Nota
Ataque a la iglesia de Santa Cruz: Viva la muerte
La Iglesia de la Santa Cruz de Buenos Aires sufrió una pintada que confirma que jamás hay que subestimar la estupidez ni la crueldad humana: “Viva Videla”. Allí están enterrados los cuerpos de las Madres de Plaza de Mayo y una monja que fueron secuestradas y arrojadas al mar: se entiende qué es lo que celebran los que pintaron. Aquí se relata algo de la historia de lo que ocurrió aquella vez, para los que rechazan –como dicen en la parroquia- la memoria que olvida.
Los fascistas españoles gritaban “Viva la muerte”.
Los argentinos escriben “Viva Videla”.
Una diferencia puede residir en que hace 70 años los españoles encararon la Guerra Civil contra la República a cara descubierta, mientras los argentinos, hace 30, hacían desaparecer a 30.000 personas indefensas, desde la clandestinidad y el terrorismo de Estado. El matiz de cobardía no puede ser omitido.
La frase “Viva Videla” apareció escrita en la Iglesia de la Santa Cruz, ubicada en Estados Unidos al 3100 de Buenos Aires. Esa iglesia de la congregación de los pasionistas, albergó en plena dictadura a los familiares que intentaban buscar a sus desaparecidos. Allí llegó, como infiltrado, el marino Alfredo Astiz. Y fue quien señaló una a una a las diez personas que los militares se llevaron el 30 de diciembre de 1977. Había dos madres, Esther Careaga y Mary Ponce de Bianco, y una monja francesa, Alice Domon. En un operativo posterior se llevaron a otra madre, Azucena Villaflor (la fundadora de Madres de Plaza de Mayo) y a otra religiosa, Leonie Duquet.
Varios de esos cuerpos fueron recuperados hace dos años. Habían sido arrojados al mar y enterrados como NN en un cementerio bonaerense. Los restos de cuatro de esas víctimas están en la iglesia de Santa Cruz, cerca de donde alguien escribió “Viva Videla”.
El equipo de Derechos Humanos de la parroquia incluye a Adolfo y Perla Mango, y a Alba Lancilloto, de Abuelas de Plaza de Mayo. Adolfo cuenta a lavaca: “También habían sacado unas plantas y flores que estaban en las tumbas. Veníamos de hacer una misa de homenaje al padre Carlos Mugica y seguimos haciendo todas las actividades de siempre. Esta iglesia siempre fue parte de ese sectorcito que siguió luchando. Los curas pasionistas siempre se jugaron. En otra época pasaba también con los palotinos, pero ahora ellos se acercaron al poder. Ahí estuvo Kirchner, y bueno, son decisiones. Aquí también vino Cristina. Su secretario pidió si le podíamos reservar un asiento. Le dije: eso aquí no existe, aquí viene el que quiere, y para sentarse hay que venir temprano. Ella vino y se quedó parada, sin ningunas ínfulas”.
Adolfo recuerda que la historia de los pasionistas fue marcada por figuras como Mateo Perdía, que puso a la congregación en sintonía con el Concilio Vaticano II: “vino a vislumbrar la iglesia de los pobres, y se comenzó a hacer trabajo en Formosa con los wichis y tobas”. Bernardo Hughes luego aplicó esas ideas relacionadas con una iglesia liberadora en Santa Cruz, pero en mayo de 1976 lo sacaron del país ante las constantes amenazas. Carlos O’Leavy era rector del colegio católico y advirtió a los padres, ya en 1976, cuál era la línea pasionista con respecto a la defensa de los derechos humanos, para que los que no estuviesen de acuerdo buscasen matrícula en otra escuela para sus hijos. Debe aclararse que hacer estas cosas, en aquellos años de terror, implicaba un valor acaso difícil de apreciar desde este presente. Otro sacerdote en esa línea fue Carlos Delaney y el actual, Carlos Saracini, es considerado por Adolfo “un digno sucesor de todos los otros”.
Saracini no dramatiza el problema, ni lo minimiza: “Nosotros no creemos en la teoría de los dos demonios, y creemos que la memoria es para respaldar una memoria viva. Hay memorias que olvidan. No queremos entrar en ese juego. Por eso intentamos estar donde hay que estar, por ejemplo con los conflictos barriales, la lucha del Hospital Francés, trabajo con los pobres, ollas solidarias, emprendimientos. Estamos en contra de que no se distribuya la riqueza. Eso fue ayer y sigue siendo hoy”.
Aquí reproducimos la actualización del trabajo realizado por lavaca sobre lo ocurrido en la iglesia donde la memoria de lo que ocurrió no paraliza sino que estimula vida, resistencia y acciones pensadas en tiempo presente.
EL ALTAR DE LA MEMORIA
La primera Madre de Plaza de Mayo secuestrada por la dictadura argentina fue Esther Ballestrino de Careaga, el 8 de diciembre de 1977 en la misteriosa y bella iglesia de Santa Cruz, ubicada en la calle Estados Unidos al 3100, de Buenos Aires. La segunda madre desaparecida estaba un paso más atrás y se llamaba María Eugenia Ponce de Bianco. La tercera, fue secuestrada dos días después. Su nombre: Azucena Villaflor, la fundadora de Madres de Plaza de Mayo.
Tal fue el resultado de la operación de infiltración que realizó el oficial de la marina Alfredo Astiz (disfrazado de Gustavo Niño) que le permitió identificar a quienes desde ese día siguen desaparecidos: además de las madres, las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet, Patricia Oviedo, Gabriel Horane, José Julio Fondevilla, Horacio Elbert, Raquel Bulit, Remo Berardo y Angela Aguad de Genovés.
Sobre lo que aquí se narra debe aclararse que cualquier parecido con la ficción, lamentablemente, es pura coincidencia.
Esther Careaga no usaba su nombre. Todos la conocían como Teresa. Un apodo que le pusieron casi al azar en la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. Paraguaya, militante política del febrerismo, opuesta a la dictadura de Alfredo Stroessner, ella y su marido terminaron exiliándose en la Argentina, y conocían las ventajas de los apodos en tiempos de represión.
Esther-Teresa era un personaje particular en el grupo de madres, que en gran medida venían de tener nula participación política, mucha tarea como amas de casa, y la sorpresa tenebrosa de descubrir de pronto que sus hijos ya no estaban.
¿Dónde estaban?
Empezaron a buscar. Fueron a comisarías, juzgados, cuarteles. Comenzaron a reconocerse, y a conocerse. Esther comenzó por ser una suegra de desaparecidos. El marido de una de sus hijas, Manuel Cuevas, había sido secuestrado. Cuenta Ana María Careaga, la otra hija de Esther:
-A Manuel le decían Pancho. Su familia era muy humilde y mi mamá los ayudaba a buscar. En mi casa la política había sido siempre una cuestión cotidiana. Recibíamos a todos los perseguidos del Paraguay, estuvo de visita Salvador Allende antes de ser presidente de Chile. Mi mamá había llorado cuando mataron al Che Guevara: quiero decir, la política con un alto grado de compromiso era cosa de todos los días.
Un caso bien diferente, si se quiere, al de la actual integrante de la Línea Fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, Nora Cortiñas, que reconoce que hasta aquel momento ni siquiera había pensado en trabajar, salvo dictando clases de costura a sus vecinas.
La locura de la misericordia
Esther buscaba a su yerno y conoció a otras mujeres, entre ellas Azucena Villaflor de Devincenti. Uno de los puntos de encuentro de estos familiares era la capilla Stella Maris, en Retiro, donde un monseñor, Emilio Graselli recibía a quienes buscaban, revisando un fichero. Su actitud servía para enloquecer aún más a esas
personas. Recuerda Nora Cortiñas:
-A mí una vez me informó que mi hijo Carlos se había ido con otra mujer, por eso había desaparecido. A otra mamá la recibió mostrándole una cruz roja junto al nombre de su hijo: “Está muerto, pero venga dentro de 10 días”. A los 10 días le dijo que no estaba muerto. A mí me dijo: “Su hijo debe estar bien alimentado, vestido,
andando en auto para ‘marcar’ por la calle a amigos o conocidos”. Me estaba diciendo que mi hijo era un delator.
Un día de abril Azucena reunió a los familiares que sostenían estos diálogos con tal personaje, y dijo lo obvio. Nada positivo surgiría de tal contacto con la perversión:
-Tenemos que ir a la Plaza de Mayo, que nos vean, que nos escuchen.
Graselli actualmente enseña religión a jovencitas en el Colegio de la Misericordia, confirmando que hay zonas de la Iglesia impermeables a la verdad, o con memoria esclerótica.
