Derechos Humanos
15 años sin Luciano Arruga: “No hay justicia para nuestros pibes”

Con movilización y marcha por el barrio de Lomas del Mirador: así se recordó que la muerte de Luciano sigue impune. “Somos más que nuestra lucha: somos un grupo que abre los brazos solidariamente porque ha entendido que, de esta, tenemos que salir juntos y juntas, porque la lucha es colectiva”, dice Vanesa Orieta, su hermana, para definir cómo es la batalla contra los discursos de mano dura en los barrios sin acceso a derechos.
Texto: Lucas Pedulla / Fotos: lavaca.org
“No es justo poner tanto cuerpo 15 años para saber qué pasó con un joven de 16 años que se negó a robar para la policía”. La frase resuena en el barrio conurbano de Lomas del Mirador, en el partido bonaerense de La Matanza. Hay una cuadra de movilización que escucha en silencio. No hay bocinazos, tampoco cantos ni bombos; simplemente escucha, atenta y sensible.
La persona que habla es Vanesa Orieta, y el chico al que se refiere es su hermano, Luciano, un joven de 16 años que intentó ser reclutado para robar por efectivos de la Policía Bonaerense, pero se negó. Por esa razón comenzaron a hostigarlo y en 2008 fue torturado en un destacamento policial que se había abierto por pedidos de mano dura en el barrio. Por ese caso un oficial fue condenado a 10 años de prisión. Sin embargo, las amenazas siguieron, y el 31 de enero de 2009 fue la última vez que la familia de Luciano lo vio con vida. Desde entonces, cada enero, la familia de Luciano construyó en estas calles un memorial de lo que significa la represión estatal en democracia.
Esta marcha, que escucha en silencio, recuerda una herida que duele, con 15 años de impunidad, pero Vanesa también lo refleja así: “Es un momento más para poder cristalizar que llevamos 15 años de organización y de lucha para poder llegar a la verdad y la justicia”.

Vanesa Orieta durante la marcha por su hermano, Luciano Arruga.
Mónica Alegre: “No creo en la justicia”
El contexto de la causa de Luciano es explicitado al barrio:
- Luciano era un joven pobre de 16 años que se negó a robar para la policía.
- Era permanentemente hostigado, amenazado, detenido y torturado por los efectivos policiales del Destacamento de Lomas de Mirador, una dependencia que funcionaba en un chalet, que no tenía las condiciones para alojar detenidos (menos un niño), y había sido abierto por reclamos de mayor seguridad en el barrio. Por esas torturas, la justicia condenó al policía Julio Diego Torales a diez años de prisión. La familia logró cerrar el destacamento y convertirlo en un Espacio Social y Cultural que lleva el nombre de Luciano.
- El 31 de enero de 2009, Luciano fue visto con vida por última vez. Con la denuncia sobre la Bonaerense, el propio destacamento y las comisarías de la zona donde testigos señalaron que el joven había sido detenido, la familia inició una denuncia en el fuero provincial que luego pasó al federal como desaparición forzada de persona. El 17 de octubre de 2014, la familia encontró el cuerpo de Luciano enterrado como NN en el Cementerio de la Chacarita. Según la reconstrucción, Luciano fue atropellado en la madrugada del 31 de enero luego de cruzar con ropa que no era de él por un lugar inaccesible de la General Paz. La denuncia, nuevamente, se posó sobre la Bonaerense.
- Por esa causa, que aún sigue en etapa de instrucción, no hay detenidos. Hace 10 años la familia inició un pedido de destitución a la fiscal Roxana Castelli (derivó la investigación en la propia Bonaerense denunciada, incumpliendo el reglamento de la Procuración) y al juez Gustavo Banco y la fiscal Celia Cejas (por espiar durante 1 año y 6 meses a la propia familia). “El daño que hicieron es irreparable en el proceso de investigación”, dice Vanesa en la marcha. “Entiendan esto como una lógica por parte de la Justicia para no llegar a la verdad”.
Por este contexto, Mónica Alegre, mamá de Luciano, habla de “desesperanza” y “desilusión” en esta charla con lavaca.

