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Adiós Mary, chau Milei

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Nuevo acto y marcha de jubiladas y jubilados reclamando por la motosierra aplicada a sus haberes. La policía de la Ciudad intentó detenerla, pero la manifestación partió de Congreso hasta llegar a Plaza de Mayo. La despedida a María Teresa López, la jubilada fallecida por la negativa del PAMI a brindarle tratamiento oncológico y las definiciones y reflexiones sobre el gobierno.  

Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos: Juan Valeiro 

“Milei, fracasaste, game over”.

Así dice el cartel que creó Carlos para la marcha de hoy. 

Una mujer lleva un papel en el que escribió a mano: “No soy terrorista. Soy jubilada pisoteada y humillada por este gobierno”. 

Adiós Mary, chau Milei

Golpes y gases. Esta vez, por parte de la policía de la Ciudad, que luego se retiró lo cual permitió que la marcha culminara sin incidente alguno.

Carlos, 72 años, argumenta en el mismo sentido: “Lleva 19 meses y no podemos nombrar ni dos medidas a favor de Argentina, en cultura, educación, salud, trabajo. Los capitales no llegan, los pibes hacen colas de 150 metros para un laburo de 500 lucas con suerte. No hizo nada por la sociedad”. 

Carlos vive con su pareja en Avellaneda, sur del conurbano. Sigue trabajando porque no le alcanza para sobrevivir. “Soy plomero y aunque tengo varios problemas de salud no puedo no trabajar. Los 300 mil pesos que gano no alcanzan para nada”. Cuenta que dejó “los gustitos” que se daba: alguna factura a la tarde, un yogur de vez en cuando. Pero lo que más lamenta no es eso: “Tuve que hacer más espaciosas las salidas con mis nietos. Es lo que más daño me hace. Este gobierno genera eso: mucho daño”. 

El malestar social crece y la acción de las jubiladas y jubilados es una muestra que se ratifica cada miércoles. Hoy al mediodía tomaron el PAMI en la provincia de Mendoza; por la tarde, en Buenos Aires, se concentraron como cada semana ante el Congreso. Esta vez, además, caminaron a Plaza de Mayo bajo la consigna “marcha anti represiva y contra el veto presidencial”. 

Adiós Mary, chau Milei

Geopolítica de la actualidad argentina, tras la vergonzosa intervención del supuesto futuro embajador norteamericano en Argentina, y el más vegonzoso silencio oficial al respecto.

También está presente el recuerdo de María Teresa López, la jubilada que murió este domingo de un cáncer terminal, mientras el gobierno le negaba acceso a sus medicamentos. 

Las comparaciones son ilustrativas

Las leyes aprobadas por el Senado hace dos semanas –suba de las jubilaciones, ley de moratoria previsional y emergencia en discapacidad– ya están en Casa Rosada y el Poder Ejecutivo debe promulgar o vetar la ley antes del 4 de agosto. Este lunes, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, afirmó: “No tenemos los recursos para pagar el aumento a jubilados”. De confirmarse el veto, para revertirlo, la oposición tendría que reunir dos tercios en cada cámara del Congreso.

Carlos opina: “Ya compraron que no salga el rechazo al veto, quedó claro con el acuerdo de De Loredo en Córdoba con la Libertad Avanza. Yo soy radical, y me duele un montón. Pero la lucha sigue. Vetará la ley, y nos seguirá teniendo acá, como cada miércoles”.

La jubilación mínima es de 379.000 pesos. Con el aumento votado en el senado se iría a 441.600. Un número muy distinto del sueldo mensual, por poner un caso, de Demian Reidel, titular de la empresa pública Nucleoeléctrica y quien hasta pocas horas era el jefe de Asesores de la presidencia: $14.134.792,15. 

O sea, 37 jubilaciones mínimas.

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No suele faltar el accionar policial contra quienes manifiestan.

¿Qué es el equilibrio? 

Antes de marchar se hace la habitual “radio abierta” frente al Congreso. Se habla de resistencia y de persistencia. De seguir en la calle para enfrentar el veto. De tener fuerza para lo que viene: “La motosierra que seguirá atacando”.