Azucena propuso que quienes se arriesgaran a tal exposición fueran las mujeres, creyendo que los militares y policías no se sobrepasarían con ellas. El 30 de abril de 1977, 14 mujeres lograron sobreponerse al miedo y se reunieron en la Plaza de Mayo. Era sábado. Descubrieron que muy poca gente andaba por allí. Azucena comprendió que convendría ir un día hábil. Alguien propuso el viernes siguiente. Una
madre planteó un reparo:
-El viernes tiene la letra “r”. Trae mala suerte. Es día de brujas.
Esto eliminaba también martes y miércoles, por lo que se sugirió los lunes. Recuerda Nora:
-Parece que otra madre dijo que los lunes es día de lavado de ropa. Así que quedó el jueves. Y Azucena propuso las 15.30 porque era el horario de más tránsito, después del cierre de los bancos, la Bolsa, y con mucha gente andando por allí.
Las madres comenzaron a adueñarse de la plaza.
Había algunas tías, como las hermanas de María Adela Gard de Antokoletz, y una suegra. Pero Esther Careaga se transformaría literalmente en una madre de Plaza de Mayo el 30 de junio de 1977, cuando secuestraron a Ana María, su hija de 16 años.
El saco de lana rosa
Ana María Careaga, de 16 años, estaba embarazada de tres meses. La panza ni se notaba en ese cuerpo de niña grande, pero ella reconoce que vestía de embarazada y caminaba como embarazada, como para que el mundo estuviese al tanto de la noticia.
Ella y su marido Jorge habían buscado con entusiasmo un bebé, y ni soñaban con ocultar esa felicidad.
La militancia de Ana María -como su edad lo indica- correspondía a la escuela secundaria, pero además era la entera familia Careaga la que estaba en la mira; su domicilio había sido allanado por la policía, más de una vez, y habían secuestrado material de Naciones Unidas que los Careaga poseían por su carácter de exiliados.
El 13 de junio hacía frío, Ana María iba a encontrarse con su padre y su marido en Corrientes y Juan B. Justo. Su madre le había tejido un saco de lana gruesa, rosa fuerte, y ella andaba con la cabeza revoloteando entre el embarazo y el futuro, sin percibir un gran operativo de “zona liberada” (que permitía a los grupos
paramilitares secuestrar impunemente): la policía había desviado el tránsito de ambas avenidas, lo que permitió que un par de individuos capturaran a Ana María, introduciéndola a la fuerza en un automóvil que aceleró rumbo a lo desconocido.
Empezaba a ser una desaparecida.
El Club Atlético fue uno de los campos de concentración manejados por la Policía Federal, bajo la órbita del Primer Cuerpo de Ejército. Quedaba en Paseo Colón ente San Juan y Cochabamba. Los secuestrados eran vendados (tabicados) arrojados en celdas, les ponían grilletes en los pies, y así eran conducidos a las cotidianas
sesiones de tortura.
La intensidad de los tormentos aplicados sobre el cuerpo de Ana María Careaga queda descripto por un dato técnico: ocho años después, con motivo del Juicio a las Juntas Militares, ella tuvo que pasar por exámenes médicos que corroboraron lo que había ocurrido. Fue uno de los pocos casos en los que pudo darse por físicamente probada la existencia de torturas, según consta en la propia sentencia. Dice Ana:
-Los médicos me sacaban pedacitos de piel, muestras de las marcas que me habían hecho con cigarrillos. Hicieron estudios histopatológicos. Los rastros de picana desaparecen antes, por eso la usan tanto.
No alcanzan las palabras. Decir que Ana fue torturada “salvajemente” sería una descortesía hacia los salvajes. Lo inquietante es que Ana fue racionalmente torturada. Además de la picana y las brasas, tuvieron que operarla posteriormente de un absceso en el brazo, y le rompieron un tímpano de un golpe.
Nunca les dijo a sus captores -los policías- que estaba embarazada. En abstracto podría suponerse que revelar ese dato podría haberla ayudado. A ella le funcionó, en cambio, un instinto de conservación muy primario:
-Mi terror era, por ejemplo, que agarraran a alguien de mi familia, o a un amigo. Y me parece que sentí lo mismo con lo del embarazo. Me parecía que en la tortura me iban a amenazar hasta con eso.
Ana sintió que callar era proteger al bebé, aunque la violencia de la tortura le hizo pensar que lo había perdido.
-Pedías ir al baño, y te sacaban para torturarte. Te hacías encima, y te sacaban para torturarte. Llorabas, y te sacaban para torturarte. No podías hablar. En la celda tenías que estar acostada porque si te parabas o caminabas se escuchaba el ruido de las cadenas, y te llevaban a torturar. Una vez que me llevaban al baño me rasqué la nariz, pensaron que quería sacarme la venda de los ojos y empezaron a pegarme.
Ana decidió aguantar, quedarse quieta, no llorar jamás, y pronunciar los mínimos susurros posibles.
Cada secuestrado tenía un código compuesto por una letra y dos números. Ana era K-04. Pero también le endilgaron espontáneamente un apodo acorde con su edad: Piojo.
¿Qué es resistir?
Ana tuvo otra reacción que hoy mismo no sabe a qué atribuir: nunca gritó mientras la torturaban. Respiraba profundamente, resistía la picana, luego soltaba el aire. Los policías creyeron que estaba haciendo una especie de yoga antirrepresivo. La respuesta fue incrementar la intensidad de las descargas eléctricas.
Tuvo como compañera de celda a una psicóloga de 40 años. Se apoyaban y alentaban mutuamente cuando una de las dos quería ir al baño. La idea de resistencia debía aplicarse a tales situaciones.
-En una cárcel hay otras formas de resistencia colectiva. Golpear platos, gritar, hacer gimnasia. Aquí no. Aquí era resistencia darle un pedacito de pan a alguien. O decirle unas palabras. O como con la psicóloga, darnos ánimo para aguantar.
Si lograban resistir, para ir finalmente al baño los secuestrados tenían que salir tabicados de las respectivas celdas. Cada miembro de la hilera daba medio giro, se tomaba del hombro del de adelante, y así marchaban.
Las marcas de tortura sobre la piel de Ana llegaron a tal nivel, que los policías consideraron que lo que tenía era un brote masivo de hongos. Por miedo al contagio, para ir al baño ya no la llevaban con los otros, sino que salía sola de su celda. Le acercaban un palo, ella debía tomarlo y la conducían desde el otro extremo. Para curarle los supuestos hongos la untaban con merthiolate -una pomada desinfectante- hasta que en cierta oportunidad un secuestrado que oficiaba como médico le murmuró: “Piojo, vamos a decir que te curaste de los hongos, porque estas son las marcas de la picana y los cigarrillos, y no se te van a ir por más merthiolate que te pongan”. En ese lugar, la enfermería, el mismo secuestrado le dijo: “¿Querés ver la luz del sol?”
-Me corrió la venda y pude ver hacia arriba, había un ventiluz que daba a la vereda. Después supe que era la avenida Paseo Colón. Se veía la luz del sol y la sombra de la gente que pasaba, o de los autos.
Ana María Careaga estaba a diez cuadras de la Plaza de Mayo, de la Casa de Gobierno, a metros de una avenida tremendamente transitada.
-Es increíble… haber estado ahí tan cerca de la supuesta civilización, y a la vez desaparecida. Recuerdo que una vez pasó por ahí la hinchada de Boca, festejando algún triunfo. Adentro, los policías hacían lo de siempre: jugaban a las cartas, y ponían un casete con discursos de Hitler para que los escucháramos todo el tiempo.
Siempre me dio mucha impresión. Afuera, los hinchas de Boca. Adentro, las arengas nazis.
Ana recuerda otro sonido: los policías mataban el tiempo jugando incansablemente al ping-pong, un compás levemente disrítmico que acompañaba los discursos de Hitler.
Dice Ana:
-Ahí te estabas muriendo en vida. No hay palabras para el horror del campo de concentración. La máxima humillación, la despersonalización absoluta.
Una vez Ana-Piojo pudo quitarse la venda. Vio a sus compañeros, y la imagen le recordó la de Alemania nazi. Rapados, enjutos, contenidamente aterrados.
Volver a los 17
Otra vez escuchó que una mujer lloraba en una celda del otro lado del pasillo. Percibió que no había guardias cerca y la llamó. La mujer no le contestaba. Ella le dijo: “Si estás triste y querés hablar, llamame. Soy Piojo”.
Al rato la mujer la llamó. Sobre las puertas de cada celda había un ventiluz.
Ana se trepó para ver a la otra.
La otra se trepó para ver a Ana.
Hablaron unos minutos. Al rato se dieron cuenta de que se habían conocido unas semanas antes. Era Teresa Israel, abogada de presos políticos. Se conocían de afuera, no se reconocieron adentro.
