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La ley Ómnibus de Milei en el Congreso: ¿de qué lado están?

Se escuchan discursos apurados y apretados en siete minutos, leídos por invitados de la llamada sociedad civil, mientras legisladoras y legisladores observan sus celulares, se miran entre ellos, conversan en algún rincón, salen apresuradamente rumbo a lo desconocido, o entran con gesto perplejo a la sala Anexo C de la Cámara de Diputados, donde se cocina parte del futuro que tendrá la autodenominada Ley Ómnibus enviada por el Presidente Javier Milei. Por su tamaño, el proyecto representa una reforma constitucional de facto y a sola firma, y por las presiones del gobierno, busca un tratamiento exprés que sería el más vertiginoso de la historia legislativa de acuerdo al volumen y profundidad institucional de lo que se quiere cambiar, destruir y/o rediseñar. Qué dicen y qué callan los integrantes del plenario de las tres comisiones que tienen que producir el dictamen. Y una joyita: el texto completo de la intervención del director Santiago Mitre.
Texto: Sergio Ciancaglini
Los diputados y diputadas se ubican en largas mesas con tazas de té y café, interesantes medialunas y luego, sándwiches de miga. Hay termos, mates y una calma espesa mientras la gente habla acelerada y a veces desesperadamente, describiendo imágenes de un país en situación de derrumbe por lo que ha venido pasando, y sobre todo, por lo que parece avecinarse. Es posible que con el correr de los días haya números más precisos, pero la proporción entre quienes cuestionaron la Ley y quienes la apoyaron fue de entre 5 y 10 a 1. Nadie es muy entusiasta con respecto a que eso signifique algo al final de esta historia.

El clima dentro del Anexo C es de una silenciosa confusión. La confusión es una estrategia de control, un estilo de comunicación metódicamente aplicado por el actual gobierno. La confusión –y su deriva en incertidumbre– es a la vez un estado de ánimo, mientras desde fuera de este Anexo C ocurre la presión destinada a garantizar votos para este proyecto oficialista, en modo express: el Presidente Milei viaja a Davos, Suiza, a hablar con los supuestos dueños del mundo y, tras su promocionado asado a la romana en Olivos, dejó la orden de cabotaje: acelerar la aprobación del dictamen de comisiones, que la Ley vaya al recinto de la Cámara y que se la trate antes incluso del 24 de enero, fecha prevista para el paro de la CGT. Al cierre de esta nota, faltan 8 días.
Lo que hagan o lo que dejen de hacer los diputados puede significar una autodisolución práctica del Congreso. O evitarla. No hay mucho registro de parlamentos suicidas.
El proyecto de “Ley de Bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos” tiene 183 páginas, con demasiados temas cruciales, pero quizás el Capítulo 1 describa lo principal:
“La presente ley contiene delegaciones legislativas al Poder Ejecutivo nacional de emergencia pública en materia económica, financiera, fiscal, social, previsional, de seguridad, defensa, tarifaria, energética, sanitaria y social, con especificación de las bases que habilitan cada materia comprendida y con vigencia durante el plazo específicamente previsto”.
La delegación de poderes en estas once áreas enumeradas será obedecida por los diputados de La Libertad Avanza (40), y se especula que totalmente rechazada por los de Unión por la Patria y la izquierda (suman 107), con lo cual hay una carrera de obstáculos para ver quién consigue llegar a los 129 votos necesarios para aprobarla, o para rechazarla.
La clave son los votos de quienes no se han definido públicamente. Allí está amasándose lo que vendrá.

