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Una de amor: La historia de Marian y Rocío

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Marian Gómez y Rocío Girat se conocieron en un programa de TV, al que fueron invitadas para relatar cómo habían sido violadas en su infancia. Las unió el horror y las curó el amor que fue surgiendo entre viajes, charlas y besos. Se casaron. El 28 de junio Marian fue condenada por “resistencia a la autoridad y lesiones leves” tras resistir una detención arbitraria por besarse con Rocío. Una historia entre el abrazo y la violencia estatal. Por Anabella Arrascaeta

Son los últimos días del año 2014.
Marian Gómez está sentada en el living televisivo del programa AM, en Telefé, y resume su rabia a cámara: “Es increíble que haya tanta gente de mierda, tanta mierda suelta y que nadie haga nada”.
Días antes había estado sentada en ese mismo programa junto a sus hermanas haciendo público su caso: Guillermo Sosa y su padre Osvaldo Sosa fueron condenados por el Tribunal Oral en lo Criminal N°1 de Azul, en un juicio abreviado, a ocho años de prisión por abusar sexualmente de Marian y sus hermanas, Maira y Luana. Guillermo era pareja de la madre de las niñas.
Desde la producción del programa la invitaron a quedarse y compartir el piso con otra chica. “Yo en ese momento no miraba tele: con lo que me estaba pasando no podía mirar noticieros, ni nada. Mis dos hermanas me dijeron que me quedara porque iba a ir una chica a hablar también de su situación, pero que en el caso de ella el violador ya estaba preso”.
Esa chica era Rocío.
El punto de encuentro fue el horror.
Ambas fueron violadas durante su infancia y adolescencia.
Ambas tuvieron que exponer su vida en los medios para batallar contra la prisión domiciliaria que habían obtenido sus violadores.
“A Guillermo y Osvaldo le daban domiciliaria porque uno de ellos tiene diabetes, pero también tenía diabetes cuando me violaba: yo no veo la diferencia, pero el Estado sí”, dice ahora Marian a MU, con Rocío sentada a su lado.
Marcelo Alberto Girat, suboficial de contrainteligencia de la armada, fue condenado por el Tribunal Oral en lo Criminal N°3 de Mar del Plata a catorce años de prisión por violar a Rocío -muchas veces en la base naval de esa ciudad- durante cuatro años, entre los 13 y 17 años.

De víctimas a sobrevivientes

Rocío volvía del Encuentro Nacional de Mujeres en Salta: “Sentía que podía con cualquier situación”.
Cuando llegó a Buenos Aires su mamá la llamó desde Mar del Plata para que prendiera la televisión y poder así escuchar a Marian y sus hermanas contar su historia.
Esa misma noche una productora del programa le escribió: “Me preguntaba si me interesaba compartir el piso a los dos días con una chica que era víctima de violencia sexual”.
Rocío dijo que sí y pidió el contacto de las chicas para poder hablar antes.
Le pasaron el teléfono de la que hoy es su cuñada, Maira, que le dijo que se volvía a Olavarría y que la única que se quedaba era Marian. “Yo me quería encontrar con ella un día antes, en otro lugar, hablar y ponernos de acuerdo en el reclamo. Porque es suficiente que uno carga con su historia, pero el tema es qué hacemos con esto, qué reclamo podés plantear frente a los medios, desde qué lugar nos situamos. Es una manera de salir del lugar de la posición de víctima y ponerte en el lugar de sobreviviente; poder dar otra herramienta a alguien, no solo quedarte en lo que te pasó”.
Ese encuentro previo no se pudo dar y se vieron directamente en el canal. “Apenas la conocí fue una conexión total. Somos muy opuestas. Yo, en cuanto al abuso sexual en la infancia encaro por el lado de que tenés que denunciar, tenés que hablar, recurrí a un médico, a un amigo, al colegio: hay una vida afuera del abuso sexual. Y Marian es más cruda; cuando empecé a escucharla tuve que llamar a mi mamá para que entrara al piso porque no soporté escuchar las consecuencias tan fuertes de una piba que estaba pasando lo mismo que yo”.
Así se conocieron.
Marían tenía 21 y Rocío, 20 años.

