Nota
Todo y nada: comienza el juicio a ocho hombres por violar a una niña wichi discapacitada
Esta semana y en Tartagal, Salta, ocho hombres están siendo juzgados por el abuso sexual a una niña wichi discapacitada de 12 años, ocurrido el 28 de noviembre de 2015 en Alto la Sierra, zona de triple frontera. El caso tomó notoriedad recién en mayo de 2016 cuando se supo que la niña estaba embarazada y debía interrumpir su embarazo porque el feto era anencefálico. MU viajó en julio de ese mismo año y reconstruyó la historia de esa violación, el contexto de la vida de la comunidad, la relación con los criollos y la ausencia del Estado. “Por primera vez, hablan todos, de todo”, dice la presentación de la crónica que fue finalista del premio Gabriel García Márquez de periodismo. La compartimos a continuación con la esperanza de que se haga justicia: la niña wichi somos todas.
En zona de triple frontera hay un solo policía y un único médico, sin matrícula. Por dictamen de la CIDH el Estado argentino tuvo que reconocer la propiedad comunitaria de la tierra de wichis y criollos. Abandonados y obligados a convivir sin nada, recién fueron noticia cuando ocho muchachos criollos fueron acusados de violar a una niña wichi discapacitada. Por primera vez, hablan todos, de todo. ▶ CLAUDIA ACUÑA
1. Acá se termina todo. Estamos en la frontera norte y en el límite de la fantasía. Pura realidad. La última ruta quedó a 65 kilómetros y el colectivo se bambolea al ritmo de la tierra árida, cruza cauces de ríos flacos y pasa entre medio de bueyes famélicos. Recorrer ese tramo consume 6 horas y cotiza a un precio que pocos pueden pagar, por eso el bus está despoblado, aunque se dirige a un pueblo con 4.500 habitantes que todavía son argentinos. No sé si es un viaje al pasado o al futuro, pero así es el presente: hay huellas de ambos en cada rincón y en este, el más remoto, esa promiscua confusión aturde.
Llegamos.
Estamos en Paraje Alto la Sierra, triple frontera internacional y provincial, pueblo en el que una niña wichi discapacitada fue violada por 8 criollos.
No es sólo esa la historia que voy a contar.
Es algo peor.
Es el relato sobre todo lo que puede verse en ese límite atroz.
2. Ubiquémonos. El GPS para llegar a Alto la Sierra lo calibra el antropólogo John Palmer. Estamos en Tartagal, a 350 kilómetros de nuestro destino, y en la única mesa ocupada del único restaurante abierto. Palmer barre con su mano el mantel de cuadritos rojos y blancos. Grafica así la historia del paraje: nada. Recién en 1910ypico arriban los primeros pastores anglicanos, que como él, son ingleses. Llegaron con una biblia traducida al wichi. El lazo fue intenso y recíproco -en 1975 la iglesia anglicana nombró al primer obispo wichi, por ejemplo- y se cortó violentamente en 1982, con la fatídica Guerra de Malvinas. Un tal Comando Gaucho Rivero amenazó a los sacerdotes. Había por entonces unos 60 sacerdotes británicos que escaparon a Bolivia, a través de esa laxa frontera. Cuando pudieron regresar se encontraron con una comunidad que había mantenido el fervor y la institución. Hoy los caciques siguen reconociéndose anglicanos. ¿Qué nos está explicando Palmer en realidad? En principio, que vamos al último rincón argentino domesticado por Occidente. No es poco. Luego, que se trata de una comunidad que abrazó una creencia “civilizatoria” más respetuosa de la diversidad que la cristiana.
3. Veinte años de batallas cuerpo a cuerpo y legales –que incluyó un fallo condenatorio del Estado argentino por parte de la CIDH- concluyeron en un acta que se firmó dos veces. La primera fue el 17 de octubre de 2007 y la suscribió el entonces gobernador Juan Carlos Romero, el consejo de caciques de la organización wichi Lhaka Honhat, la Organización de Familias Criollas, la Iglesia Anglicana del Norte Argentino y la OIT. La segunda fue en enero de 2014 y lleva la firma del actual gobernador Juan Manuel Urtubey y la entonces ministra Alicia Kirchner. Así la provincia de Salta declaró formalmente que 450 mil hectáreas fiscales son propiedad comunitaria de todo el pueblo wichi que habita Alto la Sierra. Otras 253 mil son cedidas a los criollos que viven allí. Cada territorio está delimitado, pero es tarea de la comunidad concretar que wichis y criollos se ubiquen en cada lugar. ¿Qué significa esto? Ya veremos.
4. El 28 de noviembre pasado una niña wichi fue violada por 8 jóvenes criollos. Se hizo noticia 6 meses después, cuando la niña fue sometida a una cesárea de emergencia porque el feto era anencefálico. Los pocos pasajeros del micro ya saben que estamos ahí por eso. La mayoría son mujeres. No es fácil distinguir cuáles son wichi y cuáles criollas. Le pregunto a la que está a mi lado si sabe cómo llegar a la casa del cacique Asencio Pérez, llave de ingreso a la comunidad según la recomendación de Palmer. “Ella es la hija –señala el asiento que está adelante -. Y yo soy la madre de uno de los detenidos”.
5. Primero está la zona criolla, con casitas de material, almacenes, plaza y una cancha de fútbol en la que se mezclan adolescentes y chanchos. Hay que bordear un espejo de agua para llegar a la comunidad. La frontera la marca el hospital y la escuela. El cacique Asencio vive en el corazón del caserío. Es enfermero. Fue uno de los primeros en llegar aquel día horroroso. “Serían las 9 de la mañana, no más. La niña tenía hambre y fue al monte a comer mistol, el fruto del quebracho. Otras chiquitas, dos, iban a comprar pan. Ellas vieron cuando esos criollitos borrachos la agarraron. Las corrieron a ellas también, pero no las pudieron alcanzar. Se entera la comunidad y ahí vamos todos al hospital y ahí encontramos a las chinitas gritando que los han visto. A la chiquita le metieron un polvo blanco en la boca y en los ojos. Gritaba: “I-ton-no, i-ton-no”.
