#NiUnaMás
Las lecciones que nos deja la aparición de Fernanda
No se tenían noticias de Fernanda Chacón desde el viernes a las 14. Su familia hizo la denuncia el domingo, pero el Estado no la buscó y hasta que no estallaron las redes sociales, no apareció. La trama que descubre su caso permite analizar, debatir y pensar qué significa vivir en una sociedad en la cual la violencia contra las mujeres es noticia cotidiana. Y cómo proteger a las mujeres de la violencia que desata que aparezcan vivas.
Fernanda Chacón es víctima de violencia. De muchas. Hoy se suma otra. Su familia denunció el domingo a la noche en la comisaría 29 que no tenían noticia de ella desde el viernes 21 de julio, a las 14, cuando tomó el colectivo 146 hacia Villa Devoto. Fernanda tenía encima el botón antipánico, único resguardo que le dio el Estado para protegerla de las amenazas de su ex marido, preso y condenado por abusar de ella. La había amenazado con matarla en cuanto saliera, contó Fernanda en varios medios. Incluso se presentó a la justicia y solicitó el apoyo del Consejo Nacional de la Mujer para impedir que le otorgaran las salidas transitorias, mostrando pruebas de esas amenazas.
Pero Fernanda además es feminista y presidenta de la Asamblea Contra la Violencia de Género y en ese rol acompañó cada reclamo de justicia de la familia de Araceli Fulles, la joven masacrada en abril en San Martín.
Estos dos datos hicieron estallar la alarma por su desaparición.
Las redes sociales comenzaron a hacer circular el alerta el lunes, cuando sus amigas se enteraron de la situación en la actividad que se realizó frente a la casa de la provincia de Misiones por Victoria Aguirre, presa por el crimen que cometió su violenta pareja.
Ese impulso virtual logró que casi todos los medios comerciales publicaran la foto de Fernanda y el pedido de difundirla.
El objetivo era uno: encontrarla cuanto antes.
Y viva.
Recién a las 17 de hoy esa buena noticia pudo confirmarse, pero para llegar hasta ese final feliz –sí: muy feliz para todas las personas que no durmieron por buscarla- tuvieron que suceder un montón de cosas importantes.
Analizarlas es clave, pero no simple.
La trama de violencia que soportan las mujeres siempre es compleja.
El dato clave
La pesadilla de la situación personal de Fernanda y la impunidad que rodeó el femicidio de Araceli fueron los elementos que condicionaron la mirada sobre su desaparición. En redes sociales, medios y organizaciones predominó ese enfoque y con razón: googleando su nombre, lo que se encontraba inmediatamente era una seguidilla de notas alarmantes que gritaban el peligro de su situación personal. Todas ciertas, todas de diferentes fuentes: Clarín, La Nación, Página, blogs “contrainformativos”, etc, etc.
En el barrio, en cambio, el enfoque era otro: el mismo día había desaparecido el hermano de Araceli Fulles. El dato se difundió y lo recogió el personal especializado de la municipalidad de San Martín que acompaña a víctimas de violencia. Se comunicaron entonces con la mamá de Araceli, que estaba en Mar del Plata y les respondió: “Dos más dos es cuatro”.
Esa línea de especulación se confirmó cuando, enterado de la difusión de su búsqueda, el hermano de Araceli se comunicó con su mamá para avisarle que estaba bien. “Me dio a entender que estaba con Fernanda”, informó.
