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Desaparecido en el barrio
Susana es la compañera y Paula la hija del periodista Luis Píriz. También son vecinas del genocida apodado El Nazi y, si la justicia las obliga, de Etchecolatz. ▶ LUCAS PEDULLA
Hay que decirlo. Esta nota comienza a escribirse con varios demonios asaltando la memoria. Inquietan, molestan, duelen. Tras las palabras y los silencios, tras memorias y justicias. Están allí.
Su negación -se dirá en esta charla- equivale a una batalla perdida.
Mirarlos a los ojos -se dirá también- cambia la conversación.
No es fácil, se contestará en algún momento, pero sostener la mirada -se dirá- es político. Por eso estamos aquí.
1.
En el Bosque Peralta Ramos, verde zona arbolada de cabañas y chalets en la zona sur de Mar del Plata, entre pájaros que afinan y vientos de sal, nos esperan en una casa de madera y piedra Susana y Paula, madre e hija, sobrevivientes del terrorismo de Estado en Argentina.
Allí, a tan sólo cinco cuadras, pretende retornar Miguel Osvaldo Etchecolatz, mano derecha del general Ramón Camps durante los años de horror, condenado cinco veces a prisión perpetua y principal foco en la desaparición en democracia de Jorge Julio López. El Tribunal Oral Federal N° 1 le concedió la prisión domiciliaria, pero el juez federal Ernesto Kreplak, que lo investiga en otras causas en las cuales está procesado, se la negó.
Etchecolatz no sería el único vecino genocida: el juez Kreplak concedió en febrero la domiciliaria a Juan Miguel Wolk, alias El Nazi, responsable del centro clandestino Pozo de Banfield. Se hizo pasar por muerto, fue descubierto por la hermana de uno de los desaparecidos en la Noche de los Lápices, violó la prisión domiciliaria entre 2012 y 2013, fue preso y hoy está procesado por torturar a más de 300 personas y por el robo de bebés. En marzo, Abuelas, Madres, hijas y vecinos hicieron un escrache silencioso frente a su chalet.
Allí estamos.
2.
Susana Chamizo vive en el Bosque hace 17 años, pero no es de Mar del Plata. Nació en Palermo, se crió en San Isidro, vivió en Capital y tras el golpe se mudó 13 veces en un año. “En uno de los departamentos tuvimos que caminar un tiempo entre colchones y almohadones para que no se escuchara, porque supuestamente estaba deshabitado. También había que tirar la cadena cuando el vecino la tiraba y abrir la canilla cuando el vecino la abría”. Susana explica: “Estábamos clandestinas”.
Era 1976 y Susana Chamizo ya tenía dos hijas con su compañero Luis Julio Píriz, hoy desaparecido. Militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
3.
Susana creció en una casona de San Isidro que -dice- era la primera del barrio en tener ascensor. Cuenta que nació dos años antes del famoso discurso de Evita que inauguró la televisión argentina: el 17 de octubre de 1951. Su papá fue el empresario Julio Chamizo, candidato a presidente en 1973 por Nueva Fuerza, el partido fundado por Álvaro Alsogaray, que sacó el 1,96% de los votos, pese a una fuerte campaña publicitaria. También había sido candidato a gobernador de Buenos Aires en 1958 por el Partido Cívico Independiente.
Su hija Paula le dice que fue la oveja negra de la familia. Susana matiza: “Era diferente. En casa siempre decían que era defensora de pobres y ausentes. A todas las empleadas les enseñaba suma, resta, multiplicación y división. Pero mis padres respetaban mucho la individualidad de cada hijo. Nos dieron mucha libertad, confiaron siempre en nosotros. Yo escuchaba Zitarrosa y no había problema”.
4.
Susana se detiene en un recuerdo: “Mi madre, antes de morir, me pidió perdón por no haberme creído. Cuando ella se enteró de la búsqueda de las Abuelas, me dijo: ´Perdón, pensé que exagerabas. Nunca pude pensar que hacían esa atrocidad, me hubiera muerto si tocaban a mi nieto´. Papá también, cuando yo estaba en la cárcel: no creía que sucedía lo que yo decía. Y te hablo de cuando desapareció Luis. No creían que era tan atroz la realidad”.