Asencio traduce: “Me arrastraron”.
El antropólogo Palmer, testigo de la declaración que la niña violada hizo meses después en los tribunales de Tartagal, la escuchó repetir lo mismo. Una y otra vez.
Fue lo único que dijo.
6. Monólogo del cacique:
“Me gustaría que usted primero entienda algo: en tema indígena, el reclamo siempre es justo y necesario. Siempre. ¿Por qué? Todos saben que hemos sido exterminados, que nos quitaron todo. Después, fuimos indocumentados. Ahora tenemos documentos y somos argentinos. Y hay reglas dentro del Estado argentino. Y por eso reclamamos, porque no nos dan los derechos que tenemos. Por ejemplo, en el caso de la chiquita violada la justicia no actúo bien. No vieron bien. ¿Por qué? Porque es indígena. Por eso. Y por eso reclamamos. A la justicia y al mundo. Basta. Ya se tiene que terminar. Juegan con nosotros. Si era violación se preguntaban. ¿Cómo van a preguntar eso? Yo soy cacique y testigo. Hablé con otros testigos y me han dicho: sí, los vimos. La justicia no llamó a esos testigos. ¿Por qué? Sale la noticia y los llevan de prepo. Algunos son menores y a todos no pueden escucharlos porque no hablan el mismo idioma. Entonces voy y me ofrezco a traducirlos, pero no quieren. ¿Por qué? Van las chiquitas, entonces, las llevan en patrullero, hablan lo poco que saben de castellano y cómo tienen miedo, se ponen mal. Le tienen miedo. Eso es lo que pasa. Le tienen mucho miedo a la policía. Eso tienen que entenderlo. Si nos quieren escuchar, la justicia tiene que entenderlo. Con esta violación sexual nosotros reclamamos justicia. Un diputado, Ramón Villa, que lo presionamos, presentó el tema. Y entonces vinieron los de la Comisión de Derechos Humanos de Diputados hasta aquí. Le hemos reclamado por la violación sexual, pero también por toda la injusticia. Les hemos dicho: un candidato político de lo primero que habla cuando pide el voto es de educación, salud y seguridad. ¿Dónde están acá esos derechos? ¿Seguridad? El destacamento policial que tenemos tiene un solo policía. No tiene ni móvil. Ahora con esto, urgente, nos dan un móvil. Pero siempre hemos reclamado y nunca nos dieron nada. Y ahora una violación sexual lo trae rápido. ¿Por qué? Porque están con vergüenza. Están con vergüenza porque salió por la prensa. Y esta es la injusticia que tenemos. ¿Salud? En el hospital hay un solo médico. No puede ser. Es un hermano de Bolivia, y como usted sabe bien, un boliviano es discriminado igual que nosotros. Eso es lo que pasa. Y así todas las cosas. Usted ve la comunidad. Mire: hay luz, hay colegio, hay hospital. Todo eso se consiguió con lucha, todo eso vino de nosotros mismos. De huelgas de hambre en la plaza de Salta, de reclamos en Buenos Aires y en cortes internacionales, de no vendernos, de no aceptar que nos dividieran, de todo eso vino. Y todo ha sido para indígenas y para criollos. No somos como ellos que discriminan. ¡Si todos somos iguales! Somos personas. Nos podemos entender perfectamente bien como seres humanos. Es justo y necesario”.
7. En el hospital hay dos enfermeras, un licenciado en nutrición y un médico –Juan Carlos Limachi Mamami- que hace todo. Todo.
Es su primer trabajo y no tiene matrícula.
Es el primer testigo y no tiene paz.
Ya declaró tres veces en la causa que investiga la violación. Desacreditarlo es clave para la defensa de los ocho criollos y lo sabe. Hoy tendría que haberse presentado otra vez en los tribunales de Tartagal, pero el único vehículo disponible en Alto la Sierra es la ambulancia y está rota.
El doctor Limachi cuenta que se recibió en la universidad de Chuquisaca, que su prima cursó una especialidad en el Garraham y que ella lo animó a presentarse para el puesto vacante en Alto la Sierra. La municipalidad funciona en Victoria –hasta donde llega la ruta- y hasta allí fue para obtener el empleo. En 48 horas ya estaba haciéndose cargo de todo. “Lo único que me dijeron fue: no podés firmar nada”. La restricción alcanzó a su contratación: comenzó a trabajar en setiembre pasado sin papeles que formalizaran sus responsabilidades. Desde entonces trabaja 16 horas diarias por 22.500 pesos mensuales. El salario de setiembre lo cobró este mayo, cuando lo designaron “médico de contingencia en zona desfavorable”. Todavía le adeudan los últimos cuatro meses de trabajo.
8. Así relata el doctor Limachi aquel día horroroso: “Cuando me avisan del destacamento que hay una niña tirada en la cancha voy al lugar. Pregunto: ¿qué es lo que pasó acá? Esta niña ha sufrido un abuso sexual. La veo mal, en posición fetal, la traigo acá, la reviso y encuentro un desgarro perineal y dolor abdominal intenso, que no podía aguantar. No la puedo dejar así. Le coloqué un analgésico. Entonces me avisan que ya va a llegar el médico legal y no hice nada más. Sino no me decían que venía el legista le hubiese hecho el test de embarazo, pruebas de laboratorio, análisis. Pero ahí se me fue de las manos”.
El médico legista nunca llegó a Alto de la Sierra.
Cuatro días después, a las 5 de la mañana, un patrullero llegó a la casa de la niña con la orden de trasladarla hasta Aguaray. Fue con su madre. Allí dos médicos la revisaron.
