CABA
Salir a flote
Los trabajadores del astillero soportaron a la intemperie la tormenta menemista, pero decidieron dar batalla y recuperaron una empresa que se dedica a la modificación y reparación de barcos de carga, buques, barcazas y remolcadores. Derriban los prejuicios de los empresarios del sector con la eficacia y solidez de su trabajo. Y ahora preparan un espacio de formación para que los jóvenes de la Isla Maciel puedan aprender ese oficio.
El artista plástico Benito Quinquela Martín interpretó y se adueñó de la realidad de la zona de La Boca de principios del siglo pasado. Moldeó la Vuelta de Rocha, el movimiento, el ritmo de trabajo, su dureza, el agua turbia, las grúas y los astilleros. Lejos de ser una postal turística, Quinquela atrapó en su obra la dignidad del trabajo. Eso es lo que persiste, casi cien años después, en los obreros del ex astillero privado Sanim: descruzaron los brazos, se plantearon retomar sus puestos de trabajo, gestionar y funcionar sin patrones. Pero esta historia merece ser plasmada en todos sus colores, con sus luces y sombras.
El naufragio
El proceso de desindustrialización que comenzó a aplicarse a partir de mediados de los 70 como eje de la dictadura militar alcanzó su máxima y horrible expresión en la década pasada. El país estaba en ruinas y la actividad naviera devastada; el 90 por ciento del transporte del comercio exterior fue cedido a flotas extranjeras, cerraron 25 astilleros y desaparecieron cientos de firmas navalpartistas. Además la ocupación total de la industria naval cayó casi un 80 por ciento sólo entre 1985 y 1993. Para hacerse una idea: el promedio de trabajadores por establecimiento descendió de 32 a 7.
Luego de treinta años de actividad, los dueños del Astillero Sanim, de apellido Poetti, el 17 de julio de 2001 decidieron cerrar la empresa y dejar a los 120 obreros del lado de afuera. Pagaron indemnizaciones mínimas y mandaron a cada uno derechito a su casa. Beto Aquino, integrante de la Cooperativa Navales Unidos resume todo este proceso de deterioro en una sola frase: “Estábamos trabajando, todo comenzó a decaer, hasta que un día nos avisaron que formábamos parte de la franja de desocupados que no paraba de crecer”. Y como si hiciera falta repetirlo en voz alta, remarca: “Nosotros, todos los socios, somos gente exclusivamente de este trabajo, le dedicamos una vida a esto y de un día para el otro nos encontramos haciendo cualquier changa para sobrevivir. Durante el año y ocho meses que siguió al despido hicimos lo que pudimos: trabajos de pintura, de herrería, de albañilería”. Beto resume: “La situación fue muy dura para los 120 compañeros. Y no encontrábamos una salida”.
Sol entre las nubes
En esto de andar pensando qué hacer, los trabajadores navales se tropezaron con otros y otras que estaban en la misma. Compartieron experiencias, dolores y consejos y luego de analizar la situación, aceptaron el desafío de transitar por el camino de la autogestión. Beto cuenta que se conectaron con el abogado Luis Caro para saber cómo podían organizarse en cooperativa. “Lo primero que hicimos fue hablar con los dueños y ellos nos dijeron que si éramos los propios trabajadores del astillero los que queríamos abrir, nos daban la autorización”. Así fue: acordaron con los empresarios seis meses de gracia y luego, si la iniciativa prosperaba, entregarles un porcentaje de la facturación. El obrero recuerda orgulloso que el 7 de diciembre de 2002 ingresaron a la planta organizados formalmente como “Cooperativa de Trabajo Astillero Navales Unidos”. Sin embargo, un mes más tarde una empresa acreedora pidió la quiebra del astillero e intervino la justicia. Beto revela el alcance de eso que para muchos puede parecer un mero trámite judicial: les llevó casi un año obtener el permiso para usar las maquinarias. “Nosotros queríamos resguardar todo lo que estaba acá adentro porque era nuestro y nos quedamos durante todo ese tiempo cumpliendo turnos las 24 horas, pero muchos compañeros abandonaron en el camino porque no podían aguantar, por la necesidad de sus familias. Les faltaba fuerza para empezar, una vez más, de nuevo”.
