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#NoSilencienATelam: otra masiva marcha a dos meses y medio de una lucha histórica por la reincorporación

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Trabajadoras y trabajadores de Télam encabezaron una movilización desde el Obelisco al CCK a dos semanas del fallo que ratificó la ilegalidad de los 357 despidos. Llevan 72 días de paro y de permanencia pacífica en los dos edificios de la agencia estatal de noticias. Si bien la empresa abrió un canal de conversación informal, aún no hay propuestas concretas y se suma la incertidumbre del rol de Hernán Lombardi y del sistema de medios públicos con los recortes en los ministerios. De todas formas, las asambleas crecen y el paro se ratifica: “Las autoridades despidieron al 40 por ciento de la planta porque no esperaban esta reacción”, dicen los trabajadores. Testimonios desde la calle de un conflicto que ya entró a la historia.
Diana López Gijsberts pasó la mitad de su vida trabajando en la agencia estatal Télam. Tiene 47 años y hace 24 es una de las nueve periodistas de la corresponsalía en La Plata.
En ese lapso, entre otras cosas, cubrió:

  • Juicios de lesa humanidad.
  • Las seis condenas al genocida Miguel Etchecolatz.
  • La desaparición de Jorge Julio López.
  • El juicio por la desaparición de Miguel Bru.
  • Las inundaciones en el noroeste.
  • El juicio al odontólogo Ricardo Barreda.
  • El motín de Sierra Chica.

Diana ahora está marchando desde el Obelisco al CCK y es una de las que sostiene el cordón de seguridad. La acompaña su hijo Pedro, de 7 años. “En La Plata éramos nueve: echaron a cinco. Yo fui una de ellas. El desguace fue total. No se puede cubrir todo lo que significa estar en la capital de la provincia, sede de los tres poderes. Es algo que no se dimensiona. Estamos todos los días, de 8 a 21, francos o feriados. Y sumale que los despidos supusieron el cierre de seis corresponsalías, y otras trece quedaron con un solo periodista”.
¿Qué significa?
Entre cohetes que explotan en el cielo y cantos que exigen la renuncia del titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi, y el presidente de Télam, Rodolfo Pousá, Diana dice: “De un momento a otro nos llegó el despido de manera violenta, ensuciando nuestro prestigio, acusándonos de haber sido una usina militante, como si tener una pertenencia ideológica pudiera ser algo objetable en una democracia. Somos una agencia de noticias y, como tal, elaboramos contenido en tono informativo: no opinión”.
-¿Por qué viniste con tu hijo?
-Para enseñarle a luchar. Para enseñarle la importancia de la lucha colectiva y no bajar los brazos. Para enseñarle a no rendirse. A que si sufrís un avasallamiento como el que estamos sufriendo hay que estar en la calle junto a tus compañeras y compañeros. Es terrible en la diaria abrir los ojos y no saber si esto es un sueño, si efectivamente pasó. Es sentir un elefante en el pecho. Pero también es darse pilas y decirse que hay que seguir. Por todos. Y por todas.  Eso es lo que estamos haciendo cada uno de nosotros hace 72 días.
Pedro escucha mientras sostiene el cordón de seguridad a la marcha que llega al CCK. Dice que le gusta el fútbol y que quiere ser futbolista. ¿Y de mamá tiene algo para decir?
“Y de mamá… que quiero que la reincoporen”, dice, pronunciando las r como «d», con sus 7 años.
Diana lo abraza y sonríe. Y cierra: “Entendió todo”.

