Nota
Tres preguntas claves sobre nuestras prácticas
(lavaca en Guatemala) No’j significa razón y pensamiento, la raíz de la sabiduría y de los conocimientos.
Hoy es No´j
Eso nos indica el calendario maya y así lo explica la compañera que nos precisa qué energía tiene No´j esta jornada: 5, en una escala en donde el máximo es 13. Así que estamos en la medianía, preparadas para compartir lo que hacemos, lo que sabemos y lo que soñamos. Nos dirá entonces la compañera: “Desde que nacemos traemos esa inteligencia que produjeron otras antes que nosotras. Somos seres muy sabios entonces y este día es especial – todos lo son-, pero este muy apropiado para dar a conocer nuestra sabiduría como mujeres, para poder seguir con nuestras luchas y para poder tener un granito de poder algún día, sabiendo que otras seguirán nuestros pasos y tendrán que tomar el reto que estamos iniciando juntas hoy”.
Luego, prende la vela que nos acompañará durante toda la jornada, para tener presenta con esa titilante luz que estamos acompañadas por el espíritu de nuestras ancestras.
La guatemalteca Ana Patricia Castillo nos despliega entonces la propuesta de trabajo:
“Ayer estuvimos compartiendo cómo estamos viviendo las consecuencias del capitalismo, el racismo, el patriarcado. Pusimos en común tres enfoques:
El feminista: que es una manera de analizar la problemática. Hay poderes que nos explotan, nos discriminan y nos han empobrecido. Hay una relación de producción que enriquece a otros y nos empobrece a nosotras. Y esa relación de dominación es de clase, género, raza. Miramos esas relaciones de poder con anteojos feministas.
El territorio: que es la interlocución del feminismo con los pueblos originarios. Más allá del espacio geográfico, la propiedad, analizamos el territorio como poder, relaciones sociales, económicas, dinámicas históricas. Haciendo memoria y reconstruyendo visiones y enfoques que fueron objeto de invasión, privatización y saqueo.
La red: No basta estar en el mismo territorio sino estamos organizadas y articuladas. No a partir de esa vieja idea de unidad, de pensar parejo con orientación única. Es más complejo que eso. Es la percepción de que tenemos el mismo problema y la misma necesidad de articular. El territorio tiene que ver con eso: el poder desde abajo, la articulación, la organización, la red. Ya nos dimos cuenta que el monstruo no es pequeño si nos agarra solitas y desprevenidas, pero tampoco es tan grande si estamos juntas y organizadas.
Hoy vamos a compartir nuestras experiencias, qué estamos haciendo en los territorios, cómo estamos organizando la resistencia. Y la propuesta es hacerlo respondiendo a tres preguntas:
¿Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos?
¿Qué cosas de nuestras prácticas reproducen el sistema de opresión?
¿Qué podríamos hacer juntas?”.
Luego, es la costarricense Tita Torres, de Mujeres Mesoamericanas, quien nos guía sobre cómo producir esas respuestas: organizándonos por territorio. Pero no de acuerdo al mapa trazado por la burocracia estatal, sino como a nosotras nos ayude a pensar. ¿Qué significa? Tita nos explica:
Todo territorio tiene:
- Cuerpo
- Madre Tierra: “La tierra no está solo en zonas rurales, ni en las uñas. Nadie está suspendido en el aire. Se trata de reconocer, entonces, las raíces que sostienen nuestras luchas, y desde dónde las estamos librando.
- Memoria
- Historia: “Ningún territorio fue creado por el último alcalde”.
Advierte luego Ana Patricia: “Nuestras luchas apenas nos dan tiempo para comprender qué nos está pasando. Hay poco tiempo para la reflexión colectiva. Al proponerles reunirse en grupo a partir de definir territorios sobre los cuales identificar qué tenemos que enfrentar y cómo nos estamos organizando para hacerlo, no pretendemos que de este ejercicio surja ni un plan, ni una alianza ni un programa, sino simplemente un espacio para reflexionar comunitariamente. Y que luego compartan con el resto lo que pensaron juntas. Y va a salir de aquí lo que quieran que salga”.
