Mu32
Voz propia
Señorita Carolina. Estrena 30 años y nuevo disco, donde despliega su estilo. Canción urbana, poética, potente y delicada.
Hay artistas que piensan su música como la consagración de un portafolio estético, que se exprimen para conseguir un estilo apartado, genuino y profundo; hay otros que prefieren ver en sus creaciones un arma o una herramienta, cierto homenaje hacia algún proyecto político; moneda corriente son aquellos que forman una banda para caber en el mercado de la repetición: firmar contratos, grabar discos, y generalmente, ceder la originalidad a un productor de gustos. De los anteriores hay muchos, pero lo difícil –el shock eléctrico– es toparse con esos músicos que le cantan a su época. Esos que no les prestan mucha atención a las carátulas y parecen haber sido arrasados hasta la médula por el curioso ritmo de su tiempo.
Señorita Carolina es uno de ellos. Con una guitarra y letras muy abiertas, abandona los giros confusos para encontrarse a ella misma. Dice, por ejemplo: “Todo pasado es mi filtro personal para escribir sobre lo que me pasa y lo que veo ahora”.
Rasgueó sus primeros acordes a los 15 años, gracias a un regalo de cumpleaños de su abuela. Sus padres no fueron ni artistas, ni intelectuales, sino trabajadores gastronómicos y de una telefónica. Circunstancias que le permitieron, quizás, acariciar la realidad de una manera distinta, lejos de los retorcijones del arte y la literatura. El sueño adolescente de Carolina Pacheco era “formar parte de la bohemia, conocer la vida del músico.” En ese entonces tomaba algunas clases particulares que abandonó muy rápido, porque, cuenta, era –y sigue siendo– muy indisciplinada. Comenzó formando una banda de punk-rock con un grupo de amigas, y al paso que se abría camino por los escenarios porteños trabajaba en kioscos, estaciones de servicio y call-centers. Ahora trabaja en una clínica. De todas maneras eso no la bloquea para su trabajo artístico: “Los momentos para escribir vienen y más vale que tenga birome y papel. No importa donde esté.”
Durante 2005 formó un dúo junto a Alejandro Pugliese (guitarrista de la banda y productor de sonido) con quien lanzó tres long-plays que finalmente convergieron en Florecida, su primer disco, grabado hace ya tres años. “El disco fue independiente y artesanal. No tengo discográfica. Florecida no salió ni fue editado oficialmente. Según capif –la industria de la fonografía– yo soy una artista invisible y mi primer disco no existe. Para lograr eso, habría que fabricar el disco en un lugar oficial, o sea que hay que tener un poder económico bastante grande y pasar por algunas internas burocráticas que no entiendo. Para estar ahí hay que tener contactos, o transar.”
El sonido de la banda –formación tradicional: dos guitarras, bajo y batería– fluctúa entre el rock, algunas influencias del funk y de lo que por estos tiempos es llamado indie (producción artística y musical independiente). Luego de ese rito de iniciación que es recorrer el universo under, al grupo se le abrieron muchas de las fronteras esperadas –tocaron en el Centro Cultural de la Cooperación y el Centro Cultural San Martín–, y otras imprevistas: Señorita junto a Paula Maffia se presentó en el Módulo 5 de la Unidad 1 del Penal de Ezeiza, ante 120 mujeres recluidas. Tocar música en una cárcel puede ser entendido como un acto inspirador: regalar algunos relámpagos de libertad a quienes diariamente digieren el encierro. En ese sentido recuerda: “No sabía qué esperar. Te preguntás si les podrá llegar a importar algo de lo que hagas. Aun estando ahí dentro, tenían muy buena onda. Fue impactante: se notaba que estaban necesitadas, ansiosas del afuera.”
Carolina estudió improvisación vocal con una técnica armónica que le permite, al cantar, utilizar todas las energías de su cuerpo, reconocer su estado de ánimo y ofrecer algunas fotografías sonoras que logran capturar varios relatos de la música actual. Con una poesía blanda y una guitarra que sacude los oídos, dice en su tema Son Ardillas:
“Y yo que era blanca, tan sólida
Y grave con vos, sin nada
Ahora estoy que sufro de
Invisibilidad.”
Imposible saber si le canta a una pareja agotada o a las discográficas; tampoco lo revela. En tiempos en los que la música comercial es manejada por magnates cristianos y empresas de opereta que ambicionan imponer un proyecto cultural mundial tan aburrido y uniforme como ocultamente morboso, vale la pena parar la oreja para recibir a cualquier artista que enfoque su proyecto con una cámara novedosa y atractiva. El próximo disco de Señorita Carolina a estrenar este año ya recorre sus etapas finales y se llamará Corriente. Si este trabajo sigue el rumbo del anterior –un sonido primaveral y alegre, con soplos de éxtasis–, Corriente será como un oasis, donde uno podrá tomar pausadamente una infusión de magia: habrá que estar atento para no perderle el rastro.
Mu32
Lo esencial
Mu32
Las venas de Andalgalá
El 15 de febrero pasado una fiscal ordenó desalojar a los vecinos que montaban guardia para impedir que avanzara el proyecto minero Agua Rica. Resistieron pacíficamente y soportaron una brutal represión, que al día siguiente fue repudiada por toda la ciudad con una movilización que presionó para que liberaran a los presos, apedreó la sede de la minera y sacudió la intendencia, que terminó arrasada por el fuego. Lograron así ser escuchados: un juez ordenó detener las obras. La determinación de los vecinos de Andalgalá tiene su base en una experiencia concreta: allí se estableció hace más de una década Bajo Alumbrera, la minera que anunciaba el progreso y sólo les deja hambre y contaminación.
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