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Otro trabajador del subte murió de cáncer por asbesto

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Jorge Navarro llevaba 30 años como trabajador del subte, era tornero, y hace años padecía un cáncer de pulmón por exposición al asbesto. Es el cuarto trabajador fallecido por esta causa. Desde el sindicato denuncian que hay además 107 trabajadores afectados, cinco de ellos con cáncer. El asbesto, o amianto, es un material que se utilizó en la fabricación de vagones españoles para subtes que fueron comprados durante la gestión de Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires. Aclaración: publicamos el mapa del subte con asbesto, que debe ser permanentemente actualizado. Desde ahora habrá que agregar un fallecido más (4 en total) y en los últimos meses la cifra de afectados pasó de los 86 que mostraba el mapa, a 107.

Por Anabella Arrascaeta

A las 3 de la mañana de este jueves, después de dos meses de agonía, murió Jorge Navarro, trabajador del subte, de profesión: tornero. Estaba internado en el Hospital Británico, bajo cuidados paliativos y tratamiento del dolor, desde que había agravado su cáncer de pulmón producto de la exposición al asbesto, tal como lo reconoció la auditoría médica en 2020. 

Desde hacía treinta años Jorge trabajaba bajo tierra en el área de mantenimiento del Taller Constitución del subte, en todo lo relacionado a tornería en el eje de los trenes, en las ruedas, o en otras piezas. 

Jorge Navarro es el cuarto trabajador del subte fallecido por la misma causa, su muerte se suma a la de Jorge Gabriel Pacci, 56 años; Juan Carlos Palmisciano, 71; y Jorge Visquet, 53. Además, desde la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP, conocida como Metrodelegados) denuncian que hay 107 trabajadores afectados de los cuales cinco están cursando cáncer de pulmón: uno es trabajador de base, cuatro son supervisores. 

A su vez hay 2.179 trabajadores y trabajadoras bajo vigilancia médica por haber sido ingresados al RAR (Relevamiento de Agentes de Riesgos) lo cual habilita que les realicen estudios que detecten el problema: placa radiográfica para asbesto, espirometría y tomografía computada de alta resolución, con la obligación de guardar las historias clínicas por 40 años. Aunque cada vez son más los ingresados, desde el sindicato denuncian que falta incorporar alrededor de 1.400 trabajadorxs que están en las estaciones. MU publicó una investigación sobre el tema en la edición 185, que puede leerse aquí.

“Nuestra desesperación”

Consultado por lavaca, el histórico referente de los metrodelegados y actual secretario general del gremio, Roberto Beto Pianelli, dijo:

“Esto nosotros lo estuvimos anticipando. Que iban a seguir apareciendo enfermos producto de la exposición al asbesto, y que van a fallecer compañeros, lamentablemente. El daño que han hecho es irreparable. Los períodos de latencia de la enfermedad, hasta que aparece, a veces son prolongados. Por eso nuestra desesperación y nuestra lucha ha sido para sacar el asbesto que todavía queda en el subterráneo para que nuevos trabajadores, o aquellos que no se hayan enfermado todavía, no sigan expuestos a este peligro permanente”.

Francisco Ledesma, que trabaja en el subte reparando trenes desde 1994 y actualmente es Secretario de Salud del sindicato dice camino al velatorio de su compañero: “Es triste y da bronca, desde que descubrimos el asbesto todos los días sabemos que hoy podemos tener un nuevo afectado, un nuevo enfermo por cáncer, un nuevo compañero muerto. Ahora estamos en un pico de angustia, de bronca, de impotencia. Por Jorge y porque el gobierno de la Ciudad no termina de tomar la decisión para que haya más empresas que se encarguen de sacar el asbesto de los subtes, ni se sabe quién va a proveer las nuevas flotas. Y en el mientras tanto nosotros tenemos que seguir trabajando cada día con el asbesto alrededor. Este año pedimos audiencia tres veces con el presidente de Subterráneos de Buenos Aires (Sbase): no nos dijeron que no, dan evasivas, pero lo real es que nunca nos recibieron”. 

Otro trabajador del subte murió de cáncer por asbesto

Trabajadores de la Línea B del subte junto a integrantes del equipo de la secretaria de Salud del sindicato.

El veneno en el aire

El asbesto, o amianto, es un mineral natural de estructura fibrosa, cuyo uso se extendió con la revolución industrial porque tiene gran resistencia a la combustión. Se emplea como aislante en revestimientos y en tejidos resistentes al fuego y al calor. Sus fibras son flexibles y se descomponen con facilidad. Cuando esto sucede el material queda en el aire, puede ser inhalado y provocar graves patologías en el cuerpo. Por ejemplo, hay 86 trabajadores afectados con neumoconiosis por exposición a asbesto. “La enfermedad que produce el asbesto no es lineal”, explica Ledesma: “Los afectados pueden pasar toda la vida sin manifestaciones. O al revés, a quien nunca pareció afectado un día le dicen: te tocó el número, tenés cáncer”.

