Nota
Desparecidos en México: así es el día de las madres que buscan a sus hijos
Desde hace 7 años, el día de las madres se conmemora en México con una manifestación por las más de 35 mil personas desaparecidas y las 250 mil asesinadas durante la llamada «guerra contra la drogas». De Ayotzinapa a los 3 estudiantes de cine desaparecidos en Jalisco este año, madres y estudiantes volvieron a marchar y a relatar el horror: «Nos va a llevar tiempo pacificar este país, pero tenemos que empezar ya». Qué dicen del Estado y cómo buscan a sus familiares. Crónica desde Ciudad de México por Eliana Gilet para lavaca.org. Fotos de Ernesto Álvarez.
Hace siete años las mujeres mexicanas convirtieron el día de la madre en un día de lucha: el de la “dignidad nacional de las madres buscando a sus hijos”. Esta vez, a la marcha de mujeres vestidas de blanco, esas que van acompañadas por los otros hijos y algún vecinos, por los tíos y los padres de sus hijos, se le sumaron decenas de estudiantes llegados desde Jalisco, uno de los estados mexicanos de la costa del Pacífico -que ocupa el segundo lugar en registrar la mayor cantidad de casos de desaparición forzada-, donde el 19 de Marzo pasado, tres estudiantes de cine fueron desaparecidos mientras regresaban de filmar un trabajo para su escuela.

Ciudad de México. Bebé frente una intervención con los rostros y nombres de cien desaparecidos durante la marcha por la Dignidad Nacional de las Madres Buscando a sus Hijos.
Foto: Ernesto Álvarez
Jalisco, el nuevo Ayotzinapa
La historia de Javier Aceves, Marcos García y Daniel Díaz -así se llamaban los estudiantes- sacudió México y, a un mes de su ausencia, ante la presión ciudadana que generó el caso la autoridad judicial jalisciense comunicó que habían detenido al supuesto perpetrador, quien había confesado que los estudiantes habían sido asesinados y sus cuerpos disueltos en ácido. El fiscal general de Jalisco, Raúl Sánchez Jiménez dijo estas y otras palabras más en conferencia de prensa, planteando que su investigación los había llevado hasta una casa dónde encontraron evidencias del crimen y restos genéticos de dos de los jóvenes, entre otros veinte perfiles genéticos.
La versión oficial despertó en todos el recuerdo de Ayotzinapa. En aquella ocasión el Estado intentó poner un punto final al caso fabricando una “verdad histórica” que resultó ser falsa: señalaba que los 43 habían sido quemados en el basurero de Cocula, una localidad vecina a Iguala, donde fueron secuestrados por policías municipales en actividad en la noche del 26 de setiembre de 2014 y desde entonces están desaparecidos.
Jesús Medina es presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios de la Universidad de Guadalajara, ciudad capital de Jalisco, y viene en el contingente de los universitarios que se sumaron a la marcha de las madres. Dice que ninguno de ellos creyó en la versión oficial de lo sucedido con sus compañeros cineastas. “La terrible situación que padecieron nuestro compañeros hizo visible la cantidad de familias con desaparecidos que hay en nuestro estado (Jalisco): no son tres, que se cuentan por miles. La cifra oficial dice que son tres mil desaparecidos en este sexenio pero no es cierto, sabemos que la cifra es más alta aún. Hay carpetas de investigación de un hecho dónde desaparecieron tres o cuatro personas de manera simultánea y ellos lo cuentan como un solo caso, cuando las víctimas son más. Sabemos que la cifra de desaparecidos en Jalisco está por encima de las 4500 personas, del año 2012 para acá.”
«La cifra
oficial dice que son tres mil desaparecidos en este sexenio pero no es cierto, sabemos que la cifra es más
alta aún».
Medina señala que a partir del caso de los tres estudiantes se hizo evidente que la justicia no estaba buscando a nadie, pero dada la presión “ahora sí se encargaron de encontrar una hipótesis, pero sin tener pruebas científicas o peritajes concluyentes que sostengan que es verdad lo que plantean. La ley general de desaparición forzada es muy clara: en su artículo 5, fracción 12, dice que mientras la persona siga desaparecida, la autoridad está obligada a buscarla con vida. Ellos quieren cerrar esta tragedia por decreto y eso nos parece inadmisible”.
Cuenta que a pesar de tener contacto previo con dos colectivos de su estado, Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos Jalisco y Por amor a ellos, fue la repercusión del caso la que los hizo tomar la calle. Entiende que las universidades del país, todas, las de mayor prestigio, “se han quedado muy cortas porque todo lo que han mostrado son comunicados, cuando ellos tienen una capacidad de investigadores, tecnológica, logística y operativa deberían estar metidos en este tema que es el principal del país”.
Asegura: “Nos va a tomar años pacificar este país, pero hay que empezar ya. Creo que las madres habían estado solas durante muchos años y hoy llegamos con la idea de decirles a ellas que no están solas. Pero en realidad, los que no estamos solos somos nosotros, porque ellas no se han cansado nunca de luchar por los jóvenes. Apenas lo hemos entendimos y eso hay que reconocerlo”.

