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Qué es la identidad
Cristina Montserrat Hendrickse, abogada trans. La foto muestra a Cristina Hendrickse, antes Cristian Hendrickse, con su esposa y sus hijasen MU. Las luchas ambientales en la Patagonia, la defensa de los mapuches, el freno a las mineras, y ahora la pelea por la identidad, por el cupo trans y contra la violencia machista. Los jueces externos y el juez interno. El significado de lo diverso, incluso desde lo religioso. El pacifismo, la desobediencia La diferencia entre identidad de género y orientación sexual.
Se trata de un abogado que se transformó en abogada. Un varón que estudió en el Liceo Militar, que a los 50 se convirtió en mujer. Una historia y una actitud ante la vida que permiten hablar sobre libertad y expresión, sobre medio ambiente y democracia, sobre política y poder. El doctor Cristian Hendrickse, casado, tres hijas, ha sido un abogado importantísimo en muchos conflictos sociales y ambientales patagónicos. Fue abogado (e integrante) de la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Loncopué, Neuquén, y de la comunidad mapuche Mellao Morales. Mapuches y criollos por primera vez en la historia de la región coordinaron sus acciones y lograron detener no a una corporación minera, sino a dos: una canadiense y una china. Sufrieron represiones, siguieron adelante y las presentaciones del doctor Hendrickse ganaron todas las instancias judiciales. Esa asamblea, además, logró poner en marcha un mecanismo democrático que prácticamente jamás se usa en el país: la consulta popular. Gracias a eso, el 82% de los votantes de Loncopué rechazó la megaminería a cielo abierto con cianuro, explosiones y otros de los llamados avances tecnológicos. El doctor Cristian Hendrickse continuó su carrera profesional en otras localidades, pero hace dos años realizó un anuncio a sus familiares y amigos: decidió cambiar de género. Ahora Cristian es la doctora Cristina Montserrat Hendrickse, que está entablando una batalla legal por el cupo trans y es una referente legal en casos de violencia contra las mujeres. Sigue casada con la misma esposa de siempre, Lily, y habla sobre el poder, lo sexual y otros misterios.
¿Qué es la política?
La definición tradicional, académica, del griego polis: el asunto público. Generalmente lo asociamos a la política partidaria, pero en realidad la política está en todo. Somos animales políticos, y todo lo que hacemos tiene una repercusión pública: todas las decisiones que tomamos están vinculadas a nuestra relación con lo político. Robinson Crusoe no existe, y vemos en la película El Náufrago, que él necesariamente se tiene que inventar otro ser humano, que es Wilson, que lo acompaña y humaniza. No podemos vivir totalmente solos. Relacionarnos con lo demás, es política.
Estuviste involucrada en casos que tienen que ver no con la política tradicional, y sí con lo político. Detener corporaciones, por ejemplo. ¿Cuánto de político hay en relación a tu cambio de identidad?
En realidad no sería un cambio. Desde que tengo memoria sentí mi género. Era en la década del 60, en el gobierno de Illia, pero en seguida vino la dictadura de Onganía, de carácter religioso, conservadora, y la sociedad no era ajena a esos conceptos represivos. Mi mamá, para protegerme de esa amenaza social, me indujo a no asumir mi identidad de género, y me acomodé a esa situación. Las que nos acomodamos pudimos sobrevivir, las otras quedaron en el camino. Llegada mi adultez, y habiendo fallecido mi mamá, empezó a aflorar nuevamente esa identidad. La primera transfóbica de mí misma fui yo, y tuve primero que aceptarme. Y, después de aceptarme, transitarlo con los demás, que no es tan fácil. Y volviendo a la pregunta, de cómo vincular esto con la política, evidentemente había, y todavía hay, una política social de no permitirnos ser quienes somos. Yo no me animé a enfrentarlo en su momento, no tuve la fuerza. Pero quizá lo focalicé enfrentando otras disposiciones.
