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Tiempo de plagas

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Qué está en juego en la crisis económica y social que vive Venezuela. Los recursos y los discursos. La televisión y la calle. El desafío del clásico concepto de crisis y la transición hacia una sociedad distinta: «Quizá mejor, quizá peor. En todo caso, está en curso una profunda mutación, probablemente la más trascendente».
Por Raúl Zibechi para Brecha.
“Aquí se ha desarrollado un complejo proceso revolucionario donde una camarilla terriblemente corrupta y apolítica terminó haciéndose del poder. La cueva de gángsteres que le quitó a la clase obrera venezolana diez veces el valor de su trabajo. Si alguien en el mundo ha podido hacer semejante desmán con la población que lo diga”, escribió la semana pasada Roland Denis, filósofo, militante social y viceministro del gobierno de Hugo Chávez en sus primeros años (Aporrea, 19-V-16).
Es tan sencillo acusar de la situación que vive actualmente Venezuela a enemigos externos e internos del proceso bolivariano, que los hay y muchos, como difícil aceptar los desvaríos que se fueron acumulando con los años. No hay gas. Aunque es monopolio del Estado, que produce y exporta hidrocarburos a granel. No hay cemento. Inexplicable, porque las fábricas, todas estatales, trabajan y producen. Sin duda las mafias desvían la producción para beneficio de viejas y nuevas elites con fuerza suficiente como para hacerlo: tramas de poder que Denis califica como “cueva de ladrones”, en las que participan diversos actores, desde las nuevas y las viejas mafias hasta militares, policías y miembros del oficialismo. Tramas que se reproducen en todos los rincones de la sociedad, arriba y abajo, porque se ha convertido en moneda corriente hacer las cosas para beneficio personal sin mirar al resto, sin tener en cuenta que se vive en algo que –antes– se llamaba sociedad.

Militares

El general retirado Cliver Alcalá integró el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, fue nombrado comandante por Hugo Chávez y fue ministro para la Región Estratégica de Desarrollo Integral Central. En declaraciones a Globovisión (18-V-16) dijo que “votaría por el revocatorio” (el referéndum que podría decidir la continuación o el cese de la gestión de Nicolás Maduro) “para evitar un enfrentamiento entre el pueblo”.
Se trata de un militar fiel a Chávez, de gran audiencia dentro de las fuerzas armadas, que ahora se desmarca del gobierno. “El legado de Chávez está vigente, pero Maduro lo ha administrado muy mal”, dijo. Sobre la llamada guerra económica del imperio, con la que el presidente justifica el desabastecimiento, el general retirado dijo que existe, pero “la genera la cantidad de trámites y la discrecionalidad de los funcionarios en la administración pública, (lo cual) origina un diferencial cambiario que promueve esa corrupción”.
Este tipo de declaraciones, formuladas por un general que se reivindica chavista, deben interpretarse como un misil contra el gobierno, y en particular demuestra la existencia de una sensibilidad chavista contraria a Maduro. Como destaca Denis, “un mesianismo profano pareciera nacer de nuevo teniendo la posibilidad de canalizar un chavismo de­sesperado por la descomposición total del gobierno que dice representarlo”.
Cliver Alcalá se muestra temeroso de un posible “estallido”, por la falta de alimentos y la corrupción. Apuesta a que la salida de Maduro unifique al chavismo, con lo que reconoce la división existente en filas de quienes apoyan el proceso bolivariano.
Lo cierto es que hay dos hechos que parecen incontrovertibles. Uno es que los militares están divididos: no todos apoyan al gobierno, aunque los disidentes no necesariamente estén alineados con la oposición. Lo mismo sucede con parte considerable de los chavistas, lo cual se puede constatar en la calle, en las colas y en cualquier conversación familiar. Los chavistas críticos del actual gobierno no quieren alinearse con un discurso que culpa de todo a la derecha, los medios y el imperialismo, un discurso gastado, que hace agua por todos los costados.
El resultado es que surge una tercera opción entre el gobierno y la oposición y que busca, en palabras de Alcalá, “el reencuentro del chavismo”. Esta corriente parece pensar en el mediano plazo más que en la coyuntura, intentando evitar que el legado de Chávez sea dilapidado y sus fuerzas se dispersen en multitud de corrientes. Ese proyecto pasa por poner distancias con el actual gobierno y, según se desprende de las declaraciones del general, por deponer a Maduro.

