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Derechos Humanos

Dagmar Hagelin: memoria de una desaparición olvidada

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Se cumplen hoy 48 años del secuestro y desaparición de la sueca Dagmar Ingrid Hagelin, de 17 años. La violencia genocida sobre mujeres, el rol de Alfredo Astiz y las repercusiones del caso en el presente.

Por Claudia Acuña, con Lucas Pedulla y Line Bankel

Tenía 17 años, recién había terminado la secundaria y en cuatro días disfrutaría su premio: un mes de vacaciones en Villa Gesell. Pero estamos en enero de 1977 en el oeste del conurbano y eso significa que  está por comenzar uno de los capítulos más violentos de esa Historia que hoy muchos quieren negar.

Si hay represión es porque antes hubo lucha, nos recuerda siempre María Galindo, y por eso a esta historia hay que darle contexto: en el triángulo conformado por tres municipios –La Matanza, Morón, Tres de Febrero– funcionaba uno de los motores de la industria nacional. Eso en aquella época significaba que todos sus obreros estaban organizados y politizados, también sus estudiantes y buena parte de la sociedad barrial. Eso –la industria argentina, la organización gremial, la politización social– es lo que comenzaron a hacer desaparecer con el golpe militar los mismos intereses que nos gobiernan hoy. Por eso mismo conviene recordar a Dagmar Ingrid Hagelin, la joven sueca de 17 años que jamás llegaría a disfrutar su premio: hoy se cumplen 48 años de sus secuestro, tortura y desaparición.

Un día de enero

Norma Susana Burgos era la viuda de Carlos Caride, una leyenda de la resistencia peronista. Con él tuvo dos hijas. La más pequeña se llamaba Victoria Eva, murió el 29 de diciembre de 1976 y quizá esa tragedia fue la que la obligó a exponerse. Lo cierto es que la secuestraron el 26 de enero de 1977 en Ramos Mejía y en la calle. La llevaron a la ESMA donde la torturaron. Luego la subieron a un auto hasta su casa ubicada en Sargento Cabral 317, de El Palomar. Eran ya las diez y media de la noche cuando el padre de Susana abrió la puerta e irrumpió la patota.

Dagmar Hagelin: memoria de una desaparición olvidada

Norma Susana Burgos, también secuestrada y testigo clave en el caso de Dagmar.

Rafael Burgos soportó el interrogatorio, contuvo el llanto de su nieta y toleró el desastre del allanamiento, mientras por la ventana observaba a su hija en el asiento trasero de uno de los autos sin patente, esposada y golpeada. Siete hombres se quedaron toda la noche en esa casa esperando que a la mañana llegara alguien a quien describieron como una mujer rubia. A las 8 en punto la que llegó fue Dagmar.

Dagmar era inteligente y rápida. Apenas vio a los hombres comenzó a correr. Detrás salieron dos a perseguirla, pero la diferencia era humillante. Cuando estaba a punto de doblar la esquina y conseguir así resguardo, uno de los lentos apoyó la rodilla en la vereda y le disparó. Dagmar cayó con la fuerza que había alcanzado su carrera. En el piso quedó el charco de sangre que brotó de su cabeza al golpear contra las piedras del baldío.

El lento que le disparó fue Alfredo Astiz.

El otro apuntó con su arma al taxista Jorge Oscar Eles, quien estaba en el garaje y con su hijo. Los bajó del auto, le pidió las llaves y abrió el baúl: ahí arrojó Astiz el cuerpo herido de Dagmar.

Los genocidas

Seis vecinos, el taxista, su esposa, los padres de Susana, entre otros testigos, describieron esta escena en los dos juicios que tuvieron que hacerse para lograr la condena. 29 miembros de la Armada fueron imputados por la desaparición forzada de Dagmar. A seis de ellos (Alfredo Astiz, Julio César Coronel, Oscar Antonio Montes, Pedro Antonio Santamaría, Lucio Francisco Rioja y Carlos Guillermo Suárez Mason) se le sumaron los agravantes de los delitos de homicidio simple en grado de tentativa, en concurso real con robo de automotor con armas al estar involucrados directamente al operativo ilegal del secuestro.