Lo que sale, entonces, son siete grupos que reúnen alrededor de papeles y marcadores a docenas de mujeres que charlan, dibujan y pintan sus territorios de batalla cotidiana. Tras dos horas de intercambio, el resultado son láminas que trazan las cartografías más variadas con siluetas, viñetas, palabras. Luego, las voceras de cada grupo comparten con el resto las respuestas que bordaron juntas alrededor de aquellas tres preguntas que provocaron esa reflexión colectiva.
Estas son algunas de las frases que brotaron en cada grupo:
Territorio Agua y Madre Tierra
Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos:
La unión.
Las alianzas.
Luchar contra el machismo en las organizaciones mixtas.
La formación en seguridad y comunicación.
Las resistencias que hacemos en los territorios nos fortalecen: vivimos con el cuerpo entero inmerso en ese sistema de despojo, absorbiendo: desde la contaminación hasta la violencia a la Madre Tierra y eso lo convertimos en reto constante para entender qué tenemos que enfrentar.
¿Qué cosas de nuestras prácticas nos someten?
Asumir los roles del Estado.
El uso de agroquímicos.
Trabajar para las empresas que nos contaminan y roban el agua.
¿Qué podemos hacer juntas?
A veces creemos que no podemos más o que nuestras luchas nunca van a triunfan. Decaemos. Entonces en esos momentos necesitamos que nos acompañen, que nos ayuden a fortalecer nuestras organizaciones. Nos mataron a una líder hace 40 días. Tenía 35 años y le dispararon. Al lado estaba su hijo de 12 años. No es fácil que no nos duela. No es fácil no tener miedo. Vamos a seguir luchando, siempre, pero en momentos así necesitamos de otras. Fortalecer la comunicación entre nosotras nos ayuda a tener ese apoyo mutuo que necesitamos. Muchas veces nos sentimos solas en los territorios frente a situaciones muy complejas. Acosadas, criminalizadas, amenazadas. Nos fortalecen los intercambios: compartir experiencias y fuerzas de lucha. También la información: con tantos problemas que enfrentamos hemos perdido la noción de qué derechos nos corresponden.
Mejorar la participación en la toma de decisiones.
Atrevernos.
Hacemos también un llamado a la academia para que retomen los estudios de casos como forma de visibilizar nuestras luchas y para que se valoricen esas experiencias de resistencia como conocimiento.
Territorio Generación de ingresos desde la resistencia
Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos:
Poner un valor a lo que hacemos, no solo monetario
Saber que nuestros productos tienen valor histórico, de memoria: llevan mucho cariño cuando los compran.
Juntarnos desde la inter generacionalidad.
Saber que nadie es más que la otra.
El interaprendizaje.
La colectividad: si no es colectivo no es de resistencia.
Construir territorio de afectividades: cuando nos juntamos no solo estamos tejiendo o bordando telas, sino también compartiendo cómo están nuestras vidas. Nadie nos pregunta eso en ningún otro lado: cómo estamos por dentro. Nos es un espacio maquila, es un espacio sin tiempo.
Poner en el cuerpo, sentimiento.
Poner el alma a los números.
Las alianzas.
Generar ingresos desde la resistencia.
Disfrutar haciendo lo que hacemos.
Poner nosotras las condiciones en las que queremos estar.
Saber qué me da vida y qué me la quita: colocar la vida en el centro de las decisiones.
¿Qué cosas de nuestras prácticas nos someten?
Que el conocimiento que generamos sea devuelto y no expropiado.
La doble jornada.
El agotamiento físico.
No delegar responsabilidades.
Las posiciones de las organizaciones mixtas y oenegés.
Que el cuidado de la biodiversidad esté asignado a las mujeres es hoy una carga muy pesada.
Imponernos a las compañeras.
¿Qué podemos hacer juntas?
Ayudarnos a profundizar y sistematizar.
Territorio Cuerpo
Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos:
Organizarse con otros y otras. Relacionar los cuerpos. La colectividad.
