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Los jubilados no compran $LIBRA

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La marcha de jubiladas y jubilados de este miércoles sufrió embates con el característico entusiasmo de la Policía Federal, acompañada por la Prefectura y el Grupo de Acción Motorizada, pero logró desbordar esa represión y al protocolo de Patricia Bullrich para dar la vuelta al Congreso. La Comisión por la Memoria contabilizó 20 heridos y dos detenciones, presenciadas por lavaca. Detalles y voces de un miércoles en el que se habló del  criptogate y de estafas mucho mayores.

Por Sergio Ciancaglini

Había más gente que de costumbre en la marcha de este 19 de febrero, expresándose con carteles. Ejemplos:

“Gilada del mundo, uníos”, con el corolario de $LIBRA y la Casa Rosada.

“Comprá la Memecoin del almacén Don Manolo”, graffiti con la imagen de Manolito como homenaje a Quino.

“Milei soy jubilado. Me quitaste dinero, remedios, comida, pero no podés quitarme la dignidad de luchar”.

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La marcha cuando pudo desbordar el bloqueo organizado por la policía. (Fotos: Catalina Distéfano/lavaca.org).

Se sumaron grupos de los hospitales Posadas y Bonaparte y de distintas empresas en conflicto, y llegaron también participantes de la Asamblea Antifascista y Antirracista que colmó el centro con su marcha del 1º de febrero.

Miguel estaba con la pancarta convocando a la unidad de los giles: “Esto de las cripto es una desgracia anunciada. Para mí el país vive un choreo genético. Lo anunció Darwin. Viene de familia. Milei, Macri, Caputo. Pero bueno, creo que tiene que haber mucha más movilización, y permanente, porque están hundiendo al país. Y la estafa que hizo Milei con las criptomonedas, al lado de la estafa que están haciendo con las jubilaciones, es un poroto”.

La referencia de Miguel fue tanto por la reducción violena de los haberes de los jubilados desde 2024, a la noticia económica de estos días: “Están usando los fondos de las jubilaciones del Ansés para frenar la suba del dólar que se les estaba viniendo por el escándalo de las criptomonedas”.   

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No solo jubilados apoyaron la marcha. (Fotos: Catalina Distéfano/lavaca.org).

“Está difícil la esperanza”

La policía comenzaba a tratar de limitar la presencia de manifestantes en la vereda. Allí estaba Lara: “Soy independiente autoconvocada vengo acá con compañeros de las asambleas barriales como la de Boedo y de la Asamblea Antifascista Antirracista LGTBIQ. Yo había venido ya todo el año pasado y siempre que puedo con la comisión de jubilades. Hoy se sumaron un montón de organizaciones. Hay algo de la unidad que se puede ver que es esperanzador, dentro de todo lo terrible que está pasando. Lo de la criptomoneda es una crisis, pero también pasa que después de esta crisis política no nos animamos a nombrar lo que viene después si se va Milei. Entonces tenemos que unirnos porque se están jugando muchas cosas. Hay que armar nexos. Los jubilados vinieron a nuestra asamblea. Es muy confuso todo, pero lo único que tengo claro es que hay que estar en la calle. Está difícil la esperanza, pero la alimentamos uniéndonos”.

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Guerra contra los + 80

La policía seguía intentando empujar la manifestación contra las paredes. Pertrechados como para una guerra,  aplicaron valerosamente gas pimienta a la cara de jubilados octogenarios y de mujeres jóvenes. Algunos de los efectivos parecían haber acumulado su talle XL tras posible acumulación de consumo problemático de pizzas, pero no abandonaban su tarea. La gente cantaba: “Unidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode”. Pasaban automovilistas que hacían sonar sus bocinas al son de las consignas de la manifestación.

Sin que se comprendiera bien por qué, la policía efectuó dos detenciones a personas que acompañaban el reclamo de los jubilados: Matías Márquez y Vícente Oscar Pereyra. En el caso de Pereyra, alcanzó a entenderse que es un hombre en situación de calle en la zona de Parque Chacabuco. La policía le dio a tomar agua tras agredirlo con gas pimienta, antes de introducirlo junto a Márquez en un camión celular sin informar hasta ese momento a qué comisaría los llevaban.