Dagmar Hagelin: memoria de una desaparición olvidada

Foto familiar de la niña Dagmar Hagelin. Intentó escapar corriendo y Alfredo Astiz le disparó y luego la arrojó al baúl de un auto robado por el grupo de tareas de la ESMA.

Estos son algunos datos reveladores de la situación actual de algunos de los condenados:

  • Ricardo Miguel Cavallo: su hijo hizo un documental titulado “Mi padre, el represor”.
  • Eugenio Bautista Vilardo: desde la prisión escribe un blog para agitar la liberación de genocidas. En diciembre de 2024 le rechazaron el pedido de ser considerado incapaz.
  • Juan Carlos Fotea: rechazaron liberarlo en mayo de 2024.
  • Miguel Ángel García Velasco: le concedieron arresto domiciliario.
  • Antonio Pernías: solicitó arresto domiciliario en 2024, pero por ahora sigue preso en la cárcel.
  • Jorge Carlos Rádice: solicitó salidas transitorias en 2024, pero en diciembre se las denegaron.
  • Jorge Eduardo Acosta: escribió desde la cárcel una carta celebrando el triunfo de Javier Milei. “Se aproxima la hora”, amenazó.
  • Diez murieron en prisión.
  • Cuatro posaron sonrientes en la foto con los diputados del oficialismo que los visitaron para urdir su liberación. Entre ellos el lento Astiz.

Las pruebas

Lo que sucedió entonces es, para estos casos, excepcional. Ragnar Hagelin, el padre de Dagmar, le pidió a ayuda a su cuñado Oscar Amerio, un suboficial del Ejército, quien apenas le describió la situación le aconsejó: “hay que moverse ya y muy rápido”.

Lo que hicieron a partir de allí fue extraordinario.

Primero hablaron con el padre de Norma y con todos los vecinos, anotando detalles, nombres y descripciones de los secuestradores y sus autos, entre otros datos. A media tarde fueron a la Brigada de Morón y les exhibieron el libro de actas donde estaba registrado el pedido de zona liberada y, lo más importante, quién lo solicitaba: la Unidad de Tareas 3.3.2 de la Armada, con base operativa en ESMA. Allí fueron.

–Soy suboficial del Ejército y sé que a mi sobrina la trajeron acá– le dijo Amerio al guardia.

El guardia transmitió el mensaje y también la respuesta:

–Váyase de acá ahora mismo y no diga nada de esto a nadie si quiere mantener su vida y su puesto.

Luego fueron a la casa del embajador sueco Bertil Kollberg: ya era medianoche y la seguridad los trató como sospechosos, por lo que decidieron presentarse al día siguiente  en la embajada. Así y a las 9 de la mañana lograron que apenas 25 horas después de su secuestro y desaparición Dagmar tuviera inmunidad diplomática, un rango de protección que la embajada comunicó formalmente y con carácter de urgente a la cancillería argentina.

El siguiente paso fue la Casa Rosada para entrevistarse con un capitán de la Armada, de apellido Pérez Millán, que trabajaba en la Secretaría de Prensa. En el libro Dagmar, mi hija, Ragnar cuenta qué respondió:

–Por suerte, señor Hagelin, tengo un camarada de armas, un hombre de la misma promoción que la mía y amigo personal, que está cumpliendo tareas en los servicios de inteligencia de la ESMA. Lo contacto para pedirle información sobre su hija. Yo también soy padre.

Tal como habían acordado, volvieron a hablar al mediodía. La respuesta fue en otro tono:

–Para tener información necesito el documento de su hija.

–Lo tenía ella cuando la secuestraron.

–Lo lamento, pero sin esa información no voy a poder averiguarle nada.

Hagelin tuvo noticias de Pérez Millán dos semanas después cuando la información del secuestro de Dagmar fue publicada en tres diarios: La Opinión, La Nación y The Buenos Aires Herald. Fue entonces cuando el capitán se comunicó para ofrecerle un intercambio de favores: necesitaba esos recortes. A cambio le dijo lo que había averiguado:

–La chica está viva, presa e incomunicada. Va a pasar mucho tiempo hasta que su familia pueda tener noticias sobre ella. Primero hay que comprobar si estaba en la cosa o no.

