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Esto es cine
Campusano, Diangialollio, Mitre. Una invitación: intercambiar por mail impresiones sobre el cine hoy desde las trincheras en las que están filmando. El resultado es un trailer de buenas ideas.
Esto empezó con una invitación a tres directores: José Celestino Campusano, Julián Dangiolillo y Santiago Mitre. Decía: “Admirados y queridos: acá estamos conectándolos por mail para pedirles el esfuerzo de un intercambio. La idea es que a manera de Apuntes sobre el cine, la época y todo lo demás que no tenemos tiempo de pensar, pero estamos haciendo juntos escriban lo que sientan y quieran. Sabemos que tienen obra y pensamiento que ya da cuenta de su mirada sobre la época, pero les pedimos el esfuerzo de que -sin pretensiones de hilván, sino de sumar, disparar, anotar- den pinceladas sobre la situación del cine hoy desde sus respectivas trincheras. Van algunas preocupaciones que compartimos como disparadores, a partir de un hilo que nos propusimos para esta edición: cual Magritte nos preguntamos qué es una pipa, una democracia, un presidente, un trabajo, un movimiento social y, en este caso, qué es el cine, aquí y ahora. Entonces, algunos ejes para provocar el intercambio:
1. ¿Qué poder tiene el cine? En tiempos del “relato”, en épocas de series de tevé sofisticadas, en el cruce de tecnologías automáticas, en públicos que tienen altísima cultura visual simplificada, en mercados globalizados pero restrictivos, etc., etc., etc…
2. ¿Qué es ser independiente? Financiaciones, subvenciones, epopeyas y modelos de gestión y autogestión. Cómo influye el dinero en la construcción estética, qué hay de nuevo en el ítem Cómo bancamos esto, para qué sirven los festivales, cuánta gente maneja la caja del cine, qué rol tienen los Estados y qué puede mejorar ese artefacto llamado INCAA; la tele, el cable, las salas, YouTube y otras maldiciones de la exhibición. Y al final: ¿qué tipo de producto es una película y cómo encontrar un envase que le calce y le haga honor?
3. ¿Cómo habla hoy nuestro cine? El alma piensa con imágenes. Qué hacen y ven hacer que permite ampliar el horizonte de los posibles: tendencias, signos, personas, cosas que inspiran a crear y romper moldes.
4. Si el cuadro de Magritte Esto no es una pipa en lugar de una pipa tuviera la cara de un director, ¿qué sería? No quién, sino qué: qué define a un director de cine.
Lo que sigue es la acumulación de ideas que provocó:
José Celestino Campusano
1. Creo que a través de productos audiovisuales se puede ridiculizar, contradecir, y/u ocultar la historia de los pueblos y, por ende, de la Humanidad toda, como también proyectar una historia hipotética tan inminente como falsa, funcional a ciertos intereses de corte enteramente político, o sea de puro mercado. Para aquellos a los que no les interesa la Historia se los puede siempre someter a una amplia gama de distracciones basadas invariablemente en la repetición. El cine incide en el imaginario colectivo, por ende en el inconsciente colectivo y este, a su vez, en el área astral, por ello considero que debemos ser muy respetuosos con lo que depositamos allí.
2. Con el advenimiento del digital felizmente nos libramos de un formato tan clasista y prohibitivo como el 35 mm. Creo que ante esta variable rotunda ningún elemento ha terminado de reinstalarse. El término independiente, a mi gusto, se ha corrompido, ya no significa ni se necesita. Creo que hay un cine fiel a la real poética que habita en las variables del tejido social y al respeto por el prójimo, y otro de cara a los lobbies principalmente gringos, formado por una triada nefasta de festivales que no pueden legitimar porque no son legítimos, ya que desde hace décadas han dejado de ser espacios de descubrimiento de nuevas tendencias y de debate para ser manejados por distribuidoras de rango global; festivales que estafan a directores y a productores noveles, ya que a estos les cobran inscripción por películas que se acumulan por miles y a las que nadie verá por no ser justamente parte de esos lobbies económicos o ideológicos y porque, además, no hay tiempo terrestre que lo permita. Creo en un cine ligado a la innovación y al cooperativismo, ya que de los tres sectores (entretenimiento, fondos oficiales y cooperativismo) el único que no tiene límites en su expansión y que goza de total libertad para ser lo que necesita ser es el del cooperativismo. Es grato trabajar con dinero del INCAA y que todos los compañeros cobren, pero mientras se tramitan esos fondos no se debe dejar de filmar porque es en esa instancia donde se facilita el encontrar socios y oficio, indispensables para no demorar el crecimiento ya que la vida del audiovisualista no es tan larga. Por otro lado, creo que si hay elementos que afectan drásticamente la estética cinematográfica estos son el cronograma (siempre acotado) y el uso de cámaras pesadas.