Hay una señora con una botella de agua en una mano y un libro en la otra, insultando a viva voz por la privatización de AySA (Agua y Saneamientos Argentinos). Hay trabajadores despedidos de las empresas Secco y Georgalos, y los que representan a los hospitales Garrahan y Posadas, en pleno conflicto salarial. Hay carteles contra el ministro de salud Mario Lugones. En otros casos las pancartas  exigen justicia por Pablo Grillo, el fotógrafo que sigue rehabilitándose tras ser baleado por Gendarmería el 12 de marzo pasado. También está Beatriz Blanco, la jubilada que aquel día fue golpeada y tirada al suelo por la Policía. 

Juan Manuel, 61 años, lleva un cartel que ahorra metáforas, calificando al presidente Milei como “paparulo” y sugiriendo con rima, dónde ubicar el veto. Ahonda en la opinión: “Dicen que no pueden aumentarnos para mantener el equilibrio fiscal y eso es una estupidez. En poquísimos países del mundo hay superávit fiscal porque ese no puede ser el eje del gobierno, sino que la gente viva bien, que no se muera de hambre”. 

¿Si el veto se confirma? “En octubre habrá que votar legisladores que defiendan al pueblo y nosotros estar en la calle, así de sencillo”.

Adiós Mary, chau Milei

Vacaciones de invierno

Empieza la marcha desde Congreso a Plaza de Mayo, primero por Rivadavia, luego por Avenida de Mayo. Cuatro cuadras entre jubilados y organizaciones de derechos humanos y sociales fluyen hasta la calle Salta, cuando un cordón de la Policía de la Ciudad impide el paso incluso por la vereda, rompiendo el protocolo implementado por Patricia Bullrich. 

Tras unos minutos de tensión y una lanzada de gas lacrimógeno por parte de la policía, con golpes a jubilados y reporteros gráficos, el cordón de uniformados se abre y la movilización continúa hasta la Casa Rosada. 

Dato no menor: la policía porteña es la única que actuó hoy, a diferencia de los miércoles anteriores en los que prevalecieron las fuerzas federales (Gendarmería, Prefectura, Aeroportuaria y la Federal). 

Durante la caminata se canta:

Se pensaban que nos habían cagado,

porque éramos unos viejos meados;

pero ahora, con lucha y con paciencia 

va creciendo la nueva resistencia…

Luche que se van, 

luche que se van. 

Lo escuchan muchas familias con infancias que pasean por la zona, en plenas vacaciones de invierno. Los chicos preguntan. Los grandes contestan. Todos miran. 

Las y los jubilados siguen cantando:

Qué lo vengan a ver, qué lo vengan a ver,

jubilados enseñan cómo luchar a la CGT. 

Adiós Mary, chau Milei

En la marcha se recordó el conflicto en el Hospial Garrahan.

Economía oncológica

Ana es de Barracas y tiene 74 años. Dice que no le recomienda a nadie ganar poquito más de 300 mil pesos. Ni tener un marido que tampoco llegue a los 400 mil, ni tener que alquilar con esas jubilaciones. Cuenta que le da aliento la rebeldía de los jubilados que entraron al PAMI de Mendoza a reclamar por la gratuidad de todos los medicamentos, y también la ilusiona la marcha de hoy, la más multitudinaria de los últimos miércoles. “Estamos empeñados en seguir adelante, necesitamos un gran cordobazo, una movilización que una a todas las personas que sufrimos las consecuencias de este gobierno”.

Al llegar a Plaza de Mayo se lee un documento consensuado por todas las organizaciones que integran la mesa de jubilados. En el acto se nombra, se homenajea y se llora a María Teresa López, jubilada que falleció el domingo a la madrugada, quien no recibía los remedios oncológicos, negados por el PAMI en modo motosierra. Tenía 67 años, integraba Jubilados Insurgentes y era asambleísta ambiental de su ciudad natal, Caleta Olivia, donde denunció la contaminación del agua por empresas petroleras.

“Para nosotros fue un ejemplo porque luchó hasta el último día de su vida”, plantea Zulema, compañera de lucha y de calle. Ella y sus compañeros y compañeras tienen un cartel que dice: “Justicia por Mary. Lugones y PAMI son responsables”. Zulema recuerda las protestas con Mary frente al PAMI. Muchas veces aceleraron algún trámite, pero el recorte brutal del gobierno la dejó sin medicamentos. 