La emancipación pasa por tener una apuesta. La nuestra es tener libertad
Reconocernos como seres con contradicciones. Somos parte del problema y de la solución.
Saber que se llega de poco, y que no se trata de llegar a un solo punto. La autonomía es una propuesta política múltiple.
Sabernos diversas, diferentes, plurales.
Dialogar. Intercambiar conocimientos y experiencias.
La solidaridad.
La complicidad desde la pluralidad.
Qué cosas de nuestras prácticas nos someten:
En nuestros cuerpos muchas veces internalizamos el sistema de opresión. No es fácil romper con los fundamentalismos que cargamos.
Decidir no es un acto sencillo: hay que tener información, posición política, soporte.
A veces damos cabida a la presión cuando no cuestionamos o no nos cuestionamos.
Negar lo que los cuerpos sienten.
Negar las diferencias: hay formas distintas de ser y estar.
La división sexual, racial y mercantil del trabajo.
Naturalizar o invisibilizar el entramado de poderes.
No identificar qué tipo de poder o qué potencia tiene el modelo hegemónico en nosotras.
Los juicios, los prejuicios, la manipulación, la descalificación.
¿Qué podemos hacer juntas?
Juntar visiones para ver cómo ser articulan y pensar qué es estar juntas: ¿es una propuesta política, es una apuesta, es un pacto?
Capacitación.
Autodefensa.
Formación.
Producción
Territorio Defendemos y recuperamos territorios
Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos:
La defensa de la colectividad, el trabajo organizativo, la memoria histórica, la tenencia colectiva de la tierra.
Nuestras múltiples estrategias de lucha: resistencia, infidencia, plantones, pronunciamientos, marchas, comunicación hacia afuera y hacia adentro, denuncias, etc., etc.
Que cosas de nuestras prácticas nos someten:
Fragmentación de luchas.
División de las mujeres.
Burocratización.
Dependencia del mercado.
Cuando nos colocamos subordinadas.
Cuando no tejemos redes.
Cuando hay competencia.
Cuando reproducimos discriminaciones racistas, de edad, de identidad.
Cuando excluimos a otras compañeras.
Cuando perdemos el sentido crítico feminista ante los gobiernos progresistas.
Cuando nos incorporamos a dinámicas patriarcales de poder.
La dificultad para unirnos y respetar diferencias e ideológicas.
¿Qué podemos hacer juntas?
Analizar críticamente las condiciones en las que vivimos.
Encontrar lo común.
Organizarnos y formarnos colectivamente.
Tener claro los objetivos: emancipación, autonomía y dignidad de cuerpos, territorios y Madre Tierra.
Construir nuevas formas de vidas y nuevas narrativas que fortalezcan nuestras luchas.
Defender colectivamente nuestros derechos.
Valorar el sentido político de la lucha de las mujeres.
Cuidarnos, apoyarnos, entendernos y respetarnos en esta diversidad.
Encontrarnos.
Territorio Mesoamérica
Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos:
Nuestra historia, memoria y raíces.
Reconocernos parte de la red de la vida.
Fomentar el respeto.
¿Qué cosas de nuestras prácticas nos someten?
No hablar de nuestros saberes y memoria.
Cuando el trabajo de cuidado recae sobre nosotras.
La división sexual del trabajo.
No recordar que ninguna violencia forma parte de nuestra tradición cultural.
Los hombres antes ayudaban cuando las mujeres tenían muchos hijos, ahora hay que concientizarlos para que retomen esa tarea.
Buscar la coherencia entre conocimiento y práctica.
Hay prácticas ancestrales, como la dote, que son costumbre que no ayudan a liberar a las mujeres: las venden.
¿Qué podemos hacer juntas?
Intercambios de experiencias.
Colectivización de prácticas.
Compartir.
Escuchar.
Aprender nuevas prácticas.
Difundir a los hijos valores de responsabilidad compartida.
Fortalecer nuestras organizaciones.
Alianzas.
Territorio Madre Tierra y cuerpo
¿Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos?
El empoderamiento colectivo.
El autocuidado y cuidado colectivo.
Las alianzas.
La sensibilización.