3. El llamado cine industrial y el llamado cine independiente tuvieron la gran falla de construirse muchas veces de espaldas a las verdaderas personas y de cara al dinero y al ego. El primero porque si la obra dio pérdidas, la carrera de ese director se restringe; y el segundo porque si produce un cambio sustancial en su carrera, el director teme no ser ya programado y, por ende, invitado a ese círculo acotado.
4. El director de cine, se maneje con las herramientas que sean, creo que cobra carácter de tal cuando pasa a ser consciente de que ni los narcos, ni los políticos ni los empresarios filman. Somos nosotros los privilegiados al llenar un encuadre y, por ello, arribar a un relato secuenciado que bien puede ser tomado como un legado. Así, que sean oportunistas como directores solo los que han nacido para ello. Los demás corren el riesgo de sentirse directores.
Julián Dangiolillo
1. Estoy de acuerdo en que el cine influencia el imaginario colectivo de una manera equiparable a cómo el espacio que habitamos, nuestras ciudades y hogares, condicionan y estimulan la experiencia intersubjetiva, tanto en la vigilia de la esfera pública como en el campo de orden “imaginario”, los sueños, deseos y utopías; y en esto no sé si me acerco a lo que proponés inquietantemente como “área astral”. Entiendo que ciertas películas (ojalá las nuestras) intentan resistir a esa hegemonía manipuladora de las imágenes, esa configuración narrativa satisfactoria pre-digerida de ciertos productos de entretenimiento, pero tengo mis dudas respecto a la idea de responsabilidad o compromiso como parte de una ética autoral. Por momentos (y quizás esta sea una problemática puntual proveniente del documental, pero expandida al cine todo) creo que esta predispocisión puede ser demasiado imperativa en determinados materiales a la hora de escribir o filmar, por lo menos en mi experiencia personal siento que no brindó buenos resultados. Esto no quiere decir que el cine no pueda contribuir a ayudar o acelerar determinados procesos de su contexto sociocultural, incluso modificándolo, pero es una consecuencia a posteriori, cuando ya se pasaron los rodantes finales. Creo que las imbricaciones políticas son inseparables de los términos formales, inclusive en esas películas acusadas de ser imaginadas por fuera de la historia. Esas películas también pueden ser sintomáticas de estos procesos (aunque sean conservadores), por más soporíferas y odiosas que nos resulten. Y aquí hay un punto en el que me gusta no saber muy bien lo que estoy haciendo. Desconfío de las películas demasiado autoconscientes porque se acercan a aquellas que, como bien decís, pueden ridiculizar la Historia.
2. No estoy seguro que el 35 mm sea hoy un formato clasista, puede ser que en décadas pasadas sí haya sido excluyente. Hoy día trabajar en fílmico es para mí, claramente, un acto de resistencia que obliga a reflexionar sobre los procesos de generación de imágenes desde un lugar lejos del confort digital. Y aquí creo que hay un trabajo sobre “el tiempo terrestre” mucho más efectivo que en el digital. Digo esto sin que el fílmico sea un soporte que trabaje en lo personal, pero hay muchísimas obras que se están produciendo en la actualidad en ese formato que me parecen de lo más interesante del cine actual. Por supuesto que también hay esnobismo y hipsterismo, pero estas características trascienden lo tecnológico, como todos sabemos. El fílmico determina una forma de trabajo muy artesanal, que hoy me parece está más ligada al conocimiento de una técnica en extinción que a un orden económico. Me imagino que para un rodaje alquilar una cámara 4K debe ser bastante más caro que comprar un par de latas de fílmico y conseguir una Bolex. En este sentido, es crítico el panorama, con los cierres de los laboratorios y la falta de planificación oficial de parte del INCAA. Convengamos que es necesario y vital mantener el acervo fílmico existente como parte de esa Historia que no queremos extraviar. Respecto a los modos de trabajo, me parecen muy valiosos tus emprendimientos de orden cooperativo porque iluminan una forma de hacer películas generada desde sectores que no suelen tener representación en nuestro cine. Existen otras experiencias equiparables en el orden comunitario, y si bien la coyuntura política actual claramente no está interesada en apoyar este tipo de iniciativas, creo que es el momento propicio para reunirse. Me gustaría ver multiplicarse estas aventuras en distintas partes del país por parte de diferentes colectivos, y desde ya me gustaría formar parte de alguna de esas estructuras para hacer una nueva película (si me permiten una expresión de deseo).
3. Creo que acá apuntás directamente a cierto circuito de festivales y distribución que a veces puede viciar la obra de un realizador. Estoy de acuerdo, pero aquí sí creo que es pertinente cierta constancia autocrítica por parte de los autores. No le tendría miedo a la frase grouchomarxista: “He aquí mis principios, si no le gustan tengo otros”. De lo que más rechazo me da un cuerpo de obra es su previsibilidad y solemnidad. Hoy en día la idea tradicional de autoría como propiedad individual está en crisis e intuyo que el cine debe trascender su época de “genios”.