Francisca, la madre de la niña violada, me contará después que escuchó desde el pasillo los gritos de su hija y tras larga espera, pudo hablar con una médica. Le preguntó: “¿Fue violación?”. La doctora respondió: “Sí”.
El doctor Limachi me dice que la madre le contó lo mismo, pero que el médico legista informó que no podía constatarlo. La niña se había bañado, habían pasado varios días, no era fácil interrogarla. “En los documentos tiene 12 años, pero sufre un retraso madurativo que la hace comportar con una nena de 6”, explica el doctor Limachi.
Fue entonces cuando los criollos arrestados por el ataque fueran liberados, con la obligación de presentarse cada viernes en el destacamento de Alto de la Sierra. Eso parecía ser todo lo que la comunidad wichi podía esperar de la justicia.
Meses después, el doctor Limachi recibió a la niña wichi y a su madre. “Tenía malestar estomacal y su madre temía lo peor. Lo confirmamos: estaba embarazada”. Calculó que ya tenía más de 20 semanas, por lo cual había excedido el límite autorizado por ley para practicarle un aborto no punible. Se limitó entonces a hacer los controles.
Dos meses más y sucedió lo inesperado: los médicos de la fundación del cantante Jorge Rojas llegaron a la comunidad y se instalaron en la escuela a recibir consultas. Hasta allí fue Francisca con su hija.
Hicieron una ecografía (Dirá el doctor Limachi: “El aparato está en el hospital, pero yo no sé usarlo”).
Diagnosticaron un serio riesgo.
Ordenaron una cesárea urgente.
Y difundieron todo lo que la niña wichi había soportado.
Con la noticia instalada en medios nacionales, los tiempos se aceleraron. Un helicóptero trasladó a la niña y a su madre al Hospital Materno Infantil de Salta. Recordará después Francisca con espanto: “Me hicieron ver el feto muerto. Estaba enterito, pero en la boca y en la cabeza tenía un tajo de lado a lado”.
Le repito al doctor Limachi la secuencia que acaba de narrar. La sucesión de impotencias, carencias, precariedades estatales. La nada. Le pregunto si ese funcionamiento deficiente no está montado de forma tal de hacer imposible la investigación de una denuncia de violencia sexual. Responde sin dudar: “Exactamente. Y acá no es la única. Hay más casos. Atendí unos 60 partos desde que estoy, muchos de niñas de embarazos sin padre. Mismo si pregunto a las niñas embarazas quién es el padre no quieren contestar. Hay miedo. Esto es una Caja de Pandora: si una habla, todas va a comenzar a hablar. Y ahí se van a dar cuenta que pasa acá”.
9. En la escuela primaria están bailando el carnavalito en el patio. Allí trabaja Julio Díaz, presidente de la comunidad wichi Choway, docente bilingüe y pastos anglicano. Su mirada apunta hacia arriba. Cuenta cómo escuchó por cadena nacional anunciar a la presidente Cristina Fernández de Kirchner decir que en Alto de la Sierra se había construido un polideportivo. “¿Usted lo ve? Acá no hay ninguno. ¿Entonces?”. También vio llegar hace dos meses a la municipalidad de Victoria –de la cual depende su comunidad- al presidente Mauricio Macri, acompañado del gobernador Urtubey y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich –ataviada cual Rambo- para anunciar un ambicioso plan de seguridad. El objetivo: la lucha contra el narcotráfico. “¿Y usted qué ve?”. Lo que se ve es un disparate: en zona de triple frontera, un policía.
10. En el patio de la casa de adobe y paja de la niña wichi violada hay ahora una pila de ladrillos y unas chapas. Francisca me dice que los trajeron ayer. No sabe cuáles de todos los organismos del Estado salteño descargó así sus culpas cuando quedó evidencia que la habían abandonado. Tuvo que pasar todo esto, dice, para que le informaran que tenía derecho a una asignación universal –tiene 9 hijos- y su hija, otra por discapacidad. Tuvo que pasar todo esto, dice, para que le dijeran que su hija padece de epilepsia, y le dieran la medicación que ahora la deja tranquila, durmiendo la siesta. Me pide que la vea. La imagen es conmovedora y se me pega al cuerpo: una niña, en un catre, chupándose el dedo pulgar mientras sueña.
11. La Corte Suprema salteña solicitó el juicio político del juez y el fiscal que habían llevado el caso hasta su desparramo en los medios y designó a otro, que inmediatamente ordenó la detención de los criollos. Tres son menores y esperarán el juicio en libertad. Uno está prófugo y otros 4 están en diferentes lugares de detención. Madres, padres y hermanos de estos criollos están ahora frente a mí, contándome cómo los golpearon en la cárcel. Una menciona que aquel día horroroso su hijo estaba en el trabajo. Otras, en sus casas. Hasta que comienzan a decir que la niña wichi es, en realidad, una adulta de dudosa conducta. Recién entonces comprendo por qué Francisca me dijo: “Las palabras confunden. Mejor vea”. Y me llevó hasta el catre de su hija.
12. A las 2 de la madrugada partió de la más oscura nada de Alto de la Sierra el bus que nos devolvió Tartagal a media mañana. Estamos en la única confitería de la única plaza. Hasta allí llega la abogada defensora de los criollos imputados, Sarah Esper, una tromba que sonríe cuando la presentan como la ahijada artística del folklorista El Chaqueño Sixto Palavecino. Saluda con un abrazo a los hombres que ocupan la mesa vecina. El que la felicita es el concejal Rubén Ortiz. La abogada celebra: “Estás del lado que nos conviene”. Luego, compartimos el remís hasta los tribunales. En el camino nos cuenta que va hasta allí a impugnar todo lo dispuesto por el nuevo fiscal. Esto es: realizar una inspección en el lugar de los hechos, tomar declaración a testigos en el lugar porque el traslado es para ellos costoso y atemorizante, realizar las pruebas de ADN del feto y analizar el rastro de semen de la pollera de la niña. ¿Qué significa impugnar todo esto? En principio, intentar que no se recojan estas pruebas no se corresponde con la defensa de gente inocente. Luego, describe la situación actual: la abogada ha recorrido los medios para cuestionar a la víctima, sembrando dudas sobre su edad, su conducta sexual y el origen del embarazo. Ese mensaje es el que le valió la felicitación del concejal. Por último, anticipa lo que se viene: un sumario engordado con impugnaciones que demoran el viaje hacia el juicio oral. En tanto, a la casa de la niña wichi violada llegan chapas y ladrillos.