El riesgo es tal que en el país está directamente prohibido. Aunque hubo legislaciones anteriores que marcaban la peligrosidad del material fue en 2003 con la Resolución 823 del Ministerio de Salud de la Nación que se prohibió en todo el país la producción, importación, comercialización y uso de fibras de asbesto.

Algunos datos para entender la magnitud del peligro: 

  • La Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC) considera al asbesto una sustancia comprobadamente cancerígena.
  • La Organización Mundial de la Salud (OMS), a través del Programa Internacional de Seguridad Química establece que la aparición de los efectos crónicos por exposición al asbesto es independiente de la dosis de exposición. Es decir, no se puede calcular una dosis de exposición “segura”. 
  • La Organización Internacional del Trabajo (OIT), a través del Convenio N° 162/86 sobre la seguridad en el uso del amianto, recomendó la sustitución del asbesto por productos o tecnologías menos nocivas.
  • La Organización Mundial de la Salud informa que la mitad de las muertes por cáncer de origen laboral se deben al asbesto.
Otro trabajador del subte murió de cáncer por asbesto

La imagen de uno de los 86 diagnósticos de neumoconiosis confirmados por el Hospital Británico.

El asbesto sigue allí

En 2011 la ciudad de Buenos Aires, con Mauricio Macri como jefe de gobierno, compró a España 36 vagones de subte para la Línea B que en ese país habían sido retirados de circulación once años antes. Pagó 13,7 millones de euros. Siete años después, en 2018, se conoció que había un trabajador del Metro de Madrid enfermo de asbestosis por la inhalación de asbesto. Este trabajador desarrollaba sus tareas en los mismos vagones que Macri había comprado y que ahora manipulaban trabajadores de la Línea B de Buenos Aires. 

Se encendió una alerta. Tanto que en febrero de ese año Sbase dispuso sacarlos de servicio ante las sospechas, y un mes más tarde el sindicato convocaba el primero de cientos de paros para denunciar la exposición a este material cancerígeno. 

En ese inicio fueron los propios trabajadores y trabajadoras organizadas quienes mandaron a testear piezas de distintas formaciones para detectar si tenían asbesto. Luego Sbase reconoció la presencia. Y en 2020 la jueza Elena Liberatori hizo lugar a un amparo ambiental presentado por el sindicato y dictó una medida cautelar que ordenaba la prohibición del contacto con piezas o lugares con asbesto.

Otro trabajador del subte murió de cáncer por asbesto

El conflicto que había iniciado en la Línea B se fue extendiendo por todos los ramales y se empezó a testear en las otras líneas, tanto en los vagones como en oficinas y otras instalaciones. De hecho, Jorge Navarro, que falleció ayer, era trabajador de la Línea C. 

Además de encontrarse asbesto en formaciones de trenes que estuvieron en funcionamiento en distintas líneas, también se lo encontró en instalaciones fijas del subte: gabinetes de subestaciones con fusibles, tableros eléctricos de cuartos de bombas, centros de potencia, juntas de bombas, ductos viejos de ventilación de fibrocemento asbesto, bandejas portacables, motores de cambio de señales, cables con trenzas de asbesto, depósitos de baños de fibrocemento asbesto en toda la red, techo del cuarto de descanso de conductores del Premetro y pastillas de freno de algunas escaleras mecánicas. 

Los trenes españoles fueron el disparador que permitió descubrir que el problema no ha hecho más que extenderse. Los lugares y los vagones con asbesto (incluso los que dejaron de utilizarse) siguen estando allí, sin que la empresa le de una solución de fondo a ese veneno que continúa en ese ámbito especialmente cerrado del subterráneo.  

Dice Francisco: “Hay compañeros que empiezan a afectarse porque en su sector hay etiquetas de asbesto confirmado que pega la misma empresa para señalizar. Pero siguen dejándolo allí, con la etiqueta, sin solucionar el tema. Hay muchos que empiezan a alterarse, tienen problemas familiares, dicen ‘nos vamos a morir’. Algunos compañeros y compañeras se automedican, pero no van al médico para hacer un tratamiento psicológico. La situación es compleja y excede al asbesto que todavía no han quitado. Trabajar en el subte es claramente hacerlo en un ambiente insalubre que te puede enfermar y te puede matar, como lo demuestra lo que le pasó a Jorge Navarro”.  

Otro trabajador del subte murió de cáncer por asbesto

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Pablo Grillo: el retrato que más duele

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(Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla, desde la guardia del Hospital Ramos Mejía)

–Un loco hermoso. Solidario. Cabrón al mango. Militante. 

Jorge lo cuenta sentado este sábado en las escalinatas del Hospital Ramos Mejía, armándose un cigarro, tomando un breve respiro. Desde el miércoles, como tantas personas, espera. Novedades, partes médicos, intervenciones. Allí está internado, en terapia intensiva, su amigo Pablo Grillo, herido por una granada de gas lacrimógeno disparada por un gendarme durante las protestas contra el ajuste a jubilados y jubiladas en el Congreso. Y en esa espera Jorge describe entonces a su amigo, con una sonrisa y un brillo que le iluminan los ojos.

