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Acusado: Eduardo Belliboni, dirigente del PO
En el medio de un proceso judicial que lo llevará a juicio por supuestas irregularidades en el manejo de fondos sociales, habla del estado de su organización, diezmada por un recorte de dinero estatal y el temor ante la represión policial. La inercia de los planes sociales y seguros de desempleo, los punteros brutales, los reclamos hacia afuera. La idea de la chispa y el combustible y una teoría política sobre el dentífrico. Por Francisco Pandolfi.

Eduardo Belliboni tiene 65 años y se acaba de jubilar. Desde inicios de los ochenta milita en el Partido Obrero, y hoy es el referente del Polo Obrero, su brazo piquetero. Recibe a MU en una de esas casas viejas y grandes que perduran en el barrio porteño de Balvanera, y que hace de local del partido. Lleva puesta una remera de un sindicato de base italiano, en la que se ve un puño y se lee una inscripción del Manifiesto Comunista de Marx y Engels: “Proletari di tutto il mondo unitevi”. Proletarios de todo el mundo, unidos.
¿Qué no te deja dormir de este momento de la historia?
Cómo abordamos este problema que es Milei. Cómo abordamos esta etapa histórica de la Argentina, con el ataque que lanzó su gobierno. Cómo uno puede lograr los puentes, establecer las discusiones y el debate para ver cuál es la mejor forma de enfrentar a un fenómeno que, si bien tiene sus características particulares, no es nuevo porque es el mismo programa económico de Cavallo y de Martínez de Hoz. En Argentina no hay fascismo, pero está gobernada por un fascista, que tiene determinadas convicciones como la derrota de la clase obrera y de una masa dispuesta a aplastarnos físicamente. Por eso fue tan importante la marcha Antifascista y Antirracista del 1º de febrero, como acción preventiva porque no sabés cómo va a evolucionar la situación política. El huevo de la serpiente finalmente es eso: el inicio de un proceso que puede terminar en un régimen de excepción.
¿Qué te preocupa por fuera de Milei?
Que esta situación que todos vemos no termine en un desvío conciliatorio de clases, con sectores que fueron los responsables de que hoy gobierne Milei. Si no pasa nada con la oposición, es porque la oposición está de acuerdo con muchas de sus decisiones. Si no hay una reacción mayor a sus políticas, es porque las direcciones de los partidos tradicionales de la burguesía están de acuerdo, y tienen nombre y apellido: peronismo, radicalismo, centroizquierda. No están tan en contra del programa de Milei, que está haciendo un ajuste que (Sergio) Massa consideraba necesario y que, aunque con otras formas, también hubiera hecho. Mi mayor preocupación es cómo orientamos una lucha común, pero con una independencia política de las corrientes responsables del desastre de este país.
Usaste la palabra “puentes”. Para enfrentar a Milei, ¿ves posible y necesario tejer puentes con esos actores que considerás responsables?
Los puentes son por abajo. En la fábrica, en el barrio, en el movimiento estudiantil. Nosotros no tenemos ninguna posibilidad de tender un puente hacia el kirchnerismo para enfrentar a Milei, porque en parte llegó ahí por responsabilidad de quienes le votan las leyes en el Parlamento. Es incompatible. El peronismo tiene una responsabilidad enorme, por ser una estructura que no se ha modificado nunca. Nunca los escuché criticar a la burocracia de la CGT. No dicen ‘vamos a echar a la mierda a los Cavalieri’; al contrario, son aliados de los Cavalieris, los Moyano, los Daer. Su gran responsabilidad no pasa solo por cómo gobernaron, sino por la burocracia sindical que es toda o casi toda peronista. El puente debe ser entre los trabajadores.
¿A las organizaciones sociales ligadas al peronismo también las metés en la misma bolsa?
Desde el movimiento piquetero siempre intentamos hacer puentes ahí. No caracterizamos igual a la CGT que a la UTEP (Unión de Trabajadores de la Economía Popular). No son lo mismo. Con la UTEP compartimos en los barrios luchas e iniciativas en común, no somos enemigos y a principios de febrero tuvimos una reunión de todas las organizaciones del universo piquetero para iniciar un camino de acciones en común. Estamos conformados en tres frentes: la UTEP, el frente Territorios en Lucha (relativamente nuevo e integrado por el Teresa Vive, el FOL, Libres) y el Frente de Lucha Piquetero, donde estamos nosotros, el MTR, Votamos Luchar y otras organizaciones. Para sintetizarlo: somos el peronismo, la centroizquierda y la izquierda. A mediados de febrero hicimos nuestra primera movilización conjunta, para exigir un bono universal de cara al inicio de clases porque la mayor preocupación que hoy tienen nuestros compañeros es que no van a poder mandar a los pibes al colegio.
¿Qué radiografía hacés de las organizaciones sociales?
