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Derechos Humanos

El adiós a Mirta Baravalle

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Los videos que muestran la emoción del momento que se vivió hoy en Plaza de Mayo, cuando se esparcieron las cenizas de Mirta Acuña de Baravalle, quien participó tanto en la fundación de Madres como de Abuelas de Plaza de Mayo. Falleció el pasado 1º de noviembre, tenía 99 años y será siempre un símbolo de la lucha por los derechos humanos. Una breve semblanza de sus recuerdos, que abarcan por qué las Madres eligieron los jueves y no los viernes, y los cumpleaños imaginarios que celebraban en el Tortoni.

El video de la ceremonia ocurrida este jueves en Plaza de Mayo.

El momento fue de una emoción difícil de describir. Eran las cuatro de la tarde. Sergio Baravalle, el hijo de Mirta, llevaba una caja entre sus manos. De allí sacó una bolsa en la que estaban las cenizas de su madre que luego esparció entre las flores que crecen alrededor de la Pirámide de Mayo. Ese lugar que Mirta Acuña de Baravalle rondó miles de veces desde el primer día, dejando una marca imborrable para el futuro.

Mirta fue una de las 14 mujeres que participaron en el histórico primer encuentro en Plaza de Mayo de las madres y familiares que buscaban a sus hijos, hijas o hermanxs, el sábado 30 de abril de 1977. Desafiaron a la dictadura más sanguinaria que hubo en el país plantándose allí: frente a la Casa Rosada, ocupaba entonces por Jorge Videla. Pero el desafío mayor fue al propio miedo que ellas sentían y que superaron al estar juntas. Y así superaron también todos los ataques que sufrieron (incluyendo la desaparición de tres madres), los insultos, la censura, el terror. 

La Ronda previa, encabezada por Elia Espen, de Madres Línea Fundadora.

Mirta fue además una de las 12 mujeres que luego fundaron Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos, que a partir de 1980 pasaría a llamarse Abuelas de Plaza de Mayo. En la ronda inaugural y en la fundación de Abuelas estuvo acompañada por Beatriz “Betty” Aicardi de Neuhaus: las dos mujeres que participaron en ambos eventos. 

La hija de Mirta, Ana María, había sido secuestrada el 27 de agosto de 1976 junto con su marido Julio César Galizzi. Ana María tenía 28 años, estudiaba Sociología, trabajaba en el Ministerio de Hacienda y estaba embarazada de cinco meses. Mirta buscaba a ambos, y además supo siempre que había que buscar a todos los demás desaparecidos y desaparecidas. Ana María parió a su bebé en cautiverio antes de desaparecer definitivamente.

Una vez Mirta declaró: “Yo siempre digo que mientras tenga fuerza, mientras mentalmente más o menos pueda seguir hilvanando y mientras físicamente el cuerpo me responda, yo seguiré en esta lucha de reclamo de justicia social y por los Derechos Humanos en la actualidad”.

Por eso, como su gran compinche Nora Cortiñas, Mirta fue de las Madres que reclamó por lo ocurrido durante la dictadura, pero a la vez acompañó miles de conflictos, injusticias y violencias que suelen abundar en la realidad argentina. 

Las mujeres que intervinieron en aquel primer encuentro en Plaza de Mayo: Azucena Villaflor de Devincenti, Berta Braverman, Haydée García Buelas, María Adela Gard de Antokoletz con sus hermanas Julia Gard, María Mercedes Gard y Cándida Gard, Delicia González, Josefina “Pepa” Noia, Mirta Baravalle, Beatriz “Betty” Neuhaus, Raquel Arcushin, Elida de Caimi y una joven de la que no se conoce su nombre: pertenecía al PC y no quiso darse a conocer. (En cantidad de crónicas y recordatorios oficiales se omite a Élida de Caimi y se habla de dos mujeres de las que no se supo el nombre, error que -según los usos de Internet- repiten todos los medios que lo reproducen. Agradecemos a Margarita, la hija de Pepa Noia, la aclaración a lavaca al respecto: eran 10 madres, tres hermanas y la joven que no dio su nombre).