Ciudad de México. Mujer en medio de mantas con los rostros de personas desaparecidas durante la marcha por la
Dignidad Nacional de las Madres Buscando a sus Hijos.
Foto: Ernesto Álvarez
No están solas
La marcha termina su recorrido y se instala en las escalinatas que son la base del Ángel de la Independencia, sobre la Avenida paseo de la Reforma en el corazón financiero de la ciudad de México, para leer una proclama conjunta y que luego todas las que lo deseen tomen el micrófono y hablen.
Yolanda Morán, fundadora de la organización Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México (FUNDEM) es la encargada de ponerle voz al texto común, cuyo centro es denunciar que los últimos dos presidentes del país, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, son responsables de este genocidio, de este desastre nacional y de esta miseria planificada. A continuación detalló las cifras detrás de estas aseveraciones, en las que durante el sexenio de Calderón (2006-2012) se contaron un promedio de 55 ejecuciones por día y 12 casos de desaparición forzada (121603 asesinatos y 26121 desaparecidos) pero para cuando llegó Peña, en 2012, esa cifra explotó. El año pasado, 2017, fue catalogado como “el año más violento jamás registrado” en la historia de México, que se tradujo en casi 80 asesinatos por día.
El año pasado, 2017, fue catalogado como “el año más violento jamás registrado” en la
historia de México, que se tradujo en casi 80 asesinatos por día.
El discurso de las madres resume la contundencia del rol estatal en la máquina de desaparecer personas, así como de la resistencia que se teje en la calle: “Felipe Calderón eres responsable de haber declarado una guerra contra la delincuencia organizada que en verdad se convirtió en una guerra contra el pueblo. Nosotras decretamos esta sentencia histórica, ¡carga en tu conciencia con nuestro dolor! Peña Nieto eres responsable de no haber corregido el error de tu antecesor, a sabiendo de que era un error costoso en sangre y en sufrimiento. Te corrompiste a nivel no imaginables y te comportaste como un mentiroso frente a todas nosotras: no sólo ante los 43 desaparecidos de Iguala, a los de Tamaulipas, ante Jalisco. ¡Estás ante los 50 mil desaparecidos que la nación te reclama! Eres responsable político históricamente de las cifras de horror que superan a las de tu antecesor. Tendrás, como Calderón, la mancha eterna del escarnio, por haber sido un títere de la impunidad, de la estafa maestra, de los socavones físicos y morales, de la venta y remate de todos nuestros recursos naturales, de tus gobernadores corruptos, prófugos y encarcelados».
Las madres también defendieron la Ley General de Desaparición Forzada, que entró en vigencia en enero de 2018 y fue producto de su esfuerzo y pelea durante unos seis años. La ley que se acordó, creó un nuevo tipo penal que antes no existía y que es la “desaparición por particulares” dónde el Estado termina blindado, porque desaparece su responsabilidad de no haber garantizado la seguridad de los habitantes de su país. La otra parte crucial de la ley es la creación de un mecanismo nacional de búsqueda de personas
desaparecidas, para el que a fines de marzo, fue designado Roberto Cabrera Alfaro como el primer comisionado a cargo de estas nuevas estructuras.

Ciudad de México. Familiares de personas desaparecidas se manifiestan en el Ángel de la Independencia para
reclamar por la injusticia y responsabilidad del Estado en cada uno de sus casos.
Foto: Ernesto Álvarez
Cabrera cuenta con el beneplácito de una buena cantidad de madres y familiares pero, como apunta Juan Carlos Trujillo de Familiares en Búsqueda – María Herrera, no hay ley que no deba hacerse cumplir: “La ley ya debería estar aplicándose, pero sabemos que aunque sea muy bondadosa en contenido, una cosa es la parte escrita y otra la aplicación. Tenemos un desfase y estamos lejos de una aplicación que favorezca a las familias y sus búsquedas. Nuestros esfuerzos están puestos en acciones como esta (señala hacia la movilización) que son las que hemos estado haciendo siempre, con ley o sin ella, con Estado o sin él. Las familias tenemos claro que nos toca seguir buscando, haciendo las cosas solos”.
Sobre la designación de Cabrera como Comisionado Nacional de Búsqueda de personas desaparecidas dice estar de acuerdo, ya que tiene trabajo previo realizado con los colectivos de familiares desde su antiguo puesto en la Comisión Nacional de Seguridad, pero señala que “los recursos son el principal defecto de la ley. El mecanismo de búsqueda no tiene presupuesto por sí mismo, depende de lo que le otorgue la secretaría de gobernación y hasta dónde tengo entendido, aún no ha sido asignado. Si le toca poco, sólo va a alcanzar para la estructura y salarios, pero no para el modelo de aplicación”.
Sin embargo y a pesar de su gravedad, este tema no se ha tocado prácticamente durante la campaña electoral en curso, por ninguno de los candidatos que el próximo 1 de julio pelearán en las urnas por un sillón en el gobierno mexicano.
Teresa está parada a unos metros de la concentración, dónde el centro de derechos humanos Fray Juan de Larios, del estado de Coahuila, montó una muestra de fotos sobre las madres en búsqueda. La primera foto muestra a Rosario Ibarra de Piedra, en 1982. Rosario es una de las mujeres históricas en la lucha contra la desaparición forzada, fundadora del comité Eureka y del Frente Nacional contra la Represión.

