CABA
Las pasionarias
Mujeres al Oeste. Crearon un espacio para la acción y desde allí arremeten juntas contra la violencia sexual, en todos sus aspectos. Se definen como subversivas, porque quieren cambiar el mundo público y privado. En eso andan: dictan talleres, brindan asesoramiento, hacen campañas y desafian los prejuicios barrio por barrio.Es una chica de veintitantos años, morena, bella, menuda, que nos mira como desde otra dimensión. En realidad está en otra dimensión: medicada.
Aun así, va como rebotando de un lado a otro de la habitación, como poseída por la tensión y la angustia. Mira los afiches y los va silabeando entrecortadamente: “autoestima”, “momentos felices”, “tus derechos”. Le asombra un póster de la película Yo, la peor de todas, pero parece angustiarse más aun. La madre contará luego que tuvo que rescatar a esa joven de 25 años para salvarla de tanto que la golpeaba el marido. La chica –que tiene una beba de dos años– no puede salir a la calle si no es medicada, por puro pánico.
Estamos en la sede de Mujeres al Oeste, en Morón, hoy está atendiendo una de las abogadas. Se abre la puerta y sale otra joven, rubia y de ojos claros empapados. Se va con su hijito de unos 5 años. La chica morena es conducida por su mamá como si fuese ciega, entran en la oficina de la abogada, y se cierra la puerta.
Si se toma como un asunto gremial– masculino, conviene reconocer que en estos casos da vergüenza ser varón. La curiosa idea según la cual a golpes se hacen los hombres, debería ser considerada junto a la noción de que a golpes se mata a las mujeres, a niñas y niños, o se las viola. Se les mutila vida, en una especie de guerra civil cotidiana en el hogar, dulce hogar. Las cifras marean: en las comisarías bonaerenses de la mujer, por ejemplo, hay 2.000 denuncias mensuales de maltratos domésticos. Casi 70 por día. Y son sólo las que se atreven a denunciar. Sin necesidad de ver marcas de golpes y moretones, los ojos de esta chica, inundados en angustia y farmacología, son más reveladores que cualquier estadística.
Es difícil aceptar la idea de que organizaciones como Mujeres al Oeste sean una “asociación sin fines de lucro”, según figura en estatutos y sellos. Quizás habría que hablar de una conspiración para salvar vidas, de un útero de derechos humanos, o de un aquelarre que anuncia que materias como violencia doméstica, aborto, lesbianismo y autoestima, no son asuntos meramente privados sino algunos de los más importantes temas políticos de la actualidad. Comparan al terrorismo sexista con el terrorismo de Estado, y catalogan la existencia que cualquiera calificaría como “normal” de millones de mujeres, según los parámetros de los campos de concentración. Y no exageran. Frente a la situación, no se remiten a la queja, sino que encaran acciones que definen como “revolucionarias” y “subversivas”, mientras calientan agua y ceban palabras para que se pueda entender mejor la historia del presente.
Brujas e iglesia
Todo nació en una brujería radial: Aquelarre al oeste fue un programa que se transmitió en fm En Tránsito en 1993. “Descubrimos que teníamos audiencia” dice Zulema Palma, casada, dos hijas, una nieta y un nieto. Zulema ya había encontrado una identidad en el feminismo, y una rebeldía geográfica. “Siempre teníamos que ir al ombligo del mundo, la Capital, para poder participar en organizaciones feministas, hasta que nos dimos cuenta de que nuestra realidad era otra, y que teníamos mucho que hacer nosotras mismas”. ¿Quiere decir que también existe centralismo en las así llamadas “organizaciones populares”? Las Mujeres al Oeste se ríen ante la ingenuidad: “Centralismo, protagonismo, llamalo como prefieras” ofrece Liliana Morales, cuatro hijos y una nieta. “Y el centralismo siempre es excluyente”. A tal exclusión se agregaba lo obvio: las diferencias entre el conurbano y la Capital. Diferencias de servicios hospitalarios y de salud, de recursos, de necesidades, de todo. Descubrieron además que hacían un trabajo muy importante a nivel nacional, pero que las llevaba a descuidar lo local: “En la reforma constitucional de 1994 participamos en el cabildeo para intentar que en la Constitución no se instalara la cláusula de que la vida comienza a partir de la concepción”. Cabildeo es el lobby, entendido como modo en que organizaciones defienden determinadas causas ante legisladores y funcionarios. Las Mujeres usan otra definición: soplar orejas.
