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Luciana Mocchi, cantante uruguaya: ser yo

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Fue telonera de Paul McCartney pero estuvo a punto de no aceptar porque le pagaban mal. Ese gesto define a Mocchi, aunque su carrera es mucho más profunda. Vive de tocar sus canciones en casas, crear proyectos comunitarios con amigues y moverse desde la autogestión. Cómo abrir puertas y cabezas, cantando y viajando. Por María del Carmen Varela.

Luciana Mocchi, cantante uruguaya: ser yo
Foto: Martina Perosa

Mocchi canta y deslumbra. Hay algo que se percibe más allá del timbre de voz, el virtuosismo de las cuerdas vocales  y la capacidad del aparato fonador: el alma. No hay artificio ni truco: lo que se ve es lo que hay. Y  lo que hay es una persona de 30 años, nacida en Montevideo, que hace canciones. Nadie la llama Luciana. “Soy Mocchi y el pronombre no me importa. Mientras me traten con respeto, como yo trato a la gente, todo bien”, sintetiza. 

Bajo el signo de Géminis –cumple el 8 de junio- Mocchi declara que es una persona ermitaña, aunque es ideal para la charla kilométrica acompañada del infaltable mate rioplatense. Sus letras son profundas y sencillas, sus fans –que no paran de crecer- agotan las entradas a los shows antes de que se publiquen los flyers y tiene seguidores hasta en Serbia y Noruega.  Produjo Botija de mi país, un documental sobre músicos uruguayos viviendo en Estados Unidos reconoce la influencia del candombe y la murga en las entrañas de sus canciones, sonidos de resistencia que pueden desembocar en la melancolía y  también en la potencia del grito y del goce.

Cuando sea cantante

Mocchi estuvo en noviembre en Buenos Aires y pasó a saludar a la artista Susy Shock en la Posta Sanitaria Cultural N° 16  en la casa de la cooperativa lavaca. Susy reconoció a Mocchi  tras el barbijo y le dedicó una canción: el Milongón del Guruyú –un clásico uruguayo alusivo a un barrio montevideano cercano al puerto- que hizo emocionar a Mocchi por ser el link a una vivencia de la niñez: fue la primera canción que cantó en vivo – a los seis años- arriba de un cajón de gaseosas. “Cantaba en loop esa canción y vendíamos pan con manteca a los vecinos en el patio de mi casa.  Dábamos una entrada, todavía tengo una, que decía ‘entrada 1,50 y si no, entra igual’. Cuando me preguntan ‘¿Cuál fue tu primer show profesional?’, la verdad es que fue ese. Estuve ahí media hora dándolo todo, cantando la misma canción. Mis viejos siempre dicen que mis frases del futuro comenzaban diciendo ‘Cuando yo sea cantante…’. Ellos nunca pensaron que hablara en serio”.

La  primera canción propia brotó cuando su madre no le dio permiso para ir a la marcha de los trabajadores del 1° de mayo. Tenía 12 años. Boceto de un 1° de mayo está incluida en La velocidad del paisaje, su primer disco.  “Es una de las canciones que más me gusta,  de hecho pienso que se me re fritó el cerebro en estos años porque creo que nunca logré describir una ciudad como en esa canción”. 

Aquí un fragmento: 

Y vuelan las cometas, los volantes, las siluetas / vuelan las Cenicientas que salen de trabajar / va cayendo la noche y las estrellas que iluminan / lo que ya no iluminan las luces de la ciudad.

Derrotero multicolor

Estudió psicología, derecho, profesorado de música, de filosofía, “y siempre la música me interrumpió”. Mocchi pensaba que las carreras estaban interrumpiendo a la música, pero concluyó que era al revés: “La música estaba insistiendo para que no me vaya por el mal camino de la universidad”. Nació en un barrio montevideano muy coqueto –El Prado- hasta que la empresa de su padre se fundió y decidió regalar lo que quedaba en pie a sus empleadxs. Les Mocchi afrontaron una serie de desalojos, fueron a vivir al barrio Capurro y luego a la casa de la abuela en El Prado norte, el sector más pobre del barrio. Siguieron varias mudanzas por distintos lugares hasta que nuevamente recaló en Capurro y allí fundó un centro cultural donde vivió en comunidad durante algunos años. Ahora vive en Aguada, “un barrio controversial que en su momento estaba manejado por narcos”. 

