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Mirta Ñancunao, mapuche, desde la zona de El Bolsón: “Hay un clima de miedo y patotas”

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La voz mapuche desde la Lof Las Haytekas, cerca de Mallín Ahogado y El Bolsón. Mirta Ñancunao habló con lavaca sobre los incendios, la intencionalidad, las agresiones, el racismo, los desalojos, las acusaciones fiscales sin pruebas, el clima de miedo. Su descripción: «Se está quemando todo, y el gobierno lo que hace es allanar las casas o te están llevando preso. Eso no es climático”. Reflexiones sobre cómo intentar seguir pese a todo.

Patricia Bullrich volvió de Disneylandia: 11 días después de comenzados los incendios en la zona de El Bolsón, y 40 días después de empezar a expandirse en la zona andina, anunció con el ministro Luis Depetri y ante una superpoblación de cámaras la creación de una “agencia de emergencia”. Los últimos cálculos elevan la superficie incendiada a 37.000 hectáreas.

Mientras tanto, Mirta Ñancunao, de la Lof Las Huaytekas en El Foyel, cerca de Mallín Ahogado y El Bolsón (zonas de las más afectadas), conectó en charla con lavaca los incendios con los desalojos a las comunidades mapuche y planteó que los recientes allanamientos a las comunidades son una “continuidad de lo que nos venía pasando con la persecución de otros allanamientos que se hicieron en la Comarca Andina”.

Mirta Ñancunao, mapuche, desde la zona de El Bolsón: “Hay un clima de miedo y patotas”

Mirta y la «ñaña» Irene, antes de los incendios. Como fondo, la belleza de lo que están quemando la política y los negociados.

“No son razones climáticas” explica sobre los incendios. “Sin duda, esa situación ayuda. Pero no es que cayó un rayo, que se le escapó un fuego a alguien: no. Se está quemando todo, y el gobierno lo que hace es allanar las casas o te están llevando preso. Eso no es climático”.

Mirta repasa el paisaje de estos días: detenciones, liberaciones, las intimidaciones de la patota del megamillonario inglés Joe Lewis. “Las mujeres mapuches que andan con su vestimenta son agredidas en la calle», cuenta sobre el recrudecimiento racista en la zona. «Hay un clima de miedo y de patotas. De ser perseguidos: todo pasa en un mismo lugar. Y vemos a patotas que son temerarias”.

¿Cómo son esas patotas? 

Le pusimos el nombre de la patota guacha de Pogliano (por el intendente de El Bolsón Bruno Pogliano). Esta patota de gente a caballo fue la que agredió a gente que hizo una marcha a Lago Escondido; son los mismos. El que encabeza esto es Hugo Araneda. Es el patovica de Lewis, que lo tiene como grupo de choque ante las organizaciones. A estos no los podemos denunciar, dicen que nos peleamos vecinos con vecinos. Esas patotas incluyen gente conocida que se agrega porque les pagan, porque están cerca del poder.

La verdadera causa

¿Y cómo se relacionan estas intimidaciones con los incendios?

Los allanamientos fueron por el tema de los incendios, pero en realidad buscan desalojar a las comunidades. El miedo que tenemos es que puedan seguir con otras comunidades, porque todas estamos conectadas: nos juntamos para las ceremonias, compartimos información. En el fondo, lo que está haciendo el gobierno es utilizar estos incendios y culparnos a nosotras, las comunidades y pequeños productores, organizaciones sociales, que les molestamos, que necesitan esa tierra para entregársela a los capitales extranjeros. Los incendios, hasta ahora, dan cuenta de que son intencionales.

Y los responsabilizan a ustedes.

Claro. ¿Y por qué nos persiguen a nosotros? Porque nos quieren sacar del territorio y que avance la cuestión inmobiliaria para extranjeros. No es para poner a otro argentino que no tenga dónde vivir; es para dárselo a Lewis, a los qataríes, a los británicos. Están todos unidos y nos tienen rodeados: ellos están en las altas cumbres y nosotros en el bajo. Y cada vez más están avanzando hacia nuestros territorios. Se están quedando con las nacientes del río Chubut; es una pelea grandísima por los recursos hídricos que no tenía gran difusión, pero ahora parece que lo quieren ya. No podemos pensar de otra forma que haya gente que va incendiando, porque aparecen focos por todos lados. ¿Por qué los allanamientos? ¿Por qué persiguen a quienes nos vienen a ayudar? Da la impresión de que no quieren que los incendios terminen, sino que sigan.