El mismo día de la marcha habían hablado para encontrarse y movilizarse juntos. Pablo llegó antes, y cuando Jorge lo ubicó en la esquina de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, sobre la calle Hipólito Yrigoyen, ya tenía la cara roja por los efectos de los gases. “En un momento se me perdió, y cuando lo vuelvo a ubicar es cuando lo veo caer”, recuerda.

Al verle la herida –brutal, tremenda, cuyas imágenes ya recorrieron el mundo– lo primero que pensó es que las Fuerzas estaban disparando con balas de plomo. Corrió en búsqueda de una ambulancia. Mientras tanto, fue la acción rápida y precisa de un militante que no lo conocía, lo que posibilitó que Pablo hoy siga luchando por su vida: con su mano detuvo la hemorragia de la herida –brutal, tremenda–, ordenó la disposición de la calle para hacer de escudo ante posibles nuevos ataques, y le indicó a los operadores de salud cómo atenderlo.

Pablo Grillo: el retrato que más duele

Carteles que la gente pega con amor y sensibilidad en las paredes del hospital. Foto: Lina Etchesuri para lavaca

Jorge se subió con él y su amigo a la ambulancia. 

Así llegaron al Hospital Ramos Mejía, en el barrio porteño de Balvanera.

Allí el amor solidario de la gente dejó carteles pegados. 

Uno de ellos, sujeto con una estampita de Evita, es una síntesis: “Acá pelea por su vida Pablo, víctima del fascismo”.

Acá también, como tantas personas en todo el país, Jorge espera.

Fútbol, militancia & fotear

Pablo Grillo: el retrato que más duele

Pablo en una de sus coberturas callejeras.

Primero fue el fútbol, esa energía que se puso en movimiento con el acompañamiento masivo y en dominó de los clubes más diversos a la marcha de los jubilados: Jorge y Pablo se conocieron en la cancha de Independiente, en Avellaneda.

Segundo fue la militancia, esa energía sensible de personas que saben que las cosas pueden ser distintas: ambos empezaron a militar en el peronismo de ese sur conurbano. “Compartíamos charlas políticas y él me dijo venite”, dice Jorge, que fue y se metió. Vuelve el brillo en los ojos al recordar a su amigo, capaz de tener discusiones larguísimas por esos matices que conforman las paletas de colores en un mismo espacio político.

La amistad los llevó a México, en 2016, cuando a Jorge lo despidieron de su trabajo durante el gobierno de Mauricio Macri. Jorge sólo tenía su indemnización. “No teníamos un peso”, se ríe. Fueron con la perspectiva de trabajar, pero los pocos ahorros previstos para cubrir tres meses se fueron en una semana al tirar carne a la parrilla todas las noches. Tiempo después, Pablo encontró una changa: “Participó de una película independiente yankee haciendo detrás de escena foteando. No le pagaban nada, pero teníamos comida y bebida”. La película se llama Una great movie, dirigida por Jennifer Sharp, y puede verse en YouTube. Allí, entre los créditos, aparece el nombre de la persona que hizo el trabajo de swing/foto fija del film: Pablo Grillo.

Fotear es una de las pasiones que Pablo ofreció al Hospital Interzonal de Agudos de Evita, en Lanús, cuando se acercó en búsqueda de trabajo en 2020, plena pandemia. El doctor Javier Moroni, exdirector ejecutivo de la institución, viralizó un audio que emociona por su tono, su calidez y su amor: “Él es sangre de nuestra sangre. Es hijo de una exjefa del Laboratorio Central del Evita. Nació a través del parto de nuestros médicos. Estuvo en el jardín maternal hasta los 3 años, ese que cuando entramos no funcionaba y ahora funciona. Hacia abril del 2020 golpean la puerta de la dirección y se presenta Pablo diciendo que era alguien del barrio, quería ayudar de cualquier manera y tenía doble pie: uno en jardinería y otro en fotografía. Estaban los pastos largos en ese tiempo. El hospital, abandonado”.

Pablo Grillo: el retrato que más duele

Pablo ayudó con sus propias herramientas porque el hospital no tenía. Cuando llegó el nombramiento de personal en ese año pandémico, fue uno de los primeros seleccionados. “Gratitud que llega hasta hoy”, dice Moroni, y lo ubica como parte de una familia de militantes: “No hubo nunca una actividad donde no estuviera, desde inauguraciones, conversatorios, declamaciones, actos del 24 de Marzo, cuando trajimos el vestido de Evita, cuando hicimos los cuadros de mosaico de Evita y los del Diego”.

Moroni se despide en el audio hablando del dolor que siente: “Estamos frente a un gobierno de asesinos. Eso queda claro y hay que cuidarse, sin dejar de luchar”.

Los ojos de un padre

Pablo Grillo: el retrato que más duele

Fabián Grillo a la salida del Hospital Ramos Mejía. «Es mi ídolo», dice sobre su hijo. Foto: Lina Etchesuri para lavaca.