-Estábamos desfiguradas. Una vez otra presa me cortó el pelo porque por primera vez en mi vida tenía liendres. “Mirate”, me dijo. Había un metal pulido en una pared, que usaban como espejo. Me miré y fue muy raro: no me reconocí a mí misma.
Algunos días la rutina cambiaba, y el Club Atlético se sumergía en el silencio. Eran los momentos de “traslado”. Tabicaban a todos los presos, los encerraban, reducían al mínimo las guardias, y ni siquiera había quien les diera de comer. Aparecía alguien con una lista de 20 o 30 personas, que eran llamadas por su código:
-Decían: “Z-23, M-12” y así iban llamando uno por uno. Las versiones que teníamos entre nosotros era que te llevaban a otro campo de concentración, algunos decían que había campos de recuperación. O que directamente te mataban. Cualquiera de esas opciones para mí era una forma de salvarme de la tortura permanente. De hecho,
cuando me torturaban, yo quería morirme. Paradójicamente, ahí la muerte es una salvación.
Ana María, K-04, o Piojo, lloró una sola vez en el Club Atlético.
Fue cuando sintió que algo se movía en su panza.
El bebé estaba vivo.
Si Ana María Careaga decidiera volver a los 17, como en la canción de Violeta Parra, debe recordar que cumplió tal edad el 10 de septiembre de 1977, en el Club Atlético. La panza ya era visible. Generó reacciones fuertes de parte de los anfitriones.
-El que conducía los interrogatorios vino y me dijo: “hija de puta, ¿por qué no me dijiste que estabas embarazada? ¿querés que te abra de piernas y te haga abortar?”
Una reacción inversa de uno de sus compañeros de suplicio resultó, a la vez, otro momento de resistencia:
-Uno de los tabicados me pidió tocarme la panza. Lo habían secuestrado con su mujer, que estaba embarazada. No sabía qué se sentía. Cuando nos llevaban al baño se ponía cerca de mí, y me tocaba la panza cuando el bebé se movía.
El psiquiatra austríaco Víktor Frankl vivió la experiencia de los campos de concentración nazis, y relató luego sus conclusiones en su obra El hombre en busca de sentido. Algunas de sus ideas en ese libro.
– “El prisionero que perdía la fe en el futuro -en su futuro- estaba condenado. Con la pérdida de la fe en el futuro perdía, asimismo, su sostén espiritual; se abandonaba y decaía, y se convertía en el sujeto del aniquilamiento físico y moral”.
Ana no leyó a Frankl, pero me dice:
-La única resistencia y la única garantía que tenías desde el punto de vista de tu integridad, eras vos mismo. A mí lo que me salvó fue no perderme a mí misma. Y lo que parece una frase, es lo esencial.
Escribió Frankl:
“Y allí siempre había ocasiones para elegir. A diario, a todas horas, se ofrecía la oportunidad de tomar una decisión que determinaba si uno se sometería o no a las fuerzas que amenazaban con arrebatarle su yo más íntimo, la libertad interna; que determinaban si uno iba o no iba a ser el juguete de las circunstancias, renunciando a la libertad y a la dignidad, para dejarse moldear hasta convertirse en un recluso
típico”.
¿Cuánto hay de elección, cuando el propio cuerpo, el dolor absoluto y el terror están en juego?, pregunta Ana. Hubo muchos que no pudieron elegir, dice.
Acaso baste saber que ella no fue una reclusa típica.
Ana repasa aquellos pequeños gestos de resistencia, esas decisiones como la de hablar con quienes lloraban, pese a la amenaza de terminar en la tortura:
-Eso te daba una fuerza interior, algo tuyo en donde no podían entrar. Era lo único que uno tenía. Tenerte a vos mismo.
Y revela otra clave. Frankl habla de “proyecto de futuro” y de no dejar que a uno le arrebaten su yo más íntimo. Reflexiona Ana:
-Creo que para mí fue un privilegio estar embarazada. Sé que es raro que diga esto: pero yo no estaba sola. Eso que tenía interiormente, no sólo en lo simbólico sino en el cuerpo, no me lo podían sacar. Era alguien con quien habíamos resistido y sobrevivido al horror. Siempre sentí que eso me salvó.
El perfume
La rutina cambiaba no sólo los días del traslado, sino las veces en que había visitas.
Los guardianes silenciaban a Hitler, abandonaban el ping-pong y tabicaban a todos los presos, pero además Piojo se daba cuenta de que ocurría algo extraño por el olor.
Perfume.
Muchos testimonios han hablado de las visitas del general Guillermo Suárez Mason a los campos de concentración. Para Ana no es posible determinar quiénes eran esos individuos perfumados que iban a observarlos. Sólo les veía los zapatos impecables, mirando hacia abajo, por el resquicio que dejaba la venda.
-Una vez uno me preguntó si me habían torturado. Le contesté que sí. “Muéstreme”, me dijo. Tenía la panza con merthiolate. No dijo nada más y se fue.
En septiembre comenzó a haber nuevos indicios de traslado. Piojo y otros secuestrados fueron llevados a tomarse fotografías de frente y perfil. La idea de que no existe documentación sobre los desaparecidos es una superstición que alguna
vez caerá en desuso.
-Me decían: “no vas a contar nada, dedicate a tu bebé, mirá que cuando te agarremos de nuevo no vas a estar embarazada”. Yo pensaba que si alguna vez salía no podía hacer otra cosa que contar lo que estaba pasando en ese lugar. Había personas vivas.
¿Cómo no iba a contarlo?
El 30 de septiembre unos 15 ó 20 desaparecidos del Club Atlético fueron liberados. Acaso la presión internacional, tal vez los familiares que denunciaban, algún motivo laberíntico en la irracional racionalidad de la dictadura llevó a soltar a estas personas, en un momento en que ya comenzaba a desmantelarse el lugar porque el terreno sería parte del trazado de la futura autopista 25 de Mayo.
Ana se puso el vestido de embarazada, ahora sobre una panza visible y los zapatos abotinados abiertos, destruidos. Le robaron el saco de lana rosa que le había tejido su madre.
Las fantasías de la libertad
Fue llevada en automóvil a la casa de sus padres, en Parque Chas. Tocó el timbre, le abrió un empleado de la empresa familiar de productos químicos y cosméticos. Ana le pidió que encerrara a Liza, la perra de la familia, que era bastante agresiva con extraños: Ana no se había encontrado a sí misma en aquel espejo de metal pulido, y
temió que su perra tampoco pudiese reconocerla.
Los Careaga se habían mudado, intentando alejarse de los allanamientos y de nuevos secuestros. Debían llamar a esa casa, que ahora utilizaban como lugar de embalaje de los productos de la empresa. Mientras esperaba, Ana quiso hacer realidad una de sus fantasías en el campo de concentración:
-Con la psicóloga siempre imaginábamos qué haríamos al salir en libertad. El hambre era tan desesperante que yo contaba los segundos y los minutos y las horas en mi cabeza, para que llegara la comida, que era asquerosa. Así que yo decía que lo primero que iba a hacer sería comerme todo lo que tuviese adelante. Ella decía que no, que su fantasía era irse a Rosario, a la casa de su mamá, meterse en la cama, y que le trajese un té con galletas. Cuando llegué a casa, fui a la heladera. Este señor me preparó un churrasco. Pero Liza, la perra, estaba como enloquecida arañando la puerta. Le abrí, se me tiró encima y me lamió toda la cara. Ahí me puse a llorar. Y el churrasco ni lo probé.
El padre de Ana llamó a la casa, y pasó para llevársela al nuevo domicilio. Esther estaba con las otras madres, en la Plaza de Mayo. Al regresar, habían escondido a Ana en un cuarto. No querían darle de golpe la noticia de la reaparición. Tenía problemas cardíacos, y temían matarla de la alegría.
Esther llegó entusiasmada, diciendo que suponía que una chica de la que se decía que estaba viva podía ser Ana. Le insinuaron que había noticias mejores aún, y la fueron haciendo caer en la cuenta de que su hija estaba viva. Ana abrió la puerta y se abrazó con su madre.
-Siempre sentí que hubiera querido abrazarla más, mucho más.
La decisión de Esther
Comenzaron los trámites para sacar a Ana del país. Pudo obtener su documento de identidad. La foto -tomada días después de su salida del campo de concentración- fue incorporada en el Juicio a las Juntas, como prueba de lo que puede hacer la represión con el aspecto de las personas.
Esther Careaga se reencontró con las madres, y con esa noticia esperanzadora: una de las secuestradas había reaparecido. Ana recuerda que las madres le enviaron papelitos con los nombres de sus hijos, por si ella sabía de alguno. Pero no. Ningún nombre, ningún apodo le pareció conocido.
