Sigamos en contacto

Nota

Se dice de Sin patrón

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Un libro rescata las historias de los obreros «sin patrón»
por Hernán Di Bello
Buenos Aires, 10 ene (EFE).- En Argentina las empresas con empleados convertidos en sus propios patrones pasaron de ser una alternativa al desempleo a un movimiento en permanente evolución que recuperó 162 firmas quebradas y da trabajo a unas 20.000 personas.
Cada uno de esos casos está contenido en el libro «Sin patrón», escrito por cuatro periodistas que durante más de dos años acompañaron un proceso surgido en los albores de la peor crisis económica y social que vivió este país.

Haga click acá para comprar «Sin Patrón» en forma directa

De esa tarea surgió una «trilogía» que incluye un análisis sobre el movimiento, «historias paradigmáticas» con testimonios de los protagonistas y una guía con los datos de las 162 fábricas y empresas recuperadas por sus trabajadores, dijo hoy a EFE Claudia Acuña, una de las autoras.
Sostuvo que para los dos matrimonios que escribieron el libro «fue muy interesante ver toda esa experiencia» de obreros que mantuvieron abiertas metalúrgicas, textiles, alimentarias, madereras y hasta hoteles, entre otras firmas en proceso de quiebra.
En el libro, que ya está a la venta en Argentina, los periodistas canadienses Naomi Klein y Avi Lewis, realizadores de «La toma», un documental sobre el tema que se estrenó el año pasado, consideraron que «las fábricas recuperadas argentinas urbanizaron la propuesta de Los Sin Tierra» brasileños.
Según Acuña, que escribió sin patrón junto a su marido, Sergio Ciancaglini, y la pareja de colegas compuesta por Judith Gociol y Diego Rosemberg, la organización en cooperativas surgió como alternativa para los empleados de «las últimas pymes especializadas» que quedaban en el país a finales de la década de los años 90.
«Como en el año 2000 empieza a ser más rentable la especulación financiera que la producción para estas empresas, los dueños ponen a trabajar la plata y dejan de pagar los salarios. Eso termina en la quiebra y con las persianas de las fábricas bajas», describió.
La periodista explicó que esta situación generó altos niveles de desempleo y para amplios sectores de la población, sobre todo obreros especializados de más de 40 años, significó pasar de formar parte de «la clase trabajadora a convertirse en una no clase».
«Claro que no habría fábricas recuperadas si no se hubiese dado vía libre al capitalismo sin rostro y sin dueño -agregó-. No es el viejo patrón sino el capital especulativo, para colmo protegido por los organismos multilaterales de crédito».
De las centenares de fábricas que volvieron a levantar las persianas por iniciativa de sus trabajadores el libro rescata diez historias que, según Acuña, «permiten entender este proceso», como la de la empresa textil Brukman.
El de Brukman fue uno de los casos más conocidos en Argentina, ya que los empleados, mayoritariamente mujeres, tomaron la planta para evitar su cierre y luego de ser desalojados violentamente por la policía acamparon durante varios meses en una plaza cercana hasta que consiguieron volver al trabajo.
Entre otros logros, las dos agrupaciones que reúnen a fábricas y empresas recuperadas consiguieron la aprobación de leyes para expropiar los edificios y los bienes de las compañías quebradas, que quedaron en poder de los obreros.
Luego de indicar que «las cooperativas de trabajo, que son hijas de este movimiento, sólo en Buenos Aires generaron 3.000 puestos de trabajo en los últimos dos años», Acuña dijo que «se calcula que junto a las empresas recuperadas el sector emplea a unas 20.000 personas».
En un país donde el 14,8 por ciento de la población no tiene empleo, según la última estadística oficial, el movimiento no sólo logró suplir «la falta de política de promoción del empleo del Estado sino la cultura de que el gobierno el soluciona los problemas que le acarrea a la gente por su mala administración», estimó.
Acuña aclaró que de esa «película en movimiento» que captó el libro también surge que «aunque algunas empresas van muy bien, otras siguen teniendo muchos problemas» y «para la gente sólo son noticia cuando son desalojadas o cosas por el estilo».
«Nadie se entera de lo que están produciendo y la idea es mostrar eso en la guía, desde la dirección y el teléfono hasta la forma de organización y la cantidad de gente que trabaja en las empresas recuperadas», manifestó. EFE


Legados paradójicos del neoliberalismo extremo
Los trabajadores sin patrones
Las experiencias de las empresas recuperadas forman parte de una atractiva obra elaborada por el grupo de periodismo Lavaca con el sugestivo título Sin patrón.
Por Daniel Azpiazu y Martín Schorr (Suplemento Cash, Página/12, 20/02/2005)

No hay productividad del trabajo más baja (=0) que la de los desocupados. No hay productividad del capital fijo más baja (=0) que la de la maquinaria inactiva. No obstante, en este último caso, algunos de los propietarios de las mismas se han apropiado de ingentes productividades (financieras) de un capital sustentado –directa y/o indirectamente– en la desactivación de tal equipamiento productivo. Triste e insólita paradoja de una Argentina donde, desde hace largo tiempo, proliferan empresas quebradas con empresarios ricos y ostentosos.