Dagmar Hagelin: memoria de una desaparición olvidada

Ragnar Hagelin con su hija. La embajada sueca no se ha pronunciado públicamente sobre la visita de los legisladores del oficialismo a los genocidas que secuestraron y desaparecieron a Dagmar. El embajador Torsten Ericsson se ha mostrado, en cambio, muy activo en relación a la explotación minera y al RIGI.

¿Dónde está Dagmar?

Cinco sobrevivientes declararon que vieron a Dagmar en la ESMA. Dos más testificaron que tenían conocimiento de su presencia. Otros cuatro aseguraron haber escuchado a sus secuestradores hablar de ella.

Norma Burgos la vio dos veces y esos encuentros los tuvo que revivir varias veces hasta obtener justicia: primero al padre de Dagmar apenas fue liberada de su cautiverio, luego ante las autoridades suecas, finalmente y dos veces ante la justicia argentina. Su testimonio según el crudo textual del escrito judicial:

“El 27 de enero de 1977 encontrándose en el tercer piso de la ESMA, encapuchada, con las manos esposadas a las espaldas y con los grilletes en los pies, fue trasladada hasta la habitación que oficiaba de enfermería en el sótano. Allí le fue levantada la capucha y vio que en la habitación se encontraban entre otras personas, Francis Whamond y Alfredo Astiz y acostada en una camilla Dagmar Ingrid Hagelin, consciente y con una herida un poco más arriba del arco superciliar izquierdo; su cuero cabelludo y su pelo tenían aún sangre pegada que supone había emanado de dicha herida. Dijo que Astiz agregó en ese momento que había sido él quien le había disparado el tiro que le había rozado la frente y que al ser retirada de la enfermería, entre Astiz y Whamond comentaban que «el error fue porque la suequita se parece a la Berger» –esto porque la Marina tenía información que su casa era visitada por María Antonia Berger (sobreviviente de la masacre de Trelew)–, pues si bien Berger tenía más edad que Hagelin eran muy parecidas físicamente. Indicó también que dos o tres días después fue nuevamente llevada al sótano y pudo ver por segunda vez a Hagelin quien ya a esa altura tenía un vendaje mayor en la cabeza y una de sus manos estaba esposada a la cama, lo que denotaba que había sido limpiada y objeto de alguna curación. Añadió que una semana después supo por otros detenidos que Hagelin había sido trasladada al tercer piso, encontrándose sola en una habitación contigua al baño utilizado por otros detenidos de ese piso y la pudo ver allí por última vez con un camisón o bata floreada, sin capucha”.

En sus días de cautiverio Norma vio a otra detenida-desaparecida con la camisa que tenía puesta Dagmar el día que la secuestraron. Se la pidió. Años después, ya refugiada en España, se la entregó a al padre de Dagmar.

Los testimonios ubican a Dagmar en la ESMA hasta febrero de 1977. Fue en febrero, justamente, cuando los reclamos del gobierno sueco obligaron a la Junta Militar integrada por Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti a reunirse especialmente para tratar “el tema”.

 
La justicia

El primer juicio se realizó en 1986 y probó la culpabilidad de todos los imputados, pero consideró los delitos prescriptos. El segundo, realizado el 29 de noviembre de 2017, tras anularse las leyes de impunidad, logró que la prisión perpetua sea efectiva. Habían pasado cuarenta años desde su secuestro y desaparición y los padres de Dagmar ya habían muerto.

Quien siguió todo el proceso del principio al final fue el abogado Luis Zamora, quien ahora recuerda así todo lo que significó:

“Tomé el caso en 1979 cuando estaba en el CELS, un organismo que habían formado dos abogados padres de desaparecidos: Emilio Mignone y Augusto Conte. Ahí me presentaron a los abuelos de Dagmar, Buccicardi y su esposa, encantadores: su vida pasaba por buscar a la nieta. Hagelin ya se había ido a Suecia porque lo habían amenazado. A partir de ahí empecé averiguar dónde estaba la causa y me encontré con que había avanzado en un tribunal de San Martin, algo muy poco común porque en general los habeas corpus se rechazaban. Ese tribunal se había declarado incompetente y remitido a la justicia militar. Hasta el año 84 no tuve conocimiento de qué había pasado con ese expediente. Y lo que pasó también fue excepcional: cuando la embajada presenta el testimonio de Norma Susana Burgos, esa causa va al Primer Cuerpo del Ejército, luego a la Marina y ahí pasa algo que creemos que no se hizo nunca: cita a declarar a los responsables del secuestro”. Luego, se archivó el expediente.

