CABA
Miryam Honoris Causa
Miryam Gorban será nombrada este lunes 16 de diciembre Doctora Honoris Causa por la Facultad de Medicina de la UBA. Por Sergio Ciancaglini

A su larga lista de defectos, Miryam Kurganoff de Gorban agregará este lunes el de convertirse en Doctora Honoris Causa de la Facultad de Medicina de la UBA.
La lista de defectos de esta dama apodada Kita, 88 años cumplidos el pasado 9 de diciembre, incluye: generosidad, inteligencia, valentía, honradez, entusiasmo, sabiduría y la curiosa capacidad de ver hacia adelante.
Se dice también que hace de las mejores empanadas del hemisferio sur.
Honoris Causa significa “por causa de honor”. O sea: Miryam recibe tal distinción debido a todo lo que ha aportado para la salud humana, sin ser médica. Ha hecho más que muchos médicos, cosa que tal vez debería incluirse en su larga lista de defectos.
Miryam es nutricionista. Fue Jefa de Alimentación del Sanatorio Güemes en los años 70, centro entonces de notables avances científicos y médicos conducidos por el doctor René Favaloro, empezando por las técnicas de by pass.
Ella dirigía la orquesta alimentaria del Güemes para abastecer tanto a los pacientes de alta complejidad, como a 3.000 personas que trabajaban allí. Por sus posiciones y su actividad gremial, Kita fue secuestrada en tiempos de la dictadura. Y recuerda que las gestiones del propio Favaloro permitieron recuperarla con vida.
En los 90, en contacto con Vía Campesina, se zambulló en un concepto que todavía estaba germinando: Soberanía Alimentaria. Miryam en esos años pudo ver el futuro. Pero no se quedó a esperarlo, sino que se lanzó a crearlo.
Si la idea de la Soberanía Alimentaria tiene una potencia de vida y de nuevo paradigma de pensamiento y acción es en parte gracias a otro defecto de Kita: haber creado la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria en la misma Facultad que hoy la galardona.
Esta mujer, que bien podría ser considerada una persona imprescindible (otro de sus defectos), anda de aquí para allá sacudiendo cabezas y espíritus. Critica, cuestiona, discute, propone, moviliza. Palabras como quietud o resignación no figuran en su red neuronal.
Desde el punto de vista de la Cooperativa de Trabajo Lavaca y la Revista MU, Miryam es además quien acerca todo ese torbellino intelectual y social al Diplomado en Periodismo y Comunicación Ambiental “Dr. Andrés Carrasco”, en el que cada una de sus presentaciones es una fiesta hecha de información, conocimiento, y contagio. Tenemos el privilegio de haber hecho su foto más célebre, con un cuchillo entre los dientes y una sonrisa que forma parte de esa capacidad de contagio. Un privilegio mayor aún es el de su amistad, cuestión que jamás podrá ser atrapada en una sola imagen.
Miryam es de las personas que permite comprender, mirando la mesa cotidiana, cómo funciona el modelo económico, y la cantidad de cosas que nos quieren hacer tragar. Es además el estilo de seres que permiten comprender que la ética es algo más que una palabra llena de buenas intenciones.
A las 17.30 de este lunes recibirá el diploma como Doctora Honoris Causa en el Salón del Consejo Directivo de la Facultad.
Se ha hablado aquí de los defectos de Miryam Kurganoff de Gorban, Kita, y no de sus virtudes, para las que tal vez no hay diccionario imaginable ni biografía suficiente, salvo que se concentren todos los sentimientos y pensamientos hacia ella en una palabra sencilla, compleja y eterna: gracias.
Aquí reproducimos una de las notas publicadas en MU a Miryam. Hace años, anticipaba temas y debates que son parte del presente, y siguen determinando cómo será el futuro.
Política al dente

Desde la Cátedra de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina de la UBA investiga el mapa de la concentración empresaria que controla los precios y la basura que comemos. Toda la información que nunca vas a leer en la prensa comercial. Por Sergio Ciancaglini.
La alimentación de la sociedad argentina actual es una encrucijada, dice Miryam Gorban, que cualquier persona puede identificar por al menos dos síntomas:
- La dificultad para acceder a comida sana.
- Los precios.
“Lo sano no es que te vendan comida industrial, galletitas, yogures y montones de productos llenos de cosas que ni sabés qué son, sino acceder a alimentos frescos y que se produzcan cerca. O sea: cadenas cortas de comercialización que eliminen tantos intermediarios”.
