CABA
Un año de soledad

Mu en Pedro Luro, sin Facundo Castro. El joven desaparece un jueves (hoy se cumple un año) y permanece 107 días en el misterio. Hasta que, cual crónica de una muerte anunciada, el cadáver de Facundo aparece provocando más sospechas que certezas. Este sábado sus familiares y amigxs lo recordarán con actividades culturales, musicales y batucas en la estación del ferrocarril. ¿Qué se sabe del caso? Habla Cristina, su madre. Las actitudes políticas, judiciales y policiales. Los testigos desprotegidos. Las pruebas que se lograron, y las que faltan. Las paredes que hablan. Una historia que revela la necesidad de un Nunca Más del presente. Por Lucas Pedulla.
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El Facundo que escribe. El Facundo que rapea. El Facundo que pinta murales.
El que milita, el fan de Eminem.
El bachero en una cervecería.
El que saca medalla de bronce en los Juegos Bonaerenses.
El de la batucada.
El que gana el carnaval de Mayor Buratovich.
El Facundo que cambió para siempre la vida de un pueblo, que sigue cobijando sus huellas, no solo en la memoria de sus familiares y amigos, sino también en sus nervios principales: un cartel pide justicia pegado con cinta en un poste de luz; un stencil en la estación clama “Aparición con vida de Kufa”; otro señala que “el Estado es responsable”; una vaquita de San Antonio embellece una casa; y la Unidad de Gestión Municipal de Pedro Luro, pintada en sus paredes y puertas: “Verdad y Justicia”.
Esa misma exactitud es la que exige Cristina Castro, con esa voz firme y decidida, pero a la vez dulce, con la que buscó a su hijo durante 126 días, hasta el momento en que le confirmaron que el cuerpo encontrado en un cangrejal inhóspito era el de su Facu. Y sentada frente a una de las mesas del bar Turmalina, donde su hijo trabajaba “y era feliz”, avisa que para ella todo –absolutamente todo– no pasó hace un año.
–Siento que todo pasó ayer.
Y ese todo –abrumador, insoportable– se traduce en el cuerpo de esta madre que no para, y que con la misma claridad, a un año que parece como ayer, sigue pidiendo verdad y justicia ante la desaparición forzada seguida de muerte de su hijo de 22 años.
Justicia sospechosa
Hay dos preguntas que a Cristina le hacen cuando la ven en la calle: “¿Qué pasó con el caso?” y “¿por qué ya no se habla de Facu?”.
Las preguntas también reflejan un estado de situación que ocurre cuando las cámaras se apagan y en los territorios quedan las familias batallando contra un sistema que busca consagrar la impunidad. Por eso Cristina remarca que, a pesar de todo, están sucediendo cosas, pero las sintetiza en una frase: “Los tiempos de la justicia no son los nuestros”. Y explica: “El tiempo de espera es interminable. Te repito: siento que todo pasó ayer. Ha sido un año larguísimo, muchísimos días de terror. Teníamos muchos miedos”.
Uno de ellos era que la causa siguiera en las manos del fiscal federal Santiago Ulpiano Martínez, a quien la familia había recusado dos veces. Lograron apartarlo: Martínez –denunciado por organismos de derechos humanos por obstaculizar los procesos de Memoria, Verdad y Justicia en Bahía Blanca– se inhibió de seguir participando en la causa alegando “violencia moral” por parte de Cristina, que observa: “Es muy descabellado. Violencia moral sufrimos nosotros”. La familia ahora impulsará la denuncia contra Martínez ante la Procuración General de la Nación. La causa por la desaparición forzada seguida de muerte seguirá en manos de los fiscales Andrés Heim (Procuraduría contra la Violencia Institucional) y Horacio Azzolín (Unidad Especializada en Ciberdelincuencia), dos funcionarios designados por la Procuración, y a la espera del nombramiento de un fiscal natural para continuar con el proceso.
Otro de los temores era la continuidad de la jueza federal María Gabriela Marrón, sobre quien también pesa un pedido de recusación, pero ya no sólo de la familia: los propios fiscales designados por la Procuración la recusaron en febrero por considerar que había perdido “la imparcialidad que debe tener como jueza del caso”. También pidieron la nulidad de una serie de pruebas dictadas de oficio por considerar que se interponían con sus funciones y evaluaron que el objetivo de esa decisión era “forzar la realización” de un estudio que “implicaba cristalizar su postura sobre el caso, que había insinuado previamente, y que se traduce en que Facundo Astudillo Castro falleció ahogado accidentalmente en el estuario de Bahía Blanca el cual habría pretendido cruzar a pie”. La familia también denunciará a Marrón ante el Consejo de la Magistratura.