Cuando finalmente superaron esa batalla, les faltaba otra: esperar que alguien llame y solicite los servicios de la cooperativa. Estaban ansiosos de ver en el horizonte alguna embarcación acercándose a la costa del astillero y poner en funcionamiento esas enormes maquinarias que trasladan a la nave del agua a la tierra. En este sentido, Beto resalta el apoyo que obtuvieron del Movimiento de Fábricas Recuperadas del que forman parte. “Nosotros estábamos acá, aguantando, y los trabajadores de otras cooperativas que ya estaban funcionando nos traían carne, fideos, plata para que fuéramos a ver a nuestras familias con algo”. Los potenciales clientes no veían con buenos ojos que el astillero estuviera manejado de forma cooperativa. “Los empresarios decían que no había ninguna garantía porque en esta estructura no se sabe quién es el jefe. Luego, entendieron que responsables somos todos. Nos ganamos la confianza trabajando con eficiencia”. Beto señala que la lucha es permanente: “somos trabajadores y no gerentes, y vamos aprendiendo a medida que hacemos. Empezamos con una computadora y ahora administramos este predio de 30 mil metros cuadrados”. En ese predio hay galpones infinitos para fabricar naves, hay cadenas gigantescas con eslabones desmesurados, hay un varadero para las reparaciones al que se arrastran con las cadenas los barcos que sacaron del agua, y hay un paisaje de engañosa mansedumbre y agua pastosa que lame los barcos viejos y las grúas muertas. A lo alto se ven los autos que vuelan por las autopistas y los puentes sobre el Riachuelo. Del otro lado hay una isla llamada Buenos Aires.
Joven de la Isla Maciel
Otra de las consecuencias de la debacle de la industria fue la desaparición de la carrera de ingeniería naval en las universidades, como así también de las escuelas de aprendices y de formación técnica. Los especialistas del área diagnostican que se perdieron dos generaciones completas de oficiales maestros. En la década del 70, en la Universidad Tecnológica Nacional se recibían 30 ingenieros navales por año. Inexorablemente el promedio se fue reduciendo hasta llegar a dos ingenieros por año en los 90.
Para la cooperativa la falta de mano de obra calificada en el mercado también es un problema, pero pudieron transformarlo con dos proyectos positivos. ”Nosotros propiciamos que cada trabajador tenga otro oficio más, que pueda aprender otra tarea. Por ejemplo, acá los pintores navales, ahora también son soldadores especializados en el área”. Además, a mediados de agosto firmaron un convenio con el Municipio de Avellaneda para instalar dentro del terreno de “los navales unidos” un aula de formación profesional. Es en el marco del Plan Envión, que busca sacar a los chicos de la calle de la Isla Maciel y de Villa Tranquila y darles escolaridad primaria, secundaria y, a aquellos que quieran tener un oficio, la posibilidad de aprender soldadura y calderería. Beto asegura que cuando los adolescentes vean cómo es el trabajo en el astillero, muchos se van a entusiasmar y apasionar tanto como él y sus compañeros.
Amarrando
Los 26 integrantes de la cooperativa realizan una asamblea cada semana para definir el futuro de los Navales Unidos. Cuentan con el permiso de uso de tierras y maquinarias de parte del gobierno de la provincia de Buenos Aires. Y cobran sueldos que rondan los 2 mil pesos. Esta cifra no sólo depende de los trabajos realizados, sino de la inversión que puedan destinar para que el astillero siga funcionando. Aquino, secretario de la cooperativa, explica que cuando ellos se hicieron cargo de la empresa no había ni luz ni gas y, con esfuerzo, los volvieron a instalar. Detalla, además, cuánto han avanzado en relación a esos días: “Hoy tenemos todos los puentes de grúa funcionando y mantenemos en buen estado todas las maquinarias.” Cree que éste es un punto importante para que el astillero sostenga cierto nivel de competitividad y demanda. “En este momento solo hacemos reparaciones y reformas de embarcaciones”. Aquino agrega: “Sin embargo, el astillero está preparado para la construcción de barcazas en serie.” En el país existe en forma creciente esta demanda, pero la cooperativa no recibe estos proyectos porque los trabajadores no pueden subsidiar una construcción de ese tipo. Para Aquino se trata de, otra vez, derribar un prejuicio del mercado, pero está convencido de que un día se va a dar, y podrán utilizar toda la capacidad operativa del astillero que alguna vez dio trabajo a 850 obreros. “Éramos 40, ahora somos 60, y podemos llegar a ser 400. Todos viviendo y ganando más o menos bien», sintetiza Aquino. Me muestra unas chapas, y dice. “¿Ve? Con estas cosas, cuando nos quedamos sin nada, inventamos soluciones nuevas”. Y se despide por una razón que los lectores –a esta altura– sabrán valorar en todo su significado: debe irse a trabajar.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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