Las Bases, los pinos y el agua

Jorge Nawel, de la Confederación Mapuche de Neuquén, relacionó los incendios con la derogación a través de la llamada “Ley Bases” de la ley 27.604 de Manejo del Fuego, que prohibía durante 60 años la venta de terrenos quemados, buscando así proteger los ecosistemas de incendios intencionales y evitar la especulación de los emprendimientos inmobiliarios.

Ante este argumento responde Mirta: “Claro. Ahora, las tierras arrasadas por el fuego ahora se pueden vender. Esa protección sobre las tierras incendiadas ya no está. Está muy claro: se preparó todo para esto. Y es la época. ¿Cuándo van a hacer los incendios? En verano. En abril ya es imposible por el frío, la nieve, la lluvia. Ahora estamos en una situación climática extrema, de sequía, de mucho calor, de vientos, entonces está propicio para que avance el fuego. Donde no ha llegado el fuego, por suerte, estamos alerta de todas maneras: no nos olvidemos que esta zona y gran parte de lo que es zona de cordillera, hicieron grandes plantaciones de pinos, y eso arde y explota y tira fuego para todos lados. Estamos invadidos por pinos, y eso lo hace una zona peligrosa.

¿Ustedes creen que es un plan?

Es un plan que está armado y quieren entregar los territorios. Territorios donde hay recursos y grandes reservorios de agua. Por ejemplo, la gente que tenía una pequeña chacra, que era su espacio de subsistencia y ahí sembraba, tenía algunos animales, hoy ya no lo tiene: se le quemó todo. Es probable que la gente diga: “No puedo vivir acá, entonces voy a vender este pedacito”. Preparan de tal manera la cosa que, si se te quemó el campo, la vivienda, es muy difícil volver a empezar, y más en una situación económica como la que estamos atravesando. A veces es difícil reconstruir una casa; imaginate cientos de casas, de chacras, animales perdidos.

El miedo y la organización

¿Y cómo seguir?

Todavía no sabemos cómo hacer el día después; no está claro cómo se va a rearmar todo. Ahora estamos en alerta por el fuego y tratando de que no avance. Mientras tanto, vos estás ocupado en esto, y se llevan a la gente que está combatiendo; ahora la gente va a tener miedo de ir a ayudar por miedo a que te allanen la casa. Están metiendo miedo, y sin pruebas. Lo que nos llama la atención es la dureza que tienen los fiscales. Nosotros hemos tenido muchos problemas judiciales con causas de usurpación, y hemos visto la actuación de los fiscales nunca tan dura como ha sido ahora. Estos mismos fiscales antes buscaban elementos para la acusación. A uno no le gusta, pero buscan los elementos. Ahora no tienen nada y acusan y nos quieren dejar detenidos. Es una situación gravísima y de mucha incertidumbre: no sabes a quién le toca mañana. Hoy les tocó a las comunidades de Chubut, pero mañana podemos ser nosotros.

¿Cómo hacer para que el miedo no rompa la organización?
No veo que llegue a romper. Ahora estamos diciendo qué necesitan, cómo ayudamos, estamos atentos a lo que va pasando, qué se va necesitando, qué se puede difundir. Cuando esto se tranquilice, nos vamos a juntar, y esto nos va a dar lugar a unirnos más. Da la impresión de que nos tenemos que juntar a resolver cómo seguir. Es prematuro todavía porque ahora en Chubut recién está lloviendo. Estamos esperando que se aplaque el fuego, que estemos seguros de que se terminó. Hay un cambio: esto no había pasado. Había pasado en algún momento en Cuesta del Ternero, pero se pudo saber quiénes fueron; no hubo una persecución. Pero esto tiene otras características: está quemando por todos lados.

¿Cómo se defienden?

Bajaron la Ley 26.160, nos perjudican con la Ley de Tierras, hay desalojos en puerta: nos sacaron jurisprudencia que amparaba nuestros reclamos. Y hoy tenemos menos herramientas para presentar defensa ante este avance. Todo eso hay que evaluarlo y ver cómo se sigue. Seguro que no vamos a bajar los brazos. Vamos a defendernos hasta donde podamos, porque vienen por todo. No son cositas aisladas; esto se viene preparando desde hace mucho, y esto es el golpe, no sé si final, pero sí el golpe fuerte.