Queda por mencionar a las fundadoras de Abuelas: María Isabel “Chicha” Mariani, Alicia “Licha” De la Cuadra, Beatriz “Betty” Aicardi de Neuhaus, Eva Márquez de Castillo Barrios, Vilma Sesarego de Gutiérrez, Mirta Acuña de Baravalle, Haydée V. De Lemos, Leotina Puebla de Pérez, Celia Giovanola de Califano, Raquel Radio de Marizcurrena, Clara Jurado y María Eugenia Cassinelli de Garcfí Irureta Goyena.

El adiós a Mirta Baravalle

Elia Espen, durante la Ronda de este jueves.

Las brujas y los cumpleaños en el Tortoni

​Para dar una mínima idea de su vida y sus acciones, puede recordarse que sobre su historia, contó al sitio web Educación y memoria:

Mi nombre es Mirta Baravalle. Hemos adoptado el apellido de nuestros esposos para que nuestros hijos desaparecidos sean conocidos. Mi hija desapareció el 27 de agosto de 1976. Entraron a nuestra casa más de 30 individuos vestidos del ejército con pasamontañas en altas horas de la madrugada. Se colgaban saltando paredes vecinas. Todos con armas largas. Yo sentí ruidos. Salí a la galería porque estábamos en la cocina. Estábamos mi hija, mi yerno, mi hermano y yo, jugábamos al scrabble, y el que perdía cebaba mate. Eso era lo que estábamos haciendo esa noche. En ese momento, registraron la casa, pero no se llevaron a nuestros chicos. Se habían llevado a un vecino buscando aterrorizar a todos los vecinos. Y se llevaron alhajas, dinero y todo lo que podían. Pensamos que se habían ido y a los 10 minutos sentimos los golpes en nuestra casa. En la entrada preguntaron por nuestra hija Ana. Y en ese momento Ana sintió que había una situación crítica. Me amenazaron. Yo les decía que Ana era mi hija. Y ahí ella avanzó y dijo: ‘Yo soy Ana’. Ahí es cuando se llevaron a mi hija. Nosotros hicimos lo imposible para saber algo más de esa noche, pero nadie hablaba. Con el correr del tiempo pensamos que hicieron dos operativos casi simultáneamente”.

Su reacción ante el secuestro:

“Al día siguiente, salimos a la calle. Fui a la Iglesia de Lourdes en Santos Lugares, para ver la posibilidad de tener alguna información de los chicos. Creo que todo familiar a quien le fue arrancado ese ser querido de su lado, inmediatamente salía a la calle a buscarlo. Inmediatamente, porque quería saber por qué se lo habían llevado. Desde ese momento empezó esa búsqueda. ¿Y dónde? ¿Y por qué? Preguntaba en cada uno de los lugares a los que iba.

​Primero comencé la búsqueda en soledad. Recorrí las cárceles, las comisarías, las Fuerzas Armadas, los Ministerios. Pero nadie sabía ni decía nada, nadie respondía a mis preguntas. Más tarde me di cuenta de que había otras madres. Todas estábamos en la misma situación. Fuimos caminando y fuimos, sin pensarlo, sin conocernos, a distintos lugares buscando lo mismo. Especialmente, al Ministerio del Interior que funcionaba en la Casa Rosada. A partir de ahí, nos dimos cuenta de que todos nos daban la misma respuesta irónica. Fue cuando surgió la idea de peticionar en un grupo. Nosotras éramos los familiares, no decíamos ‘las madres’. Desde ese momento, teníamos personas cercanas desaparecidas, algunos a su esposo, a un hermano.

​En un momento iba a Villa Devoto –cárcel de Devoto– todos los días. Veía a muchas personas delante de mí, la mayoría eran familiares de presos políticos, pero había otros que también buscaban a sus hijos secuestrados que no sabían dónde estaban. Ahí me fui informando hacia dónde podía dirigir mis pasos para saber sobre ellos. Hice hábeas corpus, causa 616 –los hacía a mano–. Una vez en 1978 logré que me sellaran uno por el bebé, y en 1981 hicimos la presentación en Casa de Gobierno”.