La idea de que la vida humana empieza en el momento de la concepción es defendida religiosamente por los que se oponen a la legalización del aborto. Amén. Las mujeres en cambio bregaban por eliminar esa noción del texto constitucional, que tilda a cualquier mujer que decide abortar como una especie de delincuente.
“Nosotras peleábamos por lo nacional, pero hubo un grupo pequeño de compañeras que quedaron solas en La Plata, mientras Duhalde (Eduardo) arreglaba con Rico (Aldo) y con la Iglesia (católica) para poner esa cláusula en la constitución provincial”. Esa extraña trinidad logró su objetivo. Zulema: “Es una dificultad más, pero en la práctica las mujeres siguen abortando: las pobres pueden morirse por la falta de posibilidades de hacerlo como corresponde, y las ricas pagan abortos bien hechos”.
Subversivas al Oeste
En 1995 quedó oficialmente fundada Mujeres al Oeste. Tiene 15 integrantes y un estilo que le ha permitido multiplicar actividades e influencia. Trabajan realizando talleres referidos a salud, sexualidad, autoestima, derechos, y también organizando reuniones como Liberatoria, grupo de ayuda de mujeres que son o han sido sometidas a violencia sexual, o abuso sexual. Muchas veces, desde la infancia. Además, salen a los barrios a brindar talleres, encuentros y capacitaciones, lo cual permite luego que las mujeres reproduzcan ese tipo de actividades.
No se trata de clases, charlas ni conferencias. Liliana Morales: “Lo que hacemos son dinámicas de taller para facilitar que las mujeres hablen, reflexionen, rompan el silencio y que a partir de eso todas podamos pensar y decidir”. En esa ruptura del silencio, las mujeres ven una de las principales posibilidades para que cambie la persona, y por lo tanto cambie la realidad. “La mujer ha sido educada para ser pasiva, perdonar, trabajar para los demás, y callar los problemas familiares”. Esta pasividad abarca también los problemas de sometimiento doméstico. “No hay diferencia de clases en esto” dice Liliana. “Al revés, a veces la mujer de más recursos, más educada, tiene justamente el problema de que las instituciones educativas son reforzadoras de estos patrones culturales. La mujer pobre, de pronto tiene más facilidad para entender el problema”. Zulema mira el otro lado: “Tampoco idealizamos a la mujer de los sectores populares, que tienen un pensamiento que puede ser muy conservador y tradicional sobre la maternidad y la sexualidad, porque no imaginan para sí mismas otras posibilidades. Por eso prenden algunas iglesias tan retrógradas en esos sectores”.
Casos. Hace poco una docente se sumó a uno de los grupos. “El primer paso es que estar con otras a una le hace clic en la cabeza” dice Zulema. La mujer pudo relatar su historia como golpeada. Se produjo el clic. Se separó. El marido seguía amenazándola. Fue a hacer la denuncia ante una fiscalía. ¿Cuál pudo haber sido la respuesta? “No hay pruebas”. Ese mismo día el marido la detectó, le descerrajó dos balazos en la cabeza, y luego se suicidó. A veces vale la palabra milagro: la mujer quedó viva. Raquel Disenfeld cuenta: “Tiene una bala entre el maxilar y el oído que todavía no le pudieron quitar. Es una mujer maravillosa, inteligente, pero encima de lo que le pasó, se quedó pensando: pobre, debe haber creído que yo estaba muerta y por eso se suicidó”. Con la cabeza vendada como una herida de guerra, en la cama del Hospital Posadas, la mujer reveló algo más a Raquel: “Es la primera vez que puedo comer. Antes no podía, por la angustia”, dijo con la sensación de empezar una existencia diferente ante un puré de zapallo.
El trabajo del grupo, además, involucra la llegada a las escuelas, donde plantearon talleres sobre prevención de violencia en el noviazgo que abarcaron a más de 2.000 adolescentes del oeste.
En los talleres buscan desnaturalizar: romper la idea de que la violencia o el sometimiento son una cuestión natural que debe tratarse puertas adentro. Buscan también descubrir: destapar estos problemas. Y mover, para que situaciones, cabezas y corazones logren cambiar de lugar sin resignarse a que las cosas son como son.
Pero a todo esto no le dan un contenido privado. “Lo personal es político” dice Zulema, retomando una idea clásica del feminismo. “Estamos haciendo la revolución feminista, que es silenciosa pero cambia estructuras culturales. Muchas veces la revolución cambia estructuras políticas, pero no las de fondo que son las culturales”.