El derrotero de Mocchi es un collage multicolor de experiencias  y causalidades. A los 18 años estaba por viajar a Estados Unidos para resolver una cuestión familiar. Días antes se puso a charlar en las calles montevideanas con Edgardo Yayo Zerka, baterista de Lila Downs. Le contó que se iba a Nueva York y como Yayo vive allá, le dijo que cuando llegara lo llamara porque quería escucharla cantar. “Yo pensaba: otro garca más que chamulla que me va a dar una mano. Yo no tenía ni guitarra, me escribió en el brazo su teléfono, yo fui, me pegué un baño y se me borró el número”. Tomó el avión y en una escala en Panamá se volvió a encontrar con Yayo, que nuevamente le anotó su número de teléfono. Mocchi llegó a Nueva York por una semana y un día antes de marcharse su prima  insistió en que lo llamara. “¿Para qué voy a llamar a este garca?”. Finalmente lo hizo: “Hola, ¿está Yayo Zerka? No, ¿sos la uruguaya? Yayo está de gira en Europa con Concha Buika  pero venite que ya nos habló de vos. Fui al estudio y descubrí otro mundo, porque yo había escuchado toda la vida que no me podía dedicar a tocar, el mito que termina siendo cierto de lo difícil que es dedicarte al arte y te lo repiten tanto que terminás creyéndotelo”. Conoció gente relacionada a la música y alguien invitó: “¿Querés venir a tocar mañana?”. Mañana me vuelvo a Uruguay, respondió. “¿A qué hora?”, preguntaron. A las dos de la mañana, dijo Mocchi. “Esto es a las diez de la noche”.  Y ella: “Bueno, ta, voy y después me voy al aeropuerto. Sigue contando: “Terminé de tocar y viene el loco del lugar y me dice te quiero contratar para que toques todos los jueves. Yo vivo en Uruguay. Y una productora que es amiga mía ahora, me pega un codazo  y me dice: ‘Nena, cambiá el pasaje ’. Pero no tengo plata para cambiar el pasaje. ‘Si ni le preguntaste cuánto te paga, no sabés si no tenés plata, andá y preguntale ’. Terminé cambiando el pasaje y me quedé seis meses”. Yayo volvió de la gira y coincidieron en festejar sus cumpleaños tocando juntes. Se les unió un tecladista. “Yo que no hablo una palabra de inglés y el chabón que no hablaba una palabra de español y al otro día voy caminando por Manhattan y el chabón con el que yo había estado tocando estaba en la tapa de la Rolling Stone”. Era el flamante tecladista de David Bowie. Cuando Mocchi le preguntó a Yayo por qué la había tenido en cuenta, su respuesta fue: “Yo soy chileno, cuando llegué acá tampoco conocía a nadie: si puedo hacerlo, te abro una puerta”.  Mocchi pensó: “Yo quiero ser así, quiero ser una persona que va por el mundo abriendo puertas”.

Panchos y autogestión

La modalidad autogestiva es una forma de vida, un recorrido transitado por las suelas gastadas de las zapatillas de Mocchi. “Quizás al principio no nos queda otra, pero después se transformó en un camino que elegí. Cuando empecé a tocar, no tenía guitarra, muchas veces tenía que pedir el instrumento lo cual me generaba mucha vergüenza”.  

Para grabar su primer disco juntó billetes vendiendo panchos. Un puñado de arroz en la alacena era su capital gastronómico, cuando sonó el teléfono un día de 2014. La propuesta: abrir el recital de Paul McCartney. El pago: 500 dólares. ¿Qué? Ni en pedo, fue su respuesta. ¿Quién te creés que sos?, gruñó el ofertante. “Todo el mundo me decía: ‘¡Te pagan 500 dólares y vas a tocar con Paul McCartney!’ Y yo: ¿500 dólares? ¿Me estás jodiendo? Está bien, yo tengo 5.000 dólares de deudas. Esos 500 dólares me pueden hacer comer hoy, pero, ¿cuál es el costo? Y todo  el mundo me decía estás derrapando Mocchi, tenés que agarrar, fijate que estás en una situación precaria. Sí, se llovía  mi casa”.  Aceptó. 