Instrucción judicial: 15 años
“La desesperanza es porque hace 15 años que hay una causa en etapa de instrucción -dice-. Los policías están como testigos. Ya no creo en la justicia. Es triste, porque no hay justicia para nosotros, nuestros hijos o nuestros pibes. No le deseo el mal a nadie, pero tiene que ser el hijo de un policía que, además, es custodio de un funcionario, para que haya justicia. Mientras tanto, pareciera que Santiago Maldonado se ahogó en un río, que Facundo Castro se cayó de un puente, y que Luciano Arruga fue atropellado por un auto”.
-¿Qué encontraste en estos 15 años de lucha?
-Desilusión por parte del Estado. Pero, a la misma vez, alegría de encontrarme con mucha gente linda que me dio una mano cuando estuvimos muy mal, para apoyarnos y darnos aliento. Gracias a ellos sigo en pie. Y, también, gracias al nieto hermoso que tengo.
-Luciano siempre nos permitió pensar el contexto en el que estamos: qué entendemos por justicia, por seguridad, por política. ¿Cómo ves este momento?
-Políticamente estamos mal. Si salís a hacer una marcha, arremeten contra vos, suben a colectivos a pedirte documentos. Es muy delicado lo que estamos viviendo. Creo que es el momento más álgido de la política en estos 15 años, pero lamentablemente esto sigue. Como dice Vanesa, todos los gobiernos desaparecieron. La diferencia es que este es mucho más áspero. Tenemos que tener los mismos cuidados que tuvimos antes: comunicación fluida entre familiares y entre mi grupo, que sepan en qué actividad estoy, no mandarme sola. Son las mismas, pero hay que extremarlas. Aunque, ojo, a Luciano no lo desapareció Milei, sino que pasó con Cristina; Julio López, con Néstor; Santiago Maldonado, con Macri; y Facundo Castro, con Alberto. Hay que seguir, pero cuidándonos, sin tirar más del hilo. No tenemos que dar pie a que hagan algo contra nosotros.
Vecino, vecina
Vanesa habla a la calle que marcha, pero también al barrio, con su claridad y contundencia: “Por más que esté bien el encuentro, que en nuestros corazones la resistencia sea nuestro motor de lucha, no corresponde que tengamos que poner tanto esfuerzo físico, psíquico y emocional para poder lograr la condena a todos los responsables, no solo materiales -apunta-. Exigimos la condena, a tantos años de los hechos, y pedimos que llegue a término el juicio político que iniciamos al juez Banco y las fiscales Cejas y Martín”.
También ubica el contexto en el que llegan estos 15 años: “Tenemos en la presidencia a un señor altamente nefasto con una mirada discriminadora y criminalizante a los sectores empobrecidos, organizados y en defensa de sus derechos. Hace años este grupo (por Familiares y Amigos de Luciano Arruga) y muchos otros grupos, insistimos en la débil democracia que padecemos. Venimos manifestando que no hay palabras para describir la pobrezaM que los niños, niñas, adolescentes y jóvenes en nuestro país están sufriendo la violación a sus derechos fundamentales, a través de la falta de acceso a esos derechos. Y, por supuesto, también a través de la violencia de la represión policial”.
Seguridad y derechos
Vanesa habla de la inseguridad como el “bastión” de los gobiernos constitucionales para agudizar políticas de mano dura: “La seguridad no es golpear a pibes de Santos Vega y 12 de Octubre (barrio donde vivía Luciano), no es controlar los barrios pobres: la seguridad es que todas podamos acceder a nuestros derechos -explica-. También advertimos que tarde o temprano los sectores afectados iban a ser otros, que no eran rozados por la política represiva o de desigualdad, pero hoy lo vemos. Este gobierno no solo no habla de los sectores empobrecidos, sino que avanza fuertemente sobre los sectores medios. Quizá haya que hacer fuertes replanteo, y que realmente debamos construir una sociedad solidaria en todo tiempo histórico que entienda que siempre hay que mirar a los que están sufriendo, a los hermanos y las hermanas que no la estén pasando bien. Quizá sea la única forma de evitar futuros gobiernos empobrecedores, entreguistas, represores. Hoy nos toca luchar contra éste. Mañana lo seguiremos haciendo por más que un gobierno progresista intente paliar el sufrimiento de la pobreza, porque lo que exigimos no son limosnas del Estado sino el acceso real a los derechos fundamentales para que todas las personas podamos vivir en dignidad y elegir el futuro que tenemos”.
