Por Pablo Marchetti

Entiendo que el técnico de Suecia, Janne Andersson debe tener sus razones para llevar a Rusia el plantel que llevó. Que debe conocer en profundidad cómo están sus dirigidos. Y descuento también que conocía bien, antes de elegir su plantel, cuál era la actualidad de los jugadores que tenía a disposición. Y que en base a ese conocimiento debe haber elegido a los 23 futbolistas que componen el plantel que finalmente viajó al Mundial. Pero la FIFA debería contemplar otras cuestiones.
        El fútbol es un espectáculo. Un espectáculo en el que los espectadores somos protagonistas principales. No hay más que ver la cantidad de gente que está en los estadios, con una pasión desbordante: caras pintadas con los colores de la bandera de su país, gorros alusivos a los trajes típicos (vikingos, mexicanos, rusos, etc.), atuendos, camisetas, anteojos, accesorios, de todo. Y estamos también los espectadores que no salimos en las pantallas, porque estamos del otro lado, viendo cada partido por televisión.
        Es en nombre de nosotros que la FIFA debería introducir algunos cambios en la conformación de los planteles. Modificaciones mínimas, no estoy pretendiendo que seamos los espectadores quienes armamos los planteles. Hablo de algunos detalles. Mínimos. Pero indispensables.
        ¿Cuáles son las motivaciones que tiene alguien para levantarse un lunes a la mañana (a las 9, para más datos; la madrugada para un servidor) para ver Suecia-Corea del Sur? La fe mundialista. Sólo eso. No conozco a ningún jugador, todo me es absolutamente confuso. Y no soy el único.
        Un día antes del partido, el técnico sueco mandó un espía al entrenamiento surcoreano para ver cómo se movía su rival. Advertido de la maniobra, el entrenador coreano Shin Tae-Yong les ordenó a sus jugadores que cambiaran los números de sus camisetas durante la práctica para despistar a los suecos. “Los jugadores llevaban números un poco confusos –admitió Yong-. Es muy difícil para los occidentales diferenciar a los asiáticos, por eso es que lo hicimos”.
        No quiero caer en el lugar común racista de pensar que todos los orientales son iguales. Temo que la gente del Inadi venga a tocar a mi puerta. Pero si el técnico sueco se confundió, ¿qué nos queda al resto de las personas que miramos este partido con capacidades de apasionar diferentes?
        No pido que los espectadores armemos los planteles. Pero déjennos hacer algunas sugerencias. Este partido sería completamente distinto si jugara Zlatan Ibrahimovic. Pasaría así a tener un motivo de peso para verlo. ¡Ponelo a Zlatan, Andersson!
        Lo sé, ya es tarde. El partido ya está en juego y la única figura, por el momento, es el VAR. Gracias al arbitraje de la repetición se pudo constatar que hubo penal para Suecia. Gracias al VAR, Suecia ganó 1-0.
        Todo bien con poder repasar las jugadas dudosas. Todo bien con hacer un poco más de justicia. Todo bien con la tecnología en función de que se cumplan correctamente las reglas. Todo bien con el VAR. Pero yo prefiero a Zlatan.

Chinga tu madre