y es contra ellos que debemos pelear”.

Antes de empezar a marchar, Norita Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, le dice a la lavaca que está “con mucha fuerza para seguir pidiendo Memoria, Verdad y Justicia”; le dice que “el país está cada día peor, porque este gobierno, gobierna para los ricos, y hay que resistir en la calle”; le dice que pasó su cumpleaños (93, el 22 de marzo) “muy feliz, llena de abrazos y de afecto, pero la felicidad nunca es completa y será así hasta encontrar a Gustavo (su hijo, desaparecido)”; dice que el compromiso “debe ser hasta morir” y antes de terminar la charla, en medio de un intenso calor, propone ir tomar una cerveza al final de la jornada.

Lucía Iérmoli tiene 35 años y está embarazada de seis meses. “Las conquistas hay que defenderlas acá, contra el poder concentrado que sigue creciendo. No estar un día como hoy marcaría una ausencia. Que reviente de gente esta plaza es un logro de todas, de todos. No sé cuántos lugares en el mundo tienen un día que reivindique la memoria”, dice, con voz tierna y con Vera en la panza, que también sigue creciendo. A su lado, su amiga Alejandra Spinetta, 59 años, agrega: “No se puede no estar acá; si uno falta, si no se compromete, es dejarle el lugar para que avance la derecha”.

A unos metros, Laura, de 66, está contenta. Muestra una vitalidad que está recuperando, a medida que avanzan las horas: “Es mi primera movilización después de la pandemia; estuve muy enferma, durante muchos años, pero hoy sentía que debía estar con mi pueblo y no me arrepiento: me llena de energía”.

Detrás, una imagen bellísima que retrata a Hebe de Bonafini, en el primer 24 sin su presencia física. Está con sus dos hijos, chiquitos, ambos desaparecidos. Una frase acompaña el cuadro, a 40 años de la recuperación de la democracia: “El día que me muera no me tienen que llorar. Hagan una fiesta en la calle, porque hice lo que quise y peleé con todo como quise”.

Retrato de Hebe de Bonafini: símbolo de lucha y de una época. Foto: Sol Tunni

El 24 de marzo de 1995 a las 6 de la mañana llegó al mundo Victoria Rossi. “Victoria por la frase del Che, de ‘hasta la victoria siempre’, por el concepto del triunfo del pueblo”, rememora Viqui, a metros de la Catedral vallada, en su cumpleaños 28. “A partir de que empecé a militar en el centro de estudiantes del secundario, sentí que los 24 de marzo ya no había lugar para festejos personales, sí para abrazos, sí para estar con mi gente, pero desde un lado más colectivo”. Su mamá y su papá, militantes de izquierda, venían a las marchas mucho antes de que se decretara feriado, allá por 2022: “Desde chiquita fui consciente del valor que tenía esta fecha y me acuerdo que en cuarto grado fue el último cumple que festejé en la escuela. Sin embargo, estar acá es lo más importante en este día; un año no vine y algo me faltó. Decidí que esa sensación no la quiero sentir más”. Y asocia: “Más allá de que esto no sea una celebración, vivo un 24 de marzo como lo más parecido a ganar un campeonato del mundo, porque hay un gran motivo para juntarse: hay orgas, partidos, familias, parejas, gente que va de la mano con quien quiere y eso tiene que ver con la búsqueda de la libertad por la que peleaban las y los desaparecidos”.

Ideas de ayer a hoy

Un hombre cuarentón camina de la mano de su hija. Ambos tienen puesta el mismo modelo de remera que exige “Juicio y castigo”. La diferencia es que una es talle X y la otra es talle S. Expresa Lucas: “Estamos acá por dos motivos: por responsabilidad social y porque mi papá es uno de los 30 mil”. ¿Qué utopías de su viejo hay que traer al presente? “Nunca dejar de hacer política seria y trabajar mucho en los barrios”. Se va a seguir marchando, siempre de la mano de su hija. En su espalda, de su mochila cuelga un pañuelo blanco que denuncia: “Pablo Córdoba, desaparecido”.