Soplando orejas
Zulema cree que este activismo pacífico por la vida es ampliamente subversivo: “Es una palabra a la que se le puso un contenido falso y degradado, pero es al revés. Subversivo es un ser humano comprometido que está tratando de cambiar lo que es injusto en este sistema patriarcal y capitalista. Nosotras somos subversivas”, explica, mientras corre la ronda de mate.
Las Mujeres al Oeste reconocen que el Estado es el que menos apoyo brinda a acciones de este tipo. “Aportan a cuestiones de otro perfil” dice Zulema, un tanto enigmática. ¿Por ejemplo? “El Estado bonaerense apoya fuertemente a la Iglesia católica y no a las feministas. O sostiene comedores y acciones de beneficencia, pero no a los que trabajan en la reivindicación de sus derechos, y menos a las mujeres. Por supuesto que está muy bien apoyar a los comedores, pero hasta ahí llegan”. Las Mujeres trazan así una distinción entre las organizaciones que sostienen esta realidad, y las que buscan transformarla. Raquel: “Acá hay una paradoja. Si el hombre defiende los derechos de las mujeres, es desde una posición de seducción o para conseguir votos. Y si lo hace una mujer, es feminista o parcial”. Zulema aclara: “O resentida, reventada, trepadora y mal cogida”.
Reconocen que viven una situación positiva en Morón bajo la gestión de Martín Sabatella. Liliana: “Venimos soplándole la oreja desde 1999. Le decíamos: falta atención para las mujeres, falta contención para la cuestión de violencia. Se necesitan las dos cosas, alguien que mueva y active, pero también alguien que escuche. Acá hubo una oreja que escuchó”. En cambio un poco más allá, en Merlo, funciona el territorio del intendente Raúl Otacehé, hombre de conducta inexpugnable (siempre oficialista) y modelo puntero, clientelista o la palabra que cada quien prefiera poner. “Ahí tuvimos amenazas, persecuciones, agresiones. Si no sos del intendente no te dejan organizar”. ¿Qué diferencia práctica hay entre una situación como la de Merlo y una como la de Morón? Zulema: “En Merlo te pegan y te persiguen. En Morón encontrás servicios de salud, atención a las mujeres, toda una política alrededor de estos temas. El acto por el Día de la No Violencia contra las Mujeres, lo hizo siempre un grupito de nosotras, repartiendo volantes en la plaza. Este último (el 25 de noviembre) fue una marcha enorme que organizó la propia intendencia”. Liliana: “Uno nunca sabe si es para bien o para mal que el Estado tome estos temas, pero por lo menos la difusión y visibilización fue enorme”.
El Banco Mundial, o el prestigio
¿Y cómo consiguen recursos para trabajar? Para los talleres y capacitaciones buscan aportes de organizaciones feministas internacionales, cuenta Zulema, aunque se reitera que ninguna de estas mujeres vive de la actividad ya que son una organización sin fines de lucro. Andan con problemas para el pago del alquiler, si es por poner las cosas en términos concretos. Liliana: “Lo que pasa es que además no aceptamos cualquier financiamiento que te quiera modificar los objetivos o la ideología”. ¿Por ejemplo? “El Banco Mundial no es una entidad financiera válida para nosotros. Nos dicen que se pueden pedir fondos pero no estamos de acuerdo. Primero, porque aumenta la deuda del país. Y la visión sobre la mujer es más de lo mismo. No hay reivindicación de sus derechos, promoción de sus posibilidades, sino ponerla en el lugar de beneficiaria y víctima. Es un como si. No quieren un cambio real de la situación. Nosotras queremos derribar estructuras. De lo contrario, terminás dándole letra y prestigio a un banco que ya sabés por qué te presta la plata: para que todo siga igual y vos cuelgues el cartelito que te dan”. ¿Qué significa la palabra prestigio en este contexto? “Que la gente sabe que lo que hacemos es real, y no un simulacro”.
Zulema es ginecóloga, Liliana estudió trabajo social, Evangelina Acuña es abogada, Raquel es psicóloga, Susana Corti es la bibliotecaria del pequeño Centro de Documentación. Son apenas parte del aquelarre. Zulema: “Como ginecóloga siempre me interesé obviamente por estos temas, pero para mí también el clic es el encuentro con las otras mujeres” dice.