Ciudad de México. Joven pasa frente a las mantas con rostros de personas desaparecidas durante la marcha por la
Dignidad Nacional de las Madres Buscando a sus Hijos.
Foto: Ernesto Álvarez
Teresa abre la pancarta que muestra la foto de su hermana, Minerva Vera Alvarado, que desapareció el 29 de abril de 2006, a sus 62 años, en la localidad Matías Romero del estado de Oaxaca; y se toma una foto frente a la de Rosario. Cuando viene enrollando el cartel cuenta que su padre, Rafael Vera Crespo, era un sindicalista combativo que formó parte del consejo de la gran huelga ferroviaria de 1959 y las llevaba de niñas, a ella y su hermana, a los actos de Doña Rosario.
Dice: “Ella ya peleaba por entrar a los cuarteles, por una ley que contemplara a los desaparecidos. Cuánto tiempo hemos pedido que la sociedad nos acompañe, que proteste con nosotros, pero sigue habiendo gente que nos ignora. Cuántas veces la escuchamos nosotros a Doña Rosario sin pensar que nos fuese a suceder esto”.
Nota
Daniel Solano: la Corte Suprema confirmó la detención de los siete policías condenados por homicidio

Los siete policías condenados a prisión perpetua por el asesinato de Daniel Solano, el joven salteño de 27 años desaparecido en Choele Choel el 5 de noviembre de 2011, fueron detenidos tras el rechazo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación a un recurso de queja de los efectivos, y así deberán empezar a cumplir la pena en prisión por primera vez desde la sentencia. El juicio concluyó el 1 de agosto de 2018, pero desde entonces los oficiales Sandro Berthe, Pablo Bender, Juan Barrera, Pablo Albarrán Cárcamo, Pablo Quidel, Diego Cuello y Héctor Martínez estaban en libertad, a la espera de la resolución de la Corte. “Nunca los sacaron de la policía: tenían libertad, cobrando sueldo y portando armas”, dice Leandro Aparicio, uno de los abogados de la familia Solano, que subrayó su “satisfacción” por el fallo: “Uno está golpeado, pero esto da energías para poder avanzar. No hay muchos casos que se detengan a 7 policías”.
La desaparición de Daniel se produjo tras un episodio de violencia policial en la vereda de un boliche de la ciudad. Antes había reclamado por su sueldo y el de sus compañeros como trabajadores rurales de la empresa Agrocosecha, tercerizada de Expofrut Argentina. Aparicio: “Fue un homicidio más allá de la desaparición, y fue un homicidio en un contexto de trata de personas, que está denunciada en la justicia federal de Roca, como está denunciado el narcotráfico, pero la causa no se mueve como se debería. Está parada. Pero esto va a servir para darle un impulso a toda esas cuestiones pendientes”.

Entre esas cuestiones, en abril habrá audiencias por la acusación a otros cuatro policías, entre ellos Tomás Vega, a quien la familia lo señala como el “nexo” con la empresa: “Vega estuvo cuando le pegaban a Solano en el boliche. Vio todo eso. Y fue el que estuvo a cargo de la investigación los primeros día de la desaparición”.
Daniel sigue desaparecido. Gualberto, su papá, murió en medio del juicio, sin poder llegar a la sentencia por homicidio, y fue el principal motor de la causa que denunció la desaparición forzada y la connivencia judicial y estatal bajo un reclamo concreto que repitió una y otra vez a lo largo de seis años y medio: “Quiero encontrar el cuerpo y llevarlo”. No se detuvo un día: hizo huelgas de hambre, inició acampes y se encadenó al juzgado para exigir respuestas. Así reveló la trama de explotación laboral en Río Negro, la corrupción judicial que cubrió el caso y logró la detención de los oficiales que hoy están presos. Aparicio lo recuerda: “Nosotros tenemos esperanza de que el cuerpo aparezca. Algún policía capaz que se puede quebrar, o Vega mismo, sabiendo lo que se viene, puede dar información. Hemos hecho lo imposible para que aparezca el cuerpo”.
Compartimos la investigación de MU sobre este caso:
Nota
Sí, podemos: 20 años del No a la Mina de Esquel