Ana Valverde escucha atentamente el documento leído por el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. Tiene 72 años, milita hace 54 y lleva bien alto un cartel con la foto y el nombre de Patricia Gaitán, desaparecida por la última dictadura cívico militar eclesiástica. “La principal pelea de los 70 que hay que dar hoy es cómo lograr la unidad de las y los laburantes”. Dice que es jubilada y protesta porque “el gobierno nacional acaba de confiscar el fondo de garantía de sustentabilidad que estaba en dólares y que por un DNU lo pesificó. Esto no perjudica a quienes ahora somos jubilados, sino también a ustedes, los más jóvenes”.

–¿Vos aportás? –me pregunta.
–Sí.
–Bueno, te acaban de afanar.

Un pasacalle grita: “30.000 razones contra el FMI”; un cartel pegado con engrudo sigue la línea: “Basta de extorsiones del FMI”; desde arriba del escenario, en el documento que leen los organismos de derechos humanos, se agita: “El Poder económico es el gran ausente de este proceso, y su impunidad la seguimos pagando como pueblo, porque nos siguen sometiendo a la miseria, buscando un enriquecimiento sin límites y sin importar los costos”. Abajo, la inflación arrasa. Alberto es de Avellaneda y atiende una parrilla que instaló en la esquina de Avenida de Mayo y Carlos Pellegrini: “En la marcha pasada, el chori estaba 150 pesos, cobrándolo caro; hoy, yo lo tengo 700, como barato; en otros puestos está hasta 900”. A 50 metros, Viviana está sentada en un banquito. En el piso, sobre una lona, expone pañuelos blancos y azules, con la consigna “Nunca Más”. “El año pasado estaban 250 pesos, hoy 500”. Agrega: “Fue muy floja la venta, hoy se vendió mucho menos que en 2022”.

La primera actividad que arranca el 24, a media mañana, y la que cierra, a eso de las 20, se da en Plaza de los Dos Congresos. Es un festival por la memoria donde cantan bandas de heavy metal, que se organiza desde hace 16 años. Quien presenta a las bandas se llama Fernando Ricart, tiene 52 años, un pelo larguísimo y un padrino que estuvo detenido desaparecido: “Se lo llevaron por ser delegado, como si eso fuera un delito. Estuvo un mes y medio desaparecido, pero el daño que le hicieron fue para siempre. Se lo llevaron siendo uno, y me devolvieron a otra persona. Nunca se recuperó”. Andrés, 39 años, escucha la música pesada junto a su hijo de 6. Lleva una remera que se pregunta qué hicieron con Santiago Maldonado. Le pregunto qué ideas de la militancia de los 70 serían importantes que hoy sean prioridad: “Se perdió la perspectiva de un cambio revolucionario real; el peronismo tiene su eje en la Justicia, como si no fuera parte de este sistema que hay que cambiar de raíz; mientras que la izquierda partidaria sigue en la pelotudez, discutiendo en el Congreso sobre concepciones marxistas de hace tiempo, sin pensar en el cambio social actual”.

Rocío y Darío viajaron desde Tandil junto a su hijo Amadeo, de un año recién cumplido, para sentir en vivo y en directo la marcha que tantos años recorrieron cuando vivían en Buenos Aires. “La memoria se construye desde la cuna y las Madres y las Abuelas son la escuela”, recuerda ella. “La mejor manera de reivindicar a las y los desaparecidos es seguir su camino: el trabajo de base que se hacía en esos años”, recuerda él, que al igual que su bebé lleva puesta una remera de Diego Maradona. A su lado está Belén, una amiga de la pareja que por primera vez es parte de esta movilización: “En Tandil es diferente; hay un espacio fuerte y comprometido con los derechos humanos, pero es una ciudad mayormente oligarca; para mí es muy fuerte estar acá. Más que nunca debemos mantener viva la memoria y para eso hay que movernos”.

Memoria en este momento

Hay un graffiti recién pintado en la estación de subte Lima, de la línea A, que reza: “Memoria en este momento”.