Las madres felicitaron a Esther, a quien seguían conociendo como Teresa, y le pidieron que nunca volviese a la Plaza de Mayo: “Ya está, ya encontraste a tu hija” le dijeron. Pero la mujer negó con la cabeza y dijo:
-No, no. Yo me quedo con ustedes. Hasta que aparezca el último.
A los 17 años, con su embarazo de siete meses y la compañía de una de sus hermanas y de su madre, Ana viajó a Uruguay, y de allí a Brasil, en donde efectuó la primera de sus denuncias sobre lo que había vivido en el Club Atlético.
Tomaron su caso como de extrema gravedad, y la subieron a un avión rumbo a Suecia, pese a las recomendaciones en contrario por su embarazo. Pero temían por la seguridad de Ana en Brasil, en vista de los lazos fraternos que unían a los militares del Cono Sur en su entusiasmo represivo. Ana señala:
-A las embarazadas les hablan de lo que tienen que comer, los cuidados y un montón de cosas. Y yo comía cualquier desastre. Salí super anémica del campo, más el terror, la tortura, todo al revés de lo que pueden recomendarte. Sin embargo el embarazo siguió.
Viajó a Suecia con su hermana y su marido, con quien se había reencontrado en Brasil. Esther Careaga, ya con su hija a salvo, decidió seguir su propio camino: volvió con las Madres de Plaza de Mayo.
La corona sueca brindaba la posibilidad de hacer dos llamados telefónicos a los asilados. El primero lo utilizaron para avisar que habían llegado bien.
El segundo llamado lo efectuó el marido de Ana, para avisarle a sus padres que a las 21.10 del 11 de diciembre de 1977, había nacido Ana Silvia Fernández Careaga, con un peso de 2 kilos 780 gramos, y perfecto estado de salud.
Del otro lado de la línea, llegó la noticia más oscura: Esther había sido secuestrada el 8 de diciembre, en la iglesia de Santa Cruz. Le ocultaron el dato a Ana que, después del parto de su hija, no podía dejar de llorar. Se lo dijeron unos días después.
Ana señala hoy:
-Por tres días, no pude reunir dos maravillas de mi vida. Mi madre y mi hija. Mi reacción fue terrible. Pensé lo peor, pero después me hicieron ver que tal vez a las madres y a las monjas francesas no les hicieran nada. Al final entendimos que era al revés: nunca iban a dejarlas salir porque era un reconocimiento de los crímenes que estaban cometiendo.
Ana tuvo otro matrimonio y dos hijos más. Volvió a la Argentina del exilio y declaró en el Juicio a las Juntas. Es psicóloga, fue secretaria de Derechos Humanos de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires y actualmente dirige el Instituto Espacio para la Memoria.
El Club Atlético fue literalmente destapado en abril de 2002, debajo
de la autopista. Es la arqueología del horror. Allí estaban el dibujo de las celdas, del “quirófano” (como llamaban a la sala de torturas), el piso original, restos de uniformes, escudos policiales, palos y machetes, las botellas de detergente que, como improvisados papagallos, servían para que los secuestrados orinaran.
Las excavaciones pusieron en riesgo la propia columna que sostiene la autopista, que había sido simplemente apoyada sobre los escombros.
Los militares y los concesionarios quizás pensaron que jamás nada sería removido.
En julio de 2005 se conoció la noticia: el Equipo de Antropología Forense logró reconocer restos encontrados en el Cementerio de General Lavalle.
Determinó que esos cuerpos habían sido arrojados vivos al mar.
Eran los de Esther Careaga, María Ponce de Bianco y Azucena Villaflor, las madres, y el de Leonie Duquet y Angela Aguad. Las cenizas de Azucena fueron esparcidas en Plaza de Mayo y también en la Iglesia, donde están los cuerpos de Esther, María, Leonie y Angela.
En diciembre se cumplirán 30 años y Santa Cruz será, como siempre, el lugar donde está sembrada la memoria.
Nota
Tres audiencias ante la CIDH que cuestionaron las políticas de Milei sobre mujeres, derechos humanos y economía popular
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) concedió tres audiencias temáticas a las organizaciones de la sociedad civil de Argentina para escuchar el impacto de las medidas regresivas que adoptó el Estado en políticas sociales, económicas y culturales. El gobierno de Javier Milei debió responder en Washington, sede de la Organización de Estados Americanos (OEA), ante las autoridades internacionales respecto a la vigencia de los derechos humanos en nuestro país. Hubo en total tres audiencias:
- Impacto de las políticas sociales en personas trabajadoras de la economía popular;
- Situación de las políticas de prevención, sanción y erradicación de las violencias de género;
- Impacto de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia en los derechos humanos.
En el caso de violencia contra las mujeres y niñas, la presidenta de la CIDH Roberta Clarke planteó que se trata de “delitos de lesa humanidad”. La actitud del gobierno argentino, y los detalles de cada una de las audiencias.
Por Lucrecia Raimondi
Las audiencias ante la CIDH que se llevaron a cabo el jueves 14 noviembre reunieron a organizaciones sociales y de derechos humanos en la sede de la Ex Esma, desde donde se realizó la conexión. Fueron solicitadas por entidades de derechos humanos, políticas, sindicales, feministas, sociales, académicas y religiosas.
Durante el 191º Período de Sesiones, en un hecho inédito, la CIDH otorgó a la Argentina el tratamiento de tres temas:
- El “Impacto de las políticas sociales en personas trabajadoras de la economía popular”;
- la “Situación de las políticas de prevención, sanción y erradicación de las violencias de género”;
- el “Impacto de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia en los derechos humanos”.
En 10 meses de gestión, el gobierno de Milei debió presentarse cuatro veces a la CIDH para dar respuesta ante los reclamos de la sociedad civil por la violación a los derechos humanos. La primera fue en julio de este año sobre la “Situación de la protesta social y el derecho a la libertad de expresión” a partir de la represión durante el tratamiento de la Ley Bases en el Congreso Nacional.
Los representantes del Estado argentino sostuvieron la postura ultraliberal del presidente Javier Milei en todos los ámbitos internacionales de derechos humanos. Ante la CIDH, las intervenciones del gobierno y de la sociedad civil mostraron un país con una profunda división. En la exposición de los funcionarios oficiales quedó explícita su postura en “concordancia con los principales lineamientos del gobierno” en relación a la “racionalización de la gestión de los recursos disponibles”, según ellos como consecuencia de “la herencia institucional, económica y social recibida por la actual administración”.
En las tres audiencias el ex juez Alberto Baños, a cargo de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, argumentó que “los recortes de las partidas presupuestarias y el cierre de organismos ineficientes y la reducción de personal ineficiente, tienen que ver con la búsqueda de saneamiento que permita un renacimiento de la economía”. Las intervenciones de Baños se vieron plagados de un tono entre irónico y agresivo hacia las políticas de derechos humanos, con la habitual retórica oficialista que justifica la regresión en materia social amparándose en la crisis económica.
Por su parte, las organizaciones de la sociedad civil presentaron informes detallados del impacto negativo de las políticas de ajuste y desregulación del Estado en tres áreas donde Argentina es un ejemplo para el mundo:
- la colaboración comunitaria contra la pobreza en los barrios vulnerables,
- la lucha social por la erradicación de la violencia de género,
- las políticas de memoria, verdad y justicia por la no repetición del terrorismo de Estado.
La sociedad civil peticionó a la CIDH una visita a la Argentina para monitorear la situación con el fin de impulsar al Estado a cumplir con sus obligaciones y respetar los estándares internacionales de derechos humanos.
Milei pretende diferenciarse de la Agenda 2030, consensuada en la ONU como el “Pacto del Futuro”, que reúne esfuerzos para garantizar derechos de tercera generación y de incidencia colectiva. “Aunque bienintencionado en sus metas, es un programa de gobierno supranacional de corte socialista, que pretende resolver los problemas de la modernidad con soluciones que atentan contra la soberanía de los Estados-nación y violentan el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad de las personas”, disertó el presidente de Argentina en septiembre ante la 79º Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York. Al cierre de su discurso advirtió que “la Argentina no acompañará ninguna política que implique la restricción de las libertades individuales, del comercio, ni la violación de los derechos naturales de los individuos, no importa quién la promueva ni cuánto consenso tenga esa institución”. En esa línea fue la intervención de Baños, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
La economía popular y el avance narco
La primera audiencia sobre el “Impacto de las políticas sociales en personas trabajadoras de la economía popular” fue solicitada por la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP) junto con el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y Mujeres en Empleo Informal Globalizando y Organizando (WIEGO).