“A pesar de que tenía un cáncer terminal, venía al Congreso todos los miércoles. La recordamos así, en la calle, porque nos da fuerza. Si ella en ese estado luchaba incansablemente, nosotros no podemos dejar esta pelea. Denunciamos al Estado, a Milei, a Lugones, y a todos los que están involucrados en el crimen de Mary y en este genocidio permanente ”. 

Adiós Mary, chau Milei

Uno de los grupos de jubilados, en Plaza de Mayo.

En el acto, al jubilado que recuerda a Mary se le quiebra la voz. Como en la ceremonia de las Madres todos los jueves, en esta misma Plaza, propone un coro:

–Mary, presente: ¡ahora!

–Y siempre.

–¡Ahora!

–Y siempre.

Se despiden. Un hombre se va gritando “¡Fuera Milei cagador!”. Todos se saludan. No hace falta aclarar que las personas más movilizadas de esta época no necesitan que nadie las convoque: el próximo miércoles, a más tardar, volverán a hacerse oír.   

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Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

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El acto de jubiladas y jubilados volvió a exhibir este miércoles la absurda represión contra personas que trabajaron toda la vida y se manifiestan pacíficamente ante la licuación brutal de sus ingresos. Tras los golpes, las fuerzas de Gendarmería, Prefectura y Policía Federal (que no parecen estar donde deberían), recibieron orden de retirada, mientras la gente celebraba otra batalla ganada. El acompañamiento de personas discapacitadas, la creatividad de los carteles, las estampitas de la Virgen y las teorías sobre el fernet para describir parte de la actualidad.

Por Lucas Pedulla y Sergio Ciancaglini

El horario de marcha de jubilados y jubiladas de todos los miércoles es a las 15 horas: a la hora señalada ya había un jubilado detenido –Julio Vargas, luego liberado– y una decena de heridos entre gases, palos y escudos. Por ejemplo Carlos, más conocido como Chaca, el mítico hincha de Chacarita Juniors, en un día en el que el gobierno había anunciado descuentos en supermercados: “Ni enterado, pero ya nadie les cree nada. Mirá”, dice y muestra sus brazos golpeados, su codo ensangrentado, el labio partido por un golpe. “Hoy de vuelta nos fajaron. Pero que hagan todo lo que quieran hacer, ya se van”.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Golpes en los brazos, el labio partido y la sonrisa de Carlos Chaca: las fuerzas de Bullrich terminaron yéndose mientras la gente celebraba.

Tapar a Espert

Las agresiones incluyeron a la Prefectura Naval y a la Gendarmería, ubicadas en Rivadavia y Callao para castigar a personas ancianas mientras las fronteras siguen siendo un colador por el que entran y escapan narcos, según se informa cada día.  

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Un total de 20 heridos, según mencionó el Centro Provincial por la Memoria.

Después de la represión, la escenografía del Congreso volvió a evidenciar su irracionalidad: el cordón de policías federales, prefectos y gendarmes circundaba la plazoleta y abarcaba dos cuadras. Es la segunda semana consecutiva en la que el despliegue del operativo queda a cargo de las fuerzas federales, luego de varios miércoles donde la única fuerza que se veía era la Policía de la Ciudad.

“Esto se llama Operativo No Rompan Las Pelotas”, define Lorenzo, 73 años, vecino del partido bonaerense de San Martín. “No quieren mostrar debilidad y quieren tapar a Espert. Tienen mil quilombos, y creen que esto a Bullrich le suma puntos para su campaña”.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

La marcha pacífica después de otra represión absurda. Gendarmería y Prefectura, ¿no deberían estar en otra parte?

Esa sumatoria todavía está por verse: alguien debió pensar algo distinto si hoy desistieron repentinamente de agredir a jubilados. El razonamiento de Lorenzo emparenta el despliegue policial con la candidatura de la ministra de Seguridad a una banca en el Senado, un lugar donde tendrá fueros que la podrían proteger ante un eventual avance en las causas por las diversas represiones que la tienen como la máxima responsable política, entre ellas el balazo que dejó al borde de la muerte al fotógrafo Pablo Grillo, hoy en rehabilitación.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Retenciones y fin de mes

A Lorenzo lo escucha Juan Manuel, uno de los tantos jubilados que redacta carteles que van marcando el ritmo de la época: lleva 115 frases anotadas en una libretita, ordenadas por fecha de creación. 