13. En la mesa hay choclo, arroz, pollo y brócoli. Hay también cinco niños y una bebé. Todos pronuncian palabras en tres idiomas: castellano, inglés y wichi. Así es la familia del antropólogo británico John Palmer y la bella wichi Tojweya. Compartimos el almuerzo y el impacto del viaje a Alto de la Sierra. “¿Podremos saber lo que realmente pasó?”, nos pregunta y se interroga Palmer. Algo ya sabemos, digo sin pensar qué puerta abría. Sabemos que esa niña va a tener que enfrentarse con los demonios de toda una sociedad. Tojweya, entonces, comienza a hablar en wichi. John me alerta: “Quiere contarte algo y te pide hacerlo en su idioma para poder expresarlo mejor”.
14. Monólogo de una mujer wichi:
“Quiero contarte la historia de Cordelia. Era mi amiga y amiga de todas. A Cordelia le gustaba deambular a solas por el monte. Le gustaba porque nunca se sentía sola ahí y porque si necesitaba compañía, se ponía dos dedos en la boca para hacer un sonido de pájaro. Y entonces todas la escuchábamos y nos íbamos corriendo al monte con ella. Un día a la comunidad llegaron unos criollos a comprar animales. Estuvieron varios días haciendo el rodeo, porque los animales estaban sueltos y tenían que buscarlos y cargarlos en el camión. Y como pesan mucho, eran varios. En esos días Cordelia desapareció. Todos la buscamos. La encontró su hermano. Le habían atado las manos. Le habían atado las piernas, abiertas. Le habían puesto una camisa en la boca. Y la habían violado. Esos hombres y otros hombres, a los que ellos, poniéndose dos dedos en la boca y chiflando, le avisaban: vengan a violar”.
15. Y entonces veo.
Veo la imagen de libertad que representa Cordelia caminando sola y gozosa por el monte.
Veo a todas las mujeres que desde la violación sistemática de Cordelias para acá temen andar en soledad.
Veo qué y por qué.
Y así este relato se convierte en esos dos dedos en la boca…
¿Escuchan?
La niña wichi nos está llamando.
La niña wichi somos todas.
Fotos: Nacho Yuchark/lavaca
Nota
Rosario y el asesinato de “Pillín” Bracamonte: las hipótesis, la pelea entre bandas y un corte de luz antes de las balas
En el atentado número 30 contra su vida, Andrés “Pillín” Bracamonte –líder de la barra brava de Rosario Central desde hace al menos 25 años– fue asesinado a balazos este sábado junto a su segundo, Daniel “Rana” Atardo. Ocurrió en el marco de un partido de Central contra San Lorenzo. Hubo una posible zona liberada, luces cortadas en la zona, y un crimen que se veía venir pese a la aparente calma de la violencia en Rosario en los últimos meses. Publicamos aquí las crónicas del medio cooperativo rosarino El Ciudadano, que dan cuenta del hecho, las primeras hipótesis, un perfil de Bracamonte y el contexto. Todo puede seguirse además en El Ciudadano (elciudadanoweb.com). Y agregamos una reflexión del periodista y diputado Carlos del Frade quien anticipa que estos asesinatos tendrán igual o mayores efectos que todo lo que ocurrió tras el crimen del “Pájaro” Cantero.
La muerte de Pillín: las hipótesis detrás del crimen que agita la pelea entre bandas y un sugestivo corte de luz antes de las balas
Quizás por haber sido víctima de 29 ataques a balazos, estaba regalado en una calle donde tampoco le llamo la atención que la luz estuviera cortada antes de que lo asesinaran. Por El Ciudadano (elciudadanoweb.com).
Con 29 ataques a balazos en el lomo, Andrés Bracamonte, único barrabrava capaz de sostenerse 25 años en el paravalancha canalla sabía que lo querían matar. Desde antes del último ataque, en agosto pasado, tenía esa certeza. Pero igual estaba regalado en la esquina de Avellaneda y Reconquista, con la luz cortada, sin sospechar lo que vendría. Algunos aseguran que contaba dinero de la recaudación.
El asesinato de Samuel Medina, el Gordo Samu, yerno del Guille Cantero abrió una serie de hipótesis que hoy desembocan en la muerte de Pillín. Una daba cuenta de una pelea entre Los Monos y Bracamonte que sus allegados desmienten. El Gordo Samu era allegado a Pillín, viajaban juntos y su muerte está orientada hacia una banda de un barrio periférico manejada desde Buenos Aires que la fiscalía tenía entre manos, según allegados a la investigación. Uno de los integrantes de esa banda fue golpeado personalmente por Pillín, algo que en la jerga se considera una especie de humillación. Pillín lo sabía, pero llama la atención que estuviera tan regalado en la esquina de Reconquista y Avellaneda. También llama la atención que un rato antes del ataque a balazos cortaran la luz de la calle en el marco de un partido de Central. Lo mataron a oscuras; a él y a su sucesor. Una versión da cuenta de que la pelea con el grupo del barrio periférico fue para evitar comercialización de sustancias en la cancha: Pillín no quería la Federal encima de ellos.
La escena del crimen, en las afueras del estadio de Rosario Central.
La banda señalada, que ya fue allanada, está vinculada directamente con una banda contraria a Los Monos. Si esta hipótesis se confirma habrá dos sectores en disputa, por un lado las dos grandes bandas que operan en Rosario y por otro lado la sucesión del paravalancha.