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Una de las jóvenes agredidas: la policía le arrojó gas pimienta en el rostro. (Fotos: Catalina Distéfano/lavaca.org).

La marcha de todos modos logró desbordar a la policía instalada sobre Rivadavia, entre el Congreso y su Anexo, y lanzarse por la calle Riobamba cantando «Paso a paso, se viene el jubilazo». Se interrumpió absolutamente el tránsito por esa calle. La canción: “Fuera yuta, fuera», con referencias menos musicales a las señoras madres de los y las uniformadas.

Y una canción clásica dedicada a las denominadas fuerzas del orden: “Qué feo debe ser, pegarle a jubilados para poder comer”.  

Luego de Riobamba la marcha giró a la izquierda por Hipólito Yrigoyen. La policía decidió detener las agresiones y se dedicó a desviar el tránsito que venía por Entre Ríos. La marcha completó la vuelta y llegó a la esquina del Congreso de Rivadavia y Callao, agitando las banderas e impidiendo el tránsito. Una jubilada agitaba una bandera y cantaba sola, pero feliz: “Qué boludos, el protocolo se lo meten en el culo”.

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Entre destrucción y distracción

Virginia iba hablando con sus compañeras de Jubiladas Insurgentes. “La marcha me pareció genial por la presencia de organizaciones de trabajadores despedidos como Shell, Pilkington, la gente de los hospitales Garrahan, Bonaparte y Posadas, hizo que fuera una convocatoria que es directamente proporcional a la represión irracional que mandaron. Con gente armada y un despliegue magnífico que significa gastar un montón de plata para atacar y reprimir a jubilados que marchamos siempre pacíficamente. Sin embargo atacaron, golpeando y con gas pimienta contra personas mayores que solo estamos expresándonos”.

Explica el movimiento que se notó en la calle: “De alguna manera les ganamos ocupar la avenida Rivadavia, luego Combate de los Pozos, Yrigoyen y Callao. Por eso cantábamos: ‘la calle es nuestra’. ¿De quién va a ser si no es de la ciudadanía?”.

Los jubilados no compran $LIBRA

Integrantes de la Asamblea Autoconvocada de Boedo y la Asamblea Antifascista Antirracista LGTBIQ+. (Fotos: Catalina Distéfano/lavaca.org).

Virginia ríe ante la consulta sobre si compró $LIBRA: “Con la jubilación que pagan no llegamos a pagar la comida de fin de mes. Esa es la gran estafa que le han hecho a millones de personas a las que les disolvieron sus ingresos”. Es enfermera y fue educadora clínica en una empresa norteamericana antes de jubilarse. Su mirada sobre  Milei: “No lo creo un loco, pero tiene un perfil psicopático muy evidente. No registra culpa, no registra error. En términos porteños, me parece además una persona trucha”.

Los jubilados no compran $LIBRA

La policía en actitud de ataque para agredir a los manifestantes.

Pero Virginia tiene una duda: “En estos días todos los medios estánhablando de la estafa con las criptomonedas. Y yo no sé si no termina siendo también un modo de tapar y distraernos de otras cosas. Por ejemplo, se acaba de saber que este enero cayó el consumo de la sociedad un 10,6% con respecto a enero de 2024. Hace un año fue un desastre, porque veníamos de dos meses de inflación terrible, por culpa también de Milei: diciembre del 2023 había sido el 25% y enero 2024 fue 20%. La caída del consumo fue brutal. Pero este enero fue todavía peor, por la pobreza a la que nos están sometiendo”. A eso también agrega la novedad del denunciado uso de los fondos de las jubilaciones por parte del gobierno para mantener controlado el dólar, frente a la inestabilidad generada por el escándalo de la estafa con $LIBRA.

Los jubilados no compran $LIBRA

Otro dato de la crisis: el llamado “índice de ingreso disponible” estudia cuánto dinero queda del ingreso de cada persona después de haber pagado gastos como alimento, vivienda, agua, luz, gas, expensas y transporte público. Ese índice muestra que la caída promedio fue del 18%, pero en los sectores más pobres llega al 25% menos, a lo largo de 2024.