Por esa razón, dice Vanesa, es que marchan: “Ya no somos una lucha, no somos solamente la bandera levantada con la bandera de Luciano. No somos sólo el grupo de Familiares y Amigos denunciando la represión estatal. Somos también trabajadores y trabajadores que acompañamos diferentes realidades a lo largo y ancho del país, y que vemos el sufrimiento de un pueblo que es cada vez más ajustado, más discriminado, más criminalizado”.
Vanesa habla de las asambleas que defienden los territorios del extractivismo y no quieren contaminación; de los pueblos originarios; de los jubilados; de las Madres y de las Abuelas que siguen pidiendo verdad y justicia; de los medios comunitarios, porque la comunicación es un derecho; de las personas en situación de encierro en cárceles; de las madres que hoy salen a la calle en la Marcha de la Gorra, de la Violencia Institucional, la represión estatal y la violencia policial. “Estamos todas juntas y ahí nos abrazamos -dice-. Pero una aclaración: cuando nosotros decimos violencia institucional, no decimos violencia estatal, sino que hablamos de la falta de acceso a derechos fundamentales de niños, niñas y adolescentes. Insistimos porque se hace necesario no desvirtuar con palabras livianas una problemática que se llama represión estatal y que, en el fondo de esto, oculta graves violaciones a los derechos humanos por hostigamiento, fusilamiento, desapariciones forzadas”.
Vanesa dice todo esto para remarcar un concepto: “Somos más que nuestra lucha, somos un grupo que abre los brazos solidariamente porque ha entendido que, de esta, tenemos que salir juntos y juntas, porque la lucha es colectiva”. Agradece el acompañamiento, “porque no se puede luchar en la invisibilización y de espaldas a la sociedad”.
Y aclara: “Por eso marchamos, vecino y vecina, porque son muchos años sin saber la verdad”. En la intersección de Mosconi y San Martín, a dos cuadras donde funcionaba el destacamento policial, Vanesa habla otra vez directo al barrio: “Ha costado mucho que ustedes, vecinas y vecinos, puedan entender la injusticia de por qué la policía secuestró y desapareció a Luciano aquel 31 de enero del 2009. Pero esta familia siempre dijo por qué: a Luciano lo secuestro la bonaerense por negarse a robar para ellos”.
Leo Santillán: no a la resignación
Las marchas por Luciano también son escenarios donde se movilizan otros familiares que sufrieron la violencia estatal. Una de ellas es Sandra Gómez, mamá de Omar Cigarán, asesinado el 15 de abril de 2003 en La Plata. El policía fue absuelto y la causa espera resolución de la Corte: “La lucha la damos los familiares en la calle porque no nos escuchan. La policía mata a nuestros pibes y terminan impunes. Queda en nosotros seguir visibilizando sus nombres”.
Ricardo, papá de Marcelo Peca Rivero, asesinado el 18 de marzo de 1989: “Lo mataron en la Comisaría 14 de Rafael Castillo. No me dieron bola, quedó todo impune. Sigan luchando porque nos da más fuerza para no abandonar la injusticia de que maten a nuestros hijos”.
También marcha Leo Santillán, hermano de Darío, asesinado en la Masacre de Avellaneda el 26 de junio de 2002: “En la lucha de Moni y Vane hay un fuerte mensaje de lucha, amor y resistencia -dice a lavaca-. Muy importante para estos tiempos, donde tenemos que salir a multiplicar la esperanza. Hay mucha resignación, miedo y tristeza, pero no podemos salir a pelear sin esperanza”.

Ahora y siempre
La marcha ingresa a la plaza y se dispone en ronda para escuchar a la familia, previo al cierre de la artista Sara Hebe.
Comienza Vanesa, recordando que siempre le pareció muy difícil responder cuando le preguntaban quién era Luciano: “Hoy digo que fue un pibe con una decisión política zarpada. Lo que ha pasado con nuestros pibes y pibas es una intención clara de despolitizarlos, de desubjetivizarlos, para no poner en el foco de la discusión la intención concreta de los diferentes gobiernos constitucionales de ir sobre ellos. Siempre la respuesta fue decirnos que el gobierno de turno no se sentaba en una mesa chica a decidir sobre el futuro de los pibes como se hizo durante la etapa genocida: era un esfuerzo enorme para la familia salir de esos vericuetos de palabras rebuscadas que nos hacían ubicarnos en un lugar de meras víctimas reclamando imposibles. Fueron muchos años de entender que no estábamos equivocadas”.
