Nota
EITAR sin patrón: la olla, la lucha y el sueño de la autogestión.
La metalúrgica Eitar de Bernal quebró luego de 60 años de producción y los dueños vaciaron la fábrica. Los 240 trabajadores resisten junto a sus hijos en la puerta del lugar, donde venden comida y realizan trueques. Historia de una empresa que hace pocos años era líder en producción nacional y que ahora busca una salida autogestiva. Se puede colaborar con lxs trabajadorxs acercándose a la calle 189 – 950, Bernal Oeste, Provincia de Buenos Aires.
Por Néstor Saracho
Va cayendo la tarde del último sábado de mayo de 2019 en Bernal. Las avenidas comienzan a convertirse en diagonales y las calles, en cortadas y pasajes de tierra. Desde el portón de la calle 189 se ven la parrilla, las mesas con ropa, las banderas y algunos trabajadores y trabajadoras de la metalúrgica EITAR. A su costado, un grupo de peques juega a la pelota y otro a los jueguitos en los celulares de sus madres y padres.
Liliana tiene 18 años de antigüedad como supervisora del sector grupo magnético; Patricia, 16 años de antigüedad como operaria. Entre ambas rearman la historia reciente: “El martes (21 de mayo) a las once, doce de la noche empezaron los mensajes: ´se están llevando cosas, están robando la empresa´. Esa misma noche empezó a venir gente a ver si era cierto, y sí: se habían llevado las CPU, matrices, planos”.
La historia detrás del autorobo es, como en toda recuperada, la historia de un vaciamiento a espaldas de los trabajadores. Patricia: “El día anterior, el gerente de producción le había pedido las llaves a los chicos. ¿Qué hicieron? Se llevaron todas las matrices, todos los planos y de las CPU toda la información contable que se guarda acá en las oficinas y los programas de operación de maquinarias”. Un compañero suma: “Los planos de las piezas y cómo preparar las máquinas lo tengo todo acá, en la cabeza. Lo que sí es necesario son las matrices. Son muy caras de mandarlas a hacer”.

Foto: Néstor Saracho.
¿Cómo se llegó a esto? Los trabajadores hablan de “malos manejos” y de “falta de inversión” ante una crisis que empezó con la apertura de las importaciones, pero que no había impactado aún sobre el ritmo de producción. Patricia: “Se venía trabajando bien, no entendemos por qué de un día para el otro pasó lo que pasó. Jamás se hizo la cantidad de termostatos que se hicieron, había trabajo. Venían diciendo que había que esperar a que pase mayo porque después el trabajo se venía con todo. Hasta el último día se trabajó y se entregaron pedidos. El último martes estuvimos trabajando a reglamento para ver si pagaban, porque estaban apurados para preparar los pedidos. El jefe de producción me comunica: ‘Liliana, si la gente quiere irse, que se vayan, total el día no lo van a trabajar. Se le paga el día como una suspensión y que se vayan todos.’ Nosotros nos fuimos todos y nos suspendían hasta el lunes. Ese mismo martes a la noche se llevaron todas las matrices y archivos. Hasta último momento estuvimos con que se venía el laburo con todo”.
Hernán Sosa, operario del sector de quemadores y delegado desde 2009, repasa la historia personal, que es la de su trabajo en EITAR: “En 2003 terminé la secundaria y el 17 de febrero de 2004 empecé a trabajar en contrato por agencia. Estuve así por tres años y medio. Eso lo menciono porque empezaron a decir que hace diez años la empresa daba pérdida. Casualidad: hace diez años nos pudimos organizar sindicalmente. Hemos puesto delegados, luego los tuvieron los supervisores. Nosotros entendemos que la pérdida para ellos era la regularización de ciertos derechos que no se cumplían acá. Antes teníamos horas extras y premios en negro. La antigüedad por agencia también se fue reconociendo. Hemos tenido el caso de una chica que le reconocieron trece años de antigüedad por agencia. Los derechos que fuimos conquistando fueron las pérdidas para los dueños”.
Continúa: “El cambio de gobierno con la apertura de importaciones nos jugó totalmente en contra. Nosotros terminamos un 2015 siendo líderes del mercado, manteniendo el 92% de producción acá. En ese tiempo recién comenzaba a surgir Armengol en Burzaco. Lo que siempre destacó a EITAR es el tema de la calidad: nosotros siempre nos lo pusimos como objetivo. En los momentos que aumentaba la demanda, siempre tratamos de priorizar la calidad”.