Si algo sabe la familia Grillo es luchar. Las primeras palabras de Fabián, su papá, el mismo miércoles a la noche y mientras Pablo está siendo sometido a la primera operación de las dos que ya tuvo, no dejan dudas: “Somos una familia de militantes y con orgullo lo decimos. La militancia no es mala”. Describe a su hijo, lo sintetiza, lo humaniza: “Solidario, creativo, inteligente, bueno y cabrón. Una maravilla de persona, es mi ídolo”. Los ojos llorosos lo dicen casi todo. Lo que cuenta complementa: “Me enteré de la bazofia que dijo la ministra (de Inseguridad, Patricia Bullrich); ser militante es un orgullo y él es un militante, pero también es fotógrafo y estaba trabajando, haciendo fotografías de forma independiente, porque él siempre documenta cuando hay este tipo de actividades”.

La “bazofia” con la que mintió Bullrich, también ese mismo miércoles a la noche mientras los médicos intentaban salvarle la vida a Pablo tras haber perdido masa encefálica y sufrir fractura de cráneo, tampoco dejaron dudas: “Trabajaba en el ministerio de Justicia y era candidato en Lanús de Julián Álvarez. Este es uno de los periodistas que dicen que está preso y que se llama Pablo Grillo, un militante kirchnerista que hoy trabaja en la Municipalidad de Lanús”. Mientras la ministra mentía, el “periodista” Luis Majul asentía, servil, con su cabeza.

Pablo Grillo: el retrato que más duele

El jueves realizaron una misa por Pablo en la puerta del Ramos Mejía. Foto Juan Valeiro para lavaca.

La organización Mapa de la Policía, con la ayuda de un perito científico, reconstruyó el momento en que Pablo fue herido por un agente de Gendarmería y demostró en este video cómo se disparó a quemarropa con armas lanza gases que apuntaban a la altura del cuerpo, cuando el reglamento sobre este armamento establece que los disparos deben hacerse con un ángulo de 45º hacia arriba. “Lanzaron el gas lacrimógeno como si fuera una bala. Grillo no fue herido por una mala fortuna, le tiraron a matar”, afirman. Desde el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), agregaron: “Se usó un arma que dispara un tipo de cartucho que ya había matado en 2007 al docente Carlos Fuentealba. Por ese hecho y otros donde en distintas partes del mundo hubo muertos por estos cartuchos de gas, esta arma había quedado prohibida. La prohibición la derogó Patricia Bullrich cuando asumió este gobierno y permitió el uso de un arma que es potencialmente letal”.

Pablo Grillo: el retrato que más duele

Los carteles por Pablo en la puerta del hospital. Foto: Lina Etchesuri para lavaca.

Hermanados

Pablo tiene un hermano que se llama Emiliano, dos años mayor que él (37 y 35). Emiliano está en la puerta del hospital y lleva puesto un buzo de Independiente, con el que quizá hoy hubiese ido (con Pablo) a ver el clásico de Avellaneda ante Racing. Emiliano admite que por dentro “está destrozado”. Su cuerpo cansado y sus ojos tristes lo refuerzan. Cuando habla de Pablo, lo hace con una sensibilidad abrazadora: “Es un pibe laburador, que le gustan mucho las plantas y los perros. Es jardinero del hospital Evita y fue quien lo puso en valor, porque antes estaba abandonado. Mi hermano es una persona que no habla demasiado, porque lo que piensa lo demuestra en sus acciones solidarias que hace cotidianamente. Por eso no es casualidad que tanta gente nos esté acompañando. Esto es fruto de ser una gran persona, que para el otro da todo, sin medir. Desde chiquito fue así. Si hay un amigo que está en la lona, él está acompañándolo, preguntándole si necesita algo, pagándole la SUBE. Una cualidad muy importante de Pablo es la empatía, el estar, el pensar y el intentar ponerse en el lugar del otro”.

Emiliano abre el corazón cuando comparte que siempre fueron muy unidos: “Al llevarnos tan poca diferencia de edad, siempre nos criamos juntos; compartimos el mismo grupo de amigos, las mismas salidas, los mismos clubes. El recorrido de nuestras vidas lo hicimos a la par. Nos une todo”.

Pablo Grillo: el retrato que más duele

Un grupo de Jubiladxs Insurgentes acompañando a la familia y amigxs de Pablo. Foto: Lina Etchesuri para lavaca.

Comunidad mata fake

Es sábado y ya pasaron tres días. En la puerta del Ramos Mejía hay integrantes de Jubilados Insurgentes, que vinieron a visitarlo. También pasan vecinos y vecinas del barrio, preguntando si hay noticias del último parte médico; cómo está, cómo puede ser lo que le hicieron, que fuerza, que gracias, y que por favor dejale un saludo enorme a la familia. 

Las muestras de amor son infinitas, y así lo muestran los carteles:

  • “Fuerza Pablo. Milei asesino”.
  • “Fuerza Pablo. Estamos con vos”. 
  • “Fuerza Pablo. Estabas trabajando. Qué injusticia!!!”. Firma: Marcela y familia.
  • Una foto de perfil hermosa, con Pablo sosteniendo su cámara, su arma tan temida, impresa por la Asociación del Personal Superior de Empresas de Energía (APSEE): “#TodosSomosPabloGrillo”.
  • “… Y los libres del pueblo pedimos para Pablo justicia y salud”. Debajo de la P hay una V, símbolo peronista.
  • “Fuerza Pablo, los jubilados de los miércoles”.