Y pone, en esta plaza, una discusión que establece como triada: “La violencia institucional es la base que siempre permitió que nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes sean presentados como otros peligrosos por ser pobres y no acceder a sus derechos fundamentales”. Luego vuelve a la inseguridad: “La problemática (aceitada por los medios masivos, aclara) alimenta que se persiga a ese otro peligroso, que es el pibe pobre”. Finalmente, la problemática represiva: “Aunque no haya una mesa chica, en los hechos las políticas públicas inundaron los barrios de policías, y hay infancias que naturalizan ver itakas en los pasillos de sus casas”.
Propone esta discusión como replanteo para pensar por qué hoy Javier Milei es el presidente: “Algo no hicimos. Es necesario que podamos hacer memoria, dinámica, no estanca. Una memoria que pueda encadenar que fueron 30 mil, y decir con fuerza y seguridad que el fantasma genocida sigue rodeándonos y siempre se mantuvo presente: los ejemplos, claramente, fueron los hechos de represión estatal”.
Vuelve a Luciano y los 15 años de impunidad: “Es una tomada de pelo porque en la medida que no podamos condenar un hecho de desaparición forzada, estas situaciones se repiten. Una de las cosas que debieron hacer los gobiernos es, mediante condenas ejemplificadoras, decir no. Porque somos un país con memoria, porque no queremos más desapariciones forzadas, y eso no ha ocurrido. Podría escribir 40 tomos, como los 40 tomos que tiene la causa de Luciano, sobre la invisibilización que sufrimos. No esperamos nada de gobiernos de derecha, de Macri o de Milei, pero hubo gobiernos que levantaron firmemente la bandera de los derechos humanos y que hablaron de una primavera mientras muchos y muchas de nosotras estábamos desgarradas por dentro. Por eso necesitamos tender puentes en momentos precisos para que lo que lleguen a nuestros barrios no sean limosnas, sino para poder vivir una vida digna”.
Luego, Mónica agradece el “aguante” de estos 15 años: “No fueron fáciles. Tuvimos que dejar muchas de lado. Pero aprendí el respeto hacia los demás, a no ser egoísta, gracias a Luciano. Estamos de pie, no vamos a bajar los brazos y vamos a seguir saliendo a la calle”.
A su turno, el que habla es Sebastián, otro de los hermanos de Luciano, que emociona a toda la plaza, habituada a escuchar en estos años las voces de Mónica y Vanesa. Sebastián hoy está como referente de Familiares y Amigos, y sumó este enero una nueva voz:
“Quería arrancar agradeciendo a los que están acá marchando abajo del sol, muchas cuadras, concientizando un barrio que, en un momento, fue ajeno a las problemáticas que sufria esta familia. No es fácil estar acá 15 años después. No lo fue ni no lo va a ser, seguir estando más años, porque en cada uno de estos años no solamente nos encargamos de poner el nombre de mi hermano en lo alto y de pedir justicia y esclarecimiento, sino que también dejamos mucho de largo: vidas personales, sentimientos y emociones fueron depositadas en esta lucha que fue construyéndose con la participación de ustedes y el gran esfuerzo que hicimos nosotros. Por eso recordarles que no son sólo 15 años de Luciano que no está, porque si me pongo a hacer la cuenta, esto viene mucho antes de Luciano: he conocido familiares que me mostraron las fechas de sus hijos 10 años antes que yo naciera. Padres que estuvieron 30 años llorando un hijo, una hija, un hermano, un primo, un amigo que fue a bailar, una piba que murió adentro de un penal, un pibe suicidado en una comisaría. No son hechos aislados y, por esto, vamos a estar 15 años hasta que finalmente sintamos que el Nunca Más es un Nunca Más”.
La plaza, visiblemente emocionada, aplaude y agradece cada palabra.
Y previo al cierre, suena un grito: Luciano Arruga, presente, ahora y siempre.