Entre los clientes estaban marcas reconocidas como ORBIS, LONGVIE y DOMEC. Si bien llegaron a exportar, en los últimos tiempos la clientela es toda nacional. Una posible competencia, la empresa ARMENGOL en Burzaco, también le está pasando lo mismo: con la devaluación no podían traer material de afuera. Aclara Hernán: “Una cosa era competir con alguien interno y otra competir con el mundo. La apertura de las importaciones nos desbastó. Marcas grandes como ORBIS empezaron a comprar afuera. Arrancamos 2016 con setenta compañeros despedidos e iniciando un nuevo modelo económico y político. Se dejó un premio por presentismo. Las suspensiones comenzaron a tener una vía interna, no ministerial. El último año fue manejarse en el día a día”.
A fines de mayo, los dueños tuvieron una audiencia la Secretaría de Trabajo para ver si remontaban la situación. “Teníamos una esperanza de que ellos quisieran seguir. Pero no. Los trabajadores pusimos el hombro y más para sacar a EITAR adelante. No pagaron a la AFIP, vino el embargo y la quiebra, nos retuvieron los aportes. Nosotros dimos todo y ellos se fueron”.
‘Yo hasta acá llegué, dije. Luego pensé que tengo que seguir por los 17 años que llevo acá la mayoría que estamos acá´: ¿dónde vamos a conseguir trabajo? Hay gente que le falta poquito para jubilarse luego de treinta, cuarenta años de trabajar acá2, reflexiona Liliana.
La empresa, una vida
De un total de doscientas cuarenta personas, ciento cuarenta son mujeres. Dice Liliana: “La mayoría fueron mamás acá. No es un capricho seguir acá. Otras empresas dependen de nosotros.” ¿Cuál es la profundidad de la situación? “Nosotros en EITAR somos 240 personas, pero detrás hay otros proveedores. Nos llamó uno llorando, diciendo que el 90% de lo que produce, lo entrega para nosotros. Un delegado de ECOTERMO, nos llamó diciendo que ellos están mal, que tienen material para trabajar diez días y se le acaba. Entre los proveedores hay unas 20 empresas. Calcule usted cuántos puestos de trabajo se ven afectados por la quiebra de EITAR. La autogestión en este caso ayudaría a evitar que se profundice cada vez más la crisis actual.”
Cuentan que saben trabajar y están dispuestos a seguir. “Ya no habrá un jefe o dos gremios, ya somos todos iguales.” Consultadas sobre otras experiencias de fábricas o empresas recuperadas, Liliana comenta: “No conozco ningún caso”. Patricia: “Vinieron a hablar trabajadores de otras fábricas. Nos dijeron que no es fácil, una muchacha era operaria, otro clarkista. Hay que tener paciencia y aprender mucho. Nosotros venimos, trabajamos y nos vamos. Los que vendían eran otros”.

Foto: Néstor Saracho.
Se viene la temporada de aprendizajes. Sobre la nueva forma de organización: “Ya no seríamos delegados pero continuamos activos como una especie de referentes con la transparencia para informar. Aunque en la asamblea parezcamos ingenuos, lo importante es la transparencia.” Y remata: “En estos tres años, quienes estuvimos padeciendo, sentíamos que se venía venir la quiebra o la crisis de la fábrica pero no en este mes, los gerentes y los de ventas te mostraban los pedidos que había. No lo esperábamos ahora.”
La quiebra tramita en el Juzgado en lo Civil y Comercial Nº 14, del departamento Judicial de Lomas de Zamora, a cargo del Dr. Osvaldo Sergio Lezcano. Él es quien deberá contemplar la idea de la autogestión obrera.
Hernán: “Estamos totalmente en desacuerdo con el modelo de país que estamos teniendo, siempre apoyamos un modelo industrial. Hoy lo escuchamos al presidente diciendo ‘El país se hace trabajando’, nosotros somos los primeros en entender esa frase. Viendo las realidades, quien no entiende es él. Lo toma como un chascarrillo, una frase hecha y para nosotros es piel.”
No queriendo tener una postura electoralista, en algunas fábricas recuperadas el cambio de gobierno fue apoyado por hasta el cincuenta por ciento de los trabajadores. “No creo que hayamos llegado al 50 pero un 20 por ciento, seguro. Nos insistieron con la campaña del miedo y el miedo es lo que estamos viviendo hoy. Quienes reconocen que votaron el cambio se están arrepintiendo. La mayoría de los empresarios saben que se les viene la noche con la onda verde que les dieron. Este proyecto político y económico nos llevó a esto. El viernes recibimos una donación del Ministerio de siete mil quinientos kilos de mercadería.”
“No queremos un plan social, queremos trabajar”
Explica Liliana: “Acá hay gente con 40 años de antigüedad. Quienes menos antigüedad tienen están hace diez años. Tenemos que formar una cooperativa para trabajar, estamos capacitados para seguir. No queremos un plan social: queremos laburar. Produciendo barrales y válvulas de seguridad, para calefones, estufas y termotanques. Sí necesitamos que el Estado nos dé materia prima para empezar a trabajar, y eso es lo que nos va a hacer falta para empezar a producir”.