Sobre los comienzos de Madres:

“Todas hacíamos los mismos recorridos, buscábamos respuesta en los mismos lugares. En un momento llegamos a ser cinco o seis esperando alrededor de la Plaza, sentadas en algún banco o caminando como al descuido. De esta forma comenzamos a vincularnos.

​Lo primero que hicimos fue ir a ver al vicariato castrense. Un día Azucena Villaflor dijo que teníamos que ir todas juntas a Plaza de Mayo y decidimos hacerlo el 30 de abril (1977). Esa primera vez fuimos 14 mujeres. No nos habíamos dado cuenta de que era sábado, porque no teníamos idea de qué día era y decíamos: ‘Pero no hay nadie’.  La primera madre en llegar    ese día fue Pepa Noia. Pero un sábado no era un buen día para reunirse, no había gente en la plaza y apenas nos vieron los militares, nos sacaron. Entonces, decidimos reunirnos el viernes siguiente en horario bancario. A los militares les iba a costar visualizarnos entre tanta gente. Así lo hicimos varios viernes y éramos cada vez más. Más adelante, una madre, Emma Panells, propuso reunirnos el jueves porque decía que el viernes era día de brujas.

​Y con el paso del tiempo la columna de Madres fue aumentando y aumentando. Por un lado, porque iban desapareciendo los jóvenes y por otro lado porque los familiares se iban enterando de a poco. Se acercaban con mucho temor. Fue muy difícil, pero seguimos adelante. Así que ése fue el comienzo”.

Sobre cómo hacían en Abuelas para buscar a sus nietos:

“Como Abuelas nos encontrábamos en el Café Tortoni. Íbamos a festejar cumpleaños imaginarios. En ese momento se encargaba de convocar Chicha Mariani, que por entonces era la presidenta. Con Vilma González y Julia Rebollo nos encontrábamos en distintas casas, en lugares lejanos. Los reclamos que hicimos a nivel internacional nunca obtuvieron respuesta.

​Desde Abuelas hicimos muchas actividades en conjunto. Sabíamos de muchas personas detenidas desaparecidas que no eran denunciadas y nosotras salíamos a buscarlas. Esas familias no sabían que existía Abuelas. No sólo nacieron bebés en cautiverio, también secuestraron a niños con sus padres. Hacíamos todo para recabar la mayor cantidad de información posible”.

Sus cenizas ya están allí, entre las flores de la Plaza de Mayo. La gente allí reunida acompañó el inolvidable nombre de Mirta con un grito que a su vez es un desafío hacia adelante: “Presente, ahora y siempre”. 

El adiós a Mirta Baravalle

Derechos Humanos

#140: otro nieto recuperado

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El hijo de Graciela Romero y Raúl Metz –pareja desaparecida desde fines de 1976– fue hallado y se convirtió en el nieto recuperado 140. Estela de Carlotto encabezó el anuncio que derivó en un brindis de Abuelas al que lavaca tuvo acceso. Las palabras de Estela, lo que contó Adriana Metz, el blog “Poncho de lana” y la historia de otra hazaña abuelística que vence al negacionismo, la resignación y la muerte. Un proyecto: “Todavía falta encontrar a 300 nietos y nietas apropiados durante el terrorismo de Estado. Sigamos siendo ese país que iluminó al mundo en el camino de la Memoria. Luchemos para que la verdad no se apague”. 

Por Sergio Ciancaglini

Fotos Sebastián Smok

La señora apareció con su bastón sobre el escenario y frente a la lluvia conmovedora de aplausos largó el bastón, se puso a aplaudir también ella, abrió los brazos como para abrazar a cientos de personas que había allí, y movió su cabeza de un lado al otro como en un baile, sacudiendo su cabello canoso con una sonrisa que casi no entraba en ese salón.

#140: otro nieto recuperado

Fotos: Sebastián Smok para lavaca

El hecho ocurrió en la Casa por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo, en la Ex Esma, cuyo auditorio estuvo colmado de gente y de varias otras cosas.

Estela de Carlotto dio comienzo así al anuncio formal de la aparición del nieto número 140, número redondo que es a la vez un símbolo redondo de un milagro terrenal y humano: el que ocurre cada vez que se repite esa especie de hazaña abuelística de vencer al negacionismo, a la resignación y a la muerte.