Se viene el estallido

Desde el Caracazo de febrero de 1989, la posibilidad de que se repitan estallidos sociales en Venezuela es un hecho. Esta semana en Barquisimeto se pudieron apreciar, de primera mano, dos hechos marcantes. Frente a una cooperativa que distribuye alimentos con precios regulados se formó una multitud, en su mayoría de adultos mayores, que exigían cuotas para ellos. Había personas que atizaban el saqueo y que los cooperativistas identificaron con miembros de la oposición.
En las enormes colas que se forman frente a las ferias de Cecosesola hay entre cinco y diez mil personas. Muchas veces se impacientan, ya sea por la prolongada espera o porque los “bachaqueros” se cuelan rompiendo el orden. Alguien gritó: “¡Saqueo!”. Un señor fornido se agarró al portón y dijo en voz muy alta: “No habrá saqueo”. La multitud pareció sentirse aliviada. Sin embargo, todos aseguran que hay pequeños saqueos que no suelen aparecer en los medios, sobre todo en pequeños supermercados de barrio.
Es evidente que la oposición quiere e impulsa levantamientos populares. Pero también parece claro que la población no la acompaña, por lo menos en este tipo de métodos. Uno de los mayores legados del chavismo consiste en que afianzó la autoestima de los sectores populares y su politización. La gente sabe de qué se trata y parece consciente de que debe evitar situaciones de violencia para no dar oportunidad a salidas que no la van a favorecer.
Denis colocó, por fortuna, el escenario sirio como salida posible. Por fortuna, porque es evidente que es el peor escenario para los pueblos de esta región del mundo, pero quizá uno de los más apetecibles para los think tanks del Comando Sur estadounidense. La caída del gobierno sería apenas un paso en busca de algo mayor: “Lo cierto, como en Siria, es que la sangre y la desesperación harán imposible cualquier opción de liberación”, señala Denis.
Lo que no dice la propaganda oficialista es que el imperio está acostumbrado (y en ello basa su poder) a negociar con cúpulas corruptas, pero poco puede hacer ante las multitudes decididas a hacer valer sus derechos. Los poderosos, aun los progresistas, “tomarán sus aviones y dólares expropiados a la riqueza pública para abordar los apartamentos y quintas que ya tienen comprados en Europa y Estados Unidos. Pero los centenares de miles de muertos que vendrán a continuación los pondremos nosotros”.
¿Acaso el dictador Marcos Pérez Jiménez no huyó a República Dominicana para terminar en España protegido por el dictador Francisco Franco, cuando una insurrección popular y un levantamiento militar lo alejaron del poder en 1958?

Sí se puede

“Ya descubrí por qué a la gente le gusta hacer colas”, dice un chico de pocos años a su madre. En las horas que pasó de pie esperando para comprar hizo amigos, se relacionó con otros que le ofrecieron arepas y jugos, conversaron, compartieron, se lo pasaron en grande. Todos los días, en todas las colas, se pueden ver gestos conmovedores de generosidad.
Así como existen fuertes tendencias hacia la descomposición (véase edición de la semana pasada de Brecha), hay otras ancladas en la solidaridad que se mueven en sentido inverso, manteniendo la cohesión social. En la Venezuela de hoy se producen muchos alimentos, y en algunos rubros, como hortalizas y frutas, son abundantes. Las ferias de la Central Cooperativa de Servicios Sociales de Lara (Cecosesola) son un buen ejemplo. Varios días recorriendo los puestos son suficientes para convencerse de la abundancia de plátanos, papayas, mangos, piñas y otras variedades de frutas tropicales. Tomates no faltan, así como las principales hortalizas. Otra cuestión es el precio. En todo caso, en las tres ferias con 300 cajas hay alimentos en número adecuado.
El problema principal está en los productos con precios regulados. Sobre todo la harina de maíz para elaborar arepas (la comida nacional), y también las pastas, el azúcar, el aceite y, de modo especial, la leche. Escasean a los precios regulados pero se pueden encontrar en el mercado paralelo a precios diez y hasta 50 veces superiores al oficial.
Otra recorrida por pueblos rurales de los estados de Lara y Trujillo permite conocer grupos de campesinos que cultivan y cosechan grandes cantidades de hortalizas y verduras. Desafían no pocos problemas: la falta de semillas, la escasez de insumos, las enormes dificultades para trasladar la producción hasta las ferias, porque los transportes necesitan neumáticos (que no existen o tienen precios abusivos) y porque no hay repuestos para los coches y camiones. En la ciudad hay una enorme cola de coches para comprar baterías. Una fila permanente, de varias cuadras, donde los autos y sus conductores duermen y velan el momento de poder comprar.
Ciertamente, el país aún produce. Aunque las colas consumen una energía social considerable que se le hurta a la producción. Las fábricas nacionalizadas producen cada vez menos, mucho menos que cuando estaban en manos privadas. Es el caso, por ejemplo, de las cementeras mexicanas, como la Siderúrgica del Orinoco (Sidor) que fue reestatizada en 2008 luego de un largo conflicto sindical. Llegó a producir 4,3 millones de toneladas de acero, pero ya en 2014 bajó a 1,3 millones de toneladas, un 29 por ciento de su capacidad.
Es triste comprobar que cuando Sidor pertenecía al grupo argentino Techint producía 3,5 veces más que en manos del Estado. El propio sindicato reconoció que hay desvíos de fondos, falta de repuestos y materias primas y que no existen auditorías. De algún modo se conjugan la ineficiencia con la corrupción, en todos los niveles, para que el país haya llegado a este extremo.

