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Mariana Eva Pérez es nieta de Abuelas de Plaza de Mayo e hija del 77, recuperó a un hermano y un destino: escribir. Blogger por elección y dramaturga por pasión, estudió Ciencia Política y trabajó en el hilván de Teatro por la Identidad. Sus propias obras están lejos de complacer los lugares comunes de esas temáticas y tocan las heridas más profundas de la batalla por resignificar la memoria.

BioteatroEn su perfil de blogger dice que tiene 31 años, que es mujer, que nació bajo el signo de Cáncer y en un año de la Serpiente, que su sector es el arte y su profesión “dramaturga y politóloga, en ese orden”.
El énfasis importa mucho.
Mariana Eva Pérez escribe desde chica: “Era lo más divertido que podía hacer”. Mira hoy sus cuadernos y se asombra de la imaginación que tenía, “y la desvergüenza para escribir lo que se me ocurría”. Tenía 13 años cuando la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo –de la que eran parte sus dos abuelas, Rosa Roisinblit, actual vicepresidenta, y Argentina Rojo, que murió hace tres años– publicó una selección de sus poemas y relatos. “Pero después la cuestión de la militancia vino a tapar todo. Ahora veo que fueron años en los que me propuse buscar a mi hermano, y lo encontré y seguí y no paré. Años en los que no le di bola a lo que quería hacer, muy marcados por el mandato que sentía”.
 
Todo en la cabeza
El 6 de octubre de 1978 el padre de Mariana, José Manuel Pérez Rojo, y su madre, Patricia Julia Roisinblit, fueron secuestrados y llevados a un centro clandestino de detención en la zona Oeste del Gran Buenos Aires. Allí Francisco Gómez, quien participaba en los grupos de tarea de la Aeronáutica como personal civil, vio el embarazo de ocho meses de Patricia, que al mes siguiente fue llevada a parir a la Escuela Superior de Mecánica de la Armada. El 15 de noviembre el médico Jorge Luis Magnacco asistió al nacimiento del hermano de Mariana, a quien su madre llamó Rodolfo Fernando pero Gómez y su esposa, Teodora Jofré, inscribieron con otro nombre, como hijo propio nacido en su hogar el día 24.
Hace ocho años, cuando un estudio genético estaba a punto de confirmarle que había encontrado a su hermano, Mariana estudiaba Ciencia Política y trabajaba en Abuelas, y así se presentaba. Sus planes eran avanzar en esa dirección: se recibió, compiló publicaciones y colaboró en el mensuario de Abuelas, obtuvo becas de investigación de la Universidad de Buenos Aires y la Fundación Antorchas para sus investigaciones sobre memoria e identidad.
“Hacía lo que tenía que hacer, lo que yo me había dicho a mí misma que tenía que hacer. Para mí hay un llamado de mis viejos y de los desaparecidos en general, estas miles de almas en pena: es un llamado que no se puede desatender pero que al mismo tiempo amenaza con copar todo, aplastar toda la vida. Con sólo mirar las fotos yo podía decir quién era cada uno, más o menos las fechas de caída, dónde lo habían llevado. Lo tenía todo en la cabeza. No es por jactarme, a lo mejor no tendría que haber sabido tanto. Desatendí mi deseo de todo, incluido el artístico que quedó limitado al consumo: iba a un museo, iba a un recital. Pasé años dándole al teatro el residuo de mí, lo que quedaba de mí después de toda la jornada de laburar y estudiar”.
 