La misma bolsa
Un caso es el de la diputada Margarita Stolbizer, en el grupo férreo que elije no salir de la sala. Su partido es GEN, incorporado al bloque Hacemos Coalición Federal, que suma 23 integrantes y captó a 9 provinciales, instalándose en un lugar que puede resultar decisivo (y por ahora indefinido) cuando se vote. Aceptó unos minutos para hablar con lavaca:
-¿A dónde va este debate? ¿Qué es lo que terminará pasando?
-Es tan equivocada la estrategia de pretender que salga todo como está -que es la pretensión que tiene el Poder Ejecutivo-, como la pretensión de no aprobar absolutamente nada. Las dos cosas son equivocadas, hay que encontrar una posición que sea rescatar las cosas que están bien, que pueden ayudar a alguien y, obviamente, eliminar las que no lo están bien. Nuestro planteo es que el proyecto no tiene una priorización de temas. Meten en la misma bolsa cosas que nada tienen que ver, se ganan enemigos, confrontan de gusto, cuando habría que abocarse a ver cómo se resuelve el problema principal de la gente que es la inflación, la pobreza y el empleo.
-Que se agravan cada vez más, y mientras tanto está vigente el DNU…
-Pero el DNU me da la impresión de que corre más riesgo en la justicia que acá. Llegando al final de la feria judicial, en febrero, me parece que ahí es donde no resiste un test de constitucionalidad.
-Retomo entonces: ¿qué pasará con el proyecto ómnibus?
-Acá me parece que vamos a terminar con algún dictamen que despeje un poco, apoye las cosas que se pueden apoyar y no las que no se pueden apoyar.
-¿La delegación de poderes al Ejecutivo?
-Ese es el tema central. Delegación puede haber como hubo en otros gobiernos, acotada a lo económico, emergencia financiera, fiscal. Pero no todo lo que piden. Un año. Con prórroga.
-Pero ese es el problema: ¿entregar y delegar y disolver facultades que son del Congreso por un año?
-No. Hablo de una delegación muy limitada en esos términos, y limitada además a los contenidos que la ley tiene. No le podés delegar para que haga lo que quiere con las privatizaciones, por ejemplo. Lo que nosotros decimos es: cada privatización tiene que venir acá y el Congreso es el que tiene que resolver cada empresa, cada pliego, cada cosa. No le vamos a dar facultades para eso. Por eso digo, las facultades son limitadas en la materia y en el tiempo. Las que tuvieron antes todos los Presidentes: facultades delegadas, acotadas.
-Pero el gobierno reclama todo, y presiona por todo.
-Eso no se les va a dar. Lo que ellos piden no se les va a dar. Van a tener delegaciones como tuvieron todos los gobiernos, acotadas en la materia, en el tema y en el tiempo. Esa acotación es económica, financiera y fiscal.
-Pero allí ya entregan gran parte de facultades al gobierno.
-No. No: yo me refiero solo al artículo que habla de la emergencia. Después tenés que ir en todos los artículos que tiene facultades delegadas específicas: en eso se va a acotar lo que se les va a dar. Por ejemplo privatizaciones: no hay una facultad indiscriminada para que haga todo. Todas las otras facultades van a estar limitadas.
-Entiendo el argumento, pero es un Ejecutivo y un Presidente que declara públicamente que ustedes, al poner límites, son coimeros, idiotas útiles…
-Mirá: de este gobierno me preocupa todo. Ahora me voy porque quiero escuchar las exposiciones…
Tesis sobre lo razonable
Otra integrante del bloque HCF es Paula Oliveto, de la Coalición Cívica/ARI. Iba rumbo a una reunión, pero aceptó hacer una parada de pasillo legislativo.
-¿Qué va a pasar con este proyecto? ¿Le van a dar la delegación de poderes a Milei?
-Hay que dividir las cosas. Una es la herramienta que necesita un gobierno para hacer frente a una crisis económica que es seria, es cierta, y que está afectando a muchos argentinos. Pero nosotros no estamos de acuerdo con las delegaciones de facultades. Es una práctica que viene hace mucho tiempo. De hecho Alberto Fernández tuvo nueve delegaciones y nosotros votamos en contra. En la Constitución existe la posibilidad de delegar, por ejemplo ante una crisis, y tiene que ser acotada en la cuestión económica y tienen que tener base y por un tiempo razonable. Que no es lo que tiene este proyecto.
¿Qué sería lo razonable?
-No es razonable que un Parlamento le ceda al Poder Ejecutivo una delegación de competencias propias por el máximo del tiempo que tiene el gobierno, que son cuatro años.
-¿Pero uno o dos años, no es lo mismo desde el punto de vista de la magnitud de lo que se quiere hacer? Estarían licuando al Congreso.
-Yo no estoy a favor de eso. Hay gente que propone que sea por un año y que la prórroga la disponga el propio Congreso. Yo, así como está, no. Si hicieran otra redacción que hable de una delegación con base determinada en materia económica exclusivamente, y con base definida, lo pensaría, pero no es lo que está mandando. Ni creo que lo hagan.
-¿Y el bloque qué va a hacer?
-Todavía no lo discutimos. Están modificando cosas a cada momento, así que hay que saber cuál es el proyecto definitivo. Igual te digo: me parece bastante cínico que los que acompañaron las delegaciones a Alberto Fernández ahora se hagan los ofendidos y los republicanos. Es exactamente igual. El capítulo de jubilados es una copia del texto del anterior gobierno que aprobó todo el kirchnerismo. Yo no lo aprobé. Trato de ser coherente. Ojalá otros diputados también. Y el resto de cosas de este proyecto, como las modificaciones al Código Civil, al Código Penal y tantas más, no hablan de una emergencia. Perfectamente pueden tratarse en marzo, escuchando a todos los sectores.
Biología partidaria
Una definición política inesperada fue brindada a lavaca por el biólogo molecular, profesor emérito de la UBA, investigador del Conicet y autor de más de 140 trabajos internacionales, Alberto Kornblihtt.