La tormenta

La marcha se produce a 72 días de los despidos y a dos semanas del fallo de la Sala V de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo que ordenó la reincorporación de cinco trabajadoras y trabajadores de Télam al ratificar el fallo de primera instancia del juez Ricardo Tatarsky, que había afirmado que las 357 cesantías correspondieron a “un despido masivo” encubierto como una reestructuración que “excede todo marco de razonabilidad”, sobre todo porque la empresa nunca cumplió con el procedimiento preventivo de crisis.
“Después del fallo de la Sala, la empresa abrió un canal de conversación informal con los delegados y los abogados del sindicato, manifestando voluntad de empezar a trabajar una salida negociada al conflicto sin ninguna propuesta concreta hasta el momento”, explica a lavaca el delegado del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBa) y periodista de Télam, Mariano Suárez. “Se reestableció el contacto, que entendemos como un acto de sentido común porque más tarde o más temprano la justicia lo va a obligar a sentarse”.
Suárez subraya que hay cerca de 200 medidas cautelares a la espera de resolución por otros despidos. Y suma complejidad a la discusión: “Después del fallo, pasó todo a nivel institucional en cuanto al dólar y el país. También desapareció el Sistema Federal de Medios Públicos, por lo que no se sabe si el Directorio de la empresa sigue teniendo trabajo, cuál es la estructura y el presupuesto. Hasta que no haya un marco de estabilidad mínimo, todo está parado”.
¿Cómo se percibe eso puertas adentro? “Es un tiempo inusual. Hemos tenido luchas importantes pero ninguna tan extendida. El peso del tiempo juega, pero la asamblea se mantiene fuerte y unida. Ahora hay elementos que nos exceden, y eso provoca una extensión del conflicto. Tenemos que ser pacientes y saber transitar esta etapa”.

El cable de la crisis

El conflicto sumó el apoyo de un arco amplio de partidos políticos y de gremios, y eso se traduce en esta marcha: en la columna hay docentes, sindicatos de la Corriente Federal de Trabajadores (CGT), dirigentes del kirchnerismo y del Frente de Izquierda. También marcha Hugo Yasky, secretario general de la CTA de los Trabajadores. Hay representantes y adhesiones de comisiones de muchos medios privados, desde Telefé a Clarín y Canal 13. Llevan una bandera con una consigna que se repite en carteles y en cantos: «No silencien a Télam».
María Laura Rodríguez -47 años, 20 en la agencia, redactora de Política Internacional- es una de las trabajadoras que marcha. “No fui despedida, pero estoy acá, por supuesto, en defensa de todos los compañeros y de la agencia pública. La situación es desgastante, pero nos mantiene estar juntos. Sobre todo en un contexto de país cuyo deterioro excede un poco a Télam, por todo lo que asistimos esta semana con la reducción de ministerios”.
Desde el actual escenario caótico, como si se tratara de algún cable que primero reporta desde el territorio con información, María Laura sintetiza: “Lo de Télam fue un anticipo”.

El cuerpo las 24 horas

Ana Casavelos -46 años, ocho en Télam, trabajadora del desarrollo de la plataforma web y en Comercial- y Ana Guisado -40 años, siete en la agencia, web y Comercial- marchan juntas.
“Las autoridades despidieron al 40 por ciento de la planta porque no esperaban esta reacción”, apuntan. “Sinceramente, nosotros tampoco. Y eso toma desprevenido a Lombardi y a las autoridades de Télam que hicieron todo mal. Estamos fortalecidos. Nos subestimaron: no supieron medir la temperatura que iba a ser la respuesta del conflicto. Las asambleas son cada vez más participativas, llenas de compañeros que antes no iban. ¿Por qué? Porque entendemos que Télam es el primer caso de despidos masivos después del acuerdo con el FMI, y además es un caso testigo dentro del gremio. Ya no sabemos qué número de marcha es esta, pero sí que estamos de paro hace 72 días y con una permanencia pacífica en dos edificios. No es una pavada. Y se sostiene porque hay gente que poner el cuerpo las 24 hs”.
A Casavelos la despidieron.
A Guisado, no.
Uno de los grandes componentes de esta lucha que ya superó los dos meses es el abrazo que se produjo entre las personas que fueron echadas y las que no.
Ambas tienen claro el por qué: “Estas medidas son por nuestros despidos pero también por la precarización de las que quedan. Es ir por el convenio de prensa. Aquí es el último lugar donde se cumple estatuto. ¿Cómo se sostiene? Por la solidaridad. No hay otra respuesta”.

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Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día. 

La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán. 

En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.

En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas. 

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En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica. 

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En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

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Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.

En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

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Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.

Más información en www.observatorioluciaperez.org

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5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

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Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.

Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar

25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..

Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.

      – Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.

Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.

–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.

Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.

La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:

Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género.  Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.

El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.

Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.

Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

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“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como  granaderos.

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Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado  notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón  se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

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Susana, Daniel y Daniela Pavón

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar  que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

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Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.

 El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.

La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?

Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.

La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el  centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:

 “Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación  y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.

Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.


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