Aparece también en paredes, en carteles y en diversos reclamos. Elizabeth tiene 70 años y lleva colgado un cartel que pide “Libertad a Assange, una verdad sin mordaza”. Lo relaciona con el 24 de marzo: “En el caso de Julian, se condena la libertad de expresión, no hay derecho a la información de la población y se expone cómo se persigue a la gente cuando se descubren los secretos de los gobiernos”. Detrás de ella, un stencil negro exhorta: “Abran los archivos secretos de la Dictadura”. Elizabeth tiene tres compañeros desaparecidos: Mónica Epstein, Hernán Abriata y Klaus Zleschank. “De ellos, además de recordarlos, hay que seguir su ejemplo: militar por una mejor redistribución de los ingresos”.

El recorrido desde la 9 de Julio hasta la Plaza de Mayo está acompañado por afiches de la organización La Poderosa con un encabezado: “40 años alimentando la democracia”. Se da en el marco de un proyecto de ley que impulsa el conglomerado de asambleas villeras para que se reconozca con un salario a las más de 70 mil cocineras comunitarias que trabajan en el país sin percibir un salario. ¿Qué implica el reconocimiento laboral? “Un salario ligado al Mínimo Vital y Móvil como base; acceso al aguinaldo, vacaciones, seguridad social, cobertura contra riesgos en el trabajo por enfermedades y maternidad, por invalidez y vida, retiro, acceso a la jubilación y guarderías”, expresan desde el movimiento.

Uno de esos afiches lo tiene a su lado Francisca, que vive en la calle y ahora está delante de un kiosco de diarios cerrado. Tiene una bandeja de arroz por la mitad y una voz que pide escucha: “Se la pasa muy difícil acá”. Y en un puñado de palabras, esgrime una deuda sustancial de la democracia: “Pensemos, ¿cuántos políticos en los últimos años hablaron de la situación de calle, de las villas? Eso dice mucho de cómo estamos”.

Detrás de su lente, la mirada de Oswald, colombiano de 41 años que hace 14 vive en Argentina, fotografía a un pueblo que recuerda sin parar. “Es imposible estar acá y no compararlo con mi país. Allá, pese a que no hubo una dictadura tan marcada, la serie de gobiernos de derecha y los paramilitares han desaparecido a más gente que en cualquier dictadura del cono sur”. Añade: “Por eso es tan importante valorar lo que se consiguió acá. En mi país, el miedo y la violencia aún imposibilita la unión de familiares de víctimas para reclamar en conjunto. En el último tiempo la juventud comienza a jugar un rol clave y para esto la Argentina es un ejemplo a seguir”.

Sobre Avenida de Mayo, un gazebo contiene a un grupo de “peruanos autoconvocadxs” que vocifera por la “dictadura que vive Perú”. Más de 60 caras se alternan con cintas de luto negro, en un antimemorial que estremece. Son las “víctimas del Estado Peruano”. Merly tiene 36 años, nació en Parcona Ica y hace 20 vive en Argentina. “Estamos acá porque también queremos decir Nunca Más. Las muertes tienen rostro y la mayoría son de pueblos originarios, del sur del país”.

Carolina, de 23, muestra su juventud caminando rápido, para no perderle pisada a sus amigos que van un poco más adelante. “Recordar a los desaparecidos de la dictadura es luchar por los desaparecidos de hoy. La derecha sigue avanzando y no lo podemos permitir”. A pocos metros de la Plaza de Mayo, donde desemboca la enorme movilización, Daniela, de 35, vende hamburguesas veganas. En el frente de su heladerita de telgopor está pegado un cartel con los colores de la diversidad, que se pregunta: ¿Dónde mierda está Tehuel? “No se puede aceptar tener desaparecides en democracia. El Estado define de quién se ocupa y de quién no, discriminando a las identidades trans. El racismo sigue, nunca se fue”.

¿Dónde está Tehuel?. Foto: Sol Tunni

Pablo está a pasos de la Pirámide de Mayo. Tiene 36 años, una militancia desde la juventud y un miedo que le recorre el cuerpo: “La democracia vuelve a estar en riesgo; las voces que la amenazan vuelven a tener más peso, que se traducen en persecución, en proscripción, en prohibición”. Suma: “Sufrimos salarios de miseria que sólo lo podremos dar vuelta con una transformación obrera y un pacto social que resguarde un piso que la derecha busca perforar. Para esto, hay que poner el cuerpo como en los 70, porque salvo en determinados momentos como el 2001 o la reforma jubilatoria del macrismo, no pudimos hacerlo en unidad”. A su lado, lo escucha Fidel, su hijo de 8 años.

