La Cotorral, por Susy Shock.

Mientras se materializa el sueño de La Cotorral, en medio del vertiginoso barco que andamos y que somos como país, donde una reunión con funcionarios tira tres casilleros atrás lo que en la reunión de la legisladora soñamos posible, y la esperanza callejera de que lo vamos a hacer o hacer, disipa los fantasmas de que no se puede, no se puede, no se puede y no se podrá, y mientras el cuerpo te pasa nuevas facturas, y esa batalla también la ganamos y la realidad te avisa a gritos y a palos que ese sueño cada vez más se desubica, por gigante y hermoso se desubica, porque existe el Fondo Monetario Internacional se desubica, porque existe  la miseria se desubica, porque existe la violencia creciente se desubica y porque ya casi no quedan ganas de soñar nada nuevo se desubica, y entonces nosotras seguimos así desubicadas y así queremos seguir haciéndolo, bien desubicadas de todo, bien desubicadas de soñar poco y prolijo, bien desubicadas de suponer que cuando estallan las tormentas lo único que debemos hacer es resguardarnos de todo, y esperar sentadas que venga un mejor tiempo, sin entender que el mejor tiempo nunca viene, que en todo caso nosotras lo vamos haciendo y que inclusive se construye en medio del fango y de las lluvias, y en el medio de todas las pesadillas, porque de eso se trata: de hacer lo imposible, de nacer en medio de la desesperanza, de fundar la diferencia, ¡travamente!