Esquel está cumpliendo 20 años del histórico plebiscito en el que por más del 81% de los sufragios la comunidad votó «No a la Mina» y rechazó así la instalación de la megaminería en la región. A qué le dijeron que «Sí», desde la nota histórica que se hizo desde MU en uno de los tantos viajes, el primero, a la madre de muchas batallas.

El 23 de marzo se cumplieron 20 años del rechazo a la megaminería en Esquel, símbolo de lucha contra los proyectos contaminantes, inconsultos, impuestos en silencio y con violencia, y símbolo también de la democracia participativa, la organización y una lucha que se contagió a otros lugares del país.
En estos días hubo recitales, charlas, caminatas, marcha el 23 de marzo, y este domingo culminará la celebración con un ascenso al cerro Calfu Mahuida, un modo de simbolizar ese contacto permanente de la comunidad de Esquel con la naturaleza.
La historia viva cuenta que un puñado de vecinas y vecinos, que fueron cada vez más, comenzaron a reunirse, a estudiar la situación, a ir a escuelas, clubes, barios, difundiendo capilarmente, en una movilización a la vez inmensa, lo que se estaba tramando para hundir a Esquel en la megaminería. El 4 de diciembre de 2002 fue la primera marcha que reunió a más de 6.000 personas. Nunca desde entonces se dejó de marchar el 4 de cada mes.
Esa creación de movilización involucró otro hecho histórico: se había formado la Asamblea No a la Mina, grupo apartidario, horizontal, democrático, diverso, expresión de las nuevas formas de organización social que emergían en el país tras la crisis de 2001.
El mecanismo asambleario en el que participaba todo el que quisiera, llevó a presionar la situación hasta obtener la posibilidad de la que se celebraron ahora 20 años: el 23 de marzo de 2003 se realizó un plebiscito en el que la comunidad rechazó por más del 81% de los votos al proyecto que intentaban imponer la empresa Meridian Gold y el Estado. Esquel hizo nacer aquel No, pero además generó un contagio en diferentes lugares en que se manifestaban conflictos ambientales en todo el país (Gualeguaychú, Famatina, Andalgalá, como emblemas de una actitud ciudadana no ha dejado de crecer hasta hoy frente a diferentes situaciones territoriales, de salud, y hasta de derechos humanos). Se ponía en foco al modelo extractivo.
Desde aquellos años Esquel ha pasado por situaciones de todo tipo que han sido reflejadas tanto en lavaca.org como en la revista MU:
- la intención de dar vuelta la decisión de la población a través de campañas de acción psicológica y desinformación;
- el espionaje a vecinas y vecinos que integraban la Asamblea, por parte de la AFI, como forma de amedrentamiento y control social;
- las presiones políticas y hasta laborales que sufría toda persona involucrada con el proceso asambleario;
- el contagio fundamental de la acción de Esquel a toda Chubut, que se pobló de asambleas en todo el territorio, incluyendo a las comunidades de pueblos originarios, siempre rechazando los proyectos y negociados minero-estatales;
- las trampas legislativas detectadas cuando se obtuvo la foto del diputado Gustavo Muñiz (del Frente para la Victoria) chateando por celular con el gerente Gastón Berardi de Yamana Gold, la empresa que había asumido el proyecto para impedir y ningunear la Iniciativa Popular presentada por la ciudadanía para que se convirtiera en Ley;
- las represiones a los manifestantes en Rawson, cuando la lucha debió concentrarse en la capital provincial; el acoso mediático a toda esta movida en defensa de la naturaleza por parte de buena parte del sistema mediático, dependiente de pautas publicitarias estatales y privadas.
- Y, por nombrar algo de lo más relevante en los últimos tiempos, el Chubutazo, o “Chubutaguazo”, con que la provincia movilizada logró dar vuelta de un modo comovedor en 2020 un nuevo intento de legislación que bajo el disfraz de una “zonificación” provincial buscaba lo de siempre: ir por la minería. La ciudadanía logró tumbar esa intentona y reponer la ley que prohíbe los megaproyectos extractivos.
- Otro detalle de estos tiempos: ya hay una tercera generación de integrantes de las asambleas participando plenamente, un sub-17 que demuestra el alcance de todo lo que se ha realizado, también desde el punto de vista inter-generacional.
Esquel fue el nacimiento de la resistencia de Chubut, que no significa solamente un rechazo al saqueo y la contaminación, un No, sino también múltiples Sí:
- Sí: sí a la vida.
- Sí a la reivindicación por la positiva de otras formas de producción que no impliquen la destrucción.
- Sí a la necesidad de licencia social para cualquier proyecto, de cuidado de ambiente como forma de preservación de la vida y el trabajo.
- Sí a nuevas formas de relación entre lo humano y la naturaleza. A nuevas relaciones también entre las personas para plasmar la idea de que el agua vale más que el oro, y de que el futuro es posible.
Como homenaje a todo eso aquí puede verse la primera de las notas publicadas en MU sobre la asamblea de Esquel: “La madre del No”, para conocer esa experiencia histórica hecha de resistencia, inteligencia, generosidad y, también, alegría.
Nota
24 de marzo de 2023: Que la memoria (los) ilumine
Crónica de un nuevo 24 de marzo desde la voz de la gente, que habla de todo: de cuánto estaba el chori la marcha pasada a cuánto está hoy; de la pesificación de los fondos jubilatorios y de las elecciones por venir; de las dos marchas, y de la realidad. La necesidad de seguir enfrentando al fascismo, ¿cada vez más presente?, y la energía que da la calle. El recuerdo de Hebe, la presencia y las palabras de Nora Cortiñas, la partida sin condena de Carlos Blaquier. Lo pendiente: los juicios aún en curso, la falta de respuestas del Poder Judicial y de la política, les desparecides de hoy. La presencia de niñas y niños como herencia de una sana costumbre: memoria, verdad y justicia, ahora y siempre.

