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Webs, trolls y otros productos de la posverdad. La viralización de noticias falsas no es novedad, pero el caso de Araceli revela nuevas modalidades que operan en las redes con objetivos concretos. Qué hay detrás de las web truchas y los trolls que reproducen noticias podridas. Por Franco Ciancaglini.

Info mentiras

No estoy mirando ni Facebook, ni teléfono. Vino mi hijo llorando, le digo qué pasó, me dice que es algo que pusieron en el Facebook. Yo estaba con la psicóloga, que le dijo: no le muestres esto a tu mamá. Después a una de las chicas se le escapó que habían puesto que mi hija estaba muerta. No hay que llevarle el apunte a esas cosas que dicen. Pero aunque no sean ciertas, no saben el dolor y cómo me lastima solo pensar o hablar de eso: destrozan a toda mi familia”.

Las palabras de la mamá de Araceli Fulles son las de una víctima directa de una campaña característica de la Argentina de hoy. Araceli todavía no había sido encontrada, pero una cuenta de Facebook compartió seis publicaciones de distintos medios falsos que aseguraban que sí.

Las noticias eran acompañadas por una imagen falsa de una Araceli muerta y desfigurada. Gente genuinamente afectada por la desaparición de la joven la compartió preguntando si era cierto.

La respuesta es: no. Pero el efecto es sí: una familia destrozada.

Algo huele mal

La cuenta que difundió la falsa noticia es una fan page llamada Yo apoyo a Jorge Lanata que tiene más de 150 mil seguidores. La foto de perfil es una imagen del periodista y de portada la frase “sin censura”. No hay información personal, ni se contestan mensajes privados. Los posteos diarios (en general más de diez publicados en un período corto de tiempo) replican a estos seis medios que se dedican a difundir falsas noticias:

• superurgente.com

• elrealista.com

• purainfo.com

• infovanguardia.com

• efecto2017.com

• alertapolitica.com

Todos tienen un sofisticado método de protección que impide conocer quién está detrás: figura una empresa de dominios llamada Cloud Fare y un sistema de protección de datos conocido como Who is Guard (con sede en Panamá), que oculta los datos personales con los que se registran esos dominios. A pesar de esta pantalla, puede saberse que todas tienen la misma sede: San Francisco, Estados Unidos.

La IP de alguna de esas páginas se asocia a otras webs también basura, en su mayoría pornográficas, muchas de las cuales ya ni siquiera existen.

Es probable que al entrar a estos medios el antivirus nos advierta que hay peligro. Pero en las webs no hay más que una compilación de las noticias que difunden los trolls (cuentas con identidades falsas) vía redes, el lugar donde tienen rebote. Como si alguien se encargara de proporcionar el contenido que luego miles de trolls irán a buscar para reproducir.

Así como Yo apoyo a Jorge Lanata, existen otras cuentas que reproducen falsas noticias, no todas con la misma finalidad, pero sí con la misma metodología. Ejemplo: Yo banco a Jorge Lanata (en vez de “yo apoyo”), se dedica a subir contenidos humorísticos. Otra clave: los trolls ganan seguidores con publicaciones simpáticas (animales y videos llamativos, básicamente) hasta que en algún momento empiezan a hacer lo suyo: difundir noticias falsas. La confianza generada se usa para mentir.

El combo de medios falsos y trolls tiene misiones precisas e intenta influir en períodos determinados. Por eso, la cuenta de Facebook en cuestión fue creada en enero de 2016 y las seis páginas webs que reproduce, entre fines de 2016 y comienzos de este año; algunas hace apenas semanas.

La posverdad

Aunque parecen variados, los temas son siempre los mismos: famosos, política y, ahora, femicidios.

Sobre los famosos se anuncian muertes súbitas o la divulgación de videos hot inexistentes; en política, en Argentina operan contra el kirchnerismo y en particular contra CFK; en espectáculos, apuntan a Tinelli y Maradona.

Algunos de estos portales también publican noticias sobre México, Venezuela o Ecuador. Los trolls luego se encargan de postear cada cosa en su país. Por eso figuras con llegada internacional como Maradona, Tinelli y CFK son las usadas para atraer a quienes siguen superficialmente la realidad argentina.

Tanto la idea de que  CFK tiene que ir presa o que existe un video porno de una famosa modelo, activan las redes y, aunque sean falsas, los comentarios reflejan aquello que muchos quieren creer, imaginan o proyectan.

La palabra que define esta idea ya tiene nombre: posverdad. El concepto alcanzó su auge en las elecciones de Donald Trump en Estados Unidos justamente asociada a este tipo de maniobras: se comprobó que el equipo de Trump generó las fake news (noticias falsas) que empantanaron el terreno electoral. Por ejemplo:

El papa Francisco emitió un comunicado de apoyo a Donald Trump.

Hillary Clinton vendió armas al Estado Islámico.

Aparecen pruebas de que Barack Obama nació en Kenia.

