CABA
Un volcán por explotar
Los Espíritus. Las nuevas generaciones buscan rock nacional y se encuentran de todo: viejos vinagres y potros que mueren sin galopar. Pero de pronto, una banda argentina edita su tercer disco, arrasa en México, sigue ganando oyentes digitales y se anima a escenarios cada vez más grandes. Aquí, les prendemos unas velas. Por Bruno Ciancaglini
La historia reciente del rock argentino empieza con una pila de cuerpos aplastados en plaza Once y termina con la canonización de ciertas personalidades del género convertidas en mitos, en leyendas inmortales.
Entre la muerte y la mitología, con la negación del cuerpo como denominador común, algo de ese género que interpeló durante cuatro décadas a diferentes generaciones se había perdido para siempre y sólo los ídolos del pasado, autorizados por la trayectoria, parecían ser los únicos capaces de forjar un nuevo-viejo rumbo, a riesgo de que ese renacimiento no fuera más que un espejismo producido por el efecto de la más antigua técnica de preservación post-mortem: la momificación.
En 2010 un grupo de amigos empieza a ensayar en el barrio de Almagro sin más pretensiones que jugar con sonidos y melodías improvisadas. Ni ellos ni los vecinos que les tiran huevos por los ruidos molestos saben que lo que se está gestando en ese lugar es la banda de rock que mejor sabe expresar el espíritu de esta época.
Pero, ¿qué es expresar el espíritu de una época?
Espíritu: entidad abstracta tradicionalmente considerada la parte inmaterial que, junto con el cuerpo o parte material, constituye el ser humano; se le atribuye la capacidad de sentir y pensar.
Del latín spiritus, derivado a su vez del verbo spirare: respirar. Lo que se respira.
Expresar el espíritu de una época, vale decirlo, es una expresión un poco vaga y arbitraria. Quizás se trate de poder plasmar en sonidos eso que no se puede explicar pero se puede intuir, porque está ahí. Es la manifestación sonora de una incertidumbre, la cancelación de una deuda sensorial: hacernos escuchar lo que no podemos ver.
Como mares
que quiebran las rocas
O huracanes
Que llevan las olas
Así de fuertes somos
Con esas estrofas empieza Agua Ardiente, el tercer disco de Los Espíritus que salió publicado en plataformas digitales nada menos que el 1° de Mayo.
Como ya había demostrado en Gratitud, su segundo trabajo, la banda se caracteriza por la versatilidad para hacer dialogar estéticas contrastadas sin perder homogeneidad, así como por la sencillez lírica de las letras. Agua Ardiente funciona a partir de contrapuntos; un brazo invisible -que no llamaremos “concepto”- traza la ruta de un viaje a la deriva de una geografía melódica donde los temas parecen constituirse como estados sonoros más que como canciones aisladas.
“No pensamos conceptualmente los discos. Hay cosas que se van hilando y uno reconoce, trabajamos mucho, pero no desde un concepto. Es raro explicar algo que es parte de un juego. Para mí la música es usar el cerebro de otra manera que la convencional”, dice Maxi Prietto, voz y guitarra.
“Nos gusta mucho zapar, improvisar una melodía hasta que le encontramos algo que nos gusta, le sumamos frases y eso empieza a ser un tema. A veces surge de cosas que vemos en la calle, yo viajo mucho en tren, por ejemplo, y veo cosas que después plasmo en los temas. Otras veces saco ideas de libros o películas. Porque no sé de qué escribir pero quiero hacer un tema igual”, explica Santiago Moraes, también al mando de la guitarra y voz.
Perdida en el fuego, por ejemplo, balada tan bella como desgarradora, está inspirada en el cuento Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enriquez (Anagrama, 2016), relato provocador en el que las mujeres, frente a una epidemia de violencia machista, empiezan a autoquemarse para evitar que sean los hombres quienes las quemen.
En Los Espíritus hay fórmula pero no especulación. Toman las bases del blues y el rock de los 60 y lo latinoamericanizan con líneas de percusión a cargo de Pipe Correa en batería -colombiano, con groove caribeño incorporado- y Fernando Barreyro, también percusionista de la banda Morbo y mambo.