Y si de vos
“Octubre 1976”, de Ana María Ponce, desaparecida.
me dijeran que no exististe,
les gritaría que me quedan,
tus ojos tristes,
tu caminar lento,
tu sonrisa apenas esbozada,
tu caricia leve,
y una espera,
una larga espera
de la que no volveremos
nunca,
o tal vez sí…

Ahora es marzo de 2023.
24 de marzo de 2023.
Un pibe alto camina lento, con ojos tristes; el frente y el dorsal de su musculosa negra, cuenta: “Son 30.000 y uno es mi abuelo”. Al lado, su mamá, camina lento, con una sonrisa apenas esbozada. Su musculosa gris, cuenta: “Son 30.000 y uno es mi papá”. Caminan lento porque hay un océano de cabezas, pies y corazones que se dirigen desde el Congreso de la Nación hacia Plaza de Mayo, a reivindicar la Memoria, la Verdad y la Justicia, a 47 años de la noche más sombría.
El pibe alto se llama Thomas Aballay y sostiene un cartel que contiene la foto de su abuelo, cuya sonrisa es tan ancha que parece desbordarse de la imagen. Se lee: “Jorge Oscar Tanco, detenido desaparecido, 16/09/1976”. Dice: “Pertenezco a la agrupación de Nietos de desaparecidos, conmueve un montón estar acá. El Nunca Más no debe quedar en el aire, por eso hay que seguir luchando”. Lo escucha su mamá, Maika Tanco, la hija de Jorge. Plantea deudas de esta democracia en relación a los castigos por los crímenes de lesa humanidad: “Necesitamos hablar no sólo del pasado, sino del presente y del futuro. La cárcel para los genocidas debe ser definitiva; cárcel común, no que estén en sus casas. Además, los juicios están retrasados. En los últimos cuatro años no hubo adelantos significativos y eso quedó manifiesto en que el empresario Carlos Blaquier acaba de morir sin ser juzgado por su complicidad con la dictadura. 47 años después, no es justicia. Y él ni siquiera la tuvo; falleció como inocente, y no lo fue”.