Raúl dijo a lavaca que fue positivo el saldo de la manifestación: “Conseguimos dar la vuela al Congreso y no pudieron imponernos el Protocolo de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich que busca evitar que estemos en la calle. No lo logaron, aunque reprimieron bastante” cuenta, como resignado a esa violencia de la policía hacia la sociedad.   

“No compré criptomonedas” dice también riéndose. “Lo que pasa es esto: para mí y para tanta gente, no es una sorpresa que Javier Milei haga esta cosas que son destrucción de la economía y del trabajo, y además corrupción. Milei es la casta. Ahora lo que hay que ver es qué ocurre con gente que lo apoyó, tal vez engañada o confundida”.

¿Y qué va a pasar? “No sé, lo único que te puedo asegurar es que vamos a seguir peleando por lo que es justo, y estoy convencido de que cada vez vamos a ser más”.

Arrancó la marcha: “Paso a paso se viene el jubilazo”

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-02-19T21:08:57.614Z

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Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

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El acto de jubiladas y jubilados volvió a exhibir este miércoles la absurda represión contra personas que trabajaron toda la vida y se manifiestan pacíficamente ante la licuación brutal de sus ingresos. Tras los golpes, las fuerzas de Gendarmería, Prefectura y Policía Federal (que no parecen estar donde deberían), recibieron orden de retirada, mientras la gente celebraba otra batalla ganada. El acompañamiento de personas discapacitadas, la creatividad de los carteles, las estampitas de la Virgen y las teorías sobre el fernet para describir parte de la actualidad.

Por Lucas Pedulla y Sergio Ciancaglini

Fotos: Juan Valeiro/ lavaca.org

El horario de marcha de jubilados y jubiladas de todos los miércoles es a las 15 horas: a la hora señalada ya había un jubilado detenido –Julio Vargas, luego liberado– y una decena de heridos entre gases, palos y escudos. Por ejemplo Carlos, más conocido como Chaca, el mítico hincha de Chacarita Juniors, en un día en el que el gobierno había anunciado descuentos en supermercados: “Ni enterado, pero ya nadie les cree nada. Mirá”, dice y muestra sus brazos golpeados, su codo ensangrentado, el labio partido por un golpe. “Hoy de vuelta nos fajaron. Pero que hagan todo lo que quieran hacer, ya se van”.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Golpes en los brazos, el labio partido y la sonrisa de Carlos Chaca: las fuerzas de Bullrich terminaron yéndose mientras la gente celebraba.

Tapar a Espert

Las agresiones incluyeron a la Prefectura Naval y a la Gendarmería, ubicadas en Rivadavia y Callao para castigar a personas ancianas mientras las fronteras siguen siendo un colador por el que entran y escapan narcos, según se informa cada día.  

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Un total de 20 heridos, según mencionó el Centro Provincial por la Memoria.

Después de la represión, la escenografía del Congreso volvió a evidenciar su irracionalidad: el cordón de policías federales, prefectos y gendarmes circundaba la plazoleta y abarcaba dos cuadras. Es la segunda semana consecutiva en la que el despliegue del operativo queda a cargo de las fuerzas federales, luego de varios miércoles donde la única fuerza que se veía era la Policía de la Ciudad.

“Esto se llama Operativo No Rompan Las Pelotas”, define Lorenzo, 73 años, vecino del partido bonaerense de San Martín. “No quieren mostrar debilidad y quieren tapar a Espert. Tienen mil quilombos, y creen que esto a Bullrich le suma puntos para su campaña”.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

La marcha pacífica después de otra represión absurda. Gendarmería y Prefectura, ¿no deberían estar en otra parte?

Esa sumatoria todavía está por verse: alguien debió pensar algo distinto si hoy desistieron repentinamente de agredir a jubilados. El razonamiento de Lorenzo emparenta el despliegue policial con la candidatura de la ministra de Seguridad a una banca en el Senado, un lugar donde tendrá fueros que la podrían proteger ante un eventual avance en las causas por las diversas represiones que la tienen como la máxima responsable política, entre ellas el balazo que dejó al borde de la muerte al fotógrafo Pablo Grillo, hoy en rehabilitación.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Retenciones y fin de mes

A Lorenzo lo escucha Juan Manuel, uno de los tantos jubilados que redacta carteles que van marcando el ritmo de la época: lleva 115 frases anotadas en una libretita, ordenadas por fecha de creación. 

