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A desilenciar: Elisa Loncon, dirigenta mapuche

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Lingüista, profesora de inglés y de política, fue presidenta de la Asamblea Constituyente encargada de redactar la nueva Constitución chilena. De origen mapuche, viajó a Buenos Aires a apoyar al Tercer Malón de la Paz. La búsqueda de nuevos paradigmas, o de recuperar los originarios, para relacionarnos mejor con la tierra, entre nosotros, y con la vida. Qué es el desarrollo, la situación chilena, la esperanza en los jóvenes y lo contrario al racismo: la diversidad. Por Francisco Pandolfi.

A desilenciar: Elisa Loncon, dirigenta mapuche

“Hermanas y hermanos, les traigo un saludo de mucho cariño, desde lo más profundo de mi corazón y de mi territorio, que es el Wallmapu, al otro lado de la cordillera del pueblo mapuche, por esta decisión indígena que han asumido de defender el territorio. No es cierto que seamos pobres, sí que nos han empobrecido; y nos han empobrecido quitándonos el territorio. Y además nos han quitado nuestras lenguas, nuestra sabiduría, nuestra forma de pensar”.

La que habla es Elisa Loncón Antileo, histórica dirigente mapuche y expresidenta de la Convención que redactó una nueva constitución para Chile entre 2021 y 2022. No habla en cualquier lado; lo hace en la permanencia pacífica que el Tercer Malón de la Paz, integrado por más de 400 comunidades originarias de Jujuy, continúa frente a la Corte Suprema de (in)Justicia para exigir, entre otros reclamos, la derogación de la reforma (in)constitucional impuesta por el gobernador Gerardo Morales.

Luego de compartir una clase abierta en la permanencia originaria frente a Tribunales, charla con MU horas antes de volver a su tierra.

¿Qué le parece fundamental transmitir hoy, Elisa?

Que hay que recuperar la humanidad de la sociedad. Y dentro de esa recuperación de la humanidad, el respeto al otro, como legítimo otro. No podemos seguir enfrentándonos, con los niveles de violencia que existen. Tenemos que buscar paradigmas que permitan mirarnos en igualdad de condición. No por ser distinta, por tener otra forma de pensar, otra lengua, vamos a combatir al otro; necesitamos vivir dentro de la diversidad, en una convivencia.

Mencionó la palabra paradigma. ¿Qué esencia deberían mostrar estos nuevos paradigmas?

Hay que reconocer la crisis generalizada, política, social, que tiene que ver con la salud, el calentamiento global, y que es el resultado de una visión del mundo donde la naturaleza fue asumida como un recurso explotable y todo se empezó a extraer. Que los ríos no tengan agua tiene que ver con cuánta agua va a las mineras para la explotación de los minerales. Y que las ganancias no se quedan en los países, en los territorios, dentro de las comunidades, sino que se las llevan afuera las empresas. Ese sistema no da para más. Necesitamos cambiar el paradigma donde focalicemos en la interdependencia con la tierra, aspecto que nunca lo planteó el pensamiento eurocéntrico occidental cristiano colonial; nunca plantearon el vínculo con la tierra como sujeta de derecho y eso nos ha llevado a una situación de explotación insaciable.

Elisa Loncón nació el 23 de enero de 1963 en Traiguén, en la comunidad mapuche Lefweluan, región de la Araucanía, en el sur chileno. En mapudungun, “traiguén” significa “cascada”, “caída del agua”.

Se refirió al cambio climático, ¿qué está en juego en nuestra región?

La vida del ser humano, y la biodiversidad.

¿Cómo se le explica a quienes vivimos en una ciudad, la mayoría de la población, que está en juego la vida? 

Lo sienten, lo viven, no están conscientes pero lo viven, en las enfermedades que tenemos en el cuerpo, en la falta de alimentación sana, en la escasez de minerales, en la alimentación chatarra. Uno ve en la calle la gente sin condiciones básicas para vivir, pero también se ve la cantidad de comida que se bota. Hay que tomar conciencia de que necesitamos una relación diferente con los alimentos y con su producción, vincularnos de otra manera.

No estamos conscientes, pero se habla mucho más al respecto. ¿Qué falta?

Se habla pero no se practica. Es el problema de la cultura occidental, de la cultura patriarcal, de la cultura que creyó en ese sujeto racional que solo intelectualiza las cosas. Nos han enseñado a intelectualizar todo. La gente te puede repetir de memoria el oxígeno que necesita el agua, pero no lo han procesado en su corazón. Y tampoco lo han experimentado, llevándolo en el cuerpo. Todos hablan del cambio climático, pero la escuela está encerrada en la ciudad, los niños no tienen posibilidad ni siquiera de tomar sombra debajo de un árbol. ¿Cómo va a aprender a cuidar un árbol, si no tiene vínculo, si no sabe cómo se cultiva una lechuga?