Si bien la posverdad es sencillamente una mentira, el concepto refiere a un tipo de noticia que apela a las emociones: por eso también se conoce como “mentira emotiva”. En esta historia, la posverdad es un eufemismo de las comunicaciones estratégicas , ligadas a los servicios de inteligencia, con objetivos de manipulación y propaganda.

Pero la pregunta es: ¿Por qué Araceli? ¿Por qué Micaela y María Cash? ¿Por qué los femicidios son parte de la agenda podrida de estos medios y sus trolls?

Dinero y elecciones

A priori parece que lo único que buscan estas páginas son clicks. Y de esa forma, dinero. En Estados Unidos el caso paradigmático es The National Report, que se promociona como la primera fuente independiente de información. Su director, conocido como Allen Montgomery, define a las noticias como una “droga”.

Según explica Montgomery, publica noticias falsas porque eso genera dinero: “A las agencias de publicidad –declaró a la BBC- les interesa que la gente comparta, pues la idea es que más personas vean lo que venden, sin importar si lo ven acompañado de mentiras”.

La BBC aclara que parte o todo de lo que dice Montgomery –que no se llama Montgomery- puede ser falso. En cualquier caso, sus palabras encarnan la posverdad: “La idea es reforzar las creencias y confirmar con mentiras los prejuicios de la gente. Constantemente tratamos de sintonizarnos con los sentimientos que sospechamos que la gente tiene o quiere tener”.

La viralización de noticias falsas se reforzó también en México desde fines de 2016, casi al mismo tiempo que en Argentina. Allí se montó una web de falsas noticias con el nombre de la periodista Carmen Aristegui. Su portal fue duplicado con el mismo diseño, pero con una “z” en lugar de la “s” del apellido. Aristegui, investigadora de las redes de prostitución y pederastía clerical, asoció la creación del fake a su tarea periodística. En México, los ataques directos a periodistas no se valen sólo de la posverdad, sino de torturas y muertes concretas: el narcotráfico busca callar y disciplinar a la prensa.

En ese contexto, aún no está claro qué relación hay entre un troll que obedece órdenes, y la geopolítica global que altera opiniones públicas. Quizá ahí esté el enigma de los posteos sobre femicidios.

Las dos investigaciones que se hicieron hasta ahora en Argentina sobre este tema apuntan al gobierno: una la encargó Marcelo Tinelli para demostrar que el ataque por Twitter con el hashtag #TinelliMercenarioK había sido armado; y otra a partir del hasthag #VoluntarioDocenteNoAlParo demostró lo mismo: hubo miles de cuentas sin identidad que generaron cientos de tweets idénticos en un mismo rango horario.

Facebook, por su parte, tomó nota y el suministro de noticias falsas fue uno de los ejes de un cambio en las medidas de seguridad, según un comunicado emitido este 27 de abril. “Hemos tenido que ampliar nuestras medidas de seguridad, enfocándonos no solo en la conducta abusiva tradicional como el hacking, el malware, el spam y los desfalcos financieros, sino también en abusos más sutiles y más nocivos, como los intentos de manipular el discurso cívico y engañar a la gente”, dice el texto, escrito por Jen Weedon,  William Nuland y el ejecutivo Alex Stamos, bajo el título Operaciones Informativas en Facebook.

En su reporte Facebook describe los esfuerzos sutiles y bien financiados “por parte de naciones y otras organizaciones para extender información engañosa y falsedades con objetivos geopolíticos”. Sigue: “Estas iniciativas van mucho más allá de la publicación de noticias falsas, ya que incluyen la amplificación –vía redes- por parte de empleados gubernamentales o profesionales pagados, usando a menudo cuentas falsas”. De hecho, la red de Zuckerbeg suspendió 30.000 cuentas en Francia antes de la primera ronda de las elecciones presidenciales.

Verdad la mentira

Los portales que mienten apelan a la falta de censura y a “contar la verdad”. Se llaman como se llaman (realista, purainfo, etc.) para encubrir su postura ideológica o política: son narco medios, pura posverdad.

Un éxito de estos falsificadores radica en que algún medio levante sus noticias como verdaderas. En el caso Araceli lo lograron: ciertos medios reprodujeron fotos falsas del cuerpo de la joven. El Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) emitió un comunicado llamado al cese de reproducción de esas imágenes, pero no recalcó que esas imágenes eran –y esta es la cuestión central- falsas.

Cuando la realidad se convierte en mentira, tal vez sean algunas ficciones las que mejor nos ayuden a comprender cómo funciona la época. La serie Homeland, en su 6° temporada, muestra un centro de comunicaciones con seis plantas subterráneas, destinadas a reunir información y crear miles de identidades falsas (trolls) que a su vez distribuyen informaciones falsas a través de las redes sociales.

La serie muestra cómo esas operaciones de prensa son aparentemente seguidas por millones de personas, cosa también falsa: inflan los datos de seguidores para vender esa supuesta influencia a quienes pagan para realizar las operaciones. Por ejemplo, la CIA. La maquinaria pasa a tener tanto poder que se autonomiza, al punto que no se sabe claramente para qué sector del poder juega.

Habrá que seguir mirando.

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