Derechos Humanos
#140: otro nieto recuperado

El hijo de Graciela Romero y Raúl Metz –pareja desaparecida desde fines de 1976– fue hallado y se convirtió en el nieto recuperado 140. Estela de Carlotto encabezó el anuncio que derivó en un brindis de Abuelas al que lavaca tuvo acceso. Las palabras de Estela, lo que contó Adriana Metz, el blog “Poncho de lana” y la historia de otra hazaña abuelística que vence al negacionismo, la resignación y la muerte. Un proyecto: “Todavía falta encontrar a 300 nietos y nietas apropiados durante el terrorismo de Estado. Sigamos siendo ese país que iluminó al mundo en el camino de la Memoria. Luchemos para que la verdad no se apague”.
Por Sergio Ciancaglini
Fotos Sebastián Smok
La señora apareció con su bastón sobre el escenario y frente a la lluvia conmovedora de aplausos largó el bastón, se puso a aplaudir también ella, abrió los brazos como para abrazar a cientos de personas que había allí, y movió su cabeza de un lado al otro como en un baile, sacudiendo su cabello canoso con una sonrisa que casi no entraba en ese salón.

El hecho ocurrió en la Casa por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo, en la Ex Esma, cuyo auditorio estuvo colmado de gente y de varias otras cosas.
Estela de Carlotto dio comienzo así al anuncio formal de la aparición del nieto número 140, número redondo que es a la vez un símbolo redondo de un milagro terrenal y humano: el que ocurre cada vez que se repite esa especie de hazaña abuelística de vencer al negacionismo, a la resignación y a la muerte.
A su lado estaba Adriana Metz con remera verde, jeans gastados, zapatillas rosas y unos cartelitos como de diálogo de historieta: “El 140 es mío” y “Vivan las Abuelas”. Adriana es la hermana de ese nieto recuperado y desde hace años forma parte de la nueva camada de la organización, como referente marplatense. Este lunes contagiaba una alegría que hacía brillar todo alrededor. Y guardaba otro globito de diálogo que mostró después: «Soy la que encontró a su hermano».

Adriana describió así el primer encuentro: “Mi hermano me contó que había sido criado como hijo único y que no tenía familia. Entonces, cuando me dice eso, yo le respondo: «Ey, acá estoy yo. Y él me contesta: Sí, ya sé, boluda». Eso me parece que resume bastante bien cómo fue nuestro primer encuentro”, dijo, entre las risas del público y el inevitable grado de emoción que inundaba tantas miradas.
Contó también: “Nos comunicamos con él para decirle que estaba la posibilidad de que fuera hijo de desaparecidos. Ante la información que le fue dando CONADI, se le preguntó si accedía a hacerse la extracción y comparación de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos. Él aceptó. Desde que la muestra entró hasta hoy, tuvo su tiempo para pensarlo. Esto lo llevó a entrar en la página de Abuelas, fijarse los grupos familiares y hubo un dato que lo hizo pensar que podía ser nuestro. Se imaginó que podía dar positivo, pero no dijo nada porque no quería ilusionar… y menos ilusionarse él”.

Sobre el Estado y la desnudez
El documento de Abuelas, que por su interés y su valor reproducimos y sugerimos leer de modo completo, fue leído por la propia Estela y por uno de los nietos recuperados, Manuel Gonçalves, Allí se plantea:
- “Para que estas búsquedas se sostengan es imprescindible que el Estado siga existiendo. Por eso exigimos que se derogue el decreto N°351/2025, que deja en extrema vulnerabilidad al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG)”.
El otro elemento crucial es que cada uno de estos hallazgos desbarata todos los intentos negacionistas, empezando por los que le brotan al actual gobierno. Dice el documento:
- “Cada restitución revela de manera irrefutable que la dictadura ejecutó un plan de exterminio, que cometió un genocidio. Cada nieto viene a confirmar que el Estado terrorista secuestró personas, las mantuvo ocultas en Centros Clandestinos de Detención bajo torturas, las asesinó y desapareció sus cuerpos. Que en esos campos de concentración existieron maternidades clandestinas, donde las detenidas, como Graciela Romero, dieron a luz a sus hijos en condiciones infrahumanas. Que hubo un plan sistemático de apropiación de menores, condenando a esos niños a vivir en la mentira y a sus familias biológicas a buscarlos indefinidamente”.
La conferncia de prensa en la Ex Esma derivó en un brindis más privado. Allí estaba Estela, copa de Champán en mano, rodeada por los nietos y nietas que colaboran en Abuelas. Dijo a lavaca: “Me enteré ayer. A mi edad, te imaginás la felicidad de seguir encontrando nietos. Cada vez es como si fuese la primera vez. ¿Y sabés qué pasa? Que eso nos ayuda a seguir por algo muy sencillo: sabemos que están”.