Lo que plantea Maika, minutos después lo confirman en números desde Sobrevivientes, Familiares Compañerxs y Amigxs del Centro Clandestino de Detención «El Olimpo”, emplazado en el barrio porteño de Floresta: “Hoy, 8 de cada 10 condenados por delitos de lesa humanidad están en sus casas cumpliendo las penas que debieran completar en cárcel común”. Desde que se reabrieron los juicios, entre 2006 y 2022 hubo 283 sentencias dictadas, 1115 personas condenadas y 171 absueltas. Hay 15 juicios en curso y 75 causas aguardan fecha de debate. En relación a la falta de celeridad, se debe a la escasez de tribunales orales disponibles. Un ejemplo es el proceso judicial por las violaciones de derechos humanos en el Centro Clandestino “Puente 12”, en La Matanza. El debate, pactado para principios de 2022, recién comenzará el próximo 3 de abril “por cuestiones de agenda”.
Como el mundial
El olor a humo que emana de decenas de parrillas acompañan toda la marcha. Hay olor a chori, hay olor a un pueblo que, pese a ser una fecha que evoca la peor de las crueldades, se hermana, se abraza. Se trata de una fecha para encontrarse y reencontrarse, con unx mismo y con el resto. El barro que se multiplica con el paso de las horas en varios sectores de la Plaza de Mayo refleja la masividad de la cita ineludible. Hay mil banderas de organizaciones sociales, de partidos, de sindicatos; pasacalles, stencils, graffitis viejos y que acaban de nacer; bombos, cánticos, intervenciones artísticas; hay sueños compartidos: “La importancia de estar acá es mostrar que la derecha, los milicos, la policía, no tiene la cancha libre; desearía que fueran menos, pero no lo son, siguen teniendo mucho poder. Entonces, la única defensa que tenemos es la calle”, alza Cecilia, 69 años, de Florida Norte. Y profundiza: “Hay que apuntar a la igualdad social como eje; tenemos alimentos para millones de personas, pero la mitad de nuestra población infantil es pobre. Alguien se la está llevando y es contra ellos que debemos pelear”.
Antes de empezar a marchar, Norita Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, le dice a la lavaca que está “con mucha fuerza para seguir pidiendo Memoria, Verdad y Justicia”; le dice que “el país está cada día peor, porque este gobierno, gobierna para los ricos, y hay que resistir en la calle”; le dice que pasó su cumpleaños (93, el 22 de marzo) “muy feliz, llena de abrazos y de afecto, pero la felicidad nunca es completa y será así hasta encontrar a Gustavo (su hijo, desaparecido)”; dice que el compromiso “debe ser hasta morir” y antes de terminar la charla, en medio de un intenso calor, propone ir tomar una cerveza al final de la jornada.

Lucía Iérmoli tiene 35 años y está embarazada de seis meses. “Las conquistas hay que defenderlas acá, contra el poder concentrado que sigue creciendo. No estar un día como hoy marcaría una ausencia. Que reviente de gente esta plaza es un logro de todas, de todos. No sé cuántos lugares en el mundo tienen un día que reivindique la memoria”, dice, con voz tierna y con Vera en la panza, que también sigue creciendo. A su lado, su amiga Alejandra Spinetta, 59 años, agrega: “No se puede no estar acá; si uno falta, si no se compromete, es dejarle el lugar para que avance la derecha”.
A unos metros, Laura, de 66, está contenta. Muestra una vitalidad que está recuperando, a medida que avanzan las horas: “Es mi primera movilización después de la pandemia; estuve muy enferma, durante muchos años, pero hoy sentía que debía estar con mi pueblo y no me arrepiento: me llena de energía”.
Detrás, una imagen bellísima que retrata a Hebe de Bonafini, en el primer 24 sin su presencia física. Está con sus dos hijos, chiquitos, ambos desaparecidos. Una frase acompaña el cuadro, a 40 años de la recuperación de la democracia: “El día que me muera no me tienen que llorar. Hagan una fiesta en la calle, porque hice lo que quise y peleé con todo como quise”.

El 24 de marzo de 1995 a las 6 de la mañana llegó al mundo Victoria Rossi. “Victoria por la frase del Che, de ‘hasta la victoria siempre’, por el concepto del triunfo del pueblo”, rememora Viqui, a metros de la Catedral vallada, en su cumpleaños 28. “A partir de que empecé a militar en el centro de estudiantes del secundario, sentí que los 24 de marzo ya no había lugar para festejos personales, sí para abrazos, sí para estar con mi gente, pero desde un lado más colectivo”. Su mamá y su papá, militantes de izquierda, venían a las marchas mucho antes de que se decretara feriado, allá por 2022: “Desde chiquita fui consciente del valor que tenía esta fecha y me acuerdo que en cuarto grado fue el último cumple que festejé en la escuela. Sin embargo, estar acá es lo más importante en este día; un año no vine y algo me faltó. Decidí que esa sensación no la quiero sentir más”. Y asocia: “Más allá de que esto no sea una celebración, vivo un 24 de marzo como lo más parecido a ganar un campeonato del mundo, porque hay un gran motivo para juntarse: hay orgas, partidos, familias, parejas, gente que va de la mano con quien quiere y eso tiene que ver con la búsqueda de la libertad por la que peleaban las y los desaparecidos”.

Ideas de ayer a hoy
Un hombre cuarentón camina de la mano de su hija. Ambos tienen puesta el mismo modelo de remera que exige “Juicio y castigo”. La diferencia es que una es talle X y la otra es talle S. Expresa Lucas: “Estamos acá por dos motivos: por responsabilidad social y porque mi papá es uno de los 30 mil”. ¿Qué utopías de su viejo hay que traer al presente? “Nunca dejar de hacer política seria y trabajar mucho en los barrios”. Se va a seguir marchando, siempre de la mano de su hija. En su espalda, de su mochila cuelga un pañuelo blanco que denuncia: “Pablo Córdoba, desaparecido”.