¿Y por qué considera que no se practica?

Nosotros hablamos de la interdependencia del ser humano con la naturaleza. El sistema de pensamiento filosófico occidental puso en una pirámide a Dios y luego al ser humano, entonces todo lo demás es inferior y sin un vínculo con el mundo de la naturaleza. Esa estratificación e interiorización hace que nosotros nos creamos superiores y no tomemos conciencia del valor del resto de la naturaleza.

Hiciste hincapié en la cultura patriarcal. 

Al otro lado de la cordillera del pueblo mapuche siempre mantuvimos organizaciones horizontales, donde no había un solo poder, una sola cabeza, sino distintas cabezas donde participan hombres y mujeres. Con esa estrategia mantuvimos tres siglos de resistencia contra la corona española y desde hace dos siglos ante el Estado chileno. No es cierto que nuestras culturas sean machistas; a nuestra cultura le dio valor y fuerza el conocimiento de las mujeres, pero nos transformaron en machistas porque nos colonizaron, porque nos hicieron entender que el poder político lo tenían los hombres, pero eso está cambiando y se nota en el pensamiento indígena. No puede ser que después de cinco siglos sigan pensando que ellos van a pensar y decidir por nosotros. Tenemos instrumentos jurídicos internacionales que los conocen los gobernantes; los pueblos indígenas somos sujetos de derecho y eso es lo que estamos haciendo valer los pueblos de Jujuy, y lo que también a mí me correspondió hacer valer cuando me convertí en la presidenta de la Convención Constitucional en Chile.

A desilenciar: Elisa Loncon, dirigenta mapuche
Loncón junto al Tercer Malón de la Paz: la mapuche llegó para apoyar el reclamo de las comunidades contra la explotación de litio en Jujuy, la represión y el exterminio de una forma de vida.

Más acá del horizonte

Arriba del escenario armado en la Plaza Lavalle y mirando a las comunidades jujeñas, que justamente exigen la derogación de la reforma constitucional provincial por haber sido votada de manera exprés y a espaldas del pueblo, Elisa Loncón contó el proceso de escritura de la propuesta constitucional que finalmente fue rechazada por la ciudadanía a través de un referéndum votado el 4 de septiembre de 2022: “En un año escribimos ese documento, lo hicimos con acuerdo y con diálogo, con las mujeres, los partidos políticos, los movimientos ecologistas, sociales y las fuerzas progresistas. Por primera vez en Chile se escribía una constitución paritaria, con la participación real de las mujeres. También instalamos la interdependencia del ser humano con la naturaleza: si no tenemos aire limpio, agua, nosotros también nos vamos a enfermar y eso lo acordamos con la sociedad chilena. Fue tan bello lo que hicimos… escribimos un horizonte. Pero esa belleza fue interrumpida, manchada, vulnerada por intereses políticos que tienen el control del cuarto poder, que son los medios de comunicación. Empezaron a hacer un lavado de cabeza diciendo que los mapuches odiamos a los chilenos, algo que no es cierto. No odiamos a los chilenos porque también somos chilenos. Con mentiras ganaron un plebiscito”. Y agregó con una voz imperturbable: “Sin embargo, el pueblo mapuche en su diversidad sigue sosteniendo que necesitamos transformar el Estado, que debe ser plurinacional. Hoy Chile vive un segundo proceso constituyente donde las decisiones son de la élite política y la extrema derecha; ya no está la plurinacionalidad, no se habla en nuestra lengua, no están las mujeres con su atuendo; entonces seguirá siendo una constitución colonial. Pero nuestra lucha sigue en pie y se relaciona con la lucha que ustedes tienen; tenemos que aprender de los procesos de otros pueblos en Latinoamérica, hermanarnos en el conocimiento para seguir avanzando en unidad”.

Elisa, ¿qué muestra y qué demuestra la lucha del Tercer Malón de la Paz?

Es una lucha por los derechos humanos y por eso necesitamos recuperar nuestra humanidad. ¿Por qué algunos pueden ejercer sus derechos y los pueblos indígenas no? ¿Por qué un pueblo tiene que cambiar, renunciar a su territorio, a su visión de mundo, para llegar a la escuela o terminar como un sector marginalizado? No les dan la opción de continuar en su propio tránsito de la historia. El pensamiento occidental está caduco, se ve en las crisis y en las promesas falsas de desarrollo, que siempre fue una ilusión.

¿Qué le dispara la palabra desarrollo?