El residuo
Años después Mariana Pérez escucharía a Mauricio Kartún decir que “se escribe con la basura, con lo que perdió valor”. Pero, lo dicho: faltaban años. Por entonces ni siquiera era voluminoso el residuo –fuera esto lo que fuese– de sí: “Abuelas no es una oficina, no es un trabajo que termina a las 6 y chau, nos vamos de after office con las chicas al happy hour. Es otra cosa. Creo que para trabajar todos los días con este tema tan doloroso era necesario estar un poco anestesiada. A mí no me dolía; recuerdo que una sola vez lloré tomando una denuncia. No podía vivir emocionada ahí adentro, y creo que eso mismo llevaba a la vida de afuera. Desde que me fui, siento mucho más todo. Siento todo”.
Durante el verano pasado viajó al invierno de Europa y lloró en todas partes. En los museos, frente a los edificios, sobre los ríos, al cruzar algunas calles. “Me conmovía todo. Se me abrieron unas compuertas, sobre todo con la experiencia estética.”
Y “el temita” –como nombra con ayuda del humor a esa cuestión que le marcó la vida, la desaparición forzada de personas durante el terrorismo de Estado– decantó por caminos de transfiguración.
Mariana utiliza mucho la herramienta del blog. Tiene uno en el que ordena sus recuerdos y averiguaciones sobre su abuelo paterno y otro en el que juega con su novio Jose (sin acento) a inventar la historia de un matrimonio suburbano; tuvo otro sobre su obra Ábaco en el que subsisten detalles deliciosos de la dirección que hizo Fernando Suárez. Y escribió durante su viaje en ¿Mochila o vallija?, escala de Barcelona:
“En estos días venimos hablando mucho con Silvia. Yo le cuento que por primera vez me siento libre para hacer lo que se me antoje, liberada de la responsabilidad para con la historia que sentía. Que desde esta libertad puedo elegir escribir o investigar sobre ´el temita´, pero buscando un lugar propio desde donde hacerlo, que no tiene por qué ser una oficina de un organismo de derechos humanos o del Estado, ni una columna en una marcha. Poner el cuerpo de otra manera. ¿Cuál? No sé bien. Pero mía. Tengo que inventarla. Estoy en eso.
Una vez más, el recuerdo de mi viejo me rodea y me elude.
Papá: a mí sí me importaba tu vida. Y sí, lloro, estoy llorando ahora. Y también sigo. Y te necesito y te extraño y me da bronca que no nos hayamos ido al exilio. Y estoy orgullosa de vos. Y quiero saber de vos y temo que no voy a saber más que esta pena de no tenerte y esta ternura que sé que pusiste en mí y el dolor de saberte torturado y algo que me invento que nos pasa con la música.
No hay victoria donde vayamos a encontrarnos, papá. No hay un ´hasta la victoria siempre´ posible. No hay ninguna frase de ésas para cerrar este post”.
 
Sobre gustos
Acaso no sea casual que luego de su partida de Abuelas las primeras ideas que se le ocurrieron hayan sido de comedia. “Textos breves, juegos con humor”.
Peaje es el primer texto largo de esa cosecha. Se estrenará en marzo, con dirección de Javier Margulis y asistencia de dirección de Mariana, que ya había probado ese papel en Ábaco. Trata de un hijo (Mariano Campetella) que regresa a la casa de sus padres porque se ha separado, y la obra se desarrolla en el diálogo con su madre (Isabel Quinteros). “La empecé a escribir en noches de insomnio, después de que mi ex se fuera. A partir de imaginarlo a él de vuelta en la casa de los viejos, salí disparando para otros lados”.
La autobiografía es clave en la obra de Mariana Pérez, que en algún punto quizá siga siendo la nenita que escribe lo que se le ocurre –inclusive cuando es lo que le ocurre– con desvergüenza. “Me da mucho placer tomar algo que me causó mucho dolor y jugar como si fuera una plastilina, estirarlo, mezclar cosas, deformarlo”.
Después se siente muy nerviosa por lo que hizo.
Cuando escribió Ábaco, por ejemplo. Una joven pasa de la iracundia al derrumbe a la ternura a la imposibilidad de hablar claramente del asunto: “Algo hizo no bien mi abuela”, la primera frase que le apareció para articular esta historia, se repite, siempre dislocada, porque no hay modo de decir que hizo algo mal o no hizo algo que hubiera estado bien. La abuela que crió a la protagonista, luego del secuestro de sus padres, es una mujer que arroja su infortunio sobre los demás: creció sin amor y se casó sin amor y crió a esa nieta –pronuncia la actriz Cecilia Belmonte– “como una perrita a la que de todos modos vienen a buscar pronto”.
La abuela sobre quien Mariana habla nunca supo de la existencia de la obra. “La escribí en 2004 y Argentina murió en 2005.” Y, aunque no haya sido su elección, tampoco su hermano né Rodolfo vio Instrucciones para un coleccionista de mariposas, el monólogo de una joven que encuentra a su hermano nacido en cautiverio y descubre que no van a vivir felices y comer perdices.
“Durante muchos meses no nos vimos, porque vos no querías verme. Y yo tampoco quería verte, porque me harté de que me culpes de que porque te busqué y te encontré, ahora resulta que te cagué la vida”, dice el personaje de su primera obra, que se vio en Teatro por la Identidad y tuvo muy buenas críticas pero en Abuelas no gustó. “Les parecía contradictorio que yo tuviera una mala relación con mi hermano, escribiera sobre eso y siguiera buscando a los chicos desaparecidos. Pero una cosa es adherir a una causa que me parece justa –hay que encontrarlos– y otra es el vínculo. El vínculo no es una causa. Con mi hermano me di cuenta de eso: no se puede remar una relación como si fuera una militancia”.
Después tampoco gustó La muñeca, el monólogo de una mujer que sobrevivió a su hermana militante, “una hermana no-militante que expresa una mirada crítica, que no está de acuerdo con la opción de su hermana por la lucha armada”. Mariana siguió escribiendo mientras asimilaba esas perplejidades, mientras su escritura se iba limpiando del léxico académico y hallaba otro tono: Manos grandes, Mi hijo tiene ojos celestes, Sin voz, Cerrar la puerta, Las secuelas y Ábaco fueron sus pasos.
 