El científico Alberto Kornblihtt durante su intervención.
-¿Qué cree que pasará con este proyecto?
-Dependerá de los diputados radicales, si traicionando su historia de movimiento popular y democrático le llegan a dar los votos a este gobierno que quiere erigirse como dictadura a través de decretos y leyes perversas para cambiar a la sociedad y al país, retrocediendo decenas de años. Entonces mi expectativa es que estos diputados radicales y por supuesto los de UxP sean conscientes del peligro que tendría avalar las medidas de este gobierno.
-Usted está focalizando en la delegación de poderes.
-En todo. Todo esto, así como está hecho, hay que rechazarlo: el DNU por completo y la Ley Òmnibus por completa.
En su intervención de siete minutos Kornblihtt planteó:
“Los científicos estamos preocupados desde que el entonces futuro presidente Milei dijera por TV que cerraría el Conicet porque los científicos no producimos nada. Estamos preocupados por medidas que consideramos una condena de muerte a las capacidades nacionales que son fundamentales para las posibilidades de desarrollo futuro. Me refiero a la derogación de la Ley de Tierras, la modificación de la Ley de Glaciares, de la Ley de Bosques Nativos, la Ley de Protección Ambiental, todas para dar ventajas al capital privado en detrimento de la preservación del ambiente y los recursos naturales”.
Distracciones
“La verdad e es que lo veo complicado –dice el diputado riojano Ricardo Herrera (del bloque UxP)–. Complicado porque te hacen maniobras distractivas de parte del oficialismo para que estemos discutiendo, con alguna maniobra dilatoria, y mientras consigan el número de votos que les falta y traten de imponerlo”.

El diputado riojano Ricardo Herrera.
Plantea Herrera: “Han producido una megadevaluación a minutos de haber asumido. El brutal ajuste ha pasado por ahí. Y después de haber asumido te sacan un DNU, te sacan una Ley Ómnibus, pero con el DNU vigente más allá de los intentos de algunos gobernadores, de algunas sindicatos y organizaciones de haberlo querido frenar en la justicia. La Corte dijo: ‘Mire muchacho, que lo resuelva la política y después volvemos nosotros en febrero’. Y así ha sido con todo, mientras discutimos un número mágico que nos permita llegar al recinto”.
¿El bloque es homogéneo en el rechazo?
-Sí, pero con 102 no alcanza, tenemos que ser más, tanto para rechazar la ley como el DNU. Porque esto es un enorme ajuste que no lo paga la casta, salvo que la casta sean los jubilados, los asalariados, los consumidores. Acá pagan los de siempre, y ganan también los de siempre.
¿Cómo puede evolucionar esto?
-Nosotros apelamos a la racionalidad de muchos legisladores provinciales que van a tener sus economías seriamente afectadas, y de la Unión Cívica Radical. Yo no sé si alguno de esos diputados va a querer volver a su casa sin haber hecho nada por la Movilidad Jubilatoria o el Fondo de Garantía de sustentabilidad que les daba a los jubilados cierta tranquilidad para cobrar, y hoy van a quedar a merced del Poder Ejecutivo si esto se aprueba. Y así con muchos temas del país que tenemos que discutir. No me hubiera disgustado que por cada tema mandaran un proyecto de ley. Sobre jubilaciones, sobre tema electoral, retenciones, pymes. Eso permitiría discutir y hacer las cosas como corresponde y no como ahora, que en términos de producción y de cultura notamos que hay un ataque deliberado a determinados sectores.
El gobierno argumenta que tiene el aval de los votos…
El 23 de octubre de 2023 el 70% le dijo que no a Milei. Y luego en el balotaje ganó porque no había otra opción para muchos votantes. Pero eso no le da patente alguna. Los votos también son de quienes entraron al parlamento con un 70% que no lo votó a Milei”.
Herrera señala otro indicio: “A minutos de haber salido Milei por cadena nacional, la gente empezó con las cacerolas, salió a la calle espontáneamente, y no fue a Plaza de Mayo ni al Obelisco: vinieron a tocarnos las puertas a nosotros. No fue decirnos ‘que se vayan todos’. Al revés: fue decir que frene a este ajuste: necesitan al Congreso. Esperan algo frente al avasallamiento del Presidente de la Nación”.
Por último señala. “Espero que en muchos diputados prime la racionalidad. He hablado con muchos, y están muy molestos porque el Presidente ha sido descortés, ¿no? Y esto me lo decían colegas de otros partidos: no podemos ser sujetos de extorsión. Que nos digan que si el dólar aumenta o hay inflación, es culpa nuestra. Bueno, en ese sentido está todo abierto todavía. Hay que ver qué pasa en los próximos días”.
La demagogia y la destrucción
Las intervenciones en el plenario de esta jornada fueron sobre temas farmacéuticos, ambientales, de consumidores, movimientos sociales, científicos, sindicales (Héctor Daer de la CGT y Hugo Cachorro Godoy de la CTA Autónoma), de pequeñas y medianas empresas, de productores de biodiesel y decenas más, hubo un tiempo para la edición de libros (con Alejandro Katz) y para el cine, con Santiago Mitre y la productora Vanessa Ragone, Presidenta de la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica.