¿Y los precios? La definición va mucho más allá de un código de barras: “La industria alimentaria está concentrada en muy pocas empresas, en Argentina y también en el mundo. Siempre te dicen que la concentración y el gran tamaño de esas empresas sirven para abaratar costos, pero los alimentos cuestan cada vez más. Por ejemplo una empresa, Bimbo, te maneja el 62% del mercado industrial del pan. Y otra, Ledesma, el 75% del azúcar. Como a la vez están concentradas las bocas de distribución, 6 supermercados tienen el 90% de las ventas. Con todo ese esquema, manejan los precios como quieren. Y además se encarecen muchísimas producciones que han sido desplazadas por el modelo sojero. Así, la inflación y el abastecimiento pueden ser digitados por las corporaciones. Los alimentos no son una mercancía: los convirtieron en eso como una forma de control de las sociedades. Y la inflación que produce la alimentación no es un problema económico. Es un problema político”.
De Favaloro a la olla popular
Miryam Gorban es nutricionista, una de las voces más autorizadas para entender el presente de la comida, y a la vez una persona muy nutritiva, con una actividad que despliega desde la Cátedra de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina de la UBA, la vicepresidencia criolla de Médicos del Mundo, su participación en diversos ámbitos médicos y científicos, y recorridas permanentes por el país sirviendo ideas y acciones acerca de lo que comemos y cómo cambiar el futuro, entre otras aventuras.
“Conocí los dos extremos. Estuve en las ollas populares durante las crisis argentinas: me llamaron para enseñar, pero terminé aprendiendo de señoras que hacían bolas de fraile para vender en la cancha. Y también fui jefa del Departamento de Alimentación del centro más desarrollado en su momento, que fue el Sanatorio Güemes: atendíamos la nutrición de los enfermos del corazón que empezaba a operar el doctor René Favaloro, además de pacientes en 1.000 camas. Y al mismo tiempo dábamos de comer a 3.000 personas que trabajaban allí, todo autogestionado, desde el abastecimiento hasta el producto final”.
Nació en diciembre de 1931, es un volcán de entusiasmo y de cordialidad y es muy nutritiva si se considera, como plantea el francés Francois Jullien en el libro Nutrir la vida, que la nutrición es un concepto que se puede aplicar a lo físico, lo mental, lo espiritual, lo social. Se nutre el organismo, pero también los deseos, ideas y sueños, la imaginación y las relaciones personales. Son nutritivas las experiencias de vida, y nunca está demás nutrir la propia cabeza, no sólo con productos capilares, sino del lado de adentro.
Miryam Kurganoff de Gorban, además, parece decidida a nutrirme con café, medialunas y la computadora rebosante de power points asombrosos en su casa de Lomas de Zamora, poblada de fotos que incluyen las que le marcan una proyección generacional a lo que hace: sus cuatro bisnietos.
El mapa
Cómo entender la dificultad de acceso a una comida sana, y la cuestión de los precios? Los dedos teclean ágiles. Aparece un archivo en la pantalla. Enter. Surge un gráfico que es como un laberinto lleno de flechas sobre causas y efectos del modelo del agronegocio. Mejor escuchar cómo lo cuenta Miryam:
1) “El primer tema es la concentración de tierras. Se meten en el agronegocio –soja principalmente– nuevos actores que no son productores sino grupos financieros, que cambian la lógica productiva porque lo que les interesa es la máxima rentabilidad y la exportación, no la alimentación de la sociedad”. La soja ocupa el 60% del territorio cultivable argentino y se exporta como forraje para vacas y cerdos chinos y europeos.
2) “La concentración de tierras expulsa o desplaza a los campesinos y pequeños y medianos productores.
3) “Eso incrementa la migración del campo a las periferias urbanas, a zonas de pobreza y marginalidad”, situación que luego da lugar a los reclamos sobre inseguridad y la necesidad de planes sociales para contener a esos sectores sometidos a la violencia de la fragmentación social y la desigualdad.
4) “Por la concentración de tierras, en los pueblos se pierden los recursos para producir localmente alimentos, desaparecen sistemas productivos enteros y los mercados regionales. Entonces el monocultivo destruye la diversidad, faltan alimentos, hay menor oferta, agravada porque mucho de lo que se produce está orientado a la exportación. Por eso cambia la canasta alimentaria y suben los precios. Ganan terreno la alimentación industrial y los supermercados”.
5) “Hay una imposición y dependencia de las semillas transgénicas y todo el paquete tecnológico de agroquímicos para poder usarlas, una subordinación a insumos importados, y todo el sistema provoca un agotamiento de los suelos y las fuentes de agua, contaminación, deforestación y desertificación”.