Tiempo de plagas

Un sencillo recorrido de este a oeste de la ciudad, y viceversa, permite comprobar que toda la propaganda oficial se disuelve en la cruda realidad. Los ricos viven cada vez mejor. Los pobres siguen como siempre, pero además hacen colas muy largas.
La zona este luce elegante, con amplios espacios verdes y arbolados; por sus avenidas circulan coches nuevos y se pueden observar numerosos edificios de reciente construcción. Pero lo que más llama la atención es que en plena crisis y escasez de cemento se siguen construyendo centros comerciales, edificios, hoteles de lujo. Es el mismo estilo de ciudad que conocemos en todas las zonas de clase media alta del continente.
La zona oeste es bien diferente. Calles polvorientas y casas precarias, absoluta falta de alumbrado público en las noches, autos viejos destartalados y un largo etcétera que también conocemos en las ciudades latinoamericanas. Las colas son interminables, no sólo extensas sino permanentes ante cualquier comercio en busca de cualquier producto. En los barrios privilegiados las colas son casi inexistentes.
Es seguro que la geografía urbana esconde detalles que deben ser desvelados. La clase media tradicional está en caída libre y es uno de los sectores más crispados contra el chavismo. La segunda cuestión es que a la antigua elite debe sumarse la nueva, surgida del proceso bolivariano, la llamada “boliburguesía”.
Ante semejante panorama vale preguntarse: ¿por qué los ricos de Venezuela quieren derribar al chavismo, cuando no les ha ido tan mal en estos años? No es fácil enhebrar una respuesta, sobre todo porque entre los antichavistas hay sectores muy diversos, desde las clases medias empobrecidas hasta las viejas y nuevas mafias. La respuesta sería obvia si se considerara que los grandes países occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, desean controlar las mayores reservas de petróleo del mundo.
La respuesta verdadera, la que no se puede pronunciar en alto, la dio un empresario uruguayo radicado hace muchos años en Caracas. “No queremos que nos gobiernen los negros”, dijo en tono mortecino, esbozando una sonrisa, como quien se saca las ganas de expulsar el gargajo atragantado. Cuando las clases se solapan con el color de piel, el racismo debe dar un largo rodeo eludiendo las tranqueras de lo políticamente correcto. Quizás el orgullo y la autoconfianza adquiridos por los sectores populares, que fue creciendo desde el Caracazo de 1989 hasta colorear la sociedad con su estilo bullanguero y desaliñado, rompiendo la monotonía de las salas de espera de los aeropuertos, sea la mejor herencia del chavismo. Esos modales que molestan e irritan a las buenas familias.

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La Estela: tierra guaraní en escena

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Las actrices Casandra Velázquez e Ivana Zacharski crearon un unipersonal sobre una niña litoraleña que descubre aventuras al amparo del monte misionero. El calor agobiante, la siesta obligatoria, los árboles de yerba mate y las leyendas de ese territorio se cruzan con la inspiración de Clarice Lispector como punto de partida.

