CABA
Interferencias. val flores, teórica y docente
Acaba de publicar Romper el corazón del mundo: modos fugitivos de hacer teoría, libro que compila intervenciones teóricas en las que se planta en el lesbianismo para romper los límites de la academia, del feminismo, de los (nuevos) binarismos y del imaginario del activismo, frente a la institucionalización del Estado. Por Franco Ciancaglini.

No, no es un error: el nombre de val flores se escribe sin mayúsculas y esa es quizá la primera interferencia que produce su irrupción para quienes no la conocen. Solo la primera.
Nacida en Buenos Aires en 1973, emigró con su familia a Neuquén a sus 3 años, donde vivió y crio su activismo lésbico en tiempos en que la palabra “lesbiana” interfería en la vida social de otra manera a la cual la comprendemos hoy. Eso, en parte, es gracias a la militancia que ella misma encarnó a través de distintas experiencias.
Atravesó la dictadura siendo una niña. En medio de sus prácticas escolares, recuerda los tiempos del conflicto con Chile: simulacros de apagón ante presuntos ataques que oscurecían a la provincia. En los 90, adolescente en la secundaria, entró en contacto con el movimiento de derechos humanos, siguiendo a Madres de Plaza de Mayo de Neuquén que, marca la diferencia, “aún hoy sostienen una postura independiente de las políticas de Estado en relación a la memoria”.
Luego creó sus propios espacios de activismo: fundó Fugitivas del Desierto, un colectivo de reflexión lésbica que devino en un grupo de acción política en el espacio público: “Pensábamos la intervención callejera desde la práctica artística. Y siempre mantuvimos mucha preocupación por la producción y circulación teórica”.
La reflexión teórica de val siempre estuvo ligada a una práctica vital de pensar su propia vida. Y la producción de textos, vinculada a pensar conceptos encarnados. Val: “Fueron años de mucha lectura de materiales de autoras feministas, queer, y a su vez nosotras producíamos”. Panfletos, volantes teóricos acompañaban las acciones callejeras, desde una condición poética-política que, dice val, “resultaba bastante opaca para la época; recién hoy se recupera”. Tal vez se refiera a que, en una muestra reciente, las acciones de Fugitivas del Desierto estuvieron presentes en el museo del Parque de la Memoria.
Una de las intervenciones, un 8M allá por 2006, se llamó “Las obreras del placer” y reunía una serie de cajas amontonadas, con lenguas pegadas de las que salía baba: “Combinaba la idea de recuperar la condición de trabajadoras de ese día e introducir la cuestión del placer, corriéndonos del lugar victimista. La gente no entendía: ¿lenguas, baba, cajas?”.
Hoy las performances copan las calles.
Hasta 2008, recuerda años intensos generando interferencias bajo una idea que aún la guía: “Lesbianizar el espacio público y desheterosexualizar la política”.
El aula como trinchera
El activismo de val se vinculó enseguida a la práctica pedagógica, no necesariamente sindical, pero sí caracterizada por la fuerte impronta de luchas docentes características de Neuquén. Participó de luchas emblemáticas a fines de los 90, desde el primer corte de ruta que hace un sindicato docente ante el ajuste de Sapag, recordado por el asesinato de Teresa Rodríguez en Cutral Co en el año 97. Diez años después, Fuentealba. “Muchas veces la práctica sindical está escindida de la práctica pedagógica, como si fueran cosas distintas”, dice. “Y para mí era súper importante vincularlas”.
Estudió para ser maestra en un instituto de formación docente en Plotier, alejada de la Capital, junto “a un grupo de docentes que hacía mucho énfasis en la producción de conocimiento del docente, no como una cuestión de transmitir saberes encapsulados, sino en la preparación del contenido, en la construcción de la autoría del contenido”.
A través de los Encuentros de Mujeres se cruzaron las inquietudes: “Me interpelaba la ausencia de las cuestiones más subjetivas vinculadas a la sexualidad y los géneros, y con otras compañeras fuimos construyendo una mirada feminista desde la práctica docente”, cuenta. Ahí fue que fundó La Revuelta, colectivo emblemático de Neuquén, del cual se marchó dos años después en pleno proceso de visibilidad lésbica: “Necesitaba otras cómplices para pensarme en ese sentido”.
Val continuó como maestra en el oeste de la provincia, zona de sectores empobrecidos, ya visiblemente lesbiana: “Las respuestas eran múltiples: podías generar una conversación a partir de encontrar complicidades en tías lesbianas, o silencio, negación y hasta violencia de parte de los padres”.