Hoy exhibe dos, que aquí registramos:

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet
Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Sobre esta última hipótesis, Juan Manuel hace un gesto con su mano derecha, como quien describe a algo que está rumbo a otra parte.  

Despidiendo policías

Los que primero parten, en este caso, son los efectivos (?) federales. La gente de a poco fue sobrepasando al cordón policial, empujándolos hacia la vereda, hasta que de alguna parte llegó la orden de abandonar el lugar.

La manifestación los despide cantando: “Son todos narcos”. Lo pesado de los trajes policiales, sus escudos, armas y tonfas, hace cada movimiento más robótico, y en muchos sentidos más absurdo. El vallado que separa el punto de fuga de la plaza es tan grande que solo por un pequeño pasillo los cientos de efectivos se escabullen a un ritmo que permite que el estribillo que no cesa –“son todos narcos”– sea capturado por cientos de cámaras. 

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Una imagen resulta conmovedora. Alberto, un hombre ciego, camina con un bastón en la mano derecha y la izquierda la lleva apoyada –para guiarse– en el hombro de Sergio, que avanza en silla de ruedas.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Alberto y Sergio.

Forman parte de un pequeño grupo que incluye a Ariel, que tiene síndrome de Down, Remigia en su andador eléctrico, integrante de la CTA, Julito, también ciego, Sol, Daniel. Marcela y Leonor los acompañan y llevan una pequeña bandera que dice “Unidos por la especial”, en referencia a la educación especial eliminada, calcula Leonor, en más de 20 escuelas porteñas. Alguien que ve a ese pequeño grupo manifestarse plantea una posibilidad: “Este pueblo es invencible”.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Alberto dice: “No podemos dejar que nos quiten los derechos, nos pisoteen como un trapo sucio en el fondo de una casa”. Sergio agrega: “Hoy encima, como vienen las elecciones, te dicen que te van a dar descuentos en los supermercados. Nos toman de idiotas. Pero así les va a ir”.

Sobre las estampas y el fernet

Cuando se va el último policía, la plaza celebra. Entonces empieza la marcha, como cada miércoles. Aparece una tercera fuerza –Policía de la Ciudad– que sólo armará un cordón sobre Sáenz Peña para que la marcha no siga hasta Plaza de Mayo.

Allí está Patricia, 68 años, de zona norte del conurbano, que le reparte estampitas de la Virgen María a los policías.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

La sonrisa de Patricia, observada por la policía y por un «eternauta» de prensa.

Algunos se ríen, otros permanecen inmutables, y ella dice: “Necesitamos bendiciones. Prefiero confiar en la misericordia. Es una forma de decirle al Presidente que se está equivocando. Confiemos en que puede escuchar, ¿no? Escuchó el resultado de las elecciones, pero no está escuchando la calle. Hay que seguir viniendo. Y pedir por los derechos del pueblo”. 

La insistencia sonriente de Patricia genera lo inesperado: varios policías aceptan la estampa de la Virgen y le agradecen. Nadie sabe muy bien cómo interpretar eso. Ella arquea las cejas: “No se pueden conocer los caminos de la misericordia”.

Un poco más allá hay una celebración de cumpleaños, con orquesta de bombos y trompetas, con baile de jubiladas y jubilados al ritmo de «como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar».

Selva, 65 años, vecina del barrio porteño de Floresta tiene una bandera argentina atada como capa, gorrito celeste y blanco, y un cartel que ranquea entre los más llamativos de la jornada:

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet


Su situación –dice– es como la de cualquier otra jubilada: “Tengo la suerte de tener mi casa, un baño con agua caliente, mi comida calentita, pero la veo feo para mis hijos”. Por eso no se pierde un miércoles. Tampoco pierde el humor: “Toda mi vida traté de ser respetuosa. No me gusta venir y pelear con la policía. Pero no nos vamos a dejar asustar. A mi hermana y a mí nos tiraron con el hidrante en el invierno pero seguimos luchando”.