¿Y cómo encaran la cuestión del aborto? Promueven la campaña nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, con dos ideas:
1) anticonceptivos para no abortar,
2) aborto legal para no morir.
“Los que más te maltratan son los propios colegas médicos. Ya aprendí que con los curas ni hay que debatir este tema porque no se puede hablar con el que es dogmático y no escucha”. Sigue Zulema: “Pero para las mujeres es al revés, porque el tema del aborto lo toman como cosa cotidiana. Ni siquiera las mujeres que están en contra son lo agresivas que pueden ser un médico o un cura”.
Las Mujeres al Oeste no quieren estar en el Estado, ni con los partidos. “Nuestro lugar es monitorear políticas del Estado y acercamos nuestro parecer como una organización más de la comunidad que aporta desde un lugar crítico. Pero somos autónomas, ni estamos en el Estado ni lo reemplazamos. Queremos otras formas de organización social y política que no sean verticales y hegemónicas”.
Cristina K o Cristina F
Les consulto por la novedad del momento: una mujer fue electa presidenta. Las Mujeres al Oeste me miran de reojo. Liliana: “No opino nada especial, porque además de reproducir el modelo patriarcal está imbuida de lo que es el poder. Se instala en el rol de la mujer tradicional que para pasar a lo público cumplió primero con todos los deberes domésticos”. Pero usa la palabra género: “Eso mismo, la usa, no la tiene incorporada, no ha hecho ni cinco de revisión sobre lo que significa ser mujer” describe Zulema, que reconoce sin embargo que se trata de un simbolismo fuerte: “Claro, veo niñas que ahora dicen: ah, una mujer puede ser presidenta. Pero que sea mujer no significa un cambio real en la mirada sobre poder”. Raquel plantea que Cristina llegó al poder por ser “señora de”. Zulema no está de acuerdo: “Es una sociedad patrimonial, como los Clinton (Hillary y Bill). Kirchner prácticamente liquidó el Consejo de la Mujer. No sé si ella tendrá pensado cambiarlo, ni siquiera sé si saldrá a defender los derechos de la mujer. Y ya dijo que está contra el aborto, así que… para mí es más de lo mismo”.
La otra novedad que no alegra precisamente a las Mujeres es la situación provincial. Zulema: “No sé qué va a pasar con (Claudio) Zinn en Salud. La vez pasada invitaron a Scioli a una charla sobre violencia y mandó al que va a ser secretario de Culto provincial, que dijo que los problemas de violencia familiar habrá que tratarlos en los cursos prematrimoniales de la Iglesia. Así que estoy tranquilísima con ese tema”.
Mujeres al Oeste asumió como propio el tema del lesbianismo. ¿Cómo funciona esa temática en el conurbano? “Al incluir la cuestión en los talleres, empezamos a encontrar mujeres que reconocen lo que les pasa y se sienten libres para decirlo” explica Raquel. Para Zulema hay algo más: “Tocar el tema del lesbianismo desde hace 20 años es fundamental para vernos como mujeres. El derecho al aborto y el derecho a otras sexualidades son dos caras de una misma moneda, porque van contra el patriarcado que controla el cuerpo, la vida y el deseo de las mujeres. En ese tema lo que está en juego es la libertad de decidir sobre nuestros cuerpos y nuestra vida. Es poder decir: tenemos derecho a interrumpir el embarazo cuando lo consideremos conveniente, y la otra cara es que podemos sentir placer sexual sin hombres. Toda una ruptura en esta sociedad”.
La revolución de la intimidad
Liberatoria es un grupo de apoyo mutuo para mujeres víctimas de violencia familiar. Tomaron la palabra de la España republicana, cuando se organizaron liberatorios como lugares donde liberar a las mujeres en estado de prostitución, para que pudiesen estudiar, trabajar, empezar otra vida.
Este año han pasado más de 25 mujeres, de cuatro generaciones. Desde abuelas que fueron abusadas (y ahora descubren que las abusadas son sus propias nietas) hasta una chiquita de 13 años. “Desde los 4 años era abusada por su padrino. Después tuvo una pareja, repitió el modelo patriarcal, el hombre le pegaba. Cuando ella quiso romper, el hombre además de pegarle, la violó. Por eso hablamos de terrorismo sexual”. Se reitera: 13 años. De acuerdo a todos los datos que se manejan al respecto, Raquel calcula que una de cada tres niñas y uno de cada cinco varones ha sufrido abusos sexuales en la infancia.