Ana Valverde escucha atentamente el documento leído por el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. Tiene 72 años, milita hace 54 y lleva bien alto un cartel con la foto y el nombre de Patricia Gaitán, desaparecida por la última dictadura cívico militar eclesiástica. “La principal pelea de los 70 que hay que dar hoy es cómo lograr la unidad de las y los laburantes”. Dice que es jubilada y protesta porque “el gobierno nacional acaba de confiscar el fondo de garantía de sustentabilidad que estaba en dólares y que por un DNU lo pesificó. Esto no perjudica a quienes ahora somos jubilados, sino también a ustedes, los más jóvenes”.
–¿Vos aportás? –me pregunta.
–Sí.
–Bueno, te acaban de afanar.
Un pasacalle grita: “30.000 razones contra el FMI”; un cartel pegado con engrudo sigue la línea: “Basta de extorsiones del FMI”; desde arriba del escenario, en el documento que leen los organismos de derechos humanos, se agita: “El Poder económico es el gran ausente de este proceso, y su impunidad la seguimos pagando como pueblo, porque nos siguen sometiendo a la miseria, buscando un enriquecimiento sin límites y sin importar los costos”. Abajo, la inflación arrasa. Alberto es de Avellaneda y atiende una parrilla que instaló en la esquina de Avenida de Mayo y Carlos Pellegrini: “En la marcha pasada, el chori estaba 150 pesos, cobrándolo caro; hoy, yo lo tengo 700, como barato; en otros puestos está hasta 900”. A 50 metros, Viviana está sentada en un banquito. En el piso, sobre una lona, expone pañuelos blancos y azules, con la consigna “Nunca Más”. “El año pasado estaban 250 pesos, hoy 500”. Agrega: “Fue muy floja la venta, hoy se vendió mucho menos que en 2022”.



La primera actividad que arranca el 24, a media mañana, y la que cierra, a eso de las 20, se da en Plaza de los Dos Congresos. Es un festival por la memoria donde cantan bandas de heavy metal, que se organiza desde hace 16 años. Quien presenta a las bandas se llama Fernando Ricart, tiene 52 años, un pelo larguísimo y un padrino que estuvo detenido desaparecido: “Se lo llevaron por ser delegado, como si eso fuera un delito. Estuvo un mes y medio desaparecido, pero el daño que le hicieron fue para siempre. Se lo llevaron siendo uno, y me devolvieron a otra persona. Nunca se recuperó”. Andrés, 39 años, escucha la música pesada junto a su hijo de 6. Lleva una remera que se pregunta qué hicieron con Santiago Maldonado. Le pregunto qué ideas de la militancia de los 70 serían importantes que hoy sean prioridad: “Se perdió la perspectiva de un cambio revolucionario real; el peronismo tiene su eje en la Justicia, como si no fuera parte de este sistema que hay que cambiar de raíz; mientras que la izquierda partidaria sigue en la pelotudez, discutiendo en el Congreso sobre concepciones marxistas de hace tiempo, sin pensar en el cambio social actual”.

Rocío y Darío viajaron desde Tandil junto a su hijo Amadeo, de un año recién cumplido, para sentir en vivo y en directo la marcha que tantos años recorrieron cuando vivían en Buenos Aires. “La memoria se construye desde la cuna y las Madres y las Abuelas son la escuela”, recuerda ella. “La mejor manera de reivindicar a las y los desaparecidos es seguir su camino: el trabajo de base que se hacía en esos años”, recuerda él, que al igual que su bebé lleva puesta una remera de Diego Maradona. A su lado está Belén, una amiga de la pareja que por primera vez es parte de esta movilización: “En Tandil es diferente; hay un espacio fuerte y comprometido con los derechos humanos, pero es una ciudad mayormente oligarca; para mí es muy fuerte estar acá. Más que nunca debemos mantener viva la memoria y para eso hay que movernos”.
Memoria en este momento
Hay un graffiti recién pintado en la estación de subte Lima, de la línea A, que reza: “Memoria en este momento”.
Aparece también en paredes, en carteles y en diversos reclamos. Elizabeth tiene 70 años y lleva colgado un cartel que pide “Libertad a Assange, una verdad sin mordaza”. Lo relaciona con el 24 de marzo: “En el caso de Julian, se condena la libertad de expresión, no hay derecho a la información de la población y se expone cómo se persigue a la gente cuando se descubren los secretos de los gobiernos”. Detrás de ella, un stencil negro exhorta: “Abran los archivos secretos de la Dictadura”. Elizabeth tiene tres compañeros desaparecidos: Mónica Epstein, Hernán Abriata y Klaus Zleschank. “De ellos, además de recordarlos, hay que seguir su ejemplo: militar por una mejor redistribución de los ingresos”.
El recorrido desde la 9 de Julio hasta la Plaza de Mayo está acompañado por afiches de la organización La Poderosa con un encabezado: “40 años alimentando la democracia”. Se da en el marco de un proyecto de ley que impulsa el conglomerado de asambleas villeras para que se reconozca con un salario a las más de 70 mil cocineras comunitarias que trabajan en el país sin percibir un salario. ¿Qué implica el reconocimiento laboral? “Un salario ligado al Mínimo Vital y Móvil como base; acceso al aguinaldo, vacaciones, seguridad social, cobertura contra riesgos en el trabajo por enfermedades y maternidad, por invalidez y vida, retiro, acceso a la jubilación y guarderías”, expresan desde el movimiento.
Uno de esos afiches lo tiene a su lado Francisca, que vive en la calle y ahora está delante de un kiosco de diarios cerrado. Tiene una bandeja de arroz por la mitad y una voz que pide escucha: “Se la pasa muy difícil acá”. Y en un puñado de palabras, esgrime una deuda sustancial de la democracia: “Pensemos, ¿cuántos políticos en los últimos años hablaron de la situación de calle, de las villas? Eso dice mucho de cómo estamos”.