A su lado estaba Adriana Metz con remera verde, jeans gastados, zapatillas rosas y unos cartelitos como de diálogo de historieta: “El 140 es mío” y “Vivan las Abuelas”. Adriana es la hermana de ese nieto recuperado y desde hace años forma parte de la nueva camada de la organización, como referente marplatense. Este lunes contagiaba una alegría que hacía brillar todo alrededor. Y guardaba otro globito de diálogo que mostró después: «Soy la que encontró a su hermano».

#140: otro nieto recuperado

Fotos: Sebastián Smok para lavaca.

Adriana describió así el primer encuentro: “Mi hermano me contó que había sido criado como hijo único y que no tenía familia. Entonces, cuando me dice eso, yo le respondo: «Ey, acá estoy yo. Y él me contesta: Sí, ya sé, boluda». Eso me parece que resume bastante bien cómo fue nuestro primer encuentro”, dijo, entre las risas del público y el inevitable grado de emoción que inundaba tantas miradas.

Contó también: “Nos comunicamos con él para decirle que estaba la posibilidad de que fuera hijo de desaparecidos. Ante la información que le fue dando CONADI, se le preguntó si accedía a hacerse la extracción y comparación de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos. Él aceptó. Desde que la muestra entró hasta hoy, tuvo su tiempo para pensarlo. Esto lo llevó a entrar en la página de Abuelas, fijarse los grupos familiares y hubo un dato que lo hizo pensar que podía ser nuestro. Se imaginó que podía dar positivo, pero no dijo nada porque no quería ilusionar… y menos ilusionarse él”.

#140: otro nieto recuperado

Fotos: Sebastián Smok para lavaca.

Sobre el Estado y la desnudez

El documento de Abuelas, que por su interés y su valor reproducimos y sugerimos leer de modo completo, fue leído por la propia Estela y por uno de los nietos recuperados, Manuel Gonçalves, Allí se plantea:

  • “Para que estas búsquedas se sostengan es imprescindible que el Estado siga existiendo. Por eso exigimos que se derogue el decreto N°351/2025, que deja en extrema vulnerabilidad al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG)”. 

El otro elemento crucial es que cada uno de estos hallazgos desbarata todos los intentos negacionistas, empezando por los que le brotan al actual gobierno. Dice el documento:

  • “Cada restitución revela de manera irrefutable que la dictadura ejecutó un plan de exterminio, que cometió un genocidio. Cada nieto viene a confirmar que el Estado terrorista secuestró personas, las mantuvo ocultas en Centros Clandestinos de Detención bajo torturas, las asesinó y desapareció sus cuerpos. Que en esos campos de concentración existieron maternidades clandestinas, donde las detenidas, como Graciela Romero, dieron a luz a sus hijos en condiciones infrahumanas. Que hubo un plan sistemático de apropiación de menores, condenando a esos niños a vivir en la mentira y a sus familias biológicas a buscarlos indefinidamente”. 

La conferencia de prensa en la Ex Esma derivó en un brindis más privado. Allí estaba Estela, copa de Champán en mano, rodeada por los nietos y nietas que colaboran en Abuelas. Dijo a lavaca: “Me enteré ayer. A mi edad, te imaginás la felicidad de seguir encontrando nietos. Cada vez es como si fuese la primera vez. ¿Y sabés qué pasa? Que eso nos ayuda a seguir por algo muy sencillo: sabemos que están”.

#140: otro nieto recuperado

Fotos: Sebastián Smok para lavaca.

Adriana agregó: “Mi hermano se enteró el viernes a la tarde, yo el sábado. Cuando Manuel Gonçalves me pasó la carpeta me empecé a sentir rara, como una bolsita, el cuerpo me iba de aá para allá, no estaba mareada, pero me movía sin entender. Me dijo: “Lo encontramos” y me abrazó. Ese fue el desahogo. Lloré y me reí. Todos saben que soy muy llorona, pero la verdad es que fue más risa que llanto. Hablé con mi hermano por videollamada primero. Fue increíble. Yo siempre busqué para encontrar, pero a la vez sabés que a lo mejor esa búsqueda no llega a concretarse. Estoy recontraorgullosa y recontracontenta de haber encontrado a mi hermano. Si yo no lo lograba, mis hijos iban a tener que continuar. En cambio ahora mis hijos tendrán sus propias búsquedas, ésta ya está resuelta. Es una gran noticia, y las buenas noticias me ponen en este estado, me siento muy inspirada”.

