Nota
¿Cómo hacer el mundo y el periodismo que necesitamos?
Intervención de Claudia Acuña, fundadora de lavaca.org en el panel La exclusión social y la visibilidad mediática, organizado por el Observatorio Social de Medios de la UTPBA (Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires) en el marco de la Feria del Libro (abril 2002). El texto fue reproducido en el libro Conflicto Social, Censura y Medios editado por la Unión de Trabajadores de Buenos Aires (UTPBA).
«Me toca hablar desde la parte sucia de esta profesión. De alguna manera, los dos oradores que me precedieron reflejaron la mirada desde ese refugio en el que se constituido el ámbito académico para quienes tratamos de pensar el periodismo que, luego, tenemos que ejercer todos los días en diferentes condiciones. Allí no hay tiempo ni espacio para pensar, no sólo si lo que estamos haciendo está bien o mal, sino qué consecuencias ocasionamos con lo que hacemos. Desde ese punto de vista, soy una periodista que ha trabajado mucho y mal y bien. He navegado en este barco desde los tiempos de la Guerra de Malvinas hasta hoy, un largo proceso de transformaciones que me permite sacar algunas conclusiones. La primera y más importante: el medio es el mensaje que escribe un periodista.
Hay que hacerse responsable, entonces, de cada cosa que se escribe. No podemos alegar obediencia debida. Es decir, le negaría el poder que tiene la ética personal y las convicciones propias si pensara que estos medios que supimos conseguir son nada más que responsabilidad de unos pocos señores muy malos. Esto que tenemos hoy se consiguió con nuestra complicidad, especialmente con la colaboración de los que todos los días escribimos en los grandes medios y que, por acción u omisión, obtuvimos este resultado. No puedo ponerme afuera del problema: soy parte del problema. Y asumo esto porque también quiero y puedo ser parte de la solución.
Por lo tanto, mi segunda conclusión es que es necesario hacer una distinción entre el trabajo y la vocación periodística, que no es lo mismo que hacer una diferencia entre el arte y el oficio, debate que siempre está detrás del hecho de escribir. La diferencia, en este caso, tiene que ver con la esencia misma de esta profesión: el servicio público que significa dar a conocer noticias. No son nuestras. No son de los dueños de los medios. Las noticias son propiedad de la sociedad y todo el resto de este espectacular negocio y circo no es más que la correa de transmisión de estos mensajes.
Tercera conclusión: una cosa es resolver de dónde sacamos el dinero para pagar las expensas y otra es hacer periodismo. Creo que no debemos confundir una con otra. La mitad de la Argentina está sin trabajo y maneras de ganarse el dinero de manera digna cada vez hay menos. Es cierto. Ahora bien: en esta profesión dar la espalda a la realidad tiene un precio. No darla, también. Los dos son caros. Y hay que estar dispuesto a pagarlos.
No me imagino a ningún jefe de redacción diciéndole a Rodolfo Walsh: «Vení, Rodolfito, mañana se cumple un año desde que asumió Videla. Porque no te escribís una cartita a la Junta Militar que vamos a publicarla en la primera página del diario». La «Carta Abierta a los Comandantes» que le costó la vida y que hoy representa el documento más revelador sobre esa dictadura, la escribió Walsh porque no podía vivir sin escribirla. Decir lo que hay que decir y contar lo que hay que contar: eso es lo que tiene que hacer un periodista donde pueda. Walsh lo hizo en un papel, con una máquina de escribir y con copias en carbónico. No quiero pensar qué hubiese logrado de tener Internet. El se conformaba con agarrar la guía telefónica y mandar copias a las direcciones que encontraba interesantes. Una por una y pagando cada estampilla. Ahora, con lo barato y accesible que es crear un medio de comunicación es posible oír voces diferentes que garanticen la democracia informativa. Y, sin embargo, no se escuchan.
El 19 de setiembre pasado, con motivo del día del periodista, en otra charla y a raíz del impacto que causó el atentado a las Torres Gemelas, hablé de un sistema que se derrumba ante nuestros ojos de manera espectacular y cruel. Dije entonces: «este sistema que se derrumba y nos ahoga con su polvo y nos aplasta con sus escombros es tal cual lo vemos hoy: irracional, violento, injusto. La economía de mercado es talibán. Lo que está en juego hoy es como sigue esta historia. Como hacemos el periodismo y el mundo que viene.»
Esta semana en particular, sin ministro de Economía, sin bancos, sin billetes, con muertos, ya sabemos que el periodismo perdió una oportunidad histórica de estar a la altura de esta tragedia. Los periodistas y no los medios fueron los que se la perdieron. Porque no estaba preparado para hacerlo, porque no quiso hacerlo y porque gastó sus escasos talentos en sostener un sistema que ya no da para más.
No tengo respuestas para lo que sigue después de esta derrota. Solo tengo preguntas, que son mis herramientas de trabajo. Formulo algunas:
¿En qué grado y cómo el periodismo fue cómplice de la construcción de este modelo que hoy se derrumba? ¿Cómo ayudamos a construir uno mejor? ¿Qué vamos a hacer y cómo vamos a hacerlo? ¿Vamos a seguir alegando obediencia debida para seguir contando lo que no pasa y ocultando lo que pasa?
Mi última conclusión es la siguiente: escribamos lo que pasa, lo que creemos que es verdadero y cierto, en donde sea. En Internet, en un papel, en las paredes. Y dejemos de sostener, a precios cada vez más bajos, esos trabajos basuras, porque corremos el riesgo de convertirnos en basura nosotros también.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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