El perfil de un duro: a Pillín lo habían intentado matar 29 veces en los 25 años que estuvo al frente de la barra de Central
Andrés Bracamonte estuvo al frente de la barra canaya desde fines de siglo pasado, cuando era uno de los 7 jefes de fracciones internas y se quedó con todo. Desde entonces hubo plomos contra él: lo hirieron, lo rozaron, pero logró reponerse una y otra vez. Esta vez no pudo. Por El Ciudadano (elciudadanoweb.com).
—¿Es verdad que a Pillín lo balearon 29 veces?
—Sí, de locos, pero sí. Espero que podamos festejar las 30 con él sentado a mi lado.
Así confirmaba el número de gambetas a la muerte que llevaba Andrés Bracamonte un amigo que había ido a acompañar al hospital donde lo revisaban por heridas menores y roces de bala. Era el sábado 10 de agosto y Rosario Central acababa de vencer 1 a 0 en el Gigante de Arroyito a su archirrival Newell’s Old Boys. Y en medio de un torrente de personas a pie que caminaban por los bordes del parque Alem iba Pillin en su auto, despacio, junto a su pareja, y en avenida de los Trabajadores y José María Drago rociaron a ambos a balazos.
No habían ido a ver el partido, Pillín tenía restricción para entrar.
Según contaron testigos, un motociclista se acercó al auto y disparó ocho veces. Escapó. El entorno del jefe de la barra reaccionó rápido, pero no logró dar con el tirador. A Pillín una bala le entró en la espalda; también salió. No afectó ningún órgano, dijeron después en el hospital. A su pareja las balas le dieron en la zona costal derecha y en el codo derecho. También la atendieron sin que su vida estuviera en riesgo.
Pillín un cuarto de siglo al frente de la barra de Central. Había llegado a la cima antes del año 2000: era 1999 cuando quedó como jefe indiscutible de todas las fracciones. Y en los 25 años que se mantuvo fue acusado, condenado, detenido, liberado y baleado 29 veces.
De esos ataques, hay pocos registros en las crónicas policiales. Pero en el entorno del mandamás los tienen contados.
En julio de 2002, Pillín atacado por un desconocido que logró impactarle tres balas en el cuerpo. Fue en la puerta de un gimnasio ubicado en Ovidio Lagos al 1000. Pillín estaba en la puerta y vio a un desconocido cruzar la calle. Ese hombre extrajo un arma y le efectuó cuatro disparos, tras lo cual escapó a la carrera hacia la esquina donde al parecer lo aguardaba un auto.
Pillín recibió tres impactos de bala, dos en cada brazo y un tercero en la pierna derecha; el tirador falló el cuarto, que tenía como destino la otra pierna. Un balazo le provocó una fractura y el que recibió en el otro brazo le cortó una vena, lo que le produjo una importante pérdida de sangre.
En 2006 fue baleado por desconocidos en la puerta de su casa donde vivía entonces, en la zona norte. Recibió cuatro balazos: uno en el abdomen con orificio de salida, uno en cada pierna y otro en un tobillo. Rápidamente recibió el alta.
En febrero de este año, desconocidos balearon el frente de Los Álamos Club de Campo, el country de Ybarlucea donde vivía actualmente. Dejaron una nota amenazante contra el líder de la pesada.
Mediático
Pillín no pudo entrar a la cancha desde 2018. Antes del partido que Central disputó ante Talleres por la Copa Argentina, Bracamonte fue detenido mientras repartía entradas de protocolo, destinadas a dirigentes, en las inmediaciones del estadio de Lanús, donde se disputó el partido. Sólo quedó unas horas demorado. Pero la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (Aprevide) dispuso su prohibición de ingreso a los estadios.
En junio de 2010 fue uno de los diez barrabravas argentinos que no pudieron ingresar a Sudáfrica y fue deportado a la Argentina. Bracamonte, quien tenía tres causas judiciales en trámite, había sido autorizado por la Justicia local a salir del país.
Tres años antes el programa Crónicas Extremas del canal América filmó desde adentro a Los Guerreros, la barra canalla, con Pillín como estrella principal. Eso incluyó una visita a La Carpita, que el capo de la pesada también administra.
Causas judiciales
En diciembre pasado, Pillín pasó una semana preso, pero recuperó la libertad antes de la Navidad. Fue por una causa que involucra a un dirigente de la Uocra local por asociación ilícita, pero finalmente logró que sólo pesara sobre él una causa por extorsión.
Esa causa contra el gremio de albañiles reflotó un caso por lavado de activos que pesaba sobre Bracamonte, a raíz de la incautación de un cheque por el pase de un futbolista en su vivienda de Ybarlucea. Tras la imputación cuatro años atrás la causa quedó congelada, pero en diciembre la Justicia local decidió pasarla al fuero federal. Ante la apelación, la Cámara definió, finalmente, que la causa debía seguir bajo la órbita provincial.
Parecía intocable desde cualquier arista. Pero la suerte, si de tal cosa se trataba, esta vez le falló.
Daniel “Rana” Atardo, segundo de Pillín. Ambos asesinados ayer en Rosario.
Vienen días bravos
Este es el texto que escribió y distribuyó el periodista y diputado provincial santafesino Carlos del Frade, que este domingo a las 21 organizará un vivo en su Instagram @defradecarlos sobre las causas y consecuencias del asesinato de Pillín.
Por Carlos Del Frade
El asesinato del Pillín corta en dos la historia del presente criminal en Rosario.
Tendrá la misma o una mayor profundidad de lo que sucedió después del asesinato del Pájaro Cantero.
Era el único jefe de una barrabrava de primera división que permaneció por treinta años liderando esos negocios que surgen desde la cancha chica del fútbol y se expanden en la cancha grande de la realidad.