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La moto regalada

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Crónica sobre la violencia del miércoles de una de las suscriptoras de la revista MU, participante en nuestros diplomados, madre y muchas otras cosas, que estuvo en la marcha de jubilados y jubiladas viviendo en primera persona los enfrentamientos provocados por las fuerzas de seguridad. Su relato del miedo, las imágenes que le provocaron terror. Los gestos de solidaridad y convivencia entre los manifestantes. Y un detalle del relato que explica cómo la propia policía creó situaciones para justificar la continuidad de la cacería y la represión, en las calles con el alma rota.

Por Ludmila Goldsztejn para lavaca.org

Me tiembla la mano cuando quiero escribir lo que temo.

Terror.

La mirada llorosa asomando del trapo que cubría esa cara de ese cuerpo que escapaba…

Ahora tiemblo porque puedo moverme.

Mientras, tomo un rico mate y trato de sacar esto que me aterra cuando en vano quiero pensar en otra cosa o cuando cierro los ojos buscando evadirme.

No hay cómo.

Entonces vuelven esos ojos envueltos en lágrimas y en esa sirena/bocina que salían de las motos policías con tanta fuerza que aturde y los disparos.

Solo veo los ojos y su mano extendida que llegué a rozar pero no pude tocar el miedo me paralizó lo persiguen a él y no pudo escapar.

Llegando a Alsina por Bernardo de Irigoyen se subieron cuatro o cinco motos a la vereda y lo encerraron y nunca apagaron ese ruido y se bajaron de la moto y lo sacudieron hasta que lo aplastaron contra el piso, lo agarraron como si fuera una cosa y lo aplastaron y ni rebotó lo aplastaron contra el piso y no se movió más…

Unas manos me rodearon firmes y escuché: andate de acá, un cartonero con chaleco me trataba de sacar de la escena y ahí me di cuenta de mí y de mi quietud, estaba petrificada tapándome los oídos y viendo ese cuerpo que no se movía, quise gritar, pero no tenía voz y casi me dolió moverme unos pasos atrás de un árbol, me vi moverme sin voluntad, presa de un terror que no conocía.

Andate me seguía diciendo un señor de ojos muy negros y grandes y preocupados,

vení me dice otro señor mucho mayor que venía con otro con un bastón por el medio de Nueve de Julio. Nos vamos, vení, y yo que se me vencían las rodillas, yo joven ellos re viejos. No, no te quedes, ¿querés agua? No pares, no te detengas, nos tenemos que ir, me decía, unos pasos después, me dijo: vamos por el medio.

Lo aplastaron repetía yo. Están cazando me dijo, nos tenemos que ir.

Cruzamos Belgrano por el medio entre piedras y persecuciones y gente corriendo esquivando bondis que avanzaban lento por sus carriles, los policías tiraban a las piernas para que no corran y se abalanzaron sobre quienes creían que tiraban piedras o sobre quienes las tiraban que no eran pocos, cuando agarraban a alguien y lo arrastraban por el asfalto llovían piedras, esto fueron ¿dos cuadras, tres minutos? y el señor me convenció de tomar agua y decirle mi nombre, él se llama Julio y con su señora tienen un centro cultural en Ranelagh, me invitó a que vaya cualquier fin de semana me dio un abrazo y me deseó mucha suerte cuando doblé por Independencia a tomarme el subte sin poder parar de llorar.

Pero antes ¿qué pasó? antes cuando ya nos habían barrido como mierda del Congreso, cuando nos habían gaseado sin asco como a una plaga fumigada, cuando el Congreso ardía aquí y allá y una columna de humo negro se visualizaba desde Nueve de Julio, cuando nos sentamos a descansar y llorar en la fuente a mirarnos las caras y preguntarnos cómo estábamos y ayudarnos y pasarnos agua y limón y óleo para los ojos, cuando casi pudimos descansar tres minutos vino el hidrante y las motos y siguieron los gases y la gente furiosa, frustrada con más o menos miedo siguió para Plaza de Mayo, se iba para uno u otro lado por las avenidas y ahí pasan dos motoyutas y uno se baja y se suba a la otra moto y se van y dejan ahí la moto regalada, en segundos la dieron vuelta y la rompieron como pudieron ahogados de odio o de lo que sea, ¿Por qué? no sé, la furia no es amiga de la sensatez ¿no? y así otra vez, gas y persecución y cacería. Esto se repitió con similitudes y diferencias a lo largo de las calles tristes y avenidas heridas de una ciudad rota, rota dentro de su alma pero, aunque rota, resistiendo.

