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Cambio y fuera
El cambio y la impostura, por Ezequiel Adamovsky. ¿Herencia del 2001? ¿Política de autoayuda? El PRO, Cambiemos y los medios a través de crónicas y un ensayo político. La cultura de la época, y dónde puede estar la potencia de estos tiempos. POR FRANCO CIANCAGLINI
La tapa: decenas de personas levantando una máscara ante su rostro. La mitad, con la cara de Cristina; la otra mitad, la de Macri.
El título: El cambio y la impostura –la derrota del kirchnerismo, Macri y la ilusión PRO., escrito por el historiador Ezequiel Adamovsky.
El macrismo es, entre todo lo que es, un boom editorial. Personajes reciclados, historias, técnicas de comunicación: todo intenta ser retratado con sello editorial. Pero este libro es de otra estirpe, no se apila en esa biblioteca: es un grito. “Escribí no solo como una reacción al PRO sino al deterioro del debate público en general, que es abrumador en los medios de comunicación y también en el campo intelectual”, dice.
En tiempos electorales, entre tanto panelista gritón, militante robotizado y debate sobre las claves económicas, Adamovsky pone el ojo en otro lado: “Macri dijo mucho en la campaña que no iba a hacer un cambio económico sino un cambio cultural, y yo me lo tomé en serio por ese lado”.
Egresado como historiador de la UBA, doctorado en el University College London, investigador del Conicet y profesor, viene de escribir un libro sobre el peronismo (La marchita, el escudo y el bombo), y antes había publicado su Historia de las clases populares en Argentina, y otra sobre la clase media.
¿Cómo entender la victoria del macrismo? Ezequiel postula “su capacidad de escucha” y “las limitaciones políticas del anterior gobierno”. La idea: “Sin el fracaso del kirchnerismo no hay victoria del macrismo. En la campaña electoral el eslogan ‘cambiemos’ fue de la derecha, y el gobierno K llamó a conservar lo que se tenía. Eso me parece que marca un límite y un agotamiento de lo que fue el kirchnerismo que desde aquel momento hasta ahora no veo que haya podido volver a conectar con esas expectativas de cambio”.
De 2001 a 2017
En el 2001, frente al estallido social y el “que se vayan todos”, Ezequiel escribió un ensayo en el que planteaba la necesidad de pensar “el pasaje de lo social a lo político”. 16 años después, dice: “Este libro retoma el análisis del escenario que se abrió a partir de una rebelión que no encontró canales propios para organizar lo político. Al contrario: se confió en mecanismos partidarios y más tradicionales, que supieron leer la coyuntura. Primero el kirchenrismo y ahora el macrismo”.
Adamovsky dice que el 2001 se caracterizó por la reapropiación de mecanismos de mercado como el trueque, la autogestión, las fábricas recuperadas, la economía solidaria. “Esas experiencias implicaron un desafío enorme para el sistema social y político tal como lo conocíamos. “Por eso, lo que vino del 2001 a esta parte se puede leer como intentos de respuesta a estas situaciones”. ¿Cómo considerar las palabras del título: cambio e impostura? “Son dos ejes que no tratan de interpretar el macrismo como impostura solamente, sino también como movimiento político que supo conectarse con expectativas de cambio real que están presentes desde 2001”. Entre muchos temas el libro analiza la insistencia PRO en el emprendedurismo (versus la autogestión) como una salida individual a la crisis, la indignación moral selectiva frente a la corrupción, el antiperonismo, el populismo, el caso Nisman, lo mediático, el acoso al movimiento de derechos humanos.
¿La victoria de Macri puede leerse como un fracaso de una voluntad de cambio más radical? “Las rebeliones siempre fracasan: lo que viene después nunca está a la altura de los horizontes de una rebelión. El kirchernismo fue a su modo una clausura del 2001. Desde ese punto de vista el macrismo está intentando un cierre del ciclo del 2001. Pero los efectos del 2001 de manera oblicua, indirecta, se hacen sentir todavía hoy, y orientan los cambios del propio macrismo. Es un gobierno neoliberal muy distinto al de Menem en los 90, y ese cambio no se entiende sin el 2001”.
La vieja New Age
Como historiador Ezequiel señala que, sin embargo, nada de esto es tan nuevo y retrata a los personajes PRO que representan la tradición: por ejemplo, habla del “vocabulario sarmientino” de Elisa Carrió y marca: “Siempre hay una porción que se recicla del período anterior y en el caso del macrismo es evidente: combinación de personajes varias veces refritados –Patricia Bullrich- y de otras figuras que vienen de terreno que no era el político –onegés- que sí son un recambio. El PRO combina las dos cosas, lo mismo que hizo el kirchnerismo en su momento”.
Por momentos la visión es circular, pero en el embudo del libro la intención de Adamovsky es clara: “Hay un cambio preocupante que es la hibridación entre la derecha argentina y los discursos de la autoayuda y de la religiosidad new age, llamando a desprenderse del pasado. El concepto es el de vivir en una sociedad que no tenga pasado, y encarar un futuro de optimismo sin reconocerse a través de su propia experiencia”. Un ejemplo: “En el discurso del bicentenario Macri no habla en absoluto de la historia, omite el hecho histórico conmemorado y transforma la palabra independencia en un llamado al emprendedurismo: independencia personal, desafíos individuales. Un lenguaje de desapego y gesta personalizada: los dos componentes que aporta como novedad esta nueva derecha”.
Sobre el final Adamovsky redondea una síntesis sobre estas novedades y el futuro de lo partidario. ¿Dónde está la gente, más allá de los partidos, a la hora encabezar una salida que enfrente ese “cambio cultural”? “Hay una potencia más allá de los partidos que tiene una capacidad de contrarrestar por ejemplo el 2×1, donde la reacción social no pasó por los partidos. Esa potencia existe, pero me parece que una enseñanza de 2001 es que la potencia social que no consigue plantear alternativas políticas en sus propios términos, tiene limitaciones. Hoy se pueden decir las dos cosas: esa potencia existe, pero además necesita encontrar un canal de intervención en el plano de la política estatal”.
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