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Travesticidio de Diana Sacayán: la hora de la verdad

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Luego de las siete audiencias que conformaron la instancia oral y pública del juicio por el travesticidio de Amancay Diana Sacayán, este lunes 14 de mayo se iniciaron los alegatos. De acuerdo al informe del perito forense, a Diana  la mataron con saña en su casa, cuando estaba en estado de indefensión. La situación compromete más al acusado Gabriel Marino, acusado por primera vez de «travesticidio», y a otros dos cómplices que son juzgados en un juicio paralelo.
Por Florencia Paz Landeira para lavaca.org
Las audiencias fueron ante el Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 4 de la Ciudad de Buenos Aires, integrado por Adolfo Calvete, Ivana Bloch y Julio César Báez. Por el Ministerio Público Fiscal participa Ariel Yapur. Hay dos querellas, una en representación de la familia y otra a cargo del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), donde trabajaba Diana antes de su asesinato. En las últimas semanas, se expusieron los hechos, se conocieron detalles de la autopsia, testimonios del cuerpo policial que intervino en el caso, retratos de Diana narrados de forma amorosa y combativa por sus compañerxs, el análisis experto de la antropóloga mexicana Amaranta Gómez Regalado, como también escasos y esquivos testimonios de conocidos del acusado y en una sola ocasión la voz de éste.
A partir de la conjunción de los testimonios, se probó que el acusado Marino, junto con otro individuo – que es objeto de otro proceso judicial –, provocó la muerte de Diana Sacayán en la madrugada entre el 10 y el 11 de octubre de 2015. La violencia estuvo motivada en el odio por su identidad de género travesti y su activismo y trabajo por la diversidad sexual y los derechos de la población trans. La activista travesti y defensora de derechos humanos fue maniatada, amordazada, atacada de muchas maneras y herida de muerte con un arma blanca. “Conocí a Diana Sacayán el 14 de octubre de 2015, a las 7 de la mañana, en la mesa de autopsias”, dijo el forense. Diana fue su autopsia 14806, un cuerpo con 27 heridas, 13 de ellas de arma blanca, dos mortales.

Vocera social

La antropóloga Amaranta Gómez Regalado, quien había conocido a Diana y compartido con ella instancias de activismo e investigación, expuso algunos datos: el promedio de vida de las personas trans es de 32 a 40 años. Sin embargo, no hay estadísticas producidas por el Estado acerca de esa población. “Los datos los empujan las organizaciones de la sociedad civil”. Enfatizó el marco de pobreza, violencias y olvidos en el que transcurren las vidas de muchas personas trans.  “Como trans y defensoras de ddhh tenemos mayor vulnerabilidad, porque cuando pasas de la esfera privada a la pública, se producen persecuciones, agresiones, intimidaciones. Te conviertes en vocera social, estás interpelando al Estado. No es cis la que toma el micrófono, es un cuerpo travesti que no entiendes. Como si una travesti no tuviera derecho a imaginar el mundo de otra manera”. Sus amigas y amigos y compañeros de lucha se encargaron de ponerle carne a este análisis; destacaron el liderazgo de Diana y la herida subjetiva y política que significa su asesinato. “Era nuestra referente, siempre lo había sido, desde que éramos chicas”, dijo una de sus amigas de toda la vida.
La cuarta audiencia corrió el foco de Diana para centrarse en el acusado. Un hombre de alrededor de 60 años, pareja ocasional de Marino, a quien le solía comprar regalos y ayudar con dinero, declaró que luego del fin de semana del asesinato de Diana fue a visitar a la mamá del acusado. “Ella estaba cosiendo un jean roto, era un corte hecho con una tijera. La madre de Marino me contó que él se había peleado con Sacayán y había resultado herida”, dijo. Fue la primera vez en el juicio que alguien dijo que Marino confesó el crimen, porque hasta ese momento el propio acusado no había hablado. También se refirió a Marino como “violento y caprichoso”. En la quinta audiencia, un vecino de Diana narró que cuando llegó al edificio la madrugada de los hechos, se encontró con un hombre escondido al lado de la silla que usualmente ocupa el personal de seguridad. “Vio la puerta abrirse y salió”. Cuando fue llamado a declarar en el inicio de la investigación había asegurado que se trataba de dos personas. Ante la repregunta, respondió: “Si yo en ese momento dije que fueron dos, fueron dos. Estaban los dos juntos. No recuerdo nada porque fue un segundo”.
Gabriel David Marino, único acusado en el juicio – recordemos que la causa fue dividida por un lado, en este juicio oral en curso con Marino como imputado y por otro lado, otra investigación sobre la participación de Federico Cardozo y Félix Alberto Ruiz en los hechos, que está en etapa de instrucción – esperó a la séptima audiencia para pronunciar sus únicas palabras:
-Juro por Dios que soy inocente. Nunca estuve en el lugar del hecho. Yo no maté a Diana. Yo pido Justicia por Diana Sacayán. No voy a contestar preguntas.