¿Cómo seguimos? “Hay que ir a votar. Cada uno sabe en qué momento estuvo mejor. Hay que luchar. Siempre con esto”, dice y señala su obra de arte sobre el fernet: “Con la palabra y la sonrisa”.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

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Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

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Por Claudia Acuña

Empecemos por el final, que es el principio de todo.

La mujer lleva una remera blanca con la cara de una de las masacradas encima del pullover y resguardada por un chaleco negro. Sostiene la cabeza con una mano mientras con la otra se frota la mollera donde recibió el golpe de un palo. No está sentada, sino derrumbada en la silla cuando comienza a hablar. Lo que dice y cómo lo dice es lo revelador porque esa mezcla de aturdimiento e información es lo que define esta jornada en la que miles de personas se movilizaron para decir aquello que necesitábamos nombrar en voz alta.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

“No sé cómo terminamos así, pero ahí estamos” arranca.

Su joven hija la observa en silencio.

“Tenía de la mano a los chicos que se subieron al micro… quisieron acompañar, pero son muy chicos… y las madres… bueno: eso no es lo que importa ahora. Son chicos: eso es lo que importa. Y está bien que vengan a la marcha porque es una manera… ya saben, de salir de toda la lógica que quieren imponerles… Siento que sus manos tiemblan… Ellos que siempre se muestran tan… tan como que nada los afecta… y estaban agarraditos a mi mano… siento eso y me doy cuenta que son nenes, que hay que cuidarlos y no sé si puedo… y los chicos se sueltan y ahora… ¿dónde están?

Repite:

¿Dónde están?

Suspira:

“No doy más”.

Llora.

La abrazo.

Un vaso de agua, un ibupirac para el golpe, un mate, el silencio que riega sus lágrimas.

Sigue:

“Queríamos llegar al micro y no podíamos: estábamos encerradas por la policía. Tiraban gases. Golpeaban. Y cuando logramos doblar no sé por qué calle (era Solís) aparece un pelotón de motos con policías y ahí es como que me perdí, no sabía para dónde ir… Estaba paralizada… lo único que pensaba era por qué… por qué”.

Su joven hija la ubica:

“Por el periodista que se estaba riendo de nosotras”.

Se refiere a un cronista de La Nación+ que tuvo un gesto hacia las mujeres y fue repudiado por las manifestantes, lo que justificó que la policía comenzara a golpear y arrojar gases a las familias de las víctimas.

La mujer sigue:

“También se ríen de nosotras en las redes, pero bueno: eso no es lo que importa ahora… Lo que importa… (cierra los ojos en un largo silencio) Ya está. Ya estoy en eje otra vez: lo que importa es que tenemos que volver al barrio”.

La mujer llama al chofer del micro: las están esperando en el edificio con la cara de Evita, la ubica.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Lo que se mueve

Tres chicas muy jóvenes y muy empobrecidas masacradas con crueldad lograron algo imposible: que la marcha la encabecen sus familias. Detrás, miles de nadies. En el cordón de protección, las travas y putas de Constitución, las heroínas anónimas de la economía social, las jóvenes no binaries que protagonizaron la primera rebelión antifascista en aquel febrero que parecía tan lejano. Muy detrás los kioscos –encabezados por el de Ni Una Menos– todavía por delante de los partidos y los sindicatos, pero eso hoy tampoco es lo importante. Lo que suma es el todo porque es lo impredecible para los criminales que ejercen su saña sobre cuerpos que creen socialmente descartables. Que así no lo sea es lo que hace único a este movimiento y a este país, todavía: eso es lo importante.

Hay muchas madres acompañadas por hijas de la edad de las víctimas, aun cuando sin duda no comparten esos destinos sociales. Le pregunto a una –Isabela, 15 años– qué sintió cuando leyó la noticia. “Miedo”. Su madre, Carolina, completa. “Por eso le dije que había que estar hoy acá: lo que saca el miedo es salir a la calle”.

Le pregunto a otra –Dina Sánchez, secretaria general de la UTEP– qué representa esta marcha: “Estamos expresando con mucha contundencia que está pasando algo gravísimo: avanza el narcotráfico y no pasa nada. Desaparecen el Estado y no pasa nada. Matan pibas ¿y no pasa nada? No: acá estamos”.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Dina Sánchez, de la UTEP.

