CABA
En carne propia: frigoríficos recuperados y el debate sobre la producción
Mercado concentrado en manos de corporaciones, reinado sojero y precios de exportación en las carnicerías. En ese paisaje nació un espacio que agrupa a 12 frigoríficos cooperativos y representa a más de 1.400 trabajadorxs, con potencial para llegar al 10% de la producción nacional. ¿Cómo combinar exportaciones y mercado interno? Experiencias, ética y propuestas que muestran desde la autogestión los caminos para democratizar la alimentación y generar trabajo. Por Lucas Pedulla.

Esta nota forma parte de la MU 160 que hicimos gracias a nuestrxs cómplices. #HaceteCómplice del periodismo sin patrón acá.
Máximo Paz es una localidad de 10 mil habitantes de la bonaerense Cañuelas, que en 2004 vivió un temblor: el frigorífico que lleva el nombre del pueblo había dejado a sus 110 trabajadores y trabajadoras en la calle. Pero lo que parecía una más de las sucesivas quiebras que desde los 90 la familia Piczman tenía como estrategia para licuar deudas, se transformó en tres verbos de trabajo: “Ocupar, resistir y producir”.
El 25 de junio de 2007 fue la primera faena de un proceso que no solo recuperó fuentes laborales, sino que las creó: hoy son 150 trabajadorxs que faenan 10 mil vacas por mes, tienen 48 corrales para 2.549 cabezas de ganado y 15 cámaras de frío para 3.200 animales. Aun así, Miguel Manteca Saavedra, 52 años y actual presidente de la cooperativa Frigocarne, dice: “Estamos al 50% de nuestra capacidad”.
La explicación es uno de los motores de un espacio novedoso, que se insertó en la discusión por el precio de la carne vacuna con un nombre que interpeló al Estado e incomodó a los grandes jugadores del negocio: Mesa de Frigoríficos Recuperados.
Algunos datos:
- Agrupan a 12 cooperativas: 6 de la provincia de Buenos Aires, 3 de Chaco, una de Mendoza, una de Misiones y otra de CABA, con posibilidad de sumar más.
- Representan a 1.425 trabajadoras y trabajadores directos.
- En el último año tuvieron una producción-faena de 536.621 cabezas: 110 millones de kilos gancho de medias reses vacunas.
- Sobre un total anual de 14 millones de cabezas, representan el 4% del mercado interno, “con capacidad para llegar a un 10% del total”, aclaran.
Mirta Aranda fue la primera presidenta de una recuperada de la carne, en apoyo de su compañero, uno de los fundadores de la cooperativa, cuando las familias eran el pilar de la recuperación y debían juntar entre todas el dinero que apenas alcanzaba para comprar zapatillas a sus hijos: “Era buscarse otro laburo o resistir todos. Y resistimos todos”.
Con esa misma filosofía, nació esta Mesa de Frigoríficos Recuperados.
De quién es la propiedad
Frigocarne es un predio inmenso de 10 hectáreas que resistió distintas embestidas a lo largo de su historia. La última fue durante el macrismo: 18 meses frenado y suspensión de matrícula. El entonces Ministerio de Agroindustria emitió además una resolución en la que decía de forma taxativa que “las Cooperativas de Trabajo no podrán solicitar inscripción de la categoría Matarife Abastecedor”, la que le permite a los frigoríficos comprar los animales y comercializarlos por su cuenta. De esa forma, muchas cooperativas pasaron a ser únicamente prestadoras de servicio.
Saavedra: “Las cámaras empresariales dijeron que éramos competencia desleal. Sacaron esa resolución por la cual no podemos comprar ni vender, solo vender nuestra fuerza de trabajo y el establecimiento. Pasamos de echar un patrón a tener otro. Pero a nosotros no nos pueden asustar. Muchos planteaban que con Macri no íbamos a abrir más. Fueron discusiones bravas, porque los compañeros tienen que comer, comprar remedios, tienen hijos. No es fácil: hicimos guardias, nos quedamos en las noches, pasamos las fiestas aquí. Nuestra posición fue siempre política y así resistió tanto tiempo el frigorífico. Acá ya tenemos tres generaciones: los que tomamos la cooperativa, los hijos y los nietos”. Miguel Navarro es parte de las nuevas camadas, tiene 31 años, empezó como operario y hoy está en la administración: “Todos los días demostramos una producción sustentable sin patrón. Nuestra discusión no es de renta: es por el trabajo”.