Adriana agregó: “Mi hermano se enteró el viernes a la tarde, yo el sábado. Cuando Manuel Gonçalves me pasó la carpeta me empecé a sentir rara, como una bolsita, el cuerpo me iba de aá para allá, no estaba mareada, pero me movía sin entender. Me dijo: “Lo encontramos” y me abrazó. Ese fue el desahogo. Lloré y me reí. Todos saben que soy muy llorona, pero la verdad es que fue más risa que llanto. Hablé con mi hermano por videollamada primero. Fue increíble. Yo siempre busqué para encontrar, pero a la vez sabés que a lo mejor esa búsqueda no llega a concretarse. Estoy recontraorgullosa y recontracontenta de haber encontrado a mi hermano. Si yo no lo lograba, mis hijos iban a tener que continuar. En cambio ahora mis hijos tendrán sus propias búsquedas, ésta ya está resuelta. Es una gran noticia, y las buenas noticias me ponen en este estado, me siento muy inspirada”.
Estuvieron también en el encuentro Horacio Pietragalla (ex secretario de Derechos Humanos, y también nieto recuperado), Teresa Laborde (nacida en un patrullero cuando su madre, Adriana Calvo, era secuestrada durante la dictadura) y el diputado Eduardo Valdés. Dijo Teresa: “Tenemos las herramientas legales para hacer las cosas, el problema son los que ejecutan, que están queriendo romper los organismos de investigación, como lo están haciendo con la ciencia, la salud pública, la educación o las jubilaciones para después subsidiar iglesias evangélicas. Pero aquí apareció una persona. No es un milagro sino el producto de una lucha. Así que tenemos que seguir adelante. Están muy en off side, y todo es muy visible. Está muy desnudo el rey”. Dijo Valdés: “Esto demuestra cómo la esperanza continúa y como hay que insistir en la importancia de no cerrar los ámbitos de investigación como el Banco de Datos Genéticos”.
En la edición de marzo de MU, en la nota Mundo Abuelas, Adriana había explicado: “En 2012 dije: quiero tener una participación activa en la búsqueda de mi hermano. ¿Qué implicaba tener una participación activa? Bueno, aprender. De la búsqueda, del amor. Ese trabajo que las Abuelas empezaron a hacer sin saber cómo se hacía se fue sistematizando. Ellas sembraron esto y son muchos los que estamos para continuar. De hecho, soy hermana, nunca voy a ser una Abuela, y por una cuestión biológica soy la referente de la filial. La búsqueda continúa más allá de quién esté. Es lo que nos enseñaron”.

El comunicado de Abuelas
Bienvenido nieto 140
Abuelas de Plaza de Mayo comunica con enorme felicidad la restitución de otro nieto apropiado durante la última dictadura cívico militar. Hoy damos la bienvenida al hijo de Graciela Alicia Romero y Raúl Eugenio Metz: ¡Bienvenido nieto 140!
El nieto 140 nació el 17 de abril de 1977, en el centro clandestino “La Escuelita” de Bahía Blanca, como se supo a través de testimonios de compañeros de cautiverio de Graciela, y hoy podemos confirmar a partir de su restitución. Su hermana Adriana lo buscó desde siempre junto a sus abuelos Oscar Metz y Elisa Kaiser, con quienes se crió y, desde que ellos partieron,continuó esa búsqueda. Siempre sensible, inquieta y risueña, con su habilidad de tejedora Adriana fue construyendo una red que la cobija y hoy también abraza a su hermano, en este encuentro tan esperado.
Con la restitución del nieto 140 confirmamos, una vez más, que nuestros nietos y nietas están entre nosotros y que, gracias a la perseverancia y el trabajo constante de estos 47 años de lucha, seguirán apareciendo. El acompañamiento de la sociedad que sigue brindando información sobre posibles hijos e hijas de personas desaparecidas y acompañando a quienes dudan de su origen demuestra que la búsqueda no puede ser en soledad.