Más allá de las primeras informaciones, es claro que los últimos tres atentados contra él y su gente en los partidos de Central como local exhibían una voluntad manifiesta de matarlo.
Vienen días bravos en la ex ciudad obrera.
Portada
Hasta siempre, Mirta
Lo dijo con una sonrisa, amorosa, y con la mirada encendida, directo a los ojos: “El miedo es para los cobardes”. Fue un jueves de puro sol, cuando le preguntamos si tenía miedo en este contexto, antes de comenzar una nueva ronda que justo ella, con otras trece madres, fundó el 30 de abril de 1977, cuando buscaban con desesperación a sus hijos e hijas.
Mirta Acuña de Baravalle buscaba, además, a un nieto o nieta: su hija Ana María, a quien secuestraron el 26 de agosto de 1976 junto a su compañero Julio César Galizzi, estaba embarazada. Mirta murió este viernes sin saber qué pasó con ellos.
Su despedida será de 16 a 19 en el hall del Municipio de San Martín, el partido donde ella vivía, donde jugaba al scrabble sin cansarse, y donde seguía todos los jueves las rondas de Madres Línea Fundadora por las transmisiones de medios comunitarios, mandando saludos en vivo y recordatorios que una hermana leía sobre otras personas desaparecidas.
Tenía 99 años, la mirada encendida y la sonrisa amorosa, para indicarle a nuevas generaciones que la lucha sigue.
Gracias, Mirta.
Presente, ¡ahora y siempre!
Mirta en las marchas masivas del 24 de Marzo, marchando por la memoria, la verdad y la justicia junto a sus compañeras de Madres Líneas Fundadora. Foto Lina Etchesuri para lavaca
24 de Marzo de 2017. Mirta acompañada por Victoria Moyano, nieta recuperada. Foto Lina Etchesuri para lavaca
Esta foto fue tomada el 29 de febrero de este año y fue el último jueves de ronda donde estuvieron las tres Madres Líneas Fundadora juntas: Nora Cortiñas (fallecida el 30 de mayo), Mirta Baravalle (en el centro) y Elia Espen. Consultada sobre si tenía miedo en un contexto de discursos de odio y negacionistas, Mirta respondió a Lavaca con una sonrisa: “El miedo es para los cobardes”. Foto Lina Etchesuri para lavaca
Nota
S.O.S. Garrahan: el desfinanciamiento del hospital modelo
Un guardapolvo blanco, pintado de letras rojas en el dorso: “Salud en lucha”. Una pancarta naranja, con letras negras, que grita: “El Garrahan es insalubre”. Lo que adorna a las instalaciones del centro pediátrico de referencia en salud pública, gratuito, de altísima calidad y de máxima complejidad donde se atiende a infancias de todo el país, refleja el contexto de lucha: seis paros en diez semanas. Una movilización el martes pasado a Plaza de Mayo. Otros paros por venir. Y un festival que se está organizando para el 8 de noviembre. Seis mil laburantes que dijeron basta, que ya no se puede, que así no se sigue. Los reclamos son tan centrales como diversos: salario, condiciones laborales y presupuesto. Todos, repercuten en un problema tan primordial como poco tenido en cuenta: la salud mental de sus trabajadoras y trabajadores.
Por Francisco Pandolfi
Lo que pasa puertas adentro de esta entidad emplazada al sur de la Ciudad de Buenos Aires llevó a que en 2019 se creara la Comisión de Condiciones de Trabajo Insalubres y Agotamiento Prematuro del Hospital Garrahan.
Ivone Malla tiene 55 años y es, desde hace 12, médica hepatóloga del hospital e integra la comisión desde su nacimiento. Le cuenta a lavaca por qué surgió la necesidad imperiosa de organizarse y de ponerle ese nombre: “En 2019 empezamos a notar la situación compleja en la que estábamos. El grado de sufrimiento que padecíamos por estar expuestos durante tanto tiempo, todos los días, muchas horas por día, bajo una presión insoportable un tercio de nuestra vida. Armamos un grupo de whatsapp, primero entre cinco, seis personas, y en menos de una semana éramos 200. Hicimos reuniones y armamos la comisión con integrantes de distintas áreas del hospital. Y decidimos armar un informe que es contundente por los datos que denuncia. El documento de 40 páginas tiene cifras como estas: “En el Garrahan muere casi un paciente por día. La mayor parte es menor de un año y un cuarto menor a un mes”.
La salud de quienes cuidan la salud
Ivone actualiza algunos datos del informe presentado en marzo de 2020:
–El 26 por ciento de las licencias que se piden en el hospital se deben a trastornos de depresión y problemas de salud mental.
–Hicimos una encuesta y uno de cada 2 trabajadores del hospital toma psicofármacos.
–Otro dato alarmante tiene que ver con la tasa de suicidios. El hospital duplica a la tasa del país, que es de uno cada 12 mil personas por año. En el Garrahan somos 6 mil laburantes y tenemos un trabajador por año que se suicidó. De hecho, cuando empezó este reclamo se mató un compañero. Obviamente este no es un número oficial, porque pedimos el registro a las autoridades y no brindan la información, pero nosotros sabemos bien lo que pasá acá.
Frente a este escenario, desde la Comisión proponen medidas concretas: “Demostramos con datos fehacientes que el trabajo que realizamos afecta nuestra salud física y mental y amerita la aplicación de un régimen especial que contemple las condiciones de trabajo insalubres y/o agotamiento prematuro a los que estamos expuestos, y limite la exposición con reducción horaria sin afectar nuestros salarios (de ocho a seis horas el área médica y de siete a seis la enfermería), licencias por estrés (de cinco a quince días anuales) y reducción de nuestros requisitos jubilatorios (25 años de servicio, mínimo 50 años de edad y 82% móvil).