Por María del Carmen Varela

A la hora de la siesta el pueblo entra en una pausa obligatoria barnizada por un calor agobiante. Ni el sueño ni el sofoco detienen a la niña, que abandona su cama con sigilo y logra escapar al amparo del monte. Encuentra en la intemperie el abrigo que no es costumbre en su casa. Cada día la espera una aventura distinta, aunque no siempre hay juego y risas. Rebelde, divertida, decidida, busca compañía para sus andanzas y si no la encuentra, transita en soledad.  La salvación a cielo abierto, la naturaleza como sostén y una fascinación: “La Estela”.

La actriz y bailarina Casandra Velázquez y la actriz y directora de teatro Ivana Zacharski dieron luz a esta niña litoraleña sumergida en la vastedad de un paisaje indómito y deslumbrada por Estela, la joven esquiva con mirada de pantera. Ivana y Casandra se conocieron a sus 18 años tomando clases de actuación con Pompeyo Audivert en el Teatro Estudio El Cuervo, poco tiempo después de que cada una viniera a estudiar teatro a la Capital. Casandra nació en Rosario y creció en Venado Tuerto (Santa Fe), Ivana es de Apóstoles, Misiones, donde se desarrolla esta historia que juntas llevaron a escena. Este universo, recorrido por Ivana, de tierras guaraníes surcadas por árboles de yerba mate y leyendas de peligros a la hora de la siesta, fue la inspiración para La Estela.

Ivana tenía ganas de dirigir un unipersonal y eligió a su amiga Casandra para actuarlo. El punto de partida fue un cuento de Clarice Lispector: La relación de la cosa. Casandra: “Los primeros encuentros fueron sin texto, nos acercamos a la obra desde el cuerpo, la respiración y la carne. En los primeros ensayos bailé un montón, unas danzas extrañas, medio butohkas, transpire, canté, corrí, toqué el bajo. Ivana empezó a escribir y yo a probar y actuar todos esos textos e hipótesis, el insomnio estaba presente, la obsesión con el tiempo, los fantasmas del futuro, algo vinculado a la materialidad del agua y el devenir del río. Aparecieron unos cuentos protagonizados por distintas niñas en paisajes litoraleños. Nuestro personaje de ese momento: una mujer en medio del insomnio, se contaba esos cuentos a ella misma para poder dormir”.

La Estela: tierra guaraní en escena

Foto: Gentileza La Estela.

Después de que Ivana hiciera un taller de escritura con Santiago Loza y Andrés Gallina, la historia fue tomando fuerza. Cuenta Casandra que algo se abrió y comenzó a aparecer la trama: “La obra apareció y nos empezó a hablar. Nos metimos adentro de esos cuentos, de esos paisajes y de esas niñas y dejamos de lado todo lo demás. Apareció algo muy mágico entre nosotras, algo de eso que las obras permiten, que es crear un universo común, descubrir conexiones y relaciones nuevas. Sentía que la obra estaba apareciendo y tenía voz propia, apareció el cuerpo de la obra y una forma de narrar”. Casandra recorre el escenario y su fuerza expresiva invita a adentrarse en la historia de esta niña llena de vitalidad y asombro. La vemos en su habitación, presa del calor de la tarde, en busca de libertad y juego, invocando protección divina cuando algo se le escapa de las manos, trabajando en el puesto rutero, pateando una pelota, como se patea a la injusticia, hipnotizada al descubrir la mirada felina de “la Estela”.

El entusiasmo de la juventud, las tragedias inesperadas, las súplicas, el goce de la novedad caben en ese cuerpo palpitante de sueños. Ivana y Casandra apelaron a sus propias vivencias para hilar la narración. Casandra: “Las dos pasamos nuestras infancias y adolescencias medio punkis en distintos paisajes litoraleños, lejos de esta ciudad, sus ritmos y velocidades. Había algo de ese universo común, de elegir siendo muy chicas irnos de las ciudades donde crecimos, que empezó a operar, casi telepáticamente. El ejercicio de revisitar esos paisajes y poblarlos de ficción fue fascinante, mirar el mundo con ojos de infancia nos abrió mucho permiso y nos devolvió mucha vitalidad, nos permitió vincularnos con la violencia, el dolor y la crudeza de crecer desde un lugar de mucho delirio y mucho juego. La obra es bastante impune en ese sentido, el relato no pide permiso, ni da explicaciones, sólo sucede. Justicia poética, decimos, un conjuro de liberación”.