Este encuentro ratifica, además, lo imprescindibles que son las herramientas construidas por el Estado y la labor silenciosa de decenas de trabajadores y trabajadoras de la Comisión Nacional por el Derecho a la identidad (CoNaDI) y del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), que aún hoy, en condiciones precarias y con enormes dificultades, continúan trabajando con la convicción de que este delito debe ser resuelto. También la importancia del trabajo de todos y cada uno de los compañeros de Abuelas y de la gran familia que se extiende en la República Argentina y el exterior difundiendo esta búsqueda, que sigue tan vigente como lo demuestra esta restitución.
Los nietos y nietas que faltan están entre nosotros, viven en nuestros barrios, trabajan y comparten actividades, transitan nuestras calles, están cerca. Necesitan ser acompañados para animarse a conocer su verdadero origen. Hay que insistir en que su consulta no molesta y cualquier sospecha, por mínima que parezca, es motivo para acercarse a las Abuelas. Por eso, si alguien tiene algún dato, también le pedimos que lo acerque, son esas informaciones guardadas hace años las que nos permiten hallar a nuestros nietos y nietas.
La historia familiar
La mamá del nieto 140, Graciela Romero, nació el 21 de agosto de 1952 en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires. Su familia la llamaba «Peti» y tenía tres hermanos. Su hermana menor, María Elena, también fue asesinada por la dictadura en 1977. Graciela era estudiosa, emprendedora y aguerrida. Tenía buen humor, cocinaba bien y también cosía. Estudió economía, hasta que se casó y se abocó a la militancia.
El papá, Raúl Metz, nació en Bahía Blanca el 24 de agosto de 1953. Sus amigos lo apodaban «El Melli», porque tenía un hermano gemelo. Los Metz eran diez hermanos. Se criaron en un hogar politizado, ya que el abuelo Metz era militante del Partido Comunista y trabajador ferroviario. Raúl tenía sentido del humor, aunque era un poco calentón. Comenzó su militancia en la Federación Juvenil Comunista, junto a su gemelo Néstor. Eran compinches, militaban, iban juntos al colegio, compartían salidas y amigos. Desde los 13 años trabajaban como cadetes en una tintorería. Luego ingresaron al Ferrocarril, como su padre.
“Los Mellis”, como los conocía todo el barrio, sufrieron su primera detención bajo la dictadura de Onganía. Con 19 años, fueron llevados a la cárcel de Bahía Blanca y luego como “presos de máxima seguridad” a Devoto. Mientras estaban detenidos en Bahía se realizó una campaña pidiendo su liberación. Entre las organizadoras estaba Graciela. Cuando Raúl y Néstor salieron de la cárcel se alejaron del PC, pero siguieron militando en comedores barriales. Allí Raúl conoció a Graciela y se enamoró. Juntos ingresaron al PRT-ERP. Al tiempo se casaron y llegó Adriana, su primera hija. Vivieron en Bahía Blanca, hasta que la persecución los acorraló y decidieron mudarse a Cutral-Có, provincia de Neuquén.
Graciela y Raúl fueron secuestrados el 16 de diciembre de 1976 en Cutral-Có, ella embarazada de cinco meses. Por testimonios de sobrevivientes pudo saberse que permanecieron detenidos en el centro clandestino «La Escuelita» de Neuquén, donde fueron torturados física y psicológicamente. Luego fueron llevados al centro clandestino “La Escuelita” de Bahía Blanca, donde también sufrieron brutales tormentos.
Raúl Metz fue sacado de ese centro clandestino a fines de enero y desde entonces se encuentra desaparecido. Graciela, con 24 años, durante su cautiverio dio a luz un varón en abril de 1977. Ese bebé, hoy adulto, hasta el viernes último desconocía su verdadera identidad y que una familia entera lo estaba buscando. Graciela continúa desaparecida.
Adriana tenía un año cuando las fuerzas represivas se llevaron a sus padres, unos vecinos -Edelvina Guiñez y Miguel Panijan- la cuidaron hasta que sus abuelos paternos Oscar y Elisa fueron a su encuentro.
Las búsquedas
Las familias Metz Romero buscaron a Graciela, Raúl y el bebé que estaba en camino desde el instante que supieron de su secuestro. Oscar y Elisa llevaron la iniciativa de esta búsqueda: hábeas corpus, denuncias internacionales, presentaciones, hasta el final de sus días. Con la mayoría de edad, Adriana hizo suya la búsqueda, siempre cercana a la institución, a donde acompañaba a su Abuela Elisa desde pequeña. Su tía, Elisa Metz, muchas veces visitaba a la filial de Abuelas La Plata buscando alguna novedad sobre su sobrino.