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La sociedad en movimiento versus el Estado barrabrava

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Jubilados e hinchadas generaron una movilización en Congreso que recibió como respuesta un feroz operativo represivo. Al cierre de esta nota el fotógrafo Pablo Griillo (35 años) peleaba por su vida tras ser herido por un ataque policial; había al menos 108 personas detenidas, pero no una lista ni confirmación oficial y en las  esquinas de  Buenos Aires sonaban las cacerolas mientras vecinas y vecinas marchaban espontáneamente hacia Plaza de Mayo.

La convocatoria de las y los jubilados, con el respaldo de las hinchadas de todo el fútbol argentino, entre otros sectores, tenía hora y lugar: 5 de la tarde en la puerta del Congreso de la Nación. Desde las 14 ya había gente, y a las 16, una masividad suficiente para que las distintas Fuerzas de Seguridad cumplieran la orden de reprimir a mansalva y sin excusa. El objetivo era impedir la concentración de manifestantes para evitar la foto más temida por el gobierno: la de una multitud unida y con camisetas de todos los colores. 

La sociedad en movimiento versus el Estado barrabrava

Beatriz Blanco, 87 años, golpeada por la policía, cayó golpeando la nuca contra el asfalto. La segunda agresión: ningún efectivo se acercó a ayudarla mientras ella estaba desmayada en el piso. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Los efectivos de la Policía Federal, la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval y la Policía Aeroportuaria no estuvieron hoy en Bahía Blanca ayudando a la comunidad devastada por la inundación, ni vigilando las valijas que ingresan al país con sospechosa carga, sino dedicadas a tirar balas de goma y gases a diestra y siniestra, a activar hidrantes y -con infiltrados- destruir  sus  propios patrulleros, hasta transformar la calle en  un infierno. En tanto, dentro del Congreso Nacional  el oficialismo –conformado por la alianza LLA/PRO que permitió a Javier Milei ser Presidente- protagonizó una pelea a las  trompadas cuando se disponía a votar las autoridades de  la Comisión de Juicio Político. Martín Menem aprovecho el caos para levantar la sesión.

En tanto, durante el resto de la  tarde,  se detuvo al menos a unas 108 personas –a  la hora de cierre de esta nota no hay listado ni cifra oficial de las y los detenidos-, culpándolas de los hechos que las propias fuerzas de seguridad provocaron para justificar lo injustificable: la brutal represión que dejó decenas de heridos. El caso más  dramático: el fotógrafo Pablo Grillo. El impacto de  una descarga de gas le produjo una herida en la frente,  con derrame cerebral y dejó su vida al borde del abismo.

La sociedad en movimiento versus el Estado barrabrava

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

En el mismo momento en que Grillo estaba siendo intervenido  de urgencia en el hospital Ramos Mejía, la ministra Patricia  Bullrich, responsable del operativo, pronunciaba su nombre en la pantalla del  canal La Nación+, presentándolo como un militante kirchnerista detenido. Los periodistas que la escuchaban no corrigieron la (des) información. El conductor, Luis Majul, prefirió expresar su “vergüenza”, pero por el  desorden.

Los jubilados y las hinchadas –que los medios oficialistas trataron de presentar como barras bravas- seguían en las calles del Congreso, pese a todo. “Este gobierno hizo lo que pocas cosas logran: unirnos”, dirá un hincha de Huracán al posar para una foto -inédita  en la Historia argentina- abrazado a otro con la camiseta  de San Lorenzo, y al lado de la de Morón, a otra  de Almirante Brown, a otra de Boca, y de River, y  de Tigre, y de Ferro, y de Los Andes, y etcétera, etcétera, etcétera.

La sociedad en movimiento versus el Estado barrabrava

Pablo Grillo estaba sacando fotos cuando fue víctima de un proyectil de gas policial. Una vida en riesgo, por la violencia institucional contra un comunicador. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Dos horas después de las declaraciones de Bullrich, mientras Grillo seguía peleando por su vida en  el quirófano, su papá, Fabián, sintetizaba así  a lavaca, la realidad que la prensa oficial deformaba: “Somos una familia de militantes y lo decimos con orgullo porque la militancia no es mala. Y lo digo porque me enteré  lo que está declarando esa bazofia de la  ministra.  Mi hijo es un militante, pero también es fotógrafo y hoy estaba  ahí trabajando. Y ahora por culpa de  una  ministra  y  un presidente que mandan a matar, la vida de  mi hijo está corriendo peligro. Su situación es  muy grave, muy grave”, dice entre lágrimas.

