Nota
Tercera audiencia por Luciano Arruga: el turno de los policías
Uno de los ex policías del destacamento donde fue torturado Luciano reconoció que fue encerrado en la cocina. La polémica sobre si los sospechosos pueden ser testigos. Este viernes se escucharán los alegatos, a partir de las 12.
Uno de los ex policías del destacamento donde fue torturado Luciano reconoció que fue encerrado en la cocina. La polémica sobre si los sospechosos pueden ser testigos. Este viernes se escucharán los alegatos, a partir de las 12.
La señora con cara de maestra de primaria cruzó la calle vallada a un trote cansino. Eran las 8:45 y el frío congelaba los dedos. La señora, petisa y con lentes, le habló a los hombres que cargaban materiales en un camión estacionado exactamente al frente de la Unión Industrial de La Matanza, el lugar donde desde el lunes se está realizando el juicio contra el policía Julio Diego Torales por las torturas a Luciano Arruga el 22 de septiembre de 2008.
-Mañana cierran. Si llegan a fallar en contra de lo que el público quiere, no sabemos qué es lo que puede pasar.
La señora volvió a cruzar la calle y se metió en la sede local de la Unión Industrial.
La mujer estaba equivocada: mañana viernes no será el día de la sentencia, sino de los alegatos. El Tribunal Oral en lo Criminal N°3 de La Matanza (TOC), presidido por Diana Volpicina, y seguida por Gustavo Navarrine y Liliana Logroño, tendrá hasta cinco días para decidir si encuentra culpable a Torales de las torturas a un chico de 16 años, realizadas donde nunca tuvo que estar: una dependencia policial.
¿Testigos o sospechosos?
Había expectativa y nervios en la previa. Por pedido de la defensa estaba previsto que el Tribunal citara a declarar a seis policías en carácter de testigos. Tanto el fiscal José Luis Longobardi como los abogados de la familia Arruga (María Dinard y Maximiliano Medina, por el CELS, y Juan Manuel Combi, por la APDH-La Matanza) se opusieron. “No son testigos porque no son ajenos al hecho”, manifestaron, y subrayaron que pueden ser coautores de la tortura y sospechosos de omitir y ocultar lo que denunció la familia.
Dos de los policías (Miguel Ángel Olmos y Miguel Osvaldo Soraire) ya han sido condenados por encubrimiento: fueron los que llevaron en el patrullero a Luciano Arruga hasta el destacamento.
Otros tres (Néstor Díaz, Damián Sotelo y Sergio Fékter) están siendo investigados por la desaparición de Luciano, perpetrada aquel 31 de enero de 2009. Estos cinco oficiales, además, estuvieron cumpliendo funciones el día que torturaron a Luciano, al igual que Mónica Viviana Chapero, otra de las citadas. De este grupo sólo declararon Olmos y Chapero. La defensa (comandada por Juan Grimberg e hijo, más Gastón Jordanes y otro ayudante) desistió del resto.
El otro testigo al que la fiscalía y la querella se opusieron es Joel Colla, la víctima del supuesto robo por el que detuvieron a Luciano, excusa con la cual lo llevaron de forma ilegal al destacamento. Del llamamiento se desprendía que la intención de la defensa era desacreditar al joven de 16 años y su familia. Si no: ¿cuál es la prueba que pueden aportar al proceso si lo que se está evaluando es si un chico fue torturado física y psicológicamente en una dependencia policial?
Cuando a las 9:30 el público comenzó a entrar, las dudas ya flotaban en el ambiente.
La moción
A las 10:37 entraron los jueces.
El fiscal Longobardi, antes de convocar al primer testigo, solicitó una moción sobre lo expresado en la audiencia anterior: “Dos de los testigos, Olmos y Soraire, fueron condenados por un encubrimiento que está íntimamente relacionado. El hecho, según se desprende de la sentencia del tribunal de primera instancia, se habría producido desde el lugar de aprehensión hasta el destacamento”. Además, sostuvo que, en la causa madre por torturas, los policías sindicados son tres (además de Torales), y ya fueron solicitadas ruedas de conocimiento para Olmos y Soraire, aunque no se han realizado. El fiscal concluyó con lo evidente: hasta pueden ser coautores de lo que se investiga en esta causa. “Puede ser autoincriminatorio”, precisó.
El juez Navarrine respondió: “Estos testigos fueron propuestos por la fiscalía ya teniendo en cuenta esto. Nos sorprende la contradicción”.