Cambio de planes

Rocío tenía planes para esa noche: ir al teatro junto a su mamá, hermano y tío. Les sobraba una entrada: llamó a Marian y la invitó. “Habíamos empatizado a tal punto que lo que quería era estar en contacto”, reconstruye. “Fue un boom para mi cabeza, después de haber estado tantos años sumergida en la cultura patriarcal, en la cultura de la religión -soy egresada de colegio católico- me costó darme cuenta de que me gustaba Marian. Incluso me lo tuvo que decir mi mamá. Una tarde me vio mandando mensajes y me dijo: ‘volviste con tu ex’. Cuando le dije que no, me preguntó: ‘¿entonces con quién te hablás que tenés esa cara?’ Ahí dije: se me está notando que me estoy enganchando”.
Después de esa noche de teatro Marian volvió a su Olavarría donde se preparaban para marchar contra su padrastro y abuelastro. Una semana antes de la marcha, Rocío viajó para acompañarla. Marian la esperó en la terminal. “Fue rara la situación entre nosotras, cómo nos saludábamos, no entender si pasaba algo o no pasaba”, recuerda Rocío, y sigue: “En la marcha la gente cerraba las persianas para no ver que había dos pedófilos sueltos. Esa tarde Marian me dijo de ir hasta su casa a buscar ropa y cuando entro me doy cuenta de que era la casa donde había pasado todo: tenía esa luz oscura, esa energía de mierda. Ese mismo día le dije: ‘vos te venís conmigo a Mar del Plata’. Yo entiendo que es muy difícil para las personas que no tienen la opción de poder irse de su casa cuando pasan por esta situación pero es necesario para la salud: alguien nos va a dar una mano hasta que podamos buscar un lugar mejor. Si te sumergís en la misma casa donde pasó todo vas a ver fantasmas cada vez que des un paso”.
Unos días después de esa tarde estaban en la ciudad costera. Marian recuerda: “Pasábamos la noche, sin sustancia alguna, hablando. Amanecíamos contando esto, aquello, su historia, la mía. Ya no era necesario contarle ciertas cosas porque las sentías. Cuando nos queríamos acordar estaba amaneciendo. Así nos pasó como cuatro o cinco meses. Pero Mar del Plata estaba re tirado, como siempre menos en temporada, y nos fuimos a Olavarría porque a mí me devolvían el trabajo del que me habían echado”.

Sin refugio

El 13 de mayo de 2016 se casaron en Olavarría. “Es re loco el cortocircuito que tienen las personas cuando tienen que casar a dos personas del mismo género”, dice Rocío quien, en el acta de matrimonio, está anotada como ‘esposo’.
Fue la tercera pareja de mujeres que se casó en esa ciudad, pero para Marian poco había cambiado desde la marcha en donde se bajaban las persianas. “Sigue siendo igual, es un pueblo asfaltado, es terrible. Yo me fui de ahí porque nosotras vivíamos a cinco cuadras del pedófilo y no había herramientas. El intendente que está ahora es Ezequiel Galli (Cambiemos) y antes estaba José Eseverri que era peronista: ninguno de los dos hizo nada. Nosotras fuimos a hablar con Galli y le presentamos un proyecto de un refugio: cuando nos mudamos a Olavarría no teníamos mesa entonces nos sentamos en el piso y arriba de una caja escribimos el proyecto para las pibas de la ciudad que necesitaban un refugio. Agarramos dos hojas grandes, hablábamos las dos y escribíamos con la lapicera azul. Teníamos tanta emoción. Galli nos recibió dos días antes de las elecciones y nos dijo: ‘Esto se va a hacer’. Después nos cerró la puerta en la cara”.
El Estado estuvo ausente para escuchar lo que Marian y Rocío necesitaban: “Está todo mal enfocado. Hay una cultura de la violación que no se trata”, dice Rocío. Explica Marian: “Cuando vas y hablás tenés dos mundos que se juntaron: tu mentira de afuera y tu realidad de adentro de casa. Al hacerlo público es ‘¿y ahora?’. Los chicos de la escuela ya lo saben, tu familia lo sabe. Ahí te das cuenta quiénes son la familia instalada y quiénes son realmente tu familia, quiénes son tus amigas amigos, quiénes son las personas que acompañan y quiénes te terminan diciendo: ¿y vos cómo estabas vestida? O la misma policía que cuando te recibe en una denuncia de tal grado te dice: ‘mirá cómo estás vos, pintada, con la pollerita corta, vos también lo provocás’. Ahí sigue también ausente el Estado: lo único para lo que está presente es para afanarnos”.
Marian no se considera “ni mujer, ni varón, ni binaria, ni pansexual, ni nada por el estilo”. Ella elige definirse como persona. “Odio los rótulos, te quieren imprimir un rótulo para encasillarte y ponerte en un lugar de su mente para que no les explote el mambo. ¿Por qué? Si hay un poquito de desorden, ¿qué cambia?”