–¿Por qué estás acá? –le pregunto a Fidel.

–Por la desaparición de los compañeros.

La tarde empieza a caer, la multitud a desconcentrarse y, mientras las paredes siguen pintando preguntas, también se escuchan versos que alimentan la memoria.

Se que algún día dejaré de pertenecer al mundo,
y nunca más podré escribir,
ni hacer el amor,
ni disfrazar la naturaleza con un poema,
ni viajar en los libros,
ni exponer mis ideas.
Por eso en este poema dejo, mar, cielo y luna
mariposas, besos y sirenas,
y me dejo a mí,
porque cuando muera seguiré viviendo en estos
versos.

“Poema para no morir”, de José Beláustegui, desaparecido.
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Nota

24 de marzo: Las sombras de la democracia

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En pocas horas, una marea humana llenará las calles desde el Congreso de la Nación hasta la Plaza de Mayo y sus alrededores. Lo hará marchando en silencio, lo hará cantando, lo hará gritando, saltando, bailando, reclamando. Recordando. Lo hará a plena luz del día. Pero en vísperas del 24 de marzo, el escenario nocturno arroja ya algunas pistas sobre las deudas de la democracia, las que no se ven de día. Imagenes y significados actuales de la memoria despierta.

Por Francisco Pandolfi

Es jueves 23 de marzo, 23.30 y la medianoche está al caer. Y con ella, el inicio de una jornada en la que se recuerda que hace 47 años irrumpió la más cruenta dictadura cívico militar eclesiástica.

La luna, finita, ya es casi imperceptible en una noche especialmente agradable, sin frío ni calor; con una brisa necesaria que hace recibir al otoño con los brazos bien abiertos. En esas calles que pronto serán caminantes abarrotados, ahora pasan otras cosas. Un montón de cosas.

Un pibe de veintipico duerme, literalmente, en una de las puertas del Congreso Nacional, sobre avenida Rivadavia, aferrado a un parlante que hace luces multicolores al ritmo en que suena una cumbia, a un volumen que nada tiene que envidiarle a un boliche top. En la puerta contigua de la casa legislativa, otro tipo duerme arriba de dos viejos colchones.

A la vuelta, la fachada principal sobre la avenida Entre Ríos luce ambientada en una tonalidad azulada. Es imponente la gigantografía compuesta por mucho más que dos palabras: Nunca Más. Detrás, dos logos que sacan una cuenta ineludible: 40 años, democracia siempre.

Me paro en la esquina y también resulta imponente ver cómo viene envalentonada una manada de ciclistas y motociclistas con caparazones rojos, amarillos y naranjas, según la empresa precarizadora de delivery, que pareciera estar disputando una carrera.

Empiezo a caminar por donde en un rato habrá cientos de miles de corazones. No hago treinta metros y ya en la puerta del café Nápoles otra persona duerme en la calle. Cruzo a la Plaza de los Dos Congresos y allí no hay calculadora que resista. Una persona sueña sobre un banco, otras cuatro en una ranchada hecha de cartones y frazadas; otro más allá, tirado sobre su carro; un poquito después, cuatro pibes ríen sobre un par de colchones. A metros, la plaza de juegos está llena de infancias felices, subidas a hamacas y tiradas desde toboganes, encerradas por un cerco de rejas grises.

Aparecen los primeros grupos vestidos con camisetas de Argentina que van llegando desde el estadio Monumental, donde anoche la Selección le ganó a Panamá en el primer partido post conquista en Qatar. Ven lo mismo que yo: una persiana baja de una óptica con un grafitti que dice “Abajo la dictadura de Perú”; una persiana baja de una panadería con un lema que dice “Vivas nos quiero”; una persiana baja de un banco con unas letras que dicen: “Ni olvido ni perdón”. Enfrente, un mural impactante de las Madres de Plaza de Mayo: “La memoria es la patria que soñamos; 30.000 presentes”.

