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Glifotrucho. Nuevas revelaciones sobre el glifosato
Los estudios en los que confían agencias reguladoras para seguir negando la genotoxicidad del glifosato tienen graves fallas metodológicas que encubren su peligro. Esa es la conclusión a la que llega un grupo de investigadores austríacos entrevistados por MU que accedieron por primera vez a los informes secretos de las compañías fabricantes del agrotóxico estrella del modelo. Por Anabel Pomar.
La Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la OMS es categórica: “Existe una fuerte evidencia de que la exposición al glifosato o las formulaciones a base de glifosato son genotóxicas según estudios en humanos y estudios en animales de experimentación”, dice en su monografía sobre el agrotóxico publicada en 2015. Sin embargo, muchas agencias reguladoras del mundo cuestionaron los resultados de los estudios en los que se había basado la IARC y siguen avalando el glifosato, basando su juicio en los estudios de los propios fabricantes del agrotóxico, resguardados en secreto durante décadas.
Ahora, por primera vez en el mundo, dos especialistas del Instituto de Investigación del Cáncer de la Universidad Médica de Viena en Austria tuvieron acceso a esos estudios corporativos. Los resultados, presentados por la organización sin fines de lucro SumOfUs bajo el título Evaluación de la calidad científica de los estudios sobre las propiedades genotóxicas del glifosato, vuelven a demostrar la estrategia de ocultamiento y manipulación alrededor del herbicida más usado en el mundo y en Argentina.
De los 53 estudios financiados por la industria utilizados para la autorización actual de glifosato en la Unión Europea, 34 se identificaron como “no confiables”, 17 como “parcialmente confiables”. Y solo 2 estudios como “confiables” desde un punto de vista metodológico.
Según los expertos y autores del trabajo, Armen Nersesyan y Siegfried Knasmüller, la afirmación de la autoridad de la Unión Europea de que el glifosato no es genotóxico no puede justificarse sobre la base de esos estudios. Sin embargo, es lo que sucede: “Las autoridades sanitarias aceptaron algunos de estos estudios muy deficientes como informativos y aceptables, lo que no está justificado desde un punto de vista científico”, señalan.
Las fallas metodológicas denunciadas incluyen desde falta de repetición de experimentos (sin justificación), falta de caracterización de material testeado, cepas y dosis inadecuadas, ausencia de registros históricos de control o informes inadecuados.
Regulaciones a medida
Las agencias reguladoras europeas basan el dictamen favorable al glifosato según los estudios corporativos y los estudios sobre el tema publicados y revisados por pares. Pero terminan basando su dictamen final solo en los que resultan confiables según los llamados “Criterios de Klimisch”, un sistema de calificación de fiabilidad de los estudios toxicológicos, propuesto por tres empleados de BASF en 1997 altamente cuestionado por permitir los estudios de las industrias –esos que nadie puede saber cómo fueron hechos– reciban el rótulo de confiables casi de modo automático y que la mayor parte de la investigación académica sea desestimada. Un sistema regulatorio soñado por las empresas tóxicas.
Amparados en el resguardo de los “secretos comerciales” y la protección de los “derechos de propiedad intelectual” esos estudios permanecen fuera de la bibliografía científica y hasta ahora fuera del escrutinio público. ¿Las consecuencias? La imposibilidad de que científicos independientes, sin conflictos de interés, accedan a los mismos y puedan “ver” los contenidos que han permitido que agencias internacionales como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria o, en Estados Unidos, la Agencia de Protección Ambiental y el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria continúen concluyendo que en parte de la bibliografía científica no encuentran daño genotóxico, y autoricen por lo tanto su uso.
Esto cambió en marzo de 2019 por un fallo histórico del Tribunal de Justicia de la Unión Europea interpuesto por el activista Tony Tweedale y miembros del Green Group en el Parlamento Europeo. Desde entonces, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria está obligada a divulgar todos los estudios que le sean solicitados. Como resultado, la organización sin fines de lucro SumOfUs pudo obtener de la EFSA todos los estudios de la industria sobre la genotoxicidad del glifosato en 2019 y someterlos al escrutinio de reconocidos expertos independientes en genotoxicidad.