No era suficiente. Nadie como ella, que padeció la (des) información plantada para desviar la investigación de la desaparición de su hija, sabía qué significaba la mera palabra de su hijo en ese contexto.
Entonces volvió a llamarlo y le pidió que ponga a Fernanda en altoparlante.
Cuando escuchó su voz, nos mandó el siguiente mensaje: “Está bien”, acompañado por el emoticón del pulgar arriba.
Eran las 13.17 de este martes.
A esa misma hora -según consta en el comunicado que el Ministerio Público Fiscal difundió a las 16- Fernanda llamó a la fiscalía para reportarse. Le explicaron que una investigación por desaparición solo se cierra cuando la persona se presenta y por eso le dieron la opción de apersonarse en la comisaría donde se radicó la denuncia o en la fiscalía N° 8, que funciona en Comodoro Py.
A las 17 Fernanda se presentó en la comisaria.
El caso estaba, al fin, cerrado.
El problema de aparecer
Es lógico que en una sociedad que padece un femicidio diario las desapariciones de mujeres enciendan todas las alarmas.
Es lógico también que no se confíe en ninguna información que no sea la propia persona diciendo: “estoy bien”.
Lo que no es lógico en este caso, son otras cosas y de tan variado tipo que no es fácil enumerarlas, analizarlas y, en lo posible, aprender algo bueno de algo tan malo, doloroso y permanentemente vapuleado en el ring de la negación social como lo es la violencia contra las mujeres.
Está claro que en el caso de Fernanda el Estado no hizo nada hasta que no se agitó la red social.
Está claro también que la llave estaba en el barrio y no en las redes virtuales.
Lo que no parece tan claro, al menos para las abogadas que acompañan estas denuncias, es que la única herramienta legal que protege a las víctimas desaparecidas, sus familias y entorno y motoriza efectivamente la búsqueda de las personas es el habeas corpus. Así lo entendieron las Madres de Plaza de Mayo en el momento de mayor violencia institucional y así debe entenderse hoy, cuando queda claro que las investigaciones policiales sobre los casos de femicidios han sido siempre en el mejor de los casos, ineficientes y muy frecuentemente, cómplices de su impunidad. El habeas corpus tiene varias virtudes: obliga al Estado a responder muy rápido qué está haciendo para encontrar a esa persona, lo puede presentar cualquiera –cualquiera: no tiene que ser necesariamente abogado o familiar-, puede hacerse tanto oral como escrito –sin forma requerida- y, lo que no es un detalle menor, le quita a la policía el monopolio de la investigación y, consecuentemente, de filtrar a la prensa información. Dato no menor si se tiene en cuenta que cuando esa persona aparece queda así expuesta a la violencia que ahora acecha a Fernanda: la difusión pública de los detalles de su intimidad. En este caso, además, la expone nada menos que al peligro de que esa información llegue a su violento ex.
Y así, el círculo se cierra: desaparecer es una tragedia y aparecer, un drama.
Queda, además, para el debate de cada organización feminista analizar las lecciones que nos deja Fernanda. No se trata de apaciguar los gritos desesperados ante la desaparición de una mujer, sino de no juzgar su aparición.
Y si hay dedos apuntando, cantar como Miss Bolivia: “A la gilada, ni cabida”.
Vivas nos queremos.
#NiUnaMás
Femicidios en julio: la noticia es el horror