Preguntas. ¿Son estas casas? ¿Son estas calles? ¿Es la falta de agua? ¿Es la lucha por el litio, es la lucha por el agua? ¿En el fondo tiene que ver con la sobrevivencia del ser humano? ¿Qué es? Hay mucho mito en el discurso del desarrollo. Las mujeres fueron sacrificadas para instalar esta modernidad, los pueblos indígenas fueron sacrificados para instalar este desarrollo. Hubo genocidio. Hubo muerte. Y sigue habiendo vulneración de derechos. ¿Hasta cuándo?

Pensando en lo que pasa en Jujuy en particular y en Argentina en general, ¿qué similitudes encuentra con lo que pasa en Chile?

Los Estados monolíticos, monoculturales, monolingües siguen siendo Estados opresores frente a los derechos de los pueblos indígenas. Pueden cambiar en la medida que también cambien la política y la concepción que tienen esos sujetos respecto a nosotros, y esa concepción cuando no es de inferiorización, es de paternalismo. Lo que buscan los pueblos es un reconocimiento en relación de igualdad de derechos políticos. Queremos tomar nuestras decisiones sobre nuestro futuro.

¿Cuál es ese futuro deseable?

Continuar siendo pueblos vinculados a la naturaleza, con proyección en nuestros territorios, con nuestros sistemas económicos; hay una economía familiar que no es de explotación, sino de subsistencia y con esa economía se puede todavía disfrutar de la naturaleza. Anduve en Jujuy, conocí ese paisaje bello, las chacras donde producen, los animales que crían. ¿Qué quieren de ellos? ¿Sacarles sus territorios para que después anden botados en la calle, en la ciudad? ¿Dónde está la conciencia de la humanidad? Yo tengo confianza en que esto va a mejorar. 

RACISMO Y DIVERSIDAD

lisa tiene una whipala devenida en pañuelo, anudado en su muñeca izquierda. Se alza, cuando levanta sus brazos al decir. La platería mapuche la lleva sobre el pecho, bien visible. Debajo, una faja negra y blanca, denominada trarüwe, rodea su cintura. Mira a los ojos y mira con la misma firmeza que transmiten sus palabras. 

¿En qué se aferra para confiar en una mejora?

En la educación, en la condición creativa del ser humano. En que asumamos al otro en igualdad de derechos.

Usted además de ser lingüista, es profesora de Inglés y política.

Sí, en la Universidad de Santiago de Chile. Soy docente desde toda la vida. 

¿Y qué la esperanza dentro y fuera de las aulas, con la educación como bastión?

Como pueblos hemos experimentado cambios y hoy estamos en condiciones de ponernos en igualdad. Hemos logrado una mayor preparación para defender nuestros derechos y los jóvenes y los niños están en esa búsqueda; hay que escucharlos, darle posibilidades de ver un mundo diferente, no podemos dejar un desastre. Se debe construir una democracia inclusiva donde participemos los pueblos originarios en la organización del Estado, en diálogo con otros pueblos. 

¿Por qué no prevalece ese concepto de democracia?

Porque hay un relato construido donde se instaló el miedo a lo diverso, a lo homosexual, a la lesbiana, a los pueblos indígenas. El miedo no nos permite avanzar en confianza con el otro, y eso se instaló con políticas homofóbicas y raciales.

¿Dónde percibe el racismo en este tiempo?

El racismo es la inferiorización de la condición humana y está en todas partes. En el modelo cultural de las sociedades occidentales desde que llegó Colón e inferiorizó a los pueblos indígenas como bárbaros; había que inferiorizarlos para recién ahí apelar a una condición humana. Esta es la historia blanca monocultural, monolingüe. Lo contrario del racismo es la diversidad.

Arriba de ese escenario, con Tribunales detrás, con el Tercer Malón de la Paz escuchando, aprendiendo y enseñando, de frente, Elisa Loncón Antileo abre los ojos y abre caminos: “Muchas veces uno siente el frío, el hambre y que está solo, sin embargo, es necesario este esfuerzo para garantizar el futuro, sus territorios, para demostrarles a los políticos que tenemos derecho a decidir más allá del voto. Hay que mantener el orgullo, recuperar la sabiduría, el pensamiento filosófico de los pueblos indígenas. La lucha indígena es por la defensa de la vida y la sociedad no indígena tiene que aprender que la resistencia es en conjunto. Tarde o temprano vamos a alcanzar nuestro objetivo, nada es en vano; la lucha que dieron los antepasados, la que están dando ustedes, la de las mujeres, tendrá resultados. Sembramos, sembramos y la tierra dará los frutos”.

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