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IMPA resiste una amenaza de desalojo

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IMPA es una fábrica metalúrgica recuperada que ya hace más de 11 años pertenece a sus trabajadores, pero es también algo más: allí funciona un centro cultural, un bachillerato de jóvenes y adultos al que asisten 150 personas, y un centro de salud gratuito a disposición de los vecinos de Almagro.
La noticia del día: el juez Hugo Vitale declaró inconstitucional – a su humilde arbitrio, sin tener fundamentos de peso- la ley 2969/08, que reconoce los derechos de los trabajadores de la fábrica e impide su desalojo. Una medida que sienta un peligroso precedente para las fábricas recuperadas por sus trabajadores, la mayor parte aún afectada por una precaria situación legal.
Eduardo Murúa -trabajador de IMPA y referente del movimiento- es el encargado de darles la noticia a sus compañeros en una improvisada asamblea. Su celular suena una decena de veces; llegan novedades y él las transmite. “Más allá de las explicaciones legales y cómo seguir laburando, tenemos que enfrentar el principal problema en una empresa recuperada: la unidad. Si estamos unidos no podemos perder, estoy convencido. Si este grupo se une, junto al bachillerato, con otras empresas… es imposible que estos tipos pasen. Sólo con la división podrían llegar a destruir IMPA. Siempre lo dijimos y no ocultamos las dificultades que suelen tener las empresas como la nuestra, pero ni siquiera este es el peor momento productivo de nuestra empresa que con tanto sacrificio hemos sostenido.”
Algunos compañeros intervienen tímidamente. El debate dura apenas unos minutos. Se palpitan nervios; las caras largas se miran entre sí y menean la cabeza. Una mujer rompe el silencio:
IMPA es
De los trabajadores
Y al que no le gusta
Se jode, se jode

El canto se extiende y a su ritmo enfilan hacia la puerta. No hay más que decir: la mujer lo resume todo.
[flash https://www.youtube.com/watch?v=dCDjRbbQ7bk]
La vigilia
Una centena de jóvenes, manifestándose sobre la calle Querandíes, alza banderas y canta al ritmo de los bombos; son los chicos del bachillerato de IMPA, y claman por la fábrica al igual que lo trabajadores. Los une, inexorablemente, un futuro incierto: el de un posible desalojo, el de la eventual pérdida de IMPA; sea escuela, sea fábrica.
Murúa se pierde entre el tumulto; los chicos invitan a dar una pequeña vuelta por el barrio. La idea es hacer ruido, contar y explicar, entregar volantes. Camino a Rivadavia y detrás de los bombos, la caravana marcha improvisadamente en ruidoso orden.
La vuelta llega hasta avenida La Plata y deriva en sentada. Murúa da un paso adelante e improvisa unas palabras; lo siguen algunos de los alumnos. Los vecinos de Caballito observan la secuencia.
Entre aplausos y cantos de optimismo comienza el retorno a la fábrica. Murúa va delante, solo; “esta especie de marcha fue idea de los chicos. Es su forma de apoyar en este momento”, dice entre desesperadas pitadas a un cigarrillo.
No come hace semanas; la huelga hambre es una de sus formas de protesta y de alertar a los medios. “Estamos analizando terminar con esta huelga: vamos a necesitar los cuerpos fuertes ante un eventual intento de desalojo”, explica. Una carpa instalada justo en la puerta de IMPA le oficia de hogar en estos tiempos de vigilia. Sentado sobre el colchón y con las piernas cruzadas, responde:
¿Qué significa que el juez haya declarado la inconstitucionalidad de la ley? ¿Cómo afecta eso a IMPA?
Traducirlo jurídicamente es imposible. Hay 24 leyes iguales en la ciudad de Buenos Aires y a ningún juez se le antojó declararlas inconstitucionales. Lo cierto es que si la ley que nos protege no está vigente, hay peligro de desalojo. El problema es que este juez va más allá; yo creo que se anima a declarar la inconstitucionalidad porque tiene algún tipo de apoyo político. Todas las opiniones legales, de jueces y abogados con los que charlamos la situación, nos decían que era imposible un fallo de este tipo, por lo menos en el plazo que lo está haciendo, porque la ley 238 es muy clara: otorga 3 años para pagar la expropiación de la fábrica y 1 año más para iniciar el proceso expropiatorio. Y la ley recién se había declarado el 26 de enero del 2009… Entonces, esta decisión está por fuera de todos los plazos normales. Hay muchas empresas que han tenido hasta una prórroga en las expropiaciones y ningún juez lo cuestionó; el síndico podría haber cuestionado la inconstitucionalidad de la ley en la ciudad y no lo hizo.
¿Y por qué con IMPA?
Porque hay una decisión política clara de desalojar un proyecto. IMPA no es solamente una empresa recuperada. Nosotros no somos trabajadores que recuperamos una empresa y nos quedamos haciendo pomitos: nosotros somos un espacio más de resistencia.
¿Qué argumentos expone el juez para dictaminar la inconstitucionalidad?
Se agarra no de una ley de la Ciudad sino de la Constitución, que dice que en las expropiaciones tiene que haber una indemnización previa. Es una locura: la Ciudad ni siquiera contempla en su presupuesto un rubro para pagar este tipo de expropiaciones.
Después, en el fallo, hay algunas chicanas con respecto a la cooperativa, pero son estupideces. Dicho sea de paso, la Constitución Nacional que avala a este juez es la misma que votaron todos los políticos oligarcas en el 94, que pusieron como único becerro de oro al Dios Mercado y la propiedad privada. Esa es la Constitución que tenemos, sobre eso nos regimos, y los humanos sobre esta Constitución no existimos; y menos los trabajadores.
¿Y cuál es tu teoría del ensañamiento con IMPA?
Esto tiene que ver, me parece, con un negocio: vender la fábrica e indemnizar a los trabajadores por 2 millones y medio nada más, y con el resto, hacerse un negocio entre el síndico y el juez de 12 millones de pesos limpitos.
¿Se están preparando para eso?
Nosotros tenemos un grupo que está preparado para la defender el lugar. Somos 60 trabajadores que estamos preparados para resistir cualquier intento de desalojo más todas las organizaciones sociales que nos apoyan. Por otro lado, decidimos hacer esta vigilia, para tratar de disuadir a la fuerza policial en forma pacífica, con alegría, al aire libre, escuchando música, viendo películas, explicando el conflicto… estando juntos.
¿Cuál es la salida que ustedes proponen?
No va a ser fácil de que acabe la amenaza de desalojo. Le hemos propuesto al Estado nacional una salida: que se ponga como garante de todos los bienes que hay acá.
¿Qué pasos van a seguir legalmente desde la fábrica?
Vamos a apelar la declaración de inconstitucionalidad. Seguramente el juez va a contestar que no nos da la apelación y nosotros iremos en queja a la Cámara. Y si la Cámara decide apoyar la decisión del juez, iremos a la Corte Suprema de justicia.
Lo que hay que asegurar acá, más allá de ese mecanismo judicial perverso, es evitar la amenaza de desalojo, que es lo que nos preocupa. De todas maneras, creemos más en la legitimidad de nuestra lucha que en la legalidad.
La llamada vigilia, en tanto, se desarrolla en la puerta de la fábrica y durante las 24 horas. Hay proyecciones, música y charla, buenas excusas para alentar lo que más necesitan: no estar solos.
Contacto:
IMPA: Querandíes 4290, Almagro
Teléfonos: 15 6861 2104 / 4958-3764/4981-3610

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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