La información.
El fortalecimiento de la identidad.
El derecho a decidir.
La defensa de derechos.
Producir sistemas agroforestales sostenibles.
La diversidad de cultivos.
¿Qué cosas de nuestras prácticas nos someten?
La desvaloración.
El desconocimiento de nuestros derechos.
El cansancio de nosotras y de las otras.
La recarga de trabajo.
Las enfermedades.
La doble jornada.
El consumismo.
La religión.
El liderazgo autoritario.
La división de roles.
La reproducción de la educación tradicional.
El machismo, la violencia.
La autolimitación de nuestros derechos.
¿Qué podemos hacer juntas?
Una plataforma de economía feminista.
Redes de la vida.
Denuncias, alertas.
Promoción de productos y saberes.
Alianzas y redes de apoyo.
Reconocimiento de liderazgos.
Campañas regionales.
Promover la agroecología como alternativa económica.
Denunciar los desplazamientos forzosos.
Territorio Archipiélagos Académicos
¿Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos?
Trabajar juntas.
Compartir espacios como este, que nos enriquecen, nos complotan y nos hacen felices.
Trabajar con otras mujeres de las que aprendemos y nos ayudan a aterrizar.
El diálogo de saberes.
Estudiar.
Sentipensar.
Desconectarnos con las lógicas de la Academia.
¿Qué cosas de nuestras prácticas nos someten?
Resignarnos y renunciar.
Aceptar las reglas de juego del sistema.
Olvidar que la Academia es un sistema.
Crear indicadores para medir sentimientos y padeceres.
Las miradas unilaterales, sin diálogo.
Aseverar “asi son las cosas” y “así es el conocimiento” cuando sabemos que el mundo está hecho de muchos mundos y de muchos saberes.
Homogenizar la diversidad.
La competencia.
La adopción de modelos de explotación y acumulación académica.
El copy page.
Aceptar la maquila del conocimiento.
El discurso saber-poder.
¿Qué podemos hacer juntas?
Romper las reglas, las prácticas y las disciplinas.
Construir saberes y nuevas fronteras.
Promover diálogos intergeneracionales.
Fortalecer los encuentros y el trabajo conjunto.
Descolonizarnos y despatriarcalizarnos: reconocer que es complejo hasta pronunciar estas palabras
Una red de apoyo.
Cultivar vínculos afectivos.
Ayudarnos a armonizar los roles y la vida académica. Esa armonía no la podemos alcanzar solas: comprometerse con roles del cuidado es tarea común.
Compromiso político: América Latina está ardiendo y nuestro posicionamiento es urgente y necesario.
La producción de conocimiento situado.
Las interdisciplinas.
Defender la educación pública como un derecho humano es central: es la defensa de un territorio colectivo.
Leer la vida
Nos dirá Tita Torres, finalmente, como cierre y también como horizonte:
“Aquí no hay palabras ni de Dios ni definitivas. La propuesta de agruparnos por territorios no geográficos ni administrativos nos desorganizó la estantería porque no sabíamos dónde poner las cosas, pero tenemos ahora un resultado robusto, diverso y provocador. Es muy desalentador reunirnos para hablar sólo sobre las desgracias, también hay que hablar sobre las gracias y por eso es bueno reconocerlas colectivamente. El resultado deja ideas muy claras sobre qué nos ayuda de nuestras prácticas. La mirada sobre lo que estamos haciendo mal: de ahí nos llevamos mucho también. Y sobre qué podemos hacer juntas, incluso con otras que nos están acá.
No hay conclusiones porque las pusimos en cada cosa que hicimos juntas.
Nos vamos con algo más de lo que trajimos.
A bailar, porque lo logramos.”
Bailamos, entonces, con la música que nos trajo la cantautora guatemalteca Devorah Rahel y al ritmo de la alegría que generan los logros colectivos y los abrazos.
Nota
Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
Nota
Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Todo lo que se narra a continuación sucedió mientras, en el Congreso, la policía reprimía a mansalva a jubilados, periodistas –incluido Lucas Pedulla, integrante de lavaca– y personas que se acercan a movilizarse cada miércoles. Fin.