Hoy exhibe dos, que aquí registramos:

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet
Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Sobre esta última hipótesis, Juan Manuel hace un gesto con su mano derecha, como quien describe a algo que está rumbo a otra parte.  

Despidiendo policías

Los que primero parten, en este caso, son los efectivos (?) federales. La gente de a poco fue sobrepasando al cordón policial, empujándolos hacia la vereda, hasta que de alguna parte llegó la orden de abandonar el lugar.

La manifestación los despide cantando: “Son todos narcos”. Lo pesado de los trajes policiales, sus escudos, armas y tonfas, hace cada movimiento más robótico, y en muchos sentidos más absurdo. El vallado que separa el punto de fuga de la plaza es tan grande que solo por un pequeño pasillo los cientos de efectivos se escabullen a un ritmo que permite que el estribillo que no cesa –“son todos narcos”– sea capturado por cientos de cámaras. 

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Una imagen resulta conmovedora. Alberto, un hombre ciego, camina con un bastón en la mano derecha y la izquierda la lleva apoyada –para guiarse– en el hombro de Sergio, que avanza en silla de ruedas.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Alberto y Sergio.

Forman parte de un pequeño grupo que incluye a Ariel, que tiene síndrome de Down, Remigia en su andador eléctrico, integrante de la CTA, Julito, también ciego, Sol, Daniel. Marcela y Leonor los acompañan y llevan una pequeña bandera que dice “Unidos por la especial”, en referencia a la educación especial eliminada, calcula Leonor, en más de 20 escuelas porteñas. Alguien que ve a ese pequeño grupo manifestarse plantea una posibilidad: “Este pueblo es invencible”.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Alberto dice: “No podemos dejar que nos quiten los derechos, nos pisoteen como un trapo sucio en el fondo de una casa”. Sergio agrega: “Hoy encima, como vienen las elecciones, te dicen que te van a dar descuentos en los supermercados. Nos toman de idiotas. Pero así les va a ir”.

Sobre las estampas y el fernet

Cuando se va el último policía, la plaza celebra. Entonces empieza la marcha, como cada miércoles. Aparece una tercera fuerza –Policía de la Ciudad– que sólo armará un cordón sobre Sáenz Peña para que la marcha no siga hasta Plaza de Mayo.

Allí está Patricia, 68 años, de zona norte del conurbano, que le reparte estampitas de la Virgen María a los policías.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

La sonrisa de Patricia, observada por la policía y por un «eternauta» de prensa.

Algunos se ríen, otros permanecen inmutables, y ella dice: “Necesitamos bendiciones. Prefiero confiar en la misericordia. Es una forma de decirle al Presidente que se está equivocando. Confiemos en que puede escuchar, ¿no? Escuchó el resultado de las elecciones, pero no está escuchando la calle. Hay que seguir viniendo. Y pedir por los derechos del pueblo”. 

La insistencia sonriente de Patricia genera lo inesperado: varios policías aceptan la estampa de la Virgen y le agradecen. Nadie sabe muy bien cómo interpretar eso. Ella arquea las cejas: “No se pueden conocer los caminos de la misericordia”.

Un poco más allá hay una celebración de cumpleaños, con orquesta de bombos y trompetas, con baile de jubiladas y jubilados al ritmo de «como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar».

Selva, 65 años, vecina del barrio porteño de Floresta tiene una bandera argentina atada como capa, gorrito celeste y blanco, y un cartel que ranquea entre los más llamativos de la jornada:

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet


Su situación –dice– es como la de cualquier otra jubilada: “Tengo la suerte de tener mi casa, un baño con agua caliente, mi comida calentita, pero la veo feo para mis hijos”. Por eso no se pierde un miércoles. Tampoco pierde el humor: “Toda mi vida traté de ser respetuosa. No me gusta venir y pelear con la policía. Pero no nos vamos a dejar asustar. A mi hermana y a mí nos tiraron con el hidrante en el invierno pero seguimos luchando”.