El mismo día del pedido de recusación, la Cámara de Apelaciones de Bahía Blanca hizo lugar a un recurso de queja presentado por los dos fiscales, que permitió el allanamiento al destacamento policial de Teniente Origone, el mismo lugar donde el perro Yatel había encontrado el año pasado la vaquita de San Antonio que Cristina había reconocido como un regalo a Facundo por parte de su abuela. “Cuando salió el fallo nos juntamos a llorar, sentíamos que por fin alguien nos estaba escuchando”, dice Cristina. En el nuevo allanamiento los peritos encontraron un pequeño trozo de turmalina, piedra que Facundo llevaba como colgante. Habrá que confirmar si los restos coinciden con los pedazos de esa misma piedra encontrados en el patrullero Toyota Etios de Bahía Blanca, el mismo móvil que el 8 de mayo del año pasado estuvo detenido durante 35 minutos a 800 metros del lugar donde el pescador halló el cuerpo. También encontraron rastros de sangre en las paredes, que someterán a peritajes.
Ese día del allanamiento significa también una medida de lo que el cuerpo de Cristina tuvo que resistir todo este año. Junto a sus abogados se levantó temprano para estar a las 7:30 en Origone. El camión laboratorio de Gendarmería llegó recién a las 10. Cristina regresó a las 2 de la madrugada del día siguiente, se bañó y se acostó, porque a las 7 comenzaba su turno en la Shell donde trabaja, ubicada sobre la ruta 3 en la entrada de Luro. Al otro día, a las 10, la llamó Luciano Peretto, uno de sus abogados, para contarle que el predio donde estaba el vehículo con las pruebas se había incendiado. El móvil se preservó, pero Cristina lo sintió de esta manera: “Casi me da un infarto”.
Soportó situaciones como cuando apareció en la Shell la llamada “Testigo H”, mujer que declaró que llevó a “un joven” (no aclara que era Facundo) a las zonas de las vías donde se habría bajado para caminar hasta Bahía Blanca. La querella apunta que esa testigo, que reforzaba la hipótesis del accidente, fue aportada por los oficiales Sosa y Curuhuinca, quienes detuvieron a Facundo el 30 de abril. La declaración de H se conoció por los medios maniobra que para la familia evidencia que el fiscal Martínez filtraba información a la prensa para desviar la investigación. Cuenta Cristina: “Entró a la estación, pidió un capuccino, se levantó y dijo que era un asco y que le traigan a la persona que lo había hecho. Pensó que era yo. Mi jefa llamó a mi compañera de la cocina. ‘No, ella no es’, dijo. Mi jefa se dio cuenta. Le dije que lo que estaba haciendo era acoso, y la mujer se fue”.

Las pruebas y la urgencia
Cristina aguarda el resultado de diversas medidas de prueba y la realización de nuevas pericias y testimoniales de importancia para el avance de la causa. Algunas de ellas tienen que ver con el estudio de la zona del cangrejal donde un pescador encontró el cuerpo esqueletizado el 15 de agosto del año pasado. Cabe recordar que la autopsia determinó que se trató de una “muerte por sumersión”, aclarando que fue “violenta, por no ser natural”, pero sin poder establecer con rigor científico si se trató de un accidente o un asesinato. La querella buscará probar que es imposible que alguien se pueda ahogar de forma accidental en ese sitio, mientras llama la atención de dos hechos puntuales: una zapatilla de Facundo, intacta, hallada al lado del esqueleto, y su mochila encontrada días después, a una distancia aproximada de 800 metros, con toda su ropa adentro.
El abogado Leandro Aparicio contextualiza a MU las pruebas objetivas del caso:
-Los oficiales bonaerenses Mario Gabriel Sosa y Jana Curuhuinca infraccionan a Facundo a las 10 del 30 de abril en la localidad de Mayor Buratovich. En los teléfonos de los policías figura un mensaje que recibió Sosa: “Si se hace el pajero, bajalo”. Por geolocalización, comprobaron que ese patrullero se dirigió a la subestación policial de Buratovich cuando, en un primer momento, los policías habían alegado que nunca se había movido del lugar.