Foto: Néstor Saracho.
Patricia analiza: “No entiendo a este Estado. Te da aumentos todo el tiempo, la luz, el gas, la nafta, el boleto, la escuela. El sueldo siempre está en el mismo lugar. A estos (los empresarios) les permiten hacer lo que quieren, no les impiden nadie nada. Hoy dicen: ‘mañana quebramos, mañana echamos’. Somos juguetes porque se lo permiten, a partir de un Estado te deja sin trabajo, sin ingresos y te da aumentos… ¿Cómo hago cuando llegan las boletas de lo necesario? No te digo el cable, el teléfono o un celular: el gas, el agua y la luz. ¿Cómo duermo yo a la noche? Si tengo que comprar para comer y cuando llega la luz, tengo que pagar el aumento. Anteriormente cuando me lo aumentaste, mi sueldo siguió siempre igual. Aumentan 20% la luz y tu sueldo el 3%. Se lo comió tres veces ese aumento. Nunca podemos salir adelante. Para mí que hay algo que está mal: te sentís atado. No puedo creer que sigan cerrando fábricas y ellos quieren hacernos pensar que dejaron todo patas para arriba y nos hacen esto para solucionarlo. ¿Para sacarnos de dónde? Si cada vez me estás tirando más al fondo. ¿Cuándo voy a salir de esto? La cabeza nos explota de pensar. Las empresas siguen quebrando, prendés la tele y todos los días hay una empresa que cierra, que quiebra, que hizo reducción de personal, que no te quieren pagar tus años de indemnización: ‘te vas con lo que yo te doy, si no te gusta te vas con las manos vacías.’ A quien quiere trabajar, no lo dejan y quien tiene trabajo, tiene que trabajar por la mitad. A mi marido en diciembre le pasó lo mismo, está haciendo el mismo trabajo por la mitad del sueldo que tenía. De tener dos sueldos, ahora tengo medio sueldo.”
Sigue Liliana: “Aguantamos un montón de cosas. Que no nos paguen premios, aguinaldo, vacaciones y retroactivos. Seguíamos poniendo el lomo para seguir trabajando.”
Patricia: “Nos pesa en la cabeza las empresas que van a pasar esto, delegados de otras empresas que tienen trabajo para veinte días, ¿y después? Porque esto se va a hacer una cadena, unos van a tener trabajo veinte días, otros diez y esas familias van a padecer lo que nosotros estamos padeciendo. No somos 240 personas nada más, en diez, veinte o treinta días, empiezan a caer las otras empresas.”
“¡Esto tiene que empezar a funcionar cuanto antes!”, dice Liliana: “La AFIP embargó toda la plata que tenían para pagar los sueldos. El Estado tiene que hacer algo. Necesitamos un respiro para poder empezar con la cooperativa. Queremos que nos paguen lo que nos quedaron debiendo, mínimo, ya no pedimos la indemnización. Que el Estado tenga conciencia y nos dé un pequeño alivio. No estamos pidiendo una ayuda, es nuestra plata. Somos laburadores, estamos dispuestos a resignar cosas con tal de trabajar.” Y continúa: “Hemos dejado a nuestros chicos, no hemos ido a actos escolares, capaz que no es importante pero para los chicos es re importante. Siempre dijimos ‘nosotros tenemos que trabajar’, nos perdemos la crianza de nuestros hijos por dar todo acá.”
Los fines de semana vienen todos los chicos, la nieta de Liliana viene todos los días después del colegio. “No los podemos dejar solos. Los matrimonios vienen a la noche y al mediodía a comer acá.” Dice Liliana, quien hizo su casa. Su hija Débora que también trabaja allí tiene dos hijas: Sofía y Luna. Patricia crió a sus hijos Gabriel y Giselle.
Otro logro de la Macrisis, según Patricia: “Hoy estuvimos con las puertas abiertas, haciendo un trueque de ropa por comida. Se vende choripán, bondiola, pizza, tortilla, tortas fritas, pastelitos. Lo que se puede hacer, se vende. Se viene a comer acá. Hay muchos que viven acá cerca, entonces todo lo que vamos juntando es para bancar los boletos para que continúen viniendo quienes viven lejos. Hay más de 10 matrimonios que se conocieron acá, y nos dejaron en La Pampa y la vía. Los mensualizados trabajamos el mes completo y los quincenales tenían que cobrar la quincena. Ni esto pagaron. No tuvieron la dignidad de decir: ‘bueno, me mandé una cagada, nos vamos’… pero nos hubieran pagado el último mes. Nadie tiene un ahorrito, nos dejaron tirados y a la deriva”
El 25 de mayo hicieron un locro. “Los vecinos se portan de diez, apenas ponemos un cartel, vienen y compran. Cuando trabajábamos, habíamos conseguido que puedan entrar al comedor y vender.”
Va cayendo la noche en Bernal Oeste. Entre mates y reparto de bolsas de mercadería, es momento de la rotación. Algunxs compañerxs les toca descansar después de una larga jornada. Otrxs recién comienzan el turno.
Así reparten las energías para sostener la olla, la lucha y el sueño de la autogestión.

Foto: Néstor Saracho
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Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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