Santiago Mitre y Vanessa Ragone: el cine que no pide plata, sino que no destruyan su autofinanciación.
La intervención de Mitre es un buen parámetro de las arbitrariedades del proyecto de Ley, de su falta de criterio, y de la incapacidad o falta de interés en comprender justamente las realidades positivas para el país, en favor de lo que Mitre llama “demagogia” y “destrucción”.
Este es el texto completo, para cuando alguien decida, en no se sabe qué futuro, filmar una película que tal vez se llame Argentina, 2024.
Mi nombre es Santiago Mitre, soy guionista y director de Argentina, 1985, que hace casi un año hoy, fue ganadora del premio Golden Globe a la mejor película internacional, y también estuvo nominada al premio Oscar, en la misma categoría. Digo esto para señalar que durante todo el recorrido que implicó promocionar esta película pude ver la admiración que genera nuestra cinematografía – y agrego – nuestro país en el mundo. Es –y no voy a ser modesto– una de las cinematografías más respetadas del mundo.
Todos aquí admiramos a Ricardo Darín, pero no sé si todos saben que Ricardo Darín es admirado en todo el mundo. ¿Existirían las películas de Darín, Morán, Suar, Roth, De la Serna entre tantos otros… si no hubiese existido una Ley de Cine que propulsó y sostuvo una cinematografía a lo largo del tiempo? No.
Esto que viví yo el año pasado, seguramente lo vivió Damián Szifrón, con su película Relatos Salvajes que fue un éxito nacional e internacional enorme, con público y premios por todos lados; y algunos años antes, Juan José Campanella con El Secreto de sus ojos ganando el Oscar –cuya admirable productora Vanessa Ragone esta acá conmigo. O La historia oficial, o Camila de María Luisa Bemberg un poco antes también, y hay más.
No sé si lo sabían, pero Argentina es el país que más nominaciones al Oscar tiene en la región. ¿Por qué sucede eso? Porque hay una Ley de Cine que sostiene y fomenta la existencia de un cine argentino. Las películas argentinas se exportan a todo el mundo. Son reconocidas en todo el mundo. Generan divisas, trabajo de calidad y valor agregado. Le dan visibilidad a nuestro país. Generan admiración. ¿Por qué queremos destruir eso? ¿Para qué? Y no solo las grandes películas con grandes estrellas, sino un sinfín de películas pequeñas, hechas con presupuestos muy acotados, que sostienen ese prestigio. Este año, sin ir más lejos, la película Trenque Lauquen, dirigida por Laura Citarella, fue elegida como la mejor película del mundo de 2023 por la más prestigiosa revista de cine de Francia. Podría seguir enumerando casos. Hay muchos. Muchísimos.
Los últimos 30 años han sido fuera de cualquier duda los mejores del Cine Argentino en toda su historia: la primera vez en que el Cine Argentino ocupó un lugar importante y sostenido a nivel internacional. Y eso es indisociable de una política de producción cuyo eje fue un organismo autárquico –ajeno a los caprichos del poder político de turno– y cuyo presupuesto (pese a las insistentes falsedades que se dicen) no está relacionado con el presupuesto nacional. Se autoabastece.
El cine no pide plata: pide que se mantenga la ley que le permite seguir autofinanciándose. La pérdida de esa autarquía (implícita en la inminente intervención) augura un horizonte de menor diversidad, menor calidad, en el cual se vislumbra no un intento de resolver nada sino un gesto demagógico y destructivo. Volverá a la industria del cine en susceptible de convertirse en una herramienta más de los caprichos de la contingencia política. Y mucho más importante, aleja cualquier posibilidad de que efectivamente se realicen las reformas que sí son necesarias. Nada es más perjudicial para el espíritu de cambio que un reformismo apresurado e irreflexivo.
En un momento en que los contenidos cinematográficos son cada vez más demandados gracias a los cambios tecnológicos, en el que Argentina tiene técnicos de altísima calidad y productores que pueden producir y liderar contenidos de gran proyección internacional, no es momento de retroceder y destruir lo obtenido. Sí es momento de pensar cambios: y esos cambios deben ser pensados con responsabilidad, análisis, pensando en lo que el cine puede aportarle al resto de las industrias, a las provincias, y sobre todo a la imagen de nuestro país. Puedo asegurarles que es MUCHO. Seamos responsables. Gracias”.
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Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