La noticia comenzó a circular por diarios del mundo: “Luciana Mocchi, del anonimato a Paul McCartney”,  fue el  titular de una agencia de noticias estadounidense, que ampliaba: “La cantante uruguaya tiene 23 años y ya logró lo que la mayoría no consigue en toda su carrera: abrirle un concierto al ex Beatle. Y eso que no tiene guitarra”. Replica Mocchi: “Ah listo, hiciste una nota de cuatro horas y lo único que sacaste fue eso. La nota después fue levantada por ocho millones de diarios. De los autores de ‘Mujica, el presidente más pobre del mundo’, llega: ‘Cancionista sin guitarra abrirá el show de Paul McCartney’. Era así la jugada”.  

Y finalmente llegó el 19 de abril, día del recital en el Estadio Centenario de Montevideo: “Salí a tocar y veía celulares y adelante tenia a toda la gente garca del país y arriba a mi vieja que se había colado. Igual lo hice por plata y me compré muchas cosas a las que nunca había tenido acceso. Por otro lado, un diario hablando de mi cuerpo, otro  hablando de mi novia y otro  hablando de no sé qué. Son una mierda. Pensé: no me quiero dedicar a esto, ya está, y en 2015 dije bueno, me quiero dedicar a esto pero no así. Necesito encontrar otra manera”.  Y la encontró: anunció en la red social más usada en ese momento –Facebook- el formato de “toco en tu casa”.  Y llegaron las invitaciones. “Me escribió una piba de Córdoba: fui y empecé a vivir de eso. Me escribía gente de todo el mundo, llegué a tocar en una casa en Nueva York”. Parte del dinero que le quedaba por haber sido “la telonera de Paul” ayudó a que renunciara a su trabajo de analista de noticias para un diario chino de economía y se dedicara de lleno a su pasión. 

Cambiar el mundo

La nueva modalidad -que algunos diarios podrían haber titulado como “Luego de tocar en recital de Paul McCartney ante 50.000 personas, ahora Luciana Mocchi toca en casas donde la inviten”-  fue un éxito.  “Sigo yendo a tocar a las casas y es mi principal fuente de ingresos. Ahora no, por situación pandemia. Muchas veces la gente cree que yo vivo de tocar en un teatro para 300 personas y realmente vivo de eso, pero gano lo mismo yendo a una casa a tocar con gente copada. La gente puede vender sus cosas y ganarse una moneda. Siento que así estaríamos cambiando el sistema un poco. En este momento trabajo con mis amigos de siempre que armaron una productora y ellos ayudan a la persona que quiere llevarme a tener una propuesta viable en la que no solamente gane plata yo, sino también quien está atendiendo la barra, quien esté haciendo un guiso. Hay lugares a los que voy con entrada, a la gorra, o me pagan un fijo. El mayor número de gente fue de 140 personas en una casa en Córdoba y 15 personas en un cumpleaños. A veces me pagan y a veces no y voy igual. Yo hago música para la gente”.

Su casa es también un proyecto colectivo. Vive en un departamento de dos dormitorios, del que la mayoría de sus amigues tienen llave y en el que rara vez está en soledad. Está construyendo una casa cerca de la playa, otro plan comunitario. Si nota que tiene muchos instrumentos, los regala: “No somos dueños de nada: estoy para compartir y para pasar por acá e irme con lo que vine. Nada”. Las letras de sus canciones han ido mutando con los aportes de sus seguidores y las fechas que programa se convierten en juntada de amigues: “El show no soy yo, lo generamos todas las personas que estamos ahí, seamos 3, 10, 25 u 8 millones. Así como la gente va a verme a mí, yo voy a ver a la gente”. En cualquier momento del día, toma su guitarra y arranca un streaming en Instagram. Responde preguntas de sus seguidores, se ofrece para charlar si alguien lo necesita, comenta anécdotas cotidianas y toca algunas canciones.

Filosofía Mocchi: “Yo quiero cambiar el mundo y la herramienta que tengo hoy para eso es la música. Durante la pandemia le pedí a la gente que me depositara plata para distribuirla entre mis amigos que no tenían y para hacer pan y salir a regalarlo por la calle. El primer día me depositaron 25 mil pesos uruguayos y 600 dólares. La gente cree en mí y yo creo en la gente”. 

El método Mocchi, simple y claro: “No vender un personaje, sino salir a ser yo”.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

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Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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