Ser y percibir
¿Fue más sencillo enfrentar a dos corporaciones de megaminería que enfrentar tu propia identidad?
Totalmente. Estuvimos procesados judicialmente, acusados de cortes de ruta y otros delitos, y es más fácil enfrentar al juez externo que al juez interno.
¿Cómo fue que un día dijiste basta, y asumiste tu identidad?
No fue de un día para otro. No es que un día te despertaste y dijiste: “Hoy soy Cristina, se murió Cristian”. Es todo un proceso, una lucha interna, en la que van apareciendo cosas que sentís, necesidad de expresarte de determinada manera. Avances y retrocesos. Yo vivía en Loncopué, y tengo una hija en Buenos Aires, entonces venía a verla y me compraba mi ropa, la usaba, y después la escondía. A veces tiraba todo, con el costo económico, y después volvía a comprar otra vez, porque no se puede ir contra uno mismo.
¿Cambiaste la identidad de género pero no la sexual?
Se confunde identidad de género con orientación sexual. La identidad es cómo vos te percibís frente al mundo, que generalmente lo remitimos al esquema binario: hombre-mujer. Cada persona es una identidad de género distinta: somos más de 8 mil millones de personas en la tierra, y hay más de 8 mil millones de identidades de género. Y otra cosa es la orientación sexual, que es lo que te atrae, en términos más claros: te calienta un hombre, te calienta una mujer, te calientan los dos, o no te calienta ninguno. También con las variaciones: no todas las personas heterosexuales les gusta hacer lo mismo y a una misma persona un día le gusta una cosa y a la semana está esperando otra. La orientación tiene que ver con el deseo, y la identidad con tu autopercepción. A veces se identifica: “Si es trava, es puto”.
¿Cómo recibió tu pareja ese cambio?
Primero fue con mucho miedo. Miedo al rechazo, a romper la relación. Entonces fui probando, de a poco, dando señales, dejándome los rulos, arreglándome las cejas, las uñas, cambiando el color de ropa, aros. No sé si mi pareja no lo miraba o no lo quería ver, hasta que la hija le dijo: “Un día va a venir con pollera”. Llegó el momento de hablarlo un poco. Y sí, fue traumático el tránsito. Traumático porque nace otra persona, pero hay una persona que muere. Y hay que hacer el duelo, también. Hay que entender a la otra parte: no se le puede exigir a una parte que te conoció siempre de una manera que, de golpe, te diga que lo borra y te acepta a vos. Fue muy conversado. Y hubo risas, también: después nos íbamos a comprar ropa juntas. Ganamos cosas. Ella dice: “Perdí un esposo, gané una amiga”. Y me podía comentar cosas que antes no se animaba a contarme.
Cambios naturales
¿Son más fáciles de catalogar las orientaciones de las corporaciones que las de las personas? ¿Tienen más claro qué son?
Es muy claro qué quieren: no lo disimulan, como viví yo fingiendo la mayor parte de mi vida. Se disfrazan de buenos, que dan trabajo, que es progreso, que el mundo mejora gracias a la actividad que ellos hacen. Compartiendo momentos de vida con los pueblos indígenas, con los mapuches, aprendés que el progreso nace en los últimos 300 años con la revolución industrial. Ha destruido especies y ha comprometido la subsistencia de un planeta que tiene miles de años de ser preservado con la cultura “no avanzada” o “primitiva” -en la visión europea retrógrada- que supo conservar el planeta, frente a una visión soberbia de creer que somos los genios porque hemos hecho avances tecnológicos, dejando en el camino biodiversidad, miles de especies y seres humanos también. El glifosato, la minería a cielo abierto, matan.
¿Cómo unís el respeto a la naturaleza con el respeto a la diversidad sexual?
Comprender que hay una diversidad biológica permite también comprender la diversidad de identidad de género, la sexual, y que eso enriquece. No se puede poner en cajita a todos los humanos, no se pueden hacer seres transgénicos. Sí transgéneros, pero no transgénicos, como en el laboratorio donde inventás una soja que no se pueda reproducir para monopolizar la comercialización. Somos diversos los seres humanos, de la misma manera que es diversa la naturaleza. Aunque quizá se enojen algunos religiosos: estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, así que Dios también es diverso.