En Frigocarne también se recuperó una ética de producción: todo el predio que rodea a la fábrica estaba lleno de yuyos, abandonado y desperdiciado. Hace un año y medio la cooperativa se puso en contacto con la Unión de Trabajadorxs de la Tierra y lo que antes eran ruinas hoy está en tránsito hacia un pulmón verde. Ya hay tres hectáreas y media de producción agroecológica de brócoli, coliflor, repollo, puerro, zanahoria, remollacha, lechuga, habas, verdeo. Allí trabaja Ariel Guzmán –boliviano, 35 años– con su familia: pasó de pagar $8.000 la hectárea en La Plata (trabajaban siete, $56.000 todos los meses) a vivir en ese predio que la cooperativa cedió en comodato a la UTT.
Saavedra retoma otra de las demandas de la Mesa de Frigoríficos: un Plan Integral Ganadero que incluya, entre otros elementos, el acceso a la propiedad de la tierra. “Hablamos de que los campesinos puedan tener tierras. Si nosotros podemos facilitarles estas hectáreas, el Estado puede: tiene las tierras donde poner a producir animales que van a ser para consumo del pueblo. No digo que vayas al choque contra el sector concentrado, pero sí empezar a socavar por abajo. Si no, estamos esperando siempre a elecciones. ¿Vos pensás que los otros tienen dudas? Tenés que moverte, porque ellos no perdonan”.
Cuchillos y bolsillos
El gobierno justificó el cierre de las exportaciones de carne por 30 días a partir de un dato concreto: la cantidad exportada en el primer trimestre del año aumentó un 22%, pero en dólares ingresó la misma cantidad que en 2020, en un contexto de escalada de precios. En los primeros cuatro meses el precio aumentó un 22%, y acumula 64,7% en los últimos 12 meses. La Mesa acompañó la medida, subrayó que el objetivo era abrir un canal diálogo con los grandes exportadores –el Consorcio ABC: 22 empresas– para frenar la disparada, pero puntualizó que si bien la exportación es una fuente distorsionadora de los precios locales, no es la única. De hecho, el precio no bajó: el lock-out de la Mesa de Enlace redujo la oferta y en el AMBA se registró en mayo una suba del 6,1%. Más allá de los nuevos consumos, la carne es una variable crucial en la economía doméstica: representa un 20% del gasto promedio de un hogar.
Para entender la complejidad de esta estructura no hay que ir a Harvard o Chicago, sino a Virrey del Pino, en los confines de la galaxia de La Matanza. En un predio rodeado de árboles, canchas de fútbol y una huerta agroecológica del MTE (Movimiento de Trabajdores Excluidos), se erige el frigorífico La Foresta, fundado con el barrio en 1957, recuperado en 2005, 156 integrantes, con una faena de 5.000 cabezas mensuales pero con capacidad para 20 mil. Cristian Montiel ingresó con 18 años y hoy, con 45, es el presidente de la cooperativa. Vivió todo: las quiebras, la toma, las noches, las discusiones familiares. “Los que salían a trabajar para llevarse un mango juntaban monedas y me traían algo todas las semanas para que no saliera a buscar trabajo, porque si no esto se perdía. En ese momento tenía dos hijos, hoy tengo cuatro. Era y es nuestra casa”.
Uno de los que despertó el sueño cooperativo fue Marcelo Gaucho Yaquet, militante del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), que apoyó el proceso. Los trabajadores votaron hacerlo socio y hoy sigue recordando la primera faena autogestiva, el 25 de noviembre de 2006: “Gente grande y de cuchillo, de esas que no te imaginás llorando, con lágrimas de felicidad”.
Yaquet es hoy director de Fortalecimiento de Sistemas Productivos Locales, dentro del Ministerio de Agricultura: “Así como están las mesas de consumo interno, o las de exportadores, una mesa de Frigoríficos Recuperados era necesaria para entrar en una relación de ida y vuelta con el sector, desde un cuerpo y un nombre que lo ponga en igualdad de condiciones para ser escuchados con voz propia y opinión”.
