Por Susy Shock.

Corría el año 2019 (A P)*, era invierno en Buenos Aires, y estábamos grabando Pa’ Despenar, el primer disco de Andrea Bazán; ella que vivía en Brasil entonces, había viajado especialmente para eso y para vernos, como año a año desde que se instaló en Ouro Preto casi diez años antes. La hermanita menor empezaba a cristalizar en su propia tierra este hermoso trabajo, que me empeciné en producirle, era un abrazo que necesitábamos para achicar distancias, también seguramente por esa reciente orfandad, que también aparte de la música nos unía desde que la Nelly se nos había ido a otros menesteres energéticos por otros bellos planos. Y estábamos ahí, en ese trabajo rodeadas de amigxs, como son cada uno de nuestros discos, y yo, en mi rol de asistirles, cuando empecé a convulsionar en medio de la sala de Ale, el técnico de sonido. Justo cuando me tocaba poner la voz en la canción dedicada a nuestra madre, estallaba la trava y quedaba desmayada entre cables y guitarras.

Ambulancia junto a policía que entra al estudio y al verme desmayada, pregunta: “¿Qué están haciendo acá?”, como si una travesti desmayada significara otros excesos, aun en un estudio de grabación, lástima no haber estado despierta para ser, yo, la que le respondiera: “Grabando un disco, Cabo, uno muy hermoso”.

Fueron días internada, susto y amores cerca, estudios, recuperación y finalmente un diagnóstico irrefutable: la Señora es diabética. Bienvenida al club, me gritan millones en el mundo. En casa, fueron pasando lxs más cercanos, mientras yo me recuperaba en mi cama de mimos y calma acompañada. El saldo: giras suspendidas, y el volver a empezar, de a poco, intentando mejorar hábitos y alimentaciones y un nuevo modo de cuidado integral, mientras el azúcar se iba exiliando definitivamente de esa casa en Liniers.

Para esta trava, que pasó por el Hospital Público, que me sacó de ese coma diabético, tener un nido construido fue la otra gran razón de mi recuperación. Y en eso pensaba cuando la amiga Marlene Wayar me vino a visitar, ya más consciente y recuperada. Si no estaba mi nido, amiga, yo no hubiese podido nada, pero nada, yo desperté luego de días y estaban lxs que tenían que estar resolviéndolo todo, y entonces pienso, cuando el tiempo pase, cuando seamos viejas, a nosotras que en general no tenemos familia, ni heredamos techos, ni tenemos hijxs, “¿que nos va a pasar?”. Porque no se habla de nosotras viejas, no nos imaginamos en ese momento de la vida. “¡Seamos nuestro nido entonces!” Empecemos a planearlo, decidamos cómo y con quiénes será finalmente… Ahí nace la idea de lo que será La Cotorral, un Nido Travesti con sala de teatro, Investigación en Artes Escénicas, Memoria y DDHH.

Este que les iré contando mes a mes…

*Antes de la Pandemia.