Inflar la inflación
Argentina es un país productor de alimentos. “No tiene sentido que haya una inflación como la que hay, que te muestra de qué modo el alimento se convirtió en mercancía. Y si es así, estamos en un problema mayor”, dice Miryam, que no excluye del problema a los alimentos etiquetados como orgánicos: “Les ponen ese mote con una certificación que los encarece. La gente ni los puede ver salvo en algunos lugares para alto poder adquisitivo”.
El peligro mayor que observa Miryam es la propia concentración: el 6,3% de las empresas alimentarias detenta el 86% de la facturación: “La cadena de producción, comercialización y abastecimiento de los alimentos de la canasta básica está en manos de un puñado de empresas que pueden manejar los precios. Y ahí está el origen de los desabastecimientos y golpes de inflación o hiperinflación: los famosos golpes de mercado con los que sacuden a los procesos democráticos”, diagnostica Miryam mientras me muestra cómo el negocio mundial de la alimentación está concentrado en 10 empresas, entre ellas Coca Cola, Unilever, Kraft, Nestlé, Pepsico, Kellogs.
La cuestión de los precios afecta principalmente a los pobres: “Entre el 60 y 70% del presupuesto familiar de los sectores de menores recursos está destinados a la alimentación. Y las subas de precios se dan en los productos de mayor consumo, que se corresponden con los hábitos de la gente: carne, harinas y derivados, pan y pastas, arroz, azúcar, aceite, yerba”. Eso conduce a otra típica solución de mercado: segundas marcas, que indican que hay alimentos de primera, de segunda y de cuarta, cada vez más vacíos de contenido alimenticio, pero más rellenos de químicos, conservantes, colorantes, saborizantes, grasas trans, sales, aditivos, adictivos & afines. Para chuparse los dedos, con nutrición cero.
Otro problema es el de las cadenas de distribución de alimentos que hacen que un consumidor de un sachet de leche pague 500% más que lo que recibe el productor. Naranjas: 800% más. Lechuga: 1.500% más.
Googleando la realidad
“La industria alimentaria busca homogeneizar todo. Que las manzanas sean iguales, que los tomates tengan el mismo color, que los paquetes de cualquier producto sean coloridos y tengan conservantes para transportarlos a los lugares donde ya no se cultivan alimentos. Dicen que así bajan los costos, pero los precios suben. Y colaboran con todo esto los medios de difusión que jamás meten un mensaje con recomendaciones en cuanto a elegir alimentos realmente saludables”.
Al contrario, los medios se manejan por pautas publicitarias y mensajes que hablan de cajitas felices, todo va mejor, juventud, comunidad, alegría, diversión, salud, “y la idea de que el consumo es el que te da ciudadanía, o incluso te da identidad”, dice Miryam, que aclara una cuestión de contenidos: “Les ponen aditivos, saborizantes, colorantes, edulcorantes, que a la larga dañan la salud. También buscan a los chicos como sujetos de las propagandas, les dicen que para crecer y desarrollarse tienen que comer tal cosa, que los chicos reclaman y las familias compran creyendo que son sanos”.
Miryam: “Google es el mejor invento de la época. Ponés aditivos y mirá lo que aparece”. Aparece una página, por ejemplo, que explica cómo cierto edulcorante puede causar adicción, dolores de cabeza, vértigo, depresión, fatiga, irritabilidad y, en los peores casos, enfermedades como cáncer o Alzheimer. Otras páginas lo defienden como un producto seguro. “Ahí lo que planteamos es un principio precautorio: si no hay certeza sobre el efecto de un alimento, prevengámoslo porque si te enfermó no tenés marcha atrás”.
Otro marketing: los productos enriquecidos y saludables. “Le ponen hierro a la polenta, enriquecen las harinas, cualquier cosa. Pero si a un chico le das un huevo y dos cucharadas de carne picada, es lo mismo, mejor y más barato. Con un centavo de costo en supuestos refuerzos que le agregan al producto, el consumidor termina pagando 5 pesos más”.
Googlea Miryam y aparecen los conflictos de la multinacional Danone por la publicidad considerada engañosa de sus productos Actimel y Activia, a los que adjudicaban el refuerzo de las defensas inmunitarias, la solución del ‘tránsito lento’, con la presencia de pro-bióticos, que son como los utilizados para engordar vacas, pollos y cerdos, y que en países como Francia consideran que han contribuido a la epidemia de obesidad infantil que sufre ese país. Argentina, para no ser menos, es el país latinoamericano con mayor porcentaje de obesidad en menores de 5 años, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud. El Ministerio de Salud de la Nación acaba de confirmar que la tercera parte de los adolescentes argentinos tiene problemas de sobrepeso, producido también por la combinación de gaseosas, golosinas, pizzas y todos los etcéteras rellenos de químicos y adictivos que les están hipotecando la salud y acaso la vida. La obesidad, me muestra Miryam en otra imagen, afecta sobre todo a los sectores más pobres. Allí hay que agregar la anemia por falta de alimentos: 34% de los menores de 2 años, 45% según la región, que ven condicionado su potencial físico y mental.