Zamora recuerda que la actitud de la embajada sueca fue criticada por la familia de Dagmar. Años después se supo por una investigación que realizó el periodista Ezequiel Fernández Moores, que la selección del fútbol sueca había recibido instrucciones de no pronunciarse sobre la dictadura durante su participación en el Mundial 78. Quizá por eso mismo la televisión sueca, durante la transmisión de la ceremonia de apertura, insertó imágenes de las Madres de Plaza de Mayo y un popular periódico dibujó a los jugadores de la selección con el nombre de Dagmar en las camisetas. Zamora cuenta también que durante los años de impunidad acompañó a Hagelin a reuniones en las cuales personas vinculadas a los servicios de inteligencia le prometían darle información y lo que soportaban, en cambio, eran asquerosas narraciones sobre cómo Dagmar había sido violada y torturada durante su cautiverio.

Zamora fue también el abogado de la causa por la desaparición de doce personas –entre ellas la fundadora de Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, y Alice Domon y Léonie Duquet, dos monjas francesas–, producto de la infiltración realizada por Alfredo Astiz. Su nombre ficticio era Gustavo Niño y se hacía pasar como familiar de una persona desaparecida. Los secuestros se produjeron entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977. A una de las religiosas la secuestraron en Ramos Mejía, cerca de donde habían capturado en enero a Norma Burgos.

1977 se inicia entonces con la desaparición de Dagmar, que implicó el primer reclamo internacional a la dictadura militar y termina con la desaparición de un grupo emblemático que incluía a dos ciudadanas francesas, lo cual produjo otro grave conflicto diplomático. En ambos intervino Astiz. “Nunca lo había pensado así” se sincera Zamora. “Pero es cierto que fue uno de los años más feroces desde el punto de vista de la represión y también que Astiz no se infiltró en Montoneros, sino en las Madres…”. Hay entonces algo más en común con Dagmar: Astiz se dedicó a ejercer la violencia genocida sobre mujeres. Su cobarde participación en la Guerra de Malvinas es la pincelada que culmina su retrato.

Relaciones diplomáticas

La embajada sueca no se ha pronunciado públicamente sobre la visita de los legisladores del oficialismo a los genocidas que secuestraron y desaparecieron a Dagmar. Su embajador, Torsten Ericsson se ha mostrado, en cambio, muy activo en relación a la explotación minera: el 27 de noviembre viajó a Santa Cruz formando por primera vez parte activa de una delegación comercial a las provincias, el 15 de diciembre se reunió con el presidente de la Cámara Argentina de las Empresas Mineras (CAEM) y para finalizar el año expresó en una conferencia su entusiasmo por el Régimen  de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) y su ilusión de que pueda sellarse un tratado de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur.

Derechos Humanos

#140: otro nieto recuperado

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El hijo de Graciela Romero y Raúl Metz –pareja desaparecida desde fines de 1976– fue hallado y se convirtió en el nieto recuperado 140. Estela de Carlotto encabezó el anuncio que derivó en un brindis de Abuelas al que lavaca tuvo acceso. Las palabras de Estela, lo que contó Adriana Metz, el blog “Poncho de lana” y la historia de otra hazaña abuelística que vence al negacionismo, la resignación y la muerte. Un proyecto: “Todavía falta encontrar a 300 nietos y nietas apropiados durante el terrorismo de Estado. Sigamos siendo ese país que iluminó al mundo en el camino de la Memoria. Luchemos para que la verdad no se apague”. 

Por Sergio Ciancaglini

Fotos Sebastián Smok

La señora apareció con su bastón sobre el escenario y frente a la lluvia conmovedora de aplausos largó el bastón, se puso a aplaudir también ella, abrió los brazos como para abrazar a cientos de personas que había allí, y movió su cabeza de un lado al otro como en un baile, sacudiendo su cabello canoso con una sonrisa que casi no entraba en ese salón.