El acto de jubiladas y jubilados volvió a exhibir este miércoles la absurda represión contra personas que trabajaron toda la vida y se manifiestan pacíficamente ante la licuación brutal de sus ingresos. Tras los golpes, las fuerzas de Gendarmería, Prefectura y Policía Federal (que no parecen estar donde deberían), recibieron orden de retirada, mientras la gente celebraba otra batalla ganada. El acompañamiento de personas discapacitadas, la creatividad de los carteles, las estampitas de la Virgen y las teorías sobre el fernet para describir parte de la actualidad.
Por Lucas Pedulla y Sergio Ciancaglini
Fotos: Juan Valeiro/ lavaca.org
El horario de marcha de jubilados y jubiladas de todos los miércoles es a las 15 horas: a la hora señalada ya había un jubilado detenido –Julio Vargas, luego liberado– y una decena de heridos entre gases, palos y escudos. Por ejemplo Carlos, más conocido como Chaca, el mítico hincha de Chacarita Juniors, en un día en el que el gobierno había anunciado descuentos en supermercados: “Ni enterado, pero ya nadie les cree nada. Mirá”, dice y muestra sus brazos golpeados, su codo ensangrentado, el labio partido por un golpe. “Hoy de vuelta nos fajaron. Pero que hagan todo lo que quieran hacer, ya se van”.

Golpes en los brazos, el labio partido y la sonrisa de Carlos Chaca: las fuerzas de Bullrich terminaron yéndose mientras la gente celebraba.
Tapar a Espert
Las agresiones incluyeron a la Prefectura Naval y a la Gendarmería, ubicadas en Rivadavia y Callao para castigar a personas ancianas mientras las fronteras siguen siendo un colador por el que entran y escapan narcos, según se informa cada día.

Un total de 20 heridos, según mencionó el Centro Provincial por la Memoria.
Después de la represión, la escenografía del Congreso volvió a evidenciar su irracionalidad: el cordón de policías federales, prefectos y gendarmes circundaba la plazoleta y abarcaba dos cuadras. Es la segunda semana consecutiva en la que el despliegue del operativo queda a cargo de las fuerzas federales, luego de varios miércoles donde la única fuerza que se veía era la Policía de la Ciudad.
“Esto se llama Operativo No Rompan Las Pelotas”, define Lorenzo, 73 años, vecino del partido bonaerense de San Martín. “No quieren mostrar debilidad y quieren tapar a Espert. Tienen mil quilombos, y creen que esto a Bullrich le suma puntos para su campaña”.

La marcha pacífica después de otra represión absurda. Gendarmería y Prefectura, ¿no deberían estar en otra parte?
Esa sumatoria todavía está por verse: alguien debió pensar algo distinto si hoy desistieron repentinamente de agredir a jubilados. El razonamiento de Lorenzo emparenta el despliegue policial con la candidatura de la ministra de Seguridad a una banca en el Senado, un lugar donde tendrá fueros que la podrían proteger ante un eventual avance en las causas por las diversas represiones que la tienen como la máxima responsable política, entre ellas el balazo que dejó al borde de la muerte al fotógrafo Pablo Grillo, hoy en rehabilitación.

Retenciones y fin de mes
A Lorenzo lo escucha Juan Manuel, uno de los tantos jubilados que redacta carteles que van marcando el ritmo de la época: lleva 115 frases anotadas en una libretita, ordenadas por fecha de creación.
Hoy exhibe dos, que aquí registramos:


Sobre esta última hipótesis, Juan Manuel hace un gesto con su mano derecha, como quien describe a algo que está rumbo a otra parte.
Despidiendo policías
Los que primero parten, en este caso, son los efectivos (?) federales. La gente de a poco fue sobrepasando al cordón policial, empujándolos hacia la vereda, hasta que de alguna parte llegó la orden de abandonar el lugar.
La manifestación los despide cantando: “Son todos narcos”. Lo pesado de los trajes policiales, sus escudos, armas y tonfas, hace cada movimiento más robótico, y en muchos sentidos más absurdo. El vallado que separa el punto de fuga de la plaza es tan grande que solo por un pequeño pasillo los cientos de efectivos se escabullen a un ritmo que permite que el estribillo que no cesa –“son todos narcos”– sea capturado por cientos de cámaras.

Una imagen resulta conmovedora. Alberto, un hombre ciego, camina con un bastón en la mano derecha y la izquierda la lleva apoyada –para guiarse– en el hombro de Sergio, que avanza en silla de ruedas.

Alberto y Sergio.
Forman parte de un pequeño grupo que incluye a Ariel, que tiene síndrome de Down, Remigia en su andador eléctrico, integrante de la CTA, Julito, también ciego, Sol, Daniel. Marcela y Leonor los acompañan y llevan una pequeña bandera que dice “Unidos por la especial”, en referencia a la educación especial eliminada, calcula Leonor, en más de 20 escuelas porteñas. Alguien que ve a ese pequeño grupo manifestarse plantea una posibilidad: “Este pueblo es invencible”.