La sociedad en movimiento versus el Estado barrabrava

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

La otra  imagen inédita es la que registra el video en el momento en el que un policía derriba a la jubilada Beatriz Blanco, de 87 años, con un golpe artero, que produce un estremecedor  estruendo: es la cabeza con canas golpeando en la vereda, mientras el policía se esconde detrás de otros uniformados.

Hay más: cuando la protesta  se trasladó a Plaza de Mayo las fuerzas de seguridad reavivó su show  represivo, que esta vez incluyó el registro en video de cómo plantaban un arma en el pasto y, algo quizá peor: chorros saliendo de la Casa Rosada, aunque eran  de agua.

La cacería siguió por el Obelisco e incluyó la fugaz detención del  Padre Paco Oliveira –ataviado con una camiseta de Boca y referente de Curas en Opción por los pobres- quien fue rápidamente liberado al ser reconocido por un comisario: “Soltalo que es cura”, dijo. Eligieron entonces encarcelar al monaguillo que lo acompañaba.

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Carlos, el jubilado que impulsó la llegada de hinchas de Chacarita y luego del resto de los equipos. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

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River y Boca, esta vez unidos (y unidas). Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

A las diez de la noche, en Diagonal Norte  una veintena de personas esposadas y tiradas  en  el piso esperaba que su destino se definiera de acuerdo al resultado  de una disputa abierta entre el intendente Macri, Jorge –a cargo de la Policía de la Ciudad- y Bullrich, Patricia, con las fuerza federales a sus órdenes.  En tanto, en varias esquinas porteñas comenzaba a escucharse la característica  música del descontento: la de las cacerolas vacías. Y su clásica consecuencia: la marcha espontánea de vecinas y vecinos hacia Plaza de Mayo.

Al momento de escribir esta nota hay mucha información todavía por  definirse y al  menos una vida en juego, pero  tal como  lo define Carlos, el jubilado que logró convocar a las hinchadas, lo único certero es que esta historia continuará.

La sociedad en movimiento versus el Estado barrabrava

El Estado desparramando personas en el piso, para que no se manifiesten. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

La sociedad en movimiento versus el Estado barrabrava

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

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Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

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Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

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Diez cuadras de feminismo

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Por Claudia Acuña.

¿Cuánto mide diez cuadras de feminismo? La respuesta no es matemática, sino política y la política hoy es batalla y es incógnita. La calle revela algunos de sus misterios. Nos dicta, por ejemplo, lo que no hay:

No hay policías, ni protocolo.

No hay escenario ni documento.

Hay sí muchas personas organizadas y con convicciones que transmiten en carteles, en banderas y hasta en los cuerpos. Yasmín es una síntesis. Tiene 17 años, es de Lomas de Zamora. Su cara está cubierta con un pañuelo violeta que proclama Ni una menos, en la pierna derecha con marcador rojo se escribió Yo sí te creo; en la izquierda Yo tenía 5 años; en la muñeca, el pañuelo verde que defiende el aborto legal y sobre el corazón, un cartel que grita Fuera Milei. Fue abusada por su padrastro, dirá sobre lo que informan sus piernas. “Está haciendo mierda el país”, dirá sobre lo que exige su corazón.

Diez cuadras de feminismo

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Hay también pancarta oficial de la CGT. Y algunas voces que explican lo que implica haber logrado sacarla de su letargo.

Micaela Polak, secretaria de género del sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) lo sintetiza así: “El Bloque Sindical Transfeminista tiene un protagonismo en la organización de estas marchas y dentro de la CGT. En noviembre, por ejemplo, hicimos un encuentro con más de mil mujeres sindicalistas. El 8M recuerda a las obreras muertas en un incendio y en estos momentos ese crimen cometido contra quienes defendían sus derechos se resignifica con este crimen que están cometiendo contra nuestros derechos laborales, contra las y los jubilados, contra las paritarias, con la precarización. Y que la CGT recoja esto hoy y esté presente de manera contundente es un mensaje esperanzador para enfrentar a Milei. El fascismo nos ha elegido como enemigas principales en todo el mundo y en nuestro país, en particular. Es lógico, entonces, que seamos nosotras quienes estemos protagonizando los movimientos que son necesarios para enfrentarlo”.