Haga click acá para comprar «Sin Patrón» en forma directa

El detallado y pormenorizado estudio que sobre las fábricas y empresas recuperadas por sus trabajadores acaba de dar a luz el grupo de periodismo Lavaca, con el muy sugestivo título de Sin patrón, es una brillante exposición de las tantas aparentes “sinrazones” de la historia contemporánea de nuestro país: fábricas cerradas y trabajadores expulsados de su “propia condición de ser”. La complacencia oficial e institucional frente a artilugios empresarios se conjuga con la “conciencia en sí y para sí” de trabajadores que vienen luchando, ni más ni menos, por un derecho garantizado por la Constitución nacional: el trabajo.
El minucioso estudio fue realizado por quienes acompañaron durante dos años este trascendente y relativamente novedoso acontecimiento económico y socio-político. A partir de una muy rica y rigurosa gama de hipótesis sobre el fenómeno de la recuperación de empresas por parte de sus trabajadores, el libro que acaba de editar Lavaca presenta, con una gran riqueza analítica y precisión descriptiva, diez de las experiencias más emblemáticas: Zanon, Brukman, Crometal, Chilavert, Sime, Conforti, Comercio y Justicia, Unión y Fuerza, Renacer-Aurora y Clínica Immecc. Además, ofrece al lector un detallado informe sobre los 161 emprendimientos que han logrado reconstituir ese derecho constitucional de “escasa” difusión en la Argentina neoliberal (el de trabajar); todo ello “sin patrón”.
Lo reflexivo
Si bien en el nuevo capitalismo globalizado el “trabajo asalariado se convirtió en trabajo flexibilizado o basura, creando una nueva categoría social, una no clase”, la de los excluidos, en nuestro país dicho fenómeno adquiere una particular intensidad y asume ciertas peculiaridades distintivas. A partir del quiebre que implicó la última dictadura militar y, al decir de Rodolfo Walsh, la “miseria planificada”, sucesivos gobiernos se encargaron de complacer –subsidiar, transferirle ingentes recursos sociales, etc.– a poderosos intereses empresarios condenando a la movilidad social hacia abajo a los sectores medios y a los pobres.
El “poder respaldado por la asociación ilícita entre un capitalismo global especulador, gerenciado por los organismos internacionales de crédito; un Estado cómplice y una burguesía nacional corrupta; es ése el cóctel feroz y decadente que produce el enorme vacío, el agujero adonde van a caer aquellos que, sabiendo que nadie ni nada va a rescatarlos, deciden la única manera de condenarlo”.
La emergencia de empresas “vaciadas” por sus propietarios y los intentos –lamentablemente, no siempre exitosos– de recuperar su fuente de ingresos por parte de los trabajadores, no parece ser un paso hacia la socialización de los medios de producción. Se trata, pura y simplemente, de una estrategia de sobrevivencia y de recuperación de la dignidad para quienes, como decía Karl Marx, no tienen otra cosa que ofrecer en el mercado que su propia fuerza de trabajo.
Quedan múltiples incógnitas e incertezas sobre el futuro de estos nuevos emprendimientos autogestionados por sus trabajadores. Pero de lo que no hay dudas es de que lo normativo-institucional es una de las tantas asignaturas pendientes. Ello, como apuesta de mínima para morigerar laprofunda regresividad distributiva, la hiperdesocupación y la creciente masa de excluidos de la sociedad.
Las experiencias
La muy ágil reconstrucción de una decena de experiencias, en las que se conjugan clarificadoras entrevistas a los trabajadores con la descripción de los hechos que derivaron en el proceso de recuperación, invita a reflexionar en torno de ciertos rasgos comunes:
• inescrupulosas estrategias empresarias en las que lo más lucrativo fue el “vaciamiento” de sus firmas, que se contraponen a una férrea defensa de la propia fuente laboral por parte de los obreros (aunque no exenta de dificultades de todo tipo, como su inclusión en las páginas “policiales” de la mayoría de los medios “hacedores” de la “opinión pública”).
• el sometimiento a acosos, desalojos, presiones y represiones (judiciales, policiales) de la más diversa naturaleza contra los trabajadores que lo único que pretenden es mantener ese vilipendiado derecho constitucional y su dignidad y la de sus familias.
• la casi generalizada despreocupación –cuando no abierto boicot– por parte del sindicalismo tradicional.
• el apoyo y la solidaridad activa de amplios sectores sociales y, en particular, de los vecinos de los establecimientos recuperados.
• la recurrencia sistemática y generalizada a la democracia directa, a asambleas, para la toma de decisiones que comprometieran o involucraran la continuidad de la condición de activos de los trabajadores recuperados y la operación de las empresas.
• formas horizontales de organización que conllevan salarios igualitarios o, en su defecto, asociados a las responsabilidades y/o cargas horarias de los “sin patrones”.
• y firmas que luego de algunas complicaciones iniciales han demostrado un buen desempeño económico.
La visión resultante de la lectura de esas diez historias resulta muy enriquecedora. Este libro, que recientemente ha publicado el colectivo Lavaca (también bajo forma autogestionada y cooperativa: la página web es www.lavaca.org), constituye una referencia insoslayable para aquellos interesados en los nuevos fenómenos sociales de la Argentina posterior al huracán neoliberal.

Nota

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

Seguir leyendo

Nota

Orgullo

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Seguir leyendo

Nota

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente. ©2025 Agencia lavaca.org. Riobamba 143, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa de Trabajo Lavaca ltda. Número de propiedad intelectual: 50682265 - [email protected] | Tel.: +54 9 11 2632-0383

Vistas el día de hoy: 42.549