#140: otro nieto recuperado

El hecho ocurrió en la Casa por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo, en la Ex Esma, cuyo auditorio estuvo colmado de gente y de varias otras cosas.

Estela de Carlotto dio comienzo así al anuncio formal de la aparición del nieto número 140, número redondo que es a la vez un símbolo redondo de un milagro terrenal y humano: el que ocurre cada vez que se repite esa especie de hazaña abuelística de vencer al negacionismo, a la resignación y a la muerte.

A su lado estaba Adriana Metz con remera verde, jeans gastados, zapatillas rosas y unos cartelitos como de diálogo de historieta: “El 140 es mío” y “Vivan las Abuelas”. Adriana es la hermana de ese nieto recuperado y desde hace años forma parte de la nueva camada de la organización, como referente marplatense. Este lunes contagiaba una alegría que hacía brillar todo alrededor. Y guardaba otro globito de diálogo que mostró después: «Soy la que encontró a su hermano».

#140: otro nieto recuperado

Adriana describió así el primer encuentro: “Mi hermano me contó que había sido criado como hijo único y que no tenía familia. Entonces, cuando me dice eso, yo le respondo: «Ey, acá estoy yo. Y él me contesta: Sí, ya sé, boluda». Eso me parece que resume bastante bien cómo fue nuestro primer encuentro”, dijo, entre las risas del público y el inevitable grado de emoción que inundaba tantas miradas.

Contó también: “Nos comunicamos con él para decirle que estaba la posibilidad de que fuera hijo de desaparecidos. Ante la información que le fue dando CONADI, se le preguntó si accedía a hacerse la extracción y comparación de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos. Él aceptó. Desde que la muestra entró hasta hoy, tuvo su tiempo para pensarlo. Esto lo llevó a entrar en la página de Abuelas, fijarse los grupos familiares y hubo un dato que lo hizo pensar que podía ser nuestro. Se imaginó que podía dar positivo, pero no dijo nada porque no quería ilusionar… y menos ilusionarse él”.

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Sobre el Estado y la desnudez

El documento de Abuelas, que por su interés y su valor reproducimos y sugerimos leer de modo completo, fue leído por la propia Estela y por uno de los nietos recuperados, Manuel Gonçalves, Allí se plantea:

  • “Para que estas búsquedas se sostengan es imprescindible que el Estado siga existiendo. Por eso exigimos que se derogue el decreto N°351/2025, que deja en extrema vulnerabilidad al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG)”. 

El otro elemento crucial es que cada uno de estos hallazgos desbarata todos los intentos negacionistas, empezando por los que le brotan al actual gobierno. Dice el documento:

  • “Cada restitución revela de manera irrefutable que la dictadura ejecutó un plan de exterminio, que cometió un genocidio. Cada nieto viene a confirmar que el Estado terrorista secuestró personas, las mantuvo ocultas en Centros Clandestinos de Detención bajo torturas, las asesinó y desapareció sus cuerpos. Que en esos campos de concentración existieron maternidades clandestinas, donde las detenidas, como Graciela Romero, dieron a luz a sus hijos en condiciones infrahumanas. Que hubo un plan sistemático de apropiación de menores, condenando a esos niños a vivir en la mentira y a sus familias biológicas a buscarlos indefinidamente”. 

La conferncia de prensa en la Ex Esma derivó en un brindis más privado. Allí estaba Estela, copa de Champán en mano, rodeada por los nietos y nietas que colaboran en Abuelas. Dijo a lavaca: “Me enteré ayer. A mi edad, te imaginás la felicidad de seguir encontrando nietos. Cada vez es como si fuese la primera vez. ¿Y sabés qué pasa? Que eso nos ayuda a seguir por algo muy sencillo: sabemos que están”.