-A las 13.30 Cristina recibe el llamado de Facundo, quien le dice: “Mamá, no tenés idea de dónde estoy. No me vas a volver a ver más”. Si bien la oficial Xiomara Flores –media hermana de Curuhuinca– dijo que a las 12.30 levantó a Facundo en la ruta y lo dejó en Teniente Origone, la querella afirma que es imposible porque no hay señal de teléfono en ese sitio y porque la llamada a Cristina –una hora después– impactó en una antena en Buratovich.
-Tres testigos declararon que vieron cómo Facundo era subido a un patrullero entre las 15.30 y las 16. La familia había acusado a funcionarios municipales de Villarino de entregar un informe de tránsito falso, que no consignaba el vehículo de los testigos. Aparicio refuta: “La geolocalización ubicó a los testigos ese día y en esa ruta. Podemos establecer que los testigos ese día pasaron”. Al cierre de esta edición, uno de esos testigos estuvo desaparecido durante 12 horas. Cristina cuenta a MU: “Fue un lunes. Él estaba siendo amenazado y hostigado desde el viernes anterior, por lo que tomó la decisión de irse. Le dejó dinero a la mujer y le pidió que por favor no se vaya de la casa, que se quede ahí, porque lo habían amenazado de muerte. Apareció en Buratovich, en un campo. Ahí la mayoría de los campos son de policías. Nos pareció todo muy extraño”. Los fiscales Heim y Azzolin solicitaron una guardia de Gendarmería Nacional para él, su esposa y su hijo. Cabe recordar que los nombres de los testigos habían sido divulgados por La Brújula y La Nueva Provincia, hecho denunciado por la familia. Y que no es la primera intimidación que sufren familiares y amigos: el cuñado de Facundo contó a la lavaca cómo policías lo detuvieron y lo quisieron obligar a declarar que Facundo estaba en Bahía Blanca. Sus amigos relatan que la policía los para y los sigue en la calle. La desaparición del testigo ocurrió el mismo día del peritaje en el que el perro Yatel marcó rastros de Facundo en dos patrulleros de la Bonaerense: el que manejaba González en Teniente Origone y el que conducía Sosa en Buratovich, el mismo de la foto donde Facundo está de espaldas.
-Otros dos testigos afirman haber visto a Facundo “tirado” sobre la ruta 3.
-El policía Alberto González le tomó una foto al carnet de conducir de Facundo en Origone, a las 15:43.
-Un cabello coincidió con el ADN de Cristina encontrado en el móvil policial del mismo González.
-La vaquita de San Antonio, amuleto de Facundo, fue encontrada en Origone.
-La turmalina, piedra del colgante de Facundo, fue encontrada en el patrullero Etios y el otro fragmento de la misma piedra apareció en Origone.
Aparicio remarca: “Con estas pruebas, cualquier otro juez no duda un minuto en detener a todos”. Como contó MU en la cobertura del caso, el abogado Aparicio bien sabe de esta trama de impunidad por haber representado a la familia de Daniel Solano, el jornalero desparecido en 2011 en Choele Choel. Desde esa experiencia, observa: “Debería existir una especie de organismo de investigación independiente: un fiscal de Bahía Blanca no puede investigar estas situaciones que pasan en Bahía Blanca. Hace falta un fiscal que no conozca a nadie, que no tenga ningún tipo de vinculación, y que forme parte de una estructura distinta de la que está siendo investigada. Eso es lo que creo que se puede aportar. Porque entendemos que la sociedad está atemorizada, pero a veces pierde el miedo, se manifiesta, y las causas avanzan. En la causa de Solano vi a un juez, hijo de un ministro de la dictadura, salir corriendo de un juzgado. Eso nunca lo vi en mi vida. Lo que sí vi es corporativismo: en la justicia, en la policía y en la política. Por eso necesitamos un organismo que sea independiente del Estado”.
Un dato: el abogado de los cuatro policías sospechados –Sosa, Curuhuinca, González y Flores– es Sebastián Martínez, abogado del Municipio de Villarino y de su intendente Carlos Bevilaqua, quien en plena búsqueda de Facundo había propuesto investigar la “pista narco”. Cristina nunca recibió disculpas por esa acusación.