Ivone sentencia: “Se habla mucho del modelo Garrahan, que la manera de sostenerlo es que pasemos más horas en el hospital y debe suceder todo lo contrario. Un motivo por el que se están yendo muchos profesionales es por los bajos salarios, porque aunque siempre cobramos poco el ajuste de los últimos meses es feroz, pero otro factor es por ese mismo modelo Garrahan que te obliga a quemarte, a dejar la salud, porque te exprime a tal punto de ser expulsivo. No podemos continuar un sistema que no cuida la salud de quienes cuidamos la salud pediátrica de mayor complejidad del país”.
La situación de insalubridad de las y los trabajadores del Garrahan es gravísima.
El sueldo más bajo de la historia
Norma Lezana es la Secretaria General de la Asociación de Profesionales y Técnicos. Tiene 62 años y hace 36 que trabaja en el hospital, cuando ingresó meses después de la inauguración del Garrahan, el 25 de agosto de 1987. “Estudié en la universidad pública y recuerdo cómo mi sueño era trabajar en ese lugar que se estaba construyendo. Yo armé mi vida en paralelo a este hospital de tanto prestigio, que sigue solucionando las enfermedades más graves y raras de los niños y niñas de Argentina, que no son números. Cada historia es un pacientito, un nombre, una familia. Cada caso requiere una reunión, un equipo interdisciplinario detrás, esa siempre fue la intención acá, así nos formamos y así creció el Garrahan”, dice Norma, ya con los ojos vidriosos.
Esa labor en equipo, hoy la replican para otro tipo de lucha: “Ahora nos toca defender la importante misión que tiene esta institución, en un momento en el que quienes trabajamos estamos cobrando el sueldo más bajo de la historia. En menos de un año, la inflación fue de 236% y nuestro salario apenas subió el 100. Este cambio fue de golpe, entonces no hubo manera de acomodarnos, porque no podés de un día para el otro dejar de pagar internet, de mandar a tu hijo al colegio, ya no pagar los impuestos. Es angustiante lo que estamos viviendo. Una compañera el otro día me dijo que empezó a pagar el alquiler con el crédito que te da Mercado Pago, que te cobra mucho interés y en poco tiempo ya no va a tener sueldo. Otra me dijo que no tenía de dónde sacar para el campamento escolar de su hijo. Yo gastaba 5 mil pesos de luz y me vinieron 100 mil. Es muy estresante, esto antes no pasaba”.
Desde las distintas organizaciones que forman la vida política del hospital dan números concretos: los operarios y técnicos no llegan a 500 mil pesos. De enfermería a 750 mil. 900 mil del área médica con aproximadamente 15 años de experiencia. Ivone expresa: “Necesitamos una recomposición salarial del 100% y un sueldo inicial igual a la canasta familiar, que hoy está en 1.500.000 mil pesos”. Completa Norma: “Los sueldos más bajos están bajo la línea de la pobreza y los de la mayoría, salvo los de los médicos más antiguos y los cargos de conducción, tampoco llegan a cubrir la canasta básica. Frente a esto, nuestro sueldo subió un 1 y un 2% en las últimas paritarias, que es lo que firmó UPCN con el gobierno nacional. Por eso denunciamos al sindicato, a la CGT y a la CTA, porque firmaron esto calladitos, como si no se dieran cuenta la situación que vivimos”.
Norma es licenciada en nutrición y pone el foco en lo que compra (o no) la gente y en lo que mira (o no) el Gobierno nacional: “Veo changuitos vacíos, poca fruta, verdura y lácteos. El salario no es algo que nos puedan recortar, porque no es un gasto. Pero este gobierno es insensible, cruel, lleno de mercenarios. Pueden hablar de déficit cero, de que Caputo es el mejor ministro, pero la realidad es que varios enfermeros después de trabajar diez horas, cuando salen a las 7 de la mañana de acá se van a otro trabajo y no a descansar. Puede ser libertario o no libertario, pero si esta es la realidad sólo queda claro que es un gobierno pésimo”.
Mientras tanto, la perspectiva del Ejecutivo: “El Ministro de Salud Mario Lugones acaba de presentar un plan estratégico de recorte del 20% en la salud. Es criminal esta decisión. Y sólo se explica con el lobby que está haciendo la gestión privada. Los funcionarios son sus gerentes y nos están llevando a un retroceso tremendo”.
Hay salarios iniciales que no llegan a los 500 mil pesos.
El éxodo de trabajadores
Josmar Flores Arnéz es licenciado en bioimágenes, tiene 36 años y hace 15 que trabaja en el servicio de neurointervencionismo del hospital. “Desde hace varias semanas luchamos por una recomposición salarial y por mejores condiciones de trabajo. Este año convivimos con un presupuesto congelado que duró los primeros seis meses. El Ministerio de Salud mandó una ampliación de ese presupuesto, pero es insuficiente. Por eso exigimos la apertura de paritarias y un porcentaje acorde que por lo menos nos empate con la inflación. Las categorías más bajas no pueden cubrir ni lo básico, como vestirse, comer, educarse”.
Josmar es delegado de la junta interna de ATE y comparte un dato que refleja la situación extrema: “No nos quisieron decir el número concreto, pero desde la propia Dirección confesaron que en los últimos 9 meses renunció la misma cantidad de profesionales que en los últimos 9 años. Si bien esta situación no empezó con este gobierno, sí la profundizó muchísimo y potenció el éxodo de profesionales. Esa pérdida no se recupera”.
Guido Gromadzyn es neurocirujano y parte de Trabajadores Autoconvocados del Garrahan. Tiene 40 años y desde 2009 recorre estos pasillos. Su cumpleaños de 15 no está siendo el más feliz: “Nunca estuve tan preocupado, porque la salud pública está peor que nunca. El hospital hasta ahora, había sido un oasis al realizarse las técnicas más avanzadas y nunca nos faltó nada. Si bien muchas veces tuvimos conflictos de sueldo, es muy preocupante sentir cómo el hospital de a poco se va debilitando y desmantelando desde el recurso humano, y desgranando todo el trabajo interdisciplinario tan característico del Garrahan. Siempre tuvimos los mejores profesionales y ahora están renunciando porque no llegan a fin de mes, profesionales que tienen alquilar y les es imposible, hipermegaespecialistas que ya no les conviene hacer las jornadas extendidas de 8 horas cobrando un sueldo miserable y entonces se van a trabajar a otro lugar o directamente fuera del país”.