Crónica de Franco Ciancaglini. Fotos de Sebastian Smok.


La historia comienza así: el partido del gobierno La Libertad Avanza organizó un acto de cierre de la campaña del vocero presidencial y candidato a legislador porteño Manuel Adorni, en Plaza Mitre, Recoleta.
El montaje del escenario afirma: “Adorni es Milei”.
Se espera que ambas personalidades estén y hablen hoy.
Pero falta para eso.
Media hora antes de la convocatoria, en distintas esquinas de la avenida Libertador, hay grupos de personas que, muy organizadas, esperan.
En las esquinas la mayoría va vestida de negro pero, en un acto de magia política, luego se las verá llegar a la plaza con la misma remera violeta, puesta arriba de sus verdaderas remeras o incluso de buzos y camperas.
Un notero de TN primero y luego de C5N hablaron con estas personas, que confesaron haber sido convocadas para trabajar en “prevención” bajo la promesa de una paga de 25 mil pesos.
El Whatsapp de la convocatoria, revelado a cámara por uno de ellos, decía: “Ahy (sic) un acto político de 17 a 21. 25 mil pesos. El que quiere se anota”.
Finalmente no era para prevención, sino para “presencia”.
Pero lo peor no es nada de esto, sino que finalmente no les pagaron los 25 mil, sino que quisieron darles 10 mil; ante la presión, algunos recibieron 20 y otros, nada: “Porque no me quiero poner la remera esa sucia no me quieren pagar”, denunció el más sincero ante las cámaras.
Fin.


Lo cierto es que estas columnas de unas 50 personas cada una fueron las que lograron ocupar una plaza Mitre que estaba semivacía.
Temprano, los remera violeta se negaban a hablar con la prensa, aún disciplinados por la promesa de la paga. Luego, ante la deflación de lo prometido descargaron su bronca ante las cámaras dejando en evidencia cómo trabaja el puntero Sebastián Pareja en la provincia de Buenos Aires, de donde provenían estas personas, para el cierre de una campaña porteña.
Alicia es jubilada pero no está marchando alrededor del Congreso, sino que está acá, colándose entre los violetas para saltear unas vallas y pasar más rápido hacia el sector del escenario. Hace un año y medio que se afilió al partido en la Comuna 13 Belgrano, Núñez. Habla de Milei como obnubilada, apurando su paso como ansiosa por la posibilidad de verlo en vivo. Faltan, al menos, dos horas.
Describe a Milei como un “bocho en economía” y se ríe al recordar que en la última elección, hace dos años, votó al actual jefe de gobierno, Jorge Macri. Está claro que no repetirá voto: “Está la ciudad muy abandonada. Mucho linyera, ratas por todos lados. En mis 82 años nunca había visto ratas en la ciudad”. Voto cantado: Adorni, a quien define como “alguien muy correcto”.
Sobre el otro Macri, el Mauricio, dice que “en su momento gobernó bien” pero ahora lo ve fuera de escena. No está al tanto de sus últimas apariciones contra Caputo, Karina y al propio Presidente, o no le interesan.
Alicia prefiere no hablar más y busca un lugar cerca del escenario para ver a su Presidente.


Lucía y Paula, también jubiladas, vinieron de Vicente López y prefieren mirar la escena desde atrás de todo. Es que llevan dos perritos de raza, o de diseño: Coca y Cola. ¿Qué les gusta de Milei? “Te puede gustar o no pero él habla desde el sentimiento. De lo que sentimos muchos”, dice Paula. Lucía suma: “Me gusta porque va a fondo”.
Sobre Mauricio Macri: “Yo lo voté. Ahora, de política no entiendo mucho, pero me da un poco de tristeza porque creo que tienen (con Milei) más coincidencias. Pero tiene que haber una oposición con responsabilidad. Tal vez Macri sea la oposición”.
Marta también es jubilada de 87 años bien llevados. Por qué vino acá (y no al Congreso): “Porque quiero escuchar quiero informarme quiero saber. Son tantos años de lo otro, que esto merece una oportunidad”.