El orden

El 2 de octubre de 2017, un año después del casamiento, Marian y Rocío estaban en el domo de transbordo de la estación Constitución hablando, fumando y besándose. Un empleado de Metrovías se acercó y le dijo a Marian que apagara el cigarrillo. Ella le contestó que no había ningún cartel que lo prohibiera. El empleado entonces llamó al policía Jonathan Rojo, que la trató de “pibe” y la anotó como “soltera”, a pesar de que Rocío le dijo que era su mujer. Luego llamó a la oficial Karen Villareal. Hubo forcejeos, Marian tiró del pelo de Villareal queriendo hacer pie cuando caía al piso. La arrestaron y llevaron hasta la oficina de la Policía de la Ciudad de la estación Boedo de la línea E del subte. Estuvo detenida siete horas. La acusaron de resistencia a la autoridad y lesiones graves. Y la jueza de instrucción María Fontbona de Pombo la envió a juicio.
El 5 de junio de este año fue la primera audiencia en el Tribunal Oral en lo Criminal N° 26 de la Ciudad de Buenos Aires, en el cuarto piso de la calle Paraguay 1536. La sala era pequeña. Ese día Marian dijo a los medios: “Me violaron durante 16 años y nunca logré que me escuchara una jueza; ahora una jueza me escucha pero como acusada”. En esa primera audiencia declararon Marian, Rocío, el policía Rojo (quien dijo: “yo no soy homofóbico ni sé qué significa eso”), la policía Villareal, el empleado de Metrovías y dos testigos. En la audiencia siguiente se presentaron pruebas y en la tercera fueron los alegatos. Fue ahí cuando la fiscal Diana Goral pidió dos años por resistencia a la autoridad y lesiones leves. La ART de la Policía de la Ciudad le dio seis días de licencia a la oficial Villareal por el tirón del mechón de pelo. En sus alegatos, la fiscal (que en su cuenta de twitter se presenta como “especializada en violencia de género”) dijo: “Todas sabemos lo que cuesta que nuestro cabello crezca”.
Esa mañana la jueza pidió cuarto intermedio por los “ruidos” de la manifestación que en la puerta del tribunal acompañaba a Marian. La sentencia entonces quedó fijada para tres días después: el Día Internacional del Orgullo. La jueza Marta Yungano entró a la sala media hora más tarde de lo señalado para la cuarta audiencia y le dio a Marian la palabra. “Ese día me defendí de un acto violento y discriminatorio”, dijo. Después la jueza volvió a pedir un cuarto intermedio que duró una hora.
La jueza que había decidido el cuarto intermedio la jornada anterior por los “ruidos” decidió que la audiencia de la sentencia fuese en una sala más amplia para que pudiera entrar la prensa, sin cámaras, y a metros de la puerta de entrada desde donde las canciones se escuchaban claro.
A las 11.18 horas del 28 de junio Marian y Rocío ingresaron a la sala acompañadas de su abogado Lisandro Teszkiewicz; minutos más tarde lo hizo la fiscal y luego Yungano que, con la cruz colgada en el centro de la pared a su espalda, condenó a un año de prisión en suspenso y a pagar los costes del juicio a Mariana Gómez.
“Los pedófilos tienen que estar en cana, no nosotras”, gritó Marian después de escuchar la sentencia. Luego salió de la sala junto a Rocío, su abogado y su mamá, y en la calle se desmayó. La ambulancia llegó cuando ella ya estaba bien. La movilización que acompañaba hizo un silencio conmovedor hasta que se recompuso. Rocío, frente a las cámaras, avisó: “Vamos a seguir resistiendo”.