El semillero
A comienzos de 2020, Facundo había empezado a trabajar como bachero en Turmalina, el bello local de cervecería artesanal que su amigo Juano abrió en Pedro Luro, y donde también trabajan otros amigos. Juano tenía una banda con otro de los chicos del barrio y Facu iba a los ensayos. “Estaba en mi casa todos los días”, dice este joven de 30 años, que también puede dar cuenta de las amenazas y del acoso que sufrieron familiares y amigos por parte de la policía y del propio Estado: en noviembre le llegó una carta documento firmada por el secretario de Legal y Técnica de Villarino, Francisco Simonetti, intimándolo a pagar una multa de 221.976 pesos por pintadas en una marcha. La carta fue apelada y Juano entiende que forma parte de la intimidación, por eso quiere hablar: “El caso escaló a niveles impensados, y si de algo sirve nuestro testimonio es para que no vuelva a pasar lo mismo”.
Juano recuerda a su amigo con una voluntad única que lo llevaba a transitar un abanico de historias, como cuando se hizo cargo de la iluminación para el día de la inauguración: cuando las encendieron un cortociruito arruinó los planes. Lo recuerda entre risas, partidos de Playstation y música de Eminem, del que Facundo era fan.
Franco Dominici, otro de sus amigos, lo conoció en la batucada, en la estación de Luro, punto neurálgico donde brotaban las actividades del Semillero Cultural, el colectivo de jóvenes al que pertenecían, y cuenta: “El lugar juntaba a muchos chicos que estaban separados del pueblo, de todas las clases sociales, de los dos lados de la vía. Esos cuatro años fueron muy lindos. Nos quedamos ahí hasta que después nos echaron”.
La gestión de Bevilacqua desalojó las actividades del Semillero, y los hostigamientos policiales se acrecentaron. Los móviles se cruzaban en la cancha de fútbol que los propios jóvenes habían puesto a punto, y los insultaban. Cristina recuerda los días de ir con otras mamás a la comisaría a buscar a los amigos de Facu detenidos en esas razzias. “Era hostigamiento”, recuerda Franco. “No tratan de la misma manera a quien anda punta en blanco que alguien con visera, pantalones anchos y remeras de fútbol”.
La municipalidad también tapó dos murales que había realizado Facundo con el Semillero. Uno era por Santiago Maldonado. El otro quedó inmortalizado en una foto: Facundo está parado con un megáfono en la mano, un 24 de marzo, explicando lo que quería decir una frase que había escrito con sus manos: “Memoria, verdad y justicia”.
Por eso, sus amigos dicen que no dejarán de ir a las marchas: “Que se haga justicia”.

La enseñanza
Cristina cuenta que el 30 de abril conmemorarán el año de la desaparición de Facundo con una actividad cultural en la estación. Uno de los objetivos será poder recuperar ese mural, desde la alegría y la energía de su hijo, que Cristina encuentra en sus amigos. “Ellos siguen estando. En mi cumpleaños, el 6 de noviembre, ellos pasaron de a ratos. Siempre fue una fecha sagrada, porque estén dónde estén, mis hijos tienen que estar conmigo. Yo no me tomo vacaciones, por eso es la única fecha que se respeta. Pero el año pasado fue de terror: fue la primera vez que el Flaco no estuvo”.
¿Qué ocurre cuando, en un caso con tanta cobertura, las cámaras se apagan?
Hemos tenido periodistas que nos han acompañado desde el comienzo y no nos han dejado solos. Pasa que en Argentina todos los días un muerto tapa a otro. Es terrible. Seguimos apoyándonos con papás y mamás en lucha. Estoy como en cinco grupos de WhatsApp: de Bahía Blanca, a nivel regional, a nivel nacional. Otro grupo de violencia institucional con todos chicos muertos en comisarías. Hay de todo y todos han muerto de distintas cosas. Es increíble que todos los días hay un femicidio, un gatillo fácil. Es una locura. Fijate que ya no hablan de la chica que mató el policía (por el femicidio de Úrsula Bahillo, en Rojas), porque al otro día apareció otro. Y al otro día, otro. Y así. Duele saber que todos los días sumamos un papá más en Argentina. Cuando las cámaras se apagan, quedamos nosotras, las familias, los más cercanos, y el seguir peleando. Queda el día a día, las reuniones constantes. Un día llegué 1:30 de la mañana de trabajar y me puse a ver los PDF que habían mandado mis abogados, enojada, porque cada escrito confirma que no mentimos en ningún momento. Me embronco cuando, como en el caso Solano, los policías siguen trabajando. Quizá te vas de vacaciones a Río Negro y te los cruzás. Acá no queremos que pase lo mismo, porque a Facu no nos lo devuelve nada ni nadie. Y tampoco queremos que nos maten a otro chico.