4. ¡La 4 se las debo…!
Santiago Mitre
1. Respondo medio a las apuradas. Estoy acá buscando lugares para filmar, reescribiendo un guión, con la cabeza partida en cuatro. Nunca sé muy bien qué responder en esta clase de conversaciones. Menos cuando estoy en el proceso de hacer una película. Hay algo del hacer cine que se apodera del cuerpo y quita capacidad de bajar ideas. Bueno, eso me lleva a dos cosas. Una, que el cine es una experiencia física. El cine para mí es hacer cine. Y eso me baja al presente… al ahora. Y presente y ahora son dos palabras que me resultan potentes para pensar la experiencia cinematográfica. Luego, claro, el cine es un lenguaje. Como todo lenguaje tiene su materialidad, sus procedimientos, sus formas. Creo mucho en esos materiales: la imagen, el encuadre, el montaje, el ritmo, la administración del tiempo, la actuación, la narración… y todo lo demás. Pero por suerte es un lenguaje impreciso. Que interpela y se contradice. ¿Cómo se lee una imagen? ¿Cómo habla un plano? ¿Cómo dice el cine? Es un objeto en presente que dispara al ahora, que habla de mil maneras distintas.
2. Y cuando pienso en cine pienso en una sala proyectando imágenes. Esa es otra de las formas del cine: la proyección, la imagen proyectada. Eso lo tengo grabado en la cabeza. El cine es una sala oscura, proyectando imágenes enormes en una pantalla. No el que se ve en una plataforma de streaming, por más pantalla de alta definición que tenga el que la pueda pagar, sentado solo en un sillón de su casa… o en la cama con la notebook a un costado. Hacer cine y ver cine es una experiencia compartida, una experiencia grupal, colectiva. El problema al que nos enfrentamos es ese. Cómo se proyecta, cómo se comparte. YouTube, Vimeo, redes sociales múltiples, dan una posibilidad de exhibición inmediata, ilimitada si se tiene suerte… democratizadora incluso… como lo fue la entrada del digital… pero nos abre preguntas, muchas.
Me cuesta hablar mal de los festivales de cine. La cartelera, los estrenos de todas las semanas, son cada vez menos interesantes. Las películas con búsquedas más singulares son casi siempre las que menos duran en cartel. Entiendo lo que dice José, pero muchas veces cuando uno va a un festival siente que el cine aún tiene vida. Que hay gente interesada en ver cosas nuevas, en experimentar y comunicarse con las imágenes de un modo nuevo. No solo Cannes o Berlín, que es cierto que están copados por la industria. Los festivales de cine son parte vital para la supervivencia de muchas películas a las que les cuesta encontrar exhibición por fuera de ese circuito. Me resisto a que el cine sea un objeto de museo. Aunque les agradezco a los museos y centros culturales y diversos espacios por exhibir cine, por entender el problema de la exhibición de un cine más singular. Es un problema que la industria ni el Estado quieren saldar.
3. Es cierto que el término “cine independiente” se ha usado mucho, y de mala manera… pero también es cierto que hay un cine con recursos, con posibilidades de exhibición amplias, y un cine con menos recursos, que necesita de la innovación en cada de una de sus instancias. Hice cine de modo “independiente” –El amor (1ª parte), El Estudiante, Los Posibles-, hice otra película con un presupuesto mediano –La Patota-… y ahora me enfrento a una película mucho más cara. Si lo independiente tiene que ver con la libertad narrativa, sigo sin ceder un centímetro; si tiene que ver con procesos y costos ya dejé de estar de ese lado. Hay una ecuación en torno al dinero a la que el cine no le puede escapar. Una película que cuesta mucho, necesita recuperar mucho. Una película barata no. Lo cierto es que los productores siempre van a querer películas baratas que ganen mucho. Como en cualquier industria. Bueno, entonces puedo decir, al contrario de lo que se suele decir, que más dinero para producir da más posibilidades, pero menos libertad. La administración de un presupuesto es una de las zonas más pesadas a las que me enfrento como director. Porque no creo en esa idea de que unos producen y alguien dirige. Un director es responsable del presupuesto, y es una de las variables (¿estéticas? ¿formales?) que tiene que decidir cuando empieza a armar su película.
4. Perdón a todos si no estoy siendo todo lo claro que hay que ser. Me cuestan mucho estas cosas. Me cuesta mucho hablar de cine como cosa general, como idea. No me siento cómodo con las generalizaciones. Creo que el cine es lo contrario: lo singular, lo único, lo irrepetible, y las generalizaciones le hacen mal. Para un director de cine una película no es una película: es la única película, la única escena, el único plano… y demás. Es medio tremendo como experiencia… pero si el cine no te abisma, no te enfrenta al abismo… no sirve.
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