Todo esto fue para val parte de la producción de pensamiento teórico.
La teoría en la práctica
Su primer libro data de 2005 –Notas lesbianas, reflexiones desde la disidencia sexual-, y nunca más se detuvo, circulando por distintos ámbitos de militancia y académicos. Si muchos no la conocen tal vez no sea únicamente porque no usa redes sociales sino porque trabaja en los umbrales de la visibilidad y la invisibilidad: “Las voces legitimadas impiden escuchar otras cosas”.
La pregunta es entonces qué escuchamos, si buscamos más acá de los muros. De eso también trata Romper el corazón del mundo, su último libroque es es una aproximación a la profundidad de su escritura como pensamiento: “Muchas veces se arma la dicotomía academia-activismo, porque la academia termina siendo homologada como teoría, y es un problema porque desde el activismo abandonamos la cuestión teórica. Teoría es un pensamiento en la praxis”, define.
Romper el corazón del mundo nació a partir de una propuesta de la editorial española independiente Con Tinta Me Tienes, y fue editado en Argentina por La Libre. Reúne allí 17 textos que van del 2015 al 2020, textos que son intervenciones en distintos espacios activistas y académicos, y dos ensayos nuevos: uno a partir de la pandemia y otro, la última intervención que hizo pre cuarentena el Día de la Visibilidad Lésbica para el Congreso de estudios de género e historia de las mujeres en Mar del Plata. Ese texto habla de la masculinidad lésbica: “Siempre fue una fricción dentro del feminismo, porque la masculinidad está asociada al poder, al dominio, a la violencia como una gran totalización y se pierden otras formas de habitar las masculinidades, que no sean en cuerpos de varones cis. Yo la masculinidad la habito en femenino, no habito el pronombre: prefiero esos chispazos en la inteligibilidad del género, me interesa esa ambigüedad y ese relato de confusión que la coherencia identitaria”.
Confusiones, incoherencias, interferencias. Val continúa el proceso de de-construcción a través de textos con una gramática académica; después de años de activismo, cuenta, la escritura es hoy su territorio de intervención política más fuerte. “Pienso escribiendo, corriéndome de la concepción del lenguaje como un instrumento. Para mí la escritura es el campo de pensamiento, de experimentación y de creación que se va dando en el propio acontecer: no hay nada que ‘bajar’, es al ras de la escritura donde el pensamiento sucede”.
Hacer nuevos relatos, armar otros relatos de las propias prácticas: el ejercicio de val, que lejos de mostrar respuestas y salidas en tiempos de incertidumbre, profundiza con preguntas. “Me alejo de la búsqueda de certeza, de aquello que se instituye como correcto. Me interesa lo que pasa cuando más que ocupar el lugar de la respuesta correcta, tenés la posibilidad de pensar las preguntas”.
Alejada de la escuela como institución, sigue dando clases de escritura y talleres de formación, privados y para instituciones. Un ejemplo: clase de ESI para docentes. “En vez de tomarles los contenidos, ¿qué pasa cuando las docentes hacen sus propias preguntas? Salimos del programa, de certificar si aprendieron contenido, y salen cosas mucho más interesantes”.
En tiempos de masificación de la lucha feminista, de su institucionalización en un Ministerio, val interfiere para preguntar “cómo hacer para que la lengua del Estado no patrocine la imaginación del activismo”. Dice en la entrevista, a partir de extractos del libro: “Estamos viviendo cierta coyuntura donde la lengua del derecho ocupa fuertemente la construcción de los imaginarios críticos. Demandar al Estado te implica sostener una identidad coherente, estable, con una narrativa monolítica, y hay un problema ahí: se pierden todas las variabilidades que hay en esas identidades. Muchas lesbianas masculinas no nos consideramos ni cis ni trans. Estas categorías que han surgido para dar cuenta de opresiones de la comunidad trans, lo cual es totalmente válido, son identidades que no encajan en ese nuevo binarismo que se nos armó: lo cis y lo trans. Hace rato que no me pienso como mujer, sino como lesbiana. A su vez tampoco soy trans, por más que mi perfomance de género tenga más afinidad con los chicos trans. Para mí ahí hay variabilidades en relación a vivir el género que no entran en esas categorías: la idea es que no haya un nuevo binarismo para pensar nuestras vidas”.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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