La principal denuncia de este sector fue la falta de entrega de alimentos a los comedores comunitarios, el desmantelamiento de los programas de empleo social, la persecución y la estigmatización de las organizaciones sociales. Natalia Zarza, referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos e integrante de la UTEP describió la dramática situación de los barrios populares ante la falta de alimentos: “No llegamos a fin de mes, no tenemos a la noche un plato de comida todos los días. Los espacios que brindan los alimentos a los pibes se hacen de manera amorosa y con compromiso, son una herramienta fundamental de contención. Pero cuando el Estado se retira avanza el narcotráfico que le destruye el proyecto de vida a nuestros pibes. Estoy acá con mucha bronca, vengo para que me escuchen. No somos fantasmas, somos los que sostenemos los comedores comunitarios dándole de comer a los chicos y los ancianos de todos los barrios de la Argentina”.
Alejandro Gramajo, secretario general de la UTEP, explicó las consecuencias de la política de ajuste: “En nuestro país hay 10 millones de indigentes, hay más de 20 millones de compatriotas que están en la pobreza que no pueden comer todos los días, que saltean comida. El gobierno congeló el salario social complementario, implica que el Potenciar Trabajo, que percibían trabajadores y las trabajadoras de la economía popular producto de una tarea socio productiva, cayera en peores condiciones sociales de las que estaban en términos de pobreza. El gobierno tomó una decisión de avanzar en un proceso de ajuste, no solo en la política de economía popular, sino en muchas políticas. Nosotros hacemos mucho hincapié en que cuando se destruye la comunidad avanza el narcotráfico, se rompen las redes de contención social y de contención comunitaria”.
Además Gramajo detalló: “Lo que hemos planteado hasta acá es producto de las decisiones que ha tomado el gobierno. Los trabajadores de la economía popular y trabajadores formales van perdiendo su trabajo y su poder adquisitivo, los jubilados y jubiladas caen en la pobreza, millones de niños y niñas van todos los días a dormirse sin comer, más de 10.000 empresas han cerrado, privatizó las empresas del Estado. El gobierno decidió desfinanciar la educación y la salud pública” y concluyó que para la sociedad civil peticionante “esto representa un plan de miseria planificado, un plan de exterminio social y una gran crisis humanitaria que necesita el acompañamiento de los diferentes organismos internacionales. Porque el avance en el narcotráfico que se ve en el territorio argentino y también la gran tasa de suicidios que ha aumentado violentamente, son producto del deterioro económico y social que está viviendo nuestro pueblo”.
En respuesta a los planteos de las organizaciones, Baños acusó a Gramajo de tener un “discurso político”, habló de infiltrados en las manifestaciones, de comedores fantasmas y tildó a la militancia social de coercitiva. Además sostuvo que “las políticas de intermediación y asistencialismo clientelar llevaron al país años de pobreza estructural” y agregó que “durante épocas de pobreza estructural y asistencialismo clientelar, tampoco se presentó ningún pedido de audiencia pública”, cosa que en la Ex Esma fue interpretada como una chicana.
Ante la pregunta del comisionado Caballero sobre si era una proyección o un dato concreto que la pobreza disminuyera a la par de la baja de la inflación, Baños agitó el discurso libertario: “No es que en el segundo semestre del 2024 la pobreza bajó sino que en este segundo semestre estamos viendo que la pobreza empieza a bajar a partir de una sostenida baja en los índices de inflación”.
Al cierre de su intervención sobre este tema, Baños describió para quién gobierna el presidente: “La gestión encabezada por el presidente Milei es para mejorar la calidad de vida de los argentinos de todas las clases socioeconómicas, apuntar a lograr una vida en libertad y hacer de la propiedad de cada uno un fin en sí mismo”.
La voz de los marginados
Roberta Clarke, presidenta de la CIDH, se dirigió a los funcionarios en relación a las respuestas insuficientes del Estado y la evidente falta de diálogo ante los reclamos de los trabajadores de la economía popular: “Quiero invitarles a las dependencias del Estado a que básicamente reconozcan los derechos humanos y políticos en el marco de los derechos humanos. ¿Entienden esta lucha de poder que existe entre las instituciones y las personas? Por ejemplo, eso tiene que ver con la distribución de recursos. Cuando hay desigualdades muchos quedan afuera en sus necesidades, no son cumplidas. Esta es la historia que vive nuestra región, de arriba hacia abajo. Entonces, el marco de los derechos humanos dicta que los Estados tienen que proteger los derechos y los defensores de los derechos humanos y las organizaciones de la sociedad civil tienen el papel de monitorear lo que están haciendo los Estados para cumplir con los derechos humanos. La Comisión también tiene que ser la voz de los marginalizados”.
Además, se refirió a la denuncia por la estigmatización y las campañas de desprestigio al sector de la economía popular que sostiene los comedores en los barrios: “La sociedad civil y los defensores de derechos humanos no deben recibir ningún tipo de represalia. Deben en forma sustantiva ser esa voz, no solamente una voz desde afuera, sino una voz que puede sentarse a la mesa de negociaciones para que se vean sus perspectivas, para que se vea el monitoreo que han realizado en cuanto a las políticas. Los defensores de derechos humanos están trabajando con mucho valor en contra de los poderes que tiene el Estado y por supuesto esto lo vemos en toda nuestra región. Así que quiero honrar la integridad del trabajo que están haciendo ustedes y sus intenciones”.
“La violencia contra mujeres y niñas es un crimen de lesa humanidad”
En la segunda audiencia sobre la “Situación de las políticas de prevención, sanción y erradicación de las violencias de género” participaron como peticionantes Amnistía Internacional, el CELS, el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), la Fundación Mujeres x Mujeres y la Fundación para el Desarrollo de Políticas Sustentables. Los principales ejes de denuncia fueron el cierre del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades y su posterior cartera disminuida en Subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género, la reducción drástica de los Centros de Acceso a la Justicia, el desfinanciamiento de la línea telefónica 144, del Programa Acompañar y el Programa Acercar que brindaba asistencia integral a las víctimas de violencia de género.
Destacaron la falta de políticas de prevención del abuso sexual en la infancia, las barreras para el acceso al aborto legal, el cierre del Plan ENIA de prevención de embarazos no deseados en la adolescencia, más el desmantelamiento de programas que promovían la equidad de género en empresas y de ayuda económica para personas trans. La audiencia comenzó con un claro mensaje de Clarke: “Dediqué casi toda mi vida profesional a este tema y no se ha visto una disminución en las estadísticas. Tal vez no contemos con cifras exactas por subregistro, pero la violencia contra mujeres y niñas es un crimen de lesa humanidad”.
Natalia Gerardi, directora ejecutiva de ELA, puso en contexto a la CIDH: “Desde que asumió el 10 de diciembre de 2023, el actual gobierno ha atacado sistemáticamente los derechos de las mujeres, niñas, adolescentes y personas LGBT. Desmanteló políticas públicas exitosas, desprestigió sin evidencias las instituciones encargadas de garantizarlas, recortó de manera arbitraria las partidas presupuestarias y redujo el personal que sostenía la implementación de las políticas públicas mediante despidos masivos. Con estas acciones el Estado incumple pactos y tratados internacionales vigentes como la Convención de Belém do Pará y la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW)”. Gerardi explicó que el desmantelamiento sistemático de estas políticas “se enmarca en un acelerado proceso de des responsabilización, el Estado Nacional abandona a las mujeres renunciando a su rol de rectoría en materia de política pública y garante de un piso mínimo de derechos en todo el país” y enfatizó en que “son medidas regresivas tomadas en manifiesto incumplimiento de los principios de progresividad y no regresividad en derechos humanos”.
Juliana Miranda, del Centro de Estudios Legales y Sociales, cuestionó ante la CIDH la actitud internacional del Estado argentino: “Nuestro país fue el único que se negó a firmar la Declaración sobre Igualdad de Género y Empoderamiento de las Mujeres del G20. Hoy mismo, hace unas horas, en la Asamblea General de Naciones Unidas, Argentina fue el único estado de 184 países que votó en contra de una resolución que llama a intensificar esfuerzos contra la violencia contra mujeres y niñas en el entorno digital. Estas acciones regresivas del Estado, en términos de protección del colectivo de mujeres y personas LGBT, es contraria a los estándares fijados por la normativa internacional y los antecedentes del sistema interamericano e incluso los compromisos que asumió en la emblemática solución amistosa por el intento de feminicidio y actuación estereotipada y discriminatoria en perjuicio de Ivana Rosales”.