Alberto dice: “No podemos dejar que nos quiten los derechos, nos pisoteen como un trapo sucio en el fondo de una casa”. Sergio agrega: “Hoy encima, como vienen las elecciones, te dicen que te van a dar descuentos en los supermercados. Nos toman de idiotas. Pero así les va a ir”.
Sobre las estampas y el fernet
Cuando se va el último policía, la plaza celebra. Entonces empieza la marcha, como cada miércoles. Aparece una tercera fuerza –Policía de la Ciudad– que sólo armará un cordón sobre Sáenz Peña para que la marcha no siga hasta Plaza de Mayo.
Allí está Patricia, 68 años, de zona norte del conurbano, que le reparte estampitas de la Virgen María a los policías.

La sonrisa de Patricia, observada por la policía y por un «eternauta» de prensa.
Algunos se ríen, otros permanecen inmutables, y ella dice: “Necesitamos bendiciones. Prefiero confiar en la misericordia. Es una forma de decirle al Presidente que se está equivocando. Confiemos en que puede escuchar, ¿no? Escuchó el resultado de las elecciones, pero no está escuchando la calle. Hay que seguir viniendo. Y pedir por los derechos del pueblo”.
La insistencia sonriente de Patricia genera lo inesperado: varios policías aceptan la estampa de la Virgen y le agradecen. Nadie sabe muy bien cómo interpretar eso. Ella arquea las cejas: “No se pueden conocer los caminos de la misericordia”.
Un poco más allá hay una celebración de cumpleaños, con orquesta de bombos y trompetas, con baile de jubiladas y jubilados al ritmo de «como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar».
Selva, 65 años, vecina del barrio porteño de Floresta tiene una bandera argentina atada como capa, gorrito celeste y blanco, y un cartel que ranquea entre los más llamativos de la jornada:

Su situación –dice– es como la de cualquier otra jubilada: “Tengo la suerte de tener mi casa, un baño con agua caliente, mi comida calentita, pero la veo feo para mis hijos”. Por eso no se pierde un miércoles. Tampoco pierde el humor: “Toda mi vida traté de ser respetuosa. No me gusta venir y pelear con la policía. Pero no nos vamos a dejar asustar. A mi hermana y a mí nos tiraron con el hidrante en el invierno pero seguimos luchando”.
¿Cómo seguimos? “Hay que ir a votar. Cada uno sabe en qué momento estuvo mejor. Hay que luchar. Siempre con esto”, dice y señala su obra de arte sobre el fernet: “Con la palabra y la sonrisa”.


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Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Por Claudia Acuña
Empecemos por el final, que es el principio de todo.
La mujer lleva una remera blanca con la cara de una de las masacradas encima del pullover y resguardada por un chaleco negro. Sostiene la cabeza con una mano mientras con la otra se frota la mollera donde recibió el golpe de un palo. No está sentada, sino derrumbada en la silla cuando comienza a hablar. Lo que dice y cómo lo dice es lo revelador porque esa mezcla de aturdimiento e información es lo que define esta jornada en la que miles de personas se movilizaron para decir aquello que necesitábamos nombrar en voz alta.

“No sé cómo terminamos así, pero ahí estamos” arranca.
Su joven hija la observa en silencio.
“Tenía de la mano a los chicos que se subieron al micro… quisieron acompañar, pero son muy chicos… y las madres… bueno: eso no es lo que importa ahora. Son chicos: eso es lo que importa. Y está bien que vengan a la marcha porque es una manera… ya saben, de salir de toda la lógica que quieren imponerles… Siento que sus manos tiemblan… Ellos que siempre se muestran tan… tan como que nada los afecta… y estaban agarraditos a mi mano… siento eso y me doy cuenta que son nenes, que hay que cuidarlos y no sé si puedo… y los chicos se sueltan y ahora… ¿dónde están?
Repite:
¿Dónde están?
Suspira:
“No doy más”.
Llora.
La abrazo.
Un vaso de agua, un ibupirac para el golpe, un mate, el silencio que riega sus lágrimas.
Sigue:
“Queríamos llegar al micro y no podíamos: estábamos encerradas por la policía. Tiraban gases. Golpeaban. Y cuando logramos doblar no sé por qué calle (era Solís) aparece un pelotón de motos con policías y ahí es como que me perdí, no sabía para dónde ir… Estaba paralizada… lo único que pensaba era por qué… por qué”.
Su joven hija la ubica:
“Por el periodista que se estaba riendo de nosotras”.
Se refiere a un cronista de La Nación+ que tuvo un gesto hacia las mujeres y fue repudiado por las manifestantes, lo que justificó que la policía comenzara a golpear y arrojar gases a las familias de las víctimas.
La mujer sigue:
“También se ríen de nosotras en las redes, pero bueno: eso no es lo que importa ahora… Lo que importa… (cierra los ojos en un largo silencio) Ya está. Ya estoy en eje otra vez: lo que importa es que tenemos que volver al barrio”.
La mujer llama al chofer del micro: las están esperando en el edificio con la cara de Evita, la ubica.