Explica lo complejo: “La simpleza del proceso de la carne vacuna debería estar en tres eslabones concretos: 1) la producción primaria; 2) el valor agregado, que es el matadero-frigorífico y la industria; y 3) la boca de expendio, que es la comercialización. Lo que pasa es que en el desarrollo de esta cadena intervienen otros eslabones, y la cadena no es algo equilibrado o eficiente, porque cada eslabón juega en función de lo propio. En los últimos 20 años la producción del grano le fue sacando terreno a la producción vacuna y hubo un cambio de tecnología en la producción del animal, que terminó siendo el engorde de corral, lo que hoy llamamos feedlot. Antes necesitabas una hectárea para un animal, y ahora el engorde se hace todo amontonado. Por lo tanto, a la cadena ya le agregás el precio del alimento de engorde: si sube el maíz (aumentó 170% en un año), ya te sube un porcentaje del costo de animal producido”. Un animal hoy cuesta aproximadamente $80.000 ($240 el kilo).
Otro eslabón agregado es la recría: “Al no tener una buena pastura, los pequeños y medianos productores se sacan de encima el animal a 180 kilos, para que llegue a los 230 kilos necesarios para entrar a un engorde”.
Otros dos eslabones: “Entra el consignatario, que es el que junta las diferentes cabezas de animales para ponerlas en el Mercado de Liniers, o para venderlas directamente a los matarifes, otro eslabón: es el que compra el animal en pie y lo termina vendiendo a medias reses. Entre el animal de pie y la media rese, aparece el matadero-frigorífico”.
Otro cambio de las últimas décadas, según Yaquet: “Argentina viene perdiendo en consumo un kilo de carne vacuna per cápita por año. En los 80 veníamos en 86 kilos; hoy estamos en 46. Y no es que comemos menos carne: se come más carne aviar (casi 5 veces más) y porcina (casi 2 veces más). Lo otro tiene que ver con la exportación y es que hay una demanda muy grande de los chinos: se llevan casi el 70% de la exportación. Y están en un proceso de cambio de comer una carne mala a una mejor: eso hace que el ‘animal malo’ suba, y arrastra al de más categoría”. Otro 15% se destina a plazas de la Unión Europea, Israel y otros países que consumen cortes de alto valor.
En esa ecuación, Yaquet subraya un elemento clave: “El bolsillo de los sectores populares está cada vez más chico en relación a los alimentos. A eso hay que sumarle que el aumento de los costos de la boca de expendio también encarece el precio: si la luz y el alquiler de la carnicería aumentan, la carne va a salir más cara. Entonces, desde la renta de la tierra hasta la luz de la carnicería: ¿quién determina el precio”.
Yaquet responde: “Con décadas de neoliberalimo, es el juego del libre mercado”.
Pizarras y discusiones
La UTT realizó en mayo un “asadazo” en Avellaneda, sur del conurbano bonaerense, en el que vendió tira de asado a $460 el kilo ($900 o $1.000 en las carnicerías), con una consigna: “La carne puede estar más barata”. Juan Pablo Della Villa, secretario de Comercialización de la organización, explica: “Es carne de un frigorífico de Avellaneda que dedica el 70% a la exportación pero entiende la necesidad del pueblo. Por eso promedia entre los precios que exporta y los del mercado interno: si exportás a 1.500 podés vender adentro a 350”.
Vendieron tres toneladas en cuatro horas: “Hay un pueblo que se está muriendo de hambre. No hay margen: tenemos la crisis sanitaria más grande de nuestra historia y en el medio estamos peleándonos por el precio de la comida”. La UTT propone desarrollar la agroecología para no depender de la alimentación a base de cereales: “El pequeño productor está ahogado por los números, y termina produciendo carne el que tiene un buen cuadro de feedlot, que además es una mala carne: el 90% de la producción es feedlot o con engorde a través de granos, todo transgénico. Eso es lo que comemos”.
Saavedra piensa que la producción de otro tipo de carne choca con una urgencia: “Si no faenamos 5.000 animales mensuales, esto se muere. La luz pasó de $55.000 en 2017 a $1.200.000. ¿Cómo hacemos? Por eso es que planteamos que se necesita tener un Plan Integral Ganadero”.