La idea de terrorismo sexual es equiparada por las Mujeres al Oeste al problema del terrorismo de Estado. Raquel relaciona el “algo habrán hecho” que se decía sobre los que desaparecían, con la misma frase aplicada a mujeres golpeadas o violadas. “Se dice que provocó, que miente, que se merece que le pase eso. Lo que viven una mujer o una niña en situación de violencia sólo es equiparable a la violencia del Estado, y a los campos de concentración” sostiene. Zulema recuerda que hace poco tuvieron otro caso donde un hombre derribó la puerta cuando detectó dónde se había escondido su mujer, le pegó, la violó, y todo fue considerado por la justicia como una “disputa de pareja”.
Cuando el Poder Judicial habla así, está revelando un sistema de dominación social. Por eso las Mujeres al Oeste plantean todo el tiempo el ida y vuelta entre lo político y lo privado. “Nuestro gran logro es la participación en lo general, pero también los cambios en lo cotidiano porque ahí nacen las transformaciones generales. El poder desobedecer justamente, es un cambio cotidiano y cultural que luego influye en la sociedad”. Otro aspecto que Zulema defiende: “Salir de lo privado a lo público”. En las últimas semanas ya hubo dos escraches a violadores organizados en el oeste, y ya no por las Mujeres sino por las vecinas y vecinos. Uno era un pastor evangélico y otro un individuo que abusó de dos chiquitas y las dejó embarazadas. En la salida a lo público, y la intención de tejer redes con movimientos, las Mujeres se toparon con otra paradoja: los movimientos sociales, piqueteros, partidos políticos y demás, reproducían internamente el mismo sistema de control sobre las mujeres. “Te encontrabas mujeres que salían a hacer piquetes, pero que no podían venir a una reunión porque tenían que quedarse a cuidar a los chicos”.
En este vaivén entre lo institucional y lo privado, tal vez un modo de analizar la democracia sea la cama. “Por supuesto, las feministas uruguayas decían: democracia en las calles, en las casas y en la cama” sostiene Zulema, y sería interesante conocer los alcances de tal programa político.
La chiquita sale de la reunión con la abogada, mira largamente uno de los afiches y lo va deletreando. La madre se la lleva. Las Mujeres al Oeste posan para las fotos con el gesto feminista: un rombo con las manos abiertas. “Para mí, es el símbolo de la vulva” razona Raquel. Observo después el cartel que había leído la chica. Está manuscrito por mujeres del conurbano. Es sobre autoestima. O, si no entendí mal, sobre la revolución.
Entre otras cosas dice:
“Se nos abrió la cabeza”.
Dice: “Momentos felices”.
Dice: “Las caricias”.
Y dice: “La vida en nuestras manos”.
CABA
El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.
Por María del Carmen Varela
El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.
La propuesta reza:
El Teatro está Abierto: ENTRÁ.
La historia no se repite igual, pero rima.
El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.
La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.
Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».
El texto poético que acompaña el mitín:
Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada
Ayer fue incendio, hoy es apagón
Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito
Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva
Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital
En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.
Entrá porque es urgente
Entrá porque es ahora.
El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.
Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)
[email protected]
Instagram: @festivalentra
CABA
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.
Por Francisco Pandolfi
Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra).
La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.
La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.
Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra.
Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran:
• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.
• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.
• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.
• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.
• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.
• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.
Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:
• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.
• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.
• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.
La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.
Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.
¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?
Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.
¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?
Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.
¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?
Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.



La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.
Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.
Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.
Actualidad
Marcha de jubilados: balas y bolitas

Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.
Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.
Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.
Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.
Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla.
- “Vacas gordas, jubilados flacos”.

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.
Números y un café
Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.
Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.
De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.
Abus en la calle
Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.
En la marcha hubo muchos carteles al respecto:
- No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
- Ni veto ni represión: fuera el FMI
- No al veto a las leyes en jubilaciones
- No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei).
Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”.

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.
Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.
Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”.

Jubilado hablándole a la pared.
Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”.
Vallas a donde vayas
El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.
Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”.

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.
Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.
La violencia y las bolitas
Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando.

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar).
La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

¿Qué escudan los escudos?
Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”.
Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.
Sin embargo, la gente no se fue.
La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió.
“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.
Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.
De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.
Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:
–Juguemos a las bolitas.
Todos se rieron, por el absurdo de la situación.
De nuevo, frente al horror, la creatividad social.
Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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