Sigue sola: “El tono no me gusta. Cuando dice malas palabras es un mal ejemplo para la juventud”.
Qué le pedirías al gobierno a nivel Ciudad: “Por favor que saque las villas. La 31 es infernal”. Se pregunta y se responde: “¿Porque avanzaron tanto? Porque les han dado plata”.

¿Marra? “Sí, me gusta. Qué paso ahí, no sé. Me gusta, te soy sincera, pero ahora hay que unir fuerzas”.
¿Está de acuerdo con la medida anti-inmigratoria? “¿Vos te podés hacer ciudadano dinamarqués, o paraguayo? Acá entran todos. Los chorros, los burros. Y si no les gusta que se vuelvan a sus países”.
¿Y la pobreza? Marta cambie el eje: “Basta de decir ‘hagan lío’. Francisco se terminó. Basta de decir la iglesia de los pobres. Pepe Mujica era comunista. Se han hecho ricos con los pobres”.
Precisamente Mujica pareciera que no. Ella: “No sé. Déjame dudar. Pero basta”.
¿Qué representa para vos Mujica y qué Milei? “Apoyo a Milei y lo nuevo. Y que dios nos ayude”.
¿Y si sale mal? “Creo que ya no voy a estar con vida. Que se arreglen los que quedan”.
Fin.

A su lado hay un joven con una pala gigante. Posa sonriente para decenas de cámaras. Parece haber logrado su objetivo: llamar la atención.
Se llama Santiago y se tomó dos colectivos desde “la zona más fea de la provincia”, Florencio Varela, donde vive. Tiene 21 años, camisa manga larga a cuadros y una enorme mochila roja sobre la que ató un pañuelo celeste.
Cuenta sobre el sentido de la pala: “Hay que trabajar en este país. Nada se puede conseguir gratis. Todo es trabajo en la vida”.
De qué trabaja: “Soy Rappi y Pedidos YA”. ¿Cuánto gana? “Un poco, mi mamá me decía: muy bien Santiago, ese dinero lo sacaste de tus esfuerzos”. No dice números. Y finalmente revela que ahora ya no trabaja.
Al joven de la pala lo interrumpe Franco, otro joven, vestido de traje, que quiere sacarse una foto con el instrumento. Me da la cámara y posa de mil maneras para fotos que luego subirá a su Instagram. Franco Vera, sabré después, es un joven militante que ha irrumpido hace pocos meses en el colegio Nicolás Avellaneda de Palermo –estando él domiciliado en el conurbano- para postularse como Presidente del centro de estudiantes de la institución.
Franco Vera es de estatura pequeña pero en el debate del centro de estudiantes miró a sus contendientes de la lista oficialista, asociada al peronismo, y al ver que eran 8 personas dijo: “Yo estoy solo pero me la aguanto”. Primera gran ovación del público que recién lo conocía en un debate que ganó con comodidad con palabras clave como fútbol, Messi, Dios, diversidad.
Su lista, hasta antes del debate compuesta por él solo, se llama Ruge el cambio.

Ahora tiene una decena de seguidores, más después de su segunda jugada: hacerle una cámara oculta a la directora. En la cámara, subida a las redes, se ve cómo la mujer lo apercibe por una serie de hechos difíciles de entender desde afuera, supuestas actitudes de Franco desde que llegó al colegio. Es cierto, se lo nota sobre excitado y concentrado en su carrera estudiantil. Y si bien el video no lo muestra, él asegura que el objetivo de la directora es censurar a Ruge el Cambio para que no se presente –y gane- las elecciones del centro.
Así utilizó la cámara oculta para denunciar la censura institucional.
Su historia merece un documental aparte, que no entra en esta nota. Sobre la elección porteña, él no puede votar. Y pese a las preguntas sobre la actualidad él hablará como representante de los jóvenes de LLA en tono candidato y pedirá que sea a través de videos: “Menos Estado es menos peso al sector público. O sea… Si una persona no capacitada no nos sirve, ¿para qué lo vamos a tener como empleado? Necesitamos tener personas capacitadas. Hay que aprender en esta batalla cultural que los que nos gobiernan son personas normales, no son entes superiores, no tienen título de nobleza”.