Según plantea el informe de Nersesyan y Knasmüller el 98% de los estudios hechos o encargados por las empresas que son tomados como confiables por las agencias que clasifican la toxicidad del glifosato informan la ausencia de genotoxicidad (53 estudios en total), mientras los estudios publicados de la literatura científica que informan evidencia de genotoxicidad (72 en total) son desestimados con el sistema descripto.
Genotoxicidad es el término científico para la capacidad de una sustancia química de dañar el material genético (ADN) de un organismo. El daño del ADN en las células somáticas (del cuerpo) se considera el factor central del mecanismo molecular para el desarrollo del cáncer; también acelera el envejecimiento y el daño del ADN en las células germinales (esperma y óvulos), conduce a infertilidad y enfermedades hereditarias en la descendencia.
Cambiar la historia
El nuevo estudio se conoce a pocos meses de que comience en la Unión Europea el proceso para la renovación del permiso del glifosato que está autorizado hasta diciembre de 2022 . Consultado por MU, Eoin Dubsky, líder de campañas de SumOfUs, palpita el debate: “No me sorprendería que el proceso de nueva aprobación del glifosato se prolongue durante años y termine en los tribunales. Va a ser muy complejo. Los fabricantes de glifosato son enormemente ricos y están bien conectados. Afortunadamente, sin embargo, debido a demandas y campañas, la evaluación de seguridad de la UE no puede basarse en estudios secretos de la industria. Entonces esa es una gran diferencia con respecto a lo que viene ocurriendo. Independientemente de cómo vaya el proceso de la UE y cuánto tiempo lleve, creo que los gobiernos deberían prohibir el glifosato y ayudar a los agricultores y otros consumidores habituales a cambiar”.
El profesor Siegfried Knasmüller, uno de los autores del trabajo, comparte con MU la misma preocupación: “No puedo ver el futuro, pero observando los artículos que se utilizarán para la reevaluación, muchos de ellos se refieren al efecto de los metabolitos del glifosato y la mayoría son experimentos in vitro con células. Tenga en cuenta que los estudios en humanos no son necesarios para la clasificación de productos químicos. Mi estimación es que las agencias confirmarán la seguridad del herbicida”.
¿Cuáles son los principales hallazgos de la nueva investigación?
Knasmüller: Hay algunos hallazgos que muestran que el compuesto causa daño al ADN en órganos internos distintos de la médula ósea, que se estudió en la mayoría de las investigaciones industriales. Lo que necesitamos es estudios de hígado, el tracto gastrointestinal y eventualmente otros órganos internos. Los métodos para tales estudios están disponibles y validados y se incluyen en directrices internacionales. Sin embargo, no vi ningún estudio de este tipo en la nueva lista que se utilizará para la reevaluación.
Silencio oficial
MU se comunicó con el Ministerio de Salud para conocer su posición acerca del glifosato y el daño genético. Desde esa cartera no respondieron al pedido de entrevista y tampoco cumplieron con el envío de una opinión técnica sobre genotoxicidad y glifosato que se habían comprometido a facilitar a este medio.
La única recomendación de salud que utiliza como fuente la SENASA, la agencia que aprueba los agrotóxicos en Argentina, además de la información provista por las empresas es el “Informe de evaluación de la información científica vinculada al glifosato en su incidencia sobre la salud humana y el ambiente”, elaborado en 2009, señalado como obsoleto y plagado de trabajos financiados por las empresas fabricantes que señalan que no hay de qué preocuparse.
Tras la publicación de la monografía, el Equipo de Trabajo de Ambiente y Carcinogénesis del Instituto Nacional del Cáncer del Ministerio de Salud, realizó el informe “Glifosato-Grupo 2A”, planteando entre otras cosas que “se observó una asociación positiva para el riesgo de LINFOMA NO-HODGKIN y exposición al glifosato”, que “hay suficiente evidencia en animales de experimentación de la carcinogenicidad del glifosato” y que una “fuerte evidencia indica que la exposición a glifosato o formulaciones a base de este es genotóxica”.
Sin embargo, toda esta información sigue sin utilizarse en ninguna política pública destinada a proteger a la ciudadanía de estos venenos.
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