Le pregunto a Bianca, militante de izquierda, cómo seguir después de esto: “Para mi tendría que seguir con asambleas en todos los lugares porque esta pelea es muy grande. Tenemos que juntarnos a pensar cómo dar la batalla no sólo a estos femicidios crueles, al narcotráfico y a la pobreza, que es la madre de todas estas batallas. De arriba no va a venir ninguna idea ni mucho menos, una solución”.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Le pregunto a Georgina Orellano –trabajadora sexual y secretaria general de Ammar– qué  expresa esta marea, pero hoy prefiere no hablar. Solo repite por el pequeño megáfono –que es el único lujo de la organización de la marcha– los tres nombres que duelen:

Lara.

Morena.

Brenda.

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Georgina lo gritará mil veces a lo largo de las diez cuadras que separan Plaza de Mayo del Congreso y todavía más alto cuando pasa delante de la bandera que sostiene el pequeño grupo de Mujeres Abolicionistas, la vieja cicatriz que divide esas aguas. Y aunque eso no sea hoy lo importante me tienta decirlo: la bandera proclama “Ninguna mujer nace para puta”, frase robada a la activista boliviana María Galindo, quien batalla desde hace añares por terminar con esa grieta apelando al realismo: sin políticas sociales el abolicionismo suena negacionista. ¿Significa afirmar esto estar a favor de la explotación sexual? No: significa Lara, Morena, Brenda, mutiladas en vivo por Instagram. El horror aniquila disputas teóricas. Es cruel realidad: abre preguntas nuevas que hay que comenzar a responder urgente y colectivamente.

Ya está.

Recuperemos el eje.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Lo importante hoy quedó claro cuando en las calles de la ciudad este Ni Una Menos representado –al fin– por los bordes más castigados gritó con voz propia lo que necesitábamos escuchar:

“Yo sabía,

yo sabía

que a los narcos

los protege la policía

¡y la justicia!”.

Luego, vino el final: las familias de las víctimas acorraladas por la policía.

Y esa mujer que, como todas, necesita nuestro abrazo.

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Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

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El gobierno montó nuevamente una coreografía de represión buscando imágenes que ensamblen con la del presidente Javier Milei, su hermana Karina y el ministro Luis Caputo en Estados Unidos, alborozados por los tuits de Donald Trump y el nuevo endeudamiento del país. En Congreso pudo verse a lisiados marchando en sillas de ruedas, jubilados atacados y gaseados por la policía, la libertad de expresión en los carteles que dicen mucho más que los exmedios de comunicación. Reflexiones sobre préstamos y deudas y las primeras reacciones en la calle frente al triple femicidio de Lara, Brenda y Morena.

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi

Fotos: Tadeo Bourbon / lavaca.org

“La timba de la city es la tumba del país”.

Podría ser una síntesis de esta época. Es un cartel que lleva Juan Manuel, jubilado de asistencia perfecta los miércoles. Dice que espera que hoy no haya gases ni represión. Lo dice por un cuidado colectivo, pero también por una necesidad personal. Muestra contento, feliz, una entrada que sacó al teatro (Sala Lugones, del San Martín, $4000) para ver “El gran desfile”, sobre la Primera Guerra Mundial.  Sus carteles, como los de tantas jubiladas y jubilados suelen decir más sobre la actualidad del país que los editoriales y comentarios del experiodismo que fatiga los medios.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Pero sus deseos sobre un miércoles sereno no serán órdenes porque a los 10 minutos, por reloj, la Policía Federal y la Prefectura empiezan a reprimir, en una imagen que pareciera que las Fuerzas vinieron a buscar.

El saldo: varias personas gaseadas, dos demoradas (entre ellas, una mujer embarazada de dos meses) y dos heridas fuera de peligro trasladadas por el SAME: Mabel, jubilada de 64 años, enfermera de Malvinas, a quien le pegaron con un casco y su cabeza dio contra el asfalto; y Diego Gómez, comunicador, al que gasearon y le pegaron con un palo. A ambos los llevaron al Hospital Ramos Mejía y para hacerles estudios. 

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

La Prefectura gaseando a jubilados.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Mabel golpeada por la policía. Fue enfermera en Malvinas.