¿Los Menem no serán parte? A Franco no le entra una bala: “Los jóvenes somos el cambio” responde en casete y mostrando su sonrisa de dientes con aparatos. Corta la charla para seguir sacándose fotos que subirá tanto a su Instagram como al de la agrupación Ruge el cambio, actividad que le sale muy bien: durante la tarde noche logrará cosechar selfies con personajes como el Gordo Dan o el diputado Martín… Menem.
Fin.




Otras celebridades que se llevan las miradas:
El Zorro con la bandera de Argentina.
Mickey Mouse con un cartel que dice “Aguante Adorni”.
Lila Lemoine vestida como playera de YPF.
Una mujer que tiene tatuada en la cara, justo arriba de su ceja, la palabra “Castrate”. Hay que acercarse bien para entender bien de qué va… o no tanto. En su cachete izquierdo amplía las siguientes consignas:
- Castrá
- Adoptá callejeritos
- Educá
- No compres
- No + piroctenia
Son tatuajes.
En la cara.
Fin.

Franco Carcedo es autor de un libro recién salido del horno que se llama Milei: Conexiones filosóficas. Lo escribió junto a su esposa en La Pampa, donde vive, de donde llegó hoy 7AM y a donde vuelve hoy mismo a las 22. Vino, además de para ver a Adorni y Milei con el objetivo concreto de vender su libro. Lleva 5 ejemplares en la mano, y cuenta que ya vendió otros 5. “Es un camión”, anuncia. Y cuenta sobre su contenido: “El libro relaciona distintos acontecimientos que sucedieron durante la vida de Javier Milei, lo que hizo y muchas veces lo que dijo y dice”. ¿Un ejemplo?
Lo que sigue es literal y no está trucado ni escrito maliciosamente: es parte del libro editado por la editorial Dunken, que cualquiera puede comprar. Dice Franco: “Cuando habla de la felicidad él sin saberlo está hablando de algo que dijo Oscar Wilde en 1888”. ¿Cómo? “Cuando Milei dice que la felicidad es no tenerle miedo a la muerte. Oscar Wilde dice algo parecido”.
La pido mejor hojear el contenido; al inicio hay dos citas. Una de Napoleón que dice: “Los hombres excepcionales son parte de un momento excepcional”. Y otra de Javier Milei: “No seré reconocido como economista sino como rockstar”. Ahí nos vamos entendiendo.

En el libro, profundiza Franco, “hay referencias a Nietzche, Maquiavelo, hay cosas de Spinoza… y la frutilla del postre”. Atención: “La cita de Wilde de la felicidad es de 1888. Milei en 1998 funda una banda que se llama Everest. ¿Sabés cuantos metros tiene el Everest? 8848.88”. Ante mi mirada atónita, Franco Carceda prosigue: “Pero hay más. El día que nació Milei se jugó un partido amistoso para homenajear a Arsenio Erico (futbolista paraguayo muy querido en Independiente). En ese partido debutan Bianchi, Carrascosa y César Laraignée. Ese día nació Milei”.
¿Y entonces? Franco Carceda repite: “El día que nació Milei ellos debutan con la casaca argentina”.
¿Pero cuál sería la conexión filosófica: “Es algo piola porque Milei es fanático de Boca y Bianchi es casi el máximo ídolo de Boca, con Riquelme y Palermo, ponele”.
Vuelvo a pedirle el libro. Sobre el nacimiento de Milei, se informa también que nació el mismo día que el guardameta ruso «Araña» Yasín (¡dos arqueros!) y que se editó un álbum del conjunto Jackson 5 de donde saltaría a la fama Michael Jackson.
Fin.


Equivalencias y bebidas.
Una señora envía videos a un grupo y le responden “como quisiera estar ahí”, “cuidate” y le ponen emojis de un león.