Guido mira el futuro: “Es lo que más me preocupa. Somos un hospital escuela y va a llevar años y décadas formar este tipo de profesionales. Esto va a repercutir directamente en la salud de los chicos y si sigue así va a empeorar, porque muchos compañeros nos dicen: ‘Yo estoy hace 15 años, siempre me puse la camiseta, pero más allá de marzo no aguanto’. Es desesperante saber que en poco tiempo el gobierno está rompiendo todo y que nos va a llevar muchísimo reconstruirlo”.
Sobre el financiamiento freezado, Norma Lezana pone números: “Al presupuesto que teníamos de 60 mil millones del año pasado, que estuvo congelado todo el año y que en junio se acabó, llegó un refuerzo de 90 mil millones de pesos, o sea, un tercio más. Pero eso no tiene nada que ver con la realidad. Solo por poner un caso: el medicamento gammaglobulina aumentó 10 veces, y lo mismo sucede con el resto de los remedios, insumos y obras. Por eso en salud no se puede ajustar, pero el ministro Lugones es el hombre manos de tijera, solo piensa en recorte, recorte y recorte”.
Hay motosierra, licuadora y también organización como defensa de la salud pública.
El ministro que nunca pisó el hospital
El Juan Pedro Garrahan lleva ese nombre por un reconocido pediatra. En cuanto a su sostenimiento, depende un 80% del Ejecutivo nacional y un 20% del gobierno porteño. Cuando a principios de octubre asumió el ministro Lugones, una de sus primeras decisiones fue echar a todos los integrantes del Consejo de Administración, al otorgar un bono por única vez de $500 mil pesos a las y los trabajadores. Contextualiza Ivone: “El bono no fue una dádiva, sino el producto de varios meses de reclamo y además se obtuvo con recursos genuinos que producimos con nuestro trabajo, ya que ese dinero salió de una caja donde va la plata que se recauda de las obras sociales de los pacientes. Esa caja sigue existiendo, pero el mensaje de la patronal fue que ya no se repartirá entre las y los trabajadores”.
Josmar agrega: “Cuando Lugones se reunió hace 15 días con el nuevo Consejo de Administración (presidido por Soraya Anis El Kik) dijo públicamente que el presupuesto del hospital garantizaba su total funcionamiento, pero nosotros sabemos que no es así”. Da un ejemplo: “En una de las terapias especializadas en pacientes inmunosuprimidos donde sí o sí debe haber una determinada ventilación, en estos últimos días de calor los aires acondicionados no funcionaron. Y no funcionan desde hace varios meses porque dicen que no hay plata para arreglarlos. Da otro: “No solamente se nota en las habitaciones de los pacientes, también en los entrepisos técnicos donde está toda la maquinaria, hay mucha precariedad en el ambiente, con paredes, techos y pisos rotos”. Otro más: “En los vestuarios del personal hay humedad, hay ratas, hay baños clausurados”. Y explica el por qué de las palabras del ministro Lugones: “Nunca pisó el hospital”.
A 37 años de su inauguración, sus trabajadores denuncian cómo lo están desmantelando.
La resistencia
Por año, el Garrahan atiende 660 mil consultas. Realiza 12 mil cirugías. Trata el 40% del cáncer infantil del país. Hace más de 100 trasplantes pediátricos de órganos, lo que representa al 50% de toda la Argentina.
Eso, y muchísimo más, es lo que está en juego.
Tras la marcha blanca del martes pasado, donde confluyeron con las clases públicas universitarias, ayer se consensuó en la asamblea del Garrahan continuar el plan de lucha. Se votaron dos paros: el jueves 31 de octubre, con permanencia y distintas actividades. Y el viernes 8 de noviembre, con un abrazo cultural y social en defensa del hospital, y con el cierre de un festival musical.
Guido Gromadzyn: “Hace meses que reclamamos y, aunque esto nos está llevando un montón de desgaste mental y emocional, vamos a seguir organizándonos para que esto le llegue a toda la comunidad y así evitar que esto se desbande aún más. Vamos a seguir, porque aunque este gobierno parezca que nunca escucha, siempre sirve hacer ruido”.
Cierra Norma Lezana: “Hay mucho en riesgo y no sé si la población es consciente de lo que se puede llegar a perder si no hay un cambio de rumbo en un gobierno que no dialoga, que no entiende lo evidente. Acá estamos preparados para resistir, porque si no resistimos nosotros, no lo va a hacer nadie. Estamos fortalecidas y convencidos de que vale la pena defender todo lo que significa nuestro hospital Garrahan”.
- Revista MuHace 2 semanas
Mu 198: Tomar el futuro
- Fábricas RecuperadasHace 2 semanas
La combustión que permitió recuperar Aceitera La Matanza
- NotaHace 3 semanas
S.O.S. Garrahan: el desfinanciamiento del hospital modelo
- ActualidadHace 1 semana
El ojo izquierdo: el recuerdo para Barba Álvarez, víctima de la represión macrista por la reforma jubilatoria
- NotaHace 4 semanas
Desalojo a una comunidad originaria en Jujuy: el poder político detrás de la violencia policial
- NotaHace 4 semanas
65 facultades tomadas (y contando) en todo el país: el veto por la culata
- ActualidadHace 3 semanas
Más de 100 clases públicas en Plaza de Mayo: una lección política
- teatroHace 2 semanas
Teatro comunitario: “No es lo que parece”, una obra comandada por niñes y adolescentes del Circuito Cultural Barracas