Nota
Teatro: el crimen machista

Un tiro cada uno reconstruye un femicidio. Con detallada agudeza realiza la arqueología de lo que no debió haber sido. La víctima de femicidio no está físicamente en la escena, pero sí está su voz, su mundo adolescente contado a través del diario íntimo. Los que están son los femicidas, tres pibes que juegan al básquet en un club de Bahia Blanca. Una historia surgida a partir de la investigación de casos reales, que desentraña cómo funciona la maquinaria de la violencia machista. Por María del Carmen Varela.
Cada vez más la temática de los femicidios impregna los relatos de la escena teatral. Cuando el arte es espejo y se deja atravesar por los crujidos de la época, muestra su delicada sensibiliad para poner al descubierto los ásperos relieves de una realidad que duele. Un tiro cada uno, con dramaturgia de Laura Sbdar, Consuelo Iturraspe y Mariana de la Mata, propone mirar de frente la punta del iceberg y el iceberg entero. ¿Desde qué momento se puede reconstruir un femicidio? ¿Desde los instantes previos al desastre o hay que retroceder un poco más? ¿Cuánto más?
Tres chabones
Las actrices Camila Peralta, Fiamma Carranza Macchi y Carolina Kopelioff en la piel y en la cabeza de Nacho, Ale y P, tres chicos que juegan al básquet en un club de Bahía Blanca. A poco de comenzar la obra vemos a “tres chabones”: el recurso de actrices interpretando la masculinidad funciona con tremenda eficacia. Los gestos, la forma de hablar, los chistes, la manera de referirse a Rocío –la adolescente cuya madre trabaja en el club y a quien invitan a un festejo antes de jugar el último partido del campeonato– resuenan en la memoria. Ya los hemos visto y oído. Rocío no está en escena físicamente, aparece por momentos en la voz de las actrices leyendo fragmentos del diario íntimo que escribía, donde hablaba de su familia, de sus secretos y fantasías. Como toda víctima de femicidio, la contundencia de ese vacío tiene un peso insoslayable.
Un tiro cada uno –título que abarca distintos sentidos en relación al drama que se cuenta– fue escrita en el marco de la Beca a la creación del Fondo Nacional de las Artes, en 2016. “Época de auge de feminismos en el país –recuerdan las directoras Laura Sbdar y Consuelo Iturraspe– La vida por ese entonces era casi exclusivamente eso: potenciar el tiempo entre mujeres, ir a marchas, leer sobre violencia de género, darnos abrazos largos. Cuando decidimos experimentar con la escritura colectiva la primera pregunta fue: ¿sobre qué vamos a hablar? Y no nos llevó demasiado tiempo decidirlo”.
Investigaron sobre femicidios en el país, buscaron estadísticas, leyeron a Butler, Almada, Camps, Despentes, Beauvoir, Federici. “Hablamos sin parar sobre el tema, desde esa ventana infinita que se abre cada vez que las mujeres ponemos en común nuestras vivencias, nuestros abusos, nuestras decepciones. Nos obsesionamos y escribimos desde ese hastío, desde ese dolor punzante que parecía hacerse cada vez más grande”.

Laura, Consuelo y Mariana fueron las primeras que interpretaron a los tres pibes que juegan básquet. “Había algo performático y político en esa decisión –coinciden Laura y Consuelo–. La recepción fue muy buena, llevamos a cabo temporadas en algunas salas de Buenos Aires y al tiempo por distintas razones tuvimos que dejar de hacerla”. La obra fue estrenada en 2018 en el 27° Congreso Internacional Iberoamericano y Argentino de Teatro organizado por el GETEA y en las Jornadas de intercambio Binacional de Dramaturgias Latinoamericanas organizadas por la Diplomatura en Dramaturgia del Centro Cultural Paco Urondo.
Ficción y no ficción
Un tiempo después surgió la urgencia por volver a hacerla. Se juntaron con Elisa Carli, asistenta de dirección y resolvieron convocar a tres actrices. Camila, Fiamma y Carolina fueron las elegidas, a quienes ya habían visto actuar en otras obras. Laura y Consuelo, ya fuera del escenario, afirman: “Fue muy interesante poder salir de la escena y ver la obra por primera vez. Inventarla de nuevo pero con la ventaja de haber pasado por ahí. Las actrices hicieron que la obra se resignifique, se ensanche y crezca hacia dimensiones que solo los cuerpos en escena pueden lograr. Aparecieron cosas que habíamos imaginado pero no lográbamos resolver escénicamente: a veces la imaginación no llega pero el cuerpo sí. La potencia individual y la particularidad que trae cada una de las actrices se magnificó en el encuentro”.
La composición de la masculinidad en escena muestra una labor previa muy minuciosa, un trabajo de campo en la memoria como proveedora de material. ¿Cómo habla, cómo se comporta, de qué manera se relaciona esa masculinidad? ¿Cómo va construyendo el patriarcado esos modelos a seguir, a los que hay que parecerse para no correr el riesgo de ser excluido y convertirse en objeto de burla? ¿Qué es lo que fortalece a la maquinaria femicida, de qué se alimenta? Camila, Fiamma y Carolina cuentan a lavaca: “Partimos de la observación y del recuerdo de las masculinidades con las que crecimos y nos vinculamos a lo largo de nuestra vida. Quizá dándole más luz a ciertos rasgos que están cerca del material. Conocimos a estos pibitos en la adolescencia. Fueron tres procesos de construcción distintos, a diferentes tiempos y con distintas pruebas, que convivieron y siempre fueron juntas. En el proceso de ensayos tal vez tomamos cierta distancia de lo emocional, para poder jugar y probar con libertad, para después entrar en lo oscuro”.
La escena es caja de resonancia de esta realidad que lamentablemente no se agota y el arte es herramienta de lucha contra los embates de la violencia machista. Al momento de escribirse esta nota, de acuerdo al padrón del Observatorio Lucía Pérez, en lo que va del año se produjeron 181 femicidios, 216 marchas y movilizaciones contra la violencia patriarcal y hay 111 chiques que quedaron huérfanxs.
Dumont 4040, Santos Dumont 4040
Miércoles, 20 hs
@laurasbdar
@aquicompi
@marianadelamata
@mmafiachina
@carolinakopelioff
@camilasicamila
Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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