Una nena con la careta de Milei y una motosierra posa para las fotos mientras la mamá, al lado, tiene una careta de Adorni, un caniche y muchos pañuelos celestes atados a la mochila, como si los hubiera llevado para hacerse unos pesos.
Un remera violeta grita “viva la libertad” y otros remera violeta, alrededor, lo miran y estallan en carcajadas. Él también.
Franco Vera me contará luego, orgulloso y dolorido, que le tocó la mano a Milei pero que eso le costó que, literalmente, que los seguridad lo tiraran al piso y le pisaran la cabeza: “Estoy bendecido”.
Suena en el escenario un tema con acordes punk cuya letra asegura que Milei es “el último punk” y “el último superhéroe de la libertad”; eso significa que están al caer el Presidente y también Adorni, a quien nadie parece esperar demasiado. Menos que nadie, los remera violeta.
Aparece más allá otro contingente de remeras violetas que ahora llevan bengalas violetas y tocan bombos violetas, siguiendo a una bandera sostenida por jóvenes prolijos y sonrientes sin remera violeta.
La inscripción de la bandera en la cabecera dice «Jóvenes LLA» y otra atrás “Lugano”. La entrada es de cancha: se canta “el domingo cueste lo que cueste” y “un minuto de silencio para Macri que está muerto”.
Otro de los hits son “El que no salta es radical” y uno que cambia la palabra “Perón” por “León”.

Un hombre de 40 y pico, vestido de traje, es el que saca las canciones y agita.
Lidera a la barra hasta meterla en el centro mismo del escenario.
Mientras este cronista anota otras cosas, como la presencia de francotiradores en las terrazas de Recoleta y al lado del escenario, se ve que el hombre sale del tumulto, ofuscado.
Le han robado el celular.
Habla con una persona de seguridad, que abre las manos en señal de “no puedo hacer nada”.
El hombre está visiblemente afectado, dice “no lo puedo creer” y pide un celular para “dar de baja las tarjetas”.
Consigue una cómplice, a quien le confesará lo que él cree es la razón del robo:
-Es que está lleno de negros.
Fin.

Nota
Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso
Mario Mainardi (en la foto tomada hoy), uno de los principales sospechosos por el femicidio de Cecilia Basaldúa cometido en Capilla del Monte, Córdoba, hace poco más de 5 años, finalmente fue citado por la fiscalía de Cruz del Eje para realizarle este martes una extracción de sangre. La abogada de la familia Basaldúa, Daniela Pavón, se enteró apenas un día antes de esta citación a Mainardi. El sospechoso (actualmente vive en Santa Fe) había sido encargado de alojar a Cecilia en Capilla, y fue la última persona que la vio con vida, el 5 de abril de 2020. Sobre su presencia hoy en Cruz del Eje, contó la abogada: “Sacó fotos a todo el edificio, selfis con tribunales de fondo y salió custodiado con personal de la policía de Córdoba. Se subió a un móvil y se fue”.
Las irregularidades y desinformación o manipulación en la causa han sido frecuentes en perjuicio de la familia y sus defensores (además de Pavón, el abogado Gerardo Batistón es querellante en nombre de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación). También ha significado un ocultamiento a la prensa. Audiencias para las que los testigos no eran notificados, falsos argumentos policiales para explicar su propia inoperancia, demoras incomprensibles en la causa, todos temas por los que hay iniciada una denuncia de la Dirección Nacional de Protección de Grupos en Situación de Vulnerabilidad de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, en la Dirección de Investigaciones de las Fuerzas de Seguridad. Además se solicitó a la Fiscalía de Cruz del Eje que la policía de Capilla del Monte, ya no sea la que realiza las notificaciones.
Queda pendiente ahora la información que se brinde a la sociedad sobre este trámite, que permitió ver a un sospechoso clave que nunca dio la cara. La causa ha sido siempre un laberinto sacudido en todo caso por numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad. Aquí publicamos la crónica de lo ocurrido hace menos de un mes, al cumplirse 5 años del hallazgo del cuerpo de Cecilia Basaldúa.
Fotos y crónica de María Eugenia Marengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Lúquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
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