Las organizaciones tuvimos un retroceso durante la etapa de Milei. Por un lado, por la destrucción de la ayuda social, que representó una caída de más del 50%. Son datos muy fuertes, porque antes una familia podía tener una contención, una organización de la vida familiar que se desintegró totalmente. La gente tiene un programa social destruido por la inflación, que es de 78 mil pesos, que fue desprendido del salario mínimo vital y móvil, por lo que no tiene ningún tipo de ajuste. Por otro lado, el tiempo para organizarse en el barrio es menor y eso genera muchas trabas. Hay una desesperación total en mucha gente que debe salir a la mañana a intentar parar la olla sin saber si lo va a lograr. Noto una ausencia de ese canal que les permitía a las familias organizarse, pelear frente al gobierno y arrancar conquistas y reivindicaciones. Hoy lo que te arrancan es la cabeza si te movilizás. Una marcha de abril de 2024 fue un antes y un después, porque tuvimos 70 heridos y casi 60 detenidos. La política represiva también repercute, igual que el miedo a perder el programa, porque este gobierno amenaza con sacarte todo.
¿En qué momento están hoy?
Estamos en el proceso de recomposición de esas fuerzas, que se daba más rápido cuando conquistábamos reivindicaciones, porque ayudaba a fortalecer la lucha interna. Hoy no solo no conquistás reivindicaciones, sino que si vas a la ruta te cagan a palos. Las motos salvajes rondando, un ejército enorme apuntándote: todo eso pegó fuerte en el ánimo de los trabajadores, está latente el que nos van a matar. Frente a esto, estamos impulsando un plenario de delegados entre todas las organizaciones donde se fortalezca a los militantes y el concepto de que estamos en una etapa muy dura, pero imprescindible pasarla cada vez más organizados. Este gobierno no solo no va a dar soluciones, sino que va a ir empeorando la situación social.
¿Qué percibís de esa situación?
La ola de despidos va a crecer porque además tiene un impacto, un efecto dominó. Empiezan a cerrar grandes fábricas, que decantan en el cierre de los pequeños talleres. Gente que antes tenía un laburo formal, ahora es una changa. Se produce un deterioro del trabajo, se empiezan a perder los empleos más estables. Un ejemplo: el cierre de la fábrica Avon derivó en 300 despedidos. Los delegados totalmente vendidos ni fueron el día del cierre. La gente agarró la indemnización. ¿Qué hacen? A quienes les alcanza, se compran un auto para hacer Uber. A quienes no, una moto o bicicleta para hacer delivery. De esos 300, a lo mejor zafan 10, 20. Y para el resto, la desocupación. Además, hay muchas dificultades con el problema alimentario. Donde se llenan las panzas, no se alcanzan los valores calóricos que necesita un pibe, que deviene también en un problema educativo inmediato. Estamos viviendo un crimen social, que se agudiza porque cada vez hay más falopa en los barrios y creció muchísimo la prostitución juvenil.
¿Y ustedes cómo enfrentan esto?
Únicamente la organización te puede dar un marco. El Estado abandonó toda atención y asistencia. Los barrios están totalmente abandonados, las redes de contención desaparecieron en muchos lugares. Mantenemos la idea de la asamblea, pero las familias que en un momento se apoyaban en las organizaciones hoy ven que es poco lo que se puede hacer. Por eso hay que tirar abajo este gobierno, sacarle el poder a la burguesía, si no es imposible. Tenemos que ir a una pelea política, con curitas no vamos a resolver este problema y cada año que pasa es mayor la descomposición social.
Más de 40 años de la recuperación de la democracia, más de 40 puntos de pobreza. Hasta el gobierno de Milei, Argentina era de los países con más ayuda social desde el Estado. ¿Cómo se explica?
La ayuda social es un instrumento de emergencia, el problema es que la emergencia existe hace 30 años. ¿Lo que importa es que haya más ayuda? No. Ni economía popular, ni ayuda social, ni asistencialismo. La lucha por el poder político para ir a un desarrollo económico de los trabajadores. Para un gobierno propio.
¿Cuál sería la primera política de ese gobierno propio?
La nacionalización de la banca. ¿La banca tiene que ser privada y que todos los recursos de este país se los fuguen para la especulación o para blanquear guita que viene del delito? ¿Para eso tienen que servir los bancos en este país? No. Debe haber una banca nacional que permita llevar el crédito donde queremos desarrollarnos. Otro punto: el comercio exterior no puede estar en mano de cuatro pulpos, sino manejado por los trabajadores. Esos son los problemas que hay que discutir y no la idea del asistencialismo, que es terrible. Este debate llega hasta Estados Unidos. Por ejemplo, Elon Musk es uno de los impulsores de los planes sociales. Es impresionante, porque el tipo dice “acá no habrá laburo para todos, hay que crear planes sociales”, porque la gente se va a quedar al margen, el desarrollo tecnológico y científico deja fuera a la gente. Nosotros estamos en contra de los planes, lo que hay que hacer es repartir las horas de trabajo.
¿Que se hayan vuelto crónicos los planes es una trampa sin salida?
Lo que nosotros pedimos no son planes sino un seguro al desocupado, que es la garantía de que si alguien es despedido, cobrará el 82% del salario en actividad hasta que vuelva a conseguir trabajo. Esto no es un invento nuestro, se hizo en Europa cuando se cerraron las minas en Inglaterra y lo crearon para que la gente pudiera vivir, porque si no se moría de hambre literalmente.