27 femicidios en julio, 163 en 2025. Esos son los datos reunidos por el Observatorio Lucía Pérez, primer padrón autogestivo de datos y análisis de la violencia patriarcal. Los números no alcanzan a dar cuenta sobre el punto de inflexión que expresa este mes para este tipo de violencias. Se trata de una consecuencia directa de la complicidad estatal (Poder Ejecutivo & Poder Judicial) al imponer una política negacionista a los crímenes de mujeres y trans cometidos en contextos narco territoriales. El resultado está ahora a la vista y es el horror: cuerpos descuartizados, que emulan el modelo instalado en Ciudad de Juárez por los carteles narcos que dominan la muerte en esa ciudad.
Este julio argentino fue en Córdoba, fue Brenda Torres (foto de portada) -de apenas 24 años- y fue cerca del estadio de fútbol donde apareció uno de sus muslos seccionados. Recién hoy 1º de agosto apareció el resto de su cuerpo destrozado. La fiscalía asegura que ya hay dos detenidos.

En agosto del año pasado también había sido detenido Juan Carlos Galarregui, el asesino de Rocío Fernández, de apenas 27 años. Fue en Mar del Plata y fue en un freezer donde encontraron su cuerpo, en el cual su femicida lo depositó esperando el mejor momento para descuartizarlo. La causa fue elevada este mayo a juicio oral, pero el fiscal Fernando Berlingeri solicitó resolver el procedimiento en un juicio abreviado. Para eso ofreció declinar la acusación de femicidio, ya que esa calificación legal impide estos procesos de resolución rápida y, por cierto, de menos pena. Es exactamente lo que hizo el Poder Judicial correntino en el caso de la periodista Griselda Blanco: homicidio simple, juicio abreviado, 12 años de prisión que no son de cumplimiento completo, ya que la carátula omite la violencia de género. Esta tendencia judicial negacionista se inició este año y en febrero cuando la Cámara de Casación bonaerense emitió el tercer fallo sobre un mismo crimen para justificar que Lucía Pérez había sido drogada y violada, pero decidió que su crimen no era un femicidio.
Así, al borrar las huellas de la violencia de género en el trámite judicial, el Estado argentino se jacta de haber bajado la tasa de este tipo de crímenes.
Así los dos poderes del Estado ganan impunidad, y la sociedad pierde.
¿Qué pierde?
Los femicidios en contexto de narcomenudeo territorial tienen característica atroces y también señales comunes: la diferencia de edad entre víctimas y asesinos, el consumo de cuerpos como intercambio de mercancías, la vulnerabilidad de las adictas y sobre todo, la diferencia de poder entre quien tiene la droga y quien, por situación de absoluta dependencia, la necesita. Estos rasgos, entre otros, son los que se omiten en los procedimientos judiciales y también en los análisis sociales, que tienden a asimilar estas políticas con las que se somete a las barriadas periféricas con las conductas recreativas de clases y barrios acomodados.
Situar la información en territorios específicos, con sus contextos particulares y sus vulnerabilidades sociales, es clave para analizar qué significan estos femicidios que, hay que repetirlo, sin la complicidad policial y judicial podrían evitarse.
Las consecuencias de la maquinaria de invisibilización estatal y académica tiene consecuencias brutales. Eso es lo que nos informa este mes de julio de 2025: los cuerpos de las mujeres ya son pedazos arrojados a nuestro paso.
#NiUnaMás
Fallo histórico: confirman la condena a perpetua y por transhomicidio contra el asesino de Tehuel

La Sala I del Tribunal de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires confirmó la condena a reclusión perpetua y transhomicidio contra el asesino de Tehuel de la Torre, joven trans asesinado y desaparecido desde el 11 de marzo de 2021 en la localidad bonaerense de Alejandro Korn. Los jueces Daniel Carral y Ricardo Maidana rechazaron el pedido de la defensa y refrendaron el fallo contra Luis Alberto Ramos, quien había sido condenado el 30 de agosto de 2024 por el Tribunal Nº2 de La Plata en una sentencia histórica por reconocer el homicidio calificado del joven de 21 años por haber sido cometido por odio a la identidad de género. «La desaparición del cuerpo de Tehuel y la quema de sus pertenencias adquieren un carácter simbólico de negación de su identidad», señaló el fallo.
Familiares y Amigos de Tehuel celebraron la confirmación: «Esta decisión es muy importante y refleja el resultado de la lucha del movimiento social y de un trabajo en red muy importante, que nos fortalece para continuar el camino contra la impunidad y la violencia por prejuicio hacia las identidades travestis y trans». A su vez, exhortaron a la justicia bonaerense para que defina «de manera urgente» la fecha del juicio contra Oscar Montes, el segundo acusado por el crimen y la desaparición del joven. «Fue un crimen de odio», subraya la familia.
Compartimos la nota de MU que analiza los detalles del fallo histórico, junto a las pruebas que ahora Casación confirmó.
Y comparte la pregunta urgente de Norma Nahuelcura, la mamá del joven, que sigue sin saber dónde está el cuerpo de su hijo: «¿Dónde está Tehuel?».
#NiUnaMás
Acto trans por más democracia

Por María del Carmen Varela
Fotos Juan Valeiro
Desde las dos de la tarde comenzó a llegar gente a la plazoleta ubicada frente al Congreso de la Nación. Al amparo del sol, distintas banderas fueron colgadas sobre las rejas: Furia Travesti, Justicia por Sofía Fernández – nadie se suicida en una comisaría, Ley de Reparación Histórica Ya. Y también pancartas: Basta de Travesticidios, Femicidios y atropello a nuestras leyes, Más amor, menos odio, ¿Dónde está Tehuel? Caras pintadas con los colores rosa, celeste y blanco, espaldas con banderas multicolores, una foto de Diana Sacayán en blanco y negro y ampliada casi a tamaño natural. El aroma a guiso que apenas listo fue repartido en bandejitas de plástico, impregnó a la concurrencia que iba aumentando con el correr de los minutos.

La policía no permitió la colocación del escenario, sin embargo, el entusiasmo no decayó. El DJ Chezco Beats se encargó de musicalizar e hizo que el frío se esfumara de los cuerpos. Un gato amarillo gigante se ofendió al ser confundido: “No soy Gaturro, soy Garfield”. Cuando le preguntaron por qué vino a la plaza del Congreso, mostró una alcancía. “Te sacás una foto conmigo y colaborás”.
Bartolo viste un elegante saco azul y será unx de lxs presentadorxs del Festival.