Estuvieron también en el encuentro Horacio Pietragalla (ex secretario de Derechos Humanos, y también nieto recuperado), Teresa Laborde (nacida en un patrullero cuando su madre, Adriana Calvo, era secuestrada durante la dictadura) y el diputado Eduardo Valdés. Dijo Teresa: “Tenemos las herramientas legales para hacer las cosas, el problema son los que ejecutan, que están queriendo romper los organismos de investigación, como lo están haciendo con la ciencia, la salud pública, la educación o las jubilaciones para después subsidiar iglesias evangélicas. Pero aquí apareció una persona. No es un milagro sino el producto de una lucha. Así que tenemos que seguir adelante. Están muy en off side, y todo es muy visible. Está muy desnudo el rey”. Dijo Valdés: “Esto demuestra cómo la esperanza continúa y como hay que insistir en la importancia de no cerrar los ámbitos de investigación como el Banco de Datos Genéticos”.  

En la edición de marzo de MU, en la nota Mundo Abuelas, Adriana había explicado: “En 2012 dije: quiero tener una participación activa en la búsqueda de mi hermano. ¿Qué implicaba tener una participación activa? Bueno, aprender. De la búsqueda, del amor. Ese trabajo que las Abuelas empezaron a hacer sin saber cómo se hacía se fue sistematizando. Ellas sembraron esto y son muchos los que estamos para continuar. De hecho, soy hermana, nunca voy a ser una Abuela, y por una cuestión biológica soy la referente de la filial. La búsqueda continúa más allá de quién esté. Es lo que nos enseñaron”.

#140: otro nieto recuperado

Fotos: Sebastián Smok para lavaca.

El comunicado de Abuelas

Bienvenido nieto 140

Abuelas de Plaza de Mayo comunica con enorme felicidad la restitución de otro nieto apropiado durante la última dictadura cívico militar. Hoy damos la bienvenida al hijo de Graciela Alicia Romero y Raúl Eugenio Metz: ¡Bienvenido nieto 140!

El nieto 140 nació el 17 de abril de 1977, en el centro clandestino “La Escuelita” de Bahía Blanca, como se supo a través de testimonios de compañeros de cautiverio de Graciela, y hoy podemos confirmar a partir de su restitución. Su hermana Adriana lo buscó desde siempre junto a sus abuelos Oscar Metz y Elisa Kaiser, con quienes se crió y, desde que ellos partieron,continuó esa búsqueda. Siempre sensible, inquieta y risueña, con su habilidad de tejedora Adriana fue construyendo una red que la cobija y hoy también abraza a su hermano, en este encuentro tan esperado.

Con la restitución del nieto 140 confirmamos, una vez más, que nuestros nietos y nietas están entre nosotros y que, gracias a la perseverancia y el trabajo constante de estos 47 años de lucha, seguirán apareciendo. El acompañamiento de la sociedad que sigue brindando información sobre posibles hijos e hijas de personas desaparecidas y acompañando a quienes dudan de su origen demuestra que la búsqueda no puede ser en soledad.

Este encuentro ratifica, además, lo imprescindibles que son las herramientas construidas por el Estado y la labor silenciosa de decenas de trabajadores y trabajadoras de la Comisión Nacional por el Derecho a la identidad (CoNaDI) y del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), que aún hoy, en condiciones precarias y con enormes dificultades, continúan trabajando con la convicción de que este delito debe ser resuelto. También la importancia del trabajo de todos y cada uno de los compañeros de Abuelas y de la gran familia que se extiende en la República Argentina y el exterior difundiendo esta búsqueda, que sigue tan vigente como lo demuestra esta restitución. 