Detrás de su lente, la mirada de Oswald, colombiano de 41 años que hace 14 vive en Argentina, fotografía a un pueblo que recuerda sin parar. “Es imposible estar acá y no compararlo con mi país. Allá, pese a que no hubo una dictadura tan marcada, la serie de gobiernos de derecha y los paramilitares han desaparecido a más gente que en cualquier dictadura del cono sur”. Añade: “Por eso es tan importante valorar lo que se consiguió acá. En mi país, el miedo y la violencia aún imposibilita la unión de familiares de víctimas para reclamar en conjunto. En el último tiempo la juventud comienza a jugar un rol clave y para esto la Argentina es un ejemplo a seguir”.
Sobre Avenida de Mayo, un gazebo contiene a un grupo de “peruanos autoconvocadxs” que vocifera por la “dictadura que vive Perú”. Más de 60 caras se alternan con cintas de luto negro, en un antimemorial que estremece. Son las “víctimas del Estado Peruano”. Merly tiene 36 años, nació en Parcona Ica y hace 20 vive en Argentina. “Estamos acá porque también queremos decir Nunca Más. Las muertes tienen rostro y la mayoría son de pueblos originarios, del sur del país”.
Carolina, de 23, muestra su juventud caminando rápido, para no perderle pisada a sus amigos que van un poco más adelante. “Recordar a los desaparecidos de la dictadura es luchar por los desaparecidos de hoy. La derecha sigue avanzando y no lo podemos permitir”. A pocos metros de la Plaza de Mayo, donde desemboca la enorme movilización, Daniela, de 35, vende hamburguesas veganas. En el frente de su heladerita de telgopor está pegado un cartel con los colores de la diversidad, que se pregunta: ¿Dónde mierda está Tehuel? “No se puede aceptar tener desaparecides en democracia. El Estado define de quién se ocupa y de quién no, discriminando a las identidades trans. El racismo sigue, nunca se fue”.

Pablo está a pasos de la Pirámide de Mayo. Tiene 36 años, una militancia desde la juventud y un miedo que le recorre el cuerpo: “La democracia vuelve a estar en riesgo; las voces que la amenazan vuelven a tener más peso, que se traducen en persecución, en proscripción, en prohibición”. Suma: “Sufrimos salarios de miseria que sólo lo podremos dar vuelta con una transformación obrera y un pacto social que resguarde un piso que la derecha busca perforar. Para esto, hay que poner el cuerpo como en los 70, porque salvo en determinados momentos como el 2001 o la reforma jubilatoria del macrismo, no pudimos hacerlo en unidad”. A su lado, lo escucha Fidel, su hijo de 8 años.
–¿Por qué estás acá? –le pregunto a Fidel.
–Por la desaparición de los compañeros.
La tarde empieza a caer, la multitud a desconcentrarse y, mientras las paredes siguen pintando preguntas, también se escuchan versos que alimentan la memoria.
Se que algún día dejaré de pertenecer al mundo,
“Poema para no morir”, de José Beláustegui, desaparecido.
y nunca más podré escribir,
ni hacer el amor,
ni disfrazar la naturaleza con un poema,
ni viajar en los libros,
ni exponer mis ideas.
Por eso en este poema dejo, mar, cielo y luna
mariposas, besos y sirenas,
y me dejo a mí,
porque cuando muera seguiré viviendo en estos
versos.

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