Al cabo de dias de ensayo, la voz de la niña litoraleña comenzó a asomar y Casandra hizo un trabajo específico con la coach vocal Mariana García Guerreiro. El actor Iván Moschner también se sumó a pulir el fluir de la voz. Escuchar radios misioneras, discos y entrevistas a Ramón Ayala y otrxs artistas misionerxs colaboró con esa tarea. La niña que sube el escalón hacia la adolescencia, la que se enfrenta al monte y sus amenazas, se abre paso en la oscuridad con la lumbre de su irreverencia. Salvar y ser salvada, desafiar la imposición de la siesta, para correr a soñar despierta.

La Estela

El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960, CABA

Sábados a las 18  hs, hasta el 27 de septiembre

@laestela.obra

@casandravelazqz

@ivanazacharski

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Litio: nace un nuevo documental

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Este viernes 29 de agosto se presentará un nuevo contenido de Cooperativa de trabajo lavaca: Litio. Un documental dirigido junto a Patricio Escobar que refleja la lucha de las comunidades originarias y el paralelismo entre la reforma (in)constitucional de Jujuy, como experimento hacia la Ley Bases votada a nivel nacional.

“Te cuento esta historia, si me prometés hacer algo. ¿Dale?”.

Así arranca el documental Litio, una historia de saqueo y resistencias, que continúa…

Un documental independiente y autogestivo de cooperativa lavaca y dirigido en conjunto con Patricio Escobar, que traza un hilo conductor entre la reforma (in)constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).

Este proyecto tiene algunas particularidades: por un lado, no se trata de una única pieza audiovisual, sino de varias. Una más larga, de 22 minutos; y otras más cortas, de menos de 6 minutos. Por otro lado, se propone un documental en construcción permanente, al que se le irán agregando nuevas piezas de una cadena extractivista que parece no tener fin. Para esto, creamos una página web (que también estrenaremos el viernes 29) en la que iremos agregando los nuevos eslabones que surjan a futuro relacionados al oro blanco. 

LITIO muestra cómo viven las comunidades de la puna jujeña en la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, y a la par, zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. Dato insoslayable: para obtener un kilo de carbonato de litio se utilizan hasta dos millones de litros de agua. Las imágenes se entrelazan con los ostentosos congresos mineros, la represión policial a las manifestaciones por la reforma (in)constitucional y la resistencia de un pueblo que no otorga la licencia social a la explotación minera.

“¿Cuánto cuesta, cuánto vale… nuestra Pacha?”, cantan las comunidades originarias. Esa bandera hecha canción – y esa pregunta- se construye a través de distintas entrevistas a las comunidades Santuario de Tres Pozos, Lipán, El Moreno, Tres Morros, Potrero de la Puna, así como a otros actores. También evidencia el silencio de las autoridades, que no quisieron hacer declaraciones públicas. “Todas las Salinas están cuadriculadas de pedimentos mineros. Allí viven las comunidades y debajo, en el subsuelo, están las minas”, cuenta Alicia Chalabe, abogada de las comunidades.

El documental plantea una premisa: la reforma (in)constitucional de Jujuy en 2023 impuesta por el entonces gobernador Gerardo Morales –a merced de la explotación del litio, ya que modificó el régimen de agua, de tierras fiscales y de la propiedad privada, y ratificó la propiedad exclusiva de la provincia sobre los recursos naturales, entre los que incluye el subsuelo y el mineral de litio– fue el experimento que sirvió de antesala a la Ley Bases aprobada en 2024. Esta profundizó no sólo la matriz extractivista mediante enormes beneficios fiscales a empresas mineras, petroleras y del agronegocio, sino también las relaciones carnales con Estados Unidos y particularmente con Elon Musk, dueño de la empresa Tesla que construye autos eléctricos, para lo cual el litio es fundamental.

LITIO termina con tres palabras, y se erige como punto de partida:

“Esta historia continuará

¿Dale?”.

Te invitamos a seguir construyendo esta historia, este viernes 29 de agosto a las 20, en MU Trinchera (Riobamba 143, CABA).

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Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

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¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?

Por María del Carmen Varela

Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?

La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.

Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.

¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.

Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.

En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.

Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.

NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA

Miércoles 30 de julio, 21 hs

Próximas funciones: los viernes de octubre

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