Las muestras de amor conmovedoras también se vieron el jueves cuando el hospital colapsó por las personas que se acercaron a donar sangre. El lunes, a partir de las ocho de la mañana, la familia solicitó nuevas donaciones, luego de la última operación del viernes. En los balcones que dan al patio del enorme hospital –hay que decirlo: un ícono de la salud pública que atendió a Pablo con un cuadro gravísimo– hay familiares y amigues.

Uno de ellos se lo encontró a Pablo el miércoles, donde bromearon por esas coincidencias de marchas, militancias y calles. “Siempre nos encontramos en estos líos”, se rieron. Y no era para menos: una de las últimas veces que se vieron fue en medio de la represión durante el velorio de Diego Maradona, en noviembre del 2020. Su amigo es hincha de Boca y anuncia: “Por lo que pasó, el miércoles quieren sumarse muchos hinchas más a marchar”. 

A una de sus primas se le dibuja una sonrisa. “Pablo es mi personaje favorito”, dice, recordando su humor. “Un pibe que además se anima, sin miedo, y por eso estaba ahí”.

Sus amigas Tamara (35), Nadia (35) y Johana (37) coinciden. “Siempre tiraba chistes, muy alegre”, relata Johana, con quien compartió clases de inglés. Nadia remarca su compromiso: “En la pandemia, cuando sitiaron villa Azul, estuvo ayudando, poniendo el cuerpo. En esas situaciones donde es bisagra estar, ahí estaba Pablo”. Como el miércoles en el Congreso.

Pablo es peronista, “contemporáneo de Néstor y de Cristina”, como las amigas dicen que se describe en redes sociales, enamorado del barrio, de la cancha y fanático de Divididos. Tamara es amiga de la infancia y la trayectoria es bien de barrio: jardín de infantes, primaria y el amado Club Villegas, que además de deportes tenía piletas donde iban a pasar las temporadas todos los veranos. Allí Pablo también jugó a la pelota, categoría 89. Luego vino la adolescencia, las fiestas de 15, los bailes del club, los festivales. “Compartir cada etapa de la vida”, rememora Tamara, nostálgica. Ese mismo barrio que el jueves y el viernes se movilizó por Pablo en las calles, en la plaza, y sigue activo porque no hay fake que rompa tejido social.

Tamara lo expresa bien claro: “Estoy segura que si esto nos hubiera pasado a una de nosotras o a cualquier persona, él habría estado ahí, es más, convocando. Él siempre tira para adelante: es el que empuja”.

Cocinar, pintar y dibujar

Otro amigo es Sebastián, además de compañero de trabajo en el Hospital Evita, y desmiente en todo a Bullrich y compañía: “No saben lo que es como persona. Y lo que hizo por el hospital. Empezó como voluntario y así se ganó su puesto de trabajo. Es jardinero, y es impresionante el trabajo que hizo, solo. Hay dos perros dentro del hospital que lo siguen a todos lados. No van con nadie, solo con él”. Dice, con los ojos empapados: “Lo extraño y lo necesito”.

Andrea, su tía, lo describe en un posteo en sus redes como “un joven lleno de sueños, de proyectos, de amigos que lo quieren. Un apasionado de la fotografía al que le gusta cocinar. Un pibe como tantos, que hoy lucha por su vida”.

Juampi es uno de esos tantos amigos que lo quieren. Cuenta que a Pablo también le encanta dibujar y pintar. Recuerda una anécdota: “Para un 2 de Abril, hizo una bandera en homenaje a los combatientes de Malvinas con la que salieron los jugadores de Talleres de Remedios de Escalada. Siempre estaba disponible para todo lo que el barrio necesitara”. Este club del ascenso salió a la cancha el sábado con una bandera conmovedora: “Fuerza Pablo. Talleres está con vos”.

Pablo Grillo: el retrato que más duele

Los jugadores de Talleres de Remedios de Escalada salieron a la cancha el sábado con esta bandera conmovedora.

Juampi lo conoce desde la adolescencia y los puntos que los conectan siguen siendo varios: el barrio, los dos clubes de fútbol de sus amores (Independiente, cuyos jugadores también posaron con una bandera en su nombre, y Talleres de Remedios de Escalada), los mates compartidos, el truco, el tute y el jodete, y el jugar a la pelota. “Pablo es un chico común, pero a eso le sumaba ser una persona solidaria, que te daba lo que no tenía; cuando había que ayudar a alguien, siempre estaba ahí. Y cuando había que prender el fuego para hacer un asado, también”. A Juampi se le quiebra la voz cuando enfoca en el detalle: “Las mejores pizzas a la parrilla que comí en mi vida las hizo Pablito”. Hace una pausa, y con lo que le queda de voz, completa: “Y las va a seguir haciendo, las pizzas y el sacar fotos, que era su pasión. Va a salir de esta, porque es muy fuerte. Y porque es una genialidad de ser humano, muy chispa, una persona que con solo verlo te genera alegría”.