Con Santiago Maldonado estuvieron Sergio y Andrea. Con Luciano Arruga, Vanesa y Mónica. Con Daniel Solano, Gualberto. Con Lucía Pérez, Marta y Guillermo. Acá, estás vos. En todos los casos cambian nombres y geografías, pero se repiten procedimientos y denuncias al poder judicial. Y las familias teniendo que denunciar no sólo a los policías, sino embarcarse en nuevos procesos para pedir que aparten al fiscal del caso, a la jueza, además de iniciar procedimientos de denuncia en sus propios fueros. ¿Qué te lleva a pensar todo ese recorrido?
Estamos luchando contra gigantes. Lo dije desde un principio. Convencidos que hacen y deshacen, le taparon los oídos y le vendaron los ojos a la Justicia. No se lo vamos a permitir. Sería egoísta de mi parte pelear sólo por Facu: no sería la mamá de Facundo Castro si estuviera haciendo eso. No honraría la memoria de mi hijo. No podernos darnos el lujo de permitirlo. Tenemos que apoyar cada caso, y pelear, para que no nos pase como Gualberto: a mí me daba terror morirme esperando el cuerpo de mi hijo, mientras los policías condenados siguen libres porque no hay sentencia firme. Me daba terror que me pasara como Viviana Alegre o Norita Cortiñas, que hasta el día de hoy no pueden encontrar los cuerpos de sus hijos. Tenía pánico, porque yo sabía que a mi hijo le habían hecho algo y que no estaba con vida. Y cuando te ponés a analizar y mirás para atrás, te encontrás con todo lo que siguió: el entramado de encubrimiento. ¿En qué país vivimos? ¿Qué es lo que estamos esperando que pase para que esto cambie? Porque también quedan los que te dicen que el pibe fue y se ahogó, pero él nadaba desde los cuatro años. Cruzaba el río a nado. No me vengan a decir que fue un accidente: la autopsia descartó lesiones en la cabeza. A Facu lo mataron y sé que lo tiraron ahí. Sólo el 20% de las diatomeas pertenecen al lugar donde encontramos a Facu. Cuando la prensa se va, también somos nosotros los que quedamos aprendiendo e investigando.
¿Pensás que es necesario un equipo independiente para estos casos?
Sí, completamente independiente de todas las fuerzas. Me lo planteó Sergio Maldonado en su momento. Y que sea avalado la justicia, porque si lo hace un fulanito no sirve. Si no, las cosas no van a cambiar en este tipo de casos. En ninguno, porque en los femicidios tampoco. Es necesario y es urgente. Es necesario apoyar a las víctimas, pero mi cabeza hace mucho que da vueltas algo: a todo te dicen que no pueden. Un presidente de la Nación te dice que no puede. Un gobernador te dice que no puede. Si ellos no pueden, entonces que el pueblo decida: votemos una ley que ampare esto. Sabemos que Argentina se divide en tres partes, pero si las tres no están al mismo tiempo, y trabajan de forma dispersa como pasa siempre, no nos sirve a ninguno de los argentinos. Y si decidimos que es urgente un grupo especializado por fuera de cualquier tipo de fuerza, es porque los necesitamos.
Pudiste reunirte con el Presidente. ¿Qué te quedó de esa reunión?
Nada. Yo no fui a hacer amigos, fui a buscar respuestas. Y no me las dieron. Al contrario, al volver de CABA veía que idolatraban a Berni y empoderaban a la policía, y me sentí frustrada de saber que eran las mismas personas que me recibieron. Así también recibieron a los papás de Úrsula: Berni fue a verla, la abrazó, y mientras la abrazaba su policía estaba reprimiendo a su familia y amigos. Conmigo hicieron lo mismo. No es ir y que te abracen para la foto. De mi parte, cuando me dijeron de la foto, les dije que no. No me interesa la foto con un presidente y un gobernador, me interesa que se haga justicia y se investigue. Son personajes de paso. Porque nosotros vamos a seguir luchando, no le vamos a dar el gusto a los asesinos de quedar impunes. Como sea, entre todos, de a poquito. Lo decimos hace mucho: la verdad surge por sí sola y la mentira necesita de muchos cómplices. Y acá los encontró, en todos los niveles.