¿Quién soluciona el hambre?
La Cátedra de Soberanía Alimentaria tuvo 100 alumnos en su primera versión 2013. “A los que vinieron les dije que no se recibieron de nada, pero aprendieron de todo”. Se suma a las que existen en La Plata, Patagonia, Comahue, Mar del Plata, Lomas de Zamora, Luján. En la cátedra, por ejemplo, analizaron cómo en plena crisis de 2002, con el apogeo del hambre y de la soja, nutricionistas y organizaciones científicas denunciaron que la soja no podía utilizarse “jamás” como sustituto de la carne ni de la leche, se la contraindicó para menores de dos años, y se recomendó no utilizarla en menores de cinco “por los factores negativos en la alimentación infantil”, entre otras advertencias sobre el alimento del siglo 21, que ahora ingerimos a través de los animales engordados con esos granos transgénicos y fumigados con veneno.
“Actualmente se están logrando otros avances, como la prohibición de las grasas trans en todos los alimentos elaborados a partir de diciembre de 2014. Son las peores: producen alteraciones vasculares y en el tenor de grasa de nuestras arterias”.
Se calcula que en los próximos 5 años esta prohibición va a evitar 10.300 infartos, 200 ACV, 4.600 muertes cardiovasculares y una reducción de los casos de diabetes y de obesidad, producidos por ingerir esas grasas que rellenan pasteles, alfajores, golosinas, galletas dulces y saladas, chocolates, pizzas y productos congelados, mantecas vegetales y margarina, entre miles. “Además, por ley, se reducirá en un 15% el sodio en todos los alimentos elaborados”, informa.
Las prohibiciones refuerzan una intuición: los señalamientos que personas como Miryam Gorban hicieron siempre sobre la industria alimentaria, más solas que acompañadas muchas veces, eran correctos.
El primer problema es no haberles hecho caso antes.
El segundo problema es no escucharlas ahora.
“Es falso que la industrialización y los transgénicos sirvan para paliar el hambre. Con lo que se produce hoy en el mundo pueden alimentarse 12.000 millones de personas y somos 7.000 millones, pero hay 1.000 millones con hambre, principalmente en los países productores de alimentos. Ahí ves que el monocultivo está destinado a la exportación, y que el problema es de poder: cómo se distribuyen los alimentos.”
Las propuestas de Miryam, que comparte con un universo de organizaciones, cátedras y experiencias sociales, plantean un cambio gradual en el modelo de producción hegemónica, estimular la agroecología familiar alrededor de los conglomerados urbanos, garantizar así el abastecimiento de alimentos frescos con cadenas cortas de comercialización (con beneficios como la baja de precios, suba de la calidad de alimentos, y generación de trabajo), promoción de una alimentación saludable, frenar la concentración y extranjerización de la tierra. Contra los cambios lisérgicos aprobados recientemente en el Senado al Código Civil, las propuestas incluyen garantizar el acceso a la tierra y el resguardo y promoción de su función social. Plantea la necesidad de controlar estatalmente la cadena alimentaria, los precios, recuperar instituciones como las juntas de granos y de carnes, eliminar la producción de agrocombustibles a partir de alimentos, respetar a los pueblos originarios en sus territorios, transformar todo esto en un tema formal de la educación pública.
Miryam aclara que no es una fundamentalista de la comida y amenaza con prepararme uno de estos días empanadas de carne cortada a cuchillo, a la santiagueña. Mientras apaga la computadora, dice: “Todo lo que hacemos o dejamos de hacer alrededor de la alimentación, y hasta el hecho de alimentarse, no es un acto fisiológico. Es un hecho político, social y de ciudadanía ¿Otro cafecito?”.
(Publicada en Revista MU, diciembre 2013)

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

- Revista MuHace 2 semanas
Mu 205: Hay futuro
- CABAHace 1 semana
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”
- ActualidadHace 7 días
Mendoza movilizada: sábado de caravanazo contra la minera San Jorge
- ActualidadHace 1 semana
Marcha de jubilados: balas y bolitas
- ActualidadHace 2 semanas
Mapuches en Neuquén: 10.000 personas movilizadas contra la represión y en apoyo a las comunidades originarias