¿Es posible eso, cuando hoy hay más del 50% de trabajadores en la informalidad y la tecnologización viene a profundizar eso?
Sí, claro que es posible. Nuestro planteo es el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario. Es decir, en una fábrica en que laburan 100 tipos y 8 horas, debería haber 200 tipos laburando 4 horas. Vos me vas a decir que al capitalista no le conviene. Y sí, claro, absolutamente, al capitalista no le conviene, por eso los medios de producción deben estar en manos de los trabajadores.
¿Hacés alguna autocrítica del accionar de las organizaciones sociales en cuanto a las cajas que manejaron en el gobierno de Alberto Fernández?
La caja con la que el gobierno construyó poder en las organizaciones fue una caja de contención, no estaba pensada para construir poder popular, para construir organizaciones de lucha, para fortalecer la unidad de los trabajadores contra la burocracia de los sindicatos como pedíamos desde el Polo Obrero. La mayoría de las organizaciones no quería esto y fueron las que más recursos recibieron. Después, nosotros pudimos haber cometido 20 mil errores, pero nunca el de decir que la respuesta correcta son los planes sociales y los comedores, porque siempre creímos en que son una instancia de organización, no un fin en sí mismo.
Hablás de errores propios, ¿se replantean algo en cuanto a metodologías, controles y sanciones llevadas a cabo por la izquierda?
Hemos escrito mucho sobre eso. Es una lucha constante por corregir lo que fueron históricamente las situaciones de los punteros en los barrios, donde la sanción era lo único que servía. Al integrar a muchos compañeros debimos corregir ese tipo de métodos brutales. Nosotros combatimos esas formas que existen; el nuestro es entrar al barrio con el planteo de democracia, asamblea y la lucha. En cuanto a la lógica de los famosos cuadernos, donde se anota quién va y quién no a una marcha, es una cosa que hacen hasta los centros de jubilados. Si vos no tenés un control de la gente, tenés mucho problemas.
El fiscal federal Gerardo Pollicita pidió elevar la causa en tu contra y otros 17 dirigentes sociales por extorsión y defraudamiento del Estado, por un presunto desvío de fondos destinados a la asistencia social y que se habrían usado con fines partidarios. ¿En qué se basa el fiscal para la acusación?
Pollicita no probó absolutamente nada de lo que dice que hicimos. Él mismo dice que el Polo Obrero está integrado por 85 mil personas y que solo tiene tres testigos, ninguno de los cuales dice haber sido afectado por una extorsión ni nos acusa directamente. Es escandaloso todo este proceso. Sobre el supuesto desvío de fondos, rendimos ante el Ministerio de Desarrollo Social cada peso que el Estado nos dio, o sea, también es falso que defraudamos al Estado. Lo que hay es una enorme campaña política que empezó el 20 de diciembre del 2023 con el lanzamiento del protocolo anti-represivo, además de una campaña en los teléfonos celulares y en las estaciones de trenes, donde se amenazaba a la gente con la pérdida del beneficio social si se movilizaba. Eso fue una extorsión. Hubo allanamientos a todas las organizaciones sociales buscando no sé qué, pero no hay un solo allanamiento a Ritondo para que explique cómo compró cientos de departamentos.
¿Hay algún dilema que tengas hoy, algo que te genere dudas sobre si es por acá, o por dónde, que no puedas responder con una certeza?
Sí, un montón. No sé cómo se dará la oposición a Milei, que puede adquirir muchas características. Tampoco sé cómo se desenvolverá la crisis en el mundo, que es una preocupación muy grande porque hay una tendencia a la guerra y a la confrontación. No sé cómo se resolverá la crisis capitalista, porque no es que veo el porvenir socialista a la vuelta de la esquina, ni de casualidad. ¿A dónde vamos? Trump acaba de ganar las elecciones y tiene una política de guerra que no parece horrorizar al mundo. Eso me produce una enorme cantidad de dudas. Pero también de esperanzas. ¿Quién puede decir cuál es la chispa que encenderá el combustible? Yo sé que el combustible está. Yo sé que las condiciones se van dando cada vez más.
¿Cuál es la chispa?
No tengo la menor idea, solo sé que voy a empujar para que sea hacia un lado. Alguna forma tenemos que encontrar para frenar esta barbarie. Porque la alternativa que planteó Rosa Luxemburgo, de socialismo o barbarie, está más planteada que nunca. ¿Estamos cerca del socialismo? No. ¿Estamos cerca de la barbarie? Sí. Todos los días me levanto con la idea de hacer algo, porque militar también es una alegría. Aunque lo que veamos sea un desastre. Hace un tiempo tuve un debate con Guillermo Moreno, que me dijo: “A Milei hay que echarlo pero a través del juicio político, no como quieren ustedes, porque las masas son como el dentífrico: es fácil que salgan, pero es difícil hacerlas volver a entrar”. Y tiene toda la razón del mundo, y eso es lo que yo quiero: que las masas salgan y no vuelvan al punto inicial, sino que tomen en sus manos su destino.
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