Le cuenta a lavaca: “Vine a defender la Ley de Identidad de Género, la Ley de Cupo Trans, el matrimonio igualitario, la ESI. Es un contexto muy dificil y esos derechos nos quieren ser quitados”. Poeta, docente, activista, autor del libro Textosterona 4ML, una crónica poética de una masculinidad trans que está en preventa para lograr ser publicado. Se puede apoyar la edición ingresando a su IG: @escrituraautogestiva. “Estoy acá por el orgullo, por la resistencia, por las infancias trans, por todes les compañeres que ya no están y lucharon para que nuestras vidas sean validadas”.

Say Sacayán, hermanx de Diana, la recuerda a diez años de su travesticidio, que no fue avalado como tal por la Corte Suprema: “Ella fue una militante, luchadora, fue presa política, atravesó violencia en la calle, sabía qué derechos necesitábamos para tener una mejor calidad de vida. No vamos a bajar los brazos, vamos a resistir. Hace muchos años que estamos acá. Como país y como sociedad nos encontramos en un estado de crisis no solo económica. Tenemos un gobierno de derecha que viene a quitarnos los derechos, no solo a la población LGTBIQ+ sino al pueblo. Este es un espacio para encontrarnos, manifestar, abrazarnos y organizarnos”. Micaela Pérez, activista del colectivo Travesti Trans afirma: “Vine a pedir justicia por nuestras compañeras asesinadas en dictadura y post dictadura. Queremos repudiar a la Corte Nacional de Casación que decidió quitar como agravante el odio a la identidad de género, pedimos al Poder Judicial que garantice nuestras leyes”.

Tres chicos rubios de ojos celestes vestidos de riguroso negro llegaron a la plaza. Al ser consultados, responden que no hablan muy bien el idioma porque son rusos. El que mejor hablaba castellano dijo que se llamaba Davis —o simil— y que vinieron a vivir a la Argentina hace dos años. “Es muy peligroso vivir en Rusia. Allí somos terroristas, las personas LGBT somos extremistas y terroristas para la ley. Buscamos información y vinimos a Argentina”.
Pasadas las tres de la tarde, Bartolo dio inicio formal: “Bienvenides, bienvenidas y bienvenides al Festival Plurinacional Antirracista contra los travesticidios, transfemicidios y transhomicidios. Gracias a todas las personas que están acá hoy convocades en el Congreso”.

Una de las oradoras más lúcidas fue la activista Marlene Wayar.
- “Hay toda una sociedad que nos votó en contra por un sueldito que les prometieron, les prometieron que iban a cobrar en dólares y se cagaron en los derechos humanos. Así que hay que poner en jaque a toda esta sociedad pidiendo más democracia, que el Congreso y la Justicia funcionen. Si miramos la realidad, somos quienes estamos, entonces creo que hoy pretender que el mensaje penetre es un poco ilusorio”.
- “Estamos acá para abrazarnos entre nosotras, nosotros y nosotres. Honrar a nuestras muertas y estar juntes. Es una fecha de conmemoración de nuestra resistencia, de construcción, estando juntas, en comunidad, vamos a lograr esas otras luchas politicas, porque si no, las palabras son bonitas pero se las lleva el viento”.
- “Estemos con los pies en la tierra, no hay un político o política que nos esté mirando, no les interesa, están obnubilados en otra realidad, hay que traerlos a la tierra, hay que exigirles que respeten el ejercicio democrático de que las cosas son de todas, todos y todes y la nuestra es la más relegada así que es la primera a la que le tienen que dar prioridad y eso quizás sea con el proyecto de Ley de Reparación Histórica para las travestis mayores que está asegurando el futuro y que esta Argentina entienda que democracia es democracia y no se la puede bastardear”.
El Festival tuvo espacio para bailar chacarera, agitar banderas al grito de “para las travas reparación, es una deuda que nos debe la nación” y un final a todo ritmo con la banda Sudor Marika. Varias generaciones se dieron cita en la plaza del Congreso en el día internacional del Orgullo, se abrazaron, comieron, bailaron, defendieron consignas, exigieron la Ley de Reparación Histórica y como señaló Marlene, conmemoraron la resistencia de la mejor manera: juntxs.


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