#140: otro nieto recuperado

Adriana agregó: “Mi hermano se enteró el viernes a la tarde, yo el sábado. Cuando Manuel Gonçalves me pasó la carpeta me empecé a sentir rara, como una bolsita, el cuerpo me iba de aá para allá, no estaba mareada, pero me movía sin entender. Me dijo: “Lo encontramos” y me abrazó. Ese fue el desahogo. Lloré y me reí. Todos saben que soy muy llorona, pero la verdad es que fue más risa que llanto. Hablé con mi hermano por videollamada primero. Fue increíble. Yo siempre busqué para encontrar, pero a la vez sabés que a lo mejor esa búsqueda no llega a concretarse. Estoy recontraorgullosa y recontracontenta de haber encontrado a mi hermano. Si yo no lo lograba, mis hijos iban a tener que continuar. En cambio ahora mis hijos tendrán sus propias búsquedas, ésta ya está resuelta. Es una gran noticia, y las buenas noticias me ponen en este estado, me siento muy inspirada”.

Estuvieron también en el encuentro Horacio Pietragalla (ex secretario de Derechos Humanos, y también nieto recuperado), Teresa Laborde (nacida en un patrullero cuando su madre, Adriana Calvo, era secuestrada durante la dictadura) y el diputado Eduardo Valdés. Dijo Teresa: “Tenemos las herramientas legales para hacer las cosas, el problema son los que ejecutan, que están queriendo romper los organismos de investigación, como lo están haciendo con la ciencia, la salud pública, la educación o las jubilaciones para después subsidiar iglesias evangélicas. Pero aquí apareció una persona. No es un milagro sino el producto de una lucha. Así que tenemos que seguir adelante. Están muy en off side, y todo es muy visible. Está muy desnudo el rey”. Dijo Valdés: “Esto demuestra cómo la esperanza continúa y como hay que insistir en la importancia de no cerrar los ámbitos de investigación como el Banco de Datos Genéticos”.  

En la edición de marzo de MU, en la nota Mundo Abuelas, Adriana había explicado: “En 2012 dije: quiero tener una participación activa en la búsqueda de mi hermano. ¿Qué implicaba tener una participación activa? Bueno, aprender. De la búsqueda, del amor. Ese trabajo que las Abuelas empezaron a hacer sin saber cómo se hacía se fue sistematizando. Ellas sembraron esto y son muchos los que estamos para continuar. De hecho, soy hermana, nunca voy a ser una Abuela, y por una cuestión biológica soy la referente de la filial. La búsqueda continúa más allá de quién esté. Es lo que nos enseñaron”.

#140: otro nieto recuperado

El comunicado de Abuelas

Bienvenido nieto 140

Abuelas de Plaza de Mayo comunica con enorme felicidad la restitución de otro nieto apropiado durante la última dictadura cívico militar. Hoy damos la bienvenida al hijo de Graciela Alicia Romero y Raúl Eugenio Metz: ¡Bienvenido nieto 140!

El nieto 140 nació el 17 de abril de 1977, en el centro clandestino “La Escuelita” de Bahía Blanca, como se supo a través de testimonios de compañeros de cautiverio de Graciela, y hoy podemos confirmar a partir de su restitución. Su hermana Adriana lo buscó desde siempre junto a sus abuelos Oscar Metz y Elisa Kaiser, con quienes se crió y, desde que ellos partieron,continuó esa búsqueda. Siempre sensible, inquieta y risueña, con su habilidad de tejedora Adriana fue construyendo una red que la cobija y hoy también abraza a su hermano, en este encuentro tan esperado.

Con la restitución del nieto 140 confirmamos, una vez más, que nuestros nietos y nietas están entre nosotros y que, gracias a la perseverancia y el trabajo constante de estos 47 años de lucha, seguirán apareciendo. El acompañamiento de la sociedad que sigue brindando información sobre posibles hijos e hijas de personas desaparecidas y acompañando a quienes dudan de su origen demuestra que la búsqueda no puede ser en soledad.

Este encuentro ratifica, además, lo imprescindibles que son las herramientas construidas por el Estado y la labor silenciosa de decenas de trabajadores y trabajadoras de la Comisión Nacional por el Derecho a la identidad (CoNaDI) y del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), que aún hoy, en condiciones precarias y con enormes dificultades, continúan trabajando con la convicción de que este delito debe ser resuelto. También la importancia del trabajo de todos y cada uno de los compañeros de Abuelas y de la gran familia que se extiende en la República Argentina y el exterior difundiendo esta búsqueda, que sigue tan vigente como lo demuestra esta restitución. 