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Una de las más flamantes organizaciones de derechos humanos: Nietes. Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Las docentes de la agrupación El Desborde, que integra el gremio de UTE, advierten: “Es para prestarle atención a lo que está pasando dentro de la CGT en estos momentos. Hay muchas compañeras que están haciendo fuerza ahí adentro y quién te dice que en breve no logren imponer una secretaria general”. Su mensaje para hoy lo llevan escrito en las remeras y lo repiten ante el grabador: “Arriba el feminismo que va a vencer”. Completan: “Es una etapa difícil, adversa, porque volvemos a ser la variable de ajuste, pero es en la calle, es con organización y es para adelante como se superan estas épocas, como lo hicimos siempre. “

Diez cuadras de feminismo

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Maqui, de la Comisión de Mujeres del Sindicato del Neumático, suma: “Estamos en las calles no simplemente marchando, sino luchando por todos los reclamos que tenemos ante un gobierno que quiere llevarse por delante todos nuestros derechos. Sobre todo en esta fecha que siempre fue importante para las trabajadoras y hoy más que nunca, cuando quieren hacer desaparecer hasta  la figura de femicidio y cuando,  como madres y trabajadoras, estamos soportando todo el peso del ajuste. Es un momento para estar juntas y buscar una salida. Es un día para repetir: exigimos que no nos maten y respeten nuestros derechos.”

Magdalena, integrante de la junta interna ATE Capital en el Conicet. “Estamos soportando el embate desde un montón de frentes, muy preocupadas por la situación en general, no solo en el Conicet sino en todo el sector público que está sufriendo un recorte brutal en programas que afectan a toda la población, no solo a nosotras”.

Pregunta difícil: ¿por qué no salen a la calle todas las personas despedidas del Estado?

Lo que percibo es que es un sector súper precarizado, que está haciendo malabares para sobrevivir, y también que es todo un desafío organizar eso. Creo que construir esta resistencia es difícil porque lo que está amenazada es la subsistencia.

¿Qué tiene para decirle el feminismo a esos despedidos?

Que más que nunca hay que evitar que el miedo te paralice, que hay que salir a la calle, hay que encontrarse, escuchar y conversar para crear la respuesta entre todas. Se van construyendo las respuestas en el caminar. El movimiento feminista lo hizo siempre con sensibilidad. El feminismo tiene una tradición larguísima que nos enseña a abrazar las crisis  y a no eludir las dificultades, sino a enfrentarlas. A poner el cuerpo y el corazón en los momentos más críticos.

La última difícil: ¿quién conduce a este movimiento?

Su historia.

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Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Hay también militantes de partidos políticos –otro milagro que produjo esta marcha– y  adolescentes –muchísimas– que a su paso cantan:

“Los varones quienes parar/que paren/ que paren/ que paren de matarnos”.

Hay, adelante, una bandera que proclama “Asamblea Antifascista y Antirracista”, la noticia de esta, la más nueva y la más vieja de las batallas. Entre quienes la sostienen –trabajadoras sexuales, travas, lesbianas, personas no binarias y otras identidades que hoy están al frente y siempre fueron las últimas de la fila– está Jazmín. Al lento paso de la marcha resume su historia: comenzó su transición trans en 2022, a prostituirse a los 17, a estudiar la licenciatura en Economía cuando se sancionó la Ley de Identidad, a tener un trabajo con derechos, cuando se logró la ley de cupo. “Mi vida es un resumen de cómo impacta en la vida de las personas tener estas leyes. Y también cómo el feminismo nos dio las herramientas para lograrlo. Luchamos por una sociedad fraternal y sorora y eso significa hoy estar en las calles contra el fascismo. No estamos por nosotras: el feminismo siempre es abrazo”.

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Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Hay, además, intervenciones artísticas que exponen a otra de las protagonistas que impulsa esta protesta: la tierra. Es lo que llevan en las manos las mujeres vestidas de blanco, con las bocas tapadas con cintas que advierten “peligro” y es también lo que exponen las mapuche que enarbolan la ancestral bandera de su criminalizada nación.

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Gustavo Melmann, reclamando justicia por el crimen dsu hija Natalia. Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Hay más, por supuesto, porque la Avenida de Mayo y sus laterales desbordan de mensajes que son de actualidad y de urgencia, pero que también anuncian horizontes y esperanzas. Mateo y Ana representan exactamente eso. Están parados frente a la Catedral, son primos, tienen 8 y 7 años y eligieron compartir hoy estas noticias escritas con colores en una cartulina:

“Soy nene, no quiero ser macho”.

“Quiero ser la artista, no la musa”.

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