Son las 12 de la noche y entonces ya es 24 de marzo. Ya está latiendo. Un pibe, de no más de 25 años, lleva en brazos a un bebé de no más de dos. Tiene hambre y le pide al kiosquero si no le regala algo. No tiene suerte. Sigue su camino, en búsqueda de algún otro kiosco. Antes, se topa con otros dos pibes durmiendo en una esquina; y después con una pareja que lleva dos carros de bebé, sin ningún bebé adentro. Allí van juntando descartes de otros humanos.

Van, –vamos–, mirando los carteles que están pegados en el trayecto a Plaza de Mayo y que en cuestión de minutos serán tapados por cientos de carteles de organizaciones sociales y partidos políticos referidos al Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia. Una cartulina rosa que pide más tizas y menos balas; otro que interpela: “Me dicen tortillera como si eso fuera una ofensa”; otro que exige “Justicia por Carmen y Liliana”; un dibujo en la acera que exhorta: “No me toques”; otro que recuerda: «Falta Tehuel».

Son las doce y media y otro pibe durmiendo en un banco de cemento que es incómodamente duro, hasta para sentarse. Lleva un pañuelo, que no es blanco: es negro y verde y le sirve para taparse la cara.

Llego a la Estación Lima del subte A. La escalera mecánica sigue funcionando aunque hace rato ya pasó el último subte y las puertas están cerradas. Una mujer está a unos pasos pero no se da cuenta: duerme, en el palier de un negocio. Enfrente, un enorme edificio de la Unión Industrial Argentina. A sus dos costados, dos personas acostadas sobre el piso.

En la 9 de Julio, dos pibes con visera intentan vender los últimos pañuelos descartables que les quedan, aprovechando el cambio de temperatura. En el piso, una ilustración pequeña que a partir del mediodía pasará desapercibida ante las miles de piernas. Lo que no pasa desapercibido es lo que dice: “Ni una menos”.

Hacia el norte, el obelisco; hacia el sur, Evita, iluminada de celeste y blanco. Tras cruzar la que se considera la avenida más ancha del mundo, otra persona tirada en la calle, con una manta de rombos negros y blancos, y con una mochila devenida en almohada. Bares abiertos con un derroche de luminaria encendida; bares cerrados con un derroche de luminaria encendida. Pasan otros tantos ciclistas deliverys confirmando que sí están disputando una carrera. Ni de casualidad leen el graffiti que exclama una deuda interna: “Libertad a las presas mapuche”.

Una pareja de cincuentones caminan en sentido contrario, lookeados como si fueran a bailar unos tangos. No parecen darle importancia a unas letras A4 recién pegadas, que forman una verdad innegable: “El precio del alquiler lo desreguló la dictadura”. Ni tampoco a las y los vecinos de la organización La Poderosa, que llegaron desde las villas 31 de Retiro; Fátima de Soldati; 21-24 de Barracas; 20 de Lugano; entre otros barrios empobrecidos, para hacer memoria desde temprano y comenzar a colgar banderas y pasacalles.

En la Plaza de Mayo y en las cuadras previas, ya abundan los carteles de las organizaciones y partidos que buscaron primerear, ganar un mejor lugar en los registros audiovisuales. Uno que prepondera dice: “Hebe vive en nuestras luchas y en nuestros corazones”. El otro: “Defender a Cristina es volver a Perón”. En un grupo de tres jóvenes que pasa por debajo, el varón le pregunta con ironía a sus dos amigas: “¿Eso es a favor o en contra de Cristina?”.

A doscientos metros de la Casa Rosada, otro hombre duerme en la calle, esta vez en la puerta de una feria artesanal. Y enfrente otro más, al descubierto. A la intemperie.

En la Plaza: el escenario armado. La Policía de la Ciudad armada. La catedral vallada.

A metros, un pibe, un poco pasado de alcohol, se le queda mirando a otro, que está sentado en uno de esos bancos hechos para que nadie se quiera sentar. Lo amenaza con que le va a robar, pero sigue: “Eh, ojo, no te regalés”, le suelta. El otro no le dice nada. Se calla. Detrás, una inscripción con aerosol: “Memoria, es NO al FMI”. Arriba, colgado entre dos árboles, un pasacalle cierra el círculo: “La democracia se defiende en las calles”.

Ahí nos vemos.

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