Fiscal Longobardi: “Es una contradicción y hasta lo asumo. Pero prefiero advertirlo antes de que se produzca una vulneración constitucional”.
Jueza Volpicina: “Ya lo sabemos, pero fueron propuestos por la fiscalía y la querella”.
Medina, del CELS, intervino: “No: no propusimosa ningún funcionario policial”.
Los jueces se miraron entre sí, confusos.
Finalmente, procedieron a llamar el primer testigo: Joel Iván Colla.
Pertinencia
Colla es joven, peinado con jopo, un piercing en su ceja izquierda. Trabaja de forma independiente en la construcción y, en septiembre de 2008, iba al colegio Pablo VI de Lomas del Mirador.
¿Algún vínculo con Julio Diego Torales?
“No”, respondió.
¿Algún vínculo con Luciano Arruga?
“No”, repitió.
La primera pregunta de la defensa estuvo referida al colegio al que iba.
“Me opongo”, dijo Medina. “Es impertinente. No hace al objeto procesal”.
El fiscal coincidió.
Jueza Volpicina: “Disculpe, las valoraciones son de ustedes. Acá nosotros no sabemos nada”.
Jueza Logroño: “No insista porque ya lo decidimos”.
Medina (CELS): “Es un hecho ocurrido en un colegio: no forma parte del objeto procesal”.
Los tres jueces se acercaron a dialogar. La jueza Volpicina apuntó que antes de decidir, corría vista de la queja a la defensa.
Defensor Grimberg: “Improcedente. Fue ofrecido por la fiscalía. Estamos en un debate donde el único interés es conocer la verdad”.
El fiscal Longobardi quiso contestar, pero la jueza Volpicina le advirtió que no tenía réplica. El fiscal le citó el Código y apuntó que tiene que correr vista a las partes. “Bueno, a ver”, aceptó la jueza.
El fiscal elevó la voz: “¿Cuál es la pertinencia? ¿Qué importa si robó o no? ¡Lo que se decide es si le pegaron o no, y las consecuencias físicas y psicológicas! ¡No podemos hablar de alguien que no está acá!”.
Los jueces volvieron a juntarse y debatir entre sí. El juez Navarrine tapaba el micrófono para que no se escuchara la deliberación. Finalmente, la jueza Volpicina le corrió vista a los abogados. Medina (CELS): “La pregunta tiene que estar dirigida al objeto del debate (torturas), no del que fue víctima”.
Los jueces se juntaron a hablar por tercera vez.
Silencio absoluto.
Sólo una puerta mal cerrada chirriaba.
La jueza Volpicina comunicó la decisión: “Por unanimidad el tribunal resuelve rechazarlo. Desconocemos al testigo. Me entero ahora de las alegaciones del fiscal. Nosotros no conocemos nada y tenemos que respetar la estrategia de la defensa”.
La presidenta del TOC le pidió entonces al defensor Grimberg que reformulara la pregunta.
Grimberg le pidió que describiera lo que le ocurrió el 22 de septiembre de 2008.
El resumen de lo que declaró Colla: que eran aproximadamente las 10 de la mañana, que estaba con dos amigos, que alguien les dijo “denme todo”, que no le vio la cara, que hizo la denuncia en el colegio, que a la tarde le dijeron que habían detenido a una persona, que aproximadamente a las 15 fue al destacamento con su madre, que le devolvieron los objetos.
Sólo eso.
Nada referido a las torturas que padeció Luciano Arruga.
Nada referido a Luciano Arruga, en realidad.
La remera y el chico
La defensa desistió de otra de las testigos referidas al robo. Su siguiente convocado fue el ex policía Miguel Ángel Olmos.
¿Profesión?
“Estoy desocupado.
¿Y en septiembre de 2008?
“Estaba en el destacamento: era subteniente”.
¿Vínculo con Torales?
“En el horario de trabajo”.
¿Con Luciano Arruga?
“Con la aprehensión”.
Grimberg le pidió que contara qué sucedió ese día.
Olmos relató entonces que hacía una “parada fija”, junto a Soraire, en Ruta 3, frente a Santos Vega (un asentamiento de Lomas del Mirador), “por los ilícitos del semáforo”. Contó que por una llamada del 911 los hacen desplazar al colegio, que de ahí dieron con “la persona” a partir de la “descripción de la vestimenta”, que lo dejaron en el destacamento y volvieron a la “parada fija”.
El defensor Grimberg le pidió que contara una “circunstancia” que le pasó en la dependencia.