Los nietos y nietas que faltan están entre nosotros, viven en nuestros barrios, trabajan y comparten actividades, transitan nuestras calles, están cerca. Necesitan ser acompañados para animarse a conocer su verdadero origen. Hay que insistir en que su consulta no molesta y cualquier sospecha, por mínima que parezca, es motivo para acercarse a las Abuelas. Por eso, si alguien tiene algún dato, también le pedimos que lo acerque, son esas informaciones guardadas hace años las que nos permiten hallar a nuestros nietos y nietas. 

La historia familiar

 La mamá del nieto 140, Graciela Romero, nació el 21 de agosto de 1952 en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires. Su familia la llamaba «Peti» y tenía tres hermanos. Su hermana menor, María Elena, también fue asesinada por la dictadura en 1977. Graciela era estudiosa, emprendedora y aguerrida. Tenía buen humor, cocinaba bien y también cosía. Estudió economía, hasta que se casó y se abocó a la militancia.

 El papá, Raúl Metz, nació en Bahía Blanca el 24 de agosto de 1953. Sus amigos lo apodaban «El Melli», porque tenía un hermano gemelo. Los Metz eran diez hermanos. Se criaron en un hogar politizado, ya que el abuelo Metz era militante del Partido Comunista y trabajador ferroviario. Raúl tenía sentido del humor, aunque era un poco calentón. Comenzó su militancia en la Federación Juvenil Comunista, junto a su gemelo Néstor. Eran compinches, militaban, iban juntos al colegio, compartían salidas y amigos. Desde los 13 años trabajaban como cadetes en una tintorería. Luego ingresaron al Ferrocarril, como su padre. 

“Los Mellis”, como los conocía todo el barrio, sufrieron su primera detención bajo la dictadura de Onganía. Con 19 años, fueron llevados a la cárcel de Bahía Blanca y luego como “presos de máxima seguridad” a Devoto. Mientras estaban detenidos en Bahía se realizó una campaña pidiendo su liberación. Entre las organizadoras estaba Graciela. Cuando Raúl y Néstor salieron de la cárcel se alejaron del PC, pero siguieron militando en comedores barriales. Allí Raúl conoció a Graciela y se enamoró. Juntos ingresaron al PRT-ERP. Al tiempo se casaron y llegó Adriana, su primera hija. Vivieron en Bahía Blanca, hasta que la persecución los acorraló y decidieron mudarse a Cutral-Có, provincia de Neuquén. 

Graciela y Raúl fueron secuestrados el 16 de diciembre de 1976 en Cutral-Có, ella embarazada de cinco meses. Por testimonios de sobrevivientes pudo saberse que permanecieron detenidos en el centro clandestino «La Escuelita» de Neuquén, donde fueron torturados física y psicológicamente. Luego fueron llevados al centro clandestino “La Escuelita” de Bahía Blanca, donde también sufrieron brutales tormentos.

Raúl Metz fue sacado de ese centro clandestino a fines de enero y desde entonces se encuentra desaparecido. Graciela, con 24 años, durante su cautiverio dio a luz un varón en abril de 1977. Ese bebé, hoy adulto, hasta el viernes último desconocía su verdadera identidad y que una familia entera lo estaba buscando. Graciela continúa desaparecida.

Adriana tenía un año cuando las fuerzas represivas se llevaron a sus padres, unos vecinos -Edelvina Guiñez y Miguel Panijan- la cuidaron hasta que sus abuelos paternos Oscar y Elisa fueron a su encuentro. 

Las búsquedas

Las familias Metz Romero buscaron a Graciela, Raúl y el bebé que estaba en camino desde el instante que supieron de su secuestro. Oscar y Elisa llevaron la iniciativa de esta búsqueda: hábeas corpus, denuncias internacionales, presentaciones, hasta el final de sus días. Con la mayoría de edad, Adriana hizo suya la búsqueda, siempre cercana a la institución, a donde acompañaba a su Abuela Elisa desde pequeña. Su tía, Elisa Metz, muchas veces visitaba a la filial de Abuelas La Plata buscando alguna novedad sobre su sobrino. 