Afuera y adentro

Una semana después de la condena, analiza en MU: “Lo que pasó habla de un problema social. Ese día en Constitución éramos cincuenta personas. No solo se acercaron a la pareja de lesbianas sino que a la que agreden es a la lesbiana visible. Eso habla de cómo estamos como sociedad en cuanto al colectivo, cuál es la tolerancia que hay en el momento de tratarnos. Unos meses después a una compañera trans, en el mismo lugar que nosotras la discriminaron, no le reconocieron su nombre: esto es algo que pasa, no solo a nosotras. Desde todo el Poder Judicial, desde las fuerzas de seguridad, no hay perspectiva de género: no pueden entender qué es discriminación. Del tribunal para afuera sí vemos que hay más tolerancia y aceptación que hace unos años; hemos recibido un montón de abrazos, de apoyo. Y hay una predisposición a que esto no pase más. Hay miedo de que si te estás besando con tu esposa vengan y te golpeen. Hay miedo a que te pidan la libreta de matrimonio para acreditar un vínculo. O miedo a que te lleven detenida y en un lugar que no está reglamentado te requisen y revisen tu ano y tu vagina por el simple hecho de ser ignorantes. Y si te negás delante de un policía, todos sabemos cómo actúan: resistencia a la autoridad, causa armada enseguida”.
Marian dice que hoy trabaja de “changarin”. Le encanta la herrería: “Me fascina pero no me aceptan por mujer, torta y pobre. Trabajo en un grupo de transfeministas que me dio muy buenas oportunidades. Ahí hago albañilería, pintura, plomería”. Rocío desde hace tres años trabaja limpiando: “Es un trabajo sumamente sacrificado y uno de los menos pagos y reconocidos. Por ser mujer se supone que tenés que saber limpiar y tenés que hacerlo. A su vez también participo de una ONG llamada Red Viva desde la cual nos dedicamos a la lucha por niñas, niños y adolescentes que sufrieron algún tipo de violencia en su infancia”.
Para Marian la justicia no existe. Para Rocío, se puede construir una nueva, diferente. “La sociedad está manifestando que las leyes viejas que hay ya no van. Socialmente ya no se permiten ciertas cosas”. El 5 de julio se conocieron los fundamentos del fallo de la vergüenza. La jueza Yungano se los entregó al abogado de Marian mientras la calle cantaba el hit de las audiencias: “Para Marian la absolución/ para Yungano queremos destitución”.
Durante las jornadas del juicio lo que más se leía en los carteles que acompañaban desde la calle fue “besarse no es delito”. Preguntamos a quienes estaban ahí qué significa hoy un beso. Algunas ideas :
“Es un acto político, porque como lesbiana visible cada vez que me beso con una chica en cualquier espacio público siento un miedo que no creo que ninguna persona heterosexual sufra en su vida. Es un acto contra la discriminación y la violencia que hoy parecen políticas de Estado”.
“Es una expresión de amor, de cariño, o de calentura, pero siempre son sentimientos positivos”.
“Es visibilidad: nuestro derecho a ser diverses y diversas, a andar libremente”.
“Es nuestro derecho al espacio público”.
Rocío: “Es elegir”.
Marian: “Es sentir”.
Por eso: Macri o beso.

Portada

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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