En ese sentido, Miranda analizó lo discordante de esta posición en relación a los derechos adquiridos con que cuentan las niñas, mujeres y disidencias en Argentina: “Este giro en la política exterior alejó al país de sus alianzas en América Latina y de los foros multilaterales regionalistas en los que promovió el avance de la protección de este colectivo, con la excusa de considerar los derechos humanos como ineficaces e ideológicamente dirigidos. Argentina se está alejando de su rol de liderazgo histórico en la promoción de derechos de las mujeres, iniciativas contra la violencia de género y la promoción y protección de derechos sexuales y reproductivos”.
La respuesta de Baños fue la misma: la crisis económica y la ineficacia del Estado. “Los recortes de las partidas presupuestarias y el cierre de organismos ineficientes. La reducción de personal ineficiente tiene que ver con la búsqueda de saneamiento que permitan un renacimiento de la economía. Por la reestructuración total, los programas del ministerio fueron asumidos por la entonces Subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género, donde se evaluaron oportunamente las estructuras organizativas. El análisis realizado puso en evidencia la superposición de tareas y duplicación de funciones con el consecuente exceso de personal, incluyendo coordinaciones y programas con objetivos similares. Se detectaron inconsistencias en materia patrimonial, incluyendo el incumplimiento de la aplicación de la normativa vigente en relación al seguimiento, supervisión y rendición de cuentas. Atento a eso, fue necesario llevar adelante un realineamiento de las acciones y programas provenientes de la ex subsecretaria”, justificó Baños.
Además, el Secretario de Derechos Humanos desacreditó y desconoció la especificidad de las políticas llevadas adelante hasta el momento, diseñadas y articuladas con actores sociales especializados en materia de género: “No existe, como pretenden las organizaciones peticionantes, un retroceso o proceso de desarme, desmantelamiento y el remanido y machacante uso de la violación al principio de progresividad y no regresividad porque son inexistentes las políticas orientadas a proteger, acompañar y asistir a la persona que se encuentra en situación de vulnerabilidad”.
Proyectos de vida y niñas violadas
Ante la falta de reconocimiento del Estado de Argentina a las políticas iniciadas contra la violencia de género y por la igualdad de las mujeres, el comisionado José Luis Caballero Ochoa apuntó: “Lo que no se nombra no existe. Esta es una convicción que me parece muy importante en el terreno del derecho de los derechos humanos. Si decían ustedes que la violencia no tiene género, si decimos que la violencia no tiene género, la protección del género no existe cuando hay discriminación estructural de años sobre grupos o colectivos tradicionalmente invisibilizados como las mujeres y el colectivo LGBTI, en violencia de género o en políticas de cuidado. Si no se protege, no existe. Este es un principio básico del derecho internacional de los derechos humanos, del derecho discriminatorio, de la igualdad. En ese sentido, debemos tener visiones muy claras desde la Comisión Interamericana”.
Amplió su llamado de atención dirigiéndose al Estado argentino luego de escuchar su postura: “El principio de progresividad es un principio que forma los derechos humanos. Los derechos humanos son universales, progresivos, interdependientes, indivisibles, inalienables. La prohibición de regresividad es un piso mínimo que tenemos en el patrimonio de la evolución del derecho internacional de los derechos humanos”.
En línea con su colega, la presidenta de la CIDH reforzó: “Me siento dando un sermón. A pesar de la ideología de igualdad de género, los actores estatales tienen que responder. Gran parte de la arquitectura del Estado comparte la cultura prevaleciente en donde se normaliza e invisibiliza esa violencia específica contra las mujeres. Entonces les pido como funcionarios del gobierno tener la conversación sobre por qué se tiene que nombrar, nombrar específicamente es importante porque tiene importancia simbólica”.
El secretario de Derechos Humanos cuestionó a las peticionantes respecto al acceso al aborto legal con una postura antiderechos: “La Convención Americana de Derechos Humanos protege la vida en general desde la concepción. La República Argentina es parte de la Convención sobre los Derechos del Niño que su preámbulo establece que la vida se debe proteger tanto antes como después del nacimiento. Seguramente los solicitantes están al tanto de que la Plataforma de Beijing y la del Cairo, no incluyen el aborto entre los derechos sexuales y reproductivos”.
Sobre el desmantelamiento del Plan ENIA, Baños sostuvo: “No es razonable exigir que se lleve adelante una política pública en donde les fallamos a las niñas y adolescentes”.
En respuesta, Clarke interpeló al Estado en relación a la violencia contra niñas, niños y adolescentes: “¿Dónde está la voluntad de proteger a los niños? ¿Cuál es el enfoque del Estado para darles a los niños y adolescentes lo necesario para protegerse? Los adultos tienen la responsabilidad de protegerse, pero se les pueden dar herramientas a los niños a través de la escuela, la educación sexual tiene relación. Doctor Baños, usted en la sesión anterior habló de darles autonomía a los niños para el proyecto de vida. Una niña de diez años que ha sido violada y quedó embarazada, ¿Cómo es su proyecto de vida en realidad? Pregunto para hacerme una idea de cuál es el enfoque de protección de los niños en tales situaciones”.
En su momento de réplica, Gerardi aseveró que “no hay una sola manera de garantizar la implementación de políticas públicas, pero sí hay una sola manera de garantizar su existencia y es con financiamiento en el presupuesto nacional. ¿De qué manera piensan que pueden implementar una política pública de atención y de distribución de recursos económicos para atención de violencia doméstica con cero presupuesto para el 2025? Al mismo tiempo, este presupuesto contiene una enorme cantidad de partidas dedicadas a exenciones tributarias y regímenes especiales como el régimen de minería”. También, contrapuso el cuestionamiento de Baños respecto al aumento de las denuncias a la Oficina de Violencia Doméstica: “Claro que aumentó a lo largo de los años la cantidad de consultas recibidas, porque aumentó el conocimiento y la percepción social de las mujeres, en particular de que hay algo que está mal en las formas de violencia que vivimos y que hay lugares donde podemos recurrir. Eso habla bien de la existencia de una política de conocimiento y difusión de derechos y de conocimiento y existencia de los lugares a los que se puede recurrir para conocer si aumenta o disminuye la incidencia de la violencia en el país”.
Estela de Carlotto: “Vengo a pedir su ayuda”
Estela Carlotto (Abuelas) junto a Taty Almeida (Madres Línea Fundadora) y, a su derecha, Carlos Pisoni, de H.I.J.O.S.
El auditorio de la Casa por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo, en el Espacio por la Memoria Ex ESMA, estuvo repleto de movimientos sociales, organizaciones religiosas, sindicatos, universidades, equipos de investigación, organizaciones feministas, clubes y redes de comunicación comunitaria que acompañaron a los organismos de derechos humanos.
En conexión por videoconferencia expusieron sus opiniones Estela de Carlotto por Abuelas, Taty Almeida por Madres y Carlos Pisoni por H.I.J.O.S. De forma presencial en Washington, participó una comitiva de los organismos integrada por Paula Litvachky, directora ejecutiva del CELS; la nieta restituida Claudia Poblete, Carolina Vilella, integrante del equipo jurídico Abuelas de Plaza de Mayo; Verónica Torras, directora de Memoria Abierta, y el escritor Martín Kohan.
“Vinimos por primera vez a pedir su ayuda cuando en nuestro país nos cerraban todas las puertas y negaban las graves violaciones a los derechos humanos que estaban cometiendo. Desde ese entonces para nosotras y todos los organismos fue siempre fundamental y de gran importancia su acompañamiento. Ya con 94 años, vengo a pedir una vez más su ayuda ante todos los retrocesos que se viven en la Argentina en materia de derechos humanos y el Proceso histórico de Memoria, Verdad y Justicia. Todavía buscamos a 300 hombres y mujeres que hoy son padres y madres, por lo que también nos encontramos buscando a nuestros bisnietos”, expresó Estela de Carlotto como peticionante.
Durante la audiencia los organismos de derechos humanos expusieron el retroceso en las políticas públicas de memoria restaurativa. Explicaron cómo desde diciembre de 2023 el Poder Ejecutivo concretó sus promesas de campaña en la destrucción simbólica y material de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, de Reparación y No Repetición. A través del desfinanciamiento del Banco Nacional de Datos Genéticos y de las recompensas para la búsqueda de prófugos de delitos de lesa humanidad, el cierre de líneas de trabajo en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDI) para la búsqueda de los nietos apropiados y del Equipo de Relevamiento y Análisis documental del Ministerio de Defensa orientado a la apertura de los archivos. En paralelo avanzó con despidos masivos de trabajadores, vaciamiento de instituciones y la puesta en venta de sitios de memoria.