Para la foto

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, otra vez montó una coreografía de represión, buscando una imagen de violencia en las calles que dialoga con la del presidente Javier Milei y el ministro de Economía Luis Caputo con la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, en Estados Unidos. La imagen llega también después de la reunión con Donald Trump, la noticia del swap de miles de millones de dólares de los que nada llega al país ni a su población, sino al esquema de vaciamiento financiero, con el agregado del supuesto pedido/orden de la Casa Blanca de que el gobierno retome el control político del Congreso.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Editorial sobre la actualidad argentina.

Por eso, en la previa de la marcha, algo de la disposición policial callejera olía extraño.

A diferencia de otros miércoles el vallado no cruzaba de punta a punta la plaza. El tránsito tampoco estaba cortado. Y la impronta Bullrich se veía en las fuerzas: el control de la calle estuvo a cargo de Prefectura y Policía Federal. Había gendarmes pero no intervinieron en la represión, que comenzó en Entre Ríos e Hipólito Yrigoyen, mientras un grupo de jubilados realizaba un semaforazo. Primero avanzó la Prefectura con violencia en el cuerpo a cuerpo con escudos frente al puñado de personas. Luego, cortaron el tránsito y colocaron las vallas, mientras desparramaron su gas tóxico sobre los manifestantes. 

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Teatro antidisturbio

Durante la marcha Juan Manuel, dudando sobre si ir o no al San Martín, analiza la economía argentina en este teatro antidisturbios: “El nuevo acuerdo con Estados Unidos potencia este circuito de guita en el que nos prestan y nos prestan, y solo nos queda más y más deuda que pagará el pueblo. Por eso siguen prestando. Es simple”.

Lo que más se escucha y se lee en la movilización de hoy está vinculado a la relación cada día más carnal con los Estados Unidos. Un señor espigado camina al grito de “vendepatria, Milei vende patria”. Otro hace lo mismo golpeando un jarrito de lata. Abundan los carteles alusivos: “cipayo”, “no faltan recursos, nos sobran ladrones”.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

En la radio abierta, no van con vueltas: “Esta semana volvió a quedar claro que es un gobierno de transnacionales, que le sacaron las retenciones al campo mientras a nosotros nos tienen acá, dando vueltas en este marchódromo”. También hay carteles por el triple femicidio de las chicas de La Matanza: “Justicia por Lara, Brenda y Morena”.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Sin palabras

Una de las que vino a movilizarse es Amanda, que dice ser “barra y patotera”. Lo dice en el dorso de su guardapolvo blanco. Tiene 86 años y llega en bastón con un mantra que suelta al aire: “No nos han vencido; no nos han vencido”. Amanda dice que repite esto porque ya no tiene palabras para describir lo que ve. Que ya no quiere ni mencionar el apellido del presidente porque le hace mal a la salud. Señala su garganta y señala que le quedan atragantadas justo ahí. “A mi edad, pensé que ya había visto todo”. 

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Amanda cuenta que le gusta usar el diccionario y conocer palabras nuevas y que desde hace semanas tiene un pasatiempo: encontrar un adjetivo que encaje para describir a Javier Milei. “Pero ya se acabaron, no hay palabra que describa a este sinvergüenza que vino a sacarnos lo que no teníamos a los jubilados”. Amanda tiene 4 hijos. Uno de ellos está ahora en Hamburgo, Alemania, “puchereando”. Su hijo es músico, dice, y que se llama Ariel Prat. “Ambos estamos puchereando, él allá; y yo acá”.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

El Himno al sol

Sobre avenida Rivadavia, tres jubilados y una jubilada en silla de ruedas van por el medio de la calle. Se detienen al sol y cantan el himno. Se emocionan. La Plaza, que había comenzado sin cortes de tránsito ni vallas, ahora está cercada y sin tránsito.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

En otra postal del epílogo del miércoles, Zulema, de Jubilados Insurgentes, agarra el megáfono y dice a todos los vientos: «Ante la deuda externa que crece más y más, la única que nos queda es organizarnos cada vez más y más, no solo contra este gobierno sino contra todos los poderes que lo sostienen. Esto va a seguir, sea el gobierno que esté, y nos tiene que encontrar organizados y dispuestos a hacernos oir para que las cosas cambien».

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva
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