Los nietos y nietas que faltan están entre nosotros, viven en nuestros barrios, trabajan y comparten actividades, transitan nuestras calles, están cerca. Necesitan ser acompañados para animarse a conocer su verdadero origen. Hay que insistir en que su consulta no molesta y cualquier sospecha, por mínima que parezca, es motivo para acercarse a las Abuelas. Por eso, si alguien tiene algún dato, también le pedimos que lo acerque, son esas informaciones guardadas hace años las que nos permiten hallar a nuestros nietos y nietas. 

La historia familiar

 La mamá del nieto 140, Graciela Romero, nació el 21 de agosto de 1952 en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires. Su familia la llamaba «Peti» y tenía tres hermanos. Su hermana menor, María Elena, también fue asesinada por la dictadura en 1977. Graciela era estudiosa, emprendedora y aguerrida. Tenía buen humor, cocinaba bien y también cosía. Estudió economía, hasta que se casó y se abocó a la militancia.

 El papá, Raúl Metz, nació en Bahía Blanca el 24 de agosto de 1953. Sus amigos lo apodaban «El Melli», porque tenía un hermano gemelo. Los Metz eran diez hermanos. Se criaron en un hogar politizado, ya que el abuelo Metz era militante del Partido Comunista y trabajador ferroviario. Raúl tenía sentido del humor, aunque era un poco calentón. Comenzó su militancia en la Federación Juvenil Comunista, junto a su gemelo Néstor. Eran compinches, militaban, iban juntos al colegio, compartían salidas y amigos. Desde los 13 años trabajaban como cadetes en una tintorería. Luego ingresaron al Ferrocarril, como su padre. 

“Los Mellis”, como los conocía todo el barrio, sufrieron su primera detención bajo la dictadura de Onganía. Con 19 años, fueron llevados a la cárcel de Bahía Blanca y luego como “presos de máxima seguridad” a Devoto. Mientras estaban detenidos en Bahía se realizó una campaña pidiendo su liberación. Entre las organizadoras estaba Graciela. Cuando Raúl y Néstor salieron de la cárcel se alejaron del PC, pero siguieron militando en comedores barriales. Allí Raúl conoció a Graciela y se enamoró. Juntos ingresaron al PRT-ERP. Al tiempo se casaron y llegó Adriana, su primera hija. Vivieron en Bahía Blanca, hasta que la persecución los acorraló y decidieron mudarse a Cutral-Có, provincia de Neuquén. 

Graciela y Raúl fueron secuestrados el 16 de diciembre de 1976 en Cutral-Có, ella embarazada de cinco meses. Por testimonios de sobrevivientes pudo saberse que permanecieron detenidos en el centro clandestino «La Escuelita» de Neuquén, donde fueron torturados física y psicológicamente. Luego fueron llevados al centro clandestino “La Escuelita” de Bahía Blanca, donde también sufrieron brutales tormentos.

Raúl Metz fue sacado de ese centro clandestino a fines de enero y desde entonces se encuentra desaparecido. Graciela, con 24 años, durante su cautiverio dio a luz un varón en abril de 1977. Ese bebé, hoy adulto, hasta el viernes último desconocía su verdadera identidad y que una familia entera lo estaba buscando. Graciela continúa desaparecida.

Adriana tenía un año cuando las fuerzas represivas se llevaron a sus padres, unos vecinos -Edelvina Guiñez y Miguel Panijan- la cuidaron hasta que sus abuelos paternos Oscar y Elisa fueron a su encuentro. 

Las búsquedas

Las familias Metz Romero buscaron a Graciela, Raúl y el bebé que estaba en camino desde el instante que supieron de su secuestro. Oscar y Elisa llevaron la iniciativa de esta búsqueda: hábeas corpus, denuncias internacionales, presentaciones, hasta el final de sus días. Con la mayoría de edad, Adriana hizo suya la búsqueda, siempre cercana a la institución, a donde acompañaba a su Abuela Elisa desde pequeña. Su tía, Elisa Metz, muchas veces visitaba a la filial de Abuelas La Plata buscando alguna novedad sobre su sobrino. 