¿Cómo seguimos? “Hay que ir a votar. Cada uno sabe en qué momento estuvo mejor. Hay que luchar. Siempre con esto”, dice y señala su obra de arte sobre el fernet: “Con la palabra y la sonrisa”.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

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Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

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Por Claudia Acuña

Empecemos por el final, que es el principio de todo.

La mujer lleva una remera blanca con la cara de una de las masacradas encima del pullover y resguardada por un chaleco negro. Sostiene la cabeza con una mano mientras con la otra se frota la mollera donde recibió el golpe de un palo. No está sentada, sino derrumbada en la silla cuando comienza a hablar. Lo que dice y cómo lo dice es lo revelador porque esa mezcla de aturdimiento e información es lo que define esta jornada en la que miles de personas se movilizaron para decir aquello que necesitábamos nombrar en voz alta.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

“No sé cómo terminamos así, pero ahí estamos” arranca.

Su joven hija la observa en silencio.

“Tenía de la mano a los chicos que se subieron al micro… quisieron acompañar, pero son muy chicos… y las madres… bueno: eso no es lo que importa ahora. Son chicos: eso es lo que importa. Y está bien que vengan a la marcha porque es una manera… ya saben, de salir de toda la lógica que quieren imponerles… Siento que sus manos tiemblan… Ellos que siempre se muestran tan… tan como que nada los afecta… y estaban agarraditos a mi mano… siento eso y me doy cuenta que son nenes, que hay que cuidarlos y no sé si puedo… y los chicos se sueltan y ahora… ¿dónde están?

Repite:

¿Dónde están?

Suspira:

“No doy más”.

Llora.

La abrazo.

Un vaso de agua, un ibupirac para el golpe, un mate, el silencio que riega sus lágrimas.

Sigue:

“Queríamos llegar al micro y no podíamos: estábamos encerradas por la policía. Tiraban gases. Golpeaban. Y cuando logramos doblar no sé por qué calle (era Solís) aparece un pelotón de motos con policías y ahí es como que me perdí, no sabía para dónde ir… Estaba paralizada… lo único que pensaba era por qué… por qué”.

Su joven hija la ubica:

“Por el periodista que se estaba riendo de nosotras”.

Se refiere a un cronista de La Nación+ que tuvo un gesto hacia las mujeres y fue repudiado por las manifestantes, lo que justificó que la policía comenzara a golpear y arrojar gases a las familias de las víctimas.

La mujer sigue:

“También se ríen de nosotras en las redes, pero bueno: eso no es lo que importa ahora… Lo que importa… (cierra los ojos en un largo silencio) Ya está. Ya estoy en eje otra vez: lo que importa es que tenemos que volver al barrio”.

La mujer llama al chofer del micro: las están esperando en el edificio con la cara de Evita, la ubica.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Lo que se mueve

Tres chicas muy jóvenes y muy empobrecidas masacradas con crueldad lograron algo imposible: que la marcha la encabecen sus familias. Detrás, miles de nadies. En el cordón de protección, las travas y putas de Constitución, las heroínas anónimas de la economía social, las jóvenes no binaries que protagonizaron la primera rebelión antifascista en aquel febrero que parecía tan lejano. Muy detrás los kioscos –encabezados por el de Ni Una Menos– todavía por delante de los partidos y los sindicatos, pero eso hoy tampoco es lo importante. Lo que suma es el todo porque es lo impredecible para los criminales que ejercen su saña sobre cuerpos que creen socialmente descartables. Que así no lo sea es lo que hace único a este movimiento y a este país, todavía: eso es lo importante.

Hay muchas madres acompañadas por hijas de la edad de las víctimas, aun cuando sin duda no comparten esos destinos sociales. Le pregunto a una –Isabela, 15 años– qué sintió cuando leyó la noticia. “Miedo”. Su madre, Carolina, completa. “Por eso le dije que había que estar hoy acá: lo que saca el miedo es salir a la calle”.

Le pregunto a otra –Dina Sánchez, secretaria general de la UTEP– qué representa esta marcha: “Estamos expresando con mucha contundencia que está pasando algo gravísimo: avanza el narcotráfico y no pasa nada. Desaparecen el Estado y no pasa nada. Matan pibas ¿y no pasa nada? No: acá estamos”.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Dina Sánchez, de la UTEP.