5.
Se conocieron en una librería en Pueyrredón y Santa Fe. Luis la vio entrar un 2 de abril de 1969 y le dijo a su amigo librero, también militante, que le hiciera la segunda: se hizo pasar por vendedor. Susana tenía 20 años y se puso a mirar un libro sobre Picasso. Luis se acercó. “¿Pensás que me lo voy a llevar?”, le preguntó Susana. Le respondió que sólo quería saber si le interesaba. Susana le comentó que tenía que animar una fiesta infantil y estaba buscando algo para hacer con los chicos. Luis le recomendó las obras que Debussy le compuso a su hija. Susana aceptó. “Me dijo: tengo que hacer una ficha con tu nombre, dirección y teléfono para hacerte un descuento”.
Se los dio.
Cuando llegó a su casa en San Isidro sonó el teléfono. Era el vendedor. “Ahí empezó la historia. Recién nos encontramos el 14 de abril, porque él iba a la facultad y yo estudiaba Letras y no coincidían nuestros horarios. Me re enamoré”.
Luis tenía 32 años.
6.
Luis Julio Píriz nació el 25 de marzo de 1937, también en el seno de una familia política: su papá, Leandro Píriz, fue el secretario de Juan Hortensio Quijano, vicepresidente de Juan Domingo Perón. Luis se sumergió a los 13 años en el grupo Praxis, fundado en 1956 por Silvio Frondizi, uno de los hermanos del ex presidente Arturo. Silvio era un emblema de la izquierda argentina, marxista, formador de cuadros por generaciones, a quien alguien llamado Ernesto Guevara le propuso la titularidad de la Universidad de La Habana. No aceptó: su lugar era Argentina. “Uno de esos cuadros que formó fue Luis”, define Susana.
Luis escribió, junto a compañeros de Praxis, Del peronismo al tercer movimiento histórico y De la Reforma Universitaria a la Revolución Nacional, entre otros textos. Estudió, se recibió y trabajó como médico ferroviario. “Estaba en uno de los puestos médicos en la marcha a Ezeiza cuando volvió Perón. Después, la militancia lo llevó para otro lado”. Fue periodista en La Opinión y, ya como militante del PRT, en El Mundo, el diario del partido. “En La Opinión empieza haciendo notas de política exterior y enseguida lo pasan a Cultura. Fue uno de los primeros que habló de Lacan. Le interesaba mucho David Cooper y la antipsiquiatría. Uno de sus últimos textos son los escritos económicos del Che”.
Luis viajó dos veces a Cuba en aquellos años revolucionarios. “En uno de esos viajes se encuentra con una persona, pero en ese momento estaba muy preocupado por un problema que había tenido con el Citroen. Se la pasa hablando sobre el auto y no habla de otra cosa. Cuando se despide, alguien le dice quién era esa persona. Se quería matar”. Era el Che, de incógnito.
7.
Dos años antes del golpe recibieron la primera amenaza de la Triple A: “Una mensaje con tres A marcadas con sangre. Cuando Paula nació, Luis me dijo que nos teníamos que ir. Me voy con las dos nenas a Uruguay un tiempo”. Susana hace un silencio que recorre épocas.
Y sigue:
“No pensábamos que iba a ser tan duro. No pensaba que iba a haber desapariciones. Pensaba, sí, que podíamos estar presos, pero no lo que realmente pasó”.
“Cuando el 24 de marzo de 1976 escuchamos que los milicos habían tomado el poder, Luis recibe una comunicación, corta y me dice: ‘No te pongas mal, se acelera el proceso’. Ahí sí tomé conciencia de que se venía una jodida. Es más: el día que desaparece, le pedí por favor a Luis que no fuera. Por favor. Estábamos en un departamento en pleno centro, Talcahuano y Sarmiento, donde teníamos una especie de lavadero: si bajabas un ténder no podías abrir la puerta por lo angosto que era. Yo me enojé y le bajé el ténder para que no pudiera darme un beso. ‘Por favor no te vayas’, le dije. No nos despedimos. Estuve muy enojada con él durante muchos años. Muchísimos”.