Contradicciones

Quienes estaban presentes en la sala se estremecieron de escuchar de su boca la bandera colectiva que desde marzo el movimiento LGTBI sostiene en alto en la plaza frente a Tribunales cada jornada de audiencia. Ante esta declaración, el fiscal en la causa Ariel Yapur, respondió: “Existe una gran diferencia entre lo que el acusado acaba de decir y lo que dijo en la indagatoria, que estaba en el lugar de los hechos. Por eso pido que se dé lectura a esa declaración”. El defensor se opuso. “Marino se ha expresado. No es más contradictorio, es más escueto y acotado”, intentó justificar. Adolfo Calvete, presidente del tribunal, consideró que había contradicción, “razón por la cual corresponde la lectura de la declaración”. “Me opongo”, insistió el abogado defensor. Finalmente se leyeron algunos unos fragmentos, donde Marino cuenta que estaba en el departamento de Diana, “muy drogado”, y dice haber visto cómo otra persona que estaba allí con él la acuchillaba.
Las últimas novedades antes de la etapa de los alegatos fue la presentación de las organizaciones 100% Diversidad y Derechos y la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) como amicus curiae a los fines de brindar argumentos al Tribunal que permitan encuadrar el asesinato de la activista travesti Diana Sacayán como un travesticidio y crimen de odio. El escrito de 100% afirma: “Cuando los Estados no llevan a cabo investigaciones exhaustivas e imparciales sobre los casos de violencia contra las personas LGBTI, la impunidad por estos crímenes transmite el mensaje social de que la violencia es condonada y tolerada, lo que, a su vez, alimenta aún más la violencia y produce la desconfianza de las víctimas en el sistema judicial”.
Finalmente, este lunes 14 se incorporó un último testimonio, el que había escrito la activista travesti Lohana Berkins antes de su muerte. Allí se insiste con vehemencia en que se considere como central que el motivo determinante del asesinato de Diana fue su identidad de género travesti. A continuación, el Tribunal anunció que habría tres alegatos: la querella de la familia, la querella del INADI y el fiscal. Finalmente, solo hubo lugar para el primero, a cargo de la abogada Luciana Sánchez, quien pidió prisión perpetua para Marino: “El alegato sostiene el oportunismo calculado del travesticida Marino. El asegurarse la indefensión, las formas de defensa mínimas de Diana que fueron prácticamente nulas al estar en un estado imposible de repeler los ataques, sumado a las pruebas de cámaras de seguridad, constatación de las formas de violencia física, celdas telefónicas, material genético, hacen entender indubitablemente que el ejecutor fue David Marino”. Los restantes alegatos fueron programados para el próximo lunes 21 de mayo, luego de los cuales se conocerá la sentencia.

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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños 

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El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.

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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

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Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Por Claudia Acuña

El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y  familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación:  es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.

Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.

¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.

A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.

Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.

El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.

Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.

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Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

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Por el Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez

Todas las administraciones del Estado se han adjudicado falsamente la baja de femicidios y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich acaba de rendirle tributo a esta tradición. Pero las cifras del Observatorio Lucía Pérez, construidas a partir de casos judiciales, denuncias y relevamientos provinciales, demuestran una realidad diferente.

Antes de los números, una aclaración: el 2023 fue el primer año en que el Estado nacional publicó estadísticas criminales sin clasificar. Lo hizo con un archivo Excel desordenado que abarcaba una década, sin distinguir delitos ni consolidar provincias. Algunas jurisdicciones directamente no informaron datos en categorías sensibles, como violaciones. Así, la ciudadanía no puede verificar ni auditar los números oficiales.

En ese vacío, las declaraciones de Bullrich remiten a una lógica conocida: la de la inflación. Como con los precios, la diferencia entre los números oficiales y la vida real se amplía cuando se manipula o se oculta información.

Por eso, este Observatorio público y autogestionado carga 12 padrones de manera diaria. Para realizar un seguimiento estructural de la violencia machista, y también para controlar el rol del Estado.

A diferencia de los 178 registrados que mencionó la ministra, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 217 femicidios y travesticidios en lo que va del 2025. Estos son las cifras que pueden verse y verificarse, ya que el OLP es un padrón público:

Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

Otro dato que se oculta es el que representan los femicidios cometidos y sufridos por integrantes de fuerzas de seguridad, que están bajo la responsabilidad de la ministra.

En 2025, el primer femicidio del año fue el de una mujer policía asesinada con su arma reglamentaria (Guadalupe Mena). Y el último, ocurrido apenas el 26, también: Daiana Raquel Da Rosa.

Si bien existen medidas para en estos casos limitar su acceso por parte de los uniformados por “representar un riesgo inminente para la víctima”, como indica la resolución 471/2020 del Ministerio de Seguridad de la Nación, los datos muestran que esto no siempre se cumple. Según el relevamiento de funcionarios denunciados por violencia de género del Observatorio Lucía Pérez, 71 de ellos pertenecen a las fuerzas de seguridad. Es decir que muy probamente porten armas.

Armas reglamentarias, vínculos jerárquicos y falta de sanción disciplinaria conforman una trama donde la violencia institucional se reproduce dentro y fuera de las comisarías. ¿Y Bullrich?

Más preguntas que emergen: ¿cómo se mide el porcentaje de crueldad? Los “narcofemicidios” de Lara, Brenda y Morena muestran una violencia cada vez más planificada y asociada a redes delictivas con complicidad del Estado.

Otra cifra invisibilizada en este crimen social que es un femicidio es la de las infancias huérfanas. En lo que va de 2025, el Observatorio registra 139 infancias huérfanas por femicidios. En todo 2024 fueron 173. Y detrás de cada una hay un Estado que sigue sin garantizar la Ley Brisa, que establece una reparación económica y acompañamiento a hijas e hijos de víctimas de femicidio.

Mientras la violencia machista sigue cobrando vidas, multiplicando huérfanos y exponiendo la precariedad institucional, el Estado tergiversa y oculta.

La pregunta es: ¿por qué?

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