Olmos hizo referencia a que tenía otro trabajo, que volvió a las 17 al destacamento para vestirse de civil y que no encontraba una remera que había dejado en el baño. Dijo que le preguntó a su compañera Mónica Viviana Chapero por si alguien se la hubiera escondido, y que ella le respondió que se fijara “en el chico”, que había estado en el baño. “La tenía él, la tenía puesta”, concluyó Olmos.
La abogada Dinard, del CELS, le preguntó si estaba solo.
Olmos le dijo que estaba con Soraire.
¿Quién realizó la aprehensión?
“Soraire”.
¿Dónde fue?
“En la villita, la 12…”. Se refiere al barrio 12 de Octubre, donde vivía Luciano.
¿Testigos?
“No se puede, por la gente que se te viene arriba del patrullero”.
¿Dejaron constancia de ese detalle en el acta?
“No recuerdo”.
Olmos dijo que al llevar “al chico” se notificó al oficial y luego se volvieron. “Quedó a cargo de la oficial Chapero”, contó.
¿En qué lugar?
“El único lugar para tener a una persona es la cocina”.
(Nota: nuevamente surgió en las audiencias que el destacamento policial de Lomas del Mirador no era una dependencia acorde para detenciones. Mucho menos, un menor.)
(Segunda nota: Chapero confirmó que Luciano Arruga estuvo ese día en la cocina.)
Sobre la detención, Olmos dijo que “el chico” estaba “parado en el barrio”.
No recuerda si estaba solo.
Tampoco la calle.
Medina señala una omisión del lugar y, luego, una contradicción con los datos que está dando respecto a los que había declarado en instrucción. Le leyó la declaración: “Al llegar a la calle Perú y Bolivia, costeando Perú, fue que vieron a dos masculinos”. ¿Recuerda ahora?
Olmos dijo que no, pero contó que se metieron por los pasillos y que Soraire fue el que lo tomó de la mano. Apuntó que se lo palpó de armas y se encontró “un celular y un mp3”.
El abogado Combi, de la APDH La Matanza, le preguntó por la remera. “Él me la dio”, contestó. “Chapero me dijo que era el único que había entrado al baño era el chico”.
¿Con quién estaba, dónde? Olmos: “En la cocina, con Chapero”.
Combi pidió que constara en actas.
Luego le preguntó cómo quedó vestido: “Con lo que tenía puesto”. ¿Se puso otra remera?
“Tenía un buzo, mi remera y otro buzo”.
Combi volvió a pedir que constara en actas.
“Torales”
El primero de los jueces que habló fue Navarrine. Le preguntó por qué estaba desocupado.
Olmos le contestó que lo echaron hace 4 años, “por encubrimiento”, cuando le faltaba un mes para cumplir 24 años como policía.
Luego le consultó si era “normal” que un aprehendido fuera al baño, ya que “hay medidas de seguridad” para que no se autoagreda.
Olmos dijo que en ese momento estaba Chapero, la ayudante de guardia Sandra García y el propio Torales.
Juez Navarrine: “¿Le sacaron los cordones?”.
Olmos: “No”.
Luego le consultó si tenía algo que destacar de la familia del joven.
No recordó.
Jueza Logroño: “¿A quién le entregó el aprehendido con los objetos?”.
Olmos: “A la oficina”.
La jueza: “Es un habitáculo. Yo pregunto a quién”.
Olmos: “Al oficial de servicio”.
La jueza: “¿Quién?”.
Olmos: “Torales”.
La jueza Logroño le preguntó luego por el examen médico que se debe realizar en todas las aprehensiones.
El ex policía respondió que llevaron con Soraire “al chico” al Cuerpo Médico. Era mediodía.
Ninguno tuvo más preguntas.
Nadie preguntó si era normal llevar chicos a una dependencia que no podía albergar detenidos.
El problemita
Miguel Osvaldo Soraire, el otro policía que estaba con Olmos ese día, también condenado por encubrimiento, fue desistido como testigo por la defensa de Torales.
Llamaron a Mónica Viviana Chapero.
Entró, caminó, se sentó.
¿Dónde trabaja?
“Comisaría de Altos de Laferrere”.
¿En 2008?
“Destacamento de Lomas del Mirador: teniente”.
¿Vínculo con Torales?
“Compañero”.
¿Vínculo con Luciano Arruga?
“No”.
El defensor Grimberg le pidió que contara qué pasó ese día.
“Pasaron muchos años”, comenzó Chapero.
El 22 de septiembre ella estaba como ayudante de guardia (por falta de personal) y Torales como oficial de servicio.“Cerca del mediodía, baja el móvil con un chico. Lo pasan al oficial y yo me retiro”.
