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Quién mató a Facundo

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La muerte en pleno Obelisco, impune. A un mes de la muerte del militante de Rebelión Popular a manos de la Policía de la Ciudad no hay avances en la causa: la fiscal se tomó licencia, los policías que lo asfixiaron no están identificados y todo parece encaminarse hacia la impunidad. Desde Trevelin, Chubut, su padre habla con MU y repasa las preguntas que falta responder. La fotógrafa que lo filmó todo, y el silencio de la justicia ante las consultas de esta revista. Por Franca Boccazzi.

Quién mató a Facundo
Compañeros de militancia de Facundo sostienen una bandera en su memoria a metros de donde fue asesinado.

Es la tarde porteña del 10 de agosto y faltan tres días para las elecciones primarias. Por eso, los movimientos Rebelión Popular, Teresa Rodríguez y la agrupación Votamos Luchar realizan una protesta, bajo la consigna “Contra la farsa electoral y por la democracia del pueblo”, en la que, entre otras cosas, queman una maqueta de una urna al lado del Obelisco.

La propuesta siguiente es hacer una fogata en la plaza del histórico monumento, pero la iniciativa dura poco. A pesar de ser un grupo de no más de 60 personas reunidas en un espacio público, sin interrumpir el tránsito, pronto son rodeados por agentes de la División de Operaciones Urbanas de Contención (DOUC) bajo el mando de la comisaría 1-B de la Policía porteña. Las organizaciones deciden suspender el fogón para evitar que el ambiente se espese aún más, y se disponen a armar una ronda de asamblea. 

Susi Maresca es fotoperiodista. Va con paso decidido hacia Plaza de Mayo a la ronda de los jueves de las Madres, hasta que se topa con una escena que le parece insólita: una asamblea de personas en una plazoleta, rodeada por un grupo de policías que los igualan en cantidad. Su instinto le dice que se quede, así que se acerca a la ronda donde la recibe Facundo Molares, fundador de Rebelión Popular y fotoperiodista. 

El megáfono pasa de boca en boca de los principales referentes que plantean que “todos los candidatos responden a los intereses de los sectores más ricos y por eso la democracia que proponen es la dictadura para la clase trabajadora”. Susi ve que hay un policía filmando la asamblea: los rostros, lo que se dice. Y piensa: “Voy a sacar la cámara porque esto me huele mal”. Le pide permiso a Facundo. “Sí, claro, yo también soy fotoperiodista pero nunca registro nuestras actividades”, dice entre risas dando a entender que sus convicciones le ganan a su oficio. 

Ni Susi ni nadie podía imaginar que esas serían tal vez sus últimas palabras.

Minutos después, sin aviso ni motivo aparente, la policía se abalanza sobre las personas y empiezan a reprimir el pequeño acto. En medio de los golpes y la tensión, Susi enfoca su celular y hace un video en vivo en su cuenta de Instagram. “No sé por qué se me ocurrió, yo nunca hago vivos”, cuenta a MU. “Seguro fue el hecho de saber que no había ningún medio cubriendo y la situación era peligrosa”. 

Tenía razón. En su registro se escucha cómo una militante le grita a tres policías que la tienen retenida en el piso: “¡Pará que no puedo respirar!”. “¡Dejala respirar!”, le implora en el vivo también Susi al policía. Ella camina con la cámara a la par de esos gritos pidiendo a los detenidos que digan su nombre para saber por quién preguntar luego en la comisaría, cuando se ve a Facundo en la misma posición que tenían a la compañera anterior. “¡Decí tu nombre, hermano!”, le grita Susi. Pero ya no hay respuesta: la fotoperiodista se da cuenta de que el rostro de Facundo está morado y se está asfixiando. Pide que lo den vuelta, les avisa a los efectivos que Facundo no está respirando. Recién entonces la policía lo suelta a Facundo, y demoran la decisión de hacerle tareas de reanimación varios minutos después, minutos clave. La ambulancia tarda otros 30 minutos y para ese entonces, ya es tarde.

Unas horas después, el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y por entonces candidato a presidente, Horacio Rodríguez Larreta, emite un comunicado titulado “Una Argentina sin paz y sin miedo” en sus redes sociales. Leerlo hoy eriza la piel: “Hoy en el marco de una manifestación con incidentes, falleció luego de una descompensación Facundo Molares. Lamento su muerte y extiendo mis condolencias a sus familiares. Quiero destacar y respaldar completamente el accionar de la Policía de la Ciudad que actuó con profesionalismo conteniendo los hechos de violencia. En la Ciudad, la violencia es el límite”. 

Al mismo tiempo, Eugenio Burzaco, el Ministro de Seguridad de la Ciudad que anteriormente había ocupado el cargo de secretario de Patricia Bullrich cuando era Ministra de Seguridad (y quien terminaría fuera de su cargo tras el crimen del ingeniero Mariano Barbieri), declaró que a Facundo lo detuvieron porque “hubo una agresión clara contra la policía”. Niega que lo hayan golpeado y se suma a la versión del gobierno porteño: “Hay muchos testigos que dicen que el hombre se puso azul y tuvo un infarto, es un hecho lamentable pero no tiene que ver con la acción policial”. 