Pablo Grillo: el retrato que más duele

Previo al clásico de Avellaneda, Independiente se mostró unido en apoyo a Pablo, el club de sus amores.

Pablo estudió en la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA), y también Diseño Industrial en la Universidad Nacional de Lanús (UNL), carrera que no terminó. Tenía sus críticas, que se las compartía a su papá: “Está lleno de chetos que quieren aprender a diseñar la Ferrari argentina. Yo quiero hacer cosas más útiles para el común de la gente”. De hecho, un día mientras ayudaba en la villa Azul, en Quilmes, vio una jubilada que arrastraba una garrafa por una calle de tierra, tratando de llevarla a su casa. Así le surgió la idea, para un trabajo práctico, de un vehículo que transportara garrafas.

Su esencia, además de la impotencia por lo cruel, llevó a familiares, amigos y vecinos a organizar una manifestación para exigir justicia, el viernes por la tarde en Remedios de Escalada. Allí, Federico, otro de sus amigos, lo retrató en C5N: “Pablo es de las personas que más hay que cuidar en este mundo, de las mejores personas que hay, el tipo que le cortaba el pasto a los vecinos viejitos de su cuadra que no podían salir, el que repartía juguetes el Día del Niño a quien le faltaba. Esa era su militancia, y era su militancia todos los días. La de la olla popular, la del estar con quien menos tiene”.

Pablo Grillo: el retrato que más duele

Foto: Lina Etchesuri para lavaca.

Fuera Bullrich

El parte médico del sábado es que Pablo sigue estable, en estado crítico, pero los glóbulos blancos bajaron. “Eso es bueno porque no hay infección”, cuentan los familiares a la salida del hospital. “Es un día a día”, dicen, y agradecen cada presencia, cada saludo.

Jorge, que desde el miércoles sigue presente, piensa: “Siento nervios y tristeza. Impotencia. No es algo que nos sea raro sentir cuando pasamos este tipo de represiones entre 2016 y 2020. Con Pablo recibimos balazos de goma en la Ley Bases. Lo que sí me da bronca es que, aun así, cierta parte de la sociedad siga teniendo una visión completamente inhumana. Si en cualquier gobierno peronista hubiera sido al revés, yo habría sido muy crítico. No puede pasar, por más que no coincida en nada. No corresponde que suceda”.

Esa actitud inhumana le jode más que los dichos de Bullrich: “Porque no esperás otra cosa. Claramente no tiene ningún prurito en decir cualquier cosa ni de participar en cualquier espacio político. La única coherencia que tiene en su vida es la violencia, no hay nada más en su vida que pueda dar. Después de tantos años, ni siquiera se formó en la mentira”.

Tamara: “Al menos esperamos que Pablo no sea una noticia más. No tiene que pasar desapercibido. No es sólo la responsabilidad del gendarme que disparó sino que hay una responsabilidad del Gobierno. El contrarrelato se les cae porque las evidencias son firmes. Es muy claro. Y muy terrible. Pensaba en las veces que salimos a la calle por Maxi y Darío, por Fuentealba, por Santiago Maldonado, y no puedo creer que estoy hablando de Pablo en este contexto. Que quede claro: hay una responsabilidad del Gobierno, del Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich. La prioridad es su salud, pero no perdamos de vista eso”.

Johana: “Quiero que esté con nosotros, es lo único que me importa. Que se levante”.

Jorge: “Tengo una certeza, algo instintivo por así decirlo, y es que no lo veo saliendo de acá al cementerio. Lo veo saliendo de acá, en el tiempo que tenga que ser. Pero bien”.

Dicen que los grillos cantan para defender su territorio. Este Grillo, Pablo, el miércoles por la tarde estaba haciendo eso: defendiendo su territorio, a través de la fotografía. Ahora sigue luchando, sostenido por la salúd pública y por la fuerza de sus familiares y amigos que no lo dejan un segundo solo. Sigue luchando, con leves mejorías día a día pero aún en estado crítico, todavía en etapa de sobrevivencia.

Sigue luchando, Pablo, con esa garra inclaudicable a la que ya estaba acostumbrado. 

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.

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La moto regalada

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Crónica sobre la violencia del miércoles de una de las suscriptoras de la revista MU, participante en nuestros diplomados, madre y muchas otras cosas, que estuvo en la marcha de jubilados y jubiladas viviendo en primera persona los enfrentamientos provocados por las fuerzas de seguridad. Su relato del miedo, las imágenes que le provocaron terror. Los gestos de solidaridad y convivencia entre los manifestantes. Y un detalle del relato que explica cómo la propia policía creó situaciones para justificar la continuidad de la cacería y la represión, en las calles con el alma rota.

Por Ludmila Goldsztejn para lavaca.org

Me tiembla la mano cuando quiero escribir lo que temo.

Terror.

La mirada llorosa asomando del trapo que cubría esa cara de ese cuerpo que escapaba…

Ahora tiemblo porque puedo moverme.