Siguió: “Lo requisan, se lo llevan al Cuerpo Médico y lo dejan en la cocina. Yo estaba ahí”. El defensor Grimberg pidió que constara en actas.
Le pidieron las dimensiones de la cocina. “Grandecita”, dijo. “Como de 4 metros por 3”.
Defensor Grimberg: “¿Estuvo ese tiempo permanentemente con él?”.
El fiscal Longobardi intervino: “Me opongo. De surgir lo que sugirió la postura de la fiscalía…”.
La jueza Volpicina interrumpió. Le dio la razón: “Sí, tratemos de evitar para no caer en un problemita”.
Chapero dijo que fue un día normal (“como siempre que se trae una persona demorada”), que después llegaron “los chicos del colegio a denunciar”, y “la mamá y la hermana”. Dijo: “Gritaba, pero estoy acostumbrada”.
Nuevamente intervino el fiscal Longobardi: “Solicito la nulidad del testimonio en base a que todo puede ser utilizado como elementos autoincriminantes”.
La jueza Logroño lo retó: “¡No puede hacerlo con la testigo adelante!”.
La jueza Volpicina ordenó: “Terminemos y luego hace la petición”.
“Torales”
La jueza Logroño le preguntó a Chapero si es normal que griten.
“Hay veces. Hay mujeres que se enojan y entran gritando”.
¿Por qué gritaban?
La oficial: “Entró enojada. No me acuerdo. Le hablaba a Luciano y le contestaba”.
Chapero dijo que no recordaba el diálogo.
Navarrine le preguntó quiénes estaban presentes ese día en el descatamento.
“Sosa, Olmos, Soraire”, respondió. “No me acuerdo quién recorría con Sosa”.
El juez: “¿Quién estaba a cargo ese día?”.
Chapero: “Torales”.
El juez: “¿Qué tiempo estuvo con él?”.
Chapero: “Desde que lo trajeron del Cuerpo Médico hasta que vino el tercio entrante”. Les pidió que se hagan cargo, porque ella tenía que hacer otras cosas. Según especificó, eran las 17 horas.
Logroño: “¿Qué es un tercio?”.
La oficial: “Hay 4 efectivos que trabajan hasta las 17. Después entran otros de 17 a 09”. Chapero se agarró la cara, nerviosa, cuando le preguntaron por los relevos y ella se confundió.
Logroño le preguntó a quiénes relevaban.
Chapero: “Al personal que recorre el móvil y al ayudante de guardia”.
No se acuerda quién entró, pero dijo: “El oficial de servicio no cambia. Laburan día de por medio”.
El defensor Grimberg pidió que constara en actas. Luego le preguntó a qué horario se retiró. Chapero dijo que todavía era de día: 18:30 o 19 horas.
Luego, el defensor Grimberg dijo que liberaban de reserva a Vanesa Orieta (no podía estar entre el público porque la defensa pidió su reserva) y que desistían del testigo Damián Marcelo Sotelo.
No hubo más preguntas.
Chapero se levantó y se fue.
La sospecha
La jueza Volpicina miró al fiscal Longobardi y le dijo: “Ahora sí”.
Longobardi insistió con sus planteos. “Pedimos la nulidad y/o exclusión probatoria”, subrayó, en referencia al testimonio de Chapero, ya que se ubica en el mismo espacio y en la misma hora con Luciano Arruga. “Puede ser autoincriminatorio en caso de condena”, sostuvo. “Se ubica en tiempo, espacio y lugar, no haciendo nada ante los hechos”. Además, agregó que la declaración que la oficial prestó “bajo juramento de ley” podría “generar o frustrar” cualquier otra investigación.
Los abogados de la familia Arruga adhirieron. “Lo que preveíamos, ocurrió”, agregó Medina, del CELS. “Independientemente de la sentencia, hay una posible y grave sospecha sobre Chapero. El testigo debe ser una persona ajena al hecho. Y acá hubo una transgresión a la norma sobre quién es testigo”.
El defensor Grimberg los chicaneó: dijo estar “perplejo”, ya que la querella y la fiscalía “estaba defendiendo” a una persona que “participó de una tortura”.
La jueza Volpicina comunicó que el Tribunal difería de la nulidad planteada.
La presidenta del Tribunal llamó a un cuarto intermedio hasta mañana viernes, a las 12.
Será el turno, finalmente, de los alegatos.
Eran las 12:17 cuando los jueces abandonaron la sala.