Le pregunto a Bianca, militante de izquierda, cómo seguir después de esto: “Para mi tendría que seguir con asambleas en todos los lugares porque esta pelea es muy grande. Tenemos que juntarnos a pensar cómo dar la batalla no sólo a estos femicidios crueles, al narcotráfico y a la pobreza, que es la madre de todas estas batallas. De arriba no va a venir ninguna idea ni mucho menos, una solución”.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Le pregunto a Georgina Orellano –trabajadora sexual y secretaria general de Ammar– qué  expresa esta marea, pero hoy prefiere no hablar. Solo repite por el pequeño megáfono –que es el único lujo de la organización de la marcha– los tres nombres que duelen:

Lara.

Morena.

Brenda.

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Georgina lo gritará mil veces a lo largo de las diez cuadras que separan Plaza de Mayo del Congreso y todavía más alto cuando pasa delante de la bandera que sostiene el pequeño grupo de Mujeres Abolicionistas, la vieja cicatriz que divide esas aguas. Y aunque eso no sea hoy lo importante me tienta decirlo: la bandera proclama “Ninguna mujer nace para puta”, frase robada a la activista boliviana María Galindo, quien batalla desde hace añares por terminar con esa grieta apelando al realismo: sin políticas sociales el abolicionismo suena negacionista. ¿Significa afirmar esto estar a favor de la explotación sexual? No: significa Lara, Morena, Brenda, mutiladas en vivo por Instagram. El horror aniquila disputas teóricas. Es cruel realidad: abre preguntas nuevas que hay que comenzar a responder urgente y colectivamente.

Ya está.

Recuperemos el eje.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Lo importante hoy quedó claro cuando en las calles de la ciudad este Ni Una Menos representado –al fin– por los bordes más castigados gritó con voz propia lo que necesitábamos escuchar:

“Yo sabía,

yo sabía

que a los narcos

los protege la policía

¡y la justicia!”.

Luego, vino el final: las familias de las víctimas acorraladas por la policía.

Y esa mujer que, como todas, necesita nuestro abrazo.

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Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

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El gobierno montó nuevamente una coreografía de represión buscando imágenes que ensamblen con la del presidente Javier Milei, su hermana Karina y el ministro Luis Caputo en Estados Unidos, alborozados por los tuits de Donald Trump y el nuevo endeudamiento del país. En Congreso pudo verse a lisiados marchando en sillas de ruedas, jubilados atacados y gaseados por la policía, la libertad de expresión en los carteles que dicen mucho más que los exmedios de comunicación. Reflexiones sobre préstamos y deudas y las primeras reacciones en la calle frente al triple femicidio de Lara, Brenda y Morena.

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi

Fotos: Tadeo Bourbon / lavaca.org

“La timba de la city es la tumba del país”.

Podría ser una síntesis de esta época. Es un cartel que lleva Juan Manuel, jubilado de asistencia perfecta los miércoles. Dice que espera que hoy no haya gases ni represión. Lo dice por un cuidado colectivo, pero también por una necesidad personal. Muestra contento, feliz, una entrada que sacó al teatro (Sala Lugones, del San Martín, $4000) para ver “El gran desfile”, sobre la Primera Guerra Mundial.  Sus carteles, como los de tantas jubiladas y jubilados suelen decir más sobre la actualidad del país que los editoriales y comentarios del experiodismo que fatiga los medios.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Pero sus deseos sobre un miércoles sereno no serán órdenes porque a los 10 minutos, por reloj, la Policía Federal y la Prefectura empiezan a reprimir, en una imagen que pareciera que las Fuerzas vinieron a buscar.

El saldo: varias personas gaseadas, dos demoradas (entre ellas, una mujer embarazada de dos meses) y dos heridas fuera de peligro trasladadas por el SAME: Mabel, jubilada de 64 años, enfermera de Malvinas, a quien le pegaron con un casco y su cabeza dio contra el asfalto; y Diego Gómez, comunicador, al que gasearon y le pegaron con un palo. A ambos los llevaron al Hospital Ramos Mejía y para hacerles estudios. 

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

La Prefectura gaseando a jubilados.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Mabel golpeada por la policía. Fue enfermera en Malvinas.