Lo que se mueve
Tres chicas muy jóvenes y muy empobrecidas masacradas con crueldad lograron algo imposible: que la marcha la encabecen sus familias. Detrás, miles de nadies. En el cordón de protección, las travas y putas de Constitución, las heroínas anónimas de la economía social, las jóvenes no binaries que protagonizaron la primera rebelión antifascista en aquel febrero que parecía tan lejano. Muy detrás los kioscos –encabezados por el de Ni Una Menos– todavía por delante de los partidos y los sindicatos, pero eso hoy tampoco es lo importante. Lo que suma es el todo porque es lo impredecible para los criminales que ejercen su saña sobre cuerpos que creen socialmente descartables. Que así no lo sea es lo que hace único a este movimiento y a este país, todavía: eso es lo importante.
Hay muchas madres acompañadas por hijas de la edad de las víctimas, aun cuando sin duda no comparten esos destinos sociales. Le pregunto a una –Isabela, 15 años– qué sintió cuando leyó la noticia. “Miedo”. Su madre, Carolina, completa. “Por eso le dije que había que estar hoy acá: lo que saca el miedo es salir a la calle”.
Le pregunto a otra –Dina Sánchez, secretaria general de la UTEP– qué representa esta marcha: “Estamos expresando con mucha contundencia que está pasando algo gravísimo: avanza el narcotráfico y no pasa nada. Desaparecen el Estado y no pasa nada. Matan pibas ¿y no pasa nada? No: acá estamos”.

Dina Sánchez, de la UTEP.
Le pregunto a Bianca, militante de izquierda, cómo seguir después de esto: “Para mi tendría que seguir con asambleas en todos los lugares porque esta pelea es muy grande. Tenemos que juntarnos a pensar cómo dar la batalla no sólo a estos femicidios crueles, al narcotráfico y a la pobreza, que es la madre de todas estas batallas. De arriba no va a venir ninguna idea ni mucho menos, una solución”.

Le pregunto a Georgina Orellano –trabajadora sexual y secretaria general de Ammar– qué expresa esta marea, pero hoy prefiere no hablar. Solo repite por el pequeño megáfono –que es el único lujo de la organización de la marcha– los tres nombres que duelen:
Lara.
Morena.
Brenda.

Georgina lo gritará mil veces a lo largo de las diez cuadras que separan Plaza de Mayo del Congreso y todavía más alto cuando pasa delante de la bandera que sostiene el pequeño grupo de Mujeres Abolicionistas, la vieja cicatriz que divide esas aguas. Y aunque eso no sea hoy lo importante me tienta decirlo: la bandera proclama “Ninguna mujer nace para puta”, frase robada a la activista boliviana María Galindo, quien batalla desde hace añares por terminar con esa grieta apelando al realismo: sin políticas sociales el abolicionismo suena negacionista. ¿Significa afirmar esto estar a favor de la explotación sexual? No: significa Lara, Morena, Brenda, mutiladas en vivo por Instagram. El horror aniquila disputas teóricas. Es cruel realidad: abre preguntas nuevas que hay que comenzar a responder urgente y colectivamente.
Ya está.
Recuperemos el eje.

Lo importante hoy quedó claro cuando en las calles de la ciudad este Ni Una Menos representado –al fin– por los bordes más castigados gritó con voz propia lo que necesitábamos escuchar:
“Yo sabía,
yo sabía
que a los narcos
los protege la policía
¡y la justicia!”.
Luego, vino el final: las familias de las víctimas acorraladas por la policía.
Y esa mujer que, como todas, necesita nuestro abrazo.

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Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

El gobierno montó nuevamente una coreografía de represión buscando imágenes que ensamblen con la del presidente Javier Milei, su hermana Karina y el ministro Luis Caputo en Estados Unidos, alborozados por los tuits de Donald Trump y el nuevo endeudamiento del país. En Congreso pudo verse a lisiados marchando en sillas de ruedas, jubilados atacados y gaseados por la policía, la libertad de expresión en los carteles que dicen mucho más que los exmedios de comunicación. Reflexiones sobre préstamos y deudas y las primeras reacciones en la calle frente al triple femicidio de Lara, Brenda y Morena.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi
Fotos: Tadeo Bourbon / lavaca.org
“La timba de la city es la tumba del país”.
Podría ser una síntesis de esta época. Es un cartel que lleva Juan Manuel, jubilado de asistencia perfecta los miércoles. Dice que espera que hoy no haya gases ni represión. Lo dice por un cuidado colectivo, pero también por una necesidad personal. Muestra contento, feliz, una entrada que sacó al teatro (Sala Lugones, del San Martín, $4000) para ver “El gran desfile”, sobre la Primera Guerra Mundial. Sus carteles, como los de tantas jubiladas y jubilados suelen decir más sobre la actualidad del país que los editoriales y comentarios del experiodismo que fatiga los medios.

