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Un nuevo lenguaje político creativo

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Por Silvia Federici.


A despatriarcar es un libro valiente, a veces irreverente, no sólo pretende ser una provocación, también saca a la luz problemas políticos cruciales. En el centro está lo que Galindo describe como “la fallida revolución feminista”: su oenegización, su toma institucional que ha destruido su potencial subversivo y lo ha convertido en un pilar de la agenda neoliberal.
Las críticas a este proceso no son nuevas, pero Galindo es especialmente eficaz cuando describe la relación establecida cliente-patrón, la aparición de un grupo de feministas que rápidamente circulan por los pasillos del Banco Mundial hasta los pasillos del Palacio y la consiguiente despolitización de las “mujeres” como sujetos sociales. En este sentido, el primer objetivo de A Despatriarcar es recuperar la definición de la agenda feminista, ahora fabricada por los donantes financieros y las instituciones internacionales, recuperar el espíritu rebelde que una vez animó al movimiento feminista y, sobre todo, liberar al feminismo de la jaula a la que ha sido confinado por la demanda de “equidad” e “inclusión”.
Otra cuestión fundamental planteada por el libro es el embrutecimiento producido tanto en el movimiento feminista como en otros movimientos sociales (gay, indígena) a través de políticas de identidad mediante las cuales se congela la historia de un grupo de opresión y esta es convertida en un marcador permanente de la presencia de una/o en el mundo, un script para ser promulgado una y otra vez sin ningún cambio, como un lugar cómodo del cual los derechos pueden ser reclamados sin ninguna lucha más. Como Galindo apropiadamente señala, este apego a la victimización –el cual es el elemento común entre ciertas tendencias del feminismo y del indigenismo- es agraciable para el programa neoliberal; porque se opone a la posibilidad de hacer conexiones con otras formas de opresión, lo que deriva en luchas fragmentadas, encerradas en sí mismas por los paquetes de derechos. En contra de esta momificación de identidad que congela nuestra capacidad para establecer nuevas relaciones sociales y adjunta un sentido fetichista a gestos y símbolos (vestidos, estilos de aire) que no tienen ningún significado real, Galindo exige el reconocimiento de identidades multidimensionales, portadoras de historias y problemáticas que se intersectan, abiertas al exterior y siempre en movimiento.
Es en este espíritu que ella vuelve a considerar la relación entre el colonialismo y el patriarcado, para mostrar el carácter profundamente estructural de las relaciones patriarcales y, sobre todo, para desafiar el mito de iniciar una contraposición entre colonizadores y colonizados. Ella sostiene que la colonización no podría haber tenido éxito a no ser por el acuerdo patriarcal, lo que demuestra la continuidad entre el machismo de los invasores españoles y el del mundo pre-colonial, una continuidad que Galindo ve que se está sufriendo en el presente.
La crítica de Galindo se centra en Bolivia, pero las lecciones a ser extraídas cruzan las fronteras. Por esta razón, A despatriarcar refleja las experiencias de las muchas mujeres que están tratando de construir una sociedad nueva fuera del Estado, y eso ya es particularmente importante. Así también lo es el reclamo de Galindo de un imaginario y de un nuevo lenguaje político creativo, como no lo hacemos usualmente aquí en nuestros tiempos, asfixiadas por la literatura feminista que está entre el frecuente lenguaje pretencioso de la academia y el seco y burocrático lenguaje de las oenegés, donde se origina tanto texto y actividad feminista.
Hay, sin duda una conexión profunda entre la negativa de Galindo para definir el espacio social de las mujeres y luchas desde el punto de vista de una identidad pre-construida y congelada y su capacidad de hablar de las experiencias de las mujeres en forma creativa. Porque sólo cuando nos aventuramos fuera de nuestra prisión, de nuestros espacios sociales asignados, podemos concebir formas de lucha como un proceso genuino de transformación personal y social.

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