Yaquet: “El planteo implicaría, por un lado, poder tener más stock ganadero en Argentina, que hoy tiene un plantel de 52 millones de cabezas, casi el mismo hace 50 años. Por otro, acompañar y fortalecer al pequeño y mediano productor para disputar la concentración de unos pocos y avanzar en el proceso sin eslabones intermediarios. Si planificás, podés pensar un esquema para abastecer el mercado interno, y a la vez quedarte con un saldo exportable”. Por eso la Mesa plantea que hay capacidad en las cooperativas de pasar del 4% al 10% de la producción.
Otra observación para transparentar el precio del mercado interno es que la compra directa de la hacienda para exportación no pase por el Mercado de Liniers. Montiel, de La Foresta, explica: “El Mercado es una feria y ahí los grandes jugadores distorsionan. Alguien pregunta cuánto sale un corral, se remata a $205, otro dice $207, pero llega Coto que dice $225, y ya está: le pone precio, ya no tenés competencia y marca el compás de los precios en Argentina”. Saavedra: “El productor pone Canal Rural para definir el precio”. Yaquet: “El valor del grano está fijado por la pizarra de Rosario, que a su vez es un reflejo de los precios del mercado de Chicago. Ese modelo de economía termina descompaginando todo”.
Al cierre de esta edición la Mesa se había reunido con Agricultura, INAES y Ministerio de Trabajo, pero el Ministerio de Desarrollo Productivo a cargo de Matías Kulfas no los había recibido. Saavedra: “Todavía hay funcionarios que nos dicen que no saben si realmente somos una recuperada y si somos testaferros de matarifes. Escuchame: estamos en regla con los libros, hacemos asambleas todos los meses, cumplimos todos los requisitos, nos hicimos cargo de esto porque el dueño la destruyó. Que el macrismo me diga eso, me lo banco. Ahora, que me lo digan nuestros compañeros…”.
Romper la factoría
Sobre Donato Álvarez al 1151, en Caballito, el puesto de fiambres y embutidos de la Cooperativa Torgelón no descansa: el barrio sabe que en este frigorífico casi centenario (nació en 1923) se consiguen, por ejemplo, salamines $200 más baratos que en cualquier supermercado. Victor Sena está por cumplir 50, es el presidente de la cooperativa que recuperó 52 fuentes laborales en 2008 y produce 8 mil kilos de embutidos por semana. Por qué el precio bajo no es un milagro: “Los empresarios están acostumbrados a ganar 100 veces más que un empleado. Acá uno se compraba un BMW, otro un Mercedes, mientras nos atrasaban los sueldos”. El cooperativismo de trabajo implica otro proyecto. “En un país que produce alimentos, comer es un lujo. Hay que ir más a fondo y que el Estado maneje las exportaciones: si no, entre la minería, los sojeros y los chinos te hacen del país una factoría. Hay que hacer un cambio drástico porque así la riqueza se va, y solo queda la pobreza”.
En La Foresta, esa mirada cruza generaciones, desde Anibal Montiel (74) hasta Daiana Machuca (23). Aníbal trabajó aquí hasta 1981 y volvió al jubilarse a su puesto de serruchador. Daiana está en Seguridad e Higiene: “Recuerdo que para mi abuelo esto era su vida”. Al fallecer, enterraron sus cenizas en el predio. Daiana: “Siento que esto es parte de la vida de toda mi familia”.
Estos frigoríficos generaron nuevas fuentes de trabajo: en los 15 años de La Foresta pasaron y se formaron más de 600 personas. Héctor Russo (50), es calderista: “Esto es una escuela, pero no tenés que pagar para aprender sino escuchar a los compañeros. Ves cómo la guerrean y se convierte en parte de tu historia. Estamos cuidando el trabajo, que es nuestra casa, pero también el plato de comida que llevamos a nuestros hogares”. Algo es obvio: la Mesa de Frigoríficos Recuperados representa algo más que un reclamo sectorial.
Es lo que expresa, por ejemplo, Mirta Aranda en Frigocarne: “Siempre tuvimos que luchar para profundizar lo que queríamos, cuando en la política a veces no sabes dónde moverte. Pero no nos movemos de un lugar: el de la justicia social. En eso no hay término medio”.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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