Pero esa fusión es apenas una primera pista, un punto de partida.
De la confluencia de estilos entre las composiciones de Maxi Prietto y Santiago Moraes, Los Espíritus tienen la cintura para pasar de Luna llena, una balada melancólica que parece retomar el gesto de los pintores impresionistas de contemplar un paisaje y absorberlo como pura materialidad (ahí atrás en la niebla/ un cuadrado amarillo/ una luz que tiembla/ si cambian los colores del cielo/ mis ojos, seguro/ también cambian), a un rock and roll barrial que describe asperezas de la vida cotidiana en tercera persona del presente, como si se tratara de una narración cinematográfica. De las dimensiones cosmogónicas, donde el ser humano queda disminuido ante la inmensidad de la fuerzas naturales, a la micropolítica de los conflictos urbanos, donde un cruce de miradas en un subte repleto –La mirada– es la síntesis perfecta de un malestar social (el pibe mira al hombre/ ¡ay! le aguanta la mirada/ el boleto valió el doble/ y ninguno dijo nada).
Los Espíritus no tienen miedo de ser demasiado literales ni demasiado abstractos. Ese es su mayor riesgo y su mayor mérito.
Santiago y Maxi se conocieron en la secundaria y ambos viven en el barrio de La Paternal. La formación se completa con Martín Fernandez Batmalle al bajo y Miguel Mactas en guitarra.
Cuenta Maxi: “Hubo un ensayo fundacional donde empezamos a zapar y de ahí salió algo que nos gustó. Eso terminó siendo Lo echaron del bar. El tema, por diferentes razones, explotó en México antes que acá. Nuestros primeros seguidores fueron mexicanos. Y nos pedían más cosas pero la realidad es que solo teníamos tres temas. Ahí empezamos a ponernos las pilas”.
De la conjunción de tres EPs surgió su primer disco que incluye, entre otros temas, Los desamparados y Noche de verano, dos hits espirituales.
Maxi: “Empezamos a tomar en serio el proyecto pero más que nada por lo que generaba en nosotros. Yo venía de tocar en otros grupos, básicamente dúos, y nunca nos sirvió económicamente. Armar un grupo de seis miembros a nivel económico era inviable. Todos teníamos otros trabajos, la mayoría en otros rubros no relacionados con la música. La incorporación de Nacho Perotti como productor fue una de las claves. Él creó un sistema de trabajo que le dio sentido a lo que hacíamos, lo valorizó. En el ambiente del rock trabajar está mal visto, o ponerse metas está visto como algo careta. Pero tuvimos un cambio de paradigma, en el sentido de entender el oficio, tomárselo en serio, sonar bien, no tocar en cualquier lado porque sí, tocar en lugares que nos guste, estar enteros”.
Santiago: “Eso es lo que nos hace independientes. Ya no existe mucho eso del sello, me parece. Nosotros decidimos dónde tocar y cuándo; si queremos subir un disco en una fecha cualquiera lo hacemos, no especulamos. Y además, ser independientes significa que ya no dependés de los medios. La gente a la que le interesa escucharte sabe dónde encontrarte”.
México le dio los primeros seguidores a Los Espíritus y también fue fuente de inspiración. El western mexicano El infierno fue puntapié de una idea en torno al bien y el mal en una sociedad pecaminosa, concepto que se plasmó en algunos de sus primeros temas y que, por más que Maxi admita que rápidamente desechó, de algún modo sigue vigente en Agua Ardiente, ya sea en el arte de tapa del disco o en el tema Las armas las carga el diablo, que junto con La rueda conforman el corpus donde la crítica sistémica al mix democracia & capitalismo -cuya versión más sanguinaria se ve precisamente en México- se hace orgánica.
Con un sonido renovado entre las raíces del rock, el calor latinoamericano y una sensibilidad que les permite reapropiarse de elementos esenciales cooptados por el bussines new age como el “alma” o la “luz” y combinarlos con paisajes oníricos, crítica social y la narración testimonial de ese entramado de hechos injustamente subvalorados llamado vida cotidiana, Los Espíritus nos dan así dos buenas noticias.
-La música puede ser un abrigo en épocas de oscuridad e incertidumbre.
-El rock todavía viaja en tren.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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