Pero sus deseos sobre un miércoles sereno no serán órdenes porque a los 10 minutos, por reloj, la Policía Federal y la Prefectura empiezan a reprimir, en una imagen que pareciera que las Fuerzas vinieron a buscar.
El saldo: varias personas gaseadas, dos demoradas (entre ellas, una mujer embarazada de dos meses) y dos heridas fuera de peligro trasladadas por el SAME: Mabel, jubilada de 64 años, enfermera de Malvinas, a quien le pegaron con un casco y su cabeza dio contra el asfalto; y Diego Gómez, comunicador, al que gasearon y le pegaron con un palo. A ambos los llevaron al Hospital Ramos Mejía y para hacerles estudios.

La Prefectura gaseando a jubilados.


Mabel golpeada por la policía. Fue enfermera en Malvinas.
Para la foto
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, otra vez montó una coreografía de represión, buscando una imagen de violencia en las calles que dialoga con la del presidente Javier Milei y el ministro de Economía Luis Caputo con la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, en Estados Unidos. La imagen llega también después de la reunión con Donald Trump, la noticia del swap de miles de millones de dólares de los que nada llega al país ni a su población, sino al esquema de vaciamiento financiero, con el agregado del supuesto pedido/orden de la Casa Blanca de que el gobierno retome el control político del Congreso.

Editorial sobre la actualidad argentina.
Por eso, en la previa de la marcha, algo de la disposición policial callejera olía extraño.
A diferencia de otros miércoles el vallado no cruzaba de punta a punta la plaza. El tránsito tampoco estaba cortado. Y la impronta Bullrich se veía en las fuerzas: el control de la calle estuvo a cargo de Prefectura y Policía Federal. Había gendarmes pero no intervinieron en la represión, que comenzó en Entre Ríos e Hipólito Yrigoyen, mientras un grupo de jubilados realizaba un semaforazo. Primero avanzó la Prefectura con violencia en el cuerpo a cuerpo con escudos frente al puñado de personas. Luego, cortaron el tránsito y colocaron las vallas, mientras desparramaron su gas tóxico sobre los manifestantes.




Teatro antidisturbio
Durante la marcha Juan Manuel, dudando sobre si ir o no al San Martín, analiza la economía argentina en este teatro antidisturbios: “El nuevo acuerdo con Estados Unidos potencia este circuito de guita en el que nos prestan y nos prestan, y solo nos queda más y más deuda que pagará el pueblo. Por eso siguen prestando. Es simple”.
Lo que más se escucha y se lee en la movilización de hoy está vinculado a la relación cada día más carnal con los Estados Unidos. Un señor espigado camina al grito de “vendepatria, Milei vende patria”. Otro hace lo mismo golpeando un jarrito de lata. Abundan los carteles alusivos: “cipayo”, “no faltan recursos, nos sobran ladrones”.

En la radio abierta, no van con vueltas: “Esta semana volvió a quedar claro que es un gobierno de transnacionales, que le sacaron las retenciones al campo mientras a nosotros nos tienen acá, dando vueltas en este marchódromo”. También hay carteles por el triple femicidio de las chicas de La Matanza: “Justicia por Lara, Brenda y Morena”.

Sin palabras
Una de las que vino a movilizarse es Amanda, que dice ser “barra y patotera”. Lo dice en el dorso de su guardapolvo blanco. Tiene 86 años y llega en bastón con un mantra que suelta al aire: “No nos han vencido; no nos han vencido”. Amanda dice que repite esto porque ya no tiene palabras para describir lo que ve. Que ya no quiere ni mencionar el apellido del presidente porque le hace mal a la salud. Señala su garganta y señala que le quedan atragantadas justo ahí. “A mi edad, pensé que ya había visto todo”.

Amanda cuenta que le gusta usar el diccionario y conocer palabras nuevas y que desde hace semanas tiene un pasatiempo: encontrar un adjetivo que encaje para describir a Javier Milei. “Pero ya se acabaron, no hay palabra que describa a este sinvergüenza que vino a sacarnos lo que no teníamos a los jubilados”. Amanda tiene 4 hijos. Uno de ellos está ahora en Hamburgo, Alemania, “puchereando”. Su hijo es músico, dice, y que se llama Ariel Prat. “Ambos estamos puchereando, él allá; y yo acá”.

El Himno al sol
Sobre avenida Rivadavia, tres jubilados y una jubilada en silla de ruedas van por el medio de la calle. Se detienen al sol y cantan el himno. Se emocionan. La Plaza, que había comenzado sin cortes de tránsito ni vallas, ahora está cercada y sin tránsito.

En otra postal del epílogo del miércoles, Zulema, de Jubilados Insurgentes, agarra el megáfono y dice a todos los vientos: «Ante la deuda externa que crece más y más, la única que nos queda es organizarnos cada vez más y más, no solo contra este gobierno sino contra todos los poderes que lo sostienen. Esto va a seguir, sea el gobierno que esté, y nos tiene que encontrar organizados y dispuestos a hacernos oir para que las cosas cambien».

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