Para la foto

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, otra vez montó una coreografía de represión, buscando una imagen de violencia en las calles que dialoga con la del presidente Javier Milei y el ministro de Economía Luis Caputo con la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, en Estados Unidos. La imagen llega también después de la reunión con Donald Trump, la noticia del swap de miles de millones de dólares de los que nada llega al país ni a su población, sino al esquema de vaciamiento financiero, con el agregado del supuesto pedido/orden de la Casa Blanca de que el gobierno retome el control político del Congreso.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Editorial sobre la actualidad argentina.

Por eso, en la previa de la marcha, algo de la disposición policial callejera olía extraño.

A diferencia de otros miércoles el vallado no cruzaba de punta a punta la plaza. El tránsito tampoco estaba cortado. Y la impronta Bullrich se veía en las fuerzas: el control de la calle estuvo a cargo de Prefectura y Policía Federal. Había gendarmes pero no intervinieron en la represión, que comenzó en Entre Ríos e Hipólito Yrigoyen, mientras un grupo de jubilados realizaba un semaforazo. Primero avanzó la Prefectura con violencia en el cuerpo a cuerpo con escudos frente al puñado de personas. Luego, cortaron el tránsito y colocaron las vallas, mientras desparramaron su gas tóxico sobre los manifestantes. 

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Teatro antidisturbio

Durante la marcha Juan Manuel, dudando sobre si ir o no al San Martín, analiza la economía argentina en este teatro antidisturbios: “El nuevo acuerdo con Estados Unidos potencia este circuito de guita en el que nos prestan y nos prestan, y solo nos queda más y más deuda que pagará el pueblo. Por eso siguen prestando. Es simple”.

Lo que más se escucha y se lee en la movilización de hoy está vinculado a la relación cada día más carnal con los Estados Unidos. Un señor espigado camina al grito de “vendepatria, Milei vende patria”. Otro hace lo mismo golpeando un jarrito de lata. Abundan los carteles alusivos: “cipayo”, “no faltan recursos, nos sobran ladrones”.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

En la radio abierta, no van con vueltas: “Esta semana volvió a quedar claro que es un gobierno de transnacionales, que le sacaron las retenciones al campo mientras a nosotros nos tienen acá, dando vueltas en este marchódromo”. También hay carteles por el triple femicidio de las chicas de La Matanza: “Justicia por Lara, Brenda y Morena”.

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Sin palabras

Una de las que vino a movilizarse es Amanda, que dice ser “barra y patotera”. Lo dice en el dorso de su guardapolvo blanco. Tiene 86 años y llega en bastón con un mantra que suelta al aire: “No nos han vencido; no nos han vencido”. Amanda dice que repite esto porque ya no tiene palabras para describir lo que ve. Que ya no quiere ni mencionar el apellido del presidente porque le hace mal a la salud. Señala su garganta y señala que le quedan atragantadas justo ahí. “A mi edad, pensé que ya había visto todo”. 

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Amanda cuenta que le gusta usar el diccionario y conocer palabras nuevas y que desde hace semanas tiene un pasatiempo: encontrar un adjetivo que encaje para describir a Javier Milei. “Pero ya se acabaron, no hay palabra que describa a este sinvergüenza que vino a sacarnos lo que no teníamos a los jubilados”. Amanda tiene 4 hijos. Uno de ellos está ahora en Hamburgo, Alemania, “puchereando”. Su hijo es músico, dice, y que se llama Ariel Prat. “Ambos estamos puchereando, él allá; y yo acá”.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

El Himno al sol

Sobre avenida Rivadavia, tres jubilados y una jubilada en silla de ruedas van por el medio de la calle. Se detienen al sol y cantan el himno. Se emocionan. La Plaza, que había comenzado sin cortes de tránsito ni vallas, ahora está cercada y sin tránsito.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

En otra postal del epílogo del miércoles, Zulema, de Jubilados Insurgentes, agarra el megáfono y dice a todos los vientos: «Ante la deuda externa que crece más y más, la única que nos queda es organizarnos cada vez más y más, no solo contra este gobierno sino contra todos los poderes que lo sostienen. Esto va a seguir, sea el gobierno que esté, y nos tiene que encontrar organizados y dispuestos a hacernos oir para que las cosas cambien».

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