Lo cierto es que no hay prueba alguna de tal agresión de parte de Facundo, y sí el registro de Susi en el que se ve la secuencia de cómo Molares Schoenfeld murió en manos de la Policía de la Ciudad, como parte de una represión violenta e insólita.

Eso garantizó que el poder judicial abriera una investigación por su muerte.

Quién mató a Facundo
Retrato de Molares en su vida de militancia.

Las licencias de la fiscal

El mismo día que ocurrió el hecho la fiscal  Marcela Sánchez apartó de la investigación a las fuerzas de seguridad porteña para que tome su lugar la Policía Federal Argentina. También pidió la individualización e identificación de los y las oficiales que intervinieron en el operativo y el registro de las cámaras de seguridad de la zona. 

Además, al día siguiente a primera hora de la mañana, el Cuerpo Médico Forense hizo la autopsia del cuerpo, procedimiento durante el cual la fiscal no permitió que la familia y la defensa del militante estuvieran presentes con un perito de parte. “La autopsia la hacemos nosotros y después les damos los resultados para que el perito los revise”, le dijo Sánchez a Hugo Molares, papá de Facundo, y a los abogados que llevan adelante el caso, Gustavo Franquet y Eduardo Soares. El informe preliminar se publicó apenas horas después y en él se registró que la causa de muerte fue por una “congestión, edema, hemorragia pulmonar-cardiopatía dilatada”. Y ampliaba: “no se observaron lesiones traumáticas con características punzantes, cortantes o penetrantes sobre la superficie corporal ni sobre órganos internos”. 

A más de un mes de la represión en el Obelisco la causa por la muerte de Facundo caratulada sigue caratulada como “N.N. s/muerte por causa dudosa víctima: Molares Facundo” y no hay más novedades que las sucedidas en esas primeras 48 horas posteriores al hecho. 

Esto significa que no se identificó a los policías que retenían y presionaban innecesaria y abusivamente a Facundo contra el piso, a pesar de que el padre de la víctima y sus abogados, una semana después de la represión en el Obelisco, se constituyeron como querellantes en la causa y aportaron como prueba varios registros fílmicos, entre ellos el de Susi Maresca, para que se lograra identificar rápidamente a los agentes sin esperar la llegada de las imágenes de las cámaras de seguridad. 

Los abogados de Facundo, Soares y Franquet, explicaron a MU que si la represión sólo hubiera provocado personas lastimadas y detenidas, el caso hubiese quedado a cargo de la justicia porteña. Pero al haber muerto Facundo la investigación le corresponde a la Justicia de Instrucción Nacional de Capital Federal. Y como en la carátula del caso figura “N.N.”, es decir que se desconocen los autores de esa muerte, el expediente primero pasa a manos de un fiscal que tiene la tarea de esclarecer esa autoría y, una vez que eso sucede y se actualiza la carátula con el nombre de el/los autor/es, el expediente pasa a manos de un juez. En otras palabras, una vez que la fiscal Marcela Sánchez identifique a los dos policías que detuvieron a Facundo, el expediente dejará de estar a su cargo. 

Entonces, ¿por qué pasan los días y el nombre de esos agentes sigue sin esclarecerse? Eso es lo que intentamos preguntarle a la fiscal Marcela Sánchez. 

En medio de la calle Tucumán al 900 se alza el Ministerio Público Fiscal de la Nación que apenas se distingue por una pequeña placa de bronce en el frente y una bandera celeste y blanca que hoy no flamea. En el octavo piso al contrafrente está la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional Nº30, a cargo de la doctora Sánchez. Allí informaron a MU el 5 de septiembre: “La doctora Sánchez está de licencia desde ayer hasta fin de mes, se tomó la licencia anual compensatoria”, dice un hombre de traje empleado de la fiscalía y agrega que, mientras tanto, queda a cargo el fiscal Pablo Recchini. “Igual, todos los pedidos de información se deben hacer a la oficina de prensa de la Procuración”, explica rápidamente, dando por concluida la charla.

Unas horas después, en la Dirección de Comunicación Institucional de la Procuraduría, entregaron a MU, impresa en una hoja oficio, la última información subida por la Fiscalía: un comunicado del 11 de agosto con los resultados preliminares de la autopsia de Facundo, el pedido de cámaras de la zona, y el apartamiento de la policía porteña de la investigación. No se sumaron declaraciones de testigos, no hay novedades de las filmaciones de las cámaras de seguridad, ni avistaje de posibles nuevas acciones tomadas por la fiscal para avanzar con el caso. 

El expediente sigue en el mismo estado que el día después de la muerte de Facundo.

“Nosotros a la fiscal le teníamos todo el respeto que se le puede tener a un fiscal en tanto investigue, nunca fuimos prejuiciosos ni prestamos atención a sus antecedentes, pero a medida que la mujer tenía que avanzar en la investigación y no avanza, ahora ya sí estamos preocupados”, dice a MU Eduardo Soares al enterarse de la repentina licencia. 

Y es verdad que la fiscal tiene un recorrido de expedientes en situaciones similares.