Nota
La Estela: tierra guaraní en escena

Las actrices Casandra Velázquez e Ivana Zacharski crearon un unipersonal sobre una niña litoraleña que descubre aventuras al amparo del monte misionero. El calor agobiante, la siesta obligatoria, los árboles de yerba mate y las leyendas de ese territorio se cruzan con la inspiración de Clarice Lispector como punto de partida.
Por María del Carmen Varela
A la hora de la siesta el pueblo entra en una pausa obligatoria barnizada por un calor agobiante. Ni el sueño ni el sofoco detienen a la niña, que abandona su cama con sigilo y logra escapar al amparo del monte. Encuentra en la intemperie el abrigo que no es costumbre en su casa. Cada día la espera una aventura distinta, aunque no siempre hay juego y risas. Rebelde, divertida, decidida, busca compañía para sus andanzas y si no la encuentra, transita en soledad. La salvación a cielo abierto, la naturaleza como sostén y una fascinación: “La Estela”.
La actriz y bailarina Casandra Velázquez y la actriz y directora de teatro Ivana Zacharski dieron luz a esta niña litoraleña sumergida en la vastedad de un paisaje indómito y deslumbrada por Estela, la joven esquiva con mirada de pantera. Ivana y Casandra se conocieron a sus 18 años tomando clases de actuación con Pompeyo Audivert en el Teatro Estudio El Cuervo, poco tiempo después de que cada una viniera a estudiar teatro a la Capital. Casandra nació en Rosario y creció en Venado Tuerto (Santa Fe), Ivana es de Apóstoles, Misiones, donde se desarrolla esta historia que juntas llevaron a escena. Este universo, recorrido por Ivana, de tierras guaraníes surcadas por árboles de yerba mate y leyendas de peligros a la hora de la siesta, fue la inspiración para La Estela.
Ivana tenía ganas de dirigir un unipersonal y eligió a su amiga Casandra para actuarlo. El punto de partida fue un cuento de Clarice Lispector: La relación de la cosa. Casandra: “Los primeros encuentros fueron sin texto, nos acercamos a la obra desde el cuerpo, la respiración y la carne. En los primeros ensayos bailé un montón, unas danzas extrañas, medio butohkas, transpire, canté, corrí, toqué el bajo. Ivana empezó a escribir y yo a probar y actuar todos esos textos e hipótesis, el insomnio estaba presente, la obsesión con el tiempo, los fantasmas del futuro, algo vinculado a la materialidad del agua y el devenir del río. Aparecieron unos cuentos protagonizados por distintas niñas en paisajes litoraleños. Nuestro personaje de ese momento: una mujer en medio del insomnio, se contaba esos cuentos a ella misma para poder dormir”.

Foto: Gentileza La Estela.
Después de que Ivana hiciera un taller de escritura con Santiago Loza y Andrés Gallina, la historia fue tomando fuerza. Cuenta Casandra que algo se abrió y comenzó a aparecer la trama: “La obra apareció y nos empezó a hablar. Nos metimos adentro de esos cuentos, de esos paisajes y de esas niñas y dejamos de lado todo lo demás. Apareció algo muy mágico entre nosotras, algo de eso que las obras permiten, que es crear un universo común, descubrir conexiones y relaciones nuevas. Sentía que la obra estaba apareciendo y tenía voz propia, apareció el cuerpo de la obra y una forma de narrar”. Casandra recorre el escenario y su fuerza expresiva invita a adentrarse en la historia de esta niña llena de vitalidad y asombro. La vemos en su habitación, presa del calor de la tarde, en busca de libertad y juego, invocando protección divina cuando algo se le escapa de las manos, trabajando en el puesto rutero, pateando una pelota, como se patea a la injusticia, hipnotizada al descubrir la mirada felina de “la Estela”.
El entusiasmo de la juventud, las tragedias inesperadas, las súplicas, el goce de la novedad caben en ese cuerpo palpitante de sueños. Ivana y Casandra apelaron a sus propias vivencias para hilar la narración. Casandra: “Las dos pasamos nuestras infancias y adolescencias medio punkis en distintos paisajes litoraleños, lejos de esta ciudad, sus ritmos y velocidades. Había algo de ese universo común, de elegir siendo muy chicas irnos de las ciudades donde crecimos, que empezó a operar, casi telepáticamente. El ejercicio de revisitar esos paisajes y poblarlos de ficción fue fascinante, mirar el mundo con ojos de infancia nos abrió mucho permiso y nos devolvió mucha vitalidad, nos permitió vincularnos con la violencia, el dolor y la crudeza de crecer desde un lugar de mucho delirio y mucho juego. La obra es bastante impune en ese sentido, el relato no pide permiso, ni da explicaciones, sólo sucede. Justicia poética, decimos, un conjuro de liberación”.