¿Cómo viste el caso de Mariana Gómez, procesada por besar a su esposa?
Resulta sorpresivo que el Poder Judicial avale una actitud autoritaria de un funcionario público, como lo es un policía, que considera que está prohibido besarse: el funcionario está para hacer cumplir la ley, no para hacer lo que a él le parece. Y no hay ninguna ley que diga que no te podés besar, no hay ninguna ley que prohíba el amor. Ganas no le faltan a muchos. Pero todo lo que no está prohibido, está permitido. Los funcionarios deberían conocer un mínimo de derechos constitucionales porque están para reprimir las conductas que están prohibidas. Tiene que estar escrito qué está prohibido y qué no, para que uno sepa qué es lo que hace y qué no conviene hacer. Besarse no está prohibido y mucho menos besar a tu esposa, como es el caso de esta chica. Un policía entonces ve a una pareja lesbiana besándose, cree que está prohibido y va y lo reprime. La persona cercenada de su derecho se resiste frente a esa actitud ilegal. La autoridad deja de ser la autoridad, porque la autoridad está para hacer cumplir la ley. Si te saliste de la ley, ya no sos autoridad. Si viene un policía, con su órgano masculino afuera exigiéndole que lo bese, cómo no me voy a resistir. Esta chica se resiste y el sistema judicial, el Estado, lo que hace es, en vez de castigar al funcionario que se apartó de la ley y exigió lo que no debía exigir, sancionar a la persona que legítimamente se resiste a la autoridad. Nuestra Constitución, en el artículo 36, habla del derecho de resistencia contra los actos que quiebran el orden constitucional. Un policía que inventa una norma quiebra el orden constitucional, porque en la división de poderes es el Legislativo el que debe establecer las prohibiciones. Tengo derecho a resistirme: ya Henry David Thoreau hablaba del deber de la desobediencia civil.
Afuera y adentro de Estado
Citaste a Thoreau, ¿sos anarquista?
Si una dice que es anarquista la gente sale corriendo porque cree que andás vestida de negro con una bomba y una mecha y que te dedicás a la violencia y a la destrucción, y si decís libertario, que era el término que se usaba a principios de siglo XX, se confunde con Milei. Entonces no te queda mucho espacio para buscar una etiqueta que más o menos pueda explicar con una palabra qué es lo que pensás. Mis ideas pueden llegar a tener afinidad con una corriente del anarquismo no violento. El tema es que en el anarquismo la máxima difusión de poder posible es que todos seamos iguales y todos podamos decidir. Y la violencia es todo lo contrario a eso: es imponerle a otro tu idea mediante una coacción.
Vos trabajás por el cumplimiento del cupo trans. ¿En qué situación está el cumplimiento?
En la Ciudad hay una ley que establece la obligación de considerar un porcentaje, el mismo que se considera para personas con discapacidad, que exige el 5% de cupo laboral trans en los tres poderes; no está reglamentada. Como mi profesión es abogada, tengo derecho de ejercer los cargos públicos en mi país. Es un derecho humano, y entonces pido que se reglamente el cupo trans en el Consejo. Después de un largo procedimiento administrativo, me lo niegan, y eso lleva a que inicie la acción colectiva, que significa que no es sólo para que Cristina sea la beneficiada sino todo el colectivo. Se dictó una medida cautelar obligando al Consejo a reglamentar el cupo. El juicio sigue y estamos cerca del vencimiento de plazo para que el Consejo cumpla esta orden.
¿Es posible cambiar la realidad desde la intimidad, desde las relaciones sexo afectivas?
Más que posible, yo creo que es necesario. Si no vamos cambiando nosotros, si no nos sinceramos con nosotros mismos, se complica un poco pelearle a otras mentiras.
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