Mientras, tomo un rico mate y trato de sacar esto que me aterra cuando en vano quiero pensar en otra cosa o cuando cierro los ojos buscando evadirme.

No hay cómo.

Entonces vuelven esos ojos envueltos en lágrimas y en esa sirena/bocina que salían de las motos policías con tanta fuerza que aturde y los disparos.

Solo veo los ojos y su mano extendida que llegué a rozar pero no pude tocar el miedo me paralizó lo persiguen a él y no pudo escapar.

Llegando a Alsina por Bernardo de Irigoyen se subieron cuatro o cinco motos a la vereda y lo encerraron y nunca apagaron ese ruido y se bajaron de la moto y lo sacudieron hasta que lo aplastaron contra el piso, lo agarraron como si fuera una cosa y lo aplastaron y ni rebotó lo aplastaron contra el piso y no se movió más…

Unas manos me rodearon firmes y escuché: andate de acá, un cartonero con chaleco me trataba de sacar de la escena y ahí me di cuenta de mí y de mi quietud, estaba petrificada tapándome los oídos y viendo ese cuerpo que no se movía, quise gritar, pero no tenía voz y casi me dolió moverme unos pasos atrás de un árbol, me vi moverme sin voluntad, presa de un terror que no conocía.

Andate me seguía diciendo un señor de ojos muy negros y grandes y preocupados,

vení me dice otro señor mucho mayor que venía con otro con un bastón por el medio de Nueve de Julio. Nos vamos, vení, y yo que se me vencían las rodillas, yo joven ellos re viejos. No, no te quedes, ¿querés agua? No pares, no te detengas, nos tenemos que ir, me decía, unos pasos después, me dijo: vamos por el medio.

Lo aplastaron repetía yo. Están cazando me dijo, nos tenemos que ir.

Cruzamos Belgrano por el medio entre piedras y persecuciones y gente corriendo esquivando bondis que avanzaban lento por sus carriles, los policías tiraban a las piernas para que no corran y se abalanzaron sobre quienes creían que tiraban piedras o sobre quienes las tiraban que no eran pocos, cuando agarraban a alguien y lo arrastraban por el asfalto llovían piedras, esto fueron ¿dos cuadras, tres minutos? y el señor me convenció de tomar agua y decirle mi nombre, él se llama Julio y con su señora tienen un centro cultural en Ranelagh, me invitó a que vaya cualquier fin de semana me dio un abrazo y me deseó mucha suerte cuando doblé por Independencia a tomarme el subte sin poder parar de llorar.

Pero antes ¿qué pasó? antes cuando ya nos habían barrido como mierda del Congreso, cuando nos habían gaseado sin asco como a una plaga fumigada, cuando el Congreso ardía aquí y allá y una columna de humo negro se visualizaba desde Nueve de Julio, cuando nos sentamos a descansar y llorar en la fuente a mirarnos las caras y preguntarnos cómo estábamos y ayudarnos y pasarnos agua y limón y óleo para los ojos, cuando casi pudimos descansar tres minutos vino el hidrante y las motos y siguieron los gases y la gente furiosa, frustrada con más o menos miedo siguió para Plaza de Mayo, se iba para uno u otro lado por las avenidas y ahí pasan dos motoyutas y uno se baja y se suba a la otra moto y se van y dejan ahí la moto regalada, en segundos la dieron vuelta y la rompieron como pudieron ahogados de odio o de lo que sea, ¿Por qué? no sé, la furia no es amiga de la sensatez ¿no? y así otra vez, gas y persecución y cacería. Esto se repitió con similitudes y diferencias a lo largo de las calles tristes y avenidas heridas de una ciudad rota, rota dentro de su alma pero, aunque rota, resistiendo.

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La sociedad en movimiento versus el Estado barrabrava

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Jubilados e hinchadas generaron una movilización en Congreso que recibió como respuesta un feroz operativo represivo. Al cierre de esta nota el fotógrafo Pablo Griillo (35 años) peleaba por su vida tras ser herido por un ataque policial; había al menos 108 personas detenidas, pero no una lista ni confirmación oficial y en las  esquinas de  Buenos Aires sonaban las cacerolas mientras vecinas y vecinas marchaban espontáneamente hacia Plaza de Mayo.

La convocatoria de las y los jubilados, con el respaldo de las hinchadas de todo el fútbol argentino, entre otros sectores, tenía hora y lugar: 5 de la tarde en la puerta del Congreso de la Nación. Desde las 14 ya había gente, y a las 16, una masividad suficiente para que las distintas Fuerzas de Seguridad cumplieran la orden de reprimir a mansalva y sin excusa. El objetivo era impedir la concentración de manifestantes para evitar la foto más temida por el gobierno: la de una multitud unida y con camisetas de todos los colores. 