Al cabo de dias de ensayo, la voz de la niña litoraleña comenzó a asomar y Casandra hizo un trabajo específico con la coach vocal Mariana García Guerreiro. El actor Iván Moschner también se sumó a pulir el fluir de la voz. Escuchar radios misioneras, discos y entrevistas a Ramón Ayala y otrxs artistas misionerxs colaboró con esa tarea. La niña que sube el escalón hacia la adolescencia, la que se enfrenta al monte y sus amenazas, se abre paso en la oscuridad con la lumbre de su irreverencia. Salvar y ser salvada, desafiar la imposición de la siesta, para correr a soñar despierta.
La Estela
El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960, CABA
Sábados a las 18 hs, hasta el 27 de septiembre
@laestela.obra
Nota
Litio: nace un nuevo documental

Este viernes 29 de agosto se presentará un nuevo contenido de Cooperativa de trabajo lavaca: Litio. Un documental dirigido junto a Patricio Escobar que refleja la lucha de las comunidades originarias y el paralelismo entre la reforma (in)constitucional de Jujuy, como experimento hacia la Ley Bases votada a nivel nacional.
“Te cuento esta historia, si me prometés hacer algo. ¿Dale?”.
Así arranca el documental Litio, una historia de saqueo y resistencias, que continúa…
Un documental independiente y autogestivo de cooperativa lavaca y dirigido en conjunto con Patricio Escobar, que traza un hilo conductor entre la reforma (in)constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Este proyecto tiene algunas particularidades: por un lado, no se trata de una única pieza audiovisual, sino de varias. Una más larga, de 22 minutos; y otras más cortas, de menos de 6 minutos. Por otro lado, se propone un documental en construcción permanente, al que se le irán agregando nuevas piezas de una cadena extractivista que parece no tener fin. Para esto, creamos una página web (que también estrenaremos el viernes 29) en la que iremos agregando los nuevos eslabones que surjan a futuro relacionados al oro blanco.
LITIO muestra cómo viven las comunidades de la puna jujeña en la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, y a la par, zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. Dato insoslayable: para obtener un kilo de carbonato de litio se utilizan hasta dos millones de litros de agua. Las imágenes se entrelazan con los ostentosos congresos mineros, la represión policial a las manifestaciones por la reforma (in)constitucional y la resistencia de un pueblo que no otorga la licencia social a la explotación minera.
“¿Cuánto cuesta, cuánto vale… nuestra Pacha?”, cantan las comunidades originarias. Esa bandera hecha canción – y esa pregunta- se construye a través de distintas entrevistas a las comunidades Santuario de Tres Pozos, Lipán, El Moreno, Tres Morros, Potrero de la Puna, así como a otros actores. También evidencia el silencio de las autoridades, que no quisieron hacer declaraciones públicas. “Todas las Salinas están cuadriculadas de pedimentos mineros. Allí viven las comunidades y debajo, en el subsuelo, están las minas”, cuenta Alicia Chalabe, abogada de las comunidades.
El documental plantea una premisa: la reforma (in)constitucional de Jujuy en 2023 impuesta por el entonces gobernador Gerardo Morales –a merced de la explotación del litio, ya que modificó el régimen de agua, de tierras fiscales y de la propiedad privada, y ratificó la propiedad exclusiva de la provincia sobre los recursos naturales, entre los que incluye el subsuelo y el mineral de litio– fue el experimento que sirvió de antesala a la Ley Bases aprobada en 2024. Esta profundizó no sólo la matriz extractivista mediante enormes beneficios fiscales a empresas mineras, petroleras y del agronegocio, sino también las relaciones carnales con Estados Unidos y particularmente con Elon Musk, dueño de la empresa Tesla que construye autos eléctricos, para lo cual el litio es fundamental.
LITIO termina con tres palabras, y se erige como punto de partida:
“Esta historia continuará
¿Dale?”.
Te invitamos a seguir construyendo esta historia, este viernes 29 de agosto a las 20, en MU Trinchera (Riobamba 143, CABA).

CABA
Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?
Por María del Carmen Varela
Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?
La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.
Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.
¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.
Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.
En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.
Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.
NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA
Miércoles 30 de julio, 21 hs
Próximas funciones: los viernes de octubre


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