En 2009, como una botella tirada al mar, Adriana abrió un blog, “Poncho de Lana”, en el que le contaba a su hermano quién era, cómo lo buscaba y lo esperaba. Allí le escribió una carta para su cumpleaños. Desde entonces cada 17 de abril lo saludaba, con la ilusión de ser leída. Adriana participó de cada producción y actividad institucional, con la certeza de que sólo encontraría a su hermano buscando a todos. Y al final, hay recompensa. 

A partir de información que Abuelas recibió de manera anónima, se inició una investigación que luego se trabajó de manera conjunta con la CoNaDI y la Unidad Especializada para Casos de Apropiación de Niños durante el Terrorismo de Estado (UFICANTE). Este trabajo conjunto permitió reforzar la hipótesis de una posible apropiación, reunir la documentación necesaria y profundizar en el caso. En este marco, y una vez finalizada esta etapa, en abril de este año, la CoNaDI tomó contacto con el posible nieto para brindarle toda la información recabada. Así, él accedió a concurrir al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) y dejar su muestra de ADN, para ser cotejada con las familias que buscan.

Finalmente, el viernes último el BNDG comunicó a la CoNaDI el resultado de ADN y la Comisión le informó al hombre que efectivamente se trataba de un caso de apropiación y que su perfil coincidía con el de la familia Metz Romero. Durante el fin de semana ambas familias fueron notificadas, lo que hoy nos permite comunicar a la opinión pública que hemos encontrado al nieto 140.

La prueba irrefutable

Cada restitución revela de manera irrefutable que la dictadura ejecutó un plan de exterminio, que cometió un genocidio. Cada nieto viene a confirmar que el Estado terrorista secuestró personas, las mantuvo ocultas en Centros Clandestinos de Detención bajo torturas, las asesinó y desapareció sus cuerpos. Que en esos campos de concentración existieron maternidades clandestinas, donde las detenidas, como Graciela Romero, dieron a luz a sus hijos en condiciones infrahumanas. Que hubo un plan sistemático de apropiación de menores, condenando a esos niños a vivir en la mentira y a sus familias biológicas a buscarlos indefinidamente. 

Cada restitución de un nieto es también la confirmación de que el trabajo sostenido y colectivo nos permitirá seguir encontrándolos. Esta restitución nos reúne para darnos fuerzas y ratificar que el rol del Estado, las políticas públicas, la solidaridad, el acompañamiento, el amor y la perseverancia, son la garantía del Nunca Más. Pero para que estas búsquedas se sostengan es imprescindible que el Estado siga existiendo. Por eso exigimos que se derogue el decreto N°351/2025, que deja en extrema vulnerabilidad al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG). 

Hoy el Estado restituye un derecho fundamental para cualquier persona: el derecho a la identidad. Las Abuelas hacen justicia por los abuelos que no están y por toda la familia Metz Romero que buscó sin descanso. Una vez más, la verdad arrasadora vuelve a imponerse al olvido y florece la identidad. Todavía falta encontrar a 300 nietos y nietas apropiados durante el terrorismo de Estado. Sigamos siendo ese país que iluminó al mundo en el camino de la Memoria. Luchemos para que la verdad no se apague. 

¡Bienvenido nieto 140! 

Ciudad de Buenos Aires, lunes 7 de julio de 2025.

#140: otro nieto recuperado

Fotos: Sebastián Smok para lavaca.

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Nota

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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Derechos Humanos

Un desaparecido llamado Loan

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Loan Danilo Peña continúa desaparecido sin que se sepa con exactitud qué pasó desde el mediodía del 13 de junio de 2024, hace un año, cuando almorzó en la casa de sus abuelos en las afueras de la localidad de 9 de Julio, Corrientes. Luego de la comida, lo desaparecieron. Hay siete detenidos y procesados por el delito de sustracción de un menor y otros diez por entorpecer el expediente. La causa ya fue elevada a juicio pero aún no hay fecha definida. Reproducimos esta investigación publicada en MU en octubre pasado desde la ciudad donde vivía Loan, que evidencia la trama de complicidad político/policial, la sombra del narcotráfico, la impunidad, el pacto de silencio de los implicados y las dos preguntas que más siguen doliendo sobre este nene que el pasado 8 de mayo cumplió (o hubiese cumplido) 6 años: ¿Dónde está y qué pasó con Loan?

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