Esto no es así
La abuela Rosa la había llevado al teatro varias veces, y con esa idea de la cultura-culta hasta le había instilado el gusto por el ballet, pero sólo cuando participó en la Comisión de Lectura Mariana se enfrentó por primera vez a decenas de obras de teatro juntas. Al año siguiente comenzó a leer cuando la segunda convocatoria estaba todavía abierta, y se malhumoró progresivamente al ver que era otra vez lo mismo, la abuela y el nieto que se reconocen mágicamente, se sientan en un banco de una plaza, se abrazan y se aman. “Yo decía: ‘Pero ¿¿qué es esto?? ¿Dónde está la obra que va a decir que esto no es así? ¿Dónde la que va a contar lo que siente el familiar que busca cuando encuentra?’. Lo que me estaba pasando a mí, ¿no? Y leía, y leía, y leía, y esa obra no estaba”.
Se acercó a Patricia Zangaro, autora de A propósito de la duda cuyo currículum incluye, entre otras cosas, Pascua rea, Por un reino, Última luna; las versiones de Shylock y La tempestad, de William Shakespeare, que dirigieron Robert Sturua y Lluis Pascual; los ensayos sobre el teatro Desmontajes. “Tengo esta idea para una obra pero nunca escribí teatro”, le dijo Mariana. Hoy el archivo de word en que la autora guarda esa obra –“me da ternura y vergüenza”– se llama Instrucciones corregido con Patricia. Siguió en el taller de Zangaro hasta el año pasado y se hubiera quedado, pero le dijeron que cinco años habían sido más que suficientes, que ya estrenaba sola, que inclusive escribía por encargo, como le sucedió con Peaje y ahora le sucede con una obra sin título, porque los títulos se le ocurren siempre al final.
“La convocatoria partió de una actriz, Alejandra Arístegui, que quería trabajar algo sobre Rosa Luxemburgo, y empecé a escribir luego de unas charlas con ella. Es la historia de una mujer argentina actual que sueña con Rosa Luxemburgo, y en esos sueños asume su voz, en la víspera de decidir si después de todos estos años testimonia o no sobre su paso por un campo de concentración. Tomo cosas prestadas de la vida de Alejandra y también de las compañeras de cautiverio de mi vieja. El personaje es docente, es directora de una escuela, y en su militancia en los 70 hizo una experiencia de alfabetización en villas. También tomo historias de los campos, que leí y no puedo olvidar, y encuentran su lugar ahí. Pero es difícil porque una obra no es un testimonio y serle fiel a la historia significa otra cosa, no contar literalmente. Me preguntaba el otro día, a propósito de un texto no testimonial con un nivel de detalle, de morbo, ¿a quién le sirve eso? ¿En qué lugar queda puesto el lector?”
 
El travelling de Kapo
En su libro Perseverancia, Serge Daney propone una respuesta posible, que mu le comparte a Mariana, para continuar la charla en otra ocasión.
Daney cita el artículo de Jacques Rivette que acaso lo decidió a ser el gran crítico de cine que fue. “Observen, en Kapò, el plano en que Riva se suicida arrojándose sobre los alambres de púa electrificados (del campo de concentración): el hombre que en ese momento decide hacer un travelling hacia delante para encuadrar el cadáver en contrapicado, teniendo el cuidado de inscribir exactamente la mano levantada en un ángulo del encuadre final, ese hombre merece el más profundo desprecio”. Kapò, como Portero de noche, es para Daney una película que intenta mezclar la pornografía concentracionista –diría Jean-Luc Godard– con el arte. Y encuentra la abyección que da título al texto de Rivette en muchas obras contemporáneas que glamourizan la pobreza o ensalzan el detalle anatómico en la tortura: esas piezas que apelan a la seducción estética “en una situación en la que sólo es necesaria la conciencia (aunque sea mala) de ser un ser humano y nada más”.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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