Silencio.
¿Cómo cayó?
Cometió el error número uno que puede cometer un militante: ir a la casa de un familiar. Fue al laburo del padre para pedirle un salvoconducto para nosotras, porque mi documento había caído. Sabía que eso era para agarrarme. Me lo había dicho la amante del custodio de mi papá, que en ese momento era director de la Junta Nacional de Carne. Me dijo: “Ni se te ocurra porque te está esperando la Marina”. Tenía información, y él no me escuchó.
8.
Susana y Paula recuperaron los restos de Luis en 2013. Paula: “Ahí nos enteramos que lo fusilan el 20 de junio del 76, junto a 12 compañeros más, a la vera del arroyo Sarandí, en Avellaneda, después de haber estado preso y torturado. Aparece como NN, abatido en combate, según los registros del cementerio de Avellaneda”. Susana dice que hasta ese exacto día, 20 de junio, escribía cartas a sus hijas como si fuera Luis. “En ese momento me dije que no podía seguir con esa mentira, porque no iba a saber cómo manejarla. Ese día sentí que su corazón ya no latía con el mío”.
Paula, sobre esa infancia: “No tengo los recuerdos como fotografías. Son sensaciones. Hay veces que necesito silencio, como cuando caminábamos sobre colchones y almohadas. Tampoco tengo recuerdos de mi viejo, pero sí su voz, y como la de un papá muy presente. Cuando mi vieja fue presa y mi papá desapareció dormíamos con mi hermana dándonos la mano, porque sentíamos que cualquiera de las dos se podía ir como se había ido mi papá”.
9.
Susana es detenida en 1980 cuando intenta sacar su DNI. “Pensaba que ya había pasado lo peor. Mi padre me aseguró que ya podía caminar libremente. Y me jugué. Caí en cana”.
Sigue Susana.
“No caí en la tortura y te digo por qué: dos días antes había llegado la hija del cónsul de España y estaban los organismos internacionales de derechos humanos en Argentina con la lupa puesta acá. Estuve presa cuatro meses nomás, en Devoto. Estuve aislada: querían que me quebrara”.
¿Cómo resististe?
Probé algo: no quería pensar en mis hijas ni en el sufrimiento de todos los que quiero, entonces empecé a pensar en otra cosa. Pensaba en cómo estaba compuesta mi biblioteca, qué puse en el primer estante, libro por libro, hasta que llegué a donde estaba El viejo y el mar (de Ernest Hemingway) y me acordé de una frase: “En la lucha con el pez, yo tengo solamente un cuchillo y esta soga”. Así lo sentí: tenía que manejarme con lo que tenía. Ahí descubrí que podía hablar con mis compañeras por el agujero del tornillo de la cucheta. Una era la sobrina de Tato Bores.
¿Y después?
Cuando salí estuve un año y pico vigilada. Tuve un intento de violación por un carcelero. Cuando ya estaba por violarme le dije: ‘Pensá que pueden estar haciéndole lo mismo a tu mamá, a tu hermana y a tu hija’. Fue como ponerle una cruz a un vampiro. Se fue. Otro me vigilaba siempre en la puerta o en la esquina de casa. Una vez estaba con una amiga y lo enfrenté. Es la mejor estrategia: hay que desarmarlos. Si tenés miedo, te muerden. No: hay que reconocerlos, mirarlos y decirles: ‘Sé quién sos’.
10.
Susana dice entonces: “¿Sabés cuál es el aprendizaje de todo esto? Que todo lo que tiene vida tiene alma. Y que todo lo que se hace por amor te mantiene ilesa”.
11.
La pregunta brota de Paula: “Y con estos genocidas viviendo acá, ¿cómo hacemos?
Susana: “Creo que el Bosque los va a echar, y toda nuestra energía. Creo en esas cosas. Los 30 mil desaparecidos, esa fuerza y vibración que está y existe, eso es lo que va a dar vuelta todo”.
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