En 2009, como una botella tirada al mar, Adriana abrió un blog, “Poncho de Lana”, en el que le contaba a su hermano quién era, cómo lo buscaba y lo esperaba. Allí le escribió una carta para su cumpleaños. Desde entonces cada 17 de abril lo saludaba, con la ilusión de ser leída. Adriana participó de cada producción y actividad institucional, con la certeza de que sólo encontraría a su hermano buscando a todos. Y al final, hay recompensa. 

A partir de información que Abuelas recibió de manera anónima, se inició una investigación que luego se trabajó de manera conjunta con la CoNaDI y la Unidad Especializada para Casos de Apropiación de Niños durante el Terrorismo de Estado (UFICANTE). Este trabajo conjunto permitió reforzar la hipótesis de una posible apropiación, reunir la documentación necesaria y profundizar en el caso. En este marco, y una vez finalizada esta etapa, en abril de este año, la CoNaDI tomó contacto con el posible nieto para brindarle toda la información recabada. Así, él accedió a concurrir al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) y dejar su muestra de ADN, para ser cotejada con las familias que buscan.

Finalmente, el viernes último el BNDG comunicó a la CoNaDI el resultado de ADN y la Comisión le informó al hombre que efectivamente se trataba de un caso de apropiación y que su perfil coincidía con el de la familia Metz Romero. Durante el fin de semana ambas familias fueron notificadas, lo que hoy nos permite comunicar a la opinión pública que hemos encontrado al nieto 140.

La prueba irrefutable

Cada restitución revela de manera irrefutable que la dictadura ejecutó un plan de exterminio, que cometió un genocidio. Cada nieto viene a confirmar que el Estado terrorista secuestró personas, las mantuvo ocultas en Centros Clandestinos de Detención bajo torturas, las asesinó y desapareció sus cuerpos. Que en esos campos de concentración existieron maternidades clandestinas, donde las detenidas, como Graciela Romero, dieron a luz a sus hijos en condiciones infrahumanas. Que hubo un plan sistemático de apropiación de menores, condenando a esos niños a vivir en la mentira y a sus familias biológicas a buscarlos indefinidamente. 

Cada restitución de un nieto es también la confirmación de que el trabajo sostenido y colectivo nos permitirá seguir encontrándolos. Esta restitución nos reúne para darnos fuerzas y ratificar que el rol del Estado, las políticas públicas, la solidaridad, el acompañamiento, el amor y la perseverancia, son la garantía del Nunca Más. Pero para que estas búsquedas se sostengan es imprescindible que el Estado siga existiendo. Por eso exigimos que se derogue el decreto N°351/2025, que deja en extrema vulnerabilidad al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG). 

Hoy el Estado restituye un derecho fundamental para cualquier persona: el derecho a la identidad. Las Abuelas hacen justicia por los abuelos que no están y por toda la familia Metz Romero que buscó sin descanso. Una vez más, la verdad arrasadora vuelve a imponerse al olvido y florece la identidad. Todavía falta encontrar a 300 nietos y nietas apropiados durante el terrorismo de Estado. Sigamos siendo ese país que iluminó al mundo en el camino de la Memoria. Luchemos para que la verdad no se apague. 

¡Bienvenido nieto 140! 

Ciudad de Buenos Aires, lunes 7 de julio de 2025.

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Nota

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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Derechos Humanos

Un desaparecido llamado Loan

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Loan Danilo Peña continúa desaparecido sin que se sepa con exactitud qué pasó desde el mediodía del 13 de junio de 2024, hace un año, cuando almorzó en la casa de sus abuelos en las afueras de la localidad de 9 de Julio, Corrientes. Luego de la comida, lo desaparecieron. Hay siete detenidos y procesados por el delito de sustracción de un menor y otros diez por entorpecer el expediente. La causa ya fue elevada a juicio pero aún no hay fecha definida. Reproducimos esta investigación publicada en MU en octubre pasado desde la ciudad donde vivía Loan, que evidencia la trama de complicidad político/policial, la sombra del narcotráfico, la impunidad, el pacto de silencio de los implicados y las dos preguntas que más siguen doliendo sobre este nene que el pasado 8 de mayo cumplió (o hubiese cumplido) 6 años: ¿Dónde está y qué pasó con Loan?

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