No es común que el Presidente recibe a una familia.
Me lo dicen las mamás. “Cris, vos conseguiste que te vea, y de un día para el otro, diciendo el día que ibas a estar”. Yo lo llamé, me atendió y me pasó con su secretaria. Es doloroso que digan eso, saber que hay otras mamás a las que no le dan bola, sabiendo que asesinaron a sus hijos e hijas. Un presidente debería agendar un día solo para recibir familiares, porque es necesario. Y no alcanzaría. Es su gente. Hay tantas cosas para hacer para que no vuelva a pasar. En Luro, un pueblito chico, movimos mucho, pero no fui yo, fuimos todos, que nos unimos y dijimos “esto no es así”. Nos costó: o me quedaba tirada llorando o salía a pelear. Acá siempre dijeron que estaba haciendo política con Facu, que estaba lucrando, pero cuando Pietragalla (Horacio, secretario de Derechos Humanos) dijo que iban a poner una recompensa le dije que no: no quiero información, quiero que me digan qué pasó. Quiero que me digan cómo llegué hasta acá a presenciar una autopsia.
¿Recordás algo puntual de esa charla?
Lo más tatuado que me quedó fue el “no puedo”. No puedo esto, no puedo aquello. Esa sensación de amargura. Yo sé que sí puede. En tu trabajo, si ves que hay sectores que fallan, llamás la atención o los echás. Me dijo que no podía echar a Berni, que no podía conseguirme una cita con el procurador. Me lo terminaron consiguiendo por otro lado. ¿Viste que sí se podía? Cuando no podés es porque no querés. Lo único que no se puede es volver a una persona de la muerta. El resto se puede. Y hay que trabajar para eso.
¿Qué sentís que dejó Facundo a nivel social?
La lucha. Era el pibe que peleaba por los derechos humanos. Él era el que hacía política: el resto fuimos aprendiendo y siguiendo sus pasos. Te hablaba de desaparecidos, de las Madres, de la Abuelas, de las charlas. Como familia nos enseñó cómo se debía pelear. Con la ley de aborto, por ejemplo, me decía: “No se trata de que van a salir masivamente a abortar, mamá: es un derecho de la mujer”. Y así vamos recordando pasajes de Jóvenes y Memoria, de su paso por el Semillero. Yo no lo busco en el cementerio, yo sé que ahí están los restos de él, pero no su esencia: para buscarlo yo paso por la estación, cuando toco algún instrumento en la plaza. La gente me mira como si estuviera loca, pero su esencia está ahí. En este lugar, con sus amigos, que representaba la felicidad para él. Voy recordando también todo lo que charlaba en casa cuando le decía que no hable de política. “No es política, mamá, es historia”, me decía. Desde chiquito hablaba de la identidad. Él, desde los 16, se quería sacar el apellido Astudillo porque no se sentía identificado. “Facu, vos tuviste un papá”, le decía. Pero cumplió 18 e hizo el trámite para sacárselo. Me daba orgullo que dijera que quería ser Castro nada más. En mi familia después de que pasó todo esto empezamos a ver la vida de otra forma. Siento que no es que él nos estaba enseñando: nos estaba preparando. Como si el destino nos estuviera mostrando lo que tendríamos que luchar después.
¿Cómo te enseñó a luchar?
En masa. De forma colectiva. Levantando la voz y los puños. Nos enseñó a gritar, a pedir justicia desde la tranquilidad y desde nuestro lugar. A no quedarnos callados, porque si no te pasan por encima. Él peleaba por el Nunca Más. Fue uno de sus tantos murales, y así terminaba la frase diciendo para que la Argentina sea posible un Nunca Más. Pero sigue pasando, a pesar que nuestros jóvenes siguieron peleando. Esa veta de la dictadura no se ha cortado y sigue llevándose la sangre de los nuestro. Por eso seguimos, para que sea un Nunca Más en serio.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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