Marcela Sánchez tuvo a su cargo durante 4 años el caso de la “tragedia” de Iron Mountain, una empresa que luego se demostró que tenía vínculos estrechos con el gobierno de la Ciudad en la gestión de Mauricio Macri. En ese período los familiares de los diez fallecidos no obtuvieron avances significativos para determinar a los responsables y que se haga justicia. “La causa estuvo estancada por la fiscal Marcela Sánchez que no movió un dedo”, denunció a los medios una de ellas, Liliana Baricola, hermana de uno de los rescatistas de Defensa Civil.

“Felicitamos a Díaz Castelli, a la Fiscal Marcela Sánchez y a la Jueza Yamile Bernan ya que en forma conjunta lograron que la familia de Rocío ya no creamos en la justicia de nuestro país”, dijo por su parte en un comunicado Rodolfo, hermano de la mediática Rocío Gancedo, cinco años atrás. La ex participante de Gran Hermano había sido hallada sin vida en un contexto dudoso y el único sospechoso fue su psicólogo, Gervasio Díaz Castelli, que luego fue sobreseído. En el mismo comunicado Rodolfo agregaba que “la causa fue ‘cajoneada’ durante más de 9 meses sin mostrar un solo avance en la estéril investigación”. 

La voz del padre

Hugo Molares es abogado nacido en San Isidro. Fue militante sindical en los años 70, asesor legal de gremios como ATE y CTA y ahora es Juez de Paz en Trevelin, la ciudad chubutense que eligió para instalarse cuando su hijo Facundo tenía 7 años. Queda claro que Facundo no solo creció rodeado de lagos y montañas, sino con la familiaridad de lo que significan las convicciones y la militancia en pos de la justicia social. 

Facundo era militante admirador del Che Guevara, fue integrante de las FARC colombianas y preso político tras el  golpe de Estado cívico-militar de 2019 en Bolivia. Molares padre asegura a MU que, más allá de que pudo haber sido una influencia para su hijo, Facundo ya nació con el mismo espíritu rebelde, alegre y vivaz que conservó hasta sus 47 años. 

“Si hay algo que caracterizó a Facundo de chico fue la alegría y la sonrisa”, recuerda, con pruebas en mano: “Hoy reviso las fotos de su niñez y está siempre con una sonrisa. Era muy ágil, muy activo, muy compañero. Pienso que si no hubiera sido militante de izquierda hubiera sido un sacerdote franciscano, porque jamás le interesó nada de lo material. Hace unos días estuve acomodando sus cosas y lo único que encontré fueron libros y un cepillo de dientes. Nunca le importó nada de nada. Está lleno de personas que se titulan militantes por un cargo, por una función, por un halago. Él siempre despreció eso, nunca quiso tener nada, y no lo tuvo”.

¿Quiénes son los responsables de la muerte de Facundo?

Acá hay actores intelectuales y actores materiales. Los actores intelectuales son Larreta y Burzaco, que por una especulación política querían medir quién tenía las uñas más largas con Milei, Bullrich y otros personajes patéticos que hay en la política Argentina, y largaron los perros para que hicieran lo que hicieron. Realmente estamos muy complicados porque esta gente es votada. Estamos en una situación que da mucha pena e indignación por todos lados. Han hecho el proceso de procurar hacer ignorante a la gente restándole medios, restándole cultura, educación, y hoy tenemos lo que tenemos, lamentablemente. Yo ya soy un tipo grande y más escéptico, pero Facundo creía fervientemente que las cosas podían cambiar. 

¿Cree que la Fiscalía mostró predisposición para avanzar con la investigación?

Para nada. Al contrario, lo que nosotros percibimos de parte de la Fiscalía fue que, desde el día que lo mataron a Facundo, empezaron una serie de señales negativas. Primero, se nos entorpeció el pedido de tener perito de parte en la autopsia. Después de eso pedimos una segunda autopsia para la cual ya habíamos presentado el acta de nacimiento y a los dos días me volvieron a pedir el acta pero con certificación de escribano. Por otra parte, tardaron una semana en aceptarnos como querellantes en la causa. Yo ya sé cómo funciona esto. Cuando no quieren hacer las cosas, empiezan a dilatarlas. 

El Juez de Trevelin siente la ausencia abrumadora de su hijo con el que el contacto era permanente: antes de la represión en el Obelisco, Facundo había estado un mes en el sur para pasar tiempo con la familia. Y cuando la distancia los separaba, todos los días intercambiaban un mensaje o un llamado. “Éramos muy compinches, compartíamos muchas cosas con mi hijo”, asegura.

¿Qué resultado espera de la justicia?

Me preocupa que personas que tienen un cargo político, como en este caso Larreta o Burzaco, pueden mandar a golpear, matar, encerrar a las personas, y el resto de la sociedad considera que eso es legítimo. Hay que empezar a cuestionar ese tipo de pensamiento. Por todo esto vamos a ir hasta las últimas consecuencias para intentar que los autores materiales e intelectuales sean condenados y paguen la culpa.

Al cierre de esta edición, los compañeros de militancia renombraron la agrupación como Movimiento Rebelión Popular-Facundo Molares, en su honor.

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