El secretario de Asuntos Internacionales de la Defensa del Ministerio de Defensa, Juan Battaleme, volvió a justificar el ajuste por “la necesidad de optimizar recursos” frente a la crisis económica. A los trabajadores de los organismos de derechos humanos los acusó de que “actuaban como vengadores”, al Ente Público Espacio para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos (ex ESMA) y sus representantes los definió como un “ente opaco e inorgánico que funcionaban sin un superior jerárquico que imponga los criterios de actuación” y que “la arbitrariedad en esta dependencia era moneda corriente”. Battaleme expresó la posición del Gobierno en relación a la apertura de los archivos de integrantes de las fuerzas armadas para identificar su participación en el terrorismo de Estado: “No podemos permitir bajo ninguna circunstancia indagaciones generales o excursiones de pesca. Quiero recordar que toda la información de los legajos personales de militares se encuentran clasificados como secreto militar”.
En el cierre de su exposición, Battaleme quiso dejar un mensaje: “La lucha por la justicia es para nosotros un compromiso con todos los argentinos, no debe ni puede transformarse en un terreno de venganza o abuso de poder. Avancemos juntos en la búsqueda de un futuro donde la justicia sea para todos y la memoria completa una base sólida de libertad”, aclaró el funcionario con sentimientos de “profundo deber y convicción”. Por su parte, Alberto Baños, reafirmó esta posición del gobierno de Milei: “El problema aquí es que se consideran dueños del relato. Hablan de negacionismo y que se abandona la política de memoria. Pero la memoria es para todas las víctimas. Sin excusas ni banderas. Por las señoras que hoy participaron en el video uno no puede tener sino empatía por la situación que han vivido y siguen viviendo. Pero eso no las puede convertir en directoras de las políticas públicas a más de 40 años de perpetrados los hechos. Nosotros seguimos respetando la memoria de quienes hayan perdido sus vidas y hayan sido víctimas. Pero también el Gobierno está respetando la memoria de aquellos que hayan sido víctimas del accionar terrorista. Hablan de negacionismo pero en realidad pretenden dirigir las políticas públicas en materia de derechos humanos de las que el Estado hace honra y no cede ante las presiones ideológicas”.
La indignación en el auditorio de Abuelas pesaba en el aire. Estela y Taty negaban con la cabeza, se agarraban la mano, resoplaban por el desagrado de escuchar a los funcionarios argentinos hablar de esa manera ante un organismo internacional de derechos humanos. Los participantes aguantaron las ganas de chiflar y putear. Cuando terminó la audiencia, pudieron descargar: “¡30 mil detenidos desaparecidos presentes, ahora y siempre!”, gritaron entre abrazos y dedos en V en alto, con la convicción de no bajar jamás los brazos.
El representante de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Arif Bulkan, transmitió por videollamada la opinión de la ONU respecto a la Argentina: “La Oficina que represento comparte las preocupaciones de diversos actores sobre el cambio de narrativa de políticas y de institucionalidad en torno al proceso de memoria, verdad y justicia desde la recuperación de la democracia argentina”. Bulkan reconoció el esfuerzo del Estado y de la sociedad “por enfrentarse al legado de las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura cívico militar”. Destacó el trabajo de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, puso en valor los museos y sitios de memoria, en particular la Ex ESMA como Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Arif Bulkan fue categórico en remarcar que la situación económica no puede ser motivo de regresiones en materia de derechos humanos: “La existencia de una crisis económica no debería significar la limitación de recursos humanos y financieros para ciertas áreas de crucial importancia para los procesos de justicia transicional y reconciliación, como lo son las entidades dedicadas al esclarecimiento de crímenes de lesa humanidad durante la dictadura. La oficina expresa su preocupación por los riesgos que esto podría implicar para la garantía de los derechos a la verdad, justicia y reparación y garantías de no repetición”.
Además, expresó que en el Alto Comisionado de la ONU “preocupa la retórica de algunas autoridades que parecerían banalizar o relativizar los crímenes de la dictadura y cuestionar el proceso de juzgamiento de los responsables, lo que tiene un impacto real victimizante en las víctimas de la dictadura y además afecta al derecho a la memoria ante la sociedad en su conjunto. La Oficina quisiera alertar a la Comisión que todos estos cambios podrían contribuir a debilitar el proceso de justicia transicional que fue y es tan importante para nuestra región y al mundo”.
Taty Almeida valoró la postura de los organismos internacionales: “Las mentiras que hemos escuchado por parte del Gobierno es lamentable, pero fue muy buena la postura de la ONU y de la CIDH. Los invitamos a que nuevamente vengan para que comprueben personalmente que todo lo que se ha denunciado es la verdad”. Por su parte, Miguel “Tano” Santucho, hijo de desaparecidos y parte del directorio de Abuelas, también expresó a lavaca sentir vergüenza de los funcionarios argentinos: “Una vez más hablaron de revanchismo y de organismos militantes, que lo somos, de una justicia y una verdad histórica que estamos reconstruyendo. Los que niegan toda la información son justamente el Estado Nacional y en particular las Fuerzas Armadas. Ellos saben perfectamente dónde están los 300 hombres y mujeres que estamos buscando. Desde que perpetraron los crímenes de lesa humanidad nunca permitieron acceder ni dieron ninguna información. Y ahora, en una tribuna tan importante como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, nos injurian de esta manera”.
Uno de los comisionados habló de la reconciliación en relación a la justicia transicional, un tema sensible en la lucha por el esclarecimiento de los crímenes de la última dictadura, que fue utilizado para instalar la teoría de los dos demonios y evitar el juzgamiento de los responsables. “Desde los 90 que vengo escuchando la palabra reconciliación -siguió Santucho- y yo siempre dije que la reconciliación es posible en la medida que se pueda hacer justicia, que se puedan hablar, que se puedan aclarar los casos que pasaron, que se puedan recuperar los nietos. Pero no hay ningún tipo de colaboración de parte de los perpetradores del terrorismo de Estado, que no hay ninguna persona que haya abierto los archivos o la información. Es muy difícil plantear una reconciliación porque todavía nos falta mucho por reconstruir y mucha justicia por obtener. Mi postura particular es que cuando tengamos justicia y encontremos los 300 nietos, nos sentaremos a hablar de reconciliación”.
Nota
Rosario y el asesinato de “Pillín” Bracamonte: las hipótesis, la pelea entre bandas y un corte de luz antes de las balas
En el atentado número 30 contra su vida, Andrés “Pillín” Bracamonte –líder de la barra brava de Rosario Central desde hace al menos 25 años– fue asesinado a balazos este sábado junto a su segundo, Daniel “Rana” Atardo. Ocurrió en el marco de un partido de Central contra San Lorenzo. Hubo una posible zona liberada, luces cortadas en la zona, y un crimen que se veía venir pese a la aparente calma de la violencia en Rosario en los últimos meses. Publicamos aquí las crónicas del medio cooperativo rosarino El Ciudadano, que dan cuenta del hecho, las primeras hipótesis, un perfil de Bracamonte y el contexto. Todo puede seguirse además en El Ciudadano (elciudadanoweb.com). Y agregamos una reflexión del periodista y diputado Carlos del Frade quien anticipa que estos asesinatos tendrán igual o mayores efectos que todo lo que ocurrió tras el crimen del “Pájaro” Cantero.
La muerte de Pillín: las hipótesis detrás del crimen que agita la pelea entre bandas y un sugestivo corte de luz antes de las balas
Quizás por haber sido víctima de 29 ataques a balazos, estaba regalado en una calle donde tampoco le llamo la atención que la luz estuviera cortada antes de que lo asesinaran. Por El Ciudadano (elciudadanoweb.com).
Con 29 ataques a balazos en el lomo, Andrés Bracamonte, único barrabrava capaz de sostenerse 25 años en el paravalancha canalla sabía que lo querían matar. Desde antes del último ataque, en agosto pasado, tenía esa certeza. Pero igual estaba regalado en la esquina de Avellaneda y Reconquista, con la luz cortada, sin sospechar lo que vendría. Algunos aseguran que contaba dinero de la recaudación.
El asesinato de Samuel Medina, el Gordo Samu, yerno del Guille Cantero abrió una serie de hipótesis que hoy desembocan en la muerte de Pillín. Una daba cuenta de una pelea entre Los Monos y Bracamonte que sus allegados desmienten. El Gordo Samu era allegado a Pillín, viajaban juntos y su muerte está orientada hacia una banda de un barrio periférico manejada desde Buenos Aires que la fiscalía tenía entre manos, según allegados a la investigación. Uno de los integrantes de esa banda fue golpeado personalmente por Pillín, algo que en la jerga se considera una especie de humillación. Pillín lo sabía, pero llama la atención que estuviera tan regalado en la esquina de Reconquista y Avellaneda. También llama la atención que un rato antes del ataque a balazos cortaran la luz de la calle en el marco de un partido de Central. Lo mataron a oscuras; a él y a su sucesor. Una versión da cuenta de que la pelea con el grupo del barrio periférico fue para evitar comercialización de sustancias en la cancha: Pillín no quería la Federal encima de ellos.