En 2009, como una botella tirada al mar, Adriana abrió un blog, “Poncho de Lana”, en el que le contaba a su hermano quién era, cómo lo buscaba y lo esperaba. Allí le escribió una carta para su cumpleaños. Desde entonces cada 17 de abril lo saludaba, con la ilusión de ser leída. Adriana participó de cada producción y actividad institucional, con la certeza de que sólo encontraría a su hermano buscando a todos. Y al final, hay recompensa.
A partir de información que Abuelas recibió de manera anónima, se inició una investigación que luego se trabajó de manera conjunta con la CoNaDI y la Unidad Especializada para Casos de Apropiación de Niños durante el Terrorismo de Estado (UFICANTE). Este trabajo conjunto permitió reforzar la hipótesis de una posible apropiación, reunir la documentación necesaria y profundizar en el caso. En este marco, y una vez finalizada esta etapa, en abril de este año, la CoNaDI tomó contacto con el posible nieto para brindarle toda la información recabada. Así, él accedió a concurrir al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) y dejar su muestra de ADN, para ser cotejada con las familias que buscan.
Finalmente, el viernes último el BNDG comunicó a la CoNaDI el resultado de ADN y la Comisión le informó al hombre que efectivamente se trataba de un caso de apropiación y que su perfil coincidía con el de la familia Metz Romero. Durante el fin de semana ambas familias fueron notificadas, lo que hoy nos permite comunicar a la opinión pública que hemos encontrado al nieto 140.
La prueba irrefutable
Cada restitución revela de manera irrefutable que la dictadura ejecutó un plan de exterminio, que cometió un genocidio. Cada nieto viene a confirmar que el Estado terrorista secuestró personas, las mantuvo ocultas en Centros Clandestinos de Detención bajo torturas, las asesinó y desapareció sus cuerpos. Que en esos campos de concentración existieron maternidades clandestinas, donde las detenidas, como Graciela Romero, dieron a luz a sus hijos en condiciones infrahumanas. Que hubo un plan sistemático de apropiación de menores, condenando a esos niños a vivir en la mentira y a sus familias biológicas a buscarlos indefinidamente.
Cada restitución de un nieto es también la confirmación de que el trabajo sostenido y colectivo nos permitirá seguir encontrándolos. Esta restitución nos reúne para darnos fuerzas y ratificar que el rol del Estado, las políticas públicas, la solidaridad, el acompañamiento, el amor y la perseverancia, son la garantía del Nunca Más. Pero para que estas búsquedas se sostengan es imprescindible que el Estado siga existiendo. Por eso exigimos que se derogue el decreto N°351/2025, que deja en extrema vulnerabilidad al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG).
Hoy el Estado restituye un derecho fundamental para cualquier persona: el derecho a la identidad. Las Abuelas hacen justicia por los abuelos que no están y por toda la familia Metz Romero que buscó sin descanso. Una vez más, la verdad arrasadora vuelve a imponerse al olvido y florece la identidad. Todavía falta encontrar a 300 nietos y nietas apropiados durante el terrorismo de Estado. Sigamos siendo ese país que iluminó al mundo en el camino de la Memoria. Luchemos para que la verdad no se apague.
¡Bienvenido nieto 140!
Ciudad de Buenos Aires, lunes 7 de julio de 2025.

Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Derechos Humanos
Un desaparecido llamado Loan

Loan Danilo Peña continúa desaparecido sin que se sepa con exactitud qué pasó desde el mediodía del 13 de junio de 2024, hace un año, cuando almorzó en la casa de sus abuelos en las afueras de la localidad de 9 de Julio, Corrientes. Luego de la comida, lo desaparecieron. Hay siete detenidos y procesados por el delito de sustracción de un menor y otros diez por entorpecer el expediente. La causa ya fue elevada a juicio pero aún no hay fecha definida. Reproducimos esta investigación publicada en MU en octubre pasado desde la ciudad donde vivía Loan, que evidencia la trama de complicidad político/policial, la sombra del narcotráfico, la impunidad, el pacto de silencio de los implicados y las dos preguntas que más siguen doliendo sobre este nene que el pasado 8 de mayo cumplió (o hubiese cumplido) 6 años: ¿Dónde está y qué pasó con Loan?
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