La sociedad en movimiento versus el Estado barrabrava

Beatriz Blanco, 87 años, golpeada por la policía, cayó golpeando la nuca contra el asfalto. La segunda agresión: ningún efectivo se acercó a ayudarla mientras ella estaba desmayada en el piso. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Los efectivos de la Policía Federal, la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval y la Policía Aeroportuaria no estuvieron hoy en Bahía Blanca ayudando a la comunidad devastada por la inundación, ni vigilando las valijas que ingresan al país con sospechosa carga, sino dedicadas a tirar balas de goma y gases a diestra y siniestra, a activar hidrantes y -con infiltrados- destruir  sus  propios patrulleros, hasta transformar la calle en  un infierno. En tanto, dentro del Congreso Nacional  el oficialismo –conformado por la alianza LLA/PRO que permitió a Javier Milei ser Presidente- protagonizó una pelea a las  trompadas cuando se disponía a votar las autoridades de  la Comisión de Juicio Político. Martín Menem aprovecho el caos para levantar la sesión.

En tanto, durante el resto de la  tarde,  se detuvo al menos a unas 108 personas –a  la hora de cierre de esta nota no hay listado ni cifra oficial de las y los detenidos-, culpándolas de los hechos que las propias fuerzas de seguridad provocaron para justificar lo injustificable: la brutal represión que dejó decenas de heridos. El caso más  dramático: el fotógrafo Pablo Grillo. El impacto de  una descarga de gas le produjo una herida en la frente,  con derrame cerebral y dejó su vida al borde del abismo.

La sociedad en movimiento versus el Estado barrabrava

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

En el mismo momento en que Grillo estaba siendo intervenido  de urgencia en el hospital Ramos Mejía, la ministra Patricia  Bullrich, responsable del operativo, pronunciaba su nombre en la pantalla del  canal La Nación+, presentándolo como un militante kirchnerista detenido. Los periodistas que la escuchaban no corrigieron la (des) información. El conductor, Luis Majul, prefirió expresar su “vergüenza”, pero por el  desorden.

Los jubilados y las hinchadas –que los medios oficialistas trataron de presentar como barras bravas- seguían en las calles del Congreso, pese a todo. “Este gobierno hizo lo que pocas cosas logran: unirnos”, dirá un hincha de Huracán al posar para una foto -inédita  en la Historia argentina- abrazado a otro con la camiseta  de San Lorenzo, y al lado de la de Morón, a otra  de Almirante Brown, a otra de Boca, y de River, y  de Tigre, y de Ferro, y de Los Andes, y etcétera, etcétera, etcétera.

La sociedad en movimiento versus el Estado barrabrava

Pablo Grillo estaba sacando fotos cuando fue víctima de un proyectil de gas policial. Una vida en riesgo, por la violencia institucional contra un comunicador. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Dos horas después de las declaraciones de Bullrich, mientras Grillo seguía peleando por su vida en  el quirófano, su papá, Fabián, sintetizaba así  a lavaca, la realidad que la prensa oficial deformaba: “Somos una familia de militantes y lo decimos con orgullo porque la militancia no es mala. Y lo digo porque me enteré  lo que está declarando esa bazofia de la  ministra.  Mi hijo es un militante, pero también es fotógrafo y hoy estaba  ahí trabajando. Y ahora por culpa de  una  ministra  y  un presidente que mandan a matar, la vida de  mi hijo está corriendo peligro. Su situación es  muy grave, muy grave”, dice entre lágrimas.

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Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

La otra  imagen inédita es la que registra el video en el momento en el que un policía derriba a la jubilada Beatriz Blanco, de 87 años, con un golpe artero, que produce un estremecedor  estruendo: es la cabeza con canas golpeando en la vereda, mientras el policía se esconde detrás de otros uniformados.

Hay más: cuando la protesta  se trasladó a Plaza de Mayo las fuerzas de seguridad reavivó su show  represivo, que esta vez incluyó el registro en video de cómo plantaban un arma en el pasto y, algo quizá peor: chorros saliendo de la Casa Rosada, aunque eran  de agua.

La cacería siguió por el Obelisco e incluyó la fugaz detención del  Padre Paco Oliveira –ataviado con una camiseta de Boca y referente de Curas en Opción por los pobres- quien fue rápidamente liberado al ser reconocido por un comisario: “Soltalo que es cura”, dijo. Eligieron entonces encarcelar al monaguillo que lo acompañaba.

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Carlos, el jubilado que impulsó la llegada de hinchas de Chacarita y luego del resto de los equipos. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

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River y Boca, esta vez unidos (y unidas). Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

A las diez de la noche, en Diagonal Norte  una veintena de personas esposadas y tiradas  en  el piso esperaba que su destino se definiera de acuerdo al resultado  de una disputa abierta entre el intendente Macri, Jorge –a cargo de la Policía de la Ciudad- y Bullrich, Patricia, con las fuerza federales a sus órdenes.  En tanto, en varias esquinas porteñas comenzaba a escucharse la característica  música del descontento: la de las cacerolas vacías. Y su clásica consecuencia: la marcha espontánea de vecinas y vecinos hacia Plaza de Mayo.

Al momento de escribir esta nota hay mucha información todavía por  definirse y al  menos una vida en juego, pero  tal como  lo define Carlos, el jubilado que logró convocar a las hinchadas, lo único certero es que esta historia continuará.

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El Estado desparramando personas en el piso, para que no se manifiesten. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

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Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

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Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

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Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

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Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

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