La escena del crimen, en las afueras del estadio de Rosario Central.
La banda señalada, que ya fue allanada, está vinculada directamente con una banda contraria a Los Monos. Si esta hipótesis se confirma habrá dos sectores en disputa, por un lado las dos grandes bandas que operan en Rosario y por otro lado la sucesión del paravalancha.
El perfil de un duro: a Pillín lo habían intentado matar 29 veces en los 25 años que estuvo al frente de la barra de Central
Andrés Bracamonte estuvo al frente de la barra canaya desde fines de siglo pasado, cuando era uno de los 7 jefes de fracciones internas y se quedó con todo. Desde entonces hubo plomos contra él: lo hirieron, lo rozaron, pero logró reponerse una y otra vez. Esta vez no pudo. Por El Ciudadano (elciudadanoweb.com).
—¿Es verdad que a Pillín lo balearon 29 veces?
—Sí, de locos, pero sí. Espero que podamos festejar las 30 con él sentado a mi lado.
Así confirmaba el número de gambetas a la muerte que llevaba Andrés Bracamonte un amigo que había ido a acompañar al hospital donde lo revisaban por heridas menores y roces de bala. Era el sábado 10 de agosto y Rosario Central acababa de vencer 1 a 0 en el Gigante de Arroyito a su archirrival Newell’s Old Boys. Y en medio de un torrente de personas a pie que caminaban por los bordes del parque Alem iba Pillin en su auto, despacio, junto a su pareja, y en avenida de los Trabajadores y José María Drago rociaron a ambos a balazos.
No habían ido a ver el partido, Pillín tenía restricción para entrar.
Según contaron testigos, un motociclista se acercó al auto y disparó ocho veces. Escapó. El entorno del jefe de la barra reaccionó rápido, pero no logró dar con el tirador. A Pillín una bala le entró en la espalda; también salió. No afectó ningún órgano, dijeron después en el hospital. A su pareja las balas le dieron en la zona costal derecha y en el codo derecho. También la atendieron sin que su vida estuviera en riesgo.
Pillín un cuarto de siglo al frente de la barra de Central. Había llegado a la cima antes del año 2000: era 1999 cuando quedó como jefe indiscutible de todas las fracciones. Y en los 25 años que se mantuvo fue acusado, condenado, detenido, liberado y baleado 29 veces.
De esos ataques, hay pocos registros en las crónicas policiales. Pero en el entorno del mandamás los tienen contados.
En julio de 2002, Pillín atacado por un desconocido que logró impactarle tres balas en el cuerpo. Fue en la puerta de un gimnasio ubicado en Ovidio Lagos al 1000. Pillín estaba en la puerta y vio a un desconocido cruzar la calle. Ese hombre extrajo un arma y le efectuó cuatro disparos, tras lo cual escapó a la carrera hacia la esquina donde al parecer lo aguardaba un auto.
Pillín recibió tres impactos de bala, dos en cada brazo y un tercero en la pierna derecha; el tirador falló el cuarto, que tenía como destino la otra pierna. Un balazo le provocó una fractura y el que recibió en el otro brazo le cortó una vena, lo que le produjo una importante pérdida de sangre.
En 2006 fue baleado por desconocidos en la puerta de su casa donde vivía entonces, en la zona norte. Recibió cuatro balazos: uno en el abdomen con orificio de salida, uno en cada pierna y otro en un tobillo. Rápidamente recibió el alta.
En febrero de este año, desconocidos balearon el frente de Los Álamos Club de Campo, el country de Ybarlucea donde vivía actualmente. Dejaron una nota amenazante contra el líder de la pesada.
Mediático
Pillín no pudo entrar a la cancha desde 2018. Antes del partido que Central disputó ante Talleres por la Copa Argentina, Bracamonte fue detenido mientras repartía entradas de protocolo, destinadas a dirigentes, en las inmediaciones del estadio de Lanús, donde se disputó el partido. Sólo quedó unas horas demorado. Pero la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (Aprevide) dispuso su prohibición de ingreso a los estadios.
En junio de 2010 fue uno de los diez barrabravas argentinos que no pudieron ingresar a Sudáfrica y fue deportado a la Argentina. Bracamonte, quien tenía tres causas judiciales en trámite, había sido autorizado por la Justicia local a salir del país.
Tres años antes el programa Crónicas Extremas del canal América filmó desde adentro a Los Guerreros, la barra canalla, con Pillín como estrella principal. Eso incluyó una visita a La Carpita, que el capo de la pesada también administra.
Causas judiciales
En diciembre pasado, Pillín pasó una semana preso, pero recuperó la libertad antes de la Navidad. Fue por una causa que involucra a un dirigente de la Uocra local por asociación ilícita, pero finalmente logró que sólo pesara sobre él una causa por extorsión.
Esa causa contra el gremio de albañiles reflotó un caso por lavado de activos que pesaba sobre Bracamonte, a raíz de la incautación de un cheque por el pase de un futbolista en su vivienda de Ybarlucea. Tras la imputación cuatro años atrás la causa quedó congelada, pero en diciembre la Justicia local decidió pasarla al fuero federal. Ante la apelación, la Cámara definió, finalmente, que la causa debía seguir bajo la órbita provincial.
Parecía intocable desde cualquier arista. Pero la suerte, si de tal cosa se trataba, esta vez le falló.
Daniel “Rana” Atardo, segundo de Pillín. Ambos asesinados ayer en Rosario.
Vienen días bravos
Este es el texto que escribió y distribuyó el periodista y diputado provincial santafesino Carlos del Frade, que este domingo a las 21 organizará un vivo en su Instagram @defradecarlos sobre las causas y consecuencias del asesinato de Pillín.
Por Carlos Del Frade
El asesinato del Pillín corta en dos la historia del presente criminal en Rosario.
Tendrá la misma o una mayor profundidad de lo que sucedió después del asesinato del Pájaro Cantero.
Era el único jefe de una barrabrava de primera división que permaneció por treinta años liderando esos negocios que surgen desde la cancha chica del fútbol y se expanden en la cancha grande de la realidad.
Más allá de las primeras informaciones, es claro que los últimos tres atentados contra él y su gente en los partidos de Central como local exhibían una voluntad manifiesta de matarlo.
Vienen días bravos en la ex ciudad obrera.
Portada
Hasta siempre, Mirta
Lo dijo con una sonrisa, amorosa, y con la mirada encendida, directo a los ojos: “El miedo es para los cobardes”. Fue un jueves de puro sol, cuando le preguntamos si tenía miedo en este contexto, antes de comenzar una nueva ronda que justo ella, con otras trece madres, fundó el 30 de abril de 1977, cuando buscaban con desesperación a sus hijos e hijas.
Mirta Acuña de Baravalle buscaba, además, a un nieto o nieta: su hija Ana María, a quien secuestraron el 26 de agosto de 1976 junto a su compañero Julio César Galizzi, estaba embarazada. Mirta murió este viernes sin saber qué pasó con ellos.
Su despedida será de 16 a 19 en el hall del Municipio de San Martín, el partido donde ella vivía, donde jugaba al scrabble sin cansarse, y donde seguía todos los jueves las rondas de Madres Línea Fundadora por las transmisiones de medios comunitarios, mandando saludos en vivo y recordatorios que una hermana leía sobre otras personas desaparecidas.
Tenía 99 años, la mirada encendida y la sonrisa amorosa, para indicarle a nuevas generaciones que la lucha sigue.
Gracias, Mirta.
Presente, ¡ahora y siempre!
Mirta en las marchas masivas del 24 de Marzo, marchando por la memoria, la verdad y la justicia junto a sus compañeras de Madres Líneas Fundadora. Foto Lina Etchesuri para lavaca
24 de Marzo de 2017. Mirta acompañada por Victoria Moyano, nieta recuperada. Foto Lina Etchesuri para lavaca
Esta foto fue tomada el 29 de febrero de este año y fue el último jueves de ronda donde estuvieron las tres Madres Líneas Fundadora juntas: Nora Cortiñas (fallecida el 30 de mayo), Mirta Baravalle (en el centro) y Elia Espen. Consultada sobre si tenía miedo en un contexto de discursos de odio y negacionistas, Mirta respondió a Lavaca